- La Sombra Siniestra del Suicidio se Cierne sobre los Amigos y la Familia
- ¿Tuvo Jesús discípulas mujeres?
- Recuperación 7. Un camino de voluntarios (con ocasión del Año Sacerdotal)
- Rebrotes de anticlericalismo
- Apóstatas o inconscientes
- Lo que dura para siempre
- Ataque a Ratzinger
- SEXO, MATRIMONIO Y CURAS
- Evangelio Misionero del Dia: 31 de Agosto de 2010 - SEMANA XXII DURANTE EL AÑO
- Lecturas y Liturgia de las Horas: 31 de Agosto de 2010
- TU MANO APRETADA
Posted: 30 Aug 2010 07:22 PM PDT Por Ron Rolheiser (Traduccuón Carmelo Astiz, cmf)) Publicado por Ciudad Redonda Cada año escribo una columna sobre el suicidio. No es que sea mi tema favorito, pero lo hago porque en el foro público hay una producción demasiado escasa que trate este tema doloroso. El suicidio permanece como uno de los grandes temas que no deben mencionarse; y la gente que pierde a seres queridos a causa del suicidio busca, generalmente en vano, cualquier cosa que pueda proporcionarle comprensión y consuelo. Este año, más que en años anteriores, estoy lidiando conmigo mismo para escribir esta columna, porque últimamente unos cuantos lectores me han escrito aconsejándome que mis escritos proyecten luz sobre el tema, ya que estoy ofreciendo un consuelo falso y peligroso y, peor todavía, que mis escritos (al suavizar el tabú que ve el suicidio como una desesperación final) contribuyen a aumentar el número de suicidios. Al suavizar este tabú -me sugieren-, usted da permiso a la gente para eliminar su vida. Dios perdona, ¿entonces, por qué no? También, los católicos romanos citan con frecuencia el Catecismo de la Iglesia Católica para defender su crítica. A pesar de todo esto, es necesario todavía tratar la cuestión: El hecho terriblemente cruel es que, sólo en los Estados Unidos, se dan tres o cuatro suicidios por hora, más de noventa al día, sobrepasan los 33,000 al año; y cada una de esas muertes afecta profundamente a mucha gente. En el fondo, todo el mundo queda afectado. Nadie va por la vida sin sentirse tocado, asustado e irrevocablemente transformado por el suicidio de otro ser humano. En medio de todo esto, se da generalmente un tranquilo estoicismo. ¡Silencio, no hablemos de eso! Pero, oculta bajo el estoicismo, se asienta una amarga ambivalencia: se descuelgan fotografías, se borran memorias, y nosotros lidiamos con una culpabilidad no resuelta, luchamos con la vergüenza, con el miedo por la salvación del suicida y, en gran parte, con un cierto mal-estar sobre la vida misma. Si puede pasar esto, ¿de qué nos podemos fiar? ¿Qué hay que decir sobre el suicidio, aparte de lo que intenté decir en mis escritos anteriores? En primer lugar, que el miedo que expresan mis críticos tiene que tomarse en serio: El suicidio es algo realmente terrible. El tabú radical con que la sociedad y las iglesias han rodeado al suicidio -lo mismo que el tabú que rodea al incesto- alguna justa razón tendrá para estar ahí… El suicidio es un acto terrible del que no hay retorno. Destruye, y de modo permanente, mucho más que la vida sola de quien comete ese acto. Quizás nunca podamos arrojar luz suficiente sobre el suicidio. Por eso se ha atrincherado en este terrible tabú. Pero este tabú se toma como un aviso antes del hecho del mismo suicidio. Hay que decir algo también sobre qué ocurre después del hecho. Cuando uno toma su propia vida por su mano, los que quedan en este mundo se esfuerzan, hasta literalmente, por respirar oxígeno humano y teológico. Es necesario decir algo a “los-que-quedan” en este mundo. Con mis escritos sobre el suicidio intento dirigirme a “los-que-quedan-aquí”, y no para que mis páginas sirvan como un instrumento de orientación para alguien clínicamente deprimido. Además, creo que nada de lo que hasta ahora he dicho sobre el suicidio vaya contra la enseñanza contenida en el Catecismo de la Iglesia Católica. Lo que enseña irradia de hecho profunda compasión y comprensión: El Catecismo destaca la gravedad del asunto, afirma claramente que el suicidio es un acto que va contra todo lo que Dios designó para la vida humana; sigue afirmando que la responsabilidad del acto puede quedar radicalmente reducida por el estado sicológico del suicida; y entonces nos invita a confiar en la comprensión y compasión de Dios. Por otra parte, la Iglesia en su práctica pastoral, prácticamente sin excepciones, refleja lo que yo he escrito. COMPASIÓN DE UN SACERDOTE, el P. Miguel Schatz Recuerdo siempre aquel tiempo en que la práctica de la Iglesia no era así. Cuando yo era adolescente, uno de nuestros vecinos se suicidó. En aquel tiempo todavía formulábamos una pregunta penosa en torno al suicidio: ¿Habríamos de ofrecer a ese hombre los ritos y oraciones finales de la Iglesia, y permitir que se le enterrara en cementerio eclesiástico? Nuestro párroco, el P. Miguel Schatz, un hombre tranquilo, modesto, amable, sin pretensiones, religioso Oblato de María Inmaculada, rápidamente eliminó toda duda e hizo lo que hubiera hecho Jesús: Mostró a aquel hombre herido y a su afligida familia la plena compasión de Dios, de la Iglesia y de la comunidad. Si yo soy ahora sacerdote, lo debo mucho más a esta experiencia que a cualquier otra razón. La respuesta del P. Miguel me ayudó a entender el corazón de Dios y lo que debería ser la compasión humana y eclesial. Al fin, todo se reduce a la cuestión de Dios: Dios es perfecto amor, compasión y comprensión. Si Dios es infinita misericordia y puede, como nos enseña nuestra fe cristiana, descender al mismo infierno, entonces es una afrenta a la naturaleza de Dios y una afrenta a nuestra propia fe creer que tal Dios hubiera de aislar de la vida a alguien, durante toda la eternidad, porque esa persona era frágil, estaba tan herida, tan magullada, era tan hipersensible o quizás simplemente tan desequilibrada bioquímicamente, que, en un momento de depresión o de pánico, decidió acabar con su vida. En el hondón de nuestro corazón, todos aceptamos eso. Necesitamos, pues, proclamarlo bien alto. Estamos en manos seguras -en las de Dios-, manos mucho más amables que las propias nuestras. Podemos fiarnos de Dios, y en ningún otro lugar o en ningún otro momento es esto más conmovedor que en el hecho del suicidio. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 30 Aug 2010 07:12 PM PDT Alejadas de los problemas sociales, excluidas de la vida pública, las mujeres eran grandes perdedoras en la sociedad judía de los tiempos de Jesús. Por eso no deja de sorprender la osadía del Maestro, que contaba con algunas en el grupo itinerante de sus discípulos. Que Jesús tuvo discípulos varones es algo que ningún estudioso ha negado nunca. Sabemos que durante su vida pública se rodeó de un grupo de hombres que lo seguían a todas partes. Pero ¿tuvo también discípulas mujeres? De ser así, habría constituido un fenómeno sorprendente y escandaloso, ya que entre los judíos del siglo I estaba mal visto que un maestro enseñara la Biblia a mujeres y que, además, se dejara acompañar por ellas. Si leemos el primer evangelio que se escribió, el de san Marcos, veremos que Jesús sólo aparece rodeado de varones, nunca de mujeres. Pero el final del evangelio nos depara una sorpresa. Cuando Jesús se halla clavado en la cruz, después de morir, Marcos dice que “había allí unas mujeres, mirando desde lejos: María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé. Ellas seguían a Jesús y lo servían cuando estaba en Galilea. Y había también muchas otras, que habían subido con él a Jerusalén” (Mc 15, 40-41). ¿Quiénes son estas mujeres? Marcos da el nombre de algunas de ellas, las más conocidas en su ambiente, y nos señala tres características. La primera es que “seguían” a Jesús. El verbo “seguir” es un verbo especial, que los evangelios suelen reservar para los discípulos de Jesús. Por ejemplo, cuando Jesús llamó a Pedro y Andrés, que estaban pescando, ellos dejaron las redes y “lo siguieron” (Mc 1, 18). Cuando llamó a Santiago y a Juan, también dejaron a su padre y “lo siguieron” (Mt 4, 22). Cuando invitó a Leví, sólo le dijo “sígueme” y él “lo siguió” (Mc 2, 14). Y al hombre rico lo llamó, diciendo: “Sígueme” (Mc 10, 21). Es que, según Marcos, una de las condiciones que Jesús había puesto a sus discípulos era que “lo siguieran” (Mc 8, 34). Se trataba de algo tan fundamental y la idea estaba tan arraigada en los Doce, que una vez se cuenta que el apóstol Juan encontró por el camino a un hombre muy bueno, creyente, que hasta realizaba milagros, pero no fue considerado discípulo porque “no seguía” a Jesús (Mc 9, 38). Y cuando aquellos Doce quisieron recordarle a Jesús que eran verdaderos discípulos, le dijeron: “Nosotros te hemos seguido” (Mc 10, 28). CON LA ESCUELA A CUESTAS Pero no era un seguimiento simbólico, como cuando decimos “yo sigo a tal autor” para decir simplemente que somos adeptos a sus ideas. No. Jesús pedía el seguimiento físico, literal, por los lugares y pueblos que él recorría predicando y curando enfermos. Esa era la principal diferencia con los demás maestros y rabinos de su época. Éstos