- En misión compartida: modelo católico y carismático (1ª parte)
- Viaje a la esperanza
- Mons. Alejandro Goic: "Gracias, Señor, por la Vida"
- Cómo Amar en Momentos de Odio y Oposición
- Guía básica para matrimonios (I)
- Recuperación 5. Romper las cadenas, nacer de nuevo
- Evangelio Misionero del Dia: 25 de Agosto de 2010 - SEMANA XXI DURANTE EL AÑO
- Lecturas y Liturgia de las Horas: 25 de Agosto de 2010
Posted: 24 Aug 2010 08:07 PM PDT Por José Cristo Rey García Paredes Publicado por Ciudad Redonda "Misión compartida” es una expresión relativamente nueva dentro del lenguaje de la iglesia y de nuestros Institutos[1]. Los adjetivos que hemos dado al sustantivo “misión” en los años posconciliares han sido otros: “evangelizadora”, salvadora, salvífica, “liberadora”, profética, apostólica, eclesial, “ad gentes”, parroquial, popular, urbana, misión laical o de los laicos, carismática, presbiteral, misión de todo el pueblo de Dios, de la Iglesia, misión universal, misión educativa, misión específica o peculiar… Solo en éstos últimos años hemos comenzado a hablar de “misión compartida”. Esta nueva perspectiva no es una mera ocurrencia. Tiene su sentido. Nos preguntamos, entonces, ¿a qué se debe este nuevo adjetivo? ¿Qué hace necesaria esta forma de hablar? Lo que hay detrás del nuevo lenguaje “misión compartida” Cuando cambia el lenguaje, algo está cambiando en nuestra vida, en nuestra actuación. Nuestra forma de vivir y actuar configura el lenguaje y el lenguaje configura la forma de vivir y actuar. Por eso, Wittgenstein entendía el lenguaje como actividad, quehacer en el mundo, forma de vida. La lengua es inseparable de la vida, del quehacer. Son los pueblos que hacen la historia, los que, en virtud de esta inserción de la lengua en el quehacer, inventan las palabras correspondientes a su acción. En cada época se habla de una determinada manera. Los medios de comunicación utilizados en cada sociedad, le imprimen una fisonomía propia. Tenemos la convicción de que para obtener cambios en la iglesia, en la sociedad hemos de maniobrar en el lenguaje. El lenguaje construye la realidad de cada individuo y lo define dentro de la cultura del grupo en el que vive, familiar, popular, político, eclesial. ¡Eso es lo que ocurre con la expresión “misión compartida”! El adjetivo “compartida” añadido a la palabra “misión” nos centra en un aspecto sumamente importante de la vida actual de la Iglesia: que la misión es mucho más eficaz y esplendorosa, cuando es realizada por una orquesta de carismas, y no cuando es llevada a cabo por individualidades; que solo entonces la misión tiene el rostro, la configuración que Jesús soñó para ella. La iglesia lo ha reconocido en estos últimos años. En todos los Sínodos de Obispos dedicados a las diversas formas de vida cristiana, se ha puesto de relieve la necesidad de colaborar todos en la misión: christifideles laici, ministros ordenados, consagrados. La Iglesia sabe que la diversidad de carismas y ministerios, armonizados en la misión, es fuente de vida y de transformación. La iglesia actual está valorando la diversidad y está diseñando – con mucho más conocimiento de causa, que en el mismo concilio Vaticano II- la eclesiología de la comunión. Dos modelos de misión compartida: católico y carismático Cuando entendemos que la Iglesia es un cuerpo, una comunidad de vida (biocenosis), comprendemos tambièn que todo en ella acontece y tiene éxito cuando se vive y realiza en comunión de unos miembros con otros y unos vivientes con otros. ¡Esta es la raíz de la misión compartida! ¡La vida compartida! Hoy sabemos que no se vive la existencia cristiana en compartimentos estancos, en estados de vida cristiana bien delimitados y separados. Al contrario, la eclesiología de la comunión nos pide el mutuo reconocimiento y la mutua relación para descubrir no solo las otras formas de vida, sino para encontrar la auténtica identidad de nuestro peculiar don. La eclesiología de comunión nos pide hacer de la vivencia de la fe una auténtica con-vivencia, de la vocación una auténtica con-vocación, de la espiritualidad una auténtica espiritualidad común, del sacerdocio un sacerdocio común, de la misión, una misión compartida. A este primer modelo de misión compartida podríamos denominarlo “católico”. Utilizo esta denominación en su sentido más propio: es la misión realizada “según todo”, “según la totalidad”, contando con todas las formas de vida cristiana, con todas las confesiones cristianas, con todo el pueblo de Dios. Nos hemos visto obligados –para mantener las obras recibidas-, a contar con otras personas para llevarlas adelante. Poco a poco, silenciosamente, hemos ido encontrando las personas adecuadas para asumir las funciones que en otro tiempo recaían exclusivamente sobre los mismos religiosos o religiosas. El proceso sigue su curso y se prevé que en poco tiempo la presencia de que pertenecemos a diferentes formas de vida consagrada en nuestras obras propias será cada vez menor. Tanto en nuestros centros de evangelización, como de educación, salud o marginación, como en otras actividades misioneras (misiones populares, justicia y paz, actividades itinerantes no llevadas de forma más individual), se hace cada vez más necesario “contar con otros”. Es justo y honesto reconocerlo. Es justo y legítimo que así sea. Este ha sido un tiempo propicio también para descubrirnos más fuertemente como “familia carismática”. Hemos reconocido que no tenemos “en monopolio” el carisma de nuestros Fundadores y Fundadoras. Lo compartimos con otras personas que también lo reconocen como Fundador e inspirador. Más todavía, crece el número de personas, pertenecientes a otras formas de vida cristiana que se adhieren a nosotros, para compartir nuestro carisma, nuestra espiritualidad y nuestra misión. Por todo esto, hablamos de “misión compartida”. Se trata, de misión compartida dentro del carisma colectivo y de su función en la iglesia y la sociedad. Es la “misión compartida” propia de toda Familia religiosa o carismática, que, aunque reconocida a nivel teórico, me parece que apenas funciona prácticamente. Y es también la “misión compartida” con los laicos a quienes ofrecemos colaborar y participar –según diferentes grados, determinados por nosotros, los que pertenecemos a diferentes formas de vida consagrada- en nuestras propias obras y proyectos apostólicos, para poder realizar con “otros”, con ellos, lo que nosotros llevamos entre manos. “Misión compartida”, no tiene entonces un sentido meramente eclesiológico y abierto, sino cerrado o delimitado: compartir la misión peculiar y carismática llevada adelante por los que pertenecemos a diferentes formas de vida consagrada. A este segundo modelo de misión compartida podríamos denominarlo “carismático”. Utilizo esta denominación en su sentido colectivo. Con todo, también hemos asumiendo el modelo católico de “misión compartida”, en línea con el Vaticano II y el caminar de la iglesia posconciliar. Por eso, hemos optado por desclericalizar nuestra misión, nuestro estilo de vida. Hemos asumido con mucha seriedad la creación de un estilo participativo, auténticamente comunitario y dialogante. El funcionamiento, tanto del modelo católico como del modelo carismático de “misión compartida”, es desigual. Depende del grado de participación que de hecho tengan las diversas formas de vida. Veámoslo: - la coadjutoría: los laicos son llamados a ofrecer servicios puntuales, sin participar auténticamente; son únicamente meros coadjutores de nuestras tareas, bien sea eclesiales (en el modelo católico), bien sea carismáticas (en el modelo carismático); la colaboración: los laicos son llamados a participar en nuestra misión de manera cualificada; con ellos se dialoga, se proyecta, se llevan a cabo las iniciativas; pero los presbíteros dirigentes (en el modelo católico) o el instituto (en el modelo carismático) se reservan el derecho a diseñar la línea que hay que seguir: ellos son los responsables, institucionales y económicos, de todo; los laicos son colaboradores, pero no tienen ningún derecho de propiedad sobre la misión; - co-participación: desde la perspectiva del modelo católico, se reconoce que en base a nuestro común bautismo-confirmación, todos somos sujetos de la vida y misión de la iglesia, dotados de la misma dignidad y responsabilidad; por lo tanto, nadie puede monopolizar la misión; todos somos sujetos de ella, si bien, cada uno desde su propio carisma y ministerio. Desde el modelo carismático, se reconoce también que el don carismático del Instituto ha sido concedido a otros creyentes que no pertenecen a la vida religiosa, a hombres y mujeres de la forma de vida seglar y laical; desde ese planteamiento común –compartir el mismo carisma- se dan pasos para formar una auténtica familia y compartir la misión carismática en plan de igualdad, de mutua colaboración y referencia. ------- [1] Vita Consecrata en el n. 42 habla de “vida compartida” hablando de la comunidad, pero nunca de “misión compartida”. