- XXII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14, 1.7-14) - Ciclo C: LA SABIDURÍA DE NO VIVIR PARA EL YO
- Optar por los pobres
- Apoyo para la Homilía y la Reflexión personal: XXII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14, 1.7-14) - Ciclo C
- XXII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14, 1.7-14) - Ciclo C: LOS PRIMEROS PUESTOS
- Comentario Bíblico y Pautas para la homilía: XXII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14, 1.7-14) - Ciclo C
- 28 de Agosto: Fiesta de San Agustín de Hipona
- Evangelio Misionero del Dia: 28 de Agosto de 2010 - SEMANA XXI DURANTE EL AÑO
- Lecturas y Liturgia de las Horas: 28 de Agosto de 2010
Posted: 27 Aug 2010 04:40 PM PDT “No te pavonees en presencia del rey, ni te coloques entre los grandes; porque es mejor que te digan: «Sube acá», que verte humillado ante los nobles”. Estas palabras, pertenecientes al Libro de los Proverbios (25,6-7) y, por tanto, a la “sabiduría popular” judía, las retoma Jesús para insistir en una cuestión reiterada: no le gustan “los primeros puestos”. O quizás, por expresarlo con más precisión, ve peligrosa la actitud de quienes se preocupan por ello. Por eso, cuando entre su grupo se discute sobre “quién debía ser considerado el más importante” –un texto que Lucas sitúa nada menos que en el contexto del relato eucarístico-, Jesús lo corta de un modo tajante: “El que quiera ser más importante, que sea como el menor… Yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lc 22,24-27). De todos modos, aquella sabiduría popular parecía haber calado en la enseñanza, porque en un texto del rabino Ben Azzai, del siglo V d.C., se leen palabras parecidas a las que aparecen en el evangelio: “Siéntate dos o tres puestos más abajo del que te corresponde y quédate allí hasta que alguien venga a decirte ‘sube unos cuantos puestos’. No te vayas directamente a los puestos de cabecera, porque puede ser que alguien te diga ‘siéntate en otro sitio’. Es mejor que alguien te diga ‘sube, sube’ a que te obliguen a desplazarte más abajo”. Por otro lado, también la sentencia con que acaba esa primera parte del relato –y que se repite en otros lugares del evangelio- era familiar en la tradición judía. En el Libro de Ezequiel (21,31), se lee: “Van a cambiar las cosas; lo humillado será exaltado y lo exaltado será humillado”. Con todo ello, podemos preguntarnos: ¿A qué se debe la prevención de Jesús frente a la actitud de quien busca “ser importante”? Es evidente que lo que pretende no es que, al final, el yo sea recompensado: ésa sería todavía una lectura mítica, nacida de un literalismo que retuerce el texto. No significa que, si uno se humilla, luego va a ser resarcido. Tal motivación sería una perversión de la propia entraña evangélica: la gratuidad. No; la palabra de Jesús apunta en una dirección mucho más decisiva: la sabiduría de no vivir para el yo. Porque es en la comprensión –apercepción intuitiva- de nuestra identidad donde se juega todo lo demás. Es evidente que nuestra identidad no puede ser pensada; si lo fuera, estaríamos sólo ante un “objeto mental” –un “algo” delimitado”-, que estaría “en nosotros”, pero que no seríamos nosotros. Todo lo que podemos observar son sólo “objetos”; somos “Quien” observa. Como el cuerpo, la mente puede ser observada. Eso nos dice que no somos la mente, ni los sentimientos, ni las emociones… De ahí que, para ir accediendo a nuestra identidad, sea suficiente con ir teniendo claro lo que no somos. Y, dado que el “yo” no es sino la mente, iniciamos el camino de la sabiduría –que es, simultáneamente, el camino de la liberación y del amor- en cuanto nos vamos desidentificando de él. El yo busca “ser importante”, aunque sea en intensidades diferentes, en ocasiones hasta extremos enfermizos. Según Bertrand Russell, “uno de los síntomas de estar al borde de una crisis nerviosa es creer que la obra de uno es sumamente importante”. En ese caso, el yo se erige en centro de la escena, en una actitud narcisista que, aunque sea inconscientemente, considera en la práctica a los demás como mera “prolongación” de sí mismo, por lo que los “usa” sin el menor recato, de cara a conseguir sus fines de “sentirse bien” y “ser importante”. La contundencia con que Jesús salía al paso de esa búsqueda de “importancia” parece directamente proporcional al engaño que supone y al sufrimiento que genera. El poder que gira en torno al yo –o, con otras palabras, el poder que ansía o ejerce quien está identificado con su yo- es siempre dañino. Es cierto que podemos hablar de otro tipo de poder: el que han experimentado las personas sabias, el que podemos apreciar en el propio Jesús y en tantos hombres y mujeres, que han vivido desidentificados de su yo. Como ha escrito el monje budista vietnamita, que fuera candidato al premio Nobel de la Paz, Thich Nhat Hanh, “es el poder de ser felices justo en el momento presente, libres de la adicción, el miedo, la desesperación, la discriminación, el enfado y la ignorancia”. Es el poder que hace felices a los otros, si bien es cierto que “para proporcionar felicidad a los demás, debemos ser felicidad”. Ese poder llega a nosotros en la medida en que vamos cuidando la “atención plena”, por la que nos hacemos diestros en estar plenamente presentes en el aquí y ahora. Puede ser tan sencillo como entrar en contacto con nuestra propia respiración, de un modo consciente, para que empecemos a vivirnos desde “otro” nivel de profundidad y, en último término, de identidad. Todos podemos comprobar que la respiración consciente –la atención a la respiración- constituye una de las herramientas más poderosas para venir al presente y permanecer en él. Bastará que volvamos a ella con frecuencia, a lo largo del día, en cualquier circunstancia que nos encontremos, para que vengamos al presente y, finalmente, nos vivamos como Presencia. Según el monje citado, en la medida en que venimos al presente, accedemos a lo que él llama “la sabiduría que no discrimina”, una forma de poder que favorece la vida, porque no es el poder al que el yo busca aferrarse, sino que es expresión de la propia Presencia. El lo cuenta con una especie de parábola: “Yo soy diestro, de modo que hago la mayoría de las cosas con la mano derecha… Pero la mano derecha nunca se muestra orgullosa. Nunca dice: «Mano izquierda, no sirves para nada. Todo lo tengo que hacer yo».Y la mano izquierda no tiene ningún complejo de inferioridad. Nunca sufre; es maravilloso. Mi mano derecha y mi mano izquierda están siempre en paz la una con la otra. Colaboran a la perfección. Esta es la sabiduría del no yo que está viva dentro de nosotros. Un día estaba clavando un clavo en la pared con el martillo para colgar un cuadro. No fui muy hábil y en lugar de darle al clavo, me golpeé en el dedo. Inmediatamente, la mano derecha dejó el