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domingo, 15 de agosto de 2010

CAMINO MISIONERO. 15/08/2010

  • Asunción: Icono liberador
  • ORACIONES para la EUCARISTÍA: LA FIESTA DE MARÍA (La Asunción)
  • MARÍA, PARÁBOLA DE DIOS
  • La Asunción: Santa María del Cielo
  • Meditación para la Solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora
  • Evangelio Misionero del Dia: 15 de Agosto de 2010 - SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARIA
  • Lecturas y Liturgia de las Horas: 15 de Agosto de 2010
Posted: 14 Aug 2010 05:21 PM PDT




Conecto por el ordenador la tele en español y me encuentro con que el locutor habla de la Asunción. Se quiere apuntar un tanto a favor de su cultura religiosa y comete una errata que pone en evidencia sus lagunas en la materia. “Este año, dice, el 15 de agosto cae en Domingo. No podemos decir como nuestras abuelas: tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la… Asunción” (Risas por mi parte ante el gazapo del locutor. ¿Se habrá dado cuenta el público telespectador?).

En mi infancia nos enseñaron en la catequesis que no es lo mismo Ascensión que Asunción. Asciende Jesús a los cielos, nos decían, por su propio poder. Es ascendida o asunta María a los cielos, por el poder divino.
Tenía yo nueve años cuando Pío XII proclamó que, tras consumar María el curso de su vida terrena, su persona entera entró asumida en la vida definitiva divina.

Los hermanos maristas, fuertes en mariología, nos lo explicaron bien en la clase de “ingreso”:

1) la tradición de la dormición es una equivocación piadosa: María no se duerme, sino muere de veras, como murió su hijo.
2) La tradición de los “ángeles aviadores” trasportando un cadáver para reanimarlo sobre las nubes es otra piadosa equivocación: la Asunción no es la reanimación de un cadáver.
3) Asunción viene de asumir. María es asumida y absorbida por la vida divina.
Unos años después, en cuarto de bachillerato, el mismo Papa anunció el Año mariano (de 1953 al 54) y los que éramos filatélicos nos apresuramos a coleccionar la serie de vírgenes completa, que todavía conservo íntegra en el álbum sin matasellos. En el círculo de estudios de los aspirantes de Acción Católica, me tocó explicar la encíclica Fulgens corona: lo que ocurre con María es símbolo del destino a que estamos llamados, María es icono de esperanza.

A la hora de diseñar un cartel mural dudábamos entre varias imágenes de la Asunción. El consiliario atinó sugiriendo:

–Sois murcianos, poned la Dolorosa de Salzillo.
–Pero eso es más propio de Semana Santa, objetamos.
–No habéis entendido. La Asunción es la Dolorosa, como el Resucitado es el Crucificado.

Recordé esta escena años más tarde, al estudiar teología: Stabat mater... Estaba de pie, aguantando cruz (Jn 19, 25), la que se pondrá de pie al resucitar de la muerte cuando escuche la voz del que Vive, diciéndole como a la hija de Jairo: “Ponte de pie” (Mc 5, 41). Ponerse en pie es el icono del Resucitado que “se deja ver estando en pie en medio de los discípulos a puertas cerradas” (Jn 20, 26).

Este año proyectaré en Japón con el power point un altorrelieve del santuario de la Fuensanta, de Murcia, que es para mi gusto la mejor representación de la Asunción.

El escultor murciano Juan González Moreno (1908-1996) logró, en los altorrelieves del crucero una interpretación atinada de la Asunción como icono del renacer a nueva vida. El imaginero de Aljucer acertó a conjugar en una misma imagen la muerte y la nueva vida, la transformación de la crisálida en mariposa.

En la Semana Santa murciana se ofrendan capullos amarillos a Jesús Nazareno. “Anacrónico y no apropiado para el Via crucis”, protestaba un teólogo, sin comprender el arraigo de la religiosidad huertana entre las barracas del país ya desde antiguo, cuando aún no se hablaba de “inculturación de la fe”.

En el lienzo blanco en torno a la cabeza y el amplio paño que envuelve el cuerpo de María se solapa la imagen de los restos de un sudario con la de un manto alado. Demasiado abierto para ser sudario. Demasiado flotante para ser manto. Más bien alas. El artista captó, en la metamorfosis de sudario en manto, el tránsito de la crisálida a la mariposa, de muerte a vida. La metáfora del gusano de seda le ganó la partida a la teología para hacer hermenéutica del símbolo de la Asunción.

Asunción e Inmaculada, como metáforas de fe, son algo así como en matemáticas el cero y el infinito: expresiones simbólicas de los límites de nacimiento y muerte y de su trascendencia en el horizonte de la vida eterna…

Porque Asunción no es eludir la muerte (como creyeron algunas tradiciones extraviadas sobre la “dormición”), sino ser recreada y transformada tras morir del todo, para renacer a la vida que no muere.

Asunción no es transportar míticamente un cadáver por los aires para reanimarlo en lo alto de los cielos, sino pasar por la muerte y dejarse absorber por el Espíritu, –asumida y transformada– en el seno de la Vida de la vida.

Asunción es nacer muriendo. Si pudiéramos contemplar el nacimiento de una criatura desde el interior del seno materno, el vídeo proyectaría la imagen de alguien que desaparece por un túnel de muerte. Vista desde la dimensión de la vida eterna, desde la salida del túnel, la muerte será un nacimiento. Más exactamente, un renacer y una nueva creación.

La Asunción no es un privilegio excepcional de María, sino el símbolo de nuestro propio destino. Como dijo Pío XII al proclamarla, “lo esencial del mensaje es reavivar la esperanza en la propia resurrección”, que no consiste en revolotear por las nubes un alma separada, ni en reanimar un cadáver o dejar una tumba vacía o volver a esta vida, sino en ser asumida la persona entera en el seno del misterio original de toda vida. Por eso la fiesta de la Asunción es nuestra fiesta, anticipo simbólico del destino último de nuestro cuerpo-espíritu.

