- Un párroco crea una empresa para dar trabajo a parados
- Segundo Galilea (1928-2010), In Memoriam: Una Espiritualidad de la Liberación
- Más de 200 millones de cristianos son discriminados en el mundo:“Los países no se esfuerzan por defender la libertad religiosa”, lamenta el P. Lacunza
- ¡Fuera el miedo!
- Grecia: una parábola “comercial”
- LOS SAMARITANOS Y NOSOTROS
- Liturgia y Contemplación: 18 SEMANA DEL TO
- Evangelio Misionero del Dia: 02 de Agosto de 2010 - SEMANA XVIII DURANTE EL AÑO - Ciclo C
- Lecturas y Liturgia de las Horas: 02 de Agosto de 2010
- Domingo XVIII del tiempo ordinario: No todo es "tener"
- San Ignacio en la frontera
| Posted: 01 Aug 2010 08:31 PM PDT Por José Aguado Publicado por Ciudad Redonda El párroco de la iglesia de San José Obrero de Elda, junto con otros siete socios, ultima estos días la puesta en marcha de una empresa privada con la que dar cabida a desempleados de larga duración en dicha localidad y la vecina Petrer. La mercantil, una sociedad limitada creada con el capital mínimo, comenzará a ofrecer servicios de costura para Moros y Cristianos y catering a partir del mes de septiembre. La filosofía de la empresa está basada en los preceptos de la "economía de comunión", que propone una sociedad que, sin dejar de ser eficiente, destine parte de sus beneficios a fines sociales.La previsión que los miembros de esta sociedad manejan cuando queda poco más de un mes para que comience a funcionar es la de crear cuatro puestos de trabajo directos, dos en el taller de costura y dos para el catering. Puestos de trabajo que se reforzarán en el momento en que la empresa comience a recibir más encargos en cualquiera de los dos campos en los que ofertará sus servicios. En las próximas semanas, los asociados, cuatro de Elda y tres de Petrer, presentarán el logotipo y el nombre de la empresa, así como su paquete de ofertas, para comenzar a funcionar. Filosofía La "economía de comunión" busca generar un bien social mediante la acción de las empresas. El servicio de catering se orienta, además de a cuartelillos y celebraciones, a dar cobertura a personas mayores o que no se pueden valer por sí mismas. "Por ejemplo"-explica Ignacio García, párroco-"llegar a las personas que se quedan fuera de programas como Menjar a Casa por superar la renta máxima, que son 350 euros. Por 120 al mes, nosotros ofrecemos comida de lunes a domingo para aquellas que siguen teniendo una renta baja. Con esto generamos dos o tres puestos de trabajo además de dar un servicio de calado social, todo sin entrar en una competencia salvaje y sin saturar el mercado". Los orígenes El origen de la empresa hay que buscarlo en el párroco de San José Obrero. Ignacio García trabajó durante varios años en el Proyecto Lázaro, un programa de inserción laboral. Allí, recogiendo chatarra, se dio cuenta, como relata él mismo, "que muchas personas podían vivir con muy poco". Ya en su barrio, una zona obrera con la que la crisis se ha cebado especialmente, se decidió plantear una alternativa con la que generar puestos de trabajo desde una óptica diferente. "La crisis ha hecho mella porque la economía no funciona, así que hay que aprender la lección y apuntar en otra dirección". Las ideas de Nacho consiguieron convencer al resto de inversores para embarcarse en esta iniciativa, miembros que han entrado en la sociedad con una inversión mínima, cerca de 400 euros. Elena Andújar, una abogada del barrio e inversora, explica que han querido "arriesgar lo justo" en la puesta en marcha de la empresa, e ir comprobando cómo se desenvuelve en el mercado. "No hay que perder la perspectiva de que esto es una empresa normal, el objetivo es ganar dinero, aunque los beneficios vayan destinados a otra cosa" Posibilidades de expansión Uno de los primeros proyectos de la empresa es el de ofrecerse a los ayuntamientos de Elda y Petrer para intentar colaborar con el área de Servicios Sociales de los dos municipios. La sociedad, además, se plantea actuar como "germen" de otras de igual filosofía que puedan surgir a raíz de ella y actuar asociados. "Si algún trabajador ve que puede montar su propia empresa le vamos a animar. De esta manera se crearía una red con la que compartiríamos unos mismos fines, dar trabajo y dar servicio a los necesitados". Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
