Actor despedido por fidelidad conyugal, Neal McDonough demasiado católico para la ABC
A las 3:42 AM, por Juanjo Romero
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«Noticia es que un hombre muerda a un perro y no que un perro muerda a un hombre», casi textual en cualquier manual de periodismo. Actor despedido por fidelidad conyugal, ¿es noticia? Vds. juzguen.
Robert Redford pagaba un millón de dólares por pasar una noche con Demi Moore en «Una proposición indecente», era ficción, una simple película. Neal McDonough pierde un millón de dólares por no hacer escenitas de cama con Virginia Madsen, es real, y dudo mucho que hagan una película sobre el asunto.
McDonough es el típico segundón al que se le da bien hacer de malo, como el psicópata de Mujeres Desesperadas o en Pisando Fuerte, duro, violento y un poco trastornado, y con grandes actuaciones de secundario, como en Hermanos de Sangre o en Minority Report. ¿Le situáis ya? Para ser sincero, por el tipo de papeles que representaba le tenía un poco de manía,…, hasta ahora.
A los tres días de rodaje la cadena estadounidense ABC le echa, con balbuceantes explicaciones, y le sustituye como 'prota' de Scoundrels (serie de TV por la que iba a cobrar el millón). Nikki Finke (No Sex Please, I'm Neal McDonough…) , crítico de cine, bucea en la historia y descubre que no es más que el actor se negó a rodar escenas de sexo, «he's a family man and a Catholic», «le ha costado su puesto de trabajo, pero es un hombre que se aferra s sus principios». A Finke le asombra también el descaro de la cadena de televisión, ya que la trayectoria de McDonough era muy conocida, e incluso hubo tensiones en actuaciones suyas anteriores por el mismo tema.
En estos tiempos de infidelidades es todo un ejemplo, y aunque, gracias a Dios, sigue siendo «perro muerde a hombre», se merecía al menos una reseña. Abundan los ejemplos de personas que anteponen el amor a Dios y a su familia al éxito, a la fama, al dinero o al «qué dirán», aunque no salgan en los medios de comunicación.
También me ha llamado la atención la bajeza moral de los comentarios en la noticia de Finke, le reprochan que haga escenas violentas pero que tenga problemas con las escenas de sexo. No me extraña que estemos como estamos con semejante banalización.
Robert Redford pagaba un millón de dólares por pasar una noche con Demi Moore en «Una proposición indecente», era ficción, una simple película. Neal McDonough pierde un millón de dólares por no hacer escenitas de cama con Virginia Madsen, es real, y dudo mucho que hagan una película sobre el asunto.
McDonough es el típico segundón al que se le da bien hacer de malo, como el psicópata de Mujeres Desesperadas o en Pisando Fuerte, duro, violento y un poco trastornado, y con grandes actuaciones de secundario, como en Hermanos de Sangre o en Minority Report. ¿Le situáis ya? Para ser sincero, por el tipo de papeles que representaba le tenía un poco de manía,…, hasta ahora.
A los tres días de rodaje la cadena estadounidense ABC le echa, con balbuceantes explicaciones, y le sustituye como 'prota' de Scoundrels (serie de TV por la que iba a cobrar el millón). Nikki Finke (No Sex Please, I'm Neal McDonough…) , crítico de cine, bucea en la historia y descubre que no es más que el actor se negó a rodar escenas de sexo, «he's a family man and a Catholic», «le ha costado su puesto de trabajo, pero es un hombre que se aferra s sus principios». A Finke le asombra también el descaro de la cadena de televisión, ya que la trayectoria de McDonough era muy conocida, e incluso hubo tensiones en actuaciones suyas anteriores por el mismo tema.
En estos tiempos de infidelidades es todo un ejemplo, y aunque, gracias a Dios, sigue siendo «perro muerde a hombre», se merecía al menos una reseña. Abundan los ejemplos de personas que anteponen el amor a Dios y a su familia al éxito, a la fama, al dinero o al «qué dirán», aunque no salgan en los medios de comunicación.
También me ha llamado la atención la bajeza moral de los comentarios en la noticia de Finke, le reprochan que haga escenas violentas pero que tenga problemas con las escenas de sexo. No me extraña que estemos como estamos con semejante banalización.
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