
En el Apocalipsis se describe una escena en la que se ve un Cordero degollado que es adorado. La escena se produce en el cielo, donde los ángeles y los santos cantan incesantemente al Redentor. Pero también se produce en la Misa. Efectivamente, poco antes de comulgar el sacerdote levanta el pan partido, para significar su entrega y sacrificio, diciendo «éste es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor».
El cordero degollado está vivo. Es Jesús que sigue presentando al Padre su sacrificio, en el que participamos nosotros.
Ahora cuando vayas a misa y veas cómo elevan a Jesús, señalándole como el cordero de Dios, no te distraigas y di, con todos: «Yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme».
El cordero degollado está vivo. Es Jesús que sigue presentando al Padre su sacrificio, en el que participamos nosotros.
Ahora cuando vayas a misa y veas cómo elevan a Jesús, señalándole como el cordero de Dios, no te distraigas y di, con todos: «Yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme».
Tomado del blog: primeroseducadores
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