| Posted: 01 Aug 2010 08:28 PM PDT ![]() Publicado por El Blog de X. Pikaza Ha muerto hace dos meses (el 27 de Mayo), en Santiago de Chile, donde había nacido, de forma callada, de manera que apenas nos hemos enterado de ello, al menos a este lado de la Iglesia (donde nos inquietan otros temas y problemas mucho menos importantes que los que estudió Segundo). Ahora, pasado un tiempo, quiero recordarle con cierta calma, con admiración inmensa, con agradecimiento. Fue un hombre de Dios, un hombre de humanidad, uno de los creadores de la Teología de la Liberación. Tuve ocasión de leer casi todas sus obras entre los años 70 y 80 del siglo pasado, y ellas calaron de un modo intenso y tranquilo en mi trayectoria de cristiano. Era un pensador serio y radical, sin estridencias, un testigo de la fe, en la línea de los Hermanitos de Jesús, a ras de calle, a ras de vida, desde los más pobres. Fue quizá el primero que empezó a emplear el término de “liberación”, aplicándolo, al mismo tiempo, a la libertad personal y social. Fue un hombre de espíritu, de presencia personal, más que de libros, a pesar de que escribió bastantes. Sus apuntes me han acompañado por decenios, los he fotocopiado, los he prestado, los he compartido; eran apuntes de conferencias y cursos, sobre la vida de Dios en el alma, sobre la religiosidad popular, sobre el seguimiento de Jesús y el evangelio, sobre Juan de la Cruz o Ignacio de Loyola, desde los pobres reales, con una exigencia de transformación personal, de libertad y de comunicación directa, de diálogo humano con Dios y con los otros. Segundo, te has ido con tu pipa lenta, con tu hablar profundo, silenciosamente, después de haber dejado nuestro tierra arada y fecundada, con tu Evangelio Íntimo y Social, con tu Socialismo Cristiano y Místico, dejando aquí sólo una vieja maleta cansada de tanto trotar, y miles y miles de presencias humanas, para seguir animando de otra forma, desde la Pascua de Jesús y sus hermanos, la vida de muchos hombres y mujeres de esta tierra a la que tánto has amado. Dios te haya recibido en su paz, hermano Segundo, de los Hermanos de Jesús. Gracias por todo lo que nos has dado, de forma callada, como lluvia fecunda de humanidad. Quiero recordarte joven, como en esa foto tan querida, porque joven sigues siendo para todos los que te hemos querido y admirado. Presento a continuación tres semblanzas y un texto de Segundo Galilea, para aquellos que quieran recordar su figura y su obra. Introducción: He sido profesor de teología espiritual durante bastantes años y los libros y apuntes de Segundo Galilea me han servido de base para muchos trabajos de seminario, tesinas y cursos de vida cristiana. Segundo Galilea estaba siempre ahí, sin que se le notara mucho, pero su voz era decisiva para hablar de transparencia interior, de solidaridad personal y social, de evangelio. Pasados los años, cuando la teología de la liberación entró en disputas, cuando llovieron las condenas, pareció irse, como había venido (de forma silenciosa), después de haber dejado su semilla , de manera que casi había olvidado donde estaba (por los caminos de los Andes, por la Habana, formandonuevas generaciones de enviados...). Tuve ocasión de recordarle hace unos meses. escribiendo su semblanza para mi Diccionario de Pensadores Cristianos... Sí, estaba de su tierra de Santiago de Chile. No supe más... Y de pronto, hace dos días, en un lugar