Para que estas convicciones creyentes no degeneren en escapismo y evasión, habrá que ser consecuente con ellas y comprometerse a convertir en vida liberada y ascendente tantas y tantas vidas dolientes, oprimidas, explotadas, marginadas y crucificadas. Si creer en la Asunción alimenta la esperanza, practicarla fomenta la liberación. Porque el Resucitado es el Crucificado y quien es Asunta es la Dolorosa.
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Posted: 14 Aug 2010 05:14 PM PDT


Publicado por Fe Adulta
ANÁFORA

Te bendecimos, Dios y Señor nuestro, creador del espacio y del tiempo,
y te agradecemos en este día tan señalado
el maravilloso testimonio de María, la Madre de Jesús,
en quien, a través de toda su vida, plena de amor,
hemos podido descubrirte como Dios Padre y Dios Madre de todos nosotros.
Acompañamos a María en su canto del Magníf¡cat para darte gracias
por tu amor incondicional, porque siempre estás con nosotros.
Gracias, Padre, porque nos quieres infinitamente y de igual manera a todos,
porque no haces distinción entre ricos y pobres,
ni entre los que detentan poder y los que forman el pueblo llano.
Unidos a todos los seres humanos, a todos nuestros hermanos,
nos proclamamos orgullosos hijos de María
y te cantamos este himno de agradecimiento y alabanza.

Santo, santo…

Te damos gracias, Padre Dios, por María, que trajo a Jesús a este mundo,
y por eso es bendita entre las mujeres, afortunada como ninguna.
Junto con Jesús, su hijo, son para nosotros tu perfecta encarnación.
Madre e hijo te reflejan en sus vidas y nos hacen comprender
que eres verdaderamente Enmanuel, un Dios inmerso en la humanidad.
Gracias, Señor, por María, una gran mujer, sencilla y humilde,
que moldeó el corazón compasivo de Jesús, que le enseño a rezar,
y le infundió un espíritu libre pero comprometido con la causa del Reino.
Supo estar al lado de su hijo cuando más la necesitaba.

El Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».

Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».

Nos conmueve pensar en el corazón de María, desgarrado por el dolor,
viendo a su hijo torturado y ajusticiado públicamente.
Y nos admira su entereza, su apoyo a la primera comunidad,
su fe y su total confianza en Ti.
También nosotros queremos seguir los pasos de María
y cooperar activamente en el desarrollo de la misión que inició tu hijo Jesús.
Cuenta con nosotros, Padre Dios, para hacer un mundo más habitable.
Queremos decirte que no estamos cansados ni decepcionados,
pero es muy fuerte este empeño y necesitamos tu ayuda,
danos por favor ese espíritu de lucha de que hicieron gala Jesús y Maria.
Ilumina con este mismo espíritu al Papa y a los obispos,
para que sepan guiar a la comunidad cristiana por la senda del evangelio
y merezca ser verdaderamente sal y luz para la humanidad.
Acoge, Padre, a cuantos van dejando este mundo
y bendice a quienes toman su relevo.
Con todos los seres humanos que han dado y dan testimonio de tu bondad,
con María, en cuyo honor celebramos hoy esta fiesta,
y con Jesús, hijo de María e hijo tuyo,
brindamos porque se haga realidad ese mundo soñado por Ti.
AMÉN.


Rafael Calvo Beca

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PRINCIPIO

Alrededor de tu mesa, Padre,
evocamos aquellas primeras “Cenas del Señor”,
que celebraba la primera comunidad: Pedro y Juan y Santiago…
y María Magdalena, y Juana y Salomé y María la madre de Jesús.
Emocionados por ser aquella misma Iglesia, te damos gracias
porque nos invitas a aquella misma mesa,
a compartir aquella misma fe.
Por Jesús, tu hijo, nuestro Señor.


OFRENDA

Unidos a todos los que han seguido a Jesús a lo largo de los tiempos,
a sus primeros discípulos, a su madre María,
ponemos en tu mesa nuestro pan y nuestro vino,
como signo de que también nosotros
queremos entregarnos a tu Reino.
Por Jesús, tu hijo, nuestro Señor.


DESPEDIDA

Gracias Padre, porque nos has recibido
en la gran familia de los que siguen a Jesús.
Gracias por María su madre, que nos ha acercado a ti y a él.
Gracias por la eucaristía.
Gracias Padre por Jesús, nuestro Señor.



José Enrique Galarreta

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YO TE SALUDO, MARÍA


Yo te saludo, María,
porque el Señor está contigo;
en tu casa, en tu calle, en tu pueblo,
en tu abrazo, en tu seno.

Yo te saludo, María,
porque te turbaste
–¿quién no lo haría ante tal noticia?–;
mas enseguida recobraste paz y ánimo
y creíste a un enviado cualquiera.

Yo te saludo, María,
porque preguntaste lo que no entendías
–aunque fuera mensaje divino–,
y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego,
sino que tuviste diálogo y palabra propia.

Yo te saludo, María,
porque concebiste y diste a luz
un hijo, Jesús, la vida;
y nos enseñaste cuánta vida
hay que gestar y cuidar
si queremos hacer a Dios presente en esta tierra.

Yo te saludo, María,
porque te dejaste guiar por el Espíritu
y permaneciste a su sombra,
tanto en tormenta como en bonanza,
dejando a Dios ser Dios
y no renunciando a ser tú misma.

Yo te saludo, María,
porque abriste nuevos horizontes
a nuestras vidas;
fuiste a cuidar a tu prima,
compartiste la buena noticia,
y no te hiciste antojadiza.

Yo te saludo, María,
por ser alegre y agradecida
y reconocer que Dios nos mima,
aunque nuestra historia sea pequeña
y nos olvidemos de sus promesas.

Yo te saludo, María.
¡Hermana peregrina
de los pobres de Yahvé,
camina con nosotros,
llévanos junto a los otros
y mantén nuestra fe!



Florentino Ulibarri
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Posted: 14 Aug 2010 05:03 PM PDT


Asunción de María (Lc 1, 39-45) - Domingo 15 de Agosto
Por José Enrique Galarreta


El relato de la visita de Maria a Isabel se tiene por algunos autores como dudosamente histórico. Sin embargo, no tendría nada de extraño que María, enterada de que su pariente Isabel, un tanto mayor, estaba de seis meses, corriera a ayudarla.

Lo que todos afirman unánimemente es que el himno que Lucas pone en boca de Maria es una construcción de Lucas, utilizando himnos anteriores (el de Ana, madre de Samuel por ejemplo) y con poderosa intención teológica que radica en el anuncio del Mesías para los pobres, en un descarado alarde de anti-mesianismo davídico, y completamente conforme con la intención básica de todos los relatos de la infancia (de Lucas y Mateo) y de la tesis básica del evangelio de Marcos.

Pero todo esto ya lo sabemos, sin duda. Lo que no podemos adivinar es qué pinta este relato evangélico respecto a la Asunción de María, aunque quizá podemos adivinarlo: Isabel dice a María: “.¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!”