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 24 Aug 2010 07:50 PM PDT “Si no has estado nunca en el paraíso, jamás entrarás en él”, decía sabiamente Angelus Silesius. Ah, todavía existe el Paraíso, rodeado de infiernos, y en la Chiquitanía estuvo, está y permanece entre nosotros. Por Ivonne Bordelois Volver de Bolivia maravillados de luz y de alegría al contacto de la música de los indígenas chiquitanos: una experiencia inenarrable. Acaso esta sea la única en vez en nuestras vidas en la que habremos tenido la fortuna asombrosa de asomarnos a una utopía realizada, la de esos niños de la Chiquitanía de seis o siete años empuñando sus violines o lanzando al espacio sus voces en el entendimiento más central y gozoso de la música que hayamos visto nunca. Aquí perdura a través de los siglos la herencia tan discutida y discutible de los jesuitas y sus misiones, floreciendo en lo mejor y más admirable que innegablemente tienen y preservan a través de los siglos. Pero también a través de alemanes y suizos y argentinos que se hundieron en el polvo rojizo de la sabana sudamericana para darles todo el amor y la sabiduría que un grupo humano puede recibir y transmitir a otro. Desde Buenos Aires hasta Santa Cruz de la Sierra volamos de la mano experta de Miguel Frías hacia un periplo que nos depararía enormes sorpresas. Por caminos imposibles, vadeando pantanos y cruzando ríos en balsa, fuimos bordeando la selva seca de esa zona, en buses que regularmente sufrían desperfectos y eran misteriosamente reparados o remplazados con una diligencia impecable, sin histerias ni alharacas de ninguna especie. Viajábamos impregnando zapatos y valijas de una arenisca rojiza, durmiendo en hoteles a veces suntuosos y otras veces humildes, pero todos poblados de flores y habitados por la indeclinable cortesía boliviana, que une la amabilidad a un sutil entendimiento del mundo y sabe frenar en particular, con una firme sonrisa, los caprichos e insolencias de los tilingos que nunca faltan. Nos sentíamos ante un privilegio insólito, inesperado. En verdad, cualquiera sea la calidad de los conciertos a los que se puede asistir, desde nuestro Mozarteum o nuestro Colón hasta las sedes más altas de las ciudades del Norte, New York o Roma o París o Salzburgo, cualquiera sea el goce que produce la música llevada a la perfección por un grupo de exquisita exigencia y talento excepcional, nunca existe entre el público, músicos y directores esa comunión existencial, esa ola de amor y de luz que nos barría de emoción en las iglesias de la Chiquitanía cuando entraban en bandadas los chicos y muchachos morenos —desde los cinco hasta los dieciocho años— entremezclados con unos pocos rubios, y empezaba el milagro de sus voces, sus violines, sus flautas confluyendo en un manantial de alegría inexplicable que rebotaba en el oro y la mica de los altares estupendos de ingenuidad y belleza barroca y mestiza. Vestidos sobriamente, sin el menor vedetismo, con una espléndida y digna naturalidad, se sumergían y nos sumergían en la música más acendrada, más vibrante y profunda que hayamos escuchado nunca, porque era manifiesto que venía de una pureza de inocencia que sólo la soledad y el despojamiento pueden conseguir. La entrega de los directores —dos argentinos de menos de treinta años entre ellos—, la absoluta coincidencia que desplegaban músicos y maestros a través de un aprendizaje que a todas vistas implicaba necesariamente el respeto, el mutuo conocimiento y el amor más auténtico entre ellos mismos y hacia la música, el entusiasmo resultante que vibraba en las naves decoradas de ángeles que parecían corporizarse allí mismo: todo confluía en la conmovedora belleza se desprendía de este espectáculo que más que espectáculo era pura comunión, una terapia colectiva intensísima, una irradiación de energía inolvidable. No es un azar, sin duda, el hecho de que en algunas de estas iglesias aparezca en esculturas el tan soslayado Cristo resucitado de la Ascensión, con mayor acento que las imágenes del crucificado. ¿No dijo acaso San Pablo: “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe y vana nuestra esperanza”? Y en verdad, crucificados hubo millares: sólo el cristianismo se atreve escandalosamente a afirmar que hubo Uno que resucitó y ascendió al cielo. Y ése es el mensaje de felicidad que transmiten estas esculturas. En una de ellas, un Cristo blanco va bailando su ascenso desde una columna cercana al altar mayor; en otra, en el sitial central, la cruz está cubierta de imágenes de hojas y flores de la región, y el Cristo vuela como un pájaro liberado hacia las alturas, a la mayor gloria de Dios. Uno de los momentos más memorables nos reunió el último día en la capilla de San Roque, una preciosa iglesia octogonal de lámparas azules, a la que llegamos atravesando una hora de tristes barriadas pantanosas en los alrededores de Santa Cruz de la Sierra. Allí nos esperaba el conjunto noruego de cobres que había transitado una epopeya para reunirse con nosotros: desde Oslo, esquivando las cenizas del volcán islandés, trayecto en bus desde Noruega hasta Madrid, vuelo hasta Bolivia, y tres horas después de la llegada, ya alzados en concierto estupendo en la bellísima Iglesia de Concepción. Pero esa noche última el éxtasis aumentó porque lo que se nos ofreció fue un extraordinario concierto que mezcló los cobres vikingos con las maderas de los violines chiquitanos, los altos y rubios hombres del Norte con los jóvenes bolivianos, dignos y graciosos, despreocupados de toda publicidad, dejando manar, con un instinto y elegancia insuperable, una música que nos alcanzaba y atravesaba hasta las lágrimas. Orquesta noruego-boliviana, talentoso y carismático director francés: no se trataba de la cacareada y falsa globalidad intercultural, maquillada y subsidiada por intereses imperiales, sino del auténtico y profundo espíritu de la música universal, trabajado a pulmón, a contramano del arrasador proyecto cocalero que amenaza el futuro de Bolivia y ya va minando y sustrayendo las fuentes de sustento de esta aventura maravillosa. Una precisión admirable mancomunaba a la orquesta, que sólo había podido ensayar dos veces antes del concierto. Como lo decía Leibniz, “la música es el ejercicio aritmético del espíritu que no es conciente de los números”. Y una espontaneidad inverosímil reinaba en verdad entre todos los ejecutantes. Apoteosis de Bach, de Vivaldi, de Zipolli (el exquisito músico barroco educado en Venecia y aterrizado en Bolivia que, después de la expulsión de 1676, terminaría sus días en Córdoba): los sentíamos vivientes, aleteando de alegría alrededor de nosotros. Y sabíamos sin lugar a dudas que lo que estábamos presenciando no era un concierto más, sino un momento verdaderamente histórico. Una muestra de la historia de los jesuitas que visitamos en Santa Cruz acompañaba las fotos y el historial de las iglesias reconstruidas por indígenas, jesuitas y europeos de distinta extracción, con facsímiles de textos impresionantes, como el decreto de expulsión de Carlos III en 1767, lapidario y letal. Pero a su lado brilla la extraordinaria carta del padre Martin Schmidt, S.J., suizo, dirigida a su antiguo maestro jesuita en Europa. “Se preguntará Ud. —le dice— qué le ha ocurrido a este larguirucho discípulo suyo, perdido hace años en las estepas bolivianas. Pues bien, puedo decirle que mi vida va serena y contenta, y más que contenta, feliz. Más misionero —digo yo— y precisamente, por eso, misionero: porque canto, taño y danzo”. Schmidt había comprendido que la música era el mejor puente de la palabra de Dios entre los hombres, y al entendimiento y transmisión de la música se había consagrado alegremente, en una misión que tenía garantizada, por su vocación y visión extraordinaria, y por