martillo y cuidó de la mano izquierda. Y la mano derecha no dijo en ningún momento: «Mano izquierda, estoy cuidando de ti, ¿sabes? Deberías recordarlo». Y la mano izquierda no dijo: «Mano derecha, me has hecho sufrir. Quiero justicia, ¡trae ese martillo!». La mano izquierda no piensa nunca de ese modo. Esa es la sabiduría que no discrimina” (THICH NHAT HANH, El arte del poder. El secreto de la felicidad y la vida plena, Oniro, Barcelona 2008, pp. 49-50). Es la misma sabiduría de las olas que no olvidan en ningún momento que –todas- son siempre la misma agua. Nuestra naturaleza básica es la misma para todos nosotros: “no somos iguales, pero somos lo mismo” (Javier Melloni). www.enriquemartinezlozano.com Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 27 Aug 2010 04:18 PM PDT XXII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14, 1.7-14) - Ciclo C Por José Antonio Pagola «Hace unos años era frecuente entre los cristianos hablar de «opción preferencial por los pobres». La teología de la liberación estaba viva. Se percibía una nueva sensibilidad en la Iglesia. Parecía que los cristianos queríamos escuchar en serio el «Evangelio de los pobres». ¿Qué ha sido de esta llamada del Espíritu? La «opción por los pobres» no es de ahora. Es una invitación desconcertante de Jesús a vivir atentos a su necesidad y sufrimientos: «Cuando des una comida, no invites a tus amigos ni a tus vecinos ricos...; invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos». Dios ama a todos, sin excluir a nadie, pero en su corazón de Padre, ocupan un lugar preferente los que no tienen sitio entre los hombres. Optar por los pobres es saber mirarlos de manera especial. No andar por la vida con mirada distraída. Fijarnos en los pequeños, los humillados, los que sobran. Pensar en ellos, estar atentos a esa pobreza inmensa, creciente, vergonzosa de tantos pueblos hundidos en el hambre y la miseria. Es muy importante mirar la vida desde los pobres. Lo que vemos depende de dónde nos coloquemos. No es lo mismo mirar el mundo desde arriba, desde los intereses de nuestro pueblo o las preocupaciones de nuestra Iglesia, que mirarlo desde abajo, desde las necesidades y sufrimientos de los que no tienen pan ni dignidad. Es importante también saber escuchar sus gritos de protesta o sus gemidos. Si nadie los escucha, los pobres «desaparecen» y «se evaporan». ¿Quién va a pensar en ellos, por ejemplo, durante las vacaciones de verano, cuando toda Europa se relaja, se divierte y disfruta de su bienestar? Alguien tiene que escuchar su sufrimiento y gritarlo con fuerza en el interior de la Iglesia y de la sociedad. Cada uno hemos de preguntarnos qué podemos hacer, cómo concretar nuestra responsabilidad, cómo defender la causa de los últimos, cómo concienciarnos más, cómo hacer valer los derechos de los débiles, cómo compartir más lo que tenemos. Podemos engañarnos de muchas maneras, pero todo es inútil. No se puede seguir a Jesús sin optar de manera preferente por los pobres. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 27 Aug 2010 03:42 PM PDT Por José Enrique Ruiz de Galarreta sj TEMAS Y CONTEXTOS EL LIBRO DEL ECLESIÁSTICO El Libro del Eclesiástico se suele llamar actualmente "El Sirácida", porque es obra de Jesús hijo de Sira; lo dice así el libro al final. Probablemente se trata de una "familia de sabios". El último de la saga, Jesús, pone por escrito en griego la sabiduría recibida de generaciones anteriores. Era un libro tan leído en la iglesia antigua que recibió el nombre de "El Eclesiástico". Se escribe, muy probablemente, entre el año 190 y el 130 antes de Cristo, en Egipto. Es éste un típico "Libro de Sabiduría", una recopilación de escritos de escuela, pensamientos que revelan la sabiduría acumulada por la reflexión y la experiencia. La lectura de hoy es un ejemplo típico. Tres "consejos de Sabiduría", derivados de la Escritura como aplicación a una vida piadosa. El primero conecta bien con el evangelio y presenta la tradicional desconfianza hacia los soberbios. El segundo es sabiduría humana, fruto de experiencia largamente acumulada: la "mala gente", irremediable, con la que no hay que gastar esfuerzo porque es en vano. Sabiduría dudosamente conectable con Jesús, aunque las relaciones de éste con fariseos y letrados podría tener bastante que ver con este tipo de sentencias. El tercero es la habitual apelación a ser sabio, con la sabiduría que significa atender a la Palabra de Dios y seguirla. LA CARTA A LOS HEBREOS Estamos terminando la lectura de esta carta, en las exhortaciones finales. Aquí se enfatiza la condición de cristianos, equiparándola a la espectacular manifestación de La Ley en el Sinaí. El rico conjunto de expresiones simbólicas con que se viste la condición de cristiano finaliza en su cumbre: Jesús es la nueva y definitiva revelación, el único mediador. Un escrito tan judaico como esta carta, que ha utilizado toda la simbología del Antiguo Testamento para aplicarla a Jesús, tiene que culminar con esta confesión: todas las mediaciones anteriores palidecen ante el definitivo Mediador. Es interesante sin embargo comprobar cuánta dificultad encuentran aquellas comunidades procedentes del judaísmo para desprenderse de los viejos moldes. A nosotros nos resulta muy extraña su manera de entender y explicar a Jesús, de modo que apenas encontramos validez en la mayor parte de sus símbolos y de sus expresiones. EL EVANGELIO DE LUCAS El texto ha sido abreviado para su lectura litúrgica. Jesús entra a comer en casa de un fariseo importante. Es sábado y le espían. Entonces cura a un hidrópico y desarrolla su característica enseñanza (el sábado para el hombre - hay que hacer el bien también en sábado). A continuación, el evangelista añade las enseñanzas que hoy leemos. Éstas son evidentemente de dos clases: las primeras no son más que sabiduría tradicional. A Jesús le parece ridículo ese afán de ocupar los primeros puestos, de darse importancia. Al final hay dos enseñanzas verdaderamente características de Jesús. "El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido" conecta con esa repetida y querida enseñanza de Jesús sobre "los primeros y los últimos". Se evidencia el juicio de Jesús sobre aquellos fariseos que se creían importantes, mejores que otros, y hacían manifestación pública de esa convicción. Y se evidencia también el juicio habitual de Jesús sobre las personas. Primeros y últimos, para nosotros, para la mayoría, se establece según el dinero, la influencia, el poder... Jesús sólo mira al corazón, sabe lo que hay dentro de cada persona y aprecia a cada uno según su apertura al Reino, según su disposición ante Dios. Por eso son últimos muchos de los "importantes". Por eso son primeros muchos de los insignificantes. Pero al final, y con escasa conexión con lo anterior, nos encontramos con un texto