Y dijo María: “Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso”.

Dada la exégesis a la moda en la Iglesia en ciertas épocas, y descaradamente en la liturgia, solamente con esas frases podría justificarse cualquier maravilla que la dogmática quiera luego aplicar a María. Es el mismo caso que el dogma de la Inmaculada Concepción, que se quiere justificar con las palabras del ángel en la Anunciación: “llena de gracia”. Llena de gracia, luego sin ningún pecado, luego concebida sin pecado.

Estos abusos exegéticos no los comete hoy nadie medianamente entendido y respetuoso, pero han estado muy de moda y todavía permanecen en personas quizá bien intencionadas (quizá no).

Es el mismo abuso que se comete también en el dogma de la infalibilidad papal, basada en textos que podrían significar cualquier cosa. El proceso es el mismo: se quiere proclamar un dogma (por diversos motivos o conveniencias) y se rastrea la Escritura a ver si hay algún texto que suene lejanamente a justificación de ese dogma.

Al no encontrarlo, se apela a otro principio: la fe de la Iglesia no se basa sólo en la Escritura; se basa en la Escritura y la Tradición de la Iglesia. Con lo cual se retorna a la eterna aporía de la definición de la Infalibilidad del papa definida por el mismo papa, con acuerdo de un concilio, a los que se supone infalibles porque en caso contrario la definición carecería de valor.

En realidad, el texto más apropiado para el día de hoy, según la doctrina católica, debería ser el de la anunciación, porque el dogma de la asunción se ha entendido oficialmente como prerrogativa consecuente con la Inmaculada Concepción: si María está exenta de todo pecado, también de sus consecuencias, tales como la corruptibilidad.

El argumento es evidentemente flojo, porque no puede aplicarse a Jesús, más inmaculado que nadie, y porque choca con la condición de “corredentora” que se aplica a María, otorgándole al parecer mayores privilegios que al mismo Jesús.

Terminemos. Como es sabido, el día 1 de noviembre de 1950. el Papa Pío XII, declaró el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen en cuerpo y alma al Cielo.

Para ello, hizo una consulta a todos los obispos del mundo. La respuesta fue casi unánimemente positiva, a pesar de varios serios argumentos en contra:

que no hay ningún texto de la Escritura que lo afirme,
que ninguno de los Concilios ecuménicos la habían tratado,
que ninguno de los papas lo había enseñado dogmáticamente,
que ninguno de los Credos oficiales de la Iglesia lo había afirmado ni tratado nunca,
que de los más de ochenta Padres de la Iglesia reconocidos solamente dos habían afirmado la Asunción. Ambos eran del siglo VII: Germano de Constantinopla (634-733) y Juan Damasceno (675-749).
Ni siquiera la mayor y mejor parte de los doctores de la Iglesia, especialmente en los antiguos, mantenía tal afirmación.

El voto positivo de los obispos, asumido por el papa, se fundaba en que, a pesar de todo lo anterior, la devoción del pueblo cristiano había asumido tal afirmación desde tiempos muy antiguos, y así se manifestaba en imágenes y oraciones.

Por todo ello, el papa Pío XII, de acuerdo con la creencia catolicorromana consideró que la piedad del pueblo era un testigo fidedigno de la auténtica fe católica. Por esa razón, en su carta de 1946 el papa también pidió que los obispos le informaran en cuanto a «la devoción de vuestro clero y pueblo (teniendo en cuenta su fe y piedad) hacia la Asunción de la Santísima Virgen María»
(Papa Pío XII, Deiparae Virginis Mariae, N°4).

La meta del papa aquí era determinar el sentimiento común del pueblo.

Alentados por su solicitud en cuanto al aporte de ellos, el clérigo y el laicado respondieron con entusiasmo. Para 1950, el Vaticano había recibido, incluyendo las peticiones anteriores, respuestas de 32.000 sacerdotes y hermanos, de 50.000 monjas, y de 8.000.000 de laicos.

(Michael O. Carroll, C.S. Sp., Theotokos: A Theological Encyclopedia of the Blessed Virgin Mary (Wilmington, DE: Michael Glazier, Inc. 1982, pag.56)

El papa Pío XII consideró que la respuesta había sido «verdaderamente extraordinaria».
(Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°9)

Después de considerar toda la evidencia en favor de la creencia en la Asunción de María y de la investigación de los teólogos de la Iglesia, el papa Pío XII declaró:

"Estos estudios e investigaciones han traído a una luz aun más clara el hecho de que el dogma de la Asunción de la Virgen María al cielo está contenido en el depósito de la fe cristiana confiada a la Iglesia."
(Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°8)

Al tomar esta decisión, el papa era consciente de que las Escrituras enseñaban claramente que como consecuencia del pecado, Dios había declarado a Adán y a sus descendientes: «Polvo eres, y al polvo volverás» (Gn. 3:19). Sin embargo, el papa determinó que «Dios ha querido que la Bendita Virgen María fuese exenta de esta regla general».
(Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°5)

Por lo tanto, el 1° de noviembre de 1950, como maestro supremo de la Iglesia, declaró que la Asunción de María era «un dogma revelado divinamente»
(Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°44).

Así pues, definió ex cátedra que:

“Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”.

En Resumen:

El dogma de la "Asunción de María en cuerpo y alma a los cielos" fue promulgado por el Papa Pío XII con el único basamento de... la opinión popular.

Por lo tanto:
los fieles católicos creen en la Asunción de María porque así lo dice la Iglesia
y la Iglesia cree en la Asunción de María porque así lo dijeron los fieles...


Tanto el dogma de la Asunción como el de la Inmaculada Concepción como el de la maternidad divina de Maria son fruto de épocas en las cuales la Iglesia, los fieles y su jerarquía, pretenden ensalzar lo más posible a la madre de Jesús otorgándole toda clase de títulos, con mayor o menor fundamento en la Palabra de Dios.

De esa misma mentalidad provienen muchas imágenes de María ataviada como una reina terrenal, llena de joyas y oros, que excitan un fervor (dudosamente religioso) en muchas personas, así como la advocación a las diversas “vírgenes” locales, patronas de numerosas localidades, honradas en sus santuarios incluso por muchas personas que manifiestamente no tienen nada de seguidores de Jesús.

Este tipo de dogmas y devociones provienen escasa y lejanamente de La Buena Noticia y en consecuencia para muchos no son buenos instrumentos para acercarnos al seguimiento de Jesús. Respetándolos, pues, como merecen, me atrevo a ofrecer otra vía de devoción a María, por si a alguien le resulta útil.


