- XVIII Domingo del Tiempo Ordinario (Lucas 12. 13-21) - Ciclo C: Vanidad de vanidades
- Espíritu y buen humor
- Comentario bíblico y Pautas para la homilía: XVIII Domingo del Tiempo Ordinario (Lucas 12. 13-21) - Ciclo C
- XVIII Domingo del Tiempo Ordinario (Lucas 12. 13-21) - Ciclo C: Lo que has preparado, ¿para quién será?
- Un violinista en el metro
- LECTIO: 18º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO: La preocupación por las riquezas alejan de Dios e impiden servir al prójimo
- XVIII Domingo del Tiempo Ordinario (Lucas 12. 13-21) - Ciclo C: Todo lo que tienes es de Dios y le pertenece a él y a los demás
- XVIII Domingo del Tiempo Ordinario (Lucas 12. 13-21) - Ciclo C: DE MANERA INTELIGENTE
- Evangelio Misionero del Dia: 29 de Julio de 2010 - SEMANA XVII DURANTE EL AÑO
- Lecturas y Liturgia de las Horas: 29 de Julio de 2010
Posted: 28 Jul 2010 08:03 PM PDT Por Neptalí Díaz Villán CSsR. Publicado por Misioneros Redentoristas El estrés y la depresión se han vuelto el pan de cada día para un gran número de personas de nuestro tiempo. “¡Qué estrés!”, “¡estoy con la `depre´!”, escuchamos con mucha frecuencia. Claro que estar con la “depre” y sufrir de depresión son dos cosas muy distintas. La depresión es un síndrome caracterizado por una tristeza profunda y por la inhibición de las funciones psíquicas, a veces con trastornos neurovegetativos. Para estos casos es necesario el tratamiento con un psiquiatra. La “depre”, en el argot popular, es más una tristeza pasajera, una crisis existencial o un sentimiento de frustración por algo o por alguien… Por el contenido general del libro Eclesiastés, pareciera que su autor hubiera estado con la “depre” cuando lo escribió. En la literatura bíblica normalmente encontramos palabras de aliento, de ánimo y de fuerza en medio de la lucha. Pero este es un libro profundamente escéptico y crítico de las luchas humanas. Cuestiona fuertemente la doctrina de la retribución, según la cual el hombre bueno recibe bienes y el malo recibe males. La sabiduría, tan elogiada e impulsada en otros libros sapienciales, aquí se interroga y es puesta en entredicho. Este libro no deja títere con cabeza. Todas las realidades humanas son vistas en este libro, con el lente del escepticismo, como cuando tenemos la “depre”. Lo único que le hace falta es cantar el popular canto infantil: “nadie me quiere, todos me odian, me voy a comer un gusano. Le quito la cabeza, le quito las patitas y uhm, ¡qué rico gusano!... ” El libro de Cohelet o Eclesiatés, muestra la realidad de un hombre decepcionado y cansado de luchar. Un hombre que ha sido testigo de la explotación y la frustración. Él sabe lo que significa trabajar y fatigarse para que otros disfruten. Ha visto cómo muchas personas justas no encuentran descanso y alegría plena, y otras personas injustas terminan dominando, explotando y disfrutando aquello que no se merecen por sus actos. ¿Dónde queda la doctrina de la retribución? ¿Será verdad aquello de que, “el que la hace la paga”? Esa realidad de frustración hace que el autor reflexione, generalice y descubra lo superfluo de las cosas, aún en aquellas cosas consideradas más sublimes, como la sabiduría. Ante todo el panorama el autor se pregunta: “¿Qué provecho saca el hombre de todos los afanes que persigue bajo el sol?” (1,3). De la misma realidad saca su respuesta: “vanidad de vanidades, todo es vanidad” (1,2). Con este lente recorre todas las esferas de la vida humana: trabajo, riqueza, dolor, alegría, decepciones, religión, justicia, sabiduría, ignorancia, el tiempo, la muerte… ¡todo! En todo busca una respuesta a su pregunta y siempre llega a la misma conclusión: “Todo es vanidad”. (1,17; 2,1.11.17.20.23. 6; 12,8). ¿Qué podemos aprender de este libro? Podríamos pensar que no debería estar en la Biblia por su voz disidente, escéptica y crítica, no sólo frente a toda la tradición sapiencial sino ante toda la vida. Podríamos pensar que no es recomendable, sobre todo para aquellos creyentes que sólo piensan en el éxito porque el Dios de la vida está con ellos. Podríamos pensar que es poco religioso porque invita no más a comer y a beber, porque eso es lo único que le queda al hombre. Como decimos popularmente: “comamos y bebamos que mañana moriremos”. Pero vale la pena rescatar varias cosas. Es admirable que un libro totalmente diferente a los demás, se encuentre en la Biblia. No vamos a encontrar en este libro frases célebres para recordarlas y hacerlas vida todos los días. No vemos consejos sabios y prácticos. Éste es un libro que nos lleva sobre todo a pensar y a cuestionarnos sobre lo que estamos haciendo y el para qué de cada cosa, inclusive de la fe, de la religión, de Dios, de los hijos, de la bondad, de unos mismo, de todo. ¿Realmente es bueno ser “tan bueno” o “tan bondadoso”? ¿Cuándo pasamos de la bondad a la “pendejada”? ¿Es realmente buena aquella madre que se desvela toda la noche esperando a que su hijo irresponsable llegue borracho y drogado a las 3 o 4 de la mañana, para abrirle la puerta y darle de comer? ¿Qué logra con eso? ¿No es mejor ser sencillos como palomas y prudentes como serpientes? (Mt 10,16) ¿Realmente somos lo que creemos ser, o nos hemos dedicado a bailar todo el tiempo el baile de las máscaras? ¿Realmente es mejor ser creyente que ateo? ¿Para qué me ha servido creer? ¿Qué le aporta la fe en Jesús a mi humanización? En medio de tanta vanidad, el autor rescata un detalle: el sabor de las cosas sencillas y el disfrute de la vida ordinaria: “… lo que uno puede esperar es comer y beber, y gozar del fruto de su trabajo, durante los contados días de su vida… todo esto es don de Dios” (5,17.19). Cuidado con la codicia Este evangelio no es una defensa de la irresponsabilidad, del descuido de las cosas, ni de la mediocridad con la que muchas personas administran los bienes materiales y la vida misma. Jesús reprochó la actitud del hombre holgazán que no hizo producir su talento sino que lo enterró, y además intentó justificar su desidia con la dureza de su patrón (Mt 25,14-30). Por supuesto que es necesario aprovechar al máximo los recursos para hacer realidad nuestras empresas. Pero la utilización de los talentos de manera egoísta, avara y codiciosa, es una de las cosas que más destruyen al ser humano. Y fue de lo que Jesús quiso prevenir a sus discípulos y a toda la humanidad, con ésta y otras parábolas. Un hombre acudió a Jesús para que le dijera a su hermano que debía compartir la herencia con él. Un caso que infortunadamente se sigue repitiendo entre nosotros, porque muchas veces ponemos nuestra confianza en el dinero y hacemos de él nuestro más preciado bien. Peleas, discordias, injusticias y hasta muertos entre hermanos, ha ocasionado tal señorío del dinero. Jesús no se detuvo en detalles, pero tampoco evitó intervenir en situaciones reales. No pretendió saberlo todo y solucionar todos los problemas de los demás con una varita mágica, pero tampoco invitó a la resignación ante las injusticias. No desencarnó ni espiritualizó la fe. No fue un doctor en la Ley que supiera todos sus vericuetos, ni un charlatán, demagogo, sabelotodo como aquellos que abundan en las esquinas, en los corrillos y hasta en las altas esferas del poder. Con seguridad ignoraba muchas cosas, pero aprovechó la situación de estos dos hermanos para descubrir el núcleo del problema: la codicia. Cuando ésta se apodera del corazón humano, lo hace desconocer a Dios y lo obliga a vender todo, hasta lo más valioso: la familia, los amigos, la naturaleza, la humanidad en general, la vida misma. En el monólogo del granjero exitoso y necio, podemos ver claramente la autosuficiencia y el egoísmo que generó en él la prosperidad. Jesús hizo ver la incapacidad que tiene la riqueza para hacer realmente feliz al ser humano. En el Evangelio está claro que Jesús no estuvo contra la riqueza. Con el dinero se puede ayudar a aquellos necesitados (Mt 6,3-4), compartir con los más pobres (Mt 19,20-21) y pagar para que sigan atendiendo a un convaleciente (10,33-36). Con abundancia de dinero se puede pagar lo correcto a los trabajadores y además ser generosos con ellos (Mt 20,1-16). Inclusive, algo aparentemente banal: con dinero María, la hermana de Lázaro, pudo comprar el costoso perfume para manifestar su amor por el Maestro (Mc 14,4-5). ¡El problema no es el dinero! El problema nace cuando se dedican todas las energías, todo el tiempo, todos los talentos y toda la vida a la acumulación de éste, y se descuidan la familia, la salud, el amor, la amistad, la vida misma. El problema surge cuando se desconocen las necesidades de los que más sufren; cuando se participa todos los días en suculentos banquetes y se ignoran totalmente a los pobres que se mueren de hambre, como en el caso del rico Epulón (Lc 16,19-31). Cuando se hacen grandes planes de crecimiento económico únicamente con un fin materialista, egoísta, y hedonista, que nos hace ciegos o indiferentes ante las necesidades de los demás, como ocurre con el necio granjero exitoso de la parábola de hoy (Lc 12,13-21). Hay problema cuando se roba y vende al amigo y al maestro, como lo hizo Judas (Mc 14,10-11; Jn 12,6). Cuando el dinero se usa para la ostentación y para ganar la fama de bondadosos (Mc 12,41-44). En últimas, el problema existe cuando se pone toda la confianza en él y se tiene como valor supremo, por encima de la vida. Cuando esto pasa, el dinero se convierte en un Señor que compite con Dios. Y nadie puede servir a dos señores (Lc 16,13). El problema no fue la buena cosecha del granjero. El problema no fue ni siquiera haber derribado los graneros pequeños para construir otros más grandes y almacenar la cosecha. Al principio pareciera que este hombre actuara con sensatez y prudencia, pues pensaba en su futuro. Pero luego la parábola da un giro extremo: “Luego podré decirme: `Amigo, tienes muchas provisiones en reserva para muchos años: descansa, come, bebe y date a la buena vida`” (v.19). Aquí desaparecen todos, hasta el mismo narrador de la parábola. El mismo rico se convierte en narrador. El problema fue el individualismo extremo con el que planeó su vida, sostenido únicamente por su riqueza y totalmente de espaldas a los demás seres humanos. Todo lo que no fuera él mismo, quedaba excluido de su futuro, de sus planes, de su vida. No pensaba en nadie más que en sí mismo. Para él la cosecha no era el fruto del trabajo de sus trabajadores, ni un don de Dios que es preciso compartir con los demás, sino un producto que le permitía llevar una vida tan placentera como vacía de sentido humano. Él sólo pensaba en satisfacer sus instintos primarios: “descansa, come, bebe y date a la buena vida”. Ahí intervino Dios: “Pero Dios le dijo: `Insensato, esta misma noche te van a reclamar la vida. Lo que tienes preparado, ¿para quién va a ser?