inesperado (el Osservatore Romano) recibo la noticia de su muerte, a través de una "nota necrológica tardía", escrita por Maria Barbagallo y titulada: Ricordo del sacerdote e teologo cileno Segundo Galilea In mano una valigia e nel cuore Gesù ((©L'Osservatore Romano - 26-27 luglio 2010). La nota comenzaba con estas palabras (que traduzco del italiano). «El 27 de mayo del 2010 muriò el Padre Segundo Galilea, sacerdote e teologo chileno. A dos meses de su muerte, publicamos un recuerdo de su vida, escrito por una religiosa que ha sido superiora general de la Misioneras del Sagrado Corazón, fundadas por la madre Francesca Saverio Cabrini. Es significativo que el Osservatore haya publicado la noticia, quizá por influjo de las religiosas, quizá porque la figura de Segundo Galilea puede admitirse sin dificultad, por su carácter “espiritual” (se suele ignorar el aporte social, revolucionario, de su vida y enseñanza). Sea como fuera, también yo quiero ofrecer una semblanza de su vida y obra, dejando que los lectores de mi blog opinen. Empiezo presentando la entrada de mi Diccionario, sigo presentando otra semblanza on line, y después el resumen del trabajo del Osservatore, recogido en Zenit, y termino ofreciendo el resumen de un trabajo suyo. Semblanza 1 X. Pikaza, Diccionario de Pensadores Cristianos (Estella 2010) S. Galilea. Teólogo católico chileno. Ha sido uno de los iniciadores de la teología de la liberación (con Comblin, Gutiérrez y Segundo). Ha considerado a los pobres no sólo como objeto, sino como sujeto de la evangelización: ellos son los verdaderos portadores del mensaje de Dios y del evangelio de Jesús en medio de un mundo que tiende a cerrarse en sí mismo. Ha puesto de relieve la necesidad de vincular el compromiso liberador con una experiencia contemplativa, abierta al encuentro con Dios, por medio de los otros. Desde esa perspectiva ha destacado la hondura divina de la vida humana, experimentada como lugar de encuentro personal en gratuidad. Ha insistido en la importancia de la teología y de la vida espiritual, recuperando y reformulando la experiencia de los grandes místicos desde una perspectiva nueva de liberación. Él nos ha hecho ver que la teología de la liberación (y la exigencia de justicia social y de solidaridad) nace del evangelio más que del marxismo. Él decía que el marxismo es un método político, que puede apelar a la violencia, pero que el evangelio era mucho más radical, en el plano de las transformaciones sociales y personales, porque se apoya en una experiencia de gracia y porque y porque lleva a la exigencia de una transparencia total, de una superación de la “idolatría” del tener y del imponer. Entre sus obras, cf.: Pascua de liberación: espiritualidad de la cruz habitada (Madrid: 1993, en colaboración con J. Sobrino); El discipulado cristiano (Madrid 1993); Tentación y discernimiento (Madrid 1991); Espiritualidad de la esperanza (Madrid 1998); La amistad de Dios: el cristianismo como amistad (Madrid 1997); El alba de nuestra espiritualidad: vigencia de los Padres del desierto en la espiritualidad contemporánea (Madrid 1986); El futuro de nuestro pasado: los místicos españoles desde América Latina (Madrid 1985); Religiosidad popular y pastoral (Madrid 1979). Semblanza 2 José Mora Galiana: http://www.ensayistas.org/ Segundo Galilea. Hermano de Foucauld. Sacerdote chileno, de talante profético y reformador, teólogo de la liberación que ha prestado una gran contribución en los campos de la pastoral y la espiritualidad, desde comienzos de los años sesenta. Itinerante del evangelio, ha recorrido los países de las tres Américas y conoce el Lejano Oriente (especialmente La India y Filipinas). Considera que la religiosidad popular debe abrirse a una evangelización liberadora para poder generar una conciencia colectiva de transformación y una espiritualidad popular liberadora. Nació