característico de Jesús. En él encontramos lo que podríamos llamar la lógica absurda de Jesús. ¿No hay que invitar a cenar a los amigos? ¿No es buena una comida familiar...? Nos encontramos por supuesto ante el género paradójico, tan usado por Jesús. A Jesús le gustan las exageraciones, las paradojas, porque a la gente le gustan también, porque permiten que el mensaje penetre con claridad y agudeza. Hay en los evangelios muchas muestras de este género (el camello y el ojo de la aguja; si tu ojo te escandaliza, arráncatelo, la parábola de los viñadores de la hora undécima, el administrador infiel, la figura del padre del hijo pródigo...). No se trata de tomar al pie de la letra un mandato, sino de dejar claro un mensaje. Y el mensaje es aquí la radicalidad del Reino. Invitar, ser invitado, comer con los amigos... está muy bien, es incluso necesario y bueno: dar de comer al hambriento está en otra dimensión: es aún mucho mejor. R E F L E X I Ó N "Dichoso tú, porque no pueden pagarte" nos asoma al mundo paradójico de las Bienaventuranzas. Llamar "dichosos" a los pobres, a los que sufren... etc., etc., es absurdo. ¿Tenemos que pensar que es bueno estar enfermo, que es bueno no tener para comer...? Evidentemente, no. Pero lo contrario no es, sin más, correcto. Tener dinero, estar sano, etc., etc., puede ser bueno o no serlo. Si conduce al reino, si vale para el reino, es bueno. Si aparta del reino, si impide el reino, es malo. Pero nosotros tendemos a afirmar "dichosos los ricos, dichosos los sanos", sin más, conduzcan al reino o no. Y además, más al fondo, dinero, salud, amigos, influencias, poder etc etc etc, pueden y suele ser las más insidiosas trampas, porque nos llevan a considerar que eso es el reino, el único reino deseable y esperable: salud, dinero, amor, aquí y ahora... haciéndonos además la ilusión de que van a ser para siempre. Así, la expresión "dichosos...” de las bienaventuranzas es la forma paradójica, sorprendente, de hacernos caer en la cuenta de dónde está el verdadero valor de todas las cosas. En el texto de hoy, invitar a los amigos, a los parientes... es un valor. Cenamos juntos para celebrar y confirmar nuestra amistad. Jesús mismo era bien conocido por el valor que daba a sus comidas, porque recibía invitaciones. La eucaristía nació en una cena de despedida con sus íntimos. No, Jesús no está negando el valor de nuestras invitaciones, de nuestras reuniones familiares... Jesús aprovecha la oportunidad de una comida para volver a exponer la radicalidad del reino: todo eso tiene valor si vale para el reino, y sólo entonces. Dar de comer a los que necesitan comer es un valor claro: sin ninguna mezcla de interés, de instalación, de vanidad. Esto nos lleva a planteamientos más generales y profundamente inquietantes en nuestra sociedad occidental. Vivimos en una relativa prosperidad, no carecemos de lo necesario e incluso tenemos mucho más de lo que necesitamos, vestimos bien, tenemos dinero en el banco, estamos sanos, nuestro sistema sanitario previene o cura nuestras enfermedades, tenemos amigos, tenemos trabajo... Y en todas esas cosas encontramos nuestra satisfacción, nuestra paga. "Dichoso tú, porque no pueden pagarte" se aplica muy bien a nuestra situación, en negativo. Jesús mismo lo dijo en otra ocasión: "Ya han recibido su paga" (Mateo 6,5). Todas nuestras actividades, nuestro modo de vivir, nos retribuyen, llevan consigo su satisfacción... y nos quitan el hambre del reino. La salud, el dinero y todo lo demás son medios estupendos para trabajar por el reino; pero se nos convierten en fines, los usamos para disfrutar de ellos, son nuestros ídolos. Entonces se convierten en males. Jesús es radical: si algo te perjudica, arráncatelo. Pero esta radicalidad es lógica... si lo primero es el reino. Una vez más, la imagen del caminante es iluminadora. Cómodas botas de lona o elegantes zapatos de altos tacones, mochila con lo indispensable o kilos y kilos de... una cantimplora con agua o varias botellas de licor... ¿bueno o malo? Según lo que se pretenda: si pretendemos caminar bien y alcanzar nuestra meta, o si renunciamos a caminar, a ir a alguna parte, y pretendemos sin más sentarnos a disfrutar. Interpretando hasta el final la imagen, Jesús entiende que el ser humano es un proyecto: se puede realizar, se puede echar a perder. Esto es tan importante, tan vital, que todo se debe ordenar a ese fin, la realización del proyecto de persona que cada uno somos. Ese fin polariza todas las demás cosas, que se convierten en medios: medios de realización, medios de fracaso. Es la importancia que Jesús da a la realización de cada persona lo que le hace ser tan radical. Nuestra sociedad occidental vive en una ficción del paraíso. Por eso, nuestras peticiones a Dios suelen consistir en que esto dure. "Venga tu reino" es la expresión de la inconformidad, del deseo de una realidad, personal y comunitaria, más satisfactoria. Pero solemos conformarnos con menos. ORACIONES PARA LA EUCARISTÍA Venimos a tu mesa, Padre; y no somos los ricos, los satisfechos, los santos; somos los necesitados, los cansados, los pecadores. Te necesitamos, Padre, gracias porque siempre nos comprendes y nos invitas. En la mesa de su Cena de despedida, el pan y el vino fueron para Jesús imagen viva de su entrega total a ti; que este pan y este nuestro vino nuestros signifiquen ahora nuestro deseo de entregarnos plenamente a tu Reino. Gracias, Padre por la palabra y por el pan; gracias por la eucaristía, que nos alimenta, nos anima, nos da vigor. Gracias, Padre, sobre todo, por Jesús, tu hijo, nuestro Señor. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 27 Aug 2010 03:20 PM PDT ¿PRIVILEGIADOS? SOLO LOS PEQUEÑOS El reino de Dios, esto es, aquel pedazo de humanidad que está organizado de la manera que Dios quiere, es simbolizado en los evangelios mediante la imagen de una fiesta, de un banquete. En ese banquete no hay puestos de privilegio, y si se pone un asiento más alto, ese puesto es siempre para el mas pequeño. LOS PRIMEROS PUESTOS Un día de precepto fue a comer a casa de uno de los jefes fariseos, y ellos lo estaban acechando. Notando que los convidados escogían los prime ros puestos, les propuso estas máximas: -Cuando alguien te convide a una boda, no te sientes en el primer puesto... Para el mundo (= la sociedad humana mal organizada), los hombres no somos iguales, y este hecho debe quedar siempre claro. Por eso, en cualquier reunión de gente impor tante diligentes políticos, artistas famosos, gente de mun do...-, se plantea siempre un problema que en esos círculos se considera muy grave: distribuir los puestos en los que cada cual se debe situar. Cartelitos con los nombres y los títulos -señor, excelencia, eminencia, señoría...