´” (v.20). Él mismo se felicita y se llama amigo. ¿Amigo de quién? ¡De nadie! Por eso Dios lo llama insensato. La cosecha en esa cultura, más cuando era abundante, era considerada un don de Dios. Él la veía sólo para sí mismo: “tienes muchas provisiones para muchos años”. Dios le advirtió: “Esta misma noche te van a reclamar la vida”. Y termina diciendo: “Así será el que amasa riqueza para sí y no es rico para Dios”. La propuesta de Jesús no es una vida miserable en la que todos sufran, ni una vida espiritualista, ascética y antihedonista. Él mismo participó muchas veces de banquetes y fiestas, inclusive, hasta fue criticado por su supuesta vida licenciosa (Mt 11,18-19). Su gran utopía es que la abundancia de los bienes sea tomada como una gran bendición para beneficio de todos. Por supuesto que el trabajador merece su salario y el buen administrador de los dones de Dios debe ser premiado. Su gran utopía invita a que del individualismo rastrero y egoísta se pase a una vida comunitaria y abierta a los demás. A que el dinero deje de ser el centro hacía el cual gira toda la vida y en él se ponga al ser humano y a todos los seres humanos. Su gran utopía invita a que del hedonismo narcisista y egoísta, se pase la vivencia de un amor solidario y servicial, a un disfrute de la vida y de los placeres de la naturaleza, sin desconocer ni anular a los demás seres humanos. Vale la pena que le echemos una mirada a nuestro mundo y a nuestros intereses personales, a la luz de este evangelio… Vale la pena destacar también la experiencia de muchas personas, que utilizan su abundante cosecha no sólo como una manera de crecer como empresarios sino con un gran sentido social. Conozco por boca de otros y en persona, algunos empresarios y microempresarios, industriales y microindustriales que tienen un gran sentido humano, comunitario y social. Animados por una gran experiencia de fe, algunos de ellos, ven su buena cosecha como un don de Dios que debe ser bien administrado. Esos son, entre otros, los administradores buenos y fieles (Mt 25-14-30) Para hacer realidad este evangelio, es necesario primero hacer realidad la invitación de Pablo a la comunidad de Colosas: morir al hombre viejo y nacer al hombre nuevo. (2da lect. Col 3,1-5.9-11). El hombre viejo es el que está cargado de egoísmo, desorden sexual, impureza de corazón, codicia y avaricia. El hombre nuevo nacido, en Cristo, configura su vida a imagen de Jesús, el hombre perfecto. Por eso es capaz de amar, de servir, de construir y de disfrutar la vida en plural. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Jul 2010 07:03 PM PDT ![]() Redacción de Atrio En la serie ESTÍO A LA MURCIANA de LA VERDAD publicaba ayer Antonio Arco una deliciosa entrevista rápida a nuestro colaborador JUAN MASIÁ, que no podemos menos de reproducir, pues es un testimonio de frescura espiritual y buen humor en circunstancias que podrían engendrar depresión y rencor. Juan Masiá (Murcia, 1941) está en Japón, donde busca la paz (de Dios) y halla el sosiego. Desde allí batalla, reza, tiende sus manos abiertas y busca respuestas para el cuerpo y el alma. Persigue a Jesús de Nazaret entre las espinas, los canales de Babilonia criminal y los bosques bellísimos del mundo. Muy crítico con la jerarquía eclesiástica española, con la que no se entiende en español ni en latín, permanece muy unido a Murcia por familia y por recuerdos (de juventud, de luz, de los seres queridos que ahora son aire y con los que, cree, se reencontrará). EN TRECE TRAGOS 1 ¿Un sitio para para perderse? El monte de Rokko, en Kobe (Japón). 2 ¿Qué música le suena en el móvil? El ‘brindis’ de ‘La Traviata’. 3 ¿Un libro para este verano? ‘Yo todavía creo en la esperanza’, de José María Díez Alegría. 4 ¿Un consejo? Redescubrir la ternura. 5 ¿Facebook o Twitter? Twitter. 6 ¿Le gustaría ser invisible? Más bien transparente. 7 ¿Sus héroes/heroínas de ficción? Antígona, Hypatia y Segismundo. 8 ¿Un epitafio? Soñemos, alma, soñemos…. 9 ¿Qué le gustaría ser de mayor? Niño inocente y abuelo agradecido. 10 ¿Tiene enemigos? Ni soy tan importante como para tenerlos, ni los inquisidores merecen ese nombre, aunque sean mitrados. 11 ¿Lo que más detesta? La crispación política, el fanatismo ideológico y el dogmatismo religioso. 12 ¿Qué es lo peor del verano? Que dura poco. 13 Una pregunta para siguientes entrevistados… ¿Qué hacer para que nuestro país rompa el cascarón? -¿Qué hace en Japón? -La pastoral, la Universidad, las religiones hermanas, el Instituto de la Paz, el comité social de los obispos… -¿Cómo están su cabeza y su fe? -La cabeza, sobre los hombros. La fe, en su sitio, en manos del Espíritu que hace creer. -¿Tiene su alma en paz? -Le digo con el salmista: ‘Alma mía, recobra tu calma’, pero no siempre me hace caso. -¿Qué le ronda por su cabeza? -Cómo viajar de incógnito a Murcia para invitar a monseñor Lorca a morcillicas con vino de Jumilla. ¿De qué intenta olvidarse? -De los cotilleos ridículos de blogueros caza-brujas. -«Marta, Marta, andas inquieta con muchas cosas; sólo una es necesaria» (Lucas 10,41). ¿Cuál y qué hacer para conseguirla? -Percatarse de la vida. Vivirla. -¿Qué estamos más: engañados o adormecidos? -Anestesiados, drogados e hipnotizados. -«Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos, dice el Señor» (Isaías, 55,8). ¿Qué buen plan nos propone usted? -Planear como el parapente, aprovechando la fuerza del viento, vivir dejándose llevar por la brisa… -Sabiduría y compasión, lucidez y misericordia, ¿cómo lograrlas? -Callando, escuchando y haciendo camino al andar. -Dijo Dios a Moisés: «Soy el que soy» (Éxodo, 3,14). La verdad es que aclaró muy poco. ¿Cómo es el Dios que usted conoce? -No presumo de conocerle. Es Él quien me conoce, el único ojo que me ve como soy, porque soy gracias a que me ve. -¿Cómo perdonar al enemigo y no morir en el intento? -En forma de oración, pidiendo perdón ante todo por uno mismo, por no saber perdonar. -Dice el ‘Sutra de los innumerables sentidos’ que «todo es vacío». ¿Qué es lo peor de cuanto observa en este mundo? -Que no nos damos cuenta de lo lleno que está ese vacío: ‘Plenitud de plenitudes y todo plenitud’, decía Unamuno. -¿Y lo mejor? -Querer y ser querido, quererse cada vez más y mejor quienes se quieren. -En ‘El arte de mirar’ (Shobogenzo) se lee que sigue siendo una triste realidad que se marchitan las flores cuya vida querríamos prolongar y que crecen para disgusto nuestro la maleza que querríamos hacer desaparecer. ¿Cuál es su fórmula para sobrellevar la permanente insatisfacción que nos invade? -Esperar en la esperanza contra toda desesperanza, tal como aprendimos de Pablo y de Arrupe. -¿Para qué sirve un ‘corazón desapegado’ (en japonés, torawarenai kokoro)? -Para hacerse espejo, reflejar la vida y compartir ternura. -Usted recuerda, con mucho acierto, que dice la Biblia que el vino alegra el corazón humano. ¿Qué añadimos a la lista de alegrías? -La sonrisa que no te merecías, la acogida de una abuela con 90 años, el caldo del cocido con sustancia, la tertulia con gazpacho en noche de verano, el sincero apretón de manos de quien no lo esperabas, y un interminable etcétera, desde el tirón de orejas estimulante hasta la tortilla compartida en el campo, pasando por un beso a corazón abierto… -¿Sigue tomando tintos de verano con su amigo Kotaró Suzuki, con quien escribió ‘Conversaciones entre un cristiano y un budista’? -Mejor una copa de ’sake’, seco y frío, con pinchitos de calamares. -¿Qué enseñanza encontró en el budismo? -El eco de la de Jesús: «Quien tenga oídos, que escuche». -¿Qué es lo último que se ha propuesto? -No obedecer normas injustas y ver una película de Chaplin cuando suenen clarines de guerra en el ‘Club de los Inquisidores’. -¿Qué quiere que cambie en su vida? -Que la cabeza ceda el asiento al corazón más a menudo. -¿Qué es lo último que ha descubierto? -Que si el tiempo y las cosas pasan, las sopas y los libros se pasan; pero las personas quedan, con tal que las dejemos ser personas y nos hagamos personas para ellas. -¿Y lo último que le ha indignado? - Los secretismos, las manipulaciones y las puñaladas por la espalda, a veces las tres cosas juntas en un solo golpe de báculo. -¿Qué le hace reír? -Mi propia