en Santiago de Chile en 1928 y fue ordenado sacerdote en 1956. Comenzó a colaborar con el Consejo Episcopal latinoamericano (CELAM) a partir de 1963. Animador de la pastoral y la espiritualidad, fue director del Instituto Pastoral latinoamericano (IPLA), dependiente del CELAM. Ha analizado con rigo, desde la perspectiva de América Latina y el horizonte de la Liberación los aspectos positivos y negativos de la religiosidad popular. Ha realizado una relectura de los místicos españoles del siglo XVI y de la experiencia bíblica del desierto para llegar a una síntesis entre contemplación y acción, liberación interior y liberaciones sociales. Y, en 1975/76 se difundió en Europa un trabajo suyo (Salvación de los pecadores y liberación de los pobres) en el que se actualizaba y traducían al mundo contemporáneo las categorías evangélicas de "pobres" y "pecadores" para poner de manifiesto la fuerza liberadora del evangelio. Bibliografía de Segundo Galilea: La vertiente política de la pastoral, IPLA, Bogotá, 1970; ¿A los pobres se les anuncia el evangelio?, IPLA, Bogotá, 1972; Contemplación y apostolado, IPLA, Bogotá, 1973; Espiritualidad de la liberación, ISPLAJ, Santiago de Chile, 1973; ¿Los pobres nos evangelizan?, Indo-American Press Service, Bogotá, 1977; Religiosidad popular y pastoral, Cristiandad, Madrid, 1979; Espiritualidad de la liberación según las bienaventuranzas, CLAR, Bogotá, 1979; El mensaje de Puebla, Paulinas, Bogotá, 1982; El futuro de nuestro pasado. Los místicos españoles desde América Latina, Narcea, Madrid 1986. Semblanza 3 Agencia Zenit (28 julio 2010) Ofrece un resumen de la semblanza de M. Bargagallo, en el Osservatore… Presenta a un Segundo Galilea como hombre “bueno”, pero un poco “domesticado”. Le hace un “monumento funerario”, para olvidar de alguna manera su crítica radical frente al poder. De todas forma, ofrezco su semblanza ROMA, miércoles 28 de julio de 2010 (ZENIT.org) Como un sacerdote claro, sencillo y profundo en sus reflexiones, así recordó María Barbagallo en la edición de este martes del periódico L’Osservatore Romano a Segundo Galilea, sacerdote y escritor chileno que falleció el pasado 27 de mayo. “Si queremos una Iglesia más misionera, más coherente y testimonial, más participativa en la comunión”, decía el padre Galilea, “significa que queremos una Iglesia más espiritual, más orante y más contemplativa, es decir, más bella.” Su vida Segundo Galilea nació en la capital chilena el 3 de abril de 1928. Fue ordenado sacerdote en 1956. A principios de los años 60 trabajó en la preparación de misioneros en Cuernavaca – México. El Consejo Episcopal Latinoamericano lo convocó para dar a conocer el Concilio Vaticano II en un instituto de pastoral itinerante, del cual se convirtió el director en las ciudades de Medellín y Bogotá, Colombia. Hasta 1975 recorrió América Latina, comprometido a proponer reflexiones, retiros y ejercicios espirituales. Luego comenzó una relación con las Pontificias Obras misioneras y junto con otros sacerdotes organizó un instituto misionero para el exterior. Varias veces viajó a Filipinas y a Corea del Sur. Trabajó en Estados Unidos con las comunidades de inmigrantes. También colaboraba para importantes revistas de teología en este continente. Donaba el dinero recaudado por los derechos de autor y por sus conferencias al arzobispado de Santiago de Chile para financiar retiros espirituales en los sectores más pobres de su país. En 1997 el arzobispo de Santiago de Chile le pidió hacer parte del grupo de expertos para redactar las conclusiones del noveno sínodo diocesano. En el año 2000 partió para Cuba donde sirvió como director espiritual del seminario de San Carlos en este país. “En Cuba se trabaja con pocos medios, pocos sacerdotes y religiosos pero se aprende a tomar lo mejor de la vida, se toma el todo y el poco, se valora lo esencial” dijo