reunían a sus discípulos en un edificio o centro de estudio, donde les enseñaban la Ley, y después los mandaban de vuelta a sus casas. Además, el plan de estudios que les ofrecían duraba una cantidad fija de años. En cambio, Jesús había inventado algo novedoso. No los convocaba a ninguna escuela ni les ofrecía un curso fijo: los invitaba a experimentar en su propia vida la Buena Noticia que él predicaba. Y para eso los llevaba a todas partes para que vieran cómo aparecía el Reino de Dios entre la gente. Ahora bien, si Marcos nos dice que aquellas mujeres que estaban al pie de la cruz “seguían a Jesús”, es porque formaban parte del grupo itinerante de sus discípulos. NO SÓLO LAVAR LOS PLATOS Lo segundo que el evangelista dice de ellas es que “servían” a Jesús cuando estaba en Galilea. Pero ¿qué clase de servicio prestaban en el grupo? Normalmente, se piensa que hacían trabajos “de mujeres”, es decir, cocinar, servir la mesa, lavar los platos, coser la ropa. Un grupo itinerante, como el de Jesús, necesitaría de alguien que se ocupara de estos menesteres. Y bien podían haber sido ésas la tarea de ellas. Pero vemos que muchas de estas funciones las cumplían los varones. Así, los discípulos aparecen sirviendo la comida (Mc 6, 41), recogiendo las sobras (Jn 6, 12), comprando alimentos (Jn 4, 8). En el evangelio de Marcos, la palabra “servir” no significa hacer tareas domésticas, sino anunciar el Evangelio. Al hablar de su misión en este mundo, Jesús dijo que no vino “a ser servido, sino a servir y a dar su vida” (Mc 10, 48). O sea, servir, en lenguaje evangélico, significa dar la vida por los hermanos, pero cumpliendo una misión evangelizadora. Ésa, dice Jesús, es la misión de todo discípulo (Lc 12, 35-48; 17, 7-10). Incluso la perfección cristiana se obtiene con el servicio (Mt 25, 44). En otras palabras, si estas mujeres “servían” a Jesús es porque de alguna manera predicaban el Evangelio, sanaban enfermos, expulsaban demonios y realizaban las mismas funciones de los demás discípulos, no porque cumplían tareas de cocina y limpieza. Por último, Marcos dice que ellas “habían subido con Jesús a Jerusalén”. Es decir, no eran mujeres locales que al enterarse de su muerte se habían reunido espontáneamente a contemplar el macabro espectáculo, sino mujeres de Galilea que habían viajado con Jesús y sus discípulos a Jerusalén para celebrar la fiesta de Pascua. Habían hecho, pues, el largo viaje relatado en Mc 10, 1 - 11, 11. OTROS NOMBRES PERO LA MISMA FUNCIÓN Si Jesús tuvo durante su vida pública, además de los Doce, un grupo de mujeres que lo acompañaban en sus viajes y en su misión, ¿por qué Marcos guardó silencio sobre ellas durante todo su evangelio y sólo al final las menciona? Posiblemente, porque su presencia en el grupo de Jesús era un dato escandaloso para los lectores. Por eso prefirió no nombrarlas. Pero el hecho de que ellas hubieran estado presentes durante su muerte, e incluso durante su resurrección, era tan conocido que Marcos ya no pudo callarlo. Pero Marcos no es el único evangelista que las menciona. También Mateo, al relatar la muerte de Jesús, agrega: “Había allí muchas mujeres mirando desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo” (Mt 27, 55-56). Mateo, al igual que Marcos, da el nombre de tres de ellas. Sólo cambia el de la tercera mujer. Mientras Marcos cita a Salomé, Mateo habla de la madre de los hijos de Zebedeo (es decir, la madre de Santiago y Juan). Posiblemente, Mateo lo hace porque no sabía quién era Salomé. En cambio, sabía que la madre de los Zebedeo estuvo siguiendo a Jesús durante su vida; de hecho, la menciona en una escena (Mt 20, 20). De todos modos, lo que nos dice de ellas es lo mismo que Marcos: que seguían al Señor, y que le servían. AUNQUE PERJUDICABA A SU MARIDO También Lucas menciona a las mujeres discípulas al final de la vida de Jesús (Lc 23, 49; 23, 55). Pero este autor nos depara una sorpresa, pues hizo algo que ningún otro evangelista se animó a hacer: las menciona como acompañantes de Jesús “durante” su vida pública. En efecto, en cierta ocasión en que Jesús iba de viaje por Galilea, dice Lucas: “Recorría las ciudades y pueblos, proclamando y anunciando el Reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana, y muchas otras que lo servían con sus bienes” (Lc 8, 1-3). Notemos cómo el evangelista coloca tanto a los Doce como a las mujeres en un mismo nivel, puesto que une a los dos grupos con la conjunción “y”, que sirve para igualarlos. Nos dice además que eran mujeres de buena posición económica, puesto que ayudaban material y económicamente el movimiento de Jesús con su propio dinero. Pero sobre todo resulta interesante ver los nombres que aparecen en la lista, especialmente el de una tal Juana. De ella se nos explica que estaba casada con Cusa. Ahora bien, éste era nada menos que el administrador de Herodes Antipas, gobernador de Galilea, con quien Jesús se llevaba tan mal. La tensión entre ambos se debía a que Antipas había hecho degollar a Juan el Bautista, por considerarlo su enemigo. ¿Qué habrá dicho ahora Antipas al enterarse de que la esposa de su gerente general andaba deambulando atrás de Jesús, un Maestro revolucionario radical y, para colmo, ex discípulo de Juan el Bautista? Para empeorar las cosas, en cierta ocasión Jesús mismo criticó públicamente a Antipas, llamándolo “zorro”, por su temperamento pérfido y codicioso (Lc 13, 31-32). Todo esto, ¿habrá hecho peligrar la situación laboral de Cusa? ¿Se habrá enojado el gobernador con él y lo habrá expulsado de su trabajo? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que Juana, a pesar de que su seguimiento a Jesús ponía en riesgo la carrera de su marido, nunca abandonó al Maestro y lo siguió hasta el final (Lc 24, 10). LAS LECCIONES FEMENINAS El hecho de que los evangelios mencionen nada menos que en cinco oportunidades a un grupo de mujeres que seguían a Jesús es, sin duda, un indicio de que estamos ante un valioso testimonio histórico. Pero falta responder a unas preguntas: ¿estas mujeres escuchaban también las enseñanzas privadas de Jesús, o no? ¿Estaban, también en ese sentido, al mismo nivel que los discípulos varones? La cuestión es importante porque en tiempos de Jesús los judíos no permitían que las mujeres estudiaran la Palabra de Dios. Se pensaba que ellas estaban en condiciones intelectuales inferiores y que era peligroso enseñarles algo tan sagrado por los errores que podían sacar de las Escrituras. Sabemos, por ejemplo, que los rabinos decían: “Es preferible quemar el Libro de la Ley, antes que enseñarle a una mujer”. Otro maestro judío, Rabí Eliezer, en el siglo I d.C. comentaba: “Quien le enseña a su hija la Ley, le enseña obscenidades”. También decían los rabinos: “Todos los males que existen en el mundo entran por el tiempo que los hombres pierden hablando con las mujeres”. Frente a este clima adverso hacia la enseñanza de las mujeres, ¿cómo actuó Jesús? Los evangelios no nos dicen nada. Sin embargo, cuando ellas van a su tumba la mañana de Pascua y la encuentran vacía, cuenta san Lucas que se les aparecen dos ángeles y les dicen: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden cómo les habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo: ‘Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite’”. Y Lucas continúa: “Ellas entonces recordaron sus palabras” (Lc 24, 5-8). En este pasaje se repite dos veces la palabra “recordar”. O sea que, según Lucas, las mujeres habían escuchado las enseñanzas privadas que Jesús impartió en Galilea sobre los últimos acontecimientos de su vida y que en los evangelios aparecen como transmitidas sólo a los varones (Lc 9, 18-27). Igualmente Marcos (16, 6-7) da a entender que ellas participaron de esas enseñanzas. UNA OSADÍA ESCANDALOSA Durante su vida, Jesús conformó un nuevo tipo de discipulado itinerante. Pero su actitud más innovadora y audaz fue la de haber admitido en ese grupo a mujeres que viajaban con él, compartiendo esas instrucciones. En su época, a las mujeres no se les permitían semejantes libertades. No era bien visto que tuvieran trato directo con hombres que no fueran sus propios familiares (Jn 4, 27). Y, cuando asistían al templo con motivo de una fiesta religiosa, no podían ingresar en el patio donde estaban los hombres, debiendo permanecer en un claustro exclusivo. Asimismo, cuando iban a rezar a las sinagogas, permanecían separadas de los varones. Alejadas de los problemas sociales, excluidas de la vida pública, apartadas de los debates religiosos, sin competencia en cuestiones políticas, eran las grandes perdedoras en la sociedad judía de los tiempos de Jesús. Su función se reducía al cuidado de la casa y de los hijos. Por eso no deja de sorprender la osadía del Maestro de Nazaret. LA APTITUD DEL CORAZÓN Ya de por sí la gente criticaba a Jesús diciendo que era un comilón y un borracho, amigo de pecadores (Mt 11, 19) y de prostitutas (Lc 7, 39); lo tildaba de loco (Mc 3, 20-21) y endemoniado (Jn 8, 48). Pero verlo además acompañado de un séquito de mujeres sin