fotografía. -¿Qué le pone de mal humor y qué se lo quita? -Las quejas, que se quitan releyendo a Calderón: «Que tal placer había/ en quejarse, un filósofo decía/ que a trueque de quejarse/ habían las desdichas de buscarse»./ -¿Qué capricho diario se permite? -El café-café, que no me lo quiten, aunque suba la tensión, como decía mi madre. -¿Qué manía le acompaña? - No irme a la cama sin haber leído algo nuevo. -¿Un fantasma que le persiga? -Sueño que Juan Pablo ‘el Arrollador’ quita el sitio en la pantalla a Juan XXIII, ‘el Bueno’. -¿Rajoy o Zapatero? ‘Ni esto ni aquello’, digo con Unamuno, sino una alternativa cualquiera, con tal que no sea ’sucesoria’ (no más ‘aznaratos’ de uno u otro signo). -¿Practica el ‘ande yo caliente, ríase la gente’? -Andar caliente, sí, que soy friolero. Si la gente ríe o no, es su problema. -¿Sin Dios se volvería loco? -Ya no podría decir que no me siento solo cuando estoy solo. La lucidez sin sentido sería peor que la locura. Gracias a la Vida de la vida, que nos ha dado tanto… -¿Alguna vez se creyó que esta vida ‘es un valle de lágrimas’? -Pero si lloras por lo oscuro del valle, tus lágrimas no te dejan ver las estrellas. -¿Lo mejor que le ha pasado? -Querer y ser querido sin doblez. -¿Cómo son sus vacaciones ideales? -Paseando y respirando brisa de monte. -¿Qué planes tiene para este verano? -Disfruto de diez días en agosto, que me permiten ese pasear y respirar. -¿Qué verano recuerda especialmente? -Con quince años, en la finca de El Aguilucho, cercanía de Carrascoy. ¡Qué sabiduría popular la de José, el guarda! -¿Qué le hace falta para ser feliz? -La camisa del hombre feliz del cuento de Coloma, que no tenía camisa. -¿De qué procura no olvidarse? -De las estupideces que se oyen en nombre de la verdad y de las violencias que se cometen en nombre de la fe. -¿A qué no le da la gana de renunciar? -A la libertad de espíritu. -Diga algo que lleve mucho tiempo queriendo decir -¡Basta ya! ¡Jo…lines, basta ya! -¿Qué nos recomienda para sobrellevar la crisis, la económica y la personal? -Eliminar el cincuenta por ciento superfluo, empezando desde mi cuarto. -¿Qué defiende? -La convivencia. -¿Con qué armas? -El diálogo y los medios de comunicación. -¿Cuál es su secreto mejor guardado? -Si lo dijera dejaría de serlo. -¿Contra qué tentación combate más? -La tentación de callar por prudencia y caer en la ‘tercera vía’ del compromiso diplomático para quedar bien con los de arriba. -Pedro Páramo es ‘un rencor vivo’. ¿Y usted quién es? -Quisiera ser una ilusión viva. -¿Qué no es? -Un resentido. -¿Qué salvaría de la decadencia? -Otra vez, como Unamuno: ‘Recuerdos de esperanzas y esperanzas de recuerdos’. -¿Cómo es su reino, dónde está su patria, quién es su Dios? -Mi Dios es el enigma de quien se fió Jesús, que nos mostró su rostro y proclamó el Reino de Abba. El Reino (con mayúscula) es el ‘medio divino’ en el que se movía Jesús. La patria está en cada rostro doliente que nos refleja su rostro y nos pide liberación. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Jul 2010 06:45 PM PDT "Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes" Publicado por Dominicos.org Introducción El Diccionario de los diccionarios –si esto no es vanidad que venga Dios y lo vea–, define vanidad desde diferentes aspectos: cualidad de vano; arrogancia, presunción, envanecimiento; caducidad de las cosas de este mundo; o, entre otras, vana representación, ilusión o ficción de la fantasía. Lo vano es, asimismo, falto de realidad, sustancia o entidad, hueco, vacío y falto de solidez; inútil, infructuoso o sin efecto; insubsistente, poco durable o estable; que no tiene fundamento, razón o prueba; e incluso, arrogante, presuntuoso, envanecido. Posiblemente, vanidad es una palabra que muchos de nosotros hemos dejado de usar, o que, al menos, no empleamos habitualmente. Y sin embargo, se nos muestra con fuerza en las lecturas que la Liturgia nos propone para este 18º Domingo del Tiempo Ordinario. Este concepto es el que modela completamente el texto del Eclesiastés y, como veremos a continuación, también se teje en el del Evangelio según san Lucas que escucharemos en la Eucaristía de este día. Comentario bíblico La solidaridad como exigencia del Reino de Dios Iª Lecturas: Eclesiastés (1,1.2.23): La sabiduría de la vida I.1. ¿Quién no conoce la célebre reflexión del libro del Eclesiastés, el sabio llamado Qohélet, de ese superlativo expresado en “vanidad de vanidades”? Esa es la primera lectura de hoy. Es toda una filosofía la que está a la base de este juicio; un escepticismo ante tantos afanes y tantas angustias. ¿Qué actitud tomar? ¿Pasar de todo? Posturas como las de Qohélet las ha habido siempre y no son negativas radicalmente, sino que expresan, a veces, una actitud “sabia” en la que se intuye que debemos tomarnos la vida de otra manera: sin envidias, afanes, comparaciones con las riquezas de los otros. I.2. Pero eso parece una actitud burguesa del que nada le falta. La de aquellos que no tienen para comer ni vestir no sería exactamente así. Hay una razón más profunda por la que debemos no afanarnos por tantas cosas, una razón más radical y humana. No se trata simplemente de llevar una vida más cómoda y menos tensa. Por eso al juicio de Qohélet le falta una dimensión, la que Jesús nos ofrece en la parábola evangélica. IIª Lectura: Colosenses (3,1-11): Personas nuevas por el bautismo La segunda lectura apunta de nuevo a las claves bautismales de la vida cristiana, a lo que significa haber resucitado con Cristo por el bautismo, y a lo que nos obliga vivir en cristiano. El bautismo es un compromiso de vida o muerte. ¿Qué significa que nuestra vida está escondida en Cristo? Pues que es El quien nos inspira, quien nos va liberando de todo aquello que en la tierra nos enfrenta los unos a los otros. El bautismo nos hace personas nuevas, porque nos situamos ante los horizontes de lo que Jesús vivió. Evangelio. Lucas (12,13-21): Acumular riquezas: ¡el anti-evangelio! III.1. El relato del evangelio de Lucas es como la respuesta a los planteamientos de Qohélet. Efectivamente, Lucas es un evangelista que ha marcado la diferencia en el Nuevo Testamento como juicio de la riqueza y sus peligros para la verdadera vida cristiana. Lucas es defensor de los pobres, aunque no de la pobreza. Jesús, el profeta, no ha venido para ser juez de causas familiares, o empresariales, o sociales, ya que esas leyes de herencia, de impuestos, de salarios justos, se establecen a niveles distintos. Y no quiere ello decir que en las exigencias del Reino de Dios se excluya la justicia, especialmente para los pobres y oprimidos. III.2. La parábola del rico que acumula la gran cosecha y engrandece sus graneros, en vez de distribuirlo entre los que no tienen para comer, es toda una lección de cómo Jesús ve las cosas de esta vida, aunque él persiga objetivos más grandes. El que acumula riquezas, pues, no entiende nada de lo que Jesús propone al mundo. Los que siguen a Jesús, pues, tienen que sacar, según Lucas, las conclusiones de este seguimiento. Si no se desprenden de las riquezas, si se preocupan de amasarlas constantemente, además de cometer injusticia con los que no tienen, se encontrarán, al final, con las manos vacías ante Dios, porque todo su corazón estará puesto en tener un tesoro en la tierra. No tendrán tiempo para vivir, para ser sabios… para entregarse a los demás como se entregan a las producción de riquezas. Este criterio de sabiduría va más allá de lo que propone el mismo Qohélet. III.3. Con referencia a la actitud de Qohélet, Jesús nos dice que quien se afana por las cosas de este mundo y no por lo que Dios quiere, al final, ¿cómo podrá llenar su vida? ¿cómo se presentará ante Dios? La acumulación de riquezas, pues, es una injusticia y la injusticia es contraria al Reino de Dios. Por lo tanto, este evangelio es una llamada clara a la solidaridad con los pobres y despreciados del mundo; una llamada a compartir con los que no tienen. Fray Miguel de Burgos Núñez Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura Pautas para la homilía “Vanidad de vanidades, todo es vanidad” Como hemos comenzado diciendo, vano es, por tanto, algo hueco, vacío, sin sentido, caduco, inútil, que no tiene fundamento, y por si algo más negativo se pudiera decir de ello, se muestra arrogante y presuntuoso –¿por qué nos empeñamos los seres humanos en presumir de nada?