- SEGUIDORA FIEL DE JESÚS
- Encuentros con la Palabra: Domingo XX – Asunción de Santa María Virgen – Ciclo C (Lucas 1, 39-56) – 15 de agosto de 2010
- EL RELATO DE LUCAS SOBRE LA VISITACIÓN
- La sonrisa de María
- Asunción de María (Lc 1, 39-45) - Domingo 15 de Agosto: Para celebrar la belleza
- EL SERVICIO SOLICITO DEJA UNA ESTELA DE ALEGRIA
- Evangelio Misionero del Dia: 14 de Agosto de 2010 - SEMANA XIX DURANTE EL AÑO - Ciclo C
- Lecturas y Liturgia de las Horas: 14 de Agosto de 2010
Posted: 13 Aug 2010 08:11 PM PDT Asunción de María (Lc 1, 39-45) - Domingo 15 de Agosto Por José Antonio Pagola Los evangelistas presentan a la Virgen con rasgos que pueden reavivar nuestra devoción a María, la Madre de Jesús. Su visión nos ayuda a amarla, meditarla, imitarla, rezarla y confiar en ella con espíritu nuevo y más evangélico. María es la gran creyente. La primera seguidora de Jesús. La mujer que sabe meditar en su corazón los hechos y las palabras de su Hijo. La profetisa que canta al Dios, salvador de los pobres, anunciado por él. La madre fiel que permanece junto a su Hijo perseguido, condenado y ejecutado en la cruz. Testigo de Cristo resucitado, que acoge junto a los discípulos al Espíritu que acompañará siempre a la Iglesia de Jesús. Lucas, por su parte, nos invita a hacer nuestro el canto de María, para dejarnos guiar por su espíritu hacia Jesús, pues en el "Magníficat" brilla en todo su esplendor la fe de María y su identificación maternal con su Hijo Jesús. María comienza proclamando la grandeza de Dios: «mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava». María es feliz porque Dios ha puesto su mirada en su pequeñez. Así es Dios con los sencillos. María lo canta con el mismo gozo con que bendice Jesús al Padre, porque se oculta a «sabios y entendidos» y se revela a «los sencillos». La fe de María en el Dios de los pequeños nos hace sintonizar con Jesús. María proclama al Dios «Poderoso» porque «su misericordia llega a sus fieles de generación en generación». Dios pone su poder al servicio de la compasión. Su misericordia acompaña a todas las generaciones. Lo mismo predica Jesús: Dios es misericordioso con todos. Por eso dice a sus discípulos de todos los tiempos: «sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso». Desde su corazón de madre, María capta como nadie la ternura de Dios Padre y Madre, y nos introduce en el núcleo del mensaje de Jesús: Dios es amor compasivo. María proclama también al Dios de los pobres porque «derriba del trono a los poderosos» y los deja sin poder para seguir oprimiendo; por el contrario, «enaltece a los humildes» para que recobren su dignidad. A los ricos les reclama lo robado a los pobres y «los despide vacíos»; por el contrario, a los hambrientos «los colma de bienes» para que disfruten de una vida más humana. Lo mismo gritaba Jesús: «los últimos serán los primeros». María nos lleva a acoger la Buena Noticia de Jesús: Dios es de los pobres. María nos enseña como nadie a seguir a Jesús, anunciando al Dios de la compasión, trabajando por un mundo más fraterno y confiando en el Padre de los pequeños. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 13 Aug 2010 07:56 PM PDT “María se quedó con Isabel unos tres meses, y después regresó a su casa” La mamá y el papá estaban viendo televisión, cuando la mamá dijo: ‘Estoy cansada y se está haciendo tarde; creo que ya me voy a acostar’. Fue a la cocina y dejó arreglada la masa para las arepas del desayuno, sacó carne del congelador para el almuerzo del día siguiente, revisó que el tanque de gas estuviera cerrado, llenó el envase del azúcar, puso la mesa y preparó la cafetera para la mañana. Recogió la ropa seca y la dejó junto a la mesa de la plancha, llenó una carga de ropa sucia en la lavadora, planchó una camisa del marido y le cosió un botón que estaba suelto. Recogió las piezas del juego que estaban en la mesa y puso la guía telefónica amarilla dentro de su cajón. Regó las matas, sacó la basura y colgó una toalla para que se secara. Bostezó y se estiró y se dirigió a su habitación. Se detuvo frente al escritorio y escribió una nota a la profesora de su hijo menor, contó el dinero para el día de excursión y sacó un libro de texto que estaba debajo de la silla. Firmó una tarjeta de cumpleaños para una amiga, la colocó en el sobre y le pegó la estampilla. Escribió una lista de cosas pendientes para comprar al otro día. Puso la carta y la lista cerca de su cartera. Se lavó los dientes, se puso crema facial y después se limó las uñas. El marido la llamó: ‘Creí que ya te ibas a la cama’. ‘Estoy en camino’, dijo ella. Llenó de agua el plato del perro y sacó al gato; se aseguró que las puertas y las ventanas estuvieran bien cerradas. Fue a revisar a los niños y apagó las luces de las lámparas de las camas, colgó una camisa, puso algunas medias en el cesto de la ropa sucia y tuvo una pequeña conversación con uno de los niños que todavía seguía despierto. Ya en su cuarto, puso la alarma del reloj, preparó la ropa para el día siguiente y arregló los zapatos. Incluyó tres cosas en la lista de cosas que hacer para el día siguiente. Para entonces el esposo apagó el televisor y anunció que ya se iba a dormir... y así lo hizo. El texto que acabas de leer me llegó un día con el título: Honor a quien lo merece. Esta es la rutina simple de una madre de familia normal. La Virgen María debió sufrir del mismo síndrome del servicio. Pocos días después de recibir el anuncio de que sería la madre de Dios, sale de su casa y se va “de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea, y entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se le movió en el vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo. Entonces, con voz muy fuerte dijo: –¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo! ¿Quién soy yo, para que venga a visitarme la madre de mi Señor? Pues tan pronto como oí tu saludo, mi hijo se movió de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor ha dicho! (...) María se quedó con Isabel unos tres meses, y después regresó a su casa”. Tres meses acompañando a su prima Isabel que estaba esperando a Juan Bautista. Tres meses de servicio que debieron tener una continuidad normal a lo largo de su vida oculta en Nazaret. Las mamás, y María en esto no fue la excepción, tienen un don maravilloso de servicio que no siempre valoramos. Horas de dedicación silenciosa y amorosa a los oficios más sencillos y cotidianos. Muchas mamás de hoy comparten