MARÍA “MADRE DE DIOS PADRE”

Hubo un tiempo, y todavía perdura en la mente de muchos buenos cristianos y en la predicación de algunos sacerdotes, en que el corazón de la Buena Noticia, “Abbá”, había desaparecido. Se había vuelto atrás, al Dios terrible del Antiguo Testamento, al que castiga severamente, al que manda a sus hijos al infierno, al Dios que da miedo.

La palabra “Padre”, que en labios de Jesús significaba casi como ”mamá”, es decir, sentirse querido, confiar, había sido desplazada por la primera persona, todopoderosa y arcana, de la Trinidad.

Hasta en la liturgia se notaba (se nota): la inmensa mayoría de las oraciones de la misa no se dirigen al Padre, a Abbá, sino al Dios Todopoderoso y Eterno. El pueblo cristiano se había quedado sin Abbá, sin madre.

Hasta el mismo Jesús se llegó a representar como un emperador terrible. No tienen más que mirar a los “Pantocrator” medievales. Un rey superpoderoso, sin un átomo de dulzura, sin un átomo de humanidad. Sólo distancia, ley, divinidad desencarnada, temor.

La Buena Noticia estaba en peligro. Pero el pueblo cristiano fue mucho más inteligente, mucho más cristiano que sus jefes y sus teólogos, y desplazó lo más cristiano de los atributos de Dios y de Jesús a la madre de Jesús, a María. Madre de misericordia, refugio de pecadores, consuelo de afligidos, auxilio de los cristianos...

Todo lo que es Abbá, todo lo que es Jesús, fue transferido a María. Y así se salvó lo esencial de la Buena Noticia de Jesús sobre Dios. Se había producido el milagro, la presencia del Espíritu en el pueblo de Dios.

El pueblo cristiano, privado de Abbá, salvó su fe por María, la Madre. La Madre no da miedo, porque no es Dios. Dios, y Jesús, daban miedo, porque se había retrocedido, ignorando la Buena Noticia: se había sustituido a Abbá, el papá en quien se puede confiar, que da seguridad y cariño, por el Señor Padre Todopoderoso, lejano y más bien temible; se había sustituido a Jesús de Nazaret, el que curaba porque era compasivo, el que era asequible y cercano a la gente normal, por el Verbo Encarnado, extraterrestre semejante, sólo semejante, a nosotros.

La gente se había quedado sin médico, sin padre, sin amparo. Y encontró a la Madre: refugio de pecadores, consuelo de afligidos, auxilio de los cristianos… exactamente lo que significa Abbá.

Naturalmente, a María se le transfirieron también otros atributos divinos, para corroborar la fiabilidad de nuestra confianza: medianera de todas las gracias, sin pecado original, asumpta al cielo, reina de todo lo creado; (hasta seguimos invocándola como “madre del Creador”, sin que nadie que yo sepa haya reparado en la formidable contradicción de esos dos términos juntos).

No hay palabras ni sentimientos capaces de agradecer suficientemente a María, la madre de Jesús, la salvación de todo lo que más caracteriza a la religión de Jesús, a la Buena Noticia: sentirse querido, saber que alguien siempre te comprende, te perdona y te acoge, alguien a quien no temer, alguien que no lleva cuentas de mal, que lo olvida todo, que lo espera todo…

Eso, que debería haber sido Dios/Abbá, fue para los cristianos la madre de Jesús, y con razón le ha llamado la Iglesia su madre, Madre de los cristianos.

Pero eso no fue todo, además, María nos ha ofrecido una enorme mejora en la imagen de Abbá. Le ha quitado para siempre su masculinidad patriarcal. Al dirigirnos a María como Madre, poniéndola en el lugar de Abbá, hemos iluminado a Abbá con luz maternal. Hemos entendido por qué en la Parábola del Hijo Pródigo no hay madre: porque no hace falta, porque el corazón del padre es maternal.

María, parábola de Dios. De ninguna manera renunciamos a la devoción, admiración, gratitud a María, la madre de Jesús, por la que pudo Jesús ser uno de nosotros. Ella es la que, a través de los siglos, ha sido la que nos ha llevado al Padre, a Abbá, ha sido la que ha engendrado en los cristianos el verdadero rostro de Abbá.


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Posted: 14 Aug 2010 10:16 AM PDT


Publicado por El Blog de X. Pikaza


El 15 de Agosto celebra la Iglesia católica la Fiesta de la Asunción de María, la Madre de Jesús. No es una fiesta que se expresa en forma conceptual (en un plano de dogma), sino en un plano simbólico, de descubrimiento gozoso de la gran Figura de la Mujer Celeste, que es ahora signo de la nueva Humanidad.

Ésta es una fiesta bíblica, vinculada al más cordial y enigmático de todos los libros de la Biblia, el Apocalipsis, donde aparece el signo de la mujer celeste. Por eso, la lectura básica de ese día es el Apocalipsis 12. Ahora quiero ofrecer un comentario de ese texto fascinante, para los que tengan tiempo de meditar este día.

Tomo mi reflesión de un comentario al Apocalipsis (Estella 2000), siguiendo unos temas que he venido exponiendo este año de forma detallada (comentando precisamente el libro del Apocalipsis) detallada. Buen día a todos, un día con la Mujer Celeste signo de salvación, que para los católicos se encuentra asociada a la madre de Jesús (a Israel, a la Iglesia). Otro día hablaré de Santa María de la tierra y de la historia (aunque bien leído este tema de Santa Maria del Cielo habla también de las mujeres y los hombres de la tierra)


El texto. Apocalipsis 12

Mujer y Dragón en el cielo

Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona e doce estrellas sobre su cabeza. 2Estaba encinta y gritaba en la angustia y torturada de su parto.
Entonces apareció en el cielo otra señal: un enorme Dragón de color rojo con siete cabezas y diez cuernos y una diadema en cada una de sus siete cabezas. Con su cola barrió la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra.
Y el Dragón se puso al acecho delante de la Mujer que iba a dar a luz, con ánimo de devorar al hijo en cuanto naciera. La Mujer dio a luz un Hijo varón, destinado a regir todas las naciones con vara de hiero; y su Hijo fue raptado (=elevado) hasta Dios y hasta su Trono. Mientras tanto, la Mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para ser allí alimentada durante mil doscientos sesenta días… (Ap 12, 1-6).