–. Por lo mismo, vanidad es falto de realidad, poco duradero o estable, caducidad de las cosas de este mundo; y de nuevo, arrogancia, presunción, envanecimiento. Es de este último aspecto del que nos previene Qohelet, de envanecernos por causa de lo que somos, hacemos o tenemos, porque, al fin, poco queda de nosotros cuando nos vamos. La sabiduría, la ciencia, las preocupaciones y trabajar de sol a sol sin más fin que el propio esfuerzo, se convierten en vanidad y por tanto, vacío, se acaba y no perdura. Entonces ¿para qué gloriarnos por ello? “Para que adquiramos un corazón sensato” Hasta aquí parece que el texto sapiencial nos advierte de que una vida vivida de este modo se puede convertir en puro vacío. Pero a la vez nos hace interrogarnos por cuál es el sentido que puede tener todo nuestro esfuerzo si al final obtenemos la misma recompensa que los demás o bien no podemos disfrutarlas pues nuestro tiempo no es infinito. Nadie nos asegura que el empeño, el buen hacer o la sabiduría que invirtamos durante ese tiempo sea garantía de un cierto éxito vital. Además, muchas veces nos preguntamos sobre la “utilidad” que puede tener el tratar de hacer las cosas bien mientras vemos que otros utilizando el engaño, la falsedad o métodos corruptos obtienen estupendos resultados mucho más satisfactorios. Esto nos lleva a cuestionarnos por la necesidad, o no, de seguir ciertos criterios morales. Sabemos que nuestros días no son eternos, que somos una especie de “vela nocturna”, tal como dice el salmo. Por lo tanto, hay que intentar vivir el presente del mejor modo posible. No podemos permitirnos perder tiempo, así que entonces, parece que hemos de esforzarnos en sacarle máximo provecho, en obtener el mayor rendimiento y en conseguir todo el beneficio que seamos capaces. ¿Para qué tanto esfuerzo? Qohelet nos pregunta pero ¿de qué vale el esfuerzo? La respuesta lo cierto es que se las trae. Pues por un lado parece que a lo largo de nuestros días es poco o muy poco lo que podemos hacer por nosotros mismos y encima nuestro destino es ser algo así como simplemente, polvo. Lo cual no suena excesivamente importante ni interesante, la verdad. Teniendo frente a nosotros ese horizonte, se hace necesario buscar otras motivaciones para seguir queriendo tirar hacia delante. Sin embargo, en el salmo se hace una petición un tanto extraña, se pide “sabiduría para calcular nuestros años”. Ya que nuestro tiempo es poco, vale la pena por lo menos, dosificarlo lo mejor posible. Parece una propuesta inteligente la del salmista. Pero la dificultad es dar con las medidas que podemos utilizar para hablar acerca de estas cantidades. ¿Se referirá a que hemos de guiarnos por el beneficio obtenido con nuestro trabajo?, ¿a tener una o varias hipotecas?, ¿a dotar a nuestros hijos e hijas de comodidades y posibilidades de estudio?, ¿a disfrutar de dignidades que ofrece la vida eclesiástica?, ¿a que se nuestras parejas o amigos sepan hasta donde somos capaces de hacer por ellos?; o bien, a que seamos capaces de reconocernos en nuestras acciones solidarias ya que compartimos algo de tiempo y dinero con “otros” más desfavorecidos? Sin duda todas estas cosas son importantes y a ellas hemos de dedicarle tiempo y muchos de nuestros desvelos. Pero sigue sonando a poco. No creemos que con ellas nuestras vidas se conviertan sin más en satisfactorias. Así que nosotros y nosotras, que estamos acostumbrados a los deseos y a los sueños queremos, simplemente, mucho más. La inversión energética Como vemos, no es posible contentarnos con tener éxitos, dinero o recompensas sociales, quizá es necesario rellenarlas de otras cosas o incluso cambiar el orden para poder analizarlas de otro modo. Es decir, a muchos y muchas de nosotras se nos ha hablado repetidas veces mediante un lenguaje que utilizaba expresiones como ir a más, buscar lo mejor, examinarlo todo, soñar o abrir posibilidades. Son expresiones que nos han permitido entender la realidad de otro modo. No sé si mejor o peor, pero sí de algún modo diferente. Oímos que hubo un galileo que enseñaba a “renovar energías” y lo hacía no desde la acumulación sino siendo consciente de lo mucho o de lo poco con lo que contaba en ese preciso instante. De este modo obtenía por lo menos el doble, disfrutaba del presente y al mismo tiempo renovaba las esperanzas de los que se atrevían a escucharle. Les invitaba a no amasar riquezas para sí y para el futuro. Lo completamente útil, lleno y valioso para el Nazareno era afrontar la propia vida desde la misericordia y la bondad de Dios. Eso es lo que hace una vida verdaderamente renovable. Eso es lo que hace prosperar nuestra vida y lo que nos proporcionará auténtica alegría y júbilo. Desde esta clave podremos comprender el resto de nuestros esfuerzos. Dña. Montserrat Escribano CPJA-El Levantazo-Valencia Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Jul 2010 06:34 PM PDT ![]() Publicado por Servicios Koinonia Ecl 1, 2; 2, 21-23: ¿Qué saca el hombre de todos los trabajos? Salmo 89: Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Col 3, 1-5. 9-11: Busquen los bienes de allá arriba, donde está Cristo Lc 12, 13-21: Lo que has preparado, ¿para quién será? La 1ª lectura nos enfrenta muy directamente con cuestionamientos que todos nos hemos hecho alguna vez, a lo mejor con más frecuencia de la deseada. El Eclesiastés pertenece a un grupo de libros que llamamos sapienciales. La “sabiduría” es un amplio concepto que puede englobar desde la habilidad manual de un artesano hasta el arte para desenvolverse en la sociedad, la madurez intelectual... representa una actitud de personas y pueblos cuyo finalidad es encontrar respuestas a los grandes interrogantes y misterios de la existencia humana. Para la sabiduría bíblica, la realidad y la experiencia son lugar de revelación divina, cuando el ser humano se entrega a la reflexión y a la tarea de leer los acontecimientos en clave “divina”. Para ello, los sabios se apoyan en la razón, muy pocas veces recurren a la revelación o a la luz sobrenatural. Y junto a la observación de la experiencia, la otra fuente de la sabiduría es la tradición. Serán los últimos libros sapienciales (Eclesiástico y Sabiduría) los que incorporen a Dios como fuente suprema de la sabiduría. La vida está regida en el fondo por una serie de leyes, cuya causa última es Dios, por ser el creador del mundo. Ese sentido profundo de las cosas, oculto para el hombre, es el que hay que investigar y descubrir para adecuarse a él y comportarse “sabiamente”. Los sabios plantean el problema de la vida en su acepción más universal, no centrada en el pueblo elegido. Esta sabiduría tiene su origen en la vida del pueblo, que se va recogiendo en forma de dichos, refranes, sentencias... este patrimonio de saber popular se va enriqueciendo a través del tiempo y de la tradición oral, acogiendo influencias de los pueblos limítrofes. Más tarde todo esa material básico será reelaborado por los círculos sapienciales que le darán forma literaria y una cierta estructura. Con frecuencia estos libros presentan formas dialogadas, incorporando distintos puntos de vista al problema que se está estudiando (Job, por ejemplo, Eclesiastés...). Generalmente se piensa en el Rey Salomón como el más fuerte impulsor y cultivador de este arte de conducirse en la vida. La sabiduría encuentra su medio ambiente más propicio en la corte, en la que se forman los miembros de la familia real, los futuros responsables de la política, archivos, administración... por eso se le atribuyen a Salomón la mayor parte de los libros sapienciales, como a David los Salmos o a Moisés el Pentateuco... Podemos calificar de contestatario al autor del Eclesiastés. Es una voz escéptica y crítica, disidente frente a la tradición sapiencial que confía ilimitadamente en las posibilidades de la razón y sabiduría humanas. El sabio Qohélet es un autor, por lo menos, desconcertante. La pregunta que mueve toda la reflexión de su libro es ésta: “¿Qué provecho saca el hombre de todos los afanes que persigue bajo el sol?” (1,3) y su respuesta: vanidad de vanidades (se puede traducir también por vaciedad, sin sentido...) todo es vanidad (1,2.17; 2,1.11. 17. 20. 23. 26; 12,8) Éste parece un libro muy poco religioso. ¿cómo se nos propone a los cristianos este libro, como Palabra de Dios, con esa respuesta tan materialista, tan poco optimista...? O esta otra conclusión: “la felicidad consiste en comer, beber y disfrutar de todo el trabajo que se hace bajo el sol, durante los días que Dios da al hombre, pues esa es su recompensa” (5,17) es como decir vulgarmente “comamos y bebamos, que mañana moriremos...” El autor recorre a lo largo de su libro todas las esferas del ámbito humano: trabajo, riqueza, dolor, alegría, decepciones, religión, justicia, sabiduría, ignorancia, el tiempo, la muerte... buscando respuesta a su pregunta. Hagamos lo que hagamos en nuestra vida, al final el destino es el mismo para todos los hombres: la muerte, ¿la nada? Es una pregunta seria ¿qué pintamos aquí, en la tierra? ¿para qué vivir, trabajar, luchar, amar, pensar, esforzarnos en la ecología, la educación, la política, los derechos humanos...? Breve es nuestra vida sobre la tierra (Sab 2,1), la mayor parte de nuestra vida es fatiga inútil, que pasa aprisa y vuela (Salmo 89, 10). La experiencia humana es como “atrapar vientos” una tarea inútil y decepcionante. Viene a nuestra mente aquella otra frase evangélica: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero...?”. Con el autor, el lector sigue con fruición ese recorrido por la existencia humana, por el devenir cotidiano, deseando que el autor tenga éxito en su búsqueda y su respuesta tranquilice un poco nuestro corazón sediento de verdad, de sentido en todo lo que somos y hacemos... Por mucho que nos afanemos, nada nos vamos a llevar... En la época del destierro se empezó a desarrollar la teoría de la retribución personal y del destino individual: el pueblo elegido profesaba una doctrina de retribución colectivista: la bondad o maldad de un individuo tenía repercusiones en el grupo y en los descendientes. En el contexto del exilio estas ideas van cambiando: cada persona recibía en vida la recompensa adecuada a su conducta (2Re 14, 5-6; Jer 31, 29-30; Ez 18, 2-3. 