el sacerdote en una entrevista realizada en el año 2001. Luego regresó a Santiago de Chile por motivos de salud. Acción con oración Algunos definen al padre Galilea como un “teólogo de la liberación”, debido a que pertenece al período en el cual esta corriente se difundió en América Latina. Sin embargo “no fue nunca un extremista ni se dejó nunca manipular por corrientes fervientes o por polémicas estériles y superficiales”, recuerda María Barbagallo. La autora recordó cómo este sacerote “vivió su compromiso en la adhesión fiel a Jesucristo y a la Iglesia y en su predicación incansable tenía su centro a Jesús de Nazaret, la Iglesia, la misión y la evangelización”. Bargaballo destacó también el contenido de sus escritos “densos de mística misionera, de adhesión a Jesús, pobre y obediente, de intentos de llevar la gente de Iglesia a reflexionar que no existe dinamismo misionero sin una adhesión radical a Jesucristo”. El padre Galilea encontró una gran sintonía con las misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, fundadas por Santa Francisca Cabrini (1874 – 1914) y comenzó a viajar por Brasil, Argentina, Italia y Estados Unidos dándoles conferencias sobre misión y espiritualidad así como exhortándolas a vincular más laicos en su misión. En su funeral, el padre Fernando Tapia Miranda, dijo que su vida podía resumirse en una frase: “testimonio viviente de la radicalidad del Evangelio”. “No tenía nada propio” recordó el sacerdote. “En los últimos años ocupaba una pequeña habitación en nuestro seminario pontificio. Nunca vimos que tuviera un automóvil. Viajaba con su pequeña maleta en mano y su eterna pipa”. Por Carmen Elena Villa Un resumen de su teología en J.J. Tamayo, Segungo Galilea, en J. Bosch, Diccionario de Teólogos Contemporáneos, Monte Carmelo, Burgos 2004, 385-389 Textos Hay varios textos on line de S. Galilea, Un texto clave: La mejor síntesis teológica de Segundo Galilea que conozco ha sido publicada con el título GALILEA, Segundo: Teologia da Libertação. Ensaio de síntese Puede encontrarse en http://www.servicioskoinonia. Segundo GALILEA fue uno de los teólogos latinoamericanos que acudieron a primera hora a la cita de la teología de la liberación, sobre todo en su vertiente de pastoral popular. Más tarde, tal vez se distanció de la misma. Este librito es una visión muy sincera y bien organizada de la teología latinoamericana de la liberación de la primera hora, y continúa siendo un texto antológico clásico de la misma. Apéndice Texto clave: CONVERSIÓN Y SEGUIMIENTO En http://www.mercaba.org/FICHAS/ «Simón Pedro, ¿me amas?... Sí, Señor... Sígueme... Cuando eras joven... ibas adonde querías; pero cuando te hagas maduro... Otro te llevará adonde no quieras» (Jn 21). SGTO/CV:CV/SEGUIMIENTO: Nos sucede a menudo que los árboles no nos dejan ver el bosque. Eso también suele acontecer en la espiritualidad. Para muchos católicos, esta palabra evoca multitud de exigencias, de iniciaciones, de nociones teológicas, que terminan por encubrir su núcleo simple y esencial. Otros parecen confundir tal o cual «árbol» importante con el «bosque». Identifican la espiritualidad (y hablar de espiritualidad es hablar de vida cristiana) con la oración, o con la cruz, o con la entrega a los demás... El Evangelio nos revela la raíz de toda espiritualidad y nos devuelve la exigente simplicidad de la identidad cristiana. Nos enseña que ser discípulo de Jesús es seguirlo, y que en eso consiste la vida cristiana. Jesús exigió fundamentalmente el seguimiento, y todo nuestro cristianismo se construye sobre nuestra respuesta a esta llamada (v. gr., Mt 8,18-22; 9,9; 10,38; 17, 24; 19,21.28; Mc 1,17-18; 3,13-14; Lc 14,25-27; Jn 1,43; 8,12; 10,1-ó.27; 21,15-22; etc.). Desde entonces, la esencia de la espiritualidad cristiana es el seguimiento de Cristo bajo la guía de la Iglesia. Ser cristiano es seguir a Cristo por