estas rutinas hogareñas con un compromiso laboral de tiempo completo por fuera de la casa. Algunas veces reciben el apoyo incondicional de sus maridos y de sus hijos e hijas. Pero otras muchas veces se sienten solas en estas labores diarias. Nadie nota que se hacen, pero sí nos damos cuenta cuando no. La exaltación de la Virgen María en la Asunción, debería animarnos a reconocer el trabajo de mamá en este día como el mejor homenaje a esas mujeres valientes que siempre tienen tiempo para mostrarnos el rostro amoroso de Dios en el servicio cotidiano. * Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 13 Aug 2010 07:26 PM PDT La asunción es una metáfora que quiere balbucear algo que se halla más allá de los conceptos y de las palabras: que María ha sido “introducida” en la Vida de Dios. Cuando se olvida que es metáfora, caemos en antropomorfismos míticos y olvidamos –esto es decisivo- que lo que decimos de María ocurre, en realidad, a todos los seres: la fiesta de la “Asunción” expresa –pone imágenes y palabras a- la Realidad que somos, más allá de las “formas” temporales; una Realidad “compartida”, que constituye nuestra identidad más honda. Es legítimo que, en Ella, surjan nombres concretos, objeto de nuestro amor y de nuestra veneración, pero siempre que no los percibamos de un modo “separado”, cayendo en un dualismo fruto exclusivamente de nuestro pensamiento. Pues bien, en esta fiesta de la Asunción, la liturgia nos trae un texto de Lucas, que pertenece a lo que se ha llamado “evangelio de la infancia”. Esa narración relativa a los comienzos de la vida de Jesús consta de dos capítulos, que hay que entender después de que se ha conocido lo que fue el desarrollo de la vida del Maestro de Nazaret. Se trata de una costumbre extendida en la época: una vez que un personaje llegaba a ser célebre, se construía un relato sobre su infancia, en el que se dejara ya traslucir lo que, posteriormente, iba a ser manifiesto en la vida de la persona en cuestión. Por ese motivo, el “evangelio de la infancia” es, en realidad, una especie de prólogo en el que se enuncian los grandes temas que aparecerán a lo largo de todo el evangelio. El “Jesús niño” del que se nos habla es visto ya desde la fe pascual de la comunidad. Por tanto, no es historia lo que debemos ir a buscar en esos relatos, sino teología. Lucas –utilizando el recurso, usual en la época, de las “vidas paralelas”, y en un estilo legendario- construye un relato en el que va a ir presentando, progresivamente, a los dos protagonistas, Juan el Bautista y Jesús: los dos anuncios, las dos madres, los dos nacimientos, los dos niños… A lo largo de la narración, prevalecerán Jesús y María, a quienes Juan e Isabel les rinden homenaje en todo momento. En concreto, el autor manifiesta un interés claro por mostrar a Juan, ya desde el seno de su madre, como subordinado y precursor de Jesús. De ese modo, está adelantando lo que más tarde explicitará en el relato de la vida del Jesús adulto. Como decía más arriba, esta clave nos permite entender todo lo que se narra en estos dos capítulos iniciales: en ellos –a pesar de las apariencias-, no se nos está hablando tanto de un “niño”, cuanto del “Señor Jesús”, “Salvador presentado ante todos los pueblos, luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”, tal como lo proclama la comunidad, cuyo credo Lucas pone en labios del anciano Simeón (2,30-32). El episodio conocido como de la “visitación” actúa de “bisagra” de los relatos de la infancia, subrayando dos temas profundamente queridos para el mundo bíblico en general y para Lucas en particular: · la bienaventuranza de la fe (como confianza) y · la certeza de que Dios cumple siempre sus promesas. La narración empieza destacando la actitud decidida y pronta de María en clave de servicio: eso será precisamente lo que Jesús hará y enseñará a lo largo de toda su vida. Es decir, desde el inicio mismo, María es presentada como la discípula fiel del Maestro, poniendo en práctica la actitud que él reclama. La reacción del feto es una respuesta de gozo, al reconocer en Jesús al Mesías esperado: ésa será justamente su misión en el futuro. La misma confesión de fe es la que proclama Isabel al llamar a María “madre de mi Señor” (un modo de nombrar a Jesús, especialmente característico del tercer evangelio). En las palabras de Isabel, las referencias al Primer Testamento son constantes: · “Bendita entre las mujeres” (Libro de los Jueces 5,24; Libro de Judit 13,18); · “¿Quién soy yo…?” (Libro II de Samuel 6,9; 24,21). · Pero, sin duda, lo que más destaca es la primera bienaventuranza de todo el evangelio: “Dichosa tú (por)que has creído”. Se trata de una profecía –hablar “a voz en grito” significaba “profetizar”- que recoge bien lo que es el meollo mismo de la fe. Creer es fuente de dicha. Pero no se trata –como nunca en la Biblia- de un creer que fuera asentimiento mental a alguna creencia, sino de confiar radicalmente, porque se ha hecho la experiencia del Misterio como Realidad luminosa que todo lo abraza y a todo llena de Sentido; se ha experimentado a Dios como Roca fundante que sostiene y constituye todo lo que es. Y es precisamente desde esa experiencia de Gozo, de donde brota el canto de María, que conocemos por su primera palabra en latín (“Magnificat”), un canto que es, en realidad, una amalgama de textos veterotestamentarios y una síntesis de toda la teología de Lucas. Es sabido que, en su “evangelio de la infancia”, Lucas trae otros tres cantos más que, conocidos también por la primera palabra en su traducción latina, son: · “Benedictus” (puesto en boca de Zacarías: 1,68-79), · “Nunc dimittis” (en boca del anciano Simeón: 2,29-32) y · el “Gloria”, entonado por los ángeles (2,14). Parece probable que todos ellos –de origen judío o incluso cristiano- fueran cantos anteriores al propio Lucas, y que éste, con los retoques correspondientes, los incorporó a su escrito. En cualquier caso, se trata de himnos tan ricos en teología como bellos en su composición, que han alimentado la fe cristiana a lo largo de veinte siglos. El Magnificat, en concreto, es un “reflejo” del cántico de Ana (Libro I de Samuel 2,1-10), a la vez que trae numerosos “ecos” del canto de gratitud de Miriam (Libro del Éxodo 15,1-21). Destaca, en él, la proclamación de un Dios misericordioso y parcial a favor de los débiles, que “dispersa” y “derriba” a soberbios, poderosos y ricos. En realidad, en este canto encontramos un “avance” de los temas