26-27). Sin embargo, la experiencia desmentía este principio. Después del destierro este problema ocupa un puesto primordial en la reflexión sapiencial, y no resulta fácil encontrar una respuesta adecuada. El libro de Job refleja vivamente este drama, apuntando distintas soluciones, pero ninguna definitiva ni convincente: Job es invitado a entrar en el misterio de Dios y desde ahí poder relativizar su dolor, su desesperación y pretensiones. Qohelet se hace eco del mismo escándalo y lo amplía: aún suponiendo que el justo siempre recibiera bienes, tal recompensa no es proporcional al esfuerzo que pone el hombre en conseguirla, pues no da plena satisfacción a los anhelos del ser humano. Tanto Job como Qohelet se mueven en el ámbito de retribución intramundana, no atisban nada más allá de la muerte. Este problema recibe nueva luz con las ideas sobre la inmortalidad y resurrección que aparecen en Israel durante las guerras macabeas (2Mac 7,9; 12,38-46; Dan 12, 2-4) y encuentran su formulación en el libro de la Sabiduría (Sab 1-5) La revelación del Nuevo Testamento, dará respuestas tres siglos más tarde: la solución definitiva se ofrecerá en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, el Justo sufriente. Por otra parte, no está mal que Qohélet nos recuerde el sabor de las cosas sencillas, el disfrute de las cosas ordinarias, que también son don de Dios. En esto conectaría muy bien con la mentalidad de la postmodernidad: presentista, del “carpe diem”... No hace falta que hagamos un esfuerzo grandísimo en salir de esta realidad temporal para encontrar a Dios. Él es compañero cercano de todo lo que vivimos. Nos lo dice la fe. La vida tiene sentido porque somos personas humanas, no animalitos, y en nuestros genes llevamos escrita esa búsqueda de sentido, porque estamos hechos “a imagen y semejanza de Dios”, un Dios creador, que se mueve, que sale de sí, que inventa, que busca. Evangelio: la vida no depende de los bienes Va en la misma línea sapiencial que la 1ª lectura: el ser humano busca sin descanso la alegría y la felicidad, pero en torno a esta búsqueda planean serios peligros. Uno de estos peligros, que nos plantea este texto evangélico es el de la codicia. A Jesús, como Maestro, se le acercan dos hermanos en litigio y le suplican que ponga orden, que haga justicia. Jesús sabe ponerse en su sitio: él no ha venido al mundo como juez jurídico, legal. Va más allá de lo externo: “Él sacará a la luz los pensamientos íntimos de los hombres” (Lc 2, 35b), va a la raíz de los problemas, que está en el corazón del ser humano. Para Él es más importante desenmascarar la codicia que nos domina, que hacer valer los derechos de cada uno. Con lo primero, se conseguirá lo segundo. Sus palabras son magistrales: “eviten toda clase de codicia, porque aunque uno lo tenga todo, no son sus posesiones las que le dan vida”. Jesús no invita al conformismo. Lo primero es la justicia, querida por Dios, predicada por Jesús: que todos tengan pan, educación, techo... fruto de la comunión, de la solidaridad, nuevo nombre de la justicia, eso es el Reino, la Nueva Humanidad. Pero puede ocurrir que cuando tengamos lo justo, lo que nos corresponde como hijos y hermanos, ambicionemos más. Este codicia nunca nos permitirá ya descansar. Es muy difícil ya decirse a uno mismo: “Hombre, tienes muchas cosas guardadas para muchos años, descansa, come, bebe, pásalo bien...” normalmente, no hay quien pare ya el dinamismo de la codicia. Hay que estar alerta. ¿Hasta dónde llegar en la acumulación de bienes? La codicia de unos pocos o de unos muchos impide el desarrollo de los pueblos, y además es contagiosa: ¿por qué se me ocurre mirar a otros y compararme con otros para ambicionar más cada día? ¿por qué no se me ocurre mirar a los que tienen menos y que viven peor, para moverme a compartir con ellos? “Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque suyo es el Reino de los Cielos” (Mt 5, 3) No ambicionar nada más de lo necesario, agradecer lo que ya tenemos, lo que hoy se nos regala, ése es el espíritu del pobre. No son las posesiones las que nos dan la vida. Créelo. “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10). “Él es nuestra riqueza.” Lo que se ha ido acumulando a lo largo de la vida, sin disfrutarlo, sin compartirlo ¿de quién será? ¿para quién será? Todos conocemos personas avaras, con muchas riquezas materiales que viven andrajosamente, sin capacidad de disfrutar lo que tienen ¿son felices esas personas? NO. ¿Para qué vivir pendientes del tener, y no ser capaces de ser? Pensando sapiencialmente, ¿qué beneficios nos reporta esa actitud y esa ambición? A la altura de los tiempos actuales, esa actitud, no sólo es «amasar riquezas para sí y no ser ricos ante Dios», sino destrucción de la vida y del planeta. Todo lo que destruye la sociedad, la justicia, es disfuncional, no sólo para la sociedad, y la convivencia, sino para el «Buen vivir», para la vida. Enriquecerse en Dios, es vivir como Jesús: vivir confiados en las manos del Padre/Madre Dios, buscar el Reino-Utopía como lo más principal. «Lo demás vendrá por añadidura». Enriquecerse en Dios es amasar una única fortuna: la del amor, el favorecimiento de la vida, el descentramiento de sí mismo en favor del centramiento en el amor, las buenas obras con los más pequeños y desfavorecidos (Mt 6,19). En torno a la segunda lectura La intención de la carta a los cristianos de Colosas es afirmar la supremacía de Jesucristo por encima de toda realidad cósmica, terrena o supraterrena. Algunos pretendían introducir en la comunidad ideas filosóficas sobre el mundo de los poderes angélicos, y unas prácticas ascéticas inspiradas en ritos mágicos y mistéricos que confundían y amenazaban con destruir el misterio de Cristo entre los creyentes. Por eso, en el Himno Cristológico de 1,15-20 se presenta a Jesús como Señor de toda la creación y único salvador del mundo, revelación perfecta de la sabiduría divina, escondida durante siglos, pero revelada ahora en el Hijo, fuente de vida espiritual para el ser humano, de quien recibimos la plenitud. El bautismo introduce al cristiano en la posesión ya presente de la salvación, no como algo conseguido de manera estática, sino en movimiento, en progreso, dinámico, en combate. El bautismo nos une a Cristo y nos hace participar de sus riquezas: “fuimos sepultados con Cristo y luego resucitados por haber creído en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos” (2,12) Muertos y resucitados con Cristo debemos buscar lo que Cristo buscó, las cosas de arriba, las cosas de dentro donde está nuestra verdadera riqueza, la del corazón, pero también las malas intenciones (Mt 15,19). Hay que hacer morir lo terrenal, despojarse del “hombre viejo”. Esta renovación es espiritual (Ef 4,23), es decir, bajo la acción del Espíritu, el mismo que movió a Jesús en su existencia terrena. El “hombre viejo” es egoísta, mentiroso, esclavo de sus apetencias... el “hombre nuevo” es bondadoso y compasivo, volcado y preocupado por los demás, comunitario, misericordioso, comprensivo, hace del amor la norma de su vida... para con los demás actúa de la misma manera que Cristo ha actuado en él. Ese es el ser humano nuevo. (Ef 5,1-2). La fuente de toda moral humana es la unión con Cristo, a la que se llega por el bautismo. Sin este fundamento, la vida será un conjunto de recetas y normas que hay que cumplir. La nueva condición de personas nuevas se va renovando cada día según la imagen del creador. Dicho esto sobre esta segunda lectura, hay que añadir una nota crítica para los fieles ylos predicadores más críticos. Este fragmento de la carta de Pablo deja un especial de boca agridulce, pues junto a la atracción espiritual que producen en conjunto sus palabras, sus imágenes dejan una profunda insatisfacción: arriba/abajo, los bienes de arriba/los bienes de abajo, aspirar a los bienes de arriba y no a los de la tierra... Ese claro dualismo de fondo, esa esquizofrenia espiritual que quiere hacernos creer que estamos en esta tierra (abajo) desterrados, caídos de nuestro verdadero mundo, el mundo de arriba, al que tenemos que aspirar a volver, en el que seremos de nuevo manifestados en gloria tras nuestra muerte... es una visión de fondo, un supuesto que se cuela en las palabras de Pablo como «de rondón», sin siquiera ser mencionado, como una evidencia de fondo que ni siquiera hay que tematizar y discutir... Muchas personas con mentalidad realmente «de hoy», se sienten mal ante estos textos, y muchas veces ni siquiera pueden reaccionar en el nivel consciente, porque no descubren contra qué palabras explícitas podrían reaccionar, pero siguen sintiéndose mal. Textos que ya van para dos milenios de antigüedad, y que llevan dentro -como una droga escondida no declarada- el platonismo del ambiente helenista en el que fueran concebidos y expresados, no son buenos para vehicular un mensaje que ha de ser entregado en la rapidez de una liturgia que no permite mayores esclarecimientos hermenéuticos. Tal vez mejor sería no abordarlos cuando no van a ser bien abordados. Pero en todo caso, los oyentes actuales tienen derecho a que los predicadores inteligentes digan una breve palabra que les tranquilice ante posibles malestares interiores. El mismo Pablo, misionero apasionado, sería el primero que hoy se quejaría de sus palabras no sean purificadas del dualismo platónico que él mismo respiró en su ambiente helenista pero que hoy es absolutamente inaceptable en nuestra visión moderna y ecocéntrica. El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 73 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil, titulado «La muerte del viejo avaro». El guión y su guión y su comentario puede ser tomado de aquí: http://www.untaljesus.net/ Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/ Para la revisión de vida ¿Te produce satisfacción tu trabajo? ¿Encuentras sentido en lo que haces