¿Qué recibo, Señor, cuando te entrego?
¿Qué alegrías recorren mi vida cuando te olvido?
¿Qué son treinta monedas comparadas con lo que tú me has dado?
He visto tu gran misericordia para conmigo a lo largo de los años. .
Me has pagado con creces hasta los más pequeños deseos buenos que he tenido.
Tú has mejorado mi vida con los años.
Me has dado valor para vivir en tantos momentos.
¿Tan poco ha contado todo eso en mi vida?
Ante mis males y mis pecados has hecho la vista gorda.
Todo lo has escondido ante tu mirada.
Has puesto a mi lago gentes que me quieren bien.
Siempre he tenido una mano amiga para alentarme en las dificultades.
¿Cómo es posible que haya olvidado todo esto?
Tú has dorado mis pecados.
Tú has sembrado en mi corazón muchas cosas buenas.
Cuando me he marchado, Tú me has esperado con la puerta abierta.
¿Por qué te pago tus besos con un beso de despedida?
Cuando te he preguntado, Tú me has respondido.
Cuando me he encontrado en cañadas oscuras, Tú has enviado mensajeros a ayudarme.
Siempre has estado a mi lado.
¿Cómo es que ahora te doy la espalda?
Y no es el otro, el de al lado, no. Soy yo.
Soy yo el que va a entregar.
Y tú te callas. Sorprendentemente, te callas.
Me miras en silencio, pero no rompes conmigo.
“Que lo que haga o no haga a los pequeños, es a Ti a quien lo hago o no lo hago”.
Tú me los has dicho muchas veces y yo me lo he creído.
Pero ahora veo que a menudo he pasado de largo, sin mirar sus rostros.
Se han quedado llorando. ¡Tanto tiempo contigo y no he entendido nada de nada!
Y aún me justifico: “¿Qué tengo que ver yo con lo que les pasa a mis hermanos?”
¿Y cómo termina todo?
De forma sorprendente: Me das nuevas posibilidades.
¡Hasta ahí llega tu amor!
Judas, uno de tus amigos, te entrega y te vende.
La noche es muy oscura.
Mientras, Tú sigues recorriendo el camino del amor.
¿Qué alegrías recorren mi vida cuando te olvido?
¿Qué son treinta monedas comparadas con lo que tú me has dado?
He visto tu gran misericordia para conmigo a lo largo de los años. .
Me has pagado con creces hasta los más pequeños deseos buenos que he tenido.
Tú has mejorado mi vida con los años.
Me has dado valor para vivir en tantos momentos.
¿Tan poco ha contado todo eso en mi vida?
Ante mis males y mis pecados has hecho la vista gorda.
Todo lo has escondido ante tu mirada.
Has puesto a mi lago gentes que me quieren bien.
Siempre he tenido una mano amiga para alentarme en las dificultades.
¿Cómo es posible que haya olvidado todo esto?
Tú has dorado mis pecados.
Tú has sembrado en mi corazón muchas cosas buenas.
Cuando me he marchado, Tú me has esperado con la puerta abierta.
¿Por qué te pago tus besos con un beso de despedida?
Cuando te he preguntado, Tú me has respondido.
Cuando me he encontrado en cañadas oscuras, Tú has enviado mensajeros a ayudarme.
Siempre has estado a mi lado.
¿Cómo es que ahora te doy la espalda?
Y no es el otro, el de al lado, no. Soy yo.
Soy yo el que va a entregar.
Y tú te callas. Sorprendentemente, te callas.
Me miras en silencio, pero no rompes conmigo.
“Que lo que haga o no haga a los pequeños, es a Ti a quien lo hago o no lo hago”.
Tú me los has dicho muchas veces y yo me lo he creído.
Pero ahora veo que a menudo he pasado de largo, sin mirar sus rostros.
Se han quedado llorando. ¡Tanto tiempo contigo y no he entendido nada de nada!
Y aún me justifico: “¿Qué tengo que ver yo con lo que les pasa a mis hermanos?”
¿Y cómo termina todo?
De forma sorprendente: Me das nuevas posibilidades.
¡Hasta ahí llega tu amor!
Judas, uno de tus amigos, te entrega y te vende.
La noche es muy oscura.
Mientras, Tú sigues recorriendo el camino del amor.
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Camino Misionero
No hay comentarios:
Publicar un comentario