maridos, algunas de las cuales eran antiguas endemoniadas, que lo sostenían económicamente y que viajaban con él por las zonas rurales de Galilea, escuchando y aprendiendo sus enseñanzas, debió ser algo escandaloso y, sin duda, debió de haber aumentado la desconfianza hacia su persona. La gente seguramente se preguntaría cómo era posible que un maestro afamado como él admitiera a personas que la tradición judía consideraba no capacitadas para el estudio y el servicio religioso. Pero la respuesta de Jesús, al aceptarlas en su grupo, fue que toda persona es apta para el servicio de Dios. En las manos de Jesús, en el grupo de Jesús, en la escuela de Jesús, todos somos valiosos e importantes. Más aún, todos somos necesarios. De aquellas mujeres, a quienes la sociedad de su época no consideraba, Jesús supo sacar enormes riquezas y descubrir un potencial impresionante. Porque nuestro valor como personas no depende de la aceptación de los demás, ni de que los otros nos reconozcan o aprueben. Depende del llamado de Jesús a cada uno. Eso es lo que vuelve a alguien extraordinariamente importante. Y él sigue hoy llamándonos a hacer cosas grandiosas. A todos. Basta con escucharlo y preguntarle: ¿a dónde nos quieres llevar? _____________ Ariel Álvarez Valdés. Doctor en Teología Bíblica, Santiago del Estero, Argentina. Artículo publicado en revista Mensaje, www.mensaje.cl Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 30 Aug 2010 07:06 PM PDT Publicado por El Blog de X. Pikaza Debemos pasar con toda urgencia del ministerio-honor, entendido en clave ontológica, sacral y jerárquica (como valioso en sí, con independencia de la comunidad), al ministerio-servicio, que sólo se muestra cristiano al hallarse integrado en una comunidad, de la que depende y a la que sirve, en gesto de animación (ministros que surgen de la comunidad) o creación (ministros-misioneros que crean comunidades nuevas). A partir de una visión más pagana (platónica) que cristiana, cierta iglesia ha desarrollado una visión ontológica y jerárquica del ministerio-honor (válido en sí mismo, independiente de la comunidad) y lo ha vinculado a la primera burocracia de occidente, creando así uno de los mejores sistemas de organización sacral del mundo (con mística de fondo cristiana y orden social romano). Pero el tiempo de esa burocracia y ese orden ha pasado, no sólo por razón externa (ha triunfado y se ha impuesto el sistema, con su burocracia total), sino también y sobre todo por una causa interna: la visión ontológica de los ministerios (como algo absoluto, vinculado a la persona en sí) ha pasado, de manera que los cristianos deben llamar y nombras a su ministros desde el don de Dios, para servicio comunitario como he venido indicando en los posts anteriores. En esta línea propongo unas reflexiones para este “año sacerdotal”, muy necesitado de aliento. No se trata de recrear sin más el tipo de sacerdotes actuales (sin duda, beneméritos), sino de crear nuevos tipos de ministerios al servicio del evangelio. Presento estas reflexiones siguiendo un libro mío que no cito (no quiero aquí propaganda), pero respondiendo a las preguntas básicas que me han venido planteando los comentaristas del blog. Gracias a todos los que tienen nombre y apellido. A los puros entes virtuales, que no dicen qué son, ni dan nombre, no puedo responderles. No sé si existen. Buen domingo. 1. Lo primero es Crear comunidad: amor mutuo. El ministro cristiano está al servicio del amor comunitario. No tiene finalidad administrativa ni poder social. No vale por sí mismo, como si tuviera un poder u honor distinto al de otros fieles, sino en cuanto se vuelve signo de trasparencia comunitaria y promueve (suscita, celebra) el amor en la iglesia. Tan pronto como se eleva y destaca a sí mismo, como persona valiosa y no aparece como signo de envío y amor comunitario pierde sentido cristiano. Este es su grandeza: un ministro eclesial sólo tiene autoridad en la medida en que su autoridad individual desaparece, apareciendo como mediador del "nosotros" de la comunidad, es decir, el amor mutuo de todos los creyentes, en Cristo. Por eso es normal que pertenezca a la comunidad, siendo elegido por ella, por un tiempo o para siempre. Es secundario que sea mujer o varón, soltero o casado: lo que importa es que sea persona de transparencia eclesial. Quizá no es bueno que sepa hacer todo, pues podría impedir el despliegue de aquellos carismas eclesiales, de que hablaba 1Cor 12-14; pero debe ser persona de amor y concordia. Dentro de nuestra tradición es normal que el ministro más significativo de la comunidad sea presbítero u obispo, pero sin que asuma demasiadas funciones, pues la misma iglesia es la que debe recorrer su camino de amor comunitario. 2. Lo segundo es animar la oración: signo contemplativo. El ministro (mujer o varón) ha de ser al mismo tiempo un animador de fe y experiencia contemplativa. El hecho de que sea varón o mujer, célibe o casado, temporal o para siempre resulta secundario: lo que importa es que sea referencia orante. La situación actual en que un obispo o presbítero sigue siéndole por siempre, pase lo que pase (como un conde o marqués), de manera que los fieles de la comunidad han de "soportarle" me parece no sólo contrario al evangelio, sino a la racionalidad normal. Puede llegar un caso en que no sea el ministros para la comunidad, sino la comunidad para el ministro. Algunos tienen la impresión de que la iglesia la forman una serie de jerarcas (obispos, presbíteros) a los que se debe "colocar" (encontrar un lugar donde ejerzan), pues no se les puede "quitar" su ministerio. En contra de eso, quiero insistir en lo ya dicho: el ministro cristiano ha de ser un hombre de fe y experiencia de evangelio; pero, al mismo tiempo, siendo elegido por la comunidad y hablando desde su propia experiencia creyente, ha de presentarse como portavoz de una llamada y una gracia que le desborda, tanto a él como al conjunto de la comunidad. Ha de ser hombre o mujer de oración, alguien que ofrece su ejemplo de oración, acompañando a los demás en la plegaria. Debe estar al servicio de la comunidad, pero sin imponerse sobre ella, sin tener su ministerio como un "orden" valioso en sí mismo, sino como un servicio que se emplea mientras sea necesario o conveniente, y que luego cesa. Estos dos rasgos (amor mutuo y oración) resultan inseparables y no se aprenden o adquieren con estudio en los actuales seminarios, sino en la escuela de Jesús y en la vida concreta de las comunidades cristianas, en contacto con los excluidos del sistema. Hasta ahora, el ministerio ha parecido una carrera y profesión, un modo de vida, lleno de honor, vinculado a un reconocimiento social externo (de carácter sacral más que evangélico) y a una estabilidad económica. Pues bien, ha llegado el momento de abandonar esa visión del ministerio como carrera y su vinculación con una forma de estabilidad económica... (conseguida con otros trabajos o funciones), para que el ministerio cristiano en cuanto tal pueda ser gratuito.. 3. No hay carrera eclesiástica. El modelo de honores y ascensos religiosos pertenece al sistema sacral, va contra el evangelio. Todo intento de presentar los "órdenes" eclesiásticos (desde diácono y presbítero al obispo o papa) como grados de un orden ascendente es anticristiano, como las partes anteriores de este libro han indicado. Todo los signos de distinción y jerarquía cristiana (por colores y vestidos, nombramientos y retribuciones, dignidades y cargos, con o sin separación de mujeres o varones) es sencillamente equivocado. Sin duda, se puede justificar con razones ontológicas pertinentes, en la línea del mejor platonismo o de la tradición sacral del judaísmo de la comunidad del templo. Pero cuanto más y mejor se justifique más anticristiano resulta el argumento. El evangelio no es una buena filosofía, ni un orden sacral, en línea de sistema religioso, sino revelación de la gracia de Dios, que libera al ser humano de las leyes y honores del mundo, para conducirle al espacio de la plena libertad y el amor mutuo, abierto a los excluidos del sistema. 