y vives? ¿Cómo vives tus afanes en el trabajo, en todo lo que realizas a lo largo del día? ¿Qué haces para despojarte del hombre viejo: el egoísmo, la envidia, la mentira... y revestirte de las actitudes de Jesús: bondad, amor, misericordia, comprensión...? ¿Cómo vas renovando en ti la imagen de tu creador día a día? ¿Te sientes apegado a tus bienes, pocos o muchos, los que tengas...? ¿Qué quieres hacer con ellos? ¿Cómo puedes hacerte rico en Dios? Para la reunión de grupo - Leer no sólo el texto propuesto en la Liturgia para este Domingo, procurar leer algo más del libro de Qohélet y compartir las respuestas personales al problema que se plantea el autor: ¿qué saca el hombre de todo su trabajo, de los afanes con que trabaja bajo el sol? ¿Pensamos que la vida es vaciedad sin sentido? ¿Qué sentido damos a nuestra vida? - El dualismo platónico (un mundo de arriba y otro de abajo, uno espiritual y otro terrenal, esa aspiración hacia el mundo de arriba espiritual huyendo del mundo de abajo material...), ¿forma parte del cristianismo, o es sólo un elemento cultural helenista en el que nos viene envuelto el mensaje de Pablo? ¿Se puede ser cristiano y no ser platónico ni dualista? ¿Se puede expresar el mismo mensaje con otras imágenes, y con negación explícita del dualismo? Para la oración de los fieles - Para que todos los que formamos la Iglesia, vivamos con fuerza nuestro bautismo, lo renovemos cada día y vayamos despojándonos de la vieja condición humana y sus actitudes, roguemos... - Movidos por el Espíritu de Jesús pidamos fuerza para no dejarnos llevar por la codicia, antes bien promovamos la justicia, el compartir. Que sepamos afanarnos por acumular los bienes que merecen la pena y que nos hacen más felices a nosotros y a los que nos rodean. Roguemos... - Que el Señor nos conceda un corazón dócil a su Palabra, como el de María nuestra Madre, que pone por obra aquello que escucha, roguemos... - Por los que más sufren entre nosotros, por cualquier motivo: hambre, persecución, enfermedad, mentira... que puedan contar con nuestro apoyo y ayuda desinteresada, roguemos... - Siempre es necesario pedir a nuestro Dios nos regale el don de la paz: a cada persona, a cada grupo, familia, a las naciones. Que sea posible la superación de las guerras, los odios, divisiones entre los humanos, por medio del diálogo, el entendimiento, la mansedumbre y la práctica de la justicia, roguemos... Oración comunitaria Líbranos Señor de toda codicia. Concédenos Señor un corazón sencillo, que no ambicione más allá de lo que necesitamos que sepa agradecer lo que ya tenemos, lo que cada día nos regalas Tú y nuestros hermanos. Confesamos que sólo Tú eres nuestro verdadero tesoro, Y en tus manos amorosas queremos vivir confiados. Que no nos cansemos de vivir así, buscando primero y ante todo el Reino. Padre, que tu Espíritu nos haga cada vez más amantes de la Vida y del Amor que la favorece. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Jul 2010 05:06 PM PDT Por Alfredo Mª Pérez Oliver, cmf. - Iris de Paz Publicado por Ciudad Redonda Ensayo sociológico Recientemente he leído una historia in terpelante que viene de Occidente y que me sirve para alertar a mis lectores. He aquí la historia un poco sintetizada:«Un día invernal, a hora punta, un violi nista se situó a la entrada de una esta ción de Metro de Washington y se puso a tocar su violín. Durante cincuenta mi nutos los precipitados viajeros no para ban mientes en seis piezas de Bach que emitían las cuerdas del afinado violín. Se calcula que pasaron miles en esa ho ra y fueron muy pocos los que frenaban el paso, escuchaban unos segundos y algunos dejaban caer alguna moneda en el sombrero. Los que controlaban la ex periencia pudieron contabilizar que só lo unos seis pararon unos minutos y una mujer agradeció al músico su inter pretación. Pero no hubo aplausos y me nos alguien que pidiera un bis. En el fondo del sombrero se recogieron 32 dólares. El violinista que accedió a la experien cia que quiso hacer y filmar el periódi co The Washington Post se llama Joshua Bell, uno de los mejores del mundo. Dos días antes de su presencia en el Metro, había llenado un Teatro de Bos ton con melómanos que –el que menos- había pagado cien dólares por asistir al concierto del afamado músico. Tanto en el teatro como en el Metro había ejecu tado las mismas seis piezas de Bach y usado el mismo violín Stradivarius, va lorado en tres millones y medio de dó lares. La idea del periódico era realizar un en sayo sociológico sobre el comporta miento de las personas. Comprobaron que el personal puede pasar junto a be llezas o acontecimientos sublime sin captarlos. Si se llevan otras preocupa ciones en la cabeza (en este caso las prisas por llegar al trabajo o a alguna actividad), están prácticamente incapa citados para percibir lo que sucede al rededor. Y con frecuencia esta incapa cidad agravada por tópicos: “Estos po bres músicos fracasados tienen que re currir a estas estaciones de metro para sacar un pequeño sueldo”». Esta historia me sonó a una señal de alarma. ¿Cuántas veces habré pasado de largo sin captar maravillas? ¿Será oportuno que un altavoz avise unos metros antes de llegar a la estación suburbana y grite: ¡Es tén al tanto!, el músico no es un pobretón, su violín vale tres millones y medio de dó lares y ayer llenó el teatro con gente que pagó más de cien dólares por la entrada? La grande del carisma (o el país de las maravillas) Daría un salto, olvidándome de la artrosis, si supiera encandilar al menos a al gunos lectores, como supo hacerlo Lewis Carroll, a incontables niños para volar con su imaginación corriendo detrás de un Co nejo Blanco y quedar entusiasmados con un maravilloso país en el que se aventuraba una inquieta niña llamada Alicia. En artículos anteriores he intentado ex plicar que los llamados a la Vida Religiosa son llamados a seguir a Jesús de cerca y a configurarse con el proyecto existencial que quiso vivir al poner su tienda de cam paña entre los humanos, y así entrar en una país desconocido lleno de maravillas y también de responsabilidades Lo expre sa Juan Pablo II sin rodeos: «A lo largo de los siglos nunca han fal tado hombres y mujeres que, dóciles a la llamada del Padre y a la moción del Espíritu, han elegido este camino de es pecial seguimiento de Cristo» (VC 1). «Todos somos conscientes de la riqueza que para la comunidad eclesial constitu ye el don de la Vida Consagrada en la variedad de sus carismas» (VC 2). Quiero entender que ese “todos” ex presa un deseo del Papa. El seguimiento de Cristo configurando la vida con su proyecto de vida en virgini dad, pobreza y obediencia, es lo que en teología llaman “Carisma genérico”. Intentaré ahora hablar del carisma específico. Sólo un preámbulo pues el espacio no da para más. Continuará en próximos artícu los. Conocer el país que se esconde tras la palabra “Carisma” Con perdón de la R.A.E, si me lo con cede, tengo que advertir que la defini ción que ofrece el diccionario es incom pleta y deja en la penumbra el significa do primario. Define así:”Don gratuito que Dios concede con abundancia a una cria tura”. Y no explicita que ese don es con cedido para el bien y el servicio de los hermanos. En cristiano decimos: “Para construir Iglesia”. Este sello de autentici dad aleja del sentido en lenguaje corrien te que achaca la posesión del carisma a un político o un actor que, principalmen te, administran su carisma para su propia gloria o intereses particulares.. Posible decepción Tengo el complejo que sufrió Bell en el Metro. Se sintió decepcionado porque no supo atrapar la atención de los viandantes que pasaban delante sin hacerle caso. Si nadie reacciona antes estos artículos y dedica unos minutos a conocer más y me jor las maravillas de la Vida Consagrada, quedaré decepcionado. Pero seguiré ha ciendo sonar mi pobre violín, para que “todos” conozcan lo que son y significan en la Iglesia sus hermanos religiosos. Aun que está claro que mi violín no es un Stradivarius. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Jul 2010 04:58 PM PDT Aquí estamos delante de ti, ¡oh Espíritu Santo! Sentimos el peso de nuestras debilidades, pero estamos todos reunidos en tu nombre; ven, asístenos, ven a nuestros corazones; enséñanos tú lo que debemos hacer, muéstranos tú el camino a seguir, realiza en nosotros todo cuanto te pedimos. Tú seas sólo el que nos sugiera y guíe en nuestras decisiones, porque tú sólo con Dios Padre y con su Hijo, tienes un nombre santo y glorioso; no permitas que por nosotros sea dañada la justicia, tú que amas el orden y la paz; no nos desvíe la ignorancia; no nos vuelva parciales la humana simpatía, no seamos influenciados por cargos o personas; tennos sujetos a ti y nunca nos separaremos de la verdad; haz que reunidos en tu santo nombre, sepamos contemplar bondad y ternura juntos, de modo que hagamos todo en armonía contigo, en la esperanza de que por el fiel cumplimiento del deber se nos den los premios eternos . Amén.2. Lectura orante de la Palabra – Lectio Del evangelio como lo cuenta Lucas 13 Uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo.» 14 Él le respondió: «¡Hombre! ¿Quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?» 15 Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aunque alguien posea abundantes riquezas, éstas no le garantizan la vida.» 16 Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; 17 y pensaba entre sí, diciendo: `¿Qué haré, pues no tengo dónde almacenar mi cosecha?' 