-, que es lo que más importa, se colocan en las mesas, en los asientos... para que se mantengan las distintas categorías y las jerarquías sean siempre respetadas. Jesús, convidado a comer en casa de un fariseo, se dio cuenta de que los invitados, según iban llegando, se colocaban en los puertos más importantes. Seguro que, con una falsa sonrisa en los labios, aquellos piadosos fariseos se daban algún que otro codazo para conseguir arrebatarse unos a otros el mejor puesto. Jesús sabe que no se trata de un incidente irrelevante, sino que revela algo más hondo, una cierta manera de entender la vida y las relaciones humanas: el querer darse importancia, el deseo de figurar por encima de los demás, determinaba el comportamiento de aquellas personas y ponía de manifiesto que para ellos la vida era una competición y que, por consi guiente, consideraban a todos los demás como adversarios y competidores. LA HUMILDAD CRISTIANA Para Jesús, la vida del nombre no es una competición, sino una maravillosa aventura, una tarea común: convertir este mundo en un mundo de hermanos. Y ese proyecto resul taba incompatible con la mentalidad que reflejaba el compor tamiento de los invitados a aquel banquete. No se puede tratar a un hermano como competidor; no se puede vivir como hermano de los que consideramos adversarios. Por eso Jesús propone una actitud de verdadera humildad: renunciar al deseo de quedar por encima de todos, dejar de temer que el otro me arrebate ese primer puesto que ya no pretendo y considerar que, en lo que de verdad importa, todos somos iguales y que no hay razón para que nadie busque sobresalir entre los demás. Pero cuidado: la humildad cristiana no consiste en el des precio de nosotros mismos ni en aceptar las injustas humillaciones a que nos intenten someter otros. Humildad no equi vale a sometimiento, de la misma manera que soberbia no equivale a libertad. La humildad cristiana, continuando con la imagen del banquete, quedaría representada en una mesa redonda, en la que no hay, y nadie pretende, lugares de pri vilegio, mesa alrededor de la cual se sientan los hermanos en un plano de igualdad, porque entre ellos no hay privilegios. PERO PRIVILEGIADOS... SI QUE HAY Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que te inviten ellos para corresponder y quedes pagado. Al revés, cuando des un banquete, invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos, y dichoso tú entonces, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos. Bueno, sí que hay privilegiados. Como en todas las buenas familias, también hay privilegiados entre los hijos del Padre del cielo, los pequeños: «los pobres, lisiados, cojos y ciegos». En una familia en la que todos se sienten solidarios, los privilegios se conceden al más pequeño, al más débil, al que no puede valerse por sí mismo. Entre los seguidores de Jesús, el amor se derrama con más generosidad en aquellos que más faltos están de él. Y estos privilegios tienen un objetivo muy concreto: compensar las desigualdades para que sea posible la igualdad. Estos deben ser los privilegios dentro de la comunidad cristiana: los que saben menos, los que tienen menos títulos, los que tienen menos experiencia, y hasta los que andan esca sos de fuerzas para ser fieles a su compromiso. Y a éstos se debe dirigir, de manera privilegiada, la aten ción de la Iglesia: a todos los que este mundo (esta sociedad tan mal organizada) ha dejado «pobres, lisiados, cojos y cie gos. .», marginados, oprimidos, explotados, parados, mendi gos. . Y sin paternalismos. Ofreciéndoles una silla, igual a la de todos, e invitarlos a que se sienten a la mesa con los hermanos. Y así, alcanzar juntos una felicidad que jamás aca bará. Y no olvidemos que «A todo el que se encumbra, lo abajarán, y al que se abaja, lo encumbrarán». Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 27 Aug 2010 03:13 PM PDT “Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú porque no pueden pagarte”. Publicado por Dominicos.org Introducción Nos acercamos al final del período estival y muchos de nosotros nos disponemos a incorporarnos al ritmo habitual de nuestros quehaceres. En estos días, Jesús se nos presenta como maestro de Sabiduría, siguiendo la tradición sapiencial del Antiguo Testamento y llevándola a plenitud en su propia persona. Sus enseñanzas, que en apariencia se presentan como un manual de urbanidad, continúan con el mensaje que escuchamos el domingo pasado: la llegada del Reino y nuestra acogida del mismo. Hoy, el Maestro ilumina el corazón de quienes acogen su palabra en un contexto que se convierte en escenario perfecto para construir una parábola: un banquete. Dos son las ideas en torno a las cuáles gira la Palabra. La primera, la humildad. De ella nos dice el Eclesiástico que es virtud de quienes “alcanzan el favor de Dios”, y Jesús que “todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. La segunda, la caridad. Jesús nos recuerda, una vez más, que no debemos obrar en función del beneficio que ello pueda reportarnos, sino según las necesidades del prójimo. Comentario bíblico La verdadera humildad como generosidad y condescendencia Iª Lectura: Eclesiástico (3,19-21.31.33): La humildad para dejar vivir a los otros I.1. Este último domingo se nos presenta enmarcado en planteamientos muy humanos de la vida; se propone a la comunidad la praxis de la humildad, una de las virtudes que menos estima recibe en este mundo de competencias infernales, de luchas a muerte por los primeros puestos, por las grandes producciones, por los estilos arrogantes de comportamiento. Quien carezca de este estilo, hoy, parece que no tiene futuro. I.2. La primera lectura , del Sirácida, es una colección de dichos y refranes de sabiduría, como casi todo el libro, en que se hace el elogio de la humildad, la reflexión y la limosna. Si tienes conciencia de ser grande, de valer algo, procura manifestarte ante los otros con humildad. Es una virtud ésta, no para aparentar lo que no se es, sino para no apabullar a los otros. IIª Lectura: Hebreos (12,18-19.22-24): II.1. Se prosigue con la alta teología de la carta a los Hebreos sobre la fe. Esta exhortación fervorosa a una comunidad judeo-cristiana que está pasando por un mal momento, por dificultades internas y externas, pone de manifiesto la obra redentora de Cristo, el Sumo Sacerdote, en comparación con la liturgia, ya muerta e irreversible, del antiguo templo de Jerusalén. Ahora la liturgia que se propone es de tipo celeste, vital, existencial. II.2. Se quiere subrayar que la comunidad cristiana, llamada a la santidad, no tiene que tener miedo, porque puede entrar en el misterio de la santidad divina, ya que Jesucristo ha hecho posible que nuestros pecados se borren. No tenemos que tener miedo a la santidad (como les sucedía a Moisés y a los israelitas en el Sinaí frente a la santidad de Yahvé). Ahora con Jesucristo, la santidad de Dios es