la excelencia de su estirpe, una sobrevivencia que data ahora de tres siglos y medio. Saber que existen estas islas de belleza y energía en un mundo tan perturbado, empobrecido y violento como el nuestro, es algo así como regresar a la confianza primitiva de que los milagros —y en particular, los milagros comunitarios— pueden darse y volver a darse, y aun más, que nosotros todavía somos dignos de vivirlos, compartirlos y atestiguarlos. Fue realmente una revelación, algo que ya no esperábamos y que sin embargo sobrevive la corrupción multisecular que aflige a los países sudamericanos, con sus rasgos específicos en Bolivia: los talleres de cocaína encerrados en gigantescos camiones blindados, las crueldades de la justicia comunitaria que hace quemar vivos a los alcaldes corruptos en las plazas, la depredación forestal y minera que va avanzando indeteniblemente. “Si no has estado nunca en el paraíso, jamás entrarás en él”, decía sabiamente Angelus Silesius. Ah, todavía existe el Paraíso, rodeado de infiernos, y en la Chiquitanía estuvo, está y permanece entre nosotros —en realidad, no comprendemos cómo pudimos dejarlo—. Pero se acabará el día que les pongan la ruta asfaltada: así dijo, también sabiamente, Christian Roth, el memorable guía local, hijo del suizo Hans Roth, restaurador magnífico de las iglesias chiquitanas. Ancho y liso es el camino que conduce a la perdición —alguien lo dijo hace tiempo ¿no?— y aún vale para hoy. _____________ Ivonne Bordelois. Artículo publicado en revista Criterio, www.revistacriterio.com.ar Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 24 Aug 2010 07:46 PM PDT La alegría de los familiares de los mineros Un “¡Gracias, Señor, por la vida!”, encabeza una declaración del presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor Alejandro Goic, obispo de Rancagua, con motivo de las noticias acerca de los esperanzadores acontecimientos ocurridos el pasado domingo 22 en la mina "San José" de Copiapó, donde 33 mineros fueron hallados con vida 17 días después de haber sido víctimas de un derrumbe. “La vida de los 33 mineros en Atacama -manifestó jubiloso monseñor Goic- es una noticia que nos llena de esperanza. Compartimos la natural alegría de tantos hermanos que en Chile y en el mundo se regocijan por este triunfo de la vida. “Damos gracias a Dios porque su amor se hace presente en forma maravillosa en su Creación. Hoy, encontrar vivos a estos trabajadores sorprende y remece nuestras humanas certezas. Cuando la vida es un milagro, alabamos y bendecimos al Señor de la Vida. “Damos gracias por la fe de nuestro pueblo, por la invocación espontánea del nombre de Dios que hemos oído este domingo en tantas personas. Agradecemos el inmenso amor a Jesús que tanta gente sencilla ha demostrado en estos días, también en sus expresiones de devoción a la Virgen María, a san Lorenzo y otros santos. “Nos alegra comprobar la voluntad expresada por diversos sectores en el sentido de procurar condiciones más dignas para tantos trabajadores que se desempeñan en condiciones precarias. “A los 33 mineros y a sus familiares, a todas las personas e instituciones que ayudan a rescatar a estos hermanos, les expresamos nuestra cercanía y comprometemos nuestra oración para que el Espíritu divino los fortalezca en esta hora. “Y a todos los que creen en Cristo, les pedimos seguir rezando al Padre de bondad durante los días que vienen, para que los operativos de rescate culminen con éxito. El presidente del episcopado chileno concluye así: “Quiera nuestro Dios que el nombre de este Campamento, ‘Esperanza’, sea el lema que oriente el caminar de Chile en su Bicentenario”. Milagro haber encontrado a mineros con vida en Chile Por su parte, monseñor Gaspar Quintana, obispo de Copiapó, diócesis en cuyo territorio se encuentra la mina San José en la que están atrapados desde hace 17 días 33 mineros, expresó su alegría por lo que "toda la comunidad ha considerado un milagro". Ahora viene la etapa crucial de sacarlos de allí. En el día en que la Iglesia recordaba a la Virgen como María Reina, los familiares de los mineros oyeron del mismo Presidente de Chile, Sebastián Piñera, esta buena noticia. Monseñor Quintana supo la noticia de manera extraoficial cuando iba en una camioneta a celebrar la Misa de las 15 en el campamento en las afueras de la mina San José. El Prelado celebró la Eucaristía con el padre Francisco Javier Medina y acompañó a los familiares como lo hizo hasta ahora. Monseñor Quintana comentó que ahora viene la "etapa crucial de sacar a estos 33 mineros lo antes posible, por lo que llamó a compartir esta inmensa buena noticia con alegría, y al mismo tiempo con paciencia y renovada esperanza". Según se informó en el obispado de Copiapó, una imagen de la Virgen de la Candelaria acompaña desde el 10 de agosto a los familiares de los mineros en el campamento y permanecerá en el yacimiento acompañando a las familias hasta el fin de las tareas de rescate.+ AICA - Toda la información puede ser reproducida parcial o totalmente, citando la fuente Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 24 Aug 2010 04:58 PM PDT Por Ron Rolheiser (Traduccion Carmelo Astiz) Publicado por Ciudad Redonda ¿Cómo mantienes una actitud positiva, predicas esperanza y permaneces amable y generoso cuando confrontas oposición, incomprensión, hostilidad y odio? Eso es lo que hizo Jesús; y esa cualidad especial de su vida y de su enseñanza constituye quizás el mayor reto personal y moral para todos nosotros que intentamos seguirle. ¿Cómo te mantienes amable frente al odio? ¿Cómo permaneces enérgico y animoso frente a la incomprensión? ¿Cómo sigues siendo afectuoso y amable frente a la hostilidad? ¿Cómo amas a tus enemigos cuando quieren eliminarte? La práctica totalidad de nuestros instintos íntimos funcionan aquí en contra nuestra. Nuestros instintos naturales son generalmente auto-protectores, incluso hasta paranoides, contrarios a la abnegación y al perdón. Nuestro sentido innato de justicia exige el ojo por el ojo, el devolver en especie, odio por odio, recelo por recelo, homicidio por homicidio. Y esto no sólo pasa precisamente en los grandes asuntos, como sería nuestro esfuerzo por permanecer amables frente a amenazas de muerte. Nos esforzamos también por permanecer amables aun frente a pequeñas provocaciones, como la irritación. ¿Cómo aguantamos y controlamos la oposición, la incomprensión, el malentendido, la hostilidad y el odio? Algunas veces nuestra respuesta consiste en quedarnos paralizados. Nos sentimos tan intimidados y amenazados por la oposición, la tergiversación y el odio que tomamos la retirada y nos escondemos. Retenemos nuestros ideales, pero ya no los ponemos en práctica en presencia de nuestros oponentes. Seguimos hablando de amor y comprensión, pero no a nuestros enemigos (a los que ciertamente no odiamos, pero de quienes nos mantenemos ahora alejados). A veces nuestra respuesta es exactamente la contraria, a saber, frente a la oposición desarrollamos una piel tan dura que no tenemos por qué preocuparnos de lo que los demás piensen de nosotros: ¡Que piensen lo que les dé la gana! ¡Si no les gusta, que aguanten! El problema con nuestra “actitud de piel dura” es que nuestra capacidad de seguir profiriendo las palabras correctas y obrando las acciones correctas se basa, en parte, en una cierta ceguera e insensibilidad. En nuestra mente, nosotros no tenemos ningún problema. Los demás son los que los tienen. Esta insensibilidad toma a veces una forma más sutil: la condescendencia. Se da esto cuando creemos que tenemos un corazón lo suficientemente grande como para amar a los que se nos oponen o nos odian, justo cuando nuestra empatía y amor se basan en un cierto elitismo, a saber, en el sentimiento de que somos tan superiores, moral y religiosamente, a los que nos odian que podemos amarles en su ignorancia: “¡Pobres; gente ignorante! ¡Si fueran más juiciosos…!” –pensamos. Esto no es amor, sino un claro complejo de superioridad disfrazado de empatía y de preocupación. No fue así precisamente cómo Jesús trató a los que le odiaban. ¿Cómo les trató Jesús? Frente al odio y a la muerte infligida por sus enemigos, Jesús no se intimidó, ni tuvo piel dura ni fue condescendiente. ¡Qué hizo, pues? Se arraigó con mayor hondura en su propia identidad más profunda y, allí en el fondo, encontró el poder para seguir siendo afectuoso, amable, dispuesto