con que el propio Jesús se presentará en la sinagoga de Nazaret, en lo que se conoce como su discurso programático: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres…” (4,18-21). Por otro lado, riqueza, poder y soberbia constituirán las tres tentaciones que el propio Jesús habrá de soportar (4,1-13). Indudablemente, se trata de un texto radicalmente subversivo que, con demasiada frecuencia, se ha “espiritualizado” y de, ese modo, desactivado. Tendría que hacernos pensar la reflexión del ultraconservador Charles Maurras, fundador e ideólogo de Action Française, que –abogando por un catolicismo no cristiano- decía admirar a una institución como la Iglesia católica, capaz de rezar cada día el Magnificat y, a la vez, neutralizar sus enseñanzas. www.enriquemartinezlozano.com Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 13 Aug 2010 05:05 PM PDT Asunción de María (Lc 1, 39-45) - Domingo 15 de Agosto Por Clemente Sobrado C. P. ¿Alguien ha visto alguna vez alguna imagen de María sonriéndose? Lástima que en el aquel tiempo no hubiese cámaras fotográficas para que San José o el mismo Jesús le hubiese sacado una buena foto. Yo estoy seguro que saldría sonriendo. Le hemos puesto todas las caras habidas y por haber. Pero eso si, como era tan buena y tan santa, siempre seria. Cara bonita, pero seria. Pareciera que para ser bueno y santo hay que plegar bien los labios y no enseñar los blancos dientes con una sonrisa. Conocemos demasiado bien a la Virgen Dolorosa. Y hasta nos conmueven sus lágrimas de madre. ¿Y conoceremos igualmente a la Virgen de la Alegría? Porque yo estoy seguro de que María debió de ser la mujer más feliz y alegre del pueblo. Y razones tenía de sobra para ello. ¿Yo no quiero pensar que María nunca le regaló una sonrisa y hasta una linda carcajada a José? ¿Y ustedes se imaginan a una madre que no le regale cada día infinidad de sonrisas al Niño, haciéndole cuchi cuchi o haciéndole rosquillitas en la barriguita? Sonrisas del Niño. Sonrisas de la Madre. Sonrisas del Carpintero. Yo quiero la Virgen de la sonrisa esposa. En su visita a Isabel, le bastó un simple saludo, para que, el crío que llevaba en sus entrañas la vieja, saltase de alegría. Si un simple saludo fue causa de alegría, cómo tendría que ser su presencia. Yo quiero la Virgen de la sonrisa de la visitación. Y el encuentro con Jesús resucitado en la mañana de la Pascua ¿a caso no fue una explosión de gozo, de alegría y de fiesta? ¿Y alguien hace fiesta sin la alegría de una sonrisa? Yo quiero la Virgen de la sonrisa pascual. Y su muerte, como encuentro definitivo con Dios, ¿no debió ser toda una sonrisa al encontrarse con la sonrisa de Dios que la recibía en un estrecho abrazo de eternidad y bienaventuranza? Yo quiero la Virgen de la sonrisa del encuentro beatifico con Dios. Y ¿qué pensamos de la Asunción de María? ¿No fue a caso la Asunción el momento de suprema felicidad de María? ¿No fue a caso la Asunción el momento de la suprema realización de María? ¿No fue a caso la Asunción el momento del supremo encuentro con Dios? Yo quiero la Virgen de la sonrisa en su Asunción gloriosa. Porque la fiesta de la Asunción se celebró primero en el cielo, mucho antes de que los cristianos la celebrásemos aquí en la tierra. Y si en el cielo hacen fiesta por un pecador que se convierte, ¿qué fiesta no habrá habido en el cielo con la llegada de la que nació Inmaculada y nunca tuvo salpicadura alguna del mismo. Yo quiero la Virgen de la sonrisa que hace fiesta en el cielo. ¿Y cómo celebraremos nosotros esta fiesta de la Asunción? En infinidad de pueblos serán Fiestas patronales, con música y baile. Pero ¿y en la Iglesia? Bueno espero que la Misa sea cantada. ¿Pero con curas con una piedad y fervor que más parece dolor de estómago? ¿Con monguillos que tienen prohibido perder su formalidad? ¿Con un Pueblo de Dios con caras largas de fervor, hasta que salgan de la Iglesia y entonces suene la fiesta? Perdonen, pero yo quisiera que la fiesta de la Asunción de María, del triunfo glorioso en cuerpo y alma a los cielos fuese la fiesta de la Virgen de la alegría. La Virgen de la sonrisa. ¿Y ustedes, qué piensan? Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 13 Aug 2010 05:02 PM PDT Por A. Pronzato - Se abrieron las puertas del templo celeste de Dios y dentro de él se vio el arca de la alianza... Después apareció una figura portentosa en el cielo: una mujer vestida de sol... (Ap 11,19;12,1-6.10). - ... El último enemigo aniquilado será la muerte... (1 Cor 15,20-26). - ...¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?... (Lc 1,39-56). Por qué emerge el desfase La fiesta de hoy no soporta la rígida colocación en el ciclo litúrgico, sino que va inserta provocatoriamente en el cuadro de los ritos «profanos» que se celebran en estos días. Entonces caemos en la cuenta de los desfases, del contraste más estridente. Tomemos, por ejemplo, el texto del Apocalipsis. ¿Qué significado puede tener la lucha de la comunidad cristiana contra el dragón, contra las fuerzas del mal, en un tiempo de vacaciones, de permiso, durante el que se piensa gozar un poco de paz, de tranquilidad, dejando a la espalda problemas y líos? ¿Y qué sentido tiene esa imagen de mujer que huye al desierto, en un período de evasión, de aturdimiento colectivo, de afluencia en las playas en donde el encajonamiento de los cuerpos no deja espacio ni siquiera para la propia sombra, de asalto a los más renombrados países de montaña donde lo primero que queda vencido es el silencio, y la belleza de la naturaleza es profanada por la presencias bullangueras y obstaculizadoras (bajo la enseña de «después de mí el diluvio de las basuras...»)