cercanía, misterio curativo que humaniza la misma religión. Los ángeles, los cielos, la Jerusalén celeste, son los signos para hablar de una experiencia que no debemos perder de vista, una nueva alianza. Evangelio: Lucas (14,1.7-14): La humildad ofrece dignidad a los otros III.1. Nos encontramos con dos parábolas del buen comportamiento en la mesa. El texto de Lucas está bien construido. En la primera Jesús se dirige a los comensales a propósito del puesto que deben ocupar cuando son invitados (vv. 7-11) y en la segunda se dirige a quien invita para que haga una buena elección de los invitados (vv.12-14). Claro, que nada es lógico en estas parábolas, porque sucede que cuando somos invitados nos gustaría ser de los principales; y cuando invitamos nos gustaría hacerlo teniendo en cuenta la importancia de los mismos. No es eso lo que se propone en este conjunto, que toma la “mesa” como símbolo casi religioso. Las famosas “comunidades” fariseas (havurah/havurot, de haver, amigo), tenían cuidado de no invitar a nadie que no cumplieran con normas estrechas de comportamiento, de preceptos, de comidas kosher, etc.. No era admitido cualquiera a estas havurot. Por eso tiene mucho sentido las propuestas “alternativas” de Jesús a los suyos. En la mesa se compartía amistad e ideas, y por eso tenía tanta importancia. III.2. El evangelio, como ya se ha puesto de manifiesto, se nos propone la humildad. ¿Por qué, para ser un buen seguidor de Jesús es necesario ser el último, el servidor de todos? ¿No es una falsedad aparentar lo que no se es? Aquí no cabe otra explicación que el mismo misterio de la condescendencia divina, que siendo poderoso, se ha hecho como uno de nosotros. La parábola de los primeros y los últimos puestos en un banquete le sirve a Jesús para poner de manifiesto la humildad. El marco de esta parábola es la de un sábado en que Jesús es invitado a casa de un fariseo. Los fariseos, sus escribas, no gozan de buen nombre en el evangelio (Lc 20,46-47). ¿No es bueno aspirar a ser el primero, el mejor, el más perfecto? Si lo miramos desde la perspectiva de los deportistas en las Olimpiadas parecería que no es muy acertada la proposición de Jesús, aunque hoy sabemos que solamente gana uno; y muchos deportistas nos dan la lección de que es tan importante participar como ganar. III.3. De alguna forma este ejemplo lo podíamos aplicar a la vida cristiana: todos valen en una comunidad, todos tienen algo positivo, todos tienen algo bueno. No importa ser los primeros si ser el primero nos lleva a ser arrogantes e inmisericordes. Por eso la segunda parábola de la lectura de hoy pide que no invitemos o compartamos nuestra amistad con los que nos van a pagar, sino con aquellos que no pueden responder a nuestra generosidad. Y es que el tema de la humildad, cristianamente hablado, se resuelve en la generosidad. El que es humilde es generoso, misericordioso con los otros. Esa es la razón por la que la humildad cristiana es actitud sabia y principio de amor. Fray Miguel de Burgos Núñez Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura Pautas para la homilía La virtud ética de la humildad. El elogio a la virtud de la humildad es un lugar común en la ética clásica del bien vivir. Según la ética, la felicidad se alcanza a través del ejercicio de la virtud. El hombre virtuoso es un hombre sabio. La sabiduría, por tanto, no consiste en acumular muchos conocimientos, como si fuéramos enciclopedias, sino en saber vivir. Sabio es el que sabe conducir rectamente su vida y, por eso, el que es capaz, no de ganarse la felicidad, sino de acogerla como un don. En nuestros días, la virtud de la humildad a veces se entiende de forma negativa, como si fuera sinónimo de falta de coraje y decisión. Pero, también hoy, la humildad es una virtud muy valorada. Si tuviéramos que buscar un equivalente contemporáneo a los héroes de la época clásica, aquellos que eran tomados como modelos de virtud, probablemente nos fijaríamos en los deportistas. Nos identificamos con sus éxitos y celebramos sus grandes “gestas”. Creemos, además, que el buen deportista debe mostrarse, en el ejercicio de su profesión, como una persona virtuosa. De ellos, como de los héroes de la Antigüedad, esperamos cualidades como la honradez, la entrega, la valentía… y la humildad. Ser humilde es ser consciente de la propia fragilidad: conocer y reconocer las propias limitaciones, sólo así podemos calibrar correctamente el alcance de nuestras posibilidades. Ser humilde es ser agradecido: saber que todo lo que somos y tenemos se lo debemos a los que nos han ayudado a crecer y a madurar en lo personal y en lo profesional, saber que nuestros méritos no son nunca exclusivamente propios. La sabiduría en el AT y el sentido teológico de la ética. La tradición sapiencial del Antiguo Testamento se desarrolla gracias al diálogo que se entabla entre la fe judía y la filosofía griega. Los judíos son conscientes de la riqueza cultural que alberga el pensamiento helenístico y no se cierran a él. Descubren en la filosofía una herramienta que puede ser de gran ayuda para profundizar en su fe. Además, se ven en la necesidad de expresar sus creencias según el nuevo modo de pensar propio de la época para ser entendidos y para poder justificar su opción de vida frente a otras concepciones que se ofertan en las diferentes escuelas filosóficas. El Eclesiástico alaba la virtud de la humildad por las razones que la filosofía ya había puesto de relieve y que hemos comentado: hace al hombre consciente de sus límites y agradecido por los dones recibidos. ¿Dónde está la novedad, entonces? La novedad está en el horizonte en que sitúa ésta y las demás virtudes: el amor y la misericordia de Dios. La felicidad y la plenitud que procura la vida virtuosa no pueden estar sino en Dios. La humildad evita que el hombre se endiose sirviendo de antídoto contra la idolatría. Le ayuda a relativizar sus propias fuerzas abriendo su corazón a la confianza en Dios. Le hace tomar conciencia de que está necesitado de Él. Le permite que un sincero agradecimiento al Creador despierte en su interior. Para engrandecer a Dios, no hay que empequeñecer al hombre; pero el hombre debe ser consciente de su medida porque sólo así podrá abrirse a la Trascendencia. El Eclesiástico, por tanto, nos recuerda que aquello que verdaderamente nos hace más personas, nos acerca a Aquel que da sólido fundamento y sentido a toda propuesta ética. Jesús: maestro de Sabiduría, maestro de Vida. La palabra y la persona de Jesús llevan a plenitud lo revelado en el Antiguo Testamento. Lo vemos también en la enseñanza de carácter sapiencial. El Reino de Dios ha comenzado con Cristo, que ha reconciliado definitivamente a Dios con los hombres, tal y como recuerda San Pablo en la Carta a los Hebreos: Jesús es “el Mediador de la Nueva Alianza”. Pero