– Una Mujer, vestida de Sol (La Gran Señal: Ap 12, 1-2),

Una mujer, vestida de sol, con la Luna bajo sus pies y una Corona de doce astros sobre su cabeza (12, 1). Es figura del cielo con sus signos principales (sol, luna y estrellas). Posiblemente debamos interpretarla como Virgo, un signo del zodíaco.

En el principio del gran drama de la historia, como expresión de Dios y sentido de la vida humana se presenta ella. Está encinta y grita en la angustia y tortura del dar a luz (12, 2). Las diosas celestiales (de tipo helenista) giran sin cesar en su cielo, nunca se angustian, no deben dar a luz.

Esta mujer, en cambio, es maternidad dolorida. ¿Quién ha cohabitado con ella? ¡No se dice! El varón no aparece. O quizá no tenga varón: es mujer fecunda por sí misma, expresión del más hondo principio divino de la vida. Se ha abierto el templo israelita, se ha mostrado el Arca de la Alianza para que podamos descubrirla. ¿Quién es? No parece diosa; es figura del pueblo israelita, pronto a dar a luz a su Mesías.

– Un Dragón rojo. Es la otra señal en el cielo (12, 3).

En principio, el Dragón puede ser figura ambivalente o positiva (cf. Est 11, 2-12). Pero en su conjunto, dentro de la Biblia, representa al enemigo grande, Serpiente Tannín, monstruo de las aguas, hidra de siete cabezas, que Yahvé derrotó para fundar la historia buena (cf. Is 27, 1; Sal 74, 13; 91, 13; Job 7, 12; 26, 13)

Más aún, el Dragón es símbolo del enemigo mitológico de Dios en muchos pueblos.Este Dragón rojo (sangre y muerte) tiene siete cabezas, como quiere el mito (siete es perfección, aquí perversa). Tiene diez cuernos, que expresan el poder, en signo que parece tomado de Dan 7, 7.24 donde los cuernos son la fuerza destructora de la Bestia que se opone a los santos de Israel. Las diademas simbolizan gloria en sus cabezas.

Mujer y Dragón.

Forman una pareja simbólica primordial, en muchos mitos. Suele hablarse de una mujer buena, perseguida por un Dragón perverso, pero liberada por un héroe que la protege para casarse con ella. Es muy posible que ese mito esté en el fondo de nuestro texto, como indica su fin feliz (al fin se casan mujer y salvador); pero aquí ese salvador es el mismo hijo de la mujer, amenazado antes por el Dragón; es posible que aquí devorar al Hijo no significa matarlo, sino apoderarse de él para llevarle por un camino distinto al Dios.

Paremos un momento. Podemos suponer que la Mujer ha salido del templo de Dios, como fuente de vida que brota de su fuerza creadora (como Eva de paraíso). ¿De dónde brota el Dragón? Conforme al mito antiguo, existía por sí mismo desde siempre. . Estaba ahí, no debía explicarse su origen. Para Juan, en cambio, su figura plantea problemas: ¿Lo ha creado Dios perverso? ¿Es ángel caído? Más tarde, lo identificará con el Diablo, serpiente antigua de Gen 3 (cf. Ap 12, 9). Por ahora no explica su figura, deja que el mismo texto la interprete.

Mujer sin marido, madre celestial.

Esta mujer de cielo, acompañada de (amenazada por) el Dragón: este signo es más fuerte que todas las razones, más misterioso que todas las interpretaciones. Sólo por ofrecer este signo astral y humano merece la pena el Ap. Al añadir que el Dragón mueve la cola y barre con ella una tercera parte de las estrellas del cielo, arrojándolas a la tierra (12, 4a) puede ofrecernos un bello juego literario: ¡cómo es fuerte este animal simbólico en el cielo!

Pero este signo dice más: expresa el origen del mal: el Dragón es el ángel más potente de los cielos que no ha querido servir a la mujer (humanidad) y de esa forma ha arrojado del cielo a una tercera parte de los astros, ángeles de brillo que le siguen. Esta es la interpretación más coherente a partir de los apócrifos apocalípticos (cf. 1 Hen; Jub; Vita Adam). Sea como fuere, se enfrentan Mujer y Dragón.
Antes de trazar ninguna teoría explicativa debemos fijarnos en ellos. Hay aquí una Mujer sin marido (humanidad); y hay un Dragón que se opone a la mujer porque desea el fruto de su vida. Ella es generación, dar vida. Él es envidia hecha asesinato: devorar la vida ajena. En el origen, no hay varón y mujer (Adán y Eva, como en Gen 2) sino Mujer y Dragón.

La mujer es positiva: simboliza la humanidad (Eva como madre de vivientes: cf. Gen 3, 20); no es persona diferenciada, sino maternidad que incluye a varón y mujer, no en cuanto personas individuales , sino en cuanto portadores de vida.

El Dragón, en cambio, es principio de muerte, signo del asesinato: vive de matar; quizá podamos identificarlo con un tipo de varón que crece (encuentra su identidad) en la violencia, devorando la vida que otros engendraron, el Hijo de la Mujer.

¿Madre de Jesús? ¿Madre ideal, mujer oprimida?

La mujer de Ap 12 ha sido interpretada en forma popular como Madre de Jesús y venerada como expresión suprema de lo femenino. Ella es a veces signo de la Diosa originaria, pero aquí ha ha de verse a la luz del drama de Ap: en oposición a la Prostituta de Ap 17 (y de 2, 20-23), en el camino que lleva a la Novia de 21, 9. Al principio está la madre; al final la Mujer-Novia. Por eso no la podemos entenderla sólo como eterno femenino de belleza celeste ni como mujer oprimida, sino como signo que vivo que va cambiando a lo largo del libro del Apocalipsis, signo de la vida que triunfa del mal y de la muerte

Mujer del Apocalipsis, todas las vírgenes del cielo.

Muchas representaciones de la Madre de Jesús (y la misma liturgia católica de su Asunción al Cielo) asumen los símbolos de la Mujer de Ap 12. La más famosa es la Virgen de Guadalupe de México. Pero a su lado podemos citar cientos y cientos de vírgenes celestes que llenan la geografía sagrada del viejo mundo católica.

Tanto el Ap 12 como el conjunto de la iglesia católica han tenido que acudir al mito para decir lo indecible, mostrar lo indemostrable: el origen positivo de la vida (Mujer), el riesgo envidioso, violento, de la muerte (Dragón). Se puede y debe suponer que esa muerte pertenece a lo demoníaco, como dirá luego Ap 12, 9, pero todavía no hace falta explicarlo. Quizá es mejor pensar que forma parte de la misma estructura de violencia de la historia humana: antes que realidad externa, el Dragón es un elemento de nuestra conflictividad individual (envidia) y/o social (deseo de matar, asesinato).

Es evidente que Ap 12 ha interpretado este mito en perspectiva israelita: la Mujer que da a luz es Israel, grávida de Dios, en camino de esperanza mesiánica; el Dragón es Satán, enemigo del pueblo elegido, el Hijo a nacer el Mesías... Estos elementos son claros, no hace falta resaltarlos: los judíos del tiempo de Jesús se creían portadores de un poder de salvación (pueblo mesiánico); estaban amenazados por el gran Dragón, los pueblos adversarios.

Pero Ap 12 desborda los esquemas judíos, ofreciendo un simbolismo que nos abre a la totalidad de lo humano, es decir, a la humanidad católica o universal. Ahí reside su grandeza y universalidad.

Para describir la lucha final y la voctoria de la Vida (mujer) sobre la Muerte (Dragón) Ap 12 ha vuelto al principio de la historia, reescribiendo Gen 1-3 desde Jesús. Por eso, superando el mito común de los pueblos religiosos y la espera israelita, cuenta en forma cristiana el nacimiento histórico y/o pascual de Jesús: y (ella) alumbró... Eso significa que la Mujer ha dado a Luz, ha logrado concebrir y alumbrar la vida sobre el mundo (12, 5):

– Alumbró un Hijo Varón (arsen)... Este hijo "varón" (varón signfica aquí fuerte, y puede ser tanto varón como mujer...) se refiere más en concreto a Cristo. Así se celebra la "fiesta" de la Mujer que logra dar a luz, triunfando así de la muerte. Como he diecho, el Hijo Varón que nace de la Mujer, superando la muerte del Dragón, es Cristo, que que nace María brotando de Dios (cf. 2, 18). La Mujer es el principio de la Nueva Humanidad. Sin ella la existencia humana muerte, según el Apocalipsis. Hay humanidad, existe futuro, porque ha existido y sigue existiendo la Mujer..

– Que debe pastorear... Será Rey fuerte, dirigente de pueblos (en la línea de Sal 2, 8-9, aplicado a los cristianos en Ap 2, 26-27; cf. SalSal 17, 23-24), como proclamó la voz del cielo (Ap 11, 16; cf. 19, 15).

– Y fue raptado su Hijo hacia Dios y hacia su trono. El hijo de la mujer es el Cordero de Ap 5, que participa de la gloria de Dios, siendo rey (11, 15; cf. 17, 14) y fuente de vida (22, 1-5). Este "Cristo raptado" (resucitado) volverña.... para rescatar a los hijos de la mujer, para liberarlos de una vida donde parece que triunfa la muerte. Por eso, mientras vuelve, son muchos los que miran hacia el cielo, para descubrir los signos de la Mujer Madre, la Madre de la nueva humanidad.

Conclusión

Este día, 15, de agosto, Iglesia católica celebra la fiesta de la Mujer Celeste, simbolizada por María, la Madre de Jesús, utilizando unos signos del Apocalipsis.

Ciertamente, los católicos sabemos que es una mujer concreta, María de Nazaret, con una historia muy fuerte de fidelidad a Dios y de solidaridad en medio de las pruebas (como indica su himno del Magnificat)

Pero muchos han visto en ella el signo y promesa de la Mujer celeste, el signo de la victoria de la vida y del amor sobre la muerte y la violencia, simbolizadas por el Dragón.
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Posted: 14 Aug 2010 09:58 AM PDT




Hoy celebramos entre el clamor de las generaciones y la solicitud de todas las iglesias, con la fe del pueblo fiel, que no podía sufrir la corrupción la que había dado a luz al Hijo de Dios, la que no conoció el pecado, la llena de gracia, la bendita entre todas la mujeres, la medianera de todas las gracias, la invocada por todas las naciones, la esperanza de todos los peregrinos, la estrella de la mañana, la vestida de sol, la esposa bellísima, asunta al cielo.

Hoy, la Iglesia, en la Liturgia de la palabra, nos ofrece un conjunto de figuras bíblicas a las que lee y contempla de manera profética en relación con María. El arca de la alianza, escoltada por querubines, revestida de oro; la procesión con ella entre música y bailes hasta la tienda preparada por el rey David, para entronizarla; el santuario, lugar donde reside la gloria y la presencia divinas; la mujer vestida de sol, coronada con doce estrellas y la luna por pedestal; la princesa bellísima, enjoyada como una novia; la morada del Señor, la ciudad de Dios, Sión. Todas estas figuras han sido referidas a María. Y en este día nos sirven de manera eminente para rendir homenaje a la Madre de Dios, a la Inmaculada, la Corredentora, la Madre de la Iglesia, a la Mujer eucarística, a la que fue subida a los cielos.

Ante esta eclosión de imágenes, se comprende el piropo que surge del corazón sencillo de otra mujer, ante el Hijo de María “Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”. María canta agradecida a su Señor, por el bien que le ha hecho. El himno popular entona el poema en honor de Santa María: “Los rosales en flor y los lirios del campo la rodean como en primavera. Coros celestes cantan y alaban a Nuestra Señora, que sube a los cielos”.

Esta fiesta y verdad de fe, no sólo es el triunfo de la Madre de Jesús. En ella se ve la Iglesia, en ella nos vemos los creyentes. El cuerpo incorruptible de María, asunta a los cielos, como fruto de la resurrección de Jesucristo, es nuestra esperanza. “Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida”. No estamos destinados a la muerte. “Cuando esto corruptible y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: «La muerte ha sido absorbida en la victoria».”

Se comprende el entusiasmo de la comunidad cristiana, la alegría que produce el vernos en María, y al mismo tiempo saber que ella nos precede e intercede por nosotros. Ella, como la mujer en el desierto, mientras dura la representación de este mundo, nos acompaña y protege, hasta ver con nuestros ojos el rostro del Señor, y compartir la gloria de los santos, la que alcanzó María, al estar con su Hijo Jesús en el cielo.
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Posted: 14 Aug 2010 05:52 AM PDT


Me felicitarán todas las naciones

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 39-56


Durante su embarazo, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo exclamó:
«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor»
María dijo entonces:
«Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación
sobre aquéllos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo,
dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono
y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor,
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y de su descendencia para siempre».
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

Compartiendo la Palabra
Por Pedro Garcia cmf

Al celebrar hoy la fiesta de la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al Cielo, se me ha ocurrido una cosa: ¿por qué no le preguntamos a Jesucristo las razones que tuvo para resucitar anticipadamente a su Madre y no esperó al final de los tiempos?
Nosotros aceptamos sin más lo que nos dijo el Papa Pío XII al definir esta verdad como revelada por Dios y nos recordaría después el Concilio.
Pero, con un poco de atrevimiento —un atrevimiento que glorifica mucho a Nuestro Señor— podríamos meternos ahora en el pensamiento del mismo Jesucristo, a ver cómo se puso a discurrir cuando llegó el momento de la muerte de su Madre.
Le vamos a dejar que hoy nos hable Él. Porque, de seguro, nos va a convencer con lo que nos diga, a saber, cuando nos exponga las razones que tuvo para resucitar a su Madre sin esperar al final de los tiempos...
** Bueno —se dijo el Señor—, mi Madre está para morir. ¿Y qué van a hacer mis Apóstoles, Juan sobre todo, a quien se la encomendé de modo especial? Pues, ya lo sé. La van a enterrar. La van a llorar, porque todos la llaman La Madre del Señor Jesús, y saben además que es la Madre de toda la Iglesia, como la declaré yo desde la Cruz.
Todos la van a honrar, y harán bien.
Mi Espíritu Santo le hizo decir a Isabel que todas las generaciones llamarían bienaventurada a María, dichosa y bendita entre todas las mujeres, y lo realizarán a perfección.
Pero, ¿se van a encontrar siempre en su sepulcro con un cadáver, con unos huesos áridos, resecos, con carnes convertidas en polvo?... ¡No! Eso no lo puedo consentir.
Primero, porque mi carne es carne de María. ¿Y la carne de mi Madre, la que tomé yo mismo para mí, se va a pudrir en el sepulcro?... Ya se ve que eso no puede ser.
Mi propia resurrección, que exige la resurrección de todos los míos, la exige especialmente mi Madre. Y yo no puedo esperar con Ella hasta el final del mundo.
Segundo, porque mi Madre es Inmaculada, sin mancha, sin tan siquiera el pecado original de Adán. Así la quisimos las Tres Personas de la Santísima Trinidad para que María fuera digna Madre de Dios.
La conservamos Virgen, ¿y vamos a ver profanado su cuerpo por la corrupción?...
Encargamos al Angel que la llamase La Llena de Gracia, ¿y cómo va a estar llena de gracia si se corrompe en el sepulcro? Si la muerte vino por el pecado de Adán, y mi Madre no contrajo ese primer pecado, ¿por qué ha de contraer la corrupción del sepulcro, consecuencia de aquel pecado?
Está bien que Ella muera como yo, para que se asemeje del todo a mí, que morí por todos. Pero, así como habrá muerto conmigo, conmigo quiero que esté resucitada en la Gloria.
Tercero, mi Madre es la imagen de la Iglesia y modelo de todos mis seguidores en su peregrinación de la fe. En su Inmaculada Concepción tienen mis seguidores el ideal de la santidad cristiana, ¿y por qué no han de tener en su resurrección anticipada, en su Asunción al Cielo, lo que les espera a todos si perseveran hasta el fin?
La promesa mía —Yo resucitaré en el último día a todo el que crea en mí— les ha de entrar por los ojos, y no sólo por la letra del Evangelio... Por lo mismo, eso de la resurrección anticipada de mi Madre y su Asunción al Cielo, tiene que ser un hecho. ¡Y lo haré, no faltaba más!...
Yo estoy seguro que la Asunción de mi Madre en cuerpo y alma al Cielo será para mi Iglesia el mejor complemento de la esperanza que les infunde mi Resurrección y Ascensión. La resucitaré, pues, y estoy bien seguro que no me equivoco en esta mi previsión...
Cuarto, si mi Madre ha compartido conmigo todo el misterio de la salvación, desde la Anunciación hasta la Cruz, debo asociarla ahora a mi reinado universal, elevándola sobre los Angeles y los Santos, pues, por ser la Madre de Dios, tiene una dignidad mayor que la de todos ellos juntos.
Entonces, ¿cómo puede estar su Reina y Soberana aquí en la Gloria con sola su alma, mientras el cuerpo es pasto de gusanos y reducido a polvo? No lo puedo tolerar en modo alguno, ¡y mi Madre tiene que resucitar ya, ya, pronto!...**
¿Pensó así Jesucristo?...
Algo demasiado ha corrido hoy nuestra imaginación, hasta meterse en el mismo cerebro del Señor.
Pero sabemos lo que esto significa.
No es otra cosa que ver, a la luz de la Biblia y de la fe de la Iglesia, las razones de la Asunción de María en cuerpo y alma al Cielo.
El Espíritu Santo fue enviado por Jesús para que guiase a la Iglesia en su fe, para que nos enseñara toda la verdad. Lo que hemos hecho no es más —como nos dice el apóstol San Pedro— que saber dar razón de nuestra fe.
¡Madre María! ¡Qué orgullosos estamos tus hijos al verte ensalzada así en Cielo! ¡Y cómo soñamos en ir un día a felicitarte personalmente y participar de tu misma gloria!
Hoy hemos discurrido sobre las razones que tuvo Dios para glorificarte de una manera tan excelsa.
La Iglesia ha llegado ya en ti a su perfección última, la que nos aguarda a todos los creyentes.
Esta es nuestra fe, esta es nuestra esperanza. Dios nos ha dado en ti la imagen de lo que un día vamos a ser todos tus hijos. ¿Cuándo llegará ese día, cuándo?...
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Posted: 14 Aug 2010 05:40 AM PDT

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE
LA SANTÍSIMA VIRGEN MARIA

Lectura del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12, 1-6a. 10ab


Se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de la Alianza.
Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del .sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.
Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz.
Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera.
La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio.

Y escuché una voz potente que resonó en el cielo:
«Ya llegó la salvación,
el poder y el Reino de nuestro Dios
y la soberanía de su Mesías».


Palabra de Dios.



SALMO RESPONSORIAL 44, 10b-12. 15b-16

R. ¡De pie a tu derecha está la Reina, Señor!

Una hija de reyes está de pie a tu derecha:
es la reina, adornada con tus joyas y con oro de Ofir. R.

¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!
Olvida tu pueblo y tu casa paterna,
y el rey se prendará de tu hermosura.
Él es tu señor: inclínate ante él. R.

Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían,
con gozo y alegría entran al palacio real. R.



Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 15, 20-27a

Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.
En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos; luego, aquéllos que estén unidos a Él en el momento de su Venida.
En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte, ya que Dios "todo lo sometió bajo sus pies".


Palabra de Dios.




Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 39-56

Durante su embarazo, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo exclamó:
«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor»
María dijo entonces:
«Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación
sobre aquéllos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo,
dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono
y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor,
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y de su descendencia para siempre».
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.


Palabra del Señor.


LITURGIA DE LAS HORAS
TIEMPO ORDINARIO
DOMINGO DE LA SEMANA XX
Propio de la Solemnidad. Día de precepto.


15 de Agosto


LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. (Solemnidad).


LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Ant. Venid, adoremos al Rey de reyes, cuya Madre ha sido elevada a lo más alto del cielo.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Himno: SÓLO LA NIÑA AQUELLA.

Sólo la Niña aquella, la Niña inmaculada,
la Madre que del hijo recibió su hermosura,
la Virgen que le dice a su Creador criatura,
sólo esa Niña bella al cielo fue elevada.

Los luceros formaron innumerables filas,
tapizaron las nubes el cielo en su grandeza;
y aquella Niña dulce de sin igual belleza
llenaba todo el cielo con sus claras pupilas.

Nuestro barro pequeño, de nostalgia extasiado,
ardientemente quiere subir un día cualquiera
al cielo, dónde el barro de nuestra Niña espera
purificar en gracia nuestro barro manchado. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Dichosa eres, María, porque de ti vino la salvación del mundo; tú ahora vives ya en la gloria del Señor.

SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Dichosa eres, María, porque de ti vino la salvación del mundo; tú ahora vives ya en la gloria del Señor.

Ant. 2. La Virgen María ha sido glorificada sobre los coros de los ángeles; que se alegren los fieles y bendigan todos al Señor.

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. La Virgen María ha sido glorificada sobre los coros de los ángeles; que se alegren los fieles y bendigan todos al Señor.

Ant. 3. El Señor ha glorificado tanto tu nombre, que tu alabanza no se apartará de la boca de los hombres.

Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. El Señor ha glorificado tanto tu nombre, que tu alabanza no se apartará de la boca de los hombres.

LECTURA BREVE Is 61, 10

Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios; porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se adorna con sus joyas.

RESPONSORIO BREVE

V. Hoy la Virgen María ha subido al cielo.
R. Hoy la Virgen María ha subido al cielo.

V. Y con Cristo reina eternamente.
R. Ha subido al cielo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Hoy la Virgen María ha subido al cielo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Eres bella y hermosa, Hija de Jerusalén; subes al cielo, resplandeciente como la aurora cuando amanece.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Eres bella y hermosa, Hija de Jerusalén; subes al cielo, resplandeciente como la aurora cuando amanece.

PRECES

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen y digámosle:

Mira la llena de gracia y escúchanos.

Palabra eterna del Padre, tú que elegiste a María como arca de tu morada,
líbranos de toda ocasión de pecado.

Redentor nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
haz también de nosotros templos de tu Espíritu.

Rey de reyes, que elevaste contigo a tu Madre en cuerpo y alma al cielo,
haz que aspiremos siempre a los bienes celestiales.

Señor del cielo y de la tierra, que has colocado a tu derecha a María reina,
danos el gozo de tener parte en su gloria.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a los cielos a la inmaculada Virgen María, madre de tu Hijo, haz que nosotros, ya desde este mundo, tengamos todo nuestro ser totalmente orientado hacia el cielo, para que podamos llegar a participar de su misma gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.




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II VÍSPERAS
Oración de la tarde

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: AL CIELO VAIS, SEÑORA

Al cielo vais, Señora,
allá os reciben con alegre canto;
¡oh, quién pudiera ahora
asirse a vuestro manto
para subir con vos al monte santo!

De ángeles sois llevada,
de quien servida sois desde la cuna,
de estrellas coronada,
cual reina habrá ninguna,
pues os calza los pies la blanca luna.

Volved los linces ojos,
ave preciosa, sola humilde y nueva,
al val de los abrojos
que tales flores lleva,
do suspirando están los hijos de Eva.

Que, si con clara vista
miráis las tristes almas de este suelo,
con propiedad no vista
las subiréis de vuelo,
como perfecta piedra imán al cielo. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. María ha sido elevada al cielo, los ángeles se alegran y, llenos de gozo, alaban al Señor.

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir:. «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. María ha sido elevada al cielo, los ángeles se alegran y, llenos de gozo, alaban al Señor.

Ant. 2. La Virgen María ha sido elevada al tálamo celestial, donde el Rey de reyes tiene un trono adornado con estrellas.

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. La Virgen María ha sido elevada al tálamo celestial, donde el Rey de reyes tiene un trono adornado con estrellas.

Ant. 3. Tú eres la mujer a quién Dios ha bendecido, y por ti hemos recibido el fruto de la vida.

Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Tú eres la mujer a quién Dios ha bendecido, y por ti hemos recibido el fruto de la vida.

LECTURA BREVE 1Co 15, 22-23

Lo mismo que en Adán todos mueren, en Cristo todos serán llamados de nuevo a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero, Cristo; después, en su Parusía, los de Cristo.

RESPONSORIO BREVE

V. La Virgen María ha sido glorificada sobre los coros de los ángeles.
R. La Virgen María ha sido glorificada sobre los coros de los ángeles.

V. Bendigamos al Señor que la ha enaltecido.
R. Sobre los coros de los ángeles.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Virgen María ha sido glorificada sobre los coros de los ángeles.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Hoy la Virgen María ha subido al cielo; alegrémonos, porque reina ya eternamente con Cristo.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Hoy la Virgen María ha subido al cielo; alegrémonos, porque reina ya eternamente con Cristo.

PRECES

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:

Mira la llena de gracia y escúchanos.

Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,
haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.

Tú que nos diste a María por Madre, concede por su mediación salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,
y a todos abundancia de salud y de paz.

Tú que hiciste de María la llena de gracia,
concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.

Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tú que coronaste a María como reina del cielo,
haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.

Confiando en el Señor que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme también de bienes al mundo hambriento:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a los cielos a la inmaculada Virgen María, madre de tu Hijo, haz que nosotros, ya desde este mundo, tengamos todo nuestro ser totalmente orientado hacia el cielo, para que podamos llegar a participar de su misma gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.




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COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.

SALMODIA

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

LECTURA BREVE Ap 22, 4-5

Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.

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