18 Y dijo: `Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, edificaré otros más grandes, reuniré allí todo mi trigo y mis bienes 19 y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea.' 20Pero Dios le dijo: `¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?' 21 Así es el que atesora riquezas para sí y no se enriquece en orden a Dios.» 3. Rumiar la Palabra – Meditatio 3.1. Claves de lectura: El texto propuesto por la liturgia para este Domingo 18º del tiempo ordinario, forma parte de un discurso bastante largo de Jesús sobre la confianza en Dios que quita todo temor (Lc 12, 6-7) y sobre el abandono en la providencia de Dios (Lc 12, 22-32). El pasaje de hoy en efecto está precisamente en medio de estos dos textos. He aquí algunas enseñanzas dadas por Jesús, antes de que fuese interrumpido por aquel “ uno de la gente” (Lc 12, 13), sobre esta confianza y abandono: Lc 12, 4-7: «Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése. «¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos. Lc 12, 11-12: «Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir.» Es exactamente en este punto cuando el hombre interrumpe el discurso de Jesús, mostrando su preocupación sobre cuestiones de herencia (Lc 12,13). Jesús predica que no hay “que tener temor de los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más” (Lc 12,4), y este hombre no percibe el significado de las palabras de Jesús dirigidas a aquéllos que Él reconoce como “mis amigos” (Lc 12,4). Por el evangelio de Juan sabemos que, amigo de Jesús es aquél que conoce a Jesús. En otras palabras, conoce todo lo que Él ha oído del Padre (Jn 15,15). El amigo de Jesús debería saber que su Maestro está radicado en Dios (Jn 1,1), y que su única preocupación consiste sólo en intentar hacer la voluntad de aquél que lo ha enviado (Jn 4, 34). La amonestación y el ejemplo de Jesús a sus amigos es el de no afanarse por las cosas materiales, porque “ la vida vale más que el alimento y el cuerpo más que el vestido” (Mt 6,25). En un contexto escatológico Jesús aconseja: “Mirad a vosotros mismos, para que vuestros corazones no se emboten con la crápula, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida” (Lc 21.34). Por eso, la pregunta de aquel hombre que pide a Jesús que diga a su “hermano que divida la herencia” (Lc 12,13) es superflua delante del Señor. Jesús rechaza hacer de juez entre las partes (Lc 12, 14), como en el caso de la mujer adúltera (Jn 8, 2-11). Se nota que para Jesús no tiene importancia cuál de los dos tiene razón. Él se mantiene neutral en la cuestión entre los dos hermanos, porque su reino no es de este mundo (Jn 18,36). Este comportamiento de Jesús refleja la imagen que nos da Lucas del Señor manso y humilde. La acumulación de los bienes materiales, la herencia, la fama, el poder, no entra en la escala de valores de Jesús. Él, en efecto, usa el problema de los dos hermanos para subrayar que la “vida no depende de los bienes” (Lc 12,15), aunque sean abundantes. Según su costumbre, también aquí Jesús enseña por medio de una parábola, en la cuál nos presenta “un hombre rico” (Lc 12,16), nosotros diríamos, un rico inconsciente que no sabe qué hacer de sus bienes tan abundantes (Lc 12,17). Nos recuerda este tal, al rico epulón que todo encerrado en sí mismo no se acuerda de la miseria de Lázaro (Lc 16,1-31). Ciertamente, que a este hombre rico no lo podemos definir como justo. Justo es aquel que, como Job, comparte con los pobres los bienes recibidos de la providencia de Dios: “porque socorría al pobre que pedía ayuda, al huérfano que no tenía a nadie. La bendición del que moría descendía sobre mí y en el corazón de la viuda infundía el gozo” (Job 29, 12-13). El rico de la parábola es un hombre necio (Lc 12,20), que tiene el corazón lleno de los bienes recibidos, sin acordarse de Dios, sumo y único bien. Él, “ acumula tesoros para sí, y no se enriquece ante Dios” (Lc 12,21). En su necedad él no cae en la cuenta que todo le viene dado por la providencia de Dios, no sólo los bienes, sino también la misma vida. Lo hace notar la terminología usada en la parábola: La cosecha: “Los campos […] dieron mucho fruto” (Lc 12.16). La vida: “esta noche te reclamarán el alma” (Lc 12,20). No es la riqueza en sí misma la que constituye la necedad de este hombre, sino su avaricia que revela su locura. Pues él dice: “Alma mía, tienes a disposición muchos bienes, por muchos años; descansa, come , bebe y date la buena vida” (Lc 12,19). La conducta del sabio, por el contrario, es muy diferente. Lo vemos por ejemplo encarnado en la persona de Job, que exclama con serenidad: “¡Desnudo salí del seno de mi madre, y desnudo regresaré. El Señor lo ha dado , el Señor lo ha quitado, bendito sea el nombre del Señor!” (Job 1,21). La tradición sapiencial nos trae muchas enseñanzas sobre la conducta del justo ante la riqueza: Prov 27,1; Ecle 11.19; Eclo 2,17-23; 5,17-6,2. También el Nuevo Testamento nos amonesta sobre esto: Mt 6,19-34; 1Cor 15, 32; Sant 4; 13-15; Ap 3, 17-18. 3.2 Preguntas para orientar la meditación y actualización: ● ¿Qué te ha llamado más la atención en este pasaje y en la reflexión? ● ¿Qué te dice el hecho de que Jesús permanezca neutral ante la cuestión del hombre rico? ● ¿Crees que la avaricia tiene algo que ver con la condición social en la que uno se encuentra? ● ¿Crees en la providencia divina? ● ¿Eres consciente de que lo que tienes viene de Dios, o te sientes dueño absoluto de tus bienes? 4. Oratio 1Crónicas 29: 10,19 «¡Bendito tú, oh Yahvé, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre hasta siempre! Tuya, oh Yahvé, es la grandeza, la fuerza, la magnificencia, el esplendor y la majestad; pues tuyo es cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyo, oh Yahvé, es el reino; tú te levantas por encima de todo. De ti proceden las riquezas y la gloria. Tú lo gobiernas todo; en tu mano están el poder y la fortaleza, y es tu mano la que todo lo engrandece y a todo da consistencia. Pues bien, oh Dios nuestro, te celebramos y alabamos tu Nombre magnífico. Pues, ¿quién soy yo y quién es mi pueblo para que podamos ofrecerte estos donativos? Porque todo viene de ti, y de tu mano te lo damos. Porque forasteros y huéspedes somos delante de ti, como todos nuestros padres; como sombras son nuestros días sobre la tierra y no hay esperanza. Yahvé, Dios nuestro, todo este grande acopio que hemos preparado para edificarte un templo para tu santo Nombre viene de tu mano y tuyo es todo. Bien sé, Dios mío, que tú pruebas los corazones y amas la rectitud; por eso te he ofrecido voluntariamente todo esto con rectitud de corazón, y ahora veo con regocijo que tu pueblo, que está aquí, te ofrece espontáneamente sus dones. Oh Yahvé, Dios de nuestros padres Abrahán, Isaac e Israel, conserva esto perpetuamente para formar los pensamientos en el corazón de tu pueblo y dirige tú su corazón hacia ti. Da a mi hijo Salomón un corazón perfecto, para que guarde tus mandamientos, tus instrucciones y tus preceptos, para que todo lo ponga por obra y edifique el alcázar que yo te he preparado.» 5. Contemplatio Salmo 119:36-37 Inclina mi corazón a tus dictámenes, y no a ganancias injustas. Aparta mis ojos de la vanidad, hazme vivir por tu palabra. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Jul 2010 04:44 PM PDT Por P. Félix Jiménez Tutor, escolapio Cuentan que Buda tuvo que refugiarse en la cabaña de un pescador a causa de una tormenta. El pescador que no sabía quien era su huésped le ofreció una humilde cena y una cama.A la mañana siguiente, al despedirse, Buda le dijo quién era, le dio las gracias por la hospitalidad y le dijo que le pidiera lo que quisiera. "Quiero oro", le dijo el pescador. Preocupado por su bienestar, Buda le aconsejó: "El oro adquirido sin esfuerzo es una maldición, no una bendición. Te enseñaré por tanto la manera de adquirirlo". En la playa, en frente de tu casa, hay una piedra mágica. Si la encuentras y tocas con ella un trozo de acero, éste se convertirá en oro. El pescador que llevaba una pulsera de acero se puso de inmediato a buscar la piedra mágica. Tocaba su pulsera con las piedras y las lanzaba al mar. El ansia del oro no le permitía descansar. Y así fue lanzando todas las piedras al mar. Finalmente, miró su pulsera y, oh sorpresa, se había convertido en oro. Pero, ¿dónde estaba la piedra mágica? La había lanzado al fondo del mar. La piedra mágica se había perdido en el frenesí avaricioso de encontrarla y hacerse rico. El mejor uso de la vida es gastarla en algo que perdure más allá de la misma vida. Hay que pensar en todo y también en el final, en la muerte, cosa que nuestro hombre rico, calificado de loco no hizo. Loco o tonto es el que lo tiene todo menos a Dios, el que su escala de valores está totalmente invertida. Este hombre rico no es el José, el hijo de Jacob, que en Egipto ante una gran cosecha abre nuevos graneros y almacena el trigo para la salvación de los demás. El hombre rico de la parábola sólo piensa en sí, en su seguridad, en sus placeres, en su vida guardada en una caja fuerte. Como tantos otros personajes criticados por Jesús, el rico epulón que ignora a Lázaro, no ve ni piensa en los demás. Sin Dios, todo gira en torno a él, sólo existe él. A pesar de creer tener la vida asegurada, el seguro de la abundancia, ese mismo día muere y su riqueza, ironía de la parábola, va a parar a los demás. Esta parábola, proclamada este domingo, en tiempo de cosecha y este año de una gran cosecha, nos enfrenta con la enseñanza de Jesús sobre el uso del dinero y de la riqueza. En estos tiempos en que todos somos educados para ser ávidos consumidores y grandes individualistas esta enseñanza de Jesús es más relevante que cualquier otra. Jesús nos dice: "Mirad, guardaos de toda clase de codicia" Todo lo que tienes es de Dios y le pertenece a él y a los demás. El hombre no es un ser solitario. Es relación y vive con los demás. Y en la cultura judía esto era más verdad. Se vivía en la familia, en el clan, en la tribu. No había hombres solos. Este hombre rico, desconectado de Dios y de los demás, habla consigo mismo. Ha triunfado, lo tiene todo, pero no tiene a nadie con quien compartirlo y disfrutarlo. Nadie escucha su monólogo: "túmbate, come, bebe y date buena vida". Él es toda la audiencia. Y como en la historia de la piedra mágica el buscador del oro lo pierde todo. "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios". La piedra que transforma la vida entera en oro, en felicidad, en riqueza eterna, "en darte buena vida" es haberla vivido con y para los demás desde el único mandamiento de Dios, el del amor. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Jul 2010 03:57 PM PDT «Túmbate, come, bebe y date buena vida»: ésta consigna del hombre rico de la parábola evangélica no es nueva. Ha sido el ideal de no pocos a lo largo de la historia, pero hoy se vive a gran escala y bajo una presión social tan fuerte que es difícil cultivar un estilo de vida más sobrio y sano.Hace tiempo que la sociedad moderna ha institucionalizado el consumo: casi todo se orienta a disfrutar de productos, servicios y experiencias siempre nuevas. La consigna del bienestar es clara: «date buena vida». A través de las marcas y modelos de los más variados objetos lo que se nos ofrece es juventud, elegancia, seguridad, feminidad o virilidad, naturalidad, poder, vitalidad. La vida la hemos de alimentar en el consumo. Otro factor decisivo en la marcha de la sociedad actual es la moda. Siempre ha habido en la historia de los pueblos corrientes y gustos fluctuantes. Lo nuevo es el «imperio de la moda» que se ha convertido en el guía principal de la sociedad moderna. Ya no son las religiones ni las ideologías las que orientan los comportamientos de la mayoría. La publicidad y la seducción de la moda van sustituyendo a la Iglesia, la familia o la escuela. Es la moda la que nos enseña a vivir y a satisfacer las «necesidades artificiales» del momento. Otro rasgo que marca el estilo moderno de vida es la seducción de los sentidos y el cuidado de lo externo. Hay que atender el cuerpo, la línea, el peso, la gimnasia y los chequeos; hay que aprender terapias y remedios nuevos; hay que seguir de cerca los programas de consejos médicos y culinarios. Hay que aprender a «sentirse bien» con uno mismo y con los demás; hay que saber moverse de manera hábil en el campo del sexo: conocer todas las formas de posible disfrute, gozar y acumular experiencias nuevas. Sería un error «satanizar» esta sociedad que ofrece tantas posibilidades para cuidar las diversas dimensiones del ser humano y para desarrollar una vida integral e integradora. Pero no sería menos equivocado dejarse arrastrar frívolamente por cualquier moda o reclamo reduciendo la existencia a puro bienestar material. La parábola evangélica invita a descubrir la insensatez que se puede encerrar en este planteamiento de la vida. Para acertar en la vida no basta pasarlo bien. El ser humano no es sólo un animal hambriento de placer y bienestar. Está hecho también para cultivar el espíritu, conocer la amistad y la ternura, experimentar el misterio de lo transcendente, agradecer la vida, vivir la solidaridad. Es inútil quejarse de la sociedad actual. Lo importante es actuar de manera inteligente. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Jul 2010 03:46 PM PDT ![]() Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (13,47-53): En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?» Ellos les contestaron: «Sí.» Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.» Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí. Compartiendo la Palabra Por CELAM - CEBIPAL Ser discípulos del reino “Se parece al dueño de casa que sacad de su tesoro cosas nuevas y viejas” El evangelio de hoy nos presenta dos pequeñas parábolas que nos ilustran muy bien en qué consiste el reino de los cielos: la red y el letrado que se ha hecho discípulo del reino. La parábola de la red empieza con una mirada universal. La red es una y “echada en el mar atrapa peces de toda especie” (47). Es como si Jesús quisiera recordarnos que el Reino de los cielos está abierto a todos. No se trata aquí de una red selectiva en la cual sólo entran algunos peces. Posteriormente Mateo nos habla de pescadores y de selección. Ellos escogen y apartan los buenos de los malos. Los primeros los ponen en cestas y los segundos los tiran. Esto nos hace recordar la comparación de Jesús citada en Mateo 25,31-46 hablando del juicio final cuando coloca a las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. A este punto es importante recordar que el don de la salvación es ofrecido a todos. También nos lo confirma el hecho de que la red la sacan solamente cuando está llena. Jesús aplica esta parábola a aquello que sucederá al fin del mundo con los malos que serán echados al horno de fuego. Antes de continuar su discurso Jesús, como queriendo captar la atención de sus oyentes, pregunta: “¿Lo han entendido todo? (51) y ellos le responden que sí. A la respuesta afirmativa de quienes lo escuchan Jesús añade la última parábola que nos aclara muchos aspectos. Empieza con una afirmación bien interesante. Habla de “un letrado que se ha hecho discípulo del reino” (52). Es interesante ver cómo Jesús, en esta parábola, ya no habla de una comparación con el reino de los cielos, sino con uno que se ha hecho discípulo del reino. Si pasamos esta expresión por las parábolas anteriores podríamos afirmar que discípulo del reino es: 1. Quien ha dejado que la semilla de la Palabra de Dios caiga en su vida como en un terreno fértil y produzca ciento, sesenta y treinta por ciento. 2. Quien creciendo junto a la cizaña se ha mantenido como buen trigo que al final es llevado a los graneros del reino. 3. Quien dejando que en su corazón crezca la Palabra de Dios, se ha hecho árbol frondoso capaz de ser casa para otros 4. Quien como buena levadura es capaz de fermentar la masa del pueblo donde se encuentra. 5. Quien se desprende con alegría de todo lo que tiene, para adquirir el verdadero tesoro y la perla fina. 6. Quien así obra será como el pescado bueno escogido y metido en la cesta. ¿Que es lo que hace de particular quien se ha hecho discípulo del reino? El texto nos dice que “se parece al dueño de una casa que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas”. (52). Es interesante esta afirmación. No solamente saca cosas ‘nuevas’ rechazando lo que de alguna forma podría llamar ‘viejo’. Es el equilibrio de quien sabe aprovechar todo sin aferrarse ni a las tradiciones antiguas ni a las novedades del momento. Sabe que todo esto puede servir para hacerse ‘discípulo del reino’. Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón 1. ¿A qué se refiere Jesús cuando habla de peces buenos y malos? ¿Qué hace con cada uno de ellos? 2. Según mi modo de proceder, ¿a dónde iría a parar yo, a la cesta de los peces buenos o al fuego? 3. ¿Cuáles son las tradiciones o las novedades a las cuales nos aferramos en la familia o en la comunidad o que más rechazamos? Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Jul 2010 03:50 PM PDT Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos: «Baja ahora mismo al taller del alfarero, y allí te haré oír mis palabras». Yo bajé al taller del alfarero, mientras él trabajaba en el torno. Y cuando la vasija que estaba haciendo le salía mal, como suele pasar con la arcilla en manos del alfarero, él volvía a hacer otra, según le parecía mejor. Entonces la palabra del Señor me llegó en estos términos: «¿No puedo Yo tratarlos a ustedes, casa de Israel, como ese alfarero? -oráculo del Señor-. Sí, como la arcilla en la mano del alfarero, así están ustedes en mi mano, casa de Israel». Palabra de Dios. SALMO RESPONSORIAL 145, 1b-6b R. ¡Feliz el que se apoya en el Señor! ¡Alaba al Señor, alma mía! Alabaré al Señor toda mi vida; mientras yo exista, cantaré al Señor. R. No confíen en los poderosos, en simples mortales, que no pueden salvar: cuando expiran, vuelven al polvo, y entonces se esfuman sus proyectos. R. Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob y pone su esperanza en el Señor, su Dios: Él hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. R. Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,47-53): En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?» Ellos les contestaron: «Sí.» Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.» Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí. Palabra del Señor LITURGIA DE LAS HORAS TIEMPO ORDINARIO JUEVES DE LA SEMANA XVII Del Común de santas mujeres - Salterio I 29 de julio SANTA MARTA. (MEMORIA) Era hermana de María y de Lázaro; cuando hospedó al Señor en su casa de Betania se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano. LAUDES (Oración de la mañana) INVOCACIÓN INICIAL V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. INVITATORIO Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta de santa Marta. Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. |








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