amor. Es Jesús que nos pregunta si lo amamos, nosotros que respondemos que sí, El que nos invita a seguirlo. («Simón Pedro, ¿me amas?... Sí, Señor... Entonces sígueme...» (Jn 21). Eso es todo. Así de simple. Ignorantes, llenos de defectos, Jesús nos conducirá a la santidad, a condición que comencemos por amarlo y que tengamos el valor de ir en su seguimiento. El cristianismo no consiste sólo en el conocimiento de Jesús y de sus enseñanzas transmitidas por la Iglesia. Consiste en su seguimiento. Sólo ahí se verifica nuestra fidelidad. Seguimiento que es la raíz de todas las exigencias cristianas y el único criterio para valorar una espiritualidad. Así, no existe una «espiritualidad de la cruz», sino del seguimiento; seguimiento que en ciertos momentos nos exigirá la cruz. No existe una «espiritualidad de la oración», sino del seguimiento. El seguimiento nos lleva a incorporarnos a la oración de aquel a quien seguimos. No existe una «espiritualidad de la pobreza», sino del seguimiento. Este nos despojará si somos fieles en seguir a un Dios empobrecido. No existe una «espiritualidad del compromiso», pues todo compromiso o entrega al otro es un fruto de la fidelidad al camino que siguió Jesús. Seguir a Cristo implica la decisión de someter todo otro seguimiento sobre la tierra al seguimiento de Dios hecho carne. Por eso hablar de seguimiento de Cristo es hablar de conversión, de «venderlo todo», en la expresión evangélica, con tal de adquirir esa perla y ese tesoro escondido que constituye el seguir a Jesús (Mt 13,44-46). Sólo Dios puede exigir un seguimiento así, y es que seguir a Jesús es seguir a Dios, el único absoluto. Todo cristiano sabe lo que es la conversión: adecuarse a los valores que Cristo enseñó, que nos arrancan el egoísmo, la injusticia y el orgullo. Sabe también que la conversión es el fundamento de toda fidelidad cristiana en la vida personal, en el apostolado o en los compromisos sociales, profesionales y políticos. Ella nos arranca de nuestros «encierros» y nos conduce «adonde no queríamos» en el seguimiento de Cristo. No siempre se tiene conciencia de la autonomía de la conversión. Esta exigencia evangélica, universal, no está ligada al grado de instrucción o de cultura ni a ninguna posición social. No está ligada al poder, ni a la riqueza, ni al saber. Ni a ningún tipo de actividad, compromiso o ideología. No existen «profesionales» ni «clases» de convertidos. Ni aun el hecho de ser religioso, obispo o cardenal supone necesariamente el hecho de la conversión, que tiene exigencias autónomas. Todo cristiano, cualquiera sea su posición profana o eclesiástica, está llamado permanentemente al dinamismo de su conversión, en el cual no hay privilegios o acepción de personas y que depende radicalmente de una respuesta a la llamada de Cristo. Esta respuesta condiciona todo proyecto humano y eclesial y es la única verificación auténtica de cualquier compromiso: «En el día del juicio muchos me dirán: Señor, Señor, profetizamos en tu nombre, y en tu nombre arrojamos los demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros. Yo les diré entonces: No los reconozco. Aléjense de mí todos los malhechores». «Pero el que escucha mis palabras y las practica, es como un hombre juicioso que edificó su casa sobre la roca. Cayó la lluvia a torrentes, sopló el viento huracanado contra la casa, pero la casa no se derrumbó, porque tenía los cimientos sobre la roca...» (Mt 7,22-25). CV/PERMANENTE: Tampoco somos siempre conscientes del itinerario de la conversión, de su dinamismo crítico. No hay una sola llamada de Cristo en la vida, hay varias, cada una más exigente que la anterior, y envueltas en las grandes crisis de nuestro crecimiento humano-cristiano. La conversión es un proceso que nos interna en el radicalismo evangélico de nuestro «mundo» para vivir en el éxodo de la fe y del seguimiento del