Un heroismo silencioso
Recemos por los sacerdotes en este Año Sacerdotal. Ganadora del concurso: “Cuéntanos una anécdota de un sacerdote"
Autor: Cristina del Pilar López Virgen | Fuente: Catholic.net
Un heroísmo silencioso En la periferia de una gran ciudad, perdida entre casas pobres, hay una Parroquia dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, donde hace meses llegó un nuevo Sacerdote de edad media, de tez morena, mirada profunda y una sonrisa genial, (que reserva para los mejores momentos); más su apariencia recia da la impresión de pocos amigos, y su humildad lo hace poco atractivo.
El terreno de la comunidad es árido por las realidades de pandillerismo y pobreza, pero sobre todo por la indiferencia religiosa y la dicotomía de vida además, pastoralmente le ha tocado suceder a un Párroco del todo carismático, emprendedor, líder, con dones innumerables y de muchas relaciones. Pues bien sucede que este humilde Párroco, en su sencillez tiene una palabra profética para hablar de las realidades que hieren su comunidad y de la exigencia del cristiano de hoy, habla con tal autoridad, con una mística y profundidad que, provoca el rechazo de no pocos, el lo siente, lo sufre, lo sabe y sin embargo sereno y firme sigue promoviendo, exhortando, animando y exigiendo.
Al contemplarlo yo me preguntaba de donde le viene esa autoridad, esa profundidad en sus palabras que nos interpelan, que nos incomodan, y a la vez nos despiertan del letargo y nos impulsan al deseo de radicalidad y entrega. Y en el trato con él, fui descubriendo la calidad de persona que es, en el sacramento de la reconciliación encontré la nobleza, la mística de un corazón misericordioso, que en Cristo comunica el amor del Padre; en el centro de su vida la intimidad con Dios, a deshoras de la madrugada se levanta a orar -sin duda movido por el Espíritu Santo-, y su día libre se apunta de voluntario en una sociedad de Sacerdotes, para atender los casos de confesiones por las noches para enfermos graves.
Así en esta sencillez de vida sin actos que pudieran llamarse brillantes, el vive un heroísmo secreto que un día palpe con más claridad: Sucede, que nos visitó la imagen de la Virgen y había mucho movimiento en la Parroquia, además él en su gran celo pastoral, dedica casi diariamente un tiempo para la Reconciliación, así que como Párroco tenía muchas ocupaciones; por lo cual olvidó traer consigo el estipendio para los Frailes que custodian la Virgen y ya tenían que partir, estaba tan ocupado que sin ver otra salida me pidió que fuera a su recámara (lugar donde nunca permitía entrar a nadie), pero necesitaba que fuera a traerle un sobre con el estipendió que dejó sobre su escritorio personal. "OH Dios" yo sabía lo que eso representaba para él por fin entre a aquel pequeño cuarto, donde descubrí que no había una cama, solo un sleeping bag tendido en el suelo.
Eso me faltaba conocer, si su vida de sacrificio, con qué razón invitaba con tanta entereza a la ascesis, no utilizaba ni colchón ni almohada, solo una cobija, era su ascesis y vida de oración la que le daban fuego a sus palabras, eran sus largas horas de oración las que le daban la acogida misericordiosa, y era su coherencia y ofrenda de vida la que le daban autoridad para exigir: rectitud y esfuerzo en el seguimiento de Cristo. A esto llamó yo, un heroísmo silencioso.
Recemos por los sacerdotes en este Año Sacerdotal. Ganadora del concurso: “Cuéntanos una anécdota de un sacerdote"
Autor: Cristina del Pilar López Virgen | Fuente: Catholic.net
Un heroísmo silencioso En la periferia de una gran ciudad, perdida entre casas pobres, hay una Parroquia dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, donde hace meses llegó un nuevo Sacerdote de edad media, de tez morena, mirada profunda y una sonrisa genial, (que reserva para los mejores momentos); más su apariencia recia da la impresión de pocos amigos, y su humildad lo hace poco atractivo.
El terreno de la comunidad es árido por las realidades de pandillerismo y pobreza, pero sobre todo por la indiferencia religiosa y la dicotomía de vida además, pastoralmente le ha tocado suceder a un Párroco del todo carismático, emprendedor, líder, con dones innumerables y de muchas relaciones. Pues bien sucede que este humilde Párroco, en su sencillez tiene una palabra profética para hablar de las realidades que hieren su comunidad y de la exigencia del cristiano de hoy, habla con tal autoridad, con una mística y profundidad que, provoca el rechazo de no pocos, el lo siente, lo sufre, lo sabe y sin embargo sereno y firme sigue promoviendo, exhortando, animando y exigiendo.
Al contemplarlo yo me preguntaba de donde le viene esa autoridad, esa profundidad en sus palabras que nos interpelan, que nos incomodan, y a la vez nos despiertan del letargo y nos impulsan al deseo de radicalidad y entrega. Y en el trato con él, fui descubriendo la calidad de persona que es, en el sacramento de la reconciliación encontré la nobleza, la mística de un corazón misericordioso, que en Cristo comunica el amor del Padre; en el centro de su vida la intimidad con Dios, a deshoras de la madrugada se levanta a orar -sin duda movido por el Espíritu Santo-, y su día libre se apunta de voluntario en una sociedad de Sacerdotes, para atender los casos de confesiones por las noches para enfermos graves.
Así en esta sencillez de vida sin actos que pudieran llamarse brillantes, el vive un heroísmo secreto que un día palpe con más claridad: Sucede, que nos visitó la imagen de la Virgen y había mucho movimiento en la Parroquia, además él en su gran celo pastoral, dedica casi diariamente un tiempo para la Reconciliación, así que como Párroco tenía muchas ocupaciones; por lo cual olvidó traer consigo el estipendio para los Frailes que custodian la Virgen y ya tenían que partir, estaba tan ocupado que sin ver otra salida me pidió que fuera a su recámara (lugar donde nunca permitía entrar a nadie), pero necesitaba que fuera a traerle un sobre con el estipendió que dejó sobre su escritorio personal. "OH Dios" yo sabía lo que eso representaba para él por fin entre a aquel pequeño cuarto, donde descubrí que no había una cama, solo un sleeping bag tendido en el suelo.
Eso me faltaba conocer, si su vida de sacrificio, con qué razón invitaba con tanta entereza a la ascesis, no utilizaba ni colchón ni almohada, solo una cobija, era su ascesis y vida de oración la que le daban fuego a sus palabras, eran sus largas horas de oración las que le daban la acogida misericordiosa, y era su coherencia y ofrenda de vida la que le daban autoridad para exigir: rectitud y esfuerzo en el seguimiento de Cristo. A esto llamó yo, un heroísmo silencioso.
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