a perdonar, frente al odio y al asesinato. ¿De qué modo? Mientras Jesús era ejecutado oró así: “Perdónalos, porque no saben lo que están haciendo”. El famoso teólogo alemán Karl Rahner, al comentar esto, señala con agudeza que, de hecho, sus verdugos sí sabían lo que hacían. Sabían que estaban crucificando a un hombre inocente. Entonces, ¿por qué dice Jesús justamente que estaban obrando con ignorancia? Su ignorancia, como resalta el mismo Karl Rahner, se sitúa en un nivel más profundo: Ignoraban cuánto él les amaba mientras que él mismo no era amado. Cuando los evangelios describen el estado interior de Jesús en la Última Cena, dicen: “…Jesús, sabiendo que el Padre lo había puesto todo en sus manos, que había salido de Dios y volvía a Dios, se levanta de la mesa, se quita el manto…” Jesús fue capaz de seguir amando y perdonando frente al odio y al asesinato porque, en el corazón mismo de su auto-conciencia, tenía conciencia de quién era él mismo, hijo de Dios, y cuánto le amaba su Padre. No tenía piel dura ni era elitista, justamente estaba en contacto con su propia identidad (quién era él mismo) y cómo era amado por su Padre. De esa fuente sacó su energía y su poder para perdonar. También nosotros tenemos acceso a ese mismo poderoso manantial de energía. Como Jesús, nosotros también podemos estar tan dispuestos a perdonar. Creo que muy pocas cosas se necesitan tanto hoy día, sea en la sociedad o en la iglesia, como esta capacidad de comprensión y de perdón. Seguir ofreciendo a otros genuina comprensión y auténtico amor frente a la oposición y el odio constituye el reto más fundamental, tanto social y político como eclesial, moral, religioso y humano. Algunas veces la gente de iglesia intenta señalar una cuestión moral concreta como la prueba definitiva para determinar si alguien es o no es verdadero seguidor de Jesús. Si hubiera de existir una verdadera prueba definitiva que muestre al genuino seguidor de Jesús, ojalá fuera ésta: ¿Puedes seguir amando a los que te malinterpretan, a los que se te oponen, te son hostiles y te amenazan – sin sentirte paralizado, endurecido o condescendiente? Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 24 Aug 2010 04:48 PM PDT Por Jairo del Agua* ¿Estáis casados? ¿Seguro? ¡Ah, ya entiendo! Os dijisteis palabras bonitas ante una autoridad civil o religiosa, formalizasteis vuestra convivencia socialmente, seguro que hasta compartisteis tarta de pisos… Pero todo eso no es más que la bandera que se pone al “cubrir aguas” en una casa o, si queréis, la inscripción en el registro de la propiedad. Cuando lo realmente importante es: ¿Existe la construcción? ¿De qué materiales está hecha? Por desgracia la sociedad y la religión han dado más importancia a la “inscripción” que a la “construcción” del matrimonio, a lo formal que a lo real. Se ha buscado la formal seguridad jurídica del matrimonio más que la “unión real” de la pareja (triste espejismo porque sin unidad no habrá seguridad, como la realidad nos está demostrando). Por eso hay -en mi opinión- un porcentaje enorme de matrimonios nulos, de apariencia social de matrimonio, de banderas sin construcción alguna debajo. Casarse es un paso fundamental para la vida del individuo, de la pareja, de los futuros hijos y de la sociedad. Sin embargo, es más fácil casarse que obtener el permiso de conducir. De ahí la enorme y dramática cantidad de accidentes: un divorcio cada cuatro minutos en España, por ejemplo. Esta realidad me ha empujado a describir brevemente los sillares del matrimonio, las piedras que nunca pueden faltar en su construcción, ésas que después habrá que conservar con tesón y cuidado para que no les entre el mal de la piedra. Empezaré diciendo que existen auténticos matrimonios sin formalizar ya que el matrimonio es una institución de derecho natural (no recuerdo haber leído cuándo y dónde se casaron Adán y Eva o sus descendientes). También existen matrimonios muy bien formalizados y registrados que son una verdadera ruina, puro escombro, que no puede dar cobijo ni a la pareja, ni a los hijos; no hay matrimonio más que en los papeles. Felizmente también hay matrimonios formalizados sobre una sólida edificación, permanentemente cuidada y asistida por un magnífico mantenimiento. Si tienes vocación matrimonial, esta guía que hoy comienzo quiere proporcionarte los pedruscos básicos para construir un matrimonio humano, sólo eso. Las ventanas y las puertas, la pintura, los muebles y las cortinas, con todo lo demás, lo dejo a tu imaginación creativa. Pero te aseguro que sin estas grandes piedras no podrás construir con solidez tu hogar. Podrás atar a tu pareja con contratos, papeles, formalidades, ritos y condenas religiosas. Pero, sin una sólida construcción, todas las formalidades, banderas y celebraciones con que quieras vestir tu matrimonio no conseguirán resistir la realidad de la vida. Es un tema que me duele especialmente y ante el que no puedo quedar callado. En mi actividad de “asesoramiento de parejas” he sufrido, llorado y, a veces, gozado con confidencias y filigranas de vida. En ocasiones, me he despedido de ella, de él o de ambos, con mi propio corazón sangrando. ¿Cómo podemos los humanos ser tan cortos de inteligencia y sentido común? ¿Cómo estudiamos los manuales del móvil, del ordenador o del coche y dejamos a la improvisación o al instinto la fundación de una familia? Con estas líneas pretendo ayudar a ver lo esencial, el esqueleto del matrimonio. Sé que hay muchos libros de gente mucho más sabia que yo. Pero, fiel a mi estilo de aguador, ofreceré unos sorbos de agua limpia -sólo eso- a los que hasta aquí se llegaren. No quiero caer en explicaciones prolijas, ni complejas teorías. ¡Vayamos al grano, concreto y comestible, del matrimonio humano! Éste es el esencial, el terreno donde sembrar después el matrimonio religioso. Más adelante intentaré compartir lo que para mí significa y aporta este último. Ya adelanto que, sin el primero, el religioso no germinará por falta de tierra. 1. ¿Qué es un matrimonio? Antes de nada el matrimonio es UN GRUPO, un grupo de dos personas, de un hombre y una mujer. Parece una respuesta muy simple pero tiene muchas consecuencias. De esa realidad se derivan parte de los elementos esenciales del matrimonio y sus problemas. Más tarde, cuando llegan los hijos, ese grupo se amplia y crecen los problemas. Sin el sólido “grupo-pareja” bien constituido y bien asentado en sus elementos esenciales, la familia tenderá a desmoronarse y, por desgracia, en muchos casos se hundirá. 2. ¿Cuál es el cimiento de un grupo? EL RESPETO ¿Qué respuesta tan simple, verdad? Sin embargo es la base de cualquier grupo humano (pareja, familia, trabajo, vecinos, ciudad, nación, etc.) Sin ese requisito el grupo se autodestruye. Sólo como ejemplo, para darnos cuenta de la importancia de ese elemento, os diré que casi todas las leyes nacionales e internacionales pretenden -básicamente- exigir respeto. Diré más, casi todas las llamadas “leyes divinas” tienen como única finalidad preservar el respeto entre los seres humanos. Cuando en una pareja comienza a hacer agua el respeto mutuo, ha empezado su autodestrucción. Por eso conviene estar muy atentos a este elemento básico pero muy frágil. Hay muchas formas de hundir el respeto en una pareja: No respeto de palabra (palabras despectivas, tonos de voz, silencios, etc.). No respeto de obra (actos, gestos, actitudes, unión sexual forzada, negada, distanciada, indiferente o interesada, etc.). No respeto por omisión (omisión de saludos, de detalles, de cortesía, de manifestaciones de amor, de unión sexual, de diálogo, ignorar al otro, etc.). Y cito sólo ejemplos del “respeto fino” porque me abochorna hablar del “respeto grueso” cuyos navajazos -violencia e infidelidad- son impropios de cualquier ser humano civilizado. Continuará… * Jairo del Agua es laico y padre de familia. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 24 Aug 2010 04:44 PM PDT Publicado por El Blog de X. Pikaza El blog se mueve mucho, quizá porque es verano y siguen los fuegos de agosto (en el hemisferio norte). Como dice sabiamente Burbuleta, empezamos por la burocracia de la iglesia y terminamos con la salvación de los no-cristianos y con el bautismo de los niños. Es normal, los temas que de verdad importan son los eternos. Quedan pendientes varios temas, como iglesia y pobreza, iglesia y estado etc. Tiempo al tiempo, que un blog no es un consultorio de la Hermana Francis, ni el bloguero tiene todas las respuestas. Además, para respuestas-respuestas ya están las del enter virtual Hisopo. Aunque sea un ser virtual, que, por tanto, no puede enfadarse, pues no está bautizado, ni puede recibir heridas, lamento muchísimo que Ambrosio le haya llamado Hys-opus –ojo al griego hys, el opus es claro – y que Hisopo le haya respondido “carabina”, aunque no haya respondido a su pregunta sobre un documento del 93. Ciertamente, los entes virtuales no pueden bautizarse (para ello hay que ser persona), pero pongo una pila bautismal, por si acaso, con mucha agua bendita en su interior, y del siglo XII, antes de la crisis escolástica. El blog es como un Árbol de Navidad donde cada cual va poniendo su regalo (hay algunos muy buenos: Gracias Galetel, Burbuleta. Sofía, Roser etc etc.), aunque hay algunos comentaristas que se hacen pará-sitos, en el sentido etimológico, como la zarza de Jc 9, 14-15. De todas formas, sean todos bienvenidos. Como había pensado, sigo con la quinta entrega de la “recuperación”, pues llega casi septiembre (que en estas tierra era tiempo de recuperaciones escolares). Éste es un tema vinculado al bautismo: nacer de nuevo. A eso aluden las imágenes: romper la cadena, recuperar la pila bautismal. Buena semana a todos, entes reales y virtuals del blog. Significativamente el surgimiento de la iglesia implica una ruptura. La tradición israelita sabe también que Abraham tuvo que dejar patria, tribu y familia, para engendrar nueva familia de bendición para todas las tribus y naciones de la tierra (Gen 12, 1-3). Moisés y los hebreos instalados en Egipto debieron oponerse al Faraón, quizá el primero de los grandes y eficaces sistemas de planificación económico-social del mundo, para caminar por el desierto hacia una existencia en libertad compartida. También Buda rompió con su familia, con las gentes instaladas en la fácil y egoísta belleza del palacio y reino, para descubrir el sufrimiento y compartirlo con los hombres y mujeres de su entorno, abriendo así una vía de iluminación liberadora. Finalmente, Mahoma cortó los lazos tribales y sociales de la ciudad de comerciantes egoístas (Meca), en gesto de gran peregrinación o huída (Hijra, Hégira), que marca el comienzo de la experiencia musulmana. De la ruptura de Jesús hemos venido hablando varias veces en este blog. Rompió con la red de relaciones e intereses que había tejido en su entorno la familia (cf. Mc 3, 31-35), para ofrecer humanidad compartida y esperanza a los excluidos del sistema. Rompió también con los pilares sagrados del sistema israelita (ley y templo) y con la estructura imperial y económica de Roma, siendo así crucificado, de manera que la pascua es ratificación divina de su rompimiento mesiánico. Como testigos y continuadores de aquel gesto nos sabemos hoy nosotros, cristianos del tercer milenio, llamados a ofrecer el testimonio de Dios más allá del sistema, a nivel de gratuidad y comunicación personal. No rompemos lo anterior para crear otro pueblo como el de Abrahán o Moisés, ni para establecer la ley islámica, como Mahoma; ni hemos dejado la seguridad del sistema para descubrir la luz interna, más allá de los deseos, como Buda. Admiramos, ciertamente, esas rupturas y nos sentimos solidarios de quienes las hicieron y las siguen haciendo en China o India, África o América. Pero buscamos la del Cristo. En el post anterior he citado un signo actual de esa ruptura: el despliegue de los papeles y documentaciones del sistema, está hecho de representaciones y burocracia, donde cada uno recibe su número y lugar en el conjunto. Rompiendo el estuche de hierro del sistema, la iglesia quiere ser signo de encuentro personal, donde cada uno sea lo que es (quien es) en confianza inmediata, sin números, papeles, ni documentaciones. Sin números, papeles, ni documentaciones. Se dirá que la iglesia ha sido la primera en acudir a los papeles, al fijar su canon en la Biblia. Paradójicamente es así. Pero la Biblia no es un libro-información, ni un texto-espectáculo, sino testimonio personal de fe, signo y memoria de la ruptura pascual que la iglesia debe mantener y actualizar en cada momento de su historia. Frente al riesgo del espectáculo que engaña (idolatría) y sobre la burocracia que esclaviza (organizando la vida según ley), se eleva el testimonio de ese Libro (Biblia) que cada generación de cristianos asume como propio, para recrear su ruptura creadora, en perspectiva de misterio y gratuidad, encuentro con Dios y comunión interhumana. En ese fondo se sitúa la ruptura familiar de Jesús y la ruptura orante de la iglesia. En el principio de la iglesia está gesto de Jesús que abandona su buena familia, para plantar su casa entre los pobres y excluidos del sistema (enfermos, posesos, pecadores). Jesús y sus discípulos dejaron el orden de los sabios, buenos militares de la liberación (celotas), puros y perfectos (fariseos, esenios), para hacerse hermanos de los excluidos. Éste no es un rechazo hacia la soledad interior, para aislarse del mundo, sino hacia la universalidad, reconociendo la presencia y don de Dios en aquellos que no importan ni cuentan en las estadísticas, pues están fuera de los buenos libros y de los espectáculos sagrados o profanos de los triunfadores. De manera consecuente, para mantenerse fiel al evangelio, la iglesia debe tomar su tienda y moverse a la periferia del sistema: romper su vinculación con las estructuras de poder, sus ventajas diplomáticas y sociales, para sentarse en la calle de la vida, con Jesús y sus primeros discípulos, creando familia en gratuidad universal, por encima de la ley del mundo. Ésta es una ruptura de comunicación orante. Hay una oración del sistema, que se expresa en forma de representación, como espectáculo circense, gran teatro del mundo, organizado por los medios (radio, intenet, televisión). Vivimos en una sociedad mediática. Ciertamente, los "medios" en sí son neutrales y pueden ayudar al ser humano, pero pueden crear adición y no crean comunión. Por eso, la palabra de la iglesia debe superar ese nivel y conducirnos con Jesús al lugar de la ruptura orante, al encuentro personal con Dios. Jesús rechazó el culto del sistema (sacrificios, ritos nacionales), para dialogar con Dios desde la vida, en comunión directa con los hombres y mujeres de su entorno. Ciertamente, la iglesia actual habla de oración, pero a veces parece que le tiene miedo. La mayoría de los templos cristianos de occidente se han cerrado o son para turistas. Muchos orantes recetas o modelos orientales, como si la fuente de misterio de la iglesia su hubiera secado: no hay apenas varones contemplativos; las admirables mujeres de las grandes tradiciones monacales (benedictinas, franciscanas, carmelitas) viven cerradas en clausuras legales, bajo el dominio de clérigos no orantes (o menos orantes) y su influjo no parece grande en el conjunto de la iglesia... Estos dos momentos de la ruptura cristiana (social y contemplativo) son inseparables. El descubrimiento del valor de los pequeños, a nivel de humanidad cercana, no por la estructura del sistema, y el descubrimiento y cultivo del misterio personal de Dios, son como dos piernas para el caminar humano. Frente a la lógica del sistema, que a todos domina y en el fondo iguala, expulsando a los más débiles, se eleva la experiencia de gratuidad, que se concreta en el valor de cada uno de los hombres y mujeres, capaces de encontrar a Dios libremente en la intimidad de su existencia, para abrirse en amor liberador hacia los otros. Un punto de partida es el la apertura concreta hacia los pobres o excluidos. No valen por sistema, espectáculo u organización, sino por ellos mismos: son dignos de amor, especialmente si están necesitados. Frente al Todo del orden social que promete beatitud a sus privilegiados, se elevan el enfermo y moribundo de Buda, el huérfano, viuda y extranjero de la tradición israelita. Ellos son signo de un Dios de gratuidad, que habita en lo escondido, rompiendo y superando los modelos de sacralidad del mundo, propios de las religiones organizadas, que acaban bendiciendo el sistema (buena familia, culto bueno, sacerdotes funcionarios de los grandes ritos eclesiales). Sobre esta ruptura de los pobres (enfermos, pecadores, leprosos, manchados) ha trazado Jesús su camino mesiánico, ha iniciado