Señor. El Evangelio nos muestra este proceso crítico en los discípulos de Jesús. Tal vez con más relieve que en otros en el éxodo espiritual de Pedro. Podemos situar la conversión de Pedro al seguimiento de Cristo a partir de la pesca milagrosa que nos relata Lucas (/Lc/05/01-11). El texto es bien conocido. Jesús acababa de predicar a una gran multitud desde una barca, a orillas del lago de Galilea. Entre sus auditores estaban Pedro y algunos otros futuros Apóstoles. Hasta el momento habían seguido a Cristo de lejos, en medio de sus trabajos de pesca, sin haber sido llamados todavía a su seguimiento más radical (Jn 1,35-42). Terminado su discurso, Jesús los invita a pescar. Ellos ya lo han hecho durante la noche sin ningún éxito. Pedro, haciendo confianza en la palabra de Cristo, que ya había aprendido a aceptar, vuelve al lago a echar las redes. La pesca es extraordinaria, y vuelto a tierra, Pedro se da cuenta que tiene ante sí a alguien que es más que un sabio predicador. Esto contrasta con la conciencia de sus miserias y desencadena en él un conflicto. Arrodillado ante Jesús le pide que se aparte, porque es un pecador. Pero el Señor aprovecha esta crisis en la conciencia de Pedro para llamarlo a la conversión: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres». Pedro se entrega a Cristo El signo de su conversión y la de sus compañeros es que «lo dejaron todo y siguieron a Jesús» (Lc 5,11). A primera vista parece la conversión total. Pero a través de las actitudes de Pedro en el transcurso de la vida pública de Jesús, podemos percibir que su itinerario como convertido estaba en sus comienzos. Hay en él mucha generosidad, entusiasmo, impulsividad y amor sensible al Señor. Pero también hay exceso de confianza en sí mismo y en sus posibilidades. Su idea de Cristo y del reino a los que se había entregado era aún superficial. Su compromiso tenía la ambigüedad de muchos israelitas de su tiempo: Jesús para él no era sólo un maestro religioso, sino también el Mesías temporal que liberaría Palestina. Sólo al promediar los tres años de ministerio, Pedro reconoce en Jesús al Hijo de Dios (Mt 16,16), pero la naturaleza del reino se le escapa; «pescador de hombres» tuvo para él y sus compañeros la noción de una empresa temporal, en la que ejercerían influencia y autoridad. Por eso discuten sobre los primeros puestos (Mt 20,21; Mc 9,34), y hasta la hora de la resurrección esperan la restauración de Israel (Hch 1,ó). PEDRO/CV: Por eso Pedro experimenta una creciente dificultad en comprender la naturaleza del seguimiento. Cuando Jesús habla de la cruz, se escandaliza (Mt 16,22). Es incapaz de aliviar a los endemoniados, como su maestro, porque aún no ha entendido el valor de la fe y la oración (Mc 9,14-29). Durante las horas de la pasión experimenta sus limites en forma dramática y toda la precariedad de su compromiso y de su conversión. Lleno de fervor sensible había anunciado que él no abandonaría al Maestro, aunque los demás lo hicieran (Mt 26,33-35). Horas más tarde negaba y traicionaba a su Señor reiteradamente. Para Pedro ésta fue una grave crisis. Le hizo comprender hasta qué punto su conversión era superficial. Su autosuficiencia y miras humanas se derrumbaron. Pero Jesús aprovecha esta misma crisis para volver a llamarlo a una conversión más madura y decisiva. La escena corresponde a los relatos de la resurrección, y la trae Juan en el capítulo 21,1-19. Es muy semejante a la del primer seguimiento. El lugar es el mismo -el lago de Galilea- y las circunstancias muy parecidas. Pedro y otros apóstoles están de pesca y no han cogido nada en toda la noche. Al amanecer, Jesús, desde la orilla, les ordena echar la red a la derecha, y pescan un número enorme de peces grand es. Luego se reúnen con él a la orilla para comer. Al final de la comida, Jesús se dirige nuevamente a Pedro, y le dirige, al igual que