Dios no construye su reinado al margen de la libertad humana, no nos lo impone. Por eso, aunque el Reino de Dios no puede reducirse a un proyecto ético, conlleva unas orientaciones éticas, ya que no es independiente de lo que el hombre, libremente, escoja hacer con su vida. En el Evangelio de hoy vemos a Jesús dirigiéndose un día de sábado a sus comensales. Jesús aparece como el maestro sabio que enseña en la sinagoga. Los fariseos, en cambio, no tienen interés por aprender, creen saberlo todo. Tan sólo buscan un pretexto para criticarle y desautorizarle. La enseñanza de Jesús nos habla de los humildes en su doble sentido: quienes actúan discretamente y sin vanidad, y quienes son de condición social humilde: los pobres, los lisiados, los cojos y los ciegos. Los banquetes, en la Antigüedad, solían tener dos funciones principales: eran lugares para el debate y la controversia sobre diversos temas de interés, y servían a los anfitriones para demostrar su estatus y para competir en prestigio y reconocimiento social con sus invitados y conciudadanos. Éste último es el motivo por el cual los convidados buscan reclinarse en los sitios más cercanos al anfitrión. Y es lo que Jesús censura. Una vez más, la vara de medir que empleamos los hombres se aleja de lo que verdaderamente es valioso para Dios. Jesús nos recuerda esta advertencia, que permanentemente encontramos en las Escrituras, a través de una sugerente parábola: cuando seamos invitados a un banquete, comportémonos de manera cortés y a la vez astuta, aunque sólo sea por miedo al ridículo. Dejemos que sea nuestro anfitrión quien nos muestre cuál es nuestro sitio, Él lo sabe mejor que nadie… Y es que resulta casi imposible escuchar una parábola referida a un banquete y no pensar inmediatamente en las parábolas del Reino. Aquellas en las que el anfitrión es Dios mismo. Jesús invita a los que le escuchan a seguir su ejemplo, en el que revela cómo es Dios: convida a los marginados y excluidos, siéntate a la mesa con ellos. Convierte el banquete en un signo y anticipo del Reino. Porque sólo la gratuidad, aquello que no busca compensación, nos hacen capaces de acoger el don de la felicidad, que es Dios mismo. D. Ignacio Antón O.P. Fraternidad de Atocha (Madrid) Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 27 Aug 2010 02:45 PM PDT “Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón estará insatisfecho hasta que descanse en ti. Señor, que todo mi corazón se inflame con amor por ti; Haz que nada en mi me pertenezca y que no piense en mi; Que yo arda y sea totalmente consumido en Ti; Que te ame con todo mi ser, como incendiado por ti”. (San Agustín) Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 27 Aug 2010 02:40 PM PDT Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25, 14-30 Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos es como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida, el que había recibido cinco talentos fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos ganó otros dos; pero el que recibió uno solo hizo un pozo y enterró el dinero de su señor. Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presento otros cinco. «Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor; ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor». Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: «Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel; y que respondiste fielmente en lo poco, te encargare de mucho mas: entra a participar del gozo de tu señor». Llegó luego el que había recibido un solo talento. «Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!» Pero el señor le respondió: «Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes». Compartiendo la Palabra Por CELAM - CEBIPAL Al recordar hoy a San Agustín, comencemos nuestra Lectio orando junto con él: “¡Tarde te amé, oh belleza siempre antigua y siempre nueva, tarde te amé! Tú estabas dentro de mí, pero yo estaba fuera, y fuera de mí te buscaba; con mi espíritu deformado, me precipitaba sobre las cosas hermosas que creaste. Estabas conmigo y yo no estaba contigo. Me retenía lejos de Ti aquello que no existiría si no existiera en Ti. Me llamaste, me llamaste y rompiste mi sordera. Brillaste, resplandeciste y disipaste mi ceguera. Exhalaste sobre mí tu perfume y lo aspiré profundamente, y ahora suspiro por Ti. Te saboree, y tengo hambre y sed de Ti. Me tocaste, y ahora deseo ardientemente tu paz”. La liturgia nos invita hoy a leer la parábola de los talentos que nos interroga: ¿Qué has hecho con los talentos que te di? El texto nos da algunas pistas para que podamos responder de manera ponderada y consciente: (1) La parábola nos recuerda que somos “siervos” del Señor. Aunque somos libres nuestra vida depende de él y está en función de él. Estamos vinculados al Señor de muchas formas y nuestras capacidades vienen siempre de él. (2) Cada uno ha recibido un don según su capacidad. No debemos compararnos con los otros, más bien debemos valorar lo que hemos recibido y ser responsables con ello. (3) Nuestra tarea, nuestro ser “siervos”, es dar fruto abundante. El siervo bueno y fiel es el que trabaja por los intereses de su Señor. El siervo malvado e inepto, rechaza el servicio y no actúa según la voluntad de su patrón. (4) Cuando se trabaja en las cosas del Señor, en el propio corazón y hacia fuera en los diversos compromisos con los hermanos, se vive en el gozo del Señor. No olvidemos que Él nos ha llamado para la plena felicidad. (5) El tiempo vale mucho. No podemos desperdiciar nuestra vida, con todos sus dones. El Señor nos pedirá cuenta de todo lo que nos dio. Nuestra tarea es desarrollar nuestras capacidades y todos los talentos que pone en nuestras manos en función del proyecto para el cual fuimos creados. No lo olvidemos. La vida se nos ha dado no como absoluta propiedad, sino como un tesoro que administrar y del que tendremos que dar cuenta al Señor. Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón 1. ¿Soy consciente de los talentos que el Señor ha puesto en mis manos? 2. ¿Qué estoy haciendo para desarrollarlos? 3. ¿Qué he hecho con la Palabra que el Señor me ha regalado durante este mes diariamente? ¿Con que frutos me presento hoy ante el Señor? “Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón estará insatisfecho hasta que descanse en ti. Señor, que todo mi corazón se inflame con amor por ti; Haz que nada en mi me pertenezca y que no piense en mi; Que yo arda y sea totalmente consumido en Ti; Que te ame con todo mi ser, como incendiado por ti”. (San Agustín) Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 27 Aug 2010 02:24 PM PDT SEMANA XXI DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 1, 26-31 Hermanos: Tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados: no hay entre ustedes muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos ni los nobles. Al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes; lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a lo que vale. Así, nadie podrá gloriarse delante de Dios. Por Él, ustedes están unidos a Cristo Jesús, que por disposición de Dios, se convirtió para nosotros en sabiduría y justicia, en santificación y redención, a fin de que, como está escrito: "El que se gloría, que se gloríe en el Señor". Palabra de Dios. SALMO RESPONSORIAL 32, 12-13. 