? ¿Y quién tiene ganas de escuchar la historia de los dos Adanes que san Pablo pretende contarnos en la primera Carta a los corintios? Se prefieren historias más «ligeras», más relajantes, tal como vienen proyectadas por las imágenes seductoras (alguno habla, con precisión de «descubiertas», visto lo que destaca en las que deberían ser las «cubiertas»), y por una literatura fabricada a posta para impedir pensar... ¿Y quién es ese ejemplar raro que tiene ganas de seguir todavía a Pablo cuando habla de victoria sobre la muerte y de recapitular todas las cosas en Cristo para hacerlas convergir hacia Dios como meta final, cuando la mayor parte de la gente frecuenta magos de todo tipo para tener el fármaco milagroso capaz de exprimir al máximo (tanto en términos de cantidad como de duración) la vida de aquí abajo? Si además se tiene el coraje de hablar de un cántico titulado «Magnificat», existe el peligro de que alguno pregunte, bostezando, en qué festival ha sido presentado, por qué conjunto ha sido interpretado, y qué lugar ocupa en la clasificación de los discos más vendidos... Un signo grandioso y al mismo tiempo modesto Sin embargo, y a pesar del «aparcamiento» tan evidente respecto a las imágenes a las que todos se refieren en el período de «distracción» colectiva (muchos, durante las vacaciones, se distraen de las... distracciones precedentes) es necesario entendérselas con este signo «portentoso» y al mismo tiempo modesto que aparece en nuestro horizonte. Domina, en la liturgia de la solemnidad de hoy, la figura del arca. Signo de la alianza establecida entre Dios y su pueblo, y de la presencia de Dios en medio de la humanidad. María ha sido siempre considerada, en la tradición cristiana, como el arca de la nueva alianza. Las palabras de Isabel que saludan la llegada de María a su casa recalcan exactamente las expresiones de David referidas al arca que viaja en dirección a Jerusalén (2 Sam 6,9). Interpretar este signo significa, entre otras cosas, interpretar correctamente la misión de la Iglesia en el mundo. En efecto, el acercamiento entre la madre del Señor y la comunidad de los creyentes constituye un paso obligado de toda la reflexión teológica. La dimensión mariológica y la dimensión eclesiológica son inseparables entre sí (y las dos hacen referencia a Cristo como centro obligado). Despertar con algún «pero»... Hoy se asiste a un difuso despertar de la devoción a la Virgen. Se trata de un fenómeno que se impone netamente a la atención y que asume manifestaciones y proporciones muy vistosas. Pero es necesario verificar, con lucidez y coraje, si las formas y los contenidos son respetuosos con el dato evangélico, si contribuyen a un auténtico crecimiento de la fe, si denuncian una constante preocupación de tipo ecuménico (la presencia de la madre debe favorecer la unidad no constituir un impedimento -a veces incluso con ostentación- para la comunión fraterna). Es necesario estar convencidos de que las distorsiones y las deformaciones en el campo de la devoción a la Virgen repercuten negativamente en la vida de la Iglesia, y termina por falsear su imagen más auténtica. La que se señala como «floración maravillosa» puede ser también una excrescencia parasitaria y, por lo mismo, perjudicial para la vitalidad y fecundidad del árbol. El pecado imperdonable es la profanación de la belleza. Y la belleza se «ensucia» sobre todo por la falta de pudor, por la pérdida del sentido de las proporciones, por la falta de respeto a la armonía, por el abandono de la medida. El devocionalismo más bochornoso, a pesar de que venga aceptado como religiosidad popular, precisamente porque está desenganchado de un contacto profundo con la Escritura, lejos de ser expresión de fe, denuncia sin piedad un vacío de fe. Así como una fe que se engaña alimentándose de «milagrismo» tomado en grandes dosis, representa la derrota de la fe. Debemos reconocerlo con franqueza: son tiempos bien tristes aquellos en que el culto de la Virgen no encuentra su colocación correcta y se pretende legitimar los excesos y la falta de buen sentido como pruebas de amor. Ciertos «excesos» se acercan más al sacrilegio que a la piedad. La catedral del eterno silencio. Un poeta, el padre David María Turoldo, define a la Virgen como «la divina taciturna» y se dirige a ella con estas expresiones: «Tú, catedral del gran silencio». Por otra parte, el evangelio nos presenta a María de Nazaret como una criatura de silencio, que elige la sombra, la ocultación. La Virgen es la que «no aparece» en primer plano. Su presencia está bajo el signo de la discreción, que no estorba para nada. La Madre desaparece totalmente en el Hijo. Es el Verbo quien tiene que hablar, no ella (en Caná, en efecto, y es su testamento, dice: «Haced lo que él os diga» (Jn 2,5), o sea, no manda «escuchadme», sino «escuchadlo»). Un Dios que se hace hombre, que se manifiesta visiblemente en nuestra carne, encuentra una madre que se atribuye la parte de la «no visibilidad». No debemos extrañarnos, ni lamentarnos de que el evangelio esté salpicado, más que de palabras y apariciones de María, de su silencio y de su esconderse. La custodia que lleva la Palabra es espléndida porque está labrada con la rara materia del silencio. Los rasgos de la figura de la Madre no son ni llamativos ni bien definidos. Sus contornos se esfuman en la ilimitada transparencia del silencio. El Misterio ha encontrado su justa colocación en la pequeñez, en la profundidad, en la limpieza de una criatura que tiene predilección por la penumbra. No se llena el vacío con las palabras Sería verdaderamente absurdo si en nuestro tiempo, que ha hecho callar al silencio, que ha sofocado su voz, la Virgen se convirtiese en un pretexto para aumentar el ruido ensordecedor de las charlatanerías, de las palabras rimbombantes. María de Nazaret, por el contrario, debería ayudarnos a encontrar el silencio que se nos ha robado. Ante esa obra de arte de Dios que es la Virgen («Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas», Ap 12,1), la posición justa se define por el estupor, por la contemplación, por el silencio. La «mujer», hoy, huye al desierto precisamente porque está amenazada por un dragón que, con la intención de rendirle honores, termina por desnaturalizar su papel. El papa Juan XXIII, nada sospechoso en cuestión de devociones, advertía: «Con la Virgen es necesario ir muy despacio». O sea, evitar las violencias, las instrumentalizaciones, la retórica, los sentimentalismos. La Virgen, en la narración de la anunciación, es lo opuesto a Zacarías, el sacerdote que pretende signos, que quiere ver, tocar, controlar, tener pruebas. Ella, por el contrario, no pretende signos. Se fía de una Palabra. Se abandona, se declara disponible. Precisamente, porque es una creyente, no tiene necesidad de signos. Y su silencio expresa plenitud, no mutilación (como, en cambio, es el mutismo del sacerdote Zacarías). La devoción, a la Virgen es auténtica si nos hace frecuentar el terreno profundo de la interioridad, de la meditación, de la contemplación, del compromiso concreto, de la «cotidianidad del misterio», de la fe que se alimenta de fe y no de apariciones o de milagros. La devoción a la Virgen es verdadera si se opone a nuestra civilización ruidosa, si representa un dique contra el diluvio de palabras que amenaza sumergirnos, si constituye un antídoto a la superficialidad, al «espectáculo», a la publicidad bulliciosa. Si queremos que el mundo (también el eclesiástico) no se hunda estruendosamente en el vacío, debemos encontrar la fuerza para agarrarnos al silencio de la Virgen. Y aprender de ella a escuchar. Y caer en la cuenta de que aplaudir no significa escuchar... Una Iglesia que apague las luces... Imagen de la Virgen, imagen de la Iglesia. La comunidad de creyentes no puede sino estar bajo el «signo» de María de Nazaret: humildad, modestia, simplicidad, actitud de servicio, capacidad de «desaparecer» para convertirse en transparencia de Alguien. La Iglesia no debe preocuparse de hablar o de hacer hablar de sí misma. Es necesario hacer un poco de silencio. Y entonces Dios emerge de nuevo, y el hombre vuelve a percibir su voz. La Iglesia debe apagar todas las luces falsas, si quiere que Dios vuelva a ocupar el centro del mundo, la profundidad más secreta del corazón del hombre, y encender allí una llama minúscula que ya nadie logrará sofocar... Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 13 Aug 2010 03:27 PM PDT Asunción de María (Lc 1, 39-45) - Domingo 15 de Agosto Por Josep Rius-Camps «Por estos mismos días María se puso en camino y fue a toda prisa a la sierra, en dirección a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel» (1,39-40). El nexo temporal que une esta nueva escena con la anterior es de los más estrecho, imbricándolas íntimamente. María se olvida de sí misma y acude con presteza en ayuda de su pariente, tomando el camino más breve, el que atravesaba los montes de Samaría. Lucas subraya su prontitud para el servicio: el Israel fiel que vive fuera del influjo de la capital (Nazaret de Galilea) va en ayuda del judaísmo oficial (Isabel; «Judá», nombre de la tribu en cuyo territorio estaba Jerusalén). Al igual que el ángel «entró» en su casa y la «saludó» con el saludo divino, María «entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel». De mujer a mujer, de mujer embarazada a mujer embarazada, de la que va a ser Madre de Dios a la que será madre del Precursor. «Al oír Isabel el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre e Isabel se llenó de Espíritu Santo» (1,41). El saludo de María comunica el Espíritu a Isabel y al niño. La presencia del Espíritu Santo en Isabel se traduce en un grito poderoso y profético: « ¡ Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Y ¿quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa la que ha creído que llegará a cumplirse lo que le han dicho de parte del Señor!» (1,42-45). Isabel habla como profetisa: se siente pequeña e indigna ante la visita de la que lleva en su seno el Señor del universo. Sobran las palabras y explicaciones cuando uno ha entrado en la sintonía del Espíritu. La que lleva en su seno al que va a ser el más grande de los nacidos de mujer declara bendita entre todas las mujeres a la que va a ser Madre del Hombre nuevo, nacido de Dios. La expresión «Mira» concentra, como siempre, la atención en el suceso principal: el saludo de María ha servido de vehículo para que Isabel se llenase de Espíritu Santo y saltase de alegría el niño que llevaba en su seno. La sintonía que se ha establecido entre las dos mujeres ha puesto en comunicación al Precursor con el Mesías. La alegría del niño, fruto del Espíritu, señala el momento en que éste se ha llenado de Espíritu Santo, como había profetizado el ángel. A diferencia de Zacarías, María ha creído en el mensaje del Señor y ha pasado a encabezar la amplia lista de los que serán objeto de bienaventuranza. LA EXPERIENCIA DE LIBERACION DE LOS HUMILLADOS Y OPRIMIDOS En el cántico de María resuena el clamor de los humillados y oprimidos de todos los tiempos, de los sometidos y deshereda dos de la tierra, pero al mismo tiempo se hace eco del cambio profundo que va a producirse en el seno de la sociedad opresora y arrogante: Dios ha intervenido ya personalmente en la historia del hombre y ha apostado a favor de los pobres. En boca de María pone Lucas los grandes temas de la teología liberadora que Dios ha llevado a cabo en Israel y que se propone extender a toda la humanidad oprimida. En la primera estrofa del cántico María proclama el cambio personal que ha experimentado en su persona: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque se ha fijado en la humillación de su sierva. Pues mira, desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque el Potente ha hecho grandes cosas a mi favor -Santo es su nombre- y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación» (1,46-50). Por boca de María pronuncia su cántico el Israel fiel a Dios y a su alianza, el resto de Israel que ha creído en las promesas. Alaba a Dios por su cumplimiento, que ve inminente por el hecho de la concepción del Mesías y experimenta ya realizado en su persona. «Dios mi Salvador» (cf. Sal 24,1; 25,5; Miq 7,7, etc.) es el título clave del cántico, cuyo tema dominante va ser la salvación que Dios realiza en Israel. Dios ha puesto su mirada en la opresión que se abate sobre su pueblo y lo ha liberado en la persona de su representante, su «sierva» (cf. Dt 26,7; Sal 136,23; Neh 9,9). Los grandes hitos de la liberación de Israel están compendia dos en las «grandes cosas» que Dios ha hecho en favor de María: esta expresión se decía en particular de la salida de Egipto (Dt 10,21, primer éxodo). En el compromiso activo de Dios a favor de su pueblo, éste reconoce que su nombre es Santo; en el compromiso de los cristianos a favor de los pobres y marginados, éstos reconocerán que el nombre de Dios es Santo y dejarán de blasfemar contra un sistema religioso que, a sus ojos, se ha pres tado con demasiada frecuencia a lo largo de la historia a defender los intereses de los poderosos o por lo menos se ha inhibido de sostener la causa de los pobres con el pretexto de que alcanzarán la salvación del alma en la otra vida. En la segunda estrofa se contempla proféticamente el futuro de la humanidad desheredada -tema de las bienaventuranza- como realización efectuada e infalible de una decisión divina ya tomada de antemano: «Su brazo ha intervenido con fuerza, ha desbaratado los planes de los arrogantes: derriba del trono a los poderosos y encumbra a los humillados; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide de vacío» (1,51-53). Dios no ha dado el brazo a torcer frente al orden injusto que, con la arrogancia que le es proverbial, ha pretendido con sus planes mezquinos e interesados borrar del mapa el plan del Dios Creador. Dios «ha intervenido» ya (aoristo profético) para defender los intereses de los pobres desbaratando los planes de los ricos y poderosos. La acción liberadora va a consistir en una subversión del orden social: exaltación de los humillados y caída de los opresores; sacia a los hambrientos y se desentiende de los ricos. El cántico de María es el de los débiles, de los marginados y desheredados, de las madres que lloran a sus hijos desapareci dos, de los sin voz, de los niños de la «intifada», de los muchachos que sirven de carnaza en las trincheras, en una palabra: de la escoria de la sociedad de consumo, que dilapida los bienes de la creación dejando una estela de hambre que abraza dos terceras partes de la humanidad. Finalmente, en la tercera estrofa pone como ejemplo concreto de la salvación, cuyo destinatario será un día no lejano la entera humanidad, la realización de su compromiso para con Israel: «Ha auxiliado a Israel, su servidor, acordándose -como lo había prometido a nuestros padres- de la misericordia en favor de Abrahán y su descendencia, por siempre» (1,54-55). Dios no ha olvidado su misericordia/amor (Sal 98,3), como podía haber sospechado Israel ante los numerosos desastres que han jalonado su historia. La fidelidad de Dios hecha a los «pa dres», los patriarcas de Israel, queda confinada de momento, en el horizonte concreto de María, el Israel fiel, a su pueblo. Sólo en la estrofa central hay atisbos de una futura ampliación de la promesa a toda la humanidad. «María permaneció con ella como tres meses y regresó a su casa» (1,56). Lucas hace hincapié en la prolongada permanencia de María al servicio de su pariente, aludiendo al ultimo período de su gestación. Silencia, en cambio, intencionadamente su pre sencia activa en el momento del parto, cuando lo más lógico es que la asistiera en esta difícil situación. No tiene interés en los datos de crónica, sino en el valor teológico del servicio prestado. La vuelta «a su casa» sirve para recordar que en la gestación de su hijo, José no ha tenido arte ni parte. La mención de las dos «casas», la de Zacarías al principio y la de María al final, establece un neto contraste entre las respectivas situaciones familiares. 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Posted: 13 Aug 2010 03:20 PM PDT Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 19, 13-15 Trajeron a unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: «Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos». Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí. Compartiendo la Palabra Por CELAM - CEBIPAL Desde la óptica de los niños De la vida de pareja, el mundo de los adultos, pasamos a la visión del Reino desde la óptica de los niños. Sorprende la exquisita sencillez y la profundidad de nuestro texto de hoy. Mateo sigue mostrando la centralidad del Reino en la praxis de Jesús y por lo tanto en la vida de sus discípulos. En torno a la figura del niño hoy el evangelio nos presenta dos actitudes opuestas: • Los discípulos “les reñían” (19,13). • Jesús los acogía, “les imponía las manos” (19,15). Frente al comportamiento tosco de resistencia de los discípulos quienes –claramente fuera de la nueva óptica del Reino- siguen viendo a los niños como aquellos inquietos que con frecuencia están neceando o siendo impertinentes (además, la sociedad antigua los veía como insignificantes e irrelevantes en la vida social), Jesús les concede el gesto de bendición que suplican sus padres. “Para que les impusiera las manos y orase… Después de imponerles las manos, se fue de allí” (19,13.15). A Jesús se le pide que haga, y efectivamente lo hace, un gesto de oración que encierra actitudes de receptividad, respeto, aceptación, protección y comunión con los pequeños. Este comportamiento del Maestro inaugura el compromiso que caracterizará a su Iglesia con los indefensos, los vulnerables y todos aquellos que están por vivir todas las etapas de su desarrollo bajo la protección y apoyo de los mayores. La enseñanza de Jesús se desarrolla en las dos frases que están en el corazón del texto: (1) “Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis” (19,14ª). Jesús corrige el mal comportamiento –discriminatorio- de sus discípulos. Al mismo tiempo les pide que se ocupen de aproximar a los niños a él. El Maestro ha venido a incluir y a superar toda exclusión. (2) “De los que son como éstos es el Reino de los Cielos” (19,14b). Jesús les da un buen argumento que explica el por qué de su novedoso comportamiento: el niño es modelo de quien está preparado para acoger las bendiciones del Reino de los Cielos. Las actitudes propias de la tierna edad, en la que se necesita todo tipo de ayuda, en la que no hay méritos de los cuales enorgullecerse, en la que se depende de otro, constituyen el estado ideal de un discípulo, ya que se dispone de la máxima apertura para acoger la acción novedosa del Reino –que hace desarrollar la vida en la dirección del proyecto para que la fue creada- de manera total y como un don. Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón 1. ¿En mi experiencia cristiana, qué rasgos tengo de una espiritualidad de pobreza, pequeñez y necesidad absoluta de Dios? 2. ¿Hay en mí actitudes de soberbia, orgullo, autosuficiencia? 3. ¿Por qué los niños son sujetos preferenciales de la misericordia de Dios? ¿Cuál es la tarea de toda familia y de toda comunidad cristiana? “Pienso que los niños matados en el seno materno interceden continuamente en el cielo por sus madres”. (Marta Robin) P. Fidel Oñoro, cjm Centro Bíblico del CELAM Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 13 Aug 2010 03:09 PM PDT La palabra del Señor me llegó en estos términos: ¿Por qué andan repitiendo este refrán en la tierra de Israel: "Los padres comieron uva verde, y los hijos sufren la dentera"? Juro por mi vida -oráculo del Señor- que ustedes nunca más dirán este refrán en Israel. Porque todas las vidas me pertenecen, tanto la del padre como la del hijo: la persona que peca, ésa morirá. Si un hombre es justo y practica el derecho y la justicia; si no participa de las comidas sagradas en las montañas y no levanta sus ojos hacia los ídolos de la casa de Israel; si no deshonra a la mujer de su prójimo y no se acerca a una mujer en los días de su menstruación; si no oprime a nadie, si devuelve la prenda al deudor y no quita nada por la fuerza; si da su pan al hambriento y viste al desnudo; si no presta con usura ni cobra intereses; si aparta su mano de la injusticia y juzga imparcialmente en los litigios; si camina según mis preceptos y observa mis leyes, obrando con fidelidad, ese hombre es justo y seguramente vivirá -oráculo del Señor-. Pero si engendra un hijo ladrón y sanguinario, que hace alguna de esas cosas, este hijo no vivirá. A causa de todas las abominaciones que cometió, morirá irremediablemente, y su sangre recaerá sobre él. Por eso, casa de Israel, Yo los juzgaré a cada uno de ustedes según su conducta -oráculo del Señor-. Conviértanse y apártense de todas sus rebeldías, de manera que nada los haga caer en el pecado. Arrojen lejos de ustedes todas las rebeldías que han cometido contra mí y háganse un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué quieres morir, casa de Israel? Yo no deseo la muerte de nadie -oráculo del Señor-.Conviértanse, entonces, y vivirán. Palabra de Dios. SALMO RESPONSORIAL 50, 12-15. 18-19 R. ¡Dios mío, crea en mí un corazón puro! Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. R. Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga: yo enseñaré tu camino a los impíos y los pecadores volverán a ti. R. Los sacrificios no te satisfacen; si ofrezco un holocausto, no lo aceptas: mi sacrificio es un espíritu contrito, Tú no desprecias el corazón contrito y humillado. R. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 19, 13-15 Trajeron a unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: «Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos». Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí. Palabra del Señor. LITURGIA DE LAS HORAS TIEMPO ORDINARIO SÁBADO DE LA SEMANA XIX Del Común de un mártir. Salterio III. I Vísperas de la Solemnidad de la Asunción de la virgen María. 14 de agosto SAN MAXIMILIANO MARÍA KOLBE, presbítero y mártir. (MEMORIA) Maximiliano María Kolbe nació cerca de Lodz (Polonia) el 8 de enero de 1894. Ingresó en el seminario de los Hermanos Menores Conventuales en 1907, y el año 1918 fue ordenado sacerdote en Roma. Encendido en el amor a la Madre de Dios fundó la asociación piadosa de la «Milicia de María Inmaculada», que propagó con entusiasmo. Misionero en el Japón, se esforzó por extender la fe cristiana bajo el auspicio y patrocinio de la misma Virgen Inmaculada. Vuelto a Polonia, habiendo sufrido grandes calamidades, en el mayor conflicto de los pueblos, entregó su vida como holocausto de caridad por la libertad de un desconocido condenado a muerte, el 14 de agosto de 1941, en el campo de concentración de Auchwitz. LAUDES (Oración de la mañana) INVOCACIÓN INICIAL V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. INVITATORIO Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires. Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Himno: PALABRA DEL SEÑOR YA RUBRICADA. Palabra del Señor ya rubricada es la vida del mártir, ofrecida como prueba fiel de que la espada no puede ya truncar la fe vivida. Fuente de fe y de luz es su memoria, coraje para el justo en la batalla del bien, de la verdad, siempre victoria que, en vida y muerte, el justo en Cristo halla. Martirio es el dolor de cada día, si en Cristo y con amor es aceptado, fuego lento de amor que en la alegría de servir al Señor es consumado. Concédenos, oh Padre, sin medida, y tú, Señor Jesús crucificado, el fuego del Espíritu de vida para vivir el don que nos has dado. Amén. SALMODIA Ant. 1. Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables. Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN Te invoco de todo corazón; respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes; a ti grito: sálvame, y cumpliré tus decretos; me adelanto a la aurora pidiendo auxilio, esperando tus palabras. Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche, meditando tu promesa; escucha mi voz por tu misericordia, con tus mandamientos dame vida; ya se acercan mis inicuos perseguidores, están lejos de tu voluntad. Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables; hace tiempo comprendí que tus preceptos los fundaste para siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables. Ant. 2. Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos. Cántico: DAME SEÑOR, LA SABIDURÍA Sb 9, 1-6. 9-11 Dios de los padres y Señor de la misericordia, que con tu palabra hiciste todas las cosas, y en tu sabiduría formaste al hombre, para que dominase sobre tus creaturas, y para que rigiese el mundo con santidad y justicia y lo gobernase con rectitud de corazón. Dame la sabiduría asistente de tu trono y no me excluyas del número de tus siervos, porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva, hombre débil y de pocos años, demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes. Pues aunque uno sea perfecto entre los hijos de los hombres, sin la sabiduría, que procede de ti, será estimado en nada. Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras, que te asistió cuando hacías el mundo, y que sabe lo que es grato a tus ojos y lo que es recto según tus preceptos. Mándala de tus santos cielos y de tu trono de gloria envíala para que me asista en mis trabajos y venga yo a saber lo que te es grato. Porque ella conoce y entiende todas las cosas, y me guiará prudentemente en mis obras, y me guardará en su esplendor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos. Ant. 3. La fidelidad del Señor dura por siempre. Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA. Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos: Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. La fidelidad del Señor dura por siempre. LECTURA BREVE 2Co 1, 3-5 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo. RESPONSORIO BREVE V. El Señor es mi fuerza y mi energía. R. El Señor es mi fuerza y mi energía. V. Él es mi salvación. R. Y mi energía. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. El Señor es mi fuerza y mi energía. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. PRECES Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios, aclamémosle diciendo: Nos has comprado, Señor, con tu sangre. Por la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida como testimonio de la fe, concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu. Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar su sangre, concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe. Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus pasos, concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida. Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre del Cordero, concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo: Padre nuestro... ORACIÓN Oh Dios, que a san Maximiliano María, apóstol de la Inmaculada y ejemplo de caridad hacia el prójimo, le infundiste un deseo ardiente de la salvación de los hombres, concédenos, por su intercesión, poder trabajar generosamente por tu gloria y por la salvación de los hombres hasta dar nuestra propia vida, como lo hizo tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. --------------------------- I VÍSPERAS de la Solemnidad de la Asunción de la virgen María. Oración de la tarde V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: EL CIELO SE MARAVILLA El cielo se maravilla, Virgen, viendo como a vos junto a sí os ha dado Dios la más eminente silla. Sobre los altos confines del más levantado cielo subisteis, Virgen, del suelo en hombros de serafines. Y mucho se maravilla el cielo de ver que a vos junto a sí os ha dado Dios la más eminente silla. ¡Oh Dios, quién supiera ahora significar la alegría que todo el cielo tendría con su nueva emperadora! Ángeles podrán decilla, Virgen, y lo que con vos hizo vuestro hijo y Dios cuando os dio tan alta silla. Amén. SALMODIA Ant. 1. Subió Cristo al cielo y preparó una mansión de inmortalidad a su Madre purísima. Aleluya. Salmo 112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre: de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. ¿Quién como el Señor Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo; a la estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Subió Cristo al cielo y preparó una mansión de inmortalidad a su Madre purísima. Aleluya. Ant. 2. Por Eva se cerraron a los hombres las puertas del paraíso, y por María Virgen han sido abiertas de nuevo. Aleluya. Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN. Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti; ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza; hace caer el hielo como migajas y con el frío congela las aguas; envía una orden, y se derriten; sopla su aliento, y corren. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Por Eva se cerraron a los hombres las puertas del paraíso, y por María Virgen han sido abiertas de nuevo. Aleluya. Ant. 3. La Virgen María ha sido glorificada por encima de todos los ángeles y santos; venid, pues, y alabemos a Cristo, el rey cuyo reino no tendrá fin. Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. El nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. La Virgen María ha sido glorificada por encima de todos los ángeles y santos; venid, pues, y alabemos a Cristo, el rey cuyo reino no tendrá fin. LECTURA BREVE Rm 8, 30 A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó. RESPONSORIO BREVE V. María ha sido elevada al cielo, los ángeles se alegran. R. María ha sido elevada al cielo, los ángeles se alegran. V. Y, llenos de gozo, alaban al Señor. R. Los ángeles se alegran. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. María ha sido elevada al cielo, los ángeles se alegran. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí. Aleluya. Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí. Aleluya. PRECES Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo: Mira a la llena de gracia y escúchanos. Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo, haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria. Tú que nos diste a María por madre, concede por su mediación salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores y a todos abundancia de salud y de paz. Tú que hiciste de María la llena de gracia, concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres. Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor, y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Tú que coronaste a María como reina del cielo, haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino. Confiando en el Señor, que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme también de bienes al mundo hambriento: Padre nuestro... ORACIÓN Señor Dios todopoderoso, tú que, mirando complacido la profunda humildad de la siempre Virgen María, la elevaste a la excelsa dignidad de ser madre de tu Hijo hecho hombre y, en este día, la coronaste de gloria y de honor, concédenos, por su intercesión, que, ya que como María tenemos parte en tu redención, alcancemos, también como ella, la gloria del reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. ------------------------------ COMPLETAS (Oración antes del descanso nocturno) INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE Cristo, Señor de la noche, que disipas las tinieblas: mientras los cuerpos reposan, se tú nuestro centinela. Después de tanta fatiga, después de tanta dureza, acógenos en tus brazos y danos noche serena. Si nuestros ojos se duermen, que el alma esté siempre en vela; en paz cierra nuestros párpados para que cesen las penas. Y que al despuntar el alba, otra vez con fuerzas nuevas, te demos gracias, oh Cristo, por la vida que comienza. Amén. SALMODIA Ant. 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración. Salmo 4 - ACCIÓN DE GRACIAS. Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración. Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor, amaréis la falsedad y buscaréis el engaño? Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque. Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho; ofreced sacrificios legítimos y confiad en el Señor. Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?» Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino. En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración. Ant. 2. Durante la noche, bendecid al Señor. Salmo 133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO Y ahora bendecid al Señor, los siervos del Señor, los que pasáis la noche en la casa del Señor: Levantad las manos hacia el santuario, y bendecid al Señor. El Señor te bendiga desde Sión: el que hizo cielo y tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Durante la noche, bendecid al Señor. LECTURA BREVE Dt 6,4-7 Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN OREMOS, Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén BENDICIÓN V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R. Amén. ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
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