4. Autonomía económica de los ministros. La distinción de sistema y libertad cristiana nos permite trazar unas consecuencias fundamentales en el campo de los ministerios. Conforme a la visión de Pastorales, los servidores de la iglesia han de tener en principio autonomía económica, en plano de sistema: casa (espacio familiar), independencia. No van a buscar a la iglesia un trabajo, ni dependen económicamente de ella (aunque después ella les puede ofrecer una retribución). Solo así pueden "dejarlo todo", poniéndose al servicio del evangelio, para acoger a los que nada tienen, a los excluidos del sistema. La iglesia en cuanto tal debe regalar sus posesiones a los pobres (cf. Mc 10, 21), como institución sin métodos ni fines económicos, a nivel de gratuidad. Los bienes pertenecen al sistema (al César) y a ese plano se mantienen. La iglesia en cuanto tal no puede poseerlos (en ella todo es común), pero pueden poseerlos las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), vinculadas a ella, como vimos ya en la primera parte de este libro. En esa misma línea, hablábamos de OE, organización eclesiales que no son iglesia en sí, pero derivan de ella y se insertan en el mundo del mercado y leyes de este mundo. En ese aspecto quiero destacar que, en cuanto tal, el ministro de la iglesia no debe actuar como dueño de unos bienes. Es claro que puede recibir gratuitamente ayuda, si gratuitamente ofrece su palabra y evangelio; pero esa situación no se puede legalizar, ni el ministro puede "exigir", ni la iglesia "está obligada" a dar, porque es relación de estricta gratuidad. Por eso, es normal que el ministro posea autonomía en línea de sistema: tenga su trabajo (con independencia económica y afectiva), de manera que "sirva" a la iglesia libremente, sin buscar ganancia ni temer pérdida alguna (no mantiene el servicio eclesial por causa de dinero). Resulta anti-evangélico (aunque humanamente comprensible) el caso de aquellos "eclesiásticos" que mantienen su función y ministerio por economía, porque la parroquia o diócesis les paga y no sabrían que hacer si lo dejaran. Es también anti-evangélico (y cristianamente incomprensible) el caso de aquellos que mantienen su función por honor, por el prestigio social que les ofrece el "sacerdocio". 5. Gratuidad evangélica. La nueva situación del sistema, que puede ofrecer autonomía económica a gran parte de la población, me parece muy positiva para la iglesia, pues permite separar el ministerio cristiano de toda carrera de honores y ventajas económicas. La vieja situación en que los cardenales eran príncipes de la iglesia, los nuncios embajadores, los obispos señores de su territorio y los párrocos autoridad del pueblo ha pasado ya o debe pasar. Los ministros de la iglesia han de ser lo que siempre debían haber sido: simple creyentes. Normalmente, deben resolver su situación laboral en el sistema, como los demás ciudadanos, sin ventaja alguna, pero en un segundo momento se pueden "liberar" para el evangelio, si escuchan la voz de Jesús (como apóstoles) o reciben la llamada de la comunidad (ministros). Han de hacerlo libremente, en gratuidad, al servicio del amor comunitario, sin buscar ni recibir por ello honores ni salarios especiales. El amor no se paga, el servicio de iglesia no se vende. Voluntarios del amor han de ser los ministros eclesiales en una sociedad (sistema) que tiende a organizarlo todo en perspectiva económica. En ese contexto hemos dicho que los ministros de la iglesia son señal contemplativa: expresión de la gracia original del Cristo. No sirven para nada especial en el sistema, pues lo que ofrecen y celebran pertenece al mundo de la vida de Dios sobre el sistema. Ellos son, al mismo tiempo, delegados de la iglesia. Una comunidad que no puede elegir a sus ministros y ordenar la comunión fraterna no es iglesia, sino sucursal o delegación de un sistema sagrado, como actualmente sucede en muchas comunidades cristianas, que viven en estado de dictadura religiosa . Esta situación no puede durar. Ha llegado el momento de que las comunidades sean autónomas, capaces de buscar y recorrer su vía cristiana: es tiempo bueno para que un tipo de jerarquía "dimita", dejando su autoridad en manos de las mismas comunidades, de manera que ellas asuman su responsabilidad e inicien un camino de búsqueda compartida . Con su gesto profético en el templo, Jesús pidió a los sacerdotes de Jerusalén que se disolvieran, que abandonaran su poder sacral, volviéndose hermanos de sus hermanos, en camino compartido de búsqueda evangélica. Ellos se opusieron, le mataron. Los jerarcas de la iglesia actual han de responder de otra manera, en diálogo con sus comunidades. Los modos variarán de iglesia a iglesia, de comunidad a comunidad. Pero es hora de iniciar un camino compartido, donde los actuales asuman con gozo y dignidad el cambio, para que el proceso fluya sin traumas inútiles. Es triste que muchos ciudadanos sean más libres y responsables en política o mercado que en la iglesia, que es lugar de Palabra compartida (cf. Jn 1, 1), pues en ella sólo hablan los jerarcas, que resuelven desde arriba los temas referentes a la fraternidad cristiana (en plano moral y doctrinal, jurídico y litúrgico), como si tuvieran una autoridad secreta, que les separa de los fieles, que son como huéspedes en casa ajena. 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Posted: 30 Aug 2010 06:45 PM PDT Por Felipe Arizmendi Esquivel Obispo de San Cristóbal de Las Casas VER Asombra, inquieta y duele tanta descalificación de que hemos sido objeto los obispos, porque expresamos nuestra inconformidad cuando la Suprema Corte declaró acordes con la Constitución las uniones de personas de un mismo sexo equiparándolas a un matrimonio, con el derecho de adoptar niños. Han dicho que estamos violando la ley y que la autoridad debería sancionarnos. Uno tituló su escrito: Iglesia idiota. Otro dijo que ya no hay obispos de calidad como antes. Alguien ha hablado de las atrocidades de la religión. Y así por el estilo… Para qué enumerar los calificativos contra el cardenal Juan Sandoval. Se puede estar en disconformidad con sus aseveraciones; se puede pensar que no tienen sustento; pero aprovechar esto para descalificarnos a todos, al Papa y a la Iglesia Católica en general, rebasa lo esperado y manifiesta un renovado anticlericalismo que no se había manifestado tan agresivo, ni siquiera cuando se descubrieron los delitos de sacerdotes. En la historia de nuestra Iglesia, hay puntos muy negros que querríamos no hubieran existido, y que, con ocasión o sin ella, nos restriegan en la cara. Se aducen las Cruzadas, la Inquisición, el caso Galileo, los períodos oscuros del papado, la pederastia clerical, etc. Los traen a colación, para descalificar todo lo que hagamos o digamos. Muchas veces es sólo un mecanismo para defenderse y quitar fuerza a nuestra denuncia por sus infidelidades matrimoniales y por sus otras desviaciones; atacándonos, intentan autoprotegerse. JUZGAR Esta reacción tan virulenta nos exige analizarnos, para ver en qué hemos fallado. ¿Qué deficiencias hemos de corregir? No podemos sólo defendernos y declararnos inocentes, perseguidos por pura maldad de los atacantes. Hay que ser humildes y reconocer que somos limitados, pecadores e indignos de la misión que se nos ha confiado. No somos tan prudentes ni tan sabios como se esperaría. Si no hubiera una historia de salvación que pasa por la cruz y el sepulcro, en la que Dios acompaña y libera a su pueblo por medio de esta Iglesia que El fundó, seríamos sólo una estructura de poder y de pecado. Jesús no descalificó a los apóstoles que había escogido, a pesar de sus fallas tan notables y dolorosas. Les confió continuar su obra redentora, sosteniéndoles con la fuerza de su Espíritu, hasta el fin de los tiempos. Esto nos alienta. No estamos solos, ni nuestro trabajo es sólo nuestro. ¡La Iglesia es obra de Cristo, y El la guiará siempre, a pesar de tormentas y deficiencias! Nuestra fe en la Iglesia está sostenida por la fe en Jesucristo, quien la fundó no con ángeles, sino con pobres hombres, que también fueron despreciados y perseguidos. Nosotros no somos los redentores, sino sólo mediaciones humanas, que llevamos este tesoro en vasijas de barro. Lo que nos importa es que Cristo sea conocido, valorado, aceptado, amado, seguido y adorado. No somos el centro; el centro es Jesús; El es el único Redentor, el único camino, la única fuente de vida. Y El no ha fallado y nunca fallará. Los que estén decepcionados de nuestra Iglesia, acérquense a Jesucristo, y no los defraudará. La mayoría de los iracundos anticlericales fueron bautizados, proceden de familias creyentes y han recibido otros sacramentos. ¿Cómo fue su educación religiosa? ¿Qué hemos de mejorar en los procesos de evangelización y catequesis, en las liturgias, en la pastoral social y la misión? ACTUAR Si en algo valiera y sirviera, reiteramos a quienes nos ofenden y rechazan, que hemos pedido perdón, y lo haremos siempre que sea necesario, por las fallas pasadas y presentes. Pero les alentamos a no condenar en bloque a todos, ni a toda la Iglesia. Conozcan y valoren a tanta gente buena y digna que hay. Hay muchas religiosas santas y sacrificadas. Hay muchos diáconos y catequistas mártires en su servicio diario. Hay muchos sacerdotes ejemplares en su entrega al pueblo. Hay también obispos que desgastan su existencia en bien de la gente y trabajan calladamente en las sierras, entre los lodazales y también en las ciudades, aunque nunca aparezcan en los medios informativos y pasen desapercibidos. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 30 Aug 2010 06:43 PM PDT Por Carmen Bellver Dicen las crónicas que aumentan en número con los años. Son los apóstatas. Reniegan de una fe que tal vez nunca conocieron, porque está claro que les bautizaron y no les alimentaron el deseo de Dios, la necesidad de vivir aquello que se inició en el rito del bautismo. La mayoría no ha conocido a Dios, pero ha asistido sin comprender a bautizos, comuniones, bodas y funerales. Y están que trinan. ¡Cómo no van a apostatar! Les han vendido una Iglesia de vividores a cuenta de los crédulos. Ven el Vaticano y a la jerarquía como intrusos que se inmiscuyen en su vida privada. El pecado es la manía de amargar la vida de aquellos que no saben amar. Porque tienen en mente que los curas viven de la fe crédula del pueblo. Nunca se les ocurre dudar y por tanto inferir la pregunta del millón: ¿Y si Dios existe?. Ciertamente algunos se interrogan, pero si Dios existe no necesita a los curas, eso lo tienen claro. Lo triste es que vayan a la sacristía para apostatar, sin preguntarse qué hacen en el mundo. No tienen el mínimo rigor para interrogarse por las preguntas que toda la humanidad ha venido haciéndose a lo largo de los tiempos. Son como plantas que vegetan creyendo que merecen la existencia. Ni siquiera saben que la vida es puro milagro, que hay más probabilidades de no ser que de ser. ¡Ah, si tuvieran un poco de rigor en las preguntas!. Todo les resultaría maravilloso. Un Dios que se hace hombre para mostrar cómo su amor nos habita desde el primer momento de la existencia. Cómo nos busca a través de esos pequeños gajos de felicidad que arrancamos a la vida. Sí, la felicidad, es también un don a la que toda la humanidad aspira. Pero sólo alcanza su plenitud en el encuentro con el rostro de Dios. Por eso tantos y tantos momentos de aparente felicidad, se desvanecen como humo. ¿Por qué apostatar sin tener al menos la disponibilidad de conocer aquello a lo que se renuncia?. San Agustín estuvo luchando contra Dios años enteros, pero nunca dejó de interrogarse sobre las diferentes escuelas filosóficas del momento. Era un hombre de fe cuyo momento de gracia todavía no había llegado. Y así sucede con todos, creyentes o agnósticos, hay un momento de gracia. Allí donde Dios nos lanza el salvavidas para que no nos perdamos en la nada. Si los apostatas estudiasen la fe, podrían llegar a suplicar por tenerla. Y nunca renegarían de ser cristianos, porque ello supone haber sido elegidos para la gloria. Sí, ser cristiano es un don. Y ser otro Cristo una meta que sólo con la ayuda de Dios es posible. Por eso la vida de un cristiano tiene que alimentarse de la oración y de los sacramentos. Si no se cuida, desaparece como cualquier enamoramiento vano. Para que el amor permanezca hay que cuidarlo, mimarlo. Y aún así, costará mantener encendida la llama. Porque son muchas las ocasiones en las que no encontramos respuesta. En las que Dios permanece en silencio. Y saber escuchar no es tan fácil como se puede suponer. Saber escuchar es estar dispuesto a arrodillarse ante el misterio y aceptar que aquello nos supera. Poner la confianza en que Dios sólo desea el bien de la humanidad, y el mal existe luchando contra Él, pero tiene la batalla perdida, eso lo demostró Cristo con su Resurrección. La muerte no es la última palabra, y mucho menos la muerte injusta ocasionada por la maldad de otros. Vale la pena que leamos el Evangelio, que escuchemos la Palabra de Dios. Porque algunos piensan que todo consiste en una filosofía de vida. Y es algo mucho más profundo, es una necesidad de conectar con Aquello que nos busca y nos envuelve respetando nuestra autonomía. De manera que apostatar sin estudiar antes aquello a lo que se renuncia es una manera de saltar al vacío sin paracaídas. Una decisión más inconsciente que razonada. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 30 Aug 2010 06:28 PM PDT ¿Ves aquella estrella que brilla en lo más alto del cielo? Pues ya no existe. Quizá desapareció hace millones de años. Lo que ahora nos llega es la luz de un astro que fue muy hermoso, que pertenece al pasado: ya no está en ningún sitio. “¿Ya no existe? Pero si la vemos...” Tienes razón, pero hay cosas que vemos y que no existen, y hay cosas que no vemos pero que sí existen. Como las estrellas que ahora se forman en lugares muy lejanos de la Tierra y que no han sido todavía observadas por los astrónomos, porque no ha llegado su luz hasta nosotros. Los hombres somos así: nos gusta creer en aquello que vemos. A la vez, muchas veces no somos capaces de reconocer lo que no vemos. Hay, además, realidades que son invisibles, pero más duraderas, más hermosas, más profundas, que las estrellas, el dinero, el poder, la belleza física, la fama, el placer. El dinero se acaba, o se invierte mal. Incluso a veces nos arruina, pues permite dar rienda a caprichos que pueden destruirnos. El poder aguanta mientras uno está sano o tiene fuerza o tiene dinero o goza del apoyo de otros “poderosos” (tan débiles como uno, tan frágiles como una planta de trigo). La belleza se pierde: el o la modelo de hoy será mañana un recuerdo del pasado, quizá conservado en miles de fotografías, pero no por ello menos lleno de achaques y de penas. La fama es igual: pasajera como el viento. Dura un tiempo, tal vez años. Luego, todo termina. Los aplausos cesan, las primeras páginas de los periódicos se fijan en otras caras, los comentarios miran a otro lado. El “famoso” queda arrinconado en las listas del olvido. Y el placer, ¿hay algo más frágil que el placer? Hoy muchos se llenan de emociones con un vaso de cerveza, con una aventura erótica barata, con el frenesí de la discoteca del fin de semana. Luego, un dolor de cabeza, un extraño sentimiento de vacío, la pena de no haber aprovechado el tiempo en otras cosas que “duran” más, en amores que rompen el desgaste del tiempo. ¿Hay algo que siempre dure, que no acabe? ¿Hay algo que sea más profundo que los placeres, más firme que la fama, más próspero que la riqueza, más brillante que las estrellas remotas? En nuestros corazones descubrimos que late un espíritu, un alma inmortal. Capaz de conocer y de amar sin límites, capaz de darse y de imitar la vida del Dios que sabemos es bueno porque su esencia consiste en amar. Hemos sido hechos más grandes que las estrellas, más ricos que el oro, más hermosos que la belleza de los campos, más profundos que las inmensidades del océano. Hemos sido hechos poco inferiores a los ángeles (cf. Sal 8,6). Grandes porque en nosotros quedó impresa la imagen y semejanza de Dios. Grandes porque el Amor nos sacó de la nada y nos llamó a vivir cada día enamorados. Las estrellas mueren poco a poco, quizá incluso tras millones de años de hermosura. Mi espíritu y el tuyo son indestructibles, llamados a vivir eternamente. Vale la pena cuidar ese tesoro recibido, vale la pena cualquier esfuerzo para llegar a la vida verdadera: la vida de quien se deja amar por Dios y empieza a amar a Quien le ama y a sus hermanos. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 30 Aug 2010 06:19 PM PDT Andrea Tornielli (nuestro colaborador) y Paolo Rodari, dos de los más reputados vaticanistas italianos, acaban de publicar un libro en el que investigan y documentan a fondo el discurrir del pontificado de Benedicto XVI. Un pontificado que muchos creían de transición, pero que está dejando huella. Un pontificado marcado, según los autores, por un ataque contra el Papa. Desde dentro y desde fuera de la Iglesia católica. En “Attaco a Ratzinger. Accuse e scandali, profezie e complotti contro Benedetto XVI”, Tornielli y Rodari sostienen, pues, que Benedicto XVI está siendo atacado desde diversos ángulos. Por tres enemigos principales. El primero es, a juicio de los vaticanistas italianos, un lobby heterogéno, integrado por los laicistas, los homosexuales, las feministas, los masones, las empresas farmacéuticas que comercializan productos abortivos y los abogados americanos que piden y, a veces, consiguen, indemnizaciones millonarias por los casos de pederastia del clero. Esta galaxia multiforme lucha por imponer la "dictadura del relativismo", contra la que se levanta el Papa desde el comienzo de su pontificado. El segundo enemigo es, según los autores, el progresismo católico, integrado por teólogos, obispos y sacerdotes progresistas, que se oponen al desmantelamiento del Vaticano II que, según la galaxia progre, estaría llevando a cabo el Papa Ratzinger. Este polo progresista eclesial permitiría a la prensa laicista presentar al Papa como reaccionario, dispuesto a abolir el Concilio y a seguir involucionando la dinámica eclesial. Y el tercer enemigo del Papa es, para los vaticanistas, las numerosas imprudencia y errores de los colaboradores papales. Sobre todo en el ámbito mediático. A juicio de Tornielli y Rodari, las autoridades mediáticas vaticanas no tienen capacidad de reacción. Porque siguen reaccionando a las noticias (sobre todo a las adversas y a las falsas) con criterios de antes de Internet. Porque, si antes de la web, la reacción se establecía en un día o dos, ahora, con la capacidad de instantaneidad y penetración de la Red, la reacción se produce en minutos. Hasta aquí el resumen (muy sucinto, a la espera de leer el libro con detenimiento) del análisis del libro de los vaticanistas italianos. ¿Tienen razón en su análisis? A mi juicio, faltan enemigos en el elenco que ofrecen. Uno de ellos, los