la marcha de su iglesia. El otro punto de partida es el encuentro gratuito y personal con Dios, a quien cada creyente descubre como fuente de ser y amor cercano (Padre). Este es el alfabeto y lenguaje de la iglesia, en una sociedad de espectáculo y planificación. Por encima de todo fingimiento, el fiel acoge y agradece la vida como don (=cree). Por eso vive en libertad: nada le puede dominar, nadie puede dirigirle desde fuera, pues se sabe querido de Dios, elegido, en manos del misterio fundante que es el Padre. Se dice que el budismo nace cuando reconocemos la omnipotencia del dolor y superamos la dictadura del deseo que domina y destruye nuestra vida. Pues bien, el cristianismo nace y se expande allí donde afirmamos sorprendidos, respondiendo a su palabra y presencia de amor, que hay Dios y que él es Padre nuestro y de los expulsados del sistema. La pascua ratifica esos principios de ruptura, según la confesión cristiana: Dios es Padre porque ha resucitado a Jesús, avalando su gesto y camino de Reino. La confesión cristiana se expresa en dos principios (Dios Padre, los pobres) y promueve una comunidad de creyentes, que rompen los modelos normales del sistema, para crear una comunidad alternativa de gracia y encuentro entre personas. Éste es el milagro, este el secreto: hombres y mujeres pueden vivir y vincularse por la fe en el Padre, en comunión de amor a los pequeños, excluidos del sistema. Desde esa confesión se unieron los primeros cristianos, esperando la próxima venida de Jesús, el fin del tiempo. Pero Jesús no llegó de aquella forma (en parusía espectacular), sino que viene por la pascua, en la comunidad creyente, que se funda en Dios (fuente de gracia) y se abre a los excluidos (signo de presencia divina), rompiendo los moldes del sistema. Más allá de toda representación y ley, planificación y fingimiento, Dios Padre es principio personal de vida, a quien podemos encontrar en oración. Más allá del sistema están los excluidos e impotentes (enfermos, impuros...) a quienes desde Dios amamos. Sobre ese doble (y único) principio de exterioridad sistémica (Dios y los pobres) fundan cristianos su ruptura, expresan el sentido de la vida sobre el mundo . Conclusión. Ningún sistema sacral o jerarquía religiosa, puede avalar y justificar los dos principios de ruptura que he destacado (Dios y los pobres), vinculados por la experiencia de oración y el gesto de servicio y amor mutuo. Por eso, los cristianos se saben dislocados en el mundo. Lo que ellos más valoran no vale en el sistema: ni es necesario su Dios, ni son necesarios sus pobres. Ambos moran fuera del sistema: superan los cálculos, son signo radical de gracia, expresión de la extrañeza de la vida. No sabemos por qué son así, cómo funcionan, porque simplemente no funcionan: ni el Padre Dios ni los pobres hombres sirven al sistema, que se limita a utilizarlos o los tolera. El dios del mundo opera sacralizando religiosamente el orden establecido. El Dios de Jesús rompe la estructura del sistema, para revelarse como gratuidad en la oración contemplativa y en amor a los excluidos. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 24 Aug 2010 03:43 PM PDT Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 23, 27-32 Jesús habló diciendo: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados:, hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre! Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan las tumbas de los justos, diciendo: «Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas»! De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmen entonces la medida de sus padres! Compartiendo la Palabra Por CELAM -CEBIPAL Para una buena revisión de vida: Ser capaces de vernos como Dios nos ve “Ay de vosotros…” Nos vamos aproximando al final de nuestra lectura del evangelio según san Mateo. El pasaje propuesto para nos presenta los dos últimos de una serie de siete lamentaciones de Jesús, conocidas como “ayes” (porque cada una comienza con un “¡Ay!”). Con todo, en esta ocasión propongo verlos todos, así sea brevemente. En casi todos los “ayes” Jesús repite la expresión “escribas y fariseos hipócritas”. El término hipócrita está tomado casi tal cual de la lengua griega y significa “actor de teatro”, incluso puede traducirse como “comediante” o “payaso”. La expresión que en el mundo teatral griego es positiva, toma en labios de Jesús un sentido peyorativo indicando una doble vida. Si miramos en conjunto los siete “ayes” notaremos la hipocresía se diagnostica en: - La discrepancia entre ser y aparecer. - El mal manejo de la escala de valores. - La falta de discernimiento de lo que es importante y de lo que es secundario, entre lo central y lo periférico. En el fondo de este comportamiento se encuentra: - El alejamiento de Dios. - El actuar con base en intereses personales ajenos extraños a los criterios del evangelio. - La resistencia a la conversión. Lo que cuenta para Jesús no es lo externo, ni los títulos de dignidad ni la manera como se presenta externamente una persona, porque para él no hay máscaras ni rótulos. Jesús conoce el corazón y lo que importa para Él es el actuar cotidiano impulsado por el amor sincero aprendido y madurado en la relación profunda con Dios. Veamos cómo Jesús va evaluando, una a una, siete actitudes que son manifestación dicha “hipocresía”, es decir, del corazón no convertido al Dios del Reino. Los cuatro primeros “ayes” evalúan el comportamiento de un Maestro: (1) Su autoridad para abrir una escuela; (2) La motivación de la búsqueda de discípulos; (3) La primera lección: el respeto a Dios; (4) La segunda lección: el mandamiento central de la Ley. Primer “¡ay!”: Cuando a la relación con Dios se le antepone el rigorismo de la observancia de las normas (23,13) El maestro es aquel que “abre” la puerta del cielo a sus discípulos, de ahí deriva su autoridad, para esto es que se abre una escuela. Lo que importa es que todos puedan “entrar en el Reino de los Cielos” (ver los textos de la semana pasada). Pues bien, puede darse la tendencia a pensar que ello depende la cantidad de prácticas que se hagan y puede suceder –como sucedía con toda la cantidad de normas propias de la casuística rabínica- que el exceso de actividades impida la aceptación del evangelio del Reino. Qué se esperaría del discípulo: Buscar primero la persona de Dios para poder vivir con alegría –como una “carga ligera”- todas sus exigencias. Segundo “¡ay!”: Cuando se busca a otras personas para hacerlas pensar como uno pero no como Dios (23,15) ¿Qué Maestro no quiere formar una escuela? Sin embargo hay que tener en cuenta la motivación. Jesús cuestiona aquellos que forman “su” escuela para inculcar sus “propias ideas” y aún su “propia” espiritualidad en otros. Los nuevos discípulos no son más que “clones” del Maestro y lo más grave es que, si por casualidad el Maestro ha perdido de vista la referencia fundamental que es Dios, no hace sino formar nuevos agentes del mal, como dice Jesús: “hijos de la condenación el doble de vosotros”. Qué se esperaría: El Maestro debe tener claro y hacer que a sus discípulos les quede claro que no lo siguen a él, a su propia visión de las cosas, sino al Dios del Reino que se está revelando en Cristo Jesús. Tercer “¡ay!: Cuando se pierde de vista la persona misma de Dios (23,16) Cuando los discípulos ya están en la escuela, la primera lección es el decálogo. Al llegar a la lección del segundo mandamiento se mostraba cómo los juramentos honraban la grandeza y omnipotencia de Dios. Se entraba entonces en la discusión sobre cuáles eran los juramentos válidos. Con base en esto, Jesús muestra cómo poco a poco se va perdiendo de vista la persona misma de Dios, por eso aclara (1) que todo juramento llama a Dios como testigo y que por lo tanto es un acto de adoración, (2) que jurar con frecuencia es un abuso contra Dios, (3) que no es correcto pensar que todo lo que no se jura por Dios no obliga. Qué se esperaría del discípulo: Hacerse siempre la pregunta que hace Jesús “¿Qué es más importante?”