18-21 R. ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia! ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que Él se eligió como herencia! El Señor observa desde el cielo y contempla a todos los hombres. R. Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R. Nuestra alma espera en el Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Nuestro corazón se regocija en Él: nosotros confiamos en su santo Nombre. R. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25, 14-30 Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos es como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida, el que había recibido cinco talentos fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos ganó otros dos; pero el que recibió uno solo hizo un pozo y enterró el dinero de su señor. Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presento otros cinco. «Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor; ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor». Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: «Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel; y que respondiste fielmente en lo poco, te encargare de mucho mas: entra a participar del gozo de tu señor». Llegó luego el que había recibido un solo talento. «Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!» Pero el señor le respondió: «Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes». Palabra del Señor. LITURGIA DE LAS HORAS TIEMPO ORDINARIO SÁBADO DE LA SEMANA XXI De la memoria - Salterio I - I Vísperas del domingo XXII 28 de agosto SAN AGUSTÍN, obispo y doctor de la iglesia. (MEMORIA). Nació en Tagaste (África) el año 354; después de una juventud algo desviada doctrinal y moralmente, se convirtió, estando en Milán, y el año 387 fue bautizado por el obispo Ambrosio. Vuelto a su patria, llevó una vida dedicada al ascetismo, y fue elegido obispo de Hipona. Durante treinta y cuatro años, en que ejerció este ministerio, fue un modelo para su grey, a la que dio una sólida formación por medio de sus sermones y de sus numerosos escritos, con los que contribuyó en gran manera a una mayor profundización de la fe cristiana contra los errores doctrinales de su tiempo. Murió el año 430. LAUDES (Oración de la mañana) INVOCACIÓN INICIAL V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. INVITATORIO Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría. Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Himno: PARA VOSOTROS, EL MISTERIO DEL PADRE. Para vosotros, el misterio del Padre; con vosotros, la luz del Verbo; en vosotros, la llama del Amor que es fuego. ¡Hontanares de Dios!, ¡hombres del Evangelio!, ¡humildes inteligencias luminosas!, ¡grandes hombres de barro tierno! El mundo tiene hambre de infinito y sed de cielo; las criaturas nos atan a lo efímero y nos vamos perdiendo en el tiempo. Para nosotros, el misterio que aprendisteis del Padre; con nosotros, la luz que os dio el Verbo; en nosotros, el Amor ingénito. ¡Hombres de Cristo, maestros de la Iglesia! dadnos una vida y un anhelo, la angustia por la verdad, por el error el miedo. Dadnos una vida de rodillas ante el misterio, una visión de este mundo de muerte y una esperanza de cielo. Padre, te pedimos para la Iglesia la ciencia de estos maestros. Amén. SALMODIA Ant. 1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio. Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN Te invoco de todo corazón; respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes; a ti grito: sálvame, y cumpliré tus decretos; me adelanto a la aurora pidiendo auxilio, esperando tus palabras. Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche, meditando tu promesa; escucha mi voz por tu misericordia, con tus mandamientos dame vida; ya se acercan mis inicuos perseguidores, están lejos de tu voluntad. Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables; hace tiempo comprendí que tus preceptos los fundaste para siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio. Ant. 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Cántico: HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15, 1-4. 8-13. 17-18 Cantaré al Señor, sublime es su victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Él es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. El Señor es un guerrero, su nombre es «Yahvé». Los carros del faraón los lanzó al mar, ahogó en el mar rojo a sus mejores capitanes. Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas, las corrientes se alzaron como un dique, las olas se cuajaron en el mar. Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré, repartiré el botín, se saciará mi codicia, empuñaré la espada, los agarrará mi mano.» Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar, se hundieron como plomo en las aguas formidables. ¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tu, terrible entre los santos, temibles por tus proezas, autor de maravillas? Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra; guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado, los llevaste con tu poder hasta tu santa morada. Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad, lugar del que hiciste tu trono, Señor; santuario, Señor, que fundaron tus manos. El Señor reina por siempre jamás. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Ant. 3. Alabad al Señor, todas las naciones. Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA. Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos: Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Alabad al Señor, todas las naciones. LECTURA BREVE Sb 7, 13-14 Aprendí la sabiduría sin malicia, reparto sin envidia, y no me guardo sus riquezas. Porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se atraen la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda. RESPONSORIO BREVE V. El pueblo cuenta su sabiduría. R. El pueblo cuenta su sabiduría. V. La asamblea pregona su alabanza. R. Cuenta su sabiduría. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. El pueblo cuenta su sabiduría. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. De ti mismo proviene, Señor, la atracción a tu alabanza, porque nos has hecho para ti, y nuestro corazón no halla sosiego hasta que descanse en ti. Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. De ti mismo proviene, Señor, la atracción a tu alabanza, porque nos has hecho para ti, y nuestro corazón no halla sosiego hasta que descanse en ti. PRECES Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle diciendo: Apacienta a tu pueblo, Señor. Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor, haz que por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa. Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu pueblo, no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos. Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas, haz que nunca falten a tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa. Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos, haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó: Padre nuestro... ORACIÓN Renueva, Señor, en tu Iglesia aquel espíritu que, con tanta abundancia, otorgaste al obispo san Agustín, para que también nosotros tengamos sed de ti, única fuente de la verdadera sabiduría, y en ti, único manantial del verdadero amor, encuentre descanso nuestro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. ------------------------------ I VÍSPERAS Oración de la tarde V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: QUIÉN ES ESTE QUE VIENE ¿Quién es este que viene, recién atardecido, cubierto por su sangre como varón que pisa los racimos? Éste es Cristo, el Señor, que venció nuestra muerte con su resurrección. ¿Quién es este que vuelve, glorioso y malherido, y, a precio de su muerte, compra la paz y libra a los cautivos? Éste es Cristo, el Señor, que venció nuestra muerte con su resurrección. Se durmió con los muertos, y reina entre los vivos; no le venció la fosa, porque el Señor sostuvo a su elegido. Este es Cristo, el Señor, que venció nuestra muerte con su resurrección. Anunciad a los pueblos qué habéis visto y oído; aclamad al que viene como la paz, bajo un clamor de olivos. Este es Cristo, el Señor, que venció nuestra muerte con su resurrección. Amén. SALMODIA Ant. 1. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya. Salmo 118, 105-112 - HIMNO A LA LEY DIVINA Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero; lo juro y lo cumpliré: guardaré tus justos mandamientos; ¡estoy tan afligido! Señor, dame vida según tu promesa. Acepta, Señor, los votos que pronuncio, enséñame tus mandatos; mi vida está siempre en peligro, pero no olvido tu voluntad; los malvados me tendieron un lazo, pero no me desvié de tus decretos. Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón; inclino mi corazón a cumplir tus leyes, siempre y cabalmente. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya. Ant. 2. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya. Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen. Multiplican las estatuas de dioses extraños; no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios. El Señor es mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya. Ant. 3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya. Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11 Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se anonadó a sí mismo, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya. LECTURA BREVE Col 1, 3-6a Damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en todo momento, rezando por vosotros, al oír hablar de vuestra fe en Jesucristo y del amor que tenéis a todos los santos, por la esperanza que os está reservada en los cielos, sobre la cual oísteis hablar por la palabra verdadera de la Buena Noticia, que se os hizo presente, y está dando fruto y prosperando en todo el mundo igual que entre vosotros. RESPONSORIO BREVE V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. V. Su gloria se eleva sobre los cielos. R. Alabado sea el nombre del Señor. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque él revela sus secretos a los humildes. Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque él revela sus secretos a los humildes. PRECES Demos gracias al Señor que ayuda y protege al pueblo que se ha escogido como heredad, y recordando su amor para con nosotros supliquémosle diciendo: Escúchanos, Señor, que confiamos en ti. Padre lleno de amor, te pedimos por el papa Benedicto XVI y por nuestro obispo N.; protégelos con tu fuerza y santifícalos con tu gracia. Que los enfermos vean en sus dolores una participación de la pasión de tu Hijo, para que así tengan también parte en su consuelo. Mira con piedad a los que no tienen techo donde cobijarse y haz que encuentren pronto el hogar que desean. Dígnate dar y conservar los frutos de la tierra para que a nadie falte el pan de cada día. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Señor, ten piedad de los difuntos y ábreles la puerta de tu mansión eterna. Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro... ORACIÓN Oh Dios todopoderoso, de quien procede todo don perfecto, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, aumentes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. ------------------------------ COMPLETAS (Oración antes del descanso nocturno) INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE Cristo, Señor de la noche, que disipas las tinieblas: mientras los cuerpos reposan, se tú nuestro centinela. Después de tanta fatiga, después de tanta dureza, acógenos en tus brazos y danos noche serena. Si nuestros ojos se duermen, que el alma esté siempre en vela; en paz cierra nuestros párpados para que cesen las penas. Y que al despuntar el alba, otra vez con fuerzas nuevas, te demos gracias, oh Cristo, por la vida que comienza. Amén. SALMODIA Ant. 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración. Salmo 4 - ACCIÓN DE GRACIAS. Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración. Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor, amaréis la falsedad y buscaréis el engaño? Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque. Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho; ofreced sacrificios legítimos y confiad en el Señor. Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?» Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino. En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración. Ant. 2. Durante la noche, bendecid al Señor. Salmo 133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO Y ahora bendecid al Señor, los siervos del Señor, los que pasáis la noche en la casa del Señor: Levantad las manos hacia el santuario, y bendecid al Señor. El Señor te bendiga desde Sión: el que hizo cielo y tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Durante la noche, bendecid al Señor. LECTURA BREVE Dt 6,4-7 Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN OREMOS, Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén BENDICIÓN V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R. Amén. ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
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