más papistas que el Papa. Es decir, la ultraderecha católica, que dispara contra todos los que piensan distinto en lo accidental e intentan excomulgar a los que no comparten sus soflamas tridentinas. Y son capaces, por fundamentalistas en la defensa de sus ideas, de ir mucho más allá que los progresistas. Son capaces (y ésa es su técnica habitual) de descalificar a personas, instituciones y jerarquías eclesiales con simples argumentos "ad hominem", con insultos, con medias verdades. Insultan, discriminan, dividen, llegan a odiar a los católicos que no piensan como ellos y ofrecen un espectáculo penoso en la Red. Muy alejado de aquel "mirad cómo se aman" de los primeros cristianos. No tienen límites ni frenos en la defensa de lo que creen sacrosanto. Y eso es algo que nunca hacen los progresistas ni las izquierdas eclesiásticas, para entendernos. Los progres proponen sus interpretaciones sin descalificar a las demás sensibilidades y, en el fondo, sólo piden que, en el seno de una Iglesia plural y abierta, se reconozcan a todas ellas. Todos somos Iglesia. Pero que se reconozca de verdad y en la praxis. Que sigan teniendo acceso a cátedras y puestos de responsabilidad. Y que no se les ponga la cruz simplemente por ser moderados, ya no progresistas. Y los ejemplos abundan y están en la mente de todos. Análisis, pues, incompleto el de Tornielli y Rodari. Y sesgado hacia el ámbito conservador, al que ambos pertenecen. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 30 Aug 2010 05:12 PM PDT Por José María Díez Alegría de “Teología en serio y en broma” El año 1971, un joven escritor romano, Enrico Rafii, publicaba su primera novela, «Sposa mia», editada en Milán por Bompiani. Es una novela de un humorismo fino, que me encantó. Los protagonistas son Tommaso y Alessandra, dos jóvenes esposos, que pasan en un hotel de la Liguria sus primeras horas de casados. … Yo pondría la deliciosa novela de Enrico Raffi como libro de texto en las clases de teología moral. Hay que leerla, para recibir toda su carga de gracia y de observación. Tal vez ayudaría a convencer a los curas y a los supercuras de que dejen un poco en paz a los chicos y a las chicas, a los novios y a las novias, a los esposos y a las esposas. Lo nuestro —de los curas, quiero decir—, sería ayudar a la gente a progresar en el verdadero amor al prójimo y en el respeto a la persona del otro. Y nada más, Si nuestro celibato por el reino de Dios es un poco auténtico, quizá podamos ayudar a otros en este asunto del amor estimativo (pero no «cerebral») al prójimo. Es la «agápe» cristiana, la «caridad», eso tan indescriptible y que ha sido tantas veces caricaturizado malamente por nosotros, pero que, si es genuina, constituye la clave de la moral cristiana, que no es propiamente una moral, sino un espíritu: el fruto del Espíritu. Si ayudamos a la gente a descubrir lo que es amar al prójimo, siguiendo las huellas de Jesús, bien podemos dejarles después vivir el eros como Yahve Dios les dé a entender. Y creo yo que tendríamos muchas más garantías de que su vida erótico-sexual era grata al Señor, de quien viene el amor, que no atosigándoles con «preceptos humanos», inventados por nosotros con mayor o menor fundamento. No somos los «profesionales del celibato» los llamados a pontificar en este asunto. Ni siquiera cuando nuestro «celibato por el reino de Dios» sea genuinamente carismático. Y, si no lo es en grado suficiente, entonces estamos todavía más descalificados. Un psicoanalista creyente, no español, me decía, refiriéndose al celibato impuesto por ley a los presbíteros de la iglesia católica latina: «La castidad impuesta y no carismática va acompañada de serios problemas que lesionan la dignidad básica del individuo. Veo muy difícil la solución, porque aquellos que deberían resolverla sufren de los mismos problemas, y eso impide la visión serena». Resulta, por tanto, que los célibes profesionales con carisma no tienen experiencia suficiente. Y los que no tienen carisma y soportan el celibato obligados, no pueden tener ni siquiera una visión serena. Y si, a veces, pueden tener experiencia, ésta suele ser poquísimo serena. * * * Me contó un amigo que, cuando una comisión pontificia estaba estudiando el problema moral de los fármacos anticonceptivos, un semanario inglés publicó, sin más explicaciones, una historieta de humor, poco más o menos como la siguiente: Con el aumento de los automóviles, los accidentes de circulación crecían de una manera alarmante. La gente estaba preocupada y angustiada. Pero un día un inventor afortunado ideó el espejo retrovisor, que permitía ver los coches que vienen por detrás, cosa que disminuía mucho el número de accidentes y de víctimas. La gente se puso muy contenta y empezaron a instalar en los automóviles el espejito bienhechor. Pero llegaron los moralistas y dijeron que los ojos están hechos para ver lo que hay delante y no para ver lo que está detrás. Que, por consiguiente, el uso del espejo retrovisor era contrario a la naturaleza y, por tanto, inmoral. Gran tribulación y grandes discusiones. Para salir del embrollo, acuerdan todos acudir a la reina. La reina nombra una comisión de expertos filósofos que estudien el asunto. Comienzan sesiones interminables. La gente espera y desespera. Pero los señores de la comisión no logran ponerse de acuerdo. Entonces uno de los comisionados se arriesga a preguntar: — Pero, vamos a ver, ¿alguno de los que estamos en esta comisión se ha puesto alguna vez al volante de un auto? Silencio. — ¿Y no sería mejor dejar a los que conducen automóviles que nos digan lo que ellos piensan del espejito retrovisor? * * * Como moraleja de estos cuentos, yo me atrevería a arriesgar un «Principio Fundamental de la Pastoral de los Señores Curas acerca del sexo y del matrimonio». Es un principio recogido de la sabiduría popular y acuñado en forma de proverbio: Que, por favor, los «profesionales del celibato» no nos metamos «en camisa de once varas». Porque hay que convenir en que una camisa de once varas no sería lo más a propósito para ayudar a hombres y mujeres a encontrar la vena secreta y maravillosa del eros más profundo. Según el relato del Génesis, cuando Yahve Dios le quiso hacer al hombre el mejor regalo, le dio a la mujer intacta, sin camisa. Se la presentó. Y el hombre la acogió con entusiasmo, como su otro yo. Y Yahvé Dios vio que aquello era bueno. RELACIONES PREMATRIMONIALES Hace unos días, un joven periodista me pidió unas respuestas a una encuesta, para ser publicada en una revista exquisitamente «eclesiástica». Yo me resistía. El insistió. Al fin, acepté. Me remitió las preguntas, y entre ellas figuraba ésta: «¿Cuál es su opinión sobre las relaciones prematrimoniales?». Yo pensé que la dirección de la revista no publicaría mi respuesta, porque las direcciones de las revistas exquisitamente «eclesiásticas», incluso las postconciliares, suelen estar más cerca de los débiles que de los fuertes. Pero contesté así: «No condeno a los jóvenes que tienen relaciones prematrimoniales con amor, sin abusar el uno de la otra (o la una del otro), y sintiendo sinceramente en conciencia que no hacen mal, sino bien. Es una conciencia que me parece muy respetable. Me parece muy bien que otros jóvenes se abstengan de ese tipo de relaciones, si lo hacen no por una inhibición impuesta, psicológicamente negativa, sino por un juicio ético-antropológico personalmente asumido. No creo que el problema pueda plantearse adecuadamente en abstracto. En abstracto se podrán dar algunas orientaciones importantes. Hay que procurar ayudar a que la gente haga lo que haga por conciencia, y no por un tabú antropológicamente insano y éticamente deleznable». Esto respondí. Y añadiría que los que sean víctimas de esos tabús estructuralmente insanos, no deben ser despreciados, sino respetados y ayudados en lo posible. Sólo ellos serían, en este caso, los débiles. Bueno, lo que pasó con mi respuesta, es que la dirección de la revista no llegó a conocerla, porque vetaron mi nombre, antes de saber cómo había yo respondido. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 30 Aug 2010 04:52 PM PDT Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 4, 31-37 Jesús bajó a Cafamaúm, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: «¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!» Y su fama se extendía por todas partes en aquella región. Compartiendo la Palabra Por CELAM - CEBIPAL En Cafarnaúm: La revelación del poder de la misericordia de Jesús “Su palabra tenía autoridad” La Palabra del Señor es “luz para nuestro caminar”, enseña el Salmo 119,105, nos abre horizontes, nos permite saborear la presencia viva de Dios en nuestra vida, nos ayuda a tomar conciencia del gran valor de nuestra propia vida, forma en nosotros el rostro vivo de Jesús. Además, la sensibilidad a la Palabra de Dios nos educa para la docilidad al Espíritu Santo. La escucha responsable de la Palabra de Dios pone a punto nuestra capacidad y prontitud para acoger la consolación del Espíritu con libertad de corazón. El objetivo último de todo este ejercicio continuo de escucha de la Palabra del Maestro es lo lograr lo que muy bien señalaba san Juan Eudes: “Que el haga de nuestro ser un Evangelio vivo y un libro vivo, escrito por dentro y por fuera, en el cual la vida de Jesús esté perfectamente impresa” (OC III, 54). La misión de Jesús en Cafarnaúm Continuando con nuestra lectura de Lucas, hoy pasamos con Jesús de Nazareth a Cafarnaúm. En Nazareth vimos el discurso inaugural, ahora en Cafarnaúm vemos sus primeras obras de poder. El ministerio de Jesús en Cafarnaúm comienza como el de Nazareth: enseñando en la sinagoga. Allí su enseñanza causa asombro porque “su Palabra tenía autoridad” (4,32). El poder de la Palabra está ligado a lo dicho en 4,18: “El Espíritu del Señor está sobre mí”; al inspirar la predicación de Jesús, el Espíritu Santo le da efecto de salvación. Las escenas que siguen muestran ejemplos concretos: el exorcismo de un hombre en la sinagoga (4,33-37), la curación de la suegra de Pedro (4,38-39) y muchas otras curaciones que se realizan el mismo día al atardecer (4,40-41). Detengámonos en algunos puntos destacados del pasaje (tendremos en cuenta también el resto del capítulo): (1) Jesús libera venciendo el demonio El demonio dice “has venido a destruirnos” (4,34). La escena parece representar un combate entre Jesús y el demonio. Jesús ejerce su poder sobre todo lo que oprime el hombre para liberarlo. En las tres escenas en que Jesús ejerce su poder podemos notar que se presenta la derrota del adversario de Jesús simbolizado en el demonio. En 4,34 y 4,41 los demonios gritan y se espantan porque saben quién es Jesús. En 4,38 Lucas ha descrito la situación de la suegra de Pedro con un término importante: “estaba oprimida por una gran fiebre”. Esto nos recuerda la historia de otra mujer de quien la enfermedad es calificada como una “ligadura de satanás” (13,16) y la curación como una “liberación” (14,12). (2) Jesús libera venciendo la enfermedad Los enfermos y endemoniados representan al hombre que sufre. Las actitudes de Jesús con ellos permiten captar una particularidad que será tema importante en el Evangelio: la misericordia. Notemos los pequeños detalles que son propios de Lucas, éstos a veces pasan desapercibidos pero reflejan mucho de lo que es el corazón de Jesús: (a) La delicadeza: no maltratar (4,35) (b) El inclinarse hasta la persona (4,39). (c) El contacto: “les imponía las manos” (4,40) (d) El respeto por el individuo “uno por uno” (4,40) Cada una de estas actitudes se repite frecuentemente en el Evangelio y se proponen como modelo en las grandes parábolas: en la parábola del buen samaritano (10,29-37), las tres parábolas de la misericordia (todo el capítulo 15) y aún en forma negativa en la historia del “rico epulón” que no vio la miseria del que estaba a su puerta (16,19-30). Los discípulos de Jesús serán educados de manera especial en este comportamiento: “Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve” (22,27). Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón 1. ¿De dónde proviene el poder de la Palabra de Jesús? 2. ¿Cómo entender hoy la lucha y la victoria contra el demonio? 3. ¿Cuáles son las características de la misericordia de Jesús? ¿Las estoy viviendo? ¿En qué debería trabajarme más? La Palabra de Dios hace cantar el corazón: Acción de gracias al final de la Lectio Divina “Es bello cantar al Señor, Es el más grande bien nos ha sido dado, Cantar a tu nombre, oh altísimo. Tú nos has considerado dignos de celebrar tu bondad. Tú has creado el universo, Señor, por medio de una simple palabra, Pero el hombre es la obra de tus propias manos. De esto yo me glorío: Yo soy la cítara, dotada de palabra y de razón, Para cantar la alabanza y el reconocimiento Del universo creado por tu bondad. Grandes son tus obras, Señor, La más grande soy yo quien las descubre. También yo quiero con todos mis sentidos cantarte Y celebrar tu majestad. Tú me llenas de alegría por tus obras, Señor, Yo canto con alegría lo que tus manos han hecho”. (Oración inspirada en el Salmo 92. Su autor es el monje Isaac de Antioquia, del siglo V dC) Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. Lecturas y Liturgia de las Horas: 31 de Agosto de 2010SEMANA XXII DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 2, 10b-16 Hermanos: El Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios. ¿Quién puede conocer lo más íntimo del hombre, sino el espíritu del mismo hombre? De la misma manera, nadie conoce los secretos de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado. Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresando en términos espirituales las realidades del Espíritu. El hombre puramente natural no valora lo que viene del Espíritu de Dios: es una locura para él y no lo puede entender, porque para juzgarlo necesita del Espíritu. El hombre espiritual, en cambio, todo lo juzga, y no puede ser juzgado por nadie. Porque ¿quién penetró en el pensamiento del Señor, para poder enseñarle? Pero nosotros tenemos el pensamiento de Cristo. Palabra de Dios. SALMO RESPONSORIAL 144, 8-14 R. El Señor es justo en todos sus caminos. El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R. Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R. Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino: tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. R. El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. R. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 4, 31-37 Jesús bajó a Cafamaúm, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: «¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!» Y su fama se extendía por todas partes en aquella región. Palabra del Señor. LITURGIA DE LAS HORAS TIEMPO ORDINARIO MARTES DE LA SEMANA XXII De la feria. Salterio II 31 de agosto LAUDES (Oración de la mañana) INVOCACIÓN INICIAL V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. INVITATORIO Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle. Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Himno: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR Te damos gracias, Señor, porque has depuesto la ira y has detenido ante el pueblo la mano que lo castiga. Tú eres el Dios que nos salva, la luz que nos ilumina, la mano que nos sostiene y el techo que nos cobija. Y sacaremos con gozo del manantial de la Vida las aguas que dan al hombre la fuerza que resucita. Entonces proclamaremos: «¡Cantadle con alegría! ¡El nombre de Dios es grande! ¡Su caridad infinita! ¡Que alabe al Señor la tierra! Cantemos sus maravillas. ¡Qué grande, en medio del pueblo el Dios que nos justifica!». Amén. SALMODIA Ant. 1. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad. Salmo 42 - DESEO DEL TEMPLO. Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa contra gente sin piedad, sálvame del hombre traidor y malvado. Tú eres mi Dios y protector, ¿por qué me rechazas? ¿Por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo? Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Señor, Dios mío. ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío.» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad. Ant. 2. Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida. Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is 38, 10-14. 17-20 Yo pensé: «En medio de mis días tengo que marchar hacia las puertas del abismo; me privan del resto de mis años.» Yo pensé: «Ya no veré más al Señor en la tierra de los vivos, ya no miraré a los hombres entre los habitantes del mundo. Levantan y enrollan mi vida como una tienda de pastores. Como un tejedor devanaba yo mi vida, y me cortan la trama.» Día y noche me estás acabando, sollozo hasta el amanecer. Me quiebras los huesos como un león, día y noche me estas acabando. Estoy piando como una golondrina, gimo como una paloma. Mis ojos mirando al cielo se consumen: ¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí! Me has curado, me has hecho revivir, la amargura se me volvió paz cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía y volviste la espalda a todos mis pecados. El abismo no te da gracias, ni la muerte te alaba, ni esperan en tu fidelidad los que bajan a la fosa. Los vivos, los vivos son quienes te alaban: como yo ahora. El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad. Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas todos nuestros días en la casa del Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida. Ant. 3. ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en Sión. Salmo 64 - SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS. ¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión, y a ti se te cumplen los votos, porque tú escuchas las súplicas. A ti acude todo mortal a causa de sus culpas; nuestros delitos nos abruman, pero tú los perdonas. Dichoso el que tú eliges y acercas para que viva en tus atrios: que nos saciemos de los bienes de tu casa, de los dones sagrados de tu templo. Con portentos de justicia nos respondes, Dios, salvador nuestro; tú, esperanza del confín de la tierra y del océano remoto; Tú que afianzas los montes con tu fuerza, ceñido de poder; tú que reprimes el estruendo del mar, el estruendo de las olas y el tumulto de los pueblos. Los habitantes del extremo del orbe se sobrecogen ante tus signos, y a las puertas de la aurora y del ocaso las llenas de júbilo. Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida; la acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales; riegas los surcos, igualas los terrones, tu llovizna los deja mullidos, bendices sus brotes; coronas el año con tus bienes, las rodadas de tu carro rezuman abundancia; rezuman los pastos del páramo, y las colinas se orlan de alegría; las praderas se cubren de rebaños, y los valles se visten de mieses, que aclaman y cantan. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en Sión. LECTURA BREVE 1Ts 5, 4-5 No viváis, hermanos, en tinieblas para que el día del Señor no os sorprenda como ladrón; porque todos sois hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de las tinieblas. RESPONSORIO BREVE V. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra. R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra. V. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio. R. Espero en tu palabra. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor. Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor. PRECES Bendigamos a nuestro Salvador, que con su resurrección ha iluminado el mundo, y digámosle suplicantes: Haz, Señor, que caminemos por tu senda. Señor Jesús, al consagrar nuestra oración matinal en memoria de tu santa resurrección, te pedimos que la esperanza de participar de tu gloria ilumine todo nuestro día. Te ofrecemos, Señor, los deseos y proyectos de nuestra jornada: dígnate aceptarlos y bendecirlos como primicia de nuestro día. Concédenos crecer hoy en tu amor, a fin de que todo concurra para nuestro bien y el de nuestros hermanos. Haz, Señor, que el ejemplo de nuestra vida resplandezca como una luz ante los hombres, para que todos den gloria al Padre que está en los cielos. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Porque deseamos que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, pidamos al Padre que su reino llegue a nosotros: Padre nuestro... ORACIÓN Señor Jesucristo, luz verdadera que alumbras a todo hombre y le muestras el camino de la salvación: concédenos la abundancia de tu gracia para que preparemos, delante de ti, sendas de justicia y de paz. Tú que vives y reinas con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. ------------------------------------- VÍSPERAS Oración de la tarde V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: MENTES CANSADAS. Mentes cansadas, manos encallecidas, labriegos al fin de la jornada, jornaleros de tu viña, venimos, Padre, atardecidos de cansancio, agradecidos por la lucha, a recibir tu denario. Llenos de polvo, el alma hecha girones, romeros al filo de la tarde, peregrinos de tus montes, venimos, Padre, heridos por los desengaños, contentos por servir a tu mesa, a recibir tu denario. Hartos de todo, llenos de nada, sedientos al brocal de tus pozos y hambrientos de tu casa, venimos, Padre, el corazón entre tus brazos, la frente humilde de delitos, a recibir tu denario. Amén. SALMODIA Ant. 1. No podéis servir a Dios y al dinero. Salmo 48 I - VANIDAD DE LAS RIQUEZAS Oíd esto, todas las naciones, escuchadlo, habitantes del orbe: plebeyos y nobles, ricos y pobres; mi boca hablará sabiamente, y serán muy sensatas mis reflexiones; prestaré oído al proverbio y propondré mi problema al son de la cítara. ¿Por qué habré de temer los días aciagos, cuando me cerquen y me acechen los malvados, que confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas, si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate? Es tan caro el rescate de la vida, que nunca les bastará para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa. Mirad: los sabios mueren, lo mismo que perecen los ignorantes y necios, y legan sus riquezas a extraños. El sepulcro es su morada perpetua y su casa de edad en edad, aunque hayan dado nombre a países. El hombre no perdura en la opulencia, sino que perece como los animales. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. No podéis servir a Dios y al dinero. Ant. 2. «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor. Salmo 48 II Éste es el camino de los confiados, el destino de los hombres satisfechos: son un rebaño para el abismo, la muerte es su pastor, y bajan derechos a la tumba; se desvanece su figura y el abismo es su casa. Pero a mí, Dios me salva, me saca de las garras del abismo y me lleva consigo. No te preocupes si se enriquece un hombre y aumenta el fasto de su casa: cuando muera, no se llevará nada, su fasto no bajará con él. Aunque en vida se felicitaba: «Ponderan lo bien que lo pasas», irá a reunirse con sus antepasados, que no verán nunca la luz. El hombre rico e inconsciente es como un animal que perece. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor. Ant. 3. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria. Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12 Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado. Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y por tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes y reinan sobre la tierra. Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria. LECTURA BREVE Rm 3, 23-25a Todos pecaron y se hallan privados de la gloria de Dios; son justificados gratuitamente, mediante la gracia de Cristo, en virtud de la redención realizada en él, a quien Dios ha propuesto como instrumento de propiciación. RESPONSORIO BREVE V. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. V. De alegría perpetua a tu derecha. R. En tu presencia, Señor. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y tu nombre es santo. Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y tu nombre es santo. PRECES Alabemos a Cristo, pastor y obispo de nuestras vidas, que vela siempre con amor por su pueblo, y digámosle suplicantes: Protege, Señor, a tu pueblo. Pastor eterno, protege a nuestro obispo N. y a todos los pastores de la Iglesia. Mira con bondad a los que sufren persecución y líbralos de todas sus angustias. Compadécete de los pobres y necesitados y da pan a los hambrientos. Ilumina a los que tienen la misión de gobernar a los pueblos y dales sabiduría y prudencia. Se pueden añadir algunas intenciones libres. No olvides, Señor, a los difuntos redimidos por tu sangre y admítelos en el festín de las bodas eternas. Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común: Padre nuestro... ORACIÓN Dios todopoderoso y eterno, Señor del día y de la noche, humildemente te pedimos que la luz de Cristo, verdadero sol de justicia, ilumine siempre nuestras vidas para que así merezcamos gozar un día de aquella luz en la que tú habitas eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. ------------------------------------- COMPLETAS (Oración antes del descanso nocturno) INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría. Si poco fue el amor en nuestro empeño de darle vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran amor que todo lo engrandece. Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora en justa, e ilumina la senda de la vida y de la muerte del hombre que en la fe lucha y camina. Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la esperanza de esperar cada noche tu gran día. Amén. SALMODIA Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti. Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA Señor, escucha mi oración; tú que eres fiel, atiende a mi súplica; tú que eres justo, escúchame. No llames a juicio a tu siervo, pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti. El enemigo me persigue a muerte, empuja mi vida al sepulcro, me confina a las tinieblas como a los muertos ya olvidados. mi aliento desfallece, mi corazón dentro de mí está yerto. Recuerdo los tiempos antiguos, medito todas tus acciones, considero las obras de tus manos y extiendo mis brazos hacia ti: tengo sed de ti como tierra reseca. Escúchame en seguida, Señor, que me falta el aliento. No me escondas tu rostro, igual que a los que bajan a la fosa. En la mañana hazme escuchar tu gracia, ya que confío en ti; indícame el camino que he de seguir, pues levanto mi alma a ti. Líbrame del enemigo, Señor, que me refugio en ti. Enséñame a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios. Tu espíritu, que es bueno, me guíe por tierra llana. Por tu nombre, Señor, consérvame vivo; por tu clemencia, sácame de la angustia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti. LECTURA BREVE 1Pe 5,8-9 Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN OREMOS, Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor. Amén BENDICIÓN V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R. Amén. ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos , gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! |
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