. Lo que importa es manejar una escala de valores en cuya cima está la persona de Dios amada, respetada y responsablemente vivida; así se honra –como merece- el nombre de Dios. Cuarto “¡ay!”: Cuando no se descuida lo esencial (23,23-24) De la prioridad de la persona de Dios en la vida se pasa a la búsqueda de lo “más importante” para vivir según su voluntad. Jesús pone en tela de juicio la inversión del orden de los valores de la casuística rabínica que –con buena intención- busca la santidad en el detalle: mientras sólo era obligatoria pagar el diezmo por el aceite, el mosto y los cereales (ver Nm 18,12; Dt 14,22-23) sin embargo ellos lo hacían también con elementos menos esenciales como la menta, el aneto y el comino. Jesús muestra cómo tal generosidad contrasta con la vivencia de “lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe”. Qué se esperaría: Poner el corazón en la ley del Señor para tener un corazón íntegro, partiendo de lo esencial que es la misericordia, para vivir desde ahí la relación con Dios (fe) y con los hermanos (justicia), y luego descender poco a poco a todos los detalles en los cuales procuraremos mostrar una gran generosidad. Los últimos tres “ayes” se centran en la evaluación del aprendizaje de lo central de la ley (ver el tercer ¡ay!) en el comportamiento cotidiano. Jesús nota tres actividades importantes en la vida de un celoso del Señor: (1) la práctica de la pureza ritual en la cocina; (2) el cuidado con los cadáveres y (2) la veneración de la memoria de los antepasados. Notemos cómo las acusaciones se van intensificando gradualmente. Quinto “¡ay!”: Cuando no hay un camino de conversión la espiritualidad es vacía (23,25-26) Irónicamente Jesús describe a aquellos se la pasan todo el día puliendo la vajilla de plata, por razones de pureza ritual, y haciendo de esta actividad su camino de santidad. En realidad esta es una espiritualidad vacía. Y había sentenciado Jesús –a la manera de Isaías- “pero su corazón está lejos de mí” (Mt 15,8). Esto sucede cuando el comportamiento moral sólo se preocupa de las apariencias externas y no de la realidad interna. Qué se esperaría: La verdadera espiritualidad es la que tiene como base un camino responsable de conversión, apuntando siempre al necesario nexo entre lo interno y externo. Hay que sustituir el radicalismo leguleyo con un radicalismo ético. Sexto “¡ay!”: Cuando la apariencia externa es bella pero el corazón está corrompido (23,27-28) Es tan importante el quinto “¡ay”! que se enfatiza ahora en el sexto. Las costumbres funerarias de los tiempos de Jesús comprendían los siguientes pasos: (1) el difunto era envuelto en una sábana, (2) el cadáver se colocaba en una tumba construida en una gruta o una roca excavada, (3) una año después se recogían los huesos en una canasta y eran finalmente sepultados en un campo o en otra gruta, las conocidas “casas de los huesos”, (4) estos lugares de sepultura era pintados con carburo para poder reconocerlos fácilmente, (5) la pintura era renovada cada año, especialmente después del tiempo de lluvia. Lo que se buscaba era: (1) ser muy respetuosos con el difunto y (2) evitar cualquier impureza por el contacto con cadáveres. Jesús de manera sarcástica observa la preocupación exagerada con el difunto mientras en la vida terrena se descuidan los deberes morales: el comportamiento con los vivos que debe ser recto y puro. Y así como en los sepulcros, la pintura sólo esconde penosamente los huesos de los muertos, así la justicia de los fariseos es meramente exterior. Qué se esperaría: Comprender que la verdadera pureza está en el corazón (Mt 5,8).. Séptimo “¡ay”!: Cuando veneramos la memoria de los mártires pero no imitamos su conducta ni obedecemos su mensaje nos colocamos al nivel de sus asesinos (23,29-32) En continuidad con el ¡ay! Anterior pasamos al mundo de las estatuas y de los grandes monumentos funerarios. En los tiempos de Jesús, a la orilla de los caminos, en los lugares visibles de las ciudades, en medio de los campos se encontraban muchos monumentos sepulcrales de profetas y grandes personajes de la historia de Israel. Jesús llama la atención sobre la memoria histórica que solemos hacer de los antepasados, la cual también puede estar también llena de hipocresía. Pues bien, esta memoria debe estar acompañada de un cambio de mentalidad que le ponga fin a la cadena de muerte y de injusticia que se ha venido incubando en la historia. El análisis de la historia nos debe llevar a transformarla. Qué se esperaría: Lo mismo que en todos los anteriores, la coherencia. Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón 1. ¿Cuáles pueden ser las causas por las cuales una persona puede llegar a adoptar un comportamiento doble con Dios y con los demás? 2. ¿Por qué pronuncia Jesús este discurso? ¿A quién se dirige? 3. ¿Qué hay que hacer para no caer en ninguno de estos comportamientos sobre los cuales Jesús nos advierte con tanta vehemencia? Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 24 Aug 2010 03:37 PM PDT SEMANA XXI DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica 3, 6-10. 16-18 Les ordenamos, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que lleve una vida ociosa, contrariamente a la enseñanza que recibieron de nosotros. Porque ustedes ya saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. Cuando estábamos entre ustedes, no vivíamos como holgazanes y nadie nos regalaba el pan que comíamos. Al contrario, trabajábamos duramente, día y noche, hasta cansamos, con tal de no ser una carga para ninguno de ustedes. Aunque teníamos el derecho de proceder de otra manera, queríamos darles un ejemplo para imitar. En aquella ocasión les impusimos esta regla: el que no quiera trabajar, que no coma. Que el Señor de la paz les conceda la paz, siempre y en toda forma. El Señor esté con todos ustedes. El saludo es de mi puño y letra. Ésta es la señal característica de todas mis cartas: así escribo yo, Pablo. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos ustedes. Palabra de Dios. SALMO RESPONSORIAL 127, 1-2. 4-5 R. ¡Feliz el que teme al Señor! ¡Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien. R. ¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor! ¡Que el Señor te bendiga desde Sión todos los días de tu vida: que contemples la paz de Jerusalén! R. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 23, 27-32 Jesús habló diciendo: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados:, hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre! Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan las tumbas de los justos, diciendo: «Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas»! De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmen entonces la medida de sus padres! Palabra del Señor. LITURGIA DE LAS HORAS TIEMPO ORDINARIO MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXI Memoria libre de SAN LUIS REY, : haga click aquí. De la feria - Salterio I 25 de agosto LAUDES (Oración de la mañana) INVOCACIÓN INICIAL V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. INVITATORIO Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado. Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Himno: SENTENCIA DE DIOS AL HOMBRE Sentencia de Dios al hombre antes que el día comience: «Que el pan no venga a tu mesa sin el sudor de tu frente. Ni el sol se te da de balde, ni el aire por ser quien eres: las cosas son herramientas y buscan quien las maneje. El mar les pone corazas de sal amarga a los peces; el hondo sol campesino madura a fuego las mieses. La piedra, con ser la piedra, guarda una chispa caliente; y en el rumor de la nube combaten el rayo y la nieve. A ti te inventé las manos y un corazón que no duerme; puse en tu boca palabras y pensamiento en tu frente. No basta con dar las gracias sin dar lo que las merece: a fuerza de gratitudes se vuelve la tierra estéril.» Amén. SALMODIA Ant. 1. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz. Salmo 35 - DEPRAVACIÓN DEL MALVADO Y BONDAD DE DIOS. El malvado escucha en su interior un oráculo del pecado: «No tengo miedo a Dios, ni en su presencia.» Porque se hace la ilusión de que su culpa no será descubierta ni aborrecida. Las palabras de su boca son maldad y traición, renuncia a ser sensato y a obrar bien; acostado medita el crimen, se obstina en el mal camino, no rechaza la maldad. Señor, tu misericordia llega al cielo, tu fidelidad hasta las nubes, tu justicia hasta las altas cordilleras; tus sentencias son como el océano inmenso. Tú socorres a hombres y animales; ¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!; los humanos se acogen a la sombra de tus alas; se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente viva y tu luz nos hace ver la luz. Prolonga tu misericordia con los que te reconocen, tu justicia con los rectos de corazón; que no me pisotee el pie del soberbio, que no me eche fuera la mano del malvado. Han fracasado los malhechores; derribados, no se pueden levantar. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz. Ant. 2. Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible. Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR DEL MUNDO Y PROTECTOR DE SU PUEBLO Jdt 16, 2-3. 15-19 ¡Alabad a mi Dios con tambores, elevad cantos al Señor con cítaras, ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza, ensalzad e invocad su nombre! porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras, su nombre es el Señor. Cantaré a mi Dios un cántico nuevo: Señor, tú eres grande y glorioso, admirable en tu fuerza, invencible. Que te sirva toda la creación, porque tú lo mandaste y existió; enviaste tu aliento y la construiste, nada puede resistir a tu voz. Sacudirán las olas los cimientos de los montes, las peñas en tu presencia se derretirán como cera, pero tú serás propicio a tus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible. Ant. 3. Aclamad a Dios con gritos de júbilo. Salmo 46 - ENTRONIZACIÓN DEL DIOS DE ISRAEL. Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. El nos somete los pueblos y nos sojuzga las naciones; El nos escogió por heredad suya: gloria de Jacob, su amado. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas: tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. Porque Dios es el rey del mundo: tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. Los príncipes de los gentiles se reúnen con el pueblo del Dios de Abraham; porque de Dios son los grandes de la tierra, y él es excelso. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Aclamad a Dios con gritos de júbilo. LECTURA BREVE Tb 4, 16-17. 19-20 No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan. Da de tu pan al hambriento y da tus vestidos al desnudo. Busca el consejo de los prudentes. Bendice al Señor en toda circunstancia, pídele que sean rectos todos tus caminos y que lleguen a buen fin todas tus sendas y proyectos. RESPONSORIO BREVE V. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos. R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos. V. Dame vida con tu palabra. R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza. Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza. PRECES Demos gracias a Cristo y alabémoslo porque ha querido santificarnos y llamarnos hermanos suyos; digámosle, pues, confiados: Santifica, Señor, a tus hermanos. Concédenos, Señor, consagrar el principio de este día en honor de tu resurrección y haz que todos los trabajos que realicemos durante esta jornada te sean agradables. Haz que sepamos descubrirte a ti en todos nuestros hermanos, sobre todo en los tristes, en los más pobres y en los que son menos útiles a los ojos del mundo. Tú que para aumentar nuestra alegría y afianzar nuestra salvación nos das el nuevo dia, signo de tu amor, renuévanos hoy y siempre para gloria de tu nombre. Haz que durante este dia estemos en paz con todo el mundo y que a nadie devolvamos mal por mal. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Tal como Cristo nos enseñó, terminemos nuestra oración diciendo: Padre nuestro... ORACIÓN Señor Dios, salvador nuestro, danos tu ayuda para que siempre deseemos las obras de la luz y realicemos la verdad: así, los que de ti hemos nacido en el bautismo, seremos tus testigos ante los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. ------------------------------ VÍSPERAS Oración de la tarde V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: HORA DE LA TARDE. Hora de la tarde, fin de las labores. Amo de las viñas, paga los trabajos de tus viñadores. Al romper el día nos apalabraste. Cuidamos tu viña del alba a la tarde. Ahora que nos pagas, nos lo das de balde, que a jornal de gloria no hay trabajo grande. Das al de la tarde lo que al mañanero. Son tuyas las horas y tuyo el viñedo. A lo que sembramos dale crecimiento. Tú que eres la viña, cuida los sarmientos. Amén. SALMODIA Ant. 1. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Salmo 26 I - CONFIANZA ANTE EL PELIGRO El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo. Él me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca; y así levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca; en su tienda sacrificaré sacrificios de aclamación: cantaré y tocaré para el Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Ant. 2. Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro. Salmo 26 II Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.» Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación. Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá. Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana, porque tengo enemigos. No me entregues a la saña de mi adversario, porque se levantan contra mí testigos falsos, que respiran violencia. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro. Ant. 3. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo. Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20 Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda creatura; pues por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas: haciendo la paz por la sangre de su cruz con todos los seres, así del cielo como de la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo. LECTURA BREVE St 1, 22. 25 Llevad a la práctica la palabra y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. El que se concentra en el estudio de la ley perfecta (la que hace libre) y es constante no como oyente olvidadizo, sino para ponerla por obra, éste encontrará la felicidad en practicarla. RESPONSORIO BREVE V. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí. R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí. V. No arrebates mi alma con los pecadores. R. Ten misericordia de mí. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. PRECES Oremos, hermanos, a Dios Padre, que en su amor nos mira como hijos, y digámosle: Muéstranos, Señor, la abundancia de tu amor. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia: guárdala de todo mal y haz que crezca en tu amor. Que todos los pueblos, Señor, te reconozcan como al único Dios verdadero, y a Jesucristo como al Salvador que tú has enviado. A nuestros parientes y bienhechores concédeles tus bienes y que tu bondad les dé la vida eterna. Te pedimos, Señor, por los trabajadores que sufren: alivia sus dificultades y haz que todos los hombres reconozcan su dignidad. Se pueden añadir algunas intenciones libres. En tu misericordia acoge a los que hoy han muerto y dales posesión de tu reino. Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro Padre común: Padre nuestro... ORACIÓN Escucha, Señor, nuestras súplicas y protégenos durante el día y durante la noche: tú que eres siempre inmutable, da firmeza a los que vivimos sujetos a la sucesión de los tiempos y de las horas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. ------------------------------ COMPLETAS (Oración antes del descanso nocturno) INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría. Si poco fue el amor en nuestro empeño de darle vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran amor que todo lo engrandece. Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora en justa, e ilumina la senda de la vida y de la muerte del hombre que en la fe lucha y camina. Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la esperanza de esperar cada noche tu gran día. Amén. SALMODIA Ant. 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve. Salmo 30 - SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí; ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame: sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo. En tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve. Ant. 2. Desde lo hondo a ti grito, Señor. Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR. Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Desde lo hondo a ti grito, Señor. LECTURA BREVE Ef 4,26-27 No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN OREMOS, Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén BENDICIÓN V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R. Amén. ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN Madre del Redentor, Virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario