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viernes, 23 de julio de 2010

Lecturas del día 23-07-2010

23 de Julio de 2010, MES DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. VIERNES XVI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. (Ciclo C) 4ª semana del Salterio. SANTA BRÍGIDA, religiosa. Patrona de Europa, Fiesta.. AÑO SANTO COMPOSTELANO. SS. Ezequiel pro, Juan Casiano pb, Beata Margarita M. L. de Maturana.

Santa Brígida, la “mensajera del gran Señor”, como ella se consideraba, es también hoy para nosotros un estímulo para que este mensaje sea llevado al mundo (Cristo le dijo: “Yo no hablo para ti sola, sino para la salvación de los demás”) con idéntica coherencia y alegría. Y el fruto que se pide en la intercesión de la colecta es el de gozar. Aunque pasemos por pruebas espirituales parecidas a las que le acompañaron antes de la manifestación definitiva de su Señor (el doble contratiempo de la fallida autorización total de su instituto y de la fallida vuelta definitiva del papa a Roma de la cautividad aviñonesa), tengamos la certeza, a la espera, de la manifestación del Señor resucitado, Como ella, que fue ratificada en una última revelación, antes de morir, sobre la conformidad de su misión a la voluntad divina, podemos aprender a esperar pese a todos los fracasos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Ga 2, 19-20. Vivo yo,pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
Sal 33. R/. Bendigo al Señor en todo momento.
Jn15, 1-8. El que permanece en mi y yo en el, ese da fruto abundante
.

PRIMERA LECTURA.
Gálatas 2, 19-20
Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí
Hermanos: Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Salmo 33.
R./.Bendigo al Señor en todo momento.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.

R. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias.

R. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias.

R. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.

R. Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada. R.


SANTO EVANGELIO

Juan 15, 1-8
El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mi no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

Palabra del Señor.

Comentario de la Primera Lectura: Gá 2, 19-20. Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
Cómo llegó Pablo a ser apóstol. Los que eran reconocidos de mayor autoridad no me dieron nuevas instrucciones y lejos de eso, reconocieron que Dios me había confiado la misión de anunciar el evangelio a los no judíos, así como a Pedro le había confiado la misión de anunciárselo a los judíos. Pues el mismo que envió a Pedro como apóstol a los judíos me envió también a mí como apóstol a los no judíos.

Así pues, Santiago, Cefas y Juan, que eran tenidos por columnas de la iglesia reconocieron que Dios me había concedido este privilegio. Y para confirmar que nos aceptaban como compañeros, nos dieron la mano a mí y a Bernabé, y estuvieron de acuerdo en que nosotros fuésemos a trabajar entre los no judíos, en tanto que ellos trabajarían entre los judíos. Tan solo nos pidieron que nos acordásemos de los pobres, cosa que me he esforzado en hacer.

Pero cuando Cefas fue a Antioquía le reprendí en su propia cara porque lo que estaba haciendo era condenable. Porque al principio comía con los no judíos, pero luego que llegaron algunas personas de parte de Santiago, comenzó a separarse y dejó de comer con ellos por miedo a los fanáticos de la circuncisión.

Nosotros somos judíos de nacimiento, y no pecadores paganos.” Sin embargo, sabemos que nadie es reconocido como justo por cumplir lo que manda la ley de Moisés, sino por la fe en Jesucristo. Por eso, también nosotros hemos creído en Jesucristo, para que Dios nos reconozca como justos por medio de la fe en Cristo y no por cumplir la ley. Porque nadie será reconocido como justo por cumplir la ley.

Ahora bien, si nosotros, buscando ser reconocidos como justos por medio de Cristo resultamos también ser pecadores, ¿querrá eso decir que Cristo nos hace pecadores? ¡De ninguna manera! pues si destruyo algo y luego vuelvo a construirlo, yo mismo soy el culpable. Porque por medio de la ley yo he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy crucificado, ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.” Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí. No quiero rechazar la bondad de Dios: si uno fuera hecho justo por cumplir la ley, Cristo habría muerto inútilmente.

Comentario del salmo 33. Bendigo al Señor en todo momento.
Es un salmo de acción de gracias individual. Quien toma la palabra ha atravesado una situación muy difícil, ha pasado por “temores” (5) y «angustias» (7), «ha consultado al Señor» (5), «ha gritado» (7) y ha sido escuchado. El Señor le «respondió» y lo “libró” (5), lo «escuchó» y lo “libró de todas sus angustias” (7) ahora esta persona está en el templo de Jerusalén para dar gracias. Está rodeada de gente (4.6, 12.15), pues la acción de gracias se hacía en voz alta, en un espacio abierto. El salmista hace su acción de gracias en público, de modo que mucha gente puede llegar a conocer el «favor alcanzado». De este modo, el salmo se convierte en catequesis.

Los salmos de acción de gracias tienen, normalmente, una introducción, un núcleo central y la conclusión. Este sólo tiene introducción (2-4) y núcleo central (5-23), sin conclusión, pues tal vez la oración de agradecimiento concluyera con la presentación de un sacrificio. Es un salmo alfabético, como tantos otros (véase, por ejemplo, el salmo 25). Esto quiere decir que, en su lengua original, cada versículo comienza con una de las letras del alfabeto hebreo. En las traducciones a nuestra lengua, este detalle se ha perdido. El núcleo (5-23) tiene dos partes. La primera (5-11) es la acción de gracias propiamente dicha; la segunda (12-23) funciona como una catequesis dirigida a los peregrinos, y tiene un deje del estilo sapiencial, esto es, quiere transmitir una experiencia acerca de la vida, de manera que los que escuchan puedan tener una existencia más larga y más próspera.

La introducción (2-4) presenta al salmista después de haber sido liberado y rodeado de fieles empobrecidos. Empieza a bendecir al Señor por toda la vida e invita a los pobres que le escuchan a alegrarse y a unirse a su acción de gracias. En la primera parte del núcleo (5-11) expone el drama que le ha tocado vivir, qué es lo que hizo y cómo fue liberado; en la segunda (12-2 3), convierte su caso en una enseñanza para la vida. Invita a los pobres a que se acerquen y escuchen. La lección es sencilla: no hay que imitar la actitud de los ricos que calumnian y mienten; hay que confiar en el Señor y acogerse a él para disfrutar de una vida larga y próspera.

Este salmo manifiesta la superación de un terrible conflicto. De hecho, la expresión «consulté al Señor» (5) se refiere a un acontecimiento concreto. Las personas acusadas injustamente y, a consecuencia de ello, perseguidas, iban a refugiarse al templo de Jerusalén. Allí pasaban la noche a la espera de una sentencia. Por la mañana, un sacerdote echaba las suertes para determinar si la persona acusada era culpable o inocente. Este fue el caso de quien compuso este salmo. Pasó la noche en el templo, confiado, y por la mañana fue declarado inocente. Entonces decide dar gracias al Señor, manifestando ante los demás pobres que estaban allí las maravillas que Dios había hecho en su favor.

Este salmo nos da información acerca de la situación económica del salmista. Es pobre: «Este pobre gritó, el Señor lo escuchó y lo libró de todas sus angustias» (7). Y pobres son también las personas que lo rodean en el templo, en el momento de su acción de gracias: «Mi alma se gloría en el Señor: que escuchen los pobres y se alegren» (3). Además, el salmista invita a los empobrecidos a que proclamen su profesión de fe: «Repetid conmigo: ¡El Señor es grande! Ensalcemos juntos su nombre» (4).

¿Qué es lo que le había pasado a esta persona pobre? Antes de que lo declararan inocente, había pasado por momentos difíciles. De hecho, habla de «temores» (5) y «angustias» (7). Cuando presenta ante sus oyentes una especie de catequesis, recuerda los clamores de los justos (16) y sus gritos en los momentos de angustia (18). Estos justos tienen el corazón herido y andan desanimados (19) a causa de las desgracias que tienen que sufrir (20). ¿Qué es lo que hacen en situaciones como esta? Gritan (18) como había gritado el mismo salmista (7), refugiándose en el Señor, consultándolo (5), para ser declarados inocentes y obtener la salvación. Obran así porque temen al Señor (8.10.12) y se acogen a él (9.23).

¿Quién había acusado y perseguido a esta persona pobre? El salmo nos presenta a sus enemigos. Son ricos (11), su lengua pronuncia el mal y sus labios dicen mentiras (14); se les llama «malhechores» (17), son «malvados» y «odian al justo» (22). ¿Por qué se comportan de este modo? Ciertamente porque el justo los molesta, los denuncia, no les da respiro. Entonces lo odian, lo calumnian y lo persiguen, buscando el modo de arrancarle la vida. El profetismo del pobre incomoda a los ricos. El término «prosperar» (13) y su contexto (12-15) permiten sospechar cine la mentira de los ricos condujo al salmista a la pérdida de sus bienes y a ser perseguido a muerte.

Se trata de un salmo que hace una larga profesión de fe en el Dios de la Alianza, aquel que escucha el clamor de su pueblo, que toma partido por el pobre que padece injusticias y lo libera, Dejemos que el salmo mismo nos muestre el rostro de Dios. Este responde y libra (5), «escucha» (7) y su ángel acampa en torno a los que lo temen y los libera (8). Es esta una enérgica imagen que muestra al Dios amigo y aliado como un guerrero que lucha en defensa de su compañero de alianza. Además, el Señor no permite que falte nada a los que lo temen y lo buscan (10.11), cuida de los justos (16) y escucha atentamente sus clamores (16), se enfrenta con los malhechores y honra de la tierra su memoria (17), escucha los gritos de los justos y los libra de todas sus angustias (18), está cerca de los de corazón herido y salva a los que están desanimados (19); libera al justo de todas sus desgracias (20), protegiendo sus huesos (21); se enfrenta a los malvados y los castiga (22), rescatando la vida de sus siervos, esto es, de los justos que lo temen (23).

Este largo rosario de acciones del Señor puede resumirse en una única idea: se trata del Dios del éxodo, que escucha el clamor de los que padecen injusticias y baja para liberarlos. A cuantos se han beneficiado de esta liberación sólo les resta una cosa: aclamar y celebrar al Señor liberador.

Este salmo hace una larga profesión de fe en el Dios de la Alianza, aquel que escucha el clamor de su pueblo, que toma partido por el pobre que padece injusticias y lo libera, Dejemos que el salmo mismo nos muestre el rostro de Dios. Este responde y libra (5), «escucha» (7) y su ángel acampa en torno a los que lo temen y los libera (8). Es esta una enérgica imagen que muestra al Dios amigo y aliado como un guerrero que lucha en defensa de su compañero de alianza. Además, el Señor no permite que falte nada a los que lo temen y lo buscan (10.11), cuida de los justos (16) y escucha atentamente sus clamores (16), se enfrenta con los malhechores y honra de la tierra su memoria (17), escucha los gritos de los justos y los libra de todas sus angustias (18), está cerca de los de corazón herido y salva a los que están desanimados (19); libera al justo de todas sus desgracias (20), protegiendo sus huesos (21); se enfrenta a los malvados y los castiga (22), rescatando la vida de sus siervos, esto es, de los justos que lo temen (23).

Este largo rosario de acciones del Señor puede resumirse en una única idea: se trata del Dios del éxodo, que escucha el clamor de los que padecen injusticias y baja para liberarlos. A cuantos se han beneficiado de esta liberación sólo les resta una cosa: aclamar y celebrar al Señor liberador.

Este salmo recibe en Jesús un nuevo sentido, insuperable. Su mismo nombre resume todo lo que hizo en favor de los pobres que claman (“Jesús” significa «El Señor salva»). La misión de Jesús consistía en llevar la buena nueva a los pobres (Lc 4,18).

María de Nazaret ocupa el lugar social de los empobrecidos y, en su cántico, retorna el versículo 11 de este salmo: «Los ricos empobrecen y pasan hambre» (compárese con Lc 1,53). Los pobres dan gracias a Jesús por la salvación que les ha traído. Este es, por ejemplo, el caso de María, que unge con perfume los pies de Jesús (Jn 12,3), en señal de agradecimiento por haberle devuelto la vida a su hermano Lázaro.

Es un salmo de acción de gracias. Conviene rezarlo sobre todo cuando queremos dar gracias por la presencia y la acción liberadora de Dios en nuestra vida, especialmente en la vida de los empobrecidos, de los perseguidos y de los que padecen la injusticia. Si nosotros no vivirnos una situación semejante a la del salmista pobre, es bueno que lo recemos en sintonía y solidaridad con los pobres que van siendo liberados de las opresiones y las injusticias.

Comentario del Santo Evangelio: Jn 15, 1-8. El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
En el discurso del cap. 14 Jesús había hablado de su partida. Había garantizado al mismo tiempo a sus discípulos que volvería de nuevo a ellos. Esta promesa de la presencia de Jesús entre los suyos se presenta ahora como cumplida en la alegoría de la vid y los sarmientos Jesús es la fuente de la vida y de los creyentes y de las obras buenas que hagan.

El discurso del cap. 14 se hallaba determinado por el imperativo de creer en Jesús (14, 1): Ahora esta exigencia se expresa con la imagen de espacio y movimiento, de permanecer en él. Es de notar que el único pasaje comparable a éste, con la misma imagen de permanecer en él, lo tenemos a propósito de la eucaristía (6, 56). De ahí que la idea de permanecer en Cristo deba verse en conexión con la eucaristía.

La vid, sumamente familiar a los palestinos una planta que exige muchos cuidados. La misma planta sugiere que sea tomada como ilustración de los cuidados de Dios por su pueblo. Así se había hecho ya en el Antiguo Testamento (Is 5; Jer 2, 21). La destrucción de la viña era el mejor símbolo para expresar las calamidades de carácter nacional (Sal 80, 13-16 Ez 19, 10-14).

Como sabemos por los evangelios sinópticos Jesús se servía de las cosas familiares para transmitir su enseñanza. Ahora quiere hablar de la solidaridad, de la unión íntima entre él y sus discípulos. Para ello utiliza la imagen de la vid y los sarmientos. Conociendo la planta no es necesario afirmar que no todos los tallos prosperan tiene que haber un constante cuidado de poda y limpieza. Esta labor corre a cargo del viñador.

Se afirma claramente una gran sustitución. La vid no es ya el pueblo judío sino Jesús mismo. El viñador sigue siendo el Padre. Notemos que en el cuarto evangelio aparece con frecuencia el pensamiento de la dependencia de Jesús en relación con el Padre.

Llevar frutos es otra imagen frecuente para indicar las buenas obras (Mt 3,8). Las ramas infructuosas son los hombres sin fe y los discípulos apóstatas, al estilo de Judas.

La “limpieza” de la que se habla en el v. 3 sigue en la misma línea de la imagen. El viñador poda y “limpia”. Esta limpieza de los discípulos ha sido llevada a cabo por toda la obra de Jesús, que culminó en su muerte. Aquí el medio de purificación se dice que ha sido la palabra, es decir, se hace referencia a la comunicación de Jesús a los discípulos a través de su venida al mundo. Y puesto que ya están limpios se les pide permanecer en él.

En esta sección el término «permanecer» es utilizado hasta once veces. Ya la estadística anuncia que ese tema dominante. A pesar de la ausencia, los discípulos deben permanecer unidos a Cristo. El promete su presencia en ellos. Unión esencial en orden a dar frutos, es decir en orden a vivir la vida divina y producir las obras buenas que Dios espera de ellos.

El hombre, abandonado a sí mismo, no puede dar esta clase de fruto. La auto-suficiencia, llevada hasta su consecuencia más extrema, aparta de Dios, corta la unión con él. La imagen utilizada por el evangelista se refiere a la separación que tendrá lugar en el último día. Sólo que, como es habitual en Juan, esa imagen es utilizada para describir ya aquí y ahora, el significado de la falta de unión con Dios. La vida “fructuosa” puede ser definida como la vida de unión con Dios, en la cual la oración siempre es atendida.

Después el pensamiento avanza hacia el lenguaje directo. Dar fruto es vivir la vida del verdadero discípulo y con ello, dar gloria a Dios. El pensamiento se mueve entre la iniciativa de Dios en el amor y la respuesta del hombre en la obediencia. Porque el Padre ama al Hijo y el Hijo ama a los discípulos. Este es el fundamento de la fe cristiana y del discipulado. El discípulo debe permanecer en este amor por la obediencia. Esta unión del discípulo con Cristo se asemeja a la que el Hijo tiene con el Padre.

Comentario del Santo Evangelio. Jn 15, 1-8, para nuestros Mayores. ¿De verdad puede un hombre ser hombre sin Cristo.
En el catecismo de san Pío X se hacía el elenco de las llamadas «seis verdades fundamentales» por las que uno podía llamarse cristiano. La sexta decía: «La gracia de Dios es necesaria para salvarse». La comparación con la vid y los sarmientos ilustra esta verdad de un modo elocuente, sin necesidad de explicaciones. Pero el problema está en la vida práctica: ¿cómo hacer tan fuerte la unión con Cristo como para que sea de verdad el tronco en el que injertemos nuestra vida? En un organismo vivo, la sangre corre en los miembros a través de las venas. También en las plantas, la savia se expande desde las raíces y penetra hasta la más pequeña hoja. Las venas que nos unen a Cristo son todos los medios de salvación: la fe, las obras, los sacramentos. Con el bautismo nos “injertamos” en el árbol de Cristo. Éramos una rama que no pertenecía al árbol, pero ahora crecemos en Él (Rm 6,4). La santa Comunión es como una especie de transfusión de vida de Dios en nuestro organismo. La confesión es como una medicina que cura una rama que empezaba a romperse. Todo tiene un solo objetivo: ser con Cristo y en Él.

En teología se distingue entre propiedades naturales del hombre y dones sobrenaturales. El conocimiento racional, la voluntad, el deseo de aprender, etc., pertenecen al hombre en cuanto hombre. La fe, la esperanza y la caridad son, en cambio, dones sobrenaturales, la fuerza de la gracia que opera en nosotros.

Esta distinción es útil para aclararnos, pero no es suficiente.

Hoy se habla de los derechos naturales del hombre, de los deberes y de las virtudes naturales de todos los hombres, sin distinción de religión. También los ateos pueden y deben ser sinceros, honestos y tener respeto a la vida y a la propiedad de los demás. Pero este noble «humanismo», ¿es realizable? ¿De verdad puede un hombre ser hombre sin Cristo? Los Padres de la Iglesia creían que no.

El hombre ha sido creado a «imagen de Dios» (Gn 1,27), es decir, según Cristo. Sin Él nadie en la tierra llegará a ser verdadera y plenamente hombre.

Si permanecéis en mí y mis palabras, permanecen en vosotros.

Si la identificación con Cristo es necesaria para cumplir los deberes humanos, con mayor razón lo es para llevar al mundo la fe en Él. Lo sabe muy bien quien se dedica al trabajo apostólico. Si Cristo no da la fuerza necesaria, sus palabras serán «como un bronce que suena o un címbalo que retiñe» (1Co 13,1). Pero los fieles laicos tienen la misma experiencia: unos a otros se sostienen y se animan, pero sus palabras tienen un efecto distinto. El consejo de uno hace milagros, y quizá nadie presta atención a los hermosos discursos de otro. La diferencia ¿está sólo en la capacidad de hablar bien o en la fuerza de persuasión? La diferencia es Cristo: las palabras son eficaces sólo si es Cristo el que habla por nuestra boca.

Comentario del Santo Evangelio: Jn 15, 1-8, de Joven para Joven. Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
El gran monólogo comienza con una forma especial de expresarse. Ya algunas veces Jesús ha dicho frases «yo soy». Pero lo peculiar, esta vez, precisamente ahora cuando comunicativamente es tan necesario «permanecer» en diálogo mutuo, es el hecho de que este «Yo soy» se complementa con «Mi Padre es» y «Vosotros sois»: «Yo soy la vid verdadera» (15,1), «Yo soy la vid» (15,5), «Mi Padre es el viñador» (15,1) y «Vosotros sois los sarmientos / las cepas» (1 5,5). Se emplea un lenguaje figurado que, con todo, mantiene unidos a los distintos miembros que entran en acción con sus evidentes papeles diferenciados, gracias a la simplicidad de la imagen y que, sobre todo, apela a una forma intensa de trabajo conjunto y vida en común.

Se trata de una metáfora especial. La imagen de la vid es una imagen que concita la atención y que, una vez escuchada, ya no desaparece tan fácilmente de la memoria. Esto es en sí bastante extraño porque, si no, el autor es parco en su manejo del lenguaje figurado. Un par de breves alusiones le bastan para evocar todo un mundo. Una vid con sarmientos, un viñador que corta las ramas y los frutos y, por último, quema los sarmientos desechados; esto es todo lo que Jesús necesita para mover a sus oyentes a reflexionar sobre él, su Padre y sobre sí mismos. La imagen sugiere una forma física de vida en común, de crecimiento conjunto, de ser juntos fructíferos, que no es pensable en los vínculos humanos pero que, si se atiende a la recepción de la misma, ha causado poco rechazo en los lectores. Aparentemente, en este caso, es menos difícil respetar los límites del lenguaje figurado.

Pero una frase no es parte del lenguaje figurado y por eso, llama especialmente la atención: “Vosotros estáis ya limpios gracias a la palabra que os he dicho” (15,3). La frase está, en cierto sentido, encuadrada entre la referencia a la pureza de los discípulos que han pasado por el baño de la muerte de esclavo de Jesús (13,10) y la referencia a las frases de la oración de Jesús (17,17-19): la santificación, el separarse de Jesús y sus discípulos por medio de la palabra de Dios que es verdad; la palabra que Dios ha pronunciado en el mundo a través de Jesús, de modo que por esa palabra también los discípulos están realmente consagrados a Dios y le pertenecen. Lo puro, «koschere», está pues unido al “santificar”. La palabra de Jesús, que es la verdad de Dios, purifica a los discípulos, los vincula con Dios mismo. Hay que pensar en la ideología de la alianza: Jesús y sus discípulos como lugar santo de asilo en el mundo, como un sitio a través del cual el mundo está unido a Dios.

La frase, entonces, se acomoda muy bien a lo que la metáfora de la vid ha evocado como ideas plásticas. La metáfora trata, pues, de la vid de Israel, de quien Dios se ha hecho responsable a través del premio y del castigo. Hay que pensar en el canto a la viña de Is 5, que se resiste a dar buenos frutos; o en las vides caídas, como se las describe en Ez 15,17 y 19,10-14: Israel, que es aniquilado, quemado, que está seco y se lo arranca; o a la grandiosa descripción en el Salmo 80, donde incluso se llama una vez a la viña “Hijo de Dios” (Sal 80,16). También esta frase «yo soy» verbaliza que Jesús es Israel en persona, aquí junto con sus discípulos y bajo la especial conducción de Dios mismo.

Reflexión Espiritual sobre Santa Birgitta, religiosa Escandinava.
La memoria facultativa de santa Brígida (Birgitta), muerta el 23 de julio de 1.373 en Roma, canonizada en 1.391 e inscrita en el calendario romano en 1.623, nos presenta la singular experiencia de una escandinava que vivió muchos años en la corte real, y al mismo tiempo de la primera fundadora de una orden característica, estructurada en base a los monasterios dobles con hombres y mujeres residentes en edificios separados pero con una iglesia única.

Birgitta, nacida junto a Uppsala en 1.303, de un príncipe de Suecia y de una descendiente del rey de los godos, fue desposada a los catorce años con el noble Ulf Gudmarsson, de quien tuvo ocho hijos (entre ellos santa Catalina, Karin). Fundó con él un hospital, donde iba a servir a los enfermos con sus propias manos, fiel a su espíritu de terciaria franciscana. Después de la peregrinación a Santiago de Compostela junto con su marido, permaneció viuda (el marido se había retirado en 1.344, antes de su muerte, a la abadía cisterciense de Alvastra, donde tenía a un hijo monje); y así pudo dedicarse al nuevo género de vida de contemplación en una dependencia de la abadía de Alvastra en Fondo (en Vadstena).

Con la ayuda del rey Magnos II Eriksson de Suecia, en cuya corte había sido dama de honor, fundó la Orden de San Salvador, compuesta por ochenta y cinco personas correspondientes al número de los doce apóstoles, de los setenta y dos discípulos y del apóstol Pablo. Esta comunidad comprendía tanto mujeres (sesenta monjas) como hombres (trece monjes sacerdotes, cuatro diáconos y subdiáconos, representantes de los cuatro primeros Padres de la Iglesia) y ocho hermanos laicos. Su Regula Salvatoris (recibida por revelación) fue aprobada por Urbano V en 1.370 tras muchas correcciones (sobre la pobreza común del monasterio); mientras que la aprobación definitiva con el doble monasterio (el masculino no era independiente del femenino) sólo se produjo en 1.378, después de su muerte, cuando era abadesa su hija Catalina. Habiéndose trasladado a Roma, donde participó en el jubileo de 1.350, transcurrió aquí los otros veinticuatro años de su vida monástica (en el palacio Farnese), muriendo a la edad de setenta y un años, tendida sobre una dura mesa, en la casa que ahora está ocupada por la iglesia de Santa Brígida (en la plaza Farnese). Más tarde su cuerpo fue llevado al monasterio de Vadstena (Suecia). +

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