años atrás, la llamada a seguirlo. Esta vez en forma de una triple pregunta: «Simón, ¿me amas más que éstos?... Sí, Señor; tú sabes que te quiero... Apacienta mis corderos» (Jn 21,15-17). Pedro ha sido capaz de superar sus crisis y de decir «sí» a Jesús, pero éstas le han enseñado mucho. Le permiten una respuesta madura, más honda y cualitativamente diferente que tres años atrás. Aparentemente ha perdido entusiasmo y la generosidad sentida y espontánea de entonces. Ya no se atreve a afirmar -como lo hubiera hecho antes de la pasión- que él quería a Cristo más que los otros. Hay en él la conciencia acumulada de sus limites y fallos, lo cual lo ha hecho más humilde, y por eso su entrega ahora no se basa más en sus posibilidades, sino en la palabra de Jesús que lo ha llamado. Parece menos entusiasta y entregado, pero en realidad ahora es cuando su conversión es más lúcida y profunda. Ahora se entrega con conocimiento de causa a un Señor crucificado y a un reino que no es de este mundo y que se construye en la fe. Pedro está maduro para seguir a Cristo, sin ilusiones ni sentimientos, en la madurez y la profundidad de la vida de fe. Antes habÍa dejado su casa, sus barcas y su trabajo, pero no se había entregado a si mismo. Por eso Jesús completa su llamada con un anuncio: «Cuando eras joven, tú mismo te ponÍas el cinturón e ibas adonde querías. Pero cuando te hagas maduro abrirás los brazos y otro te amarrará la cintura y te llevará adonde no quieras» (Jn 21,18). El seguimiento de Pedro desde la conversión superficial e incipiente hasta la conversión madura de la fe, a través de la crisis, es un paradigma del proceso de la conversión de cada cristiano. Al igual que Pedro, nosotros también escuchamos en algún momento de nuestra vida una primera llamada a la conversión. Decidimos tomar en serio el cristianismo; en muchos casos seguir a Cristo con una dedicación total. Cada uno sabe cuándo fue la primera conversión de su vida, a menudo en plena juventud. Como los apóstoles, nos hicimos discípulos «dejando las barcas, las redes» y a veces la familia. Nos pareció entonces la mayor generosidad. Todo nos estimulaba al seguimiento, pues éste tenÍa un sabor sensible y realizador. La presencia del Señor era «sentida» y la oración nos aportaba un consuelo que equilibraba las dificultades de la acción, en la cual Jesús también era «sentido» como apoyo e inspiración. El compromiso apostólico y social nos «llenaba». Aun con poca experiencia, al comienzo todo era una novedad, un fascinante descubrimiento del servicio a los demás. No queríamos poner límite a la caridad y al sacrificio, que nos «realizaba» y que tenÍa su propia recompensa. La pobreza evangélica tenía un sabor, incluso un cierto romanticismo. Si habíamos optado por la castidad, ésta siempre significó renuncia y dificultades, pero que se nos hacían llevaderas por la presencia de Cristo y de su ideal evangélico, fuertemente sentidas en nuestro corazón. Con el tiempo todo fue cambiando. Vino una especie de crisis, a veces repentina, las más de las veces progresiva y lenta. El momento en que se presentó, turbado el entusiasmo del primer seguimiento, no fue igual para todos. Algunos meses, algunos años, varios años después. En todo caso, nuestra vida de fe es invadida por una creciente insensibilidad. Los valores evangélicos a los que nos habíamos convertido van perdiendo el sentido y la atracción sensible que al comienzo ejercían sobre nosotros. La presencia de Cristo en nuestra vida, y particularmente en la oración, la sentimos cada vez menos; experimentamos más bien una aridez, una soledad, una oscuridad que nos hace lejano el rostro del Señor. La oración ya no nos aporta el apoyo sensible de antes; más bien se hace fatigosa y seca. No parece que influye en nuestra vida ni en nuestra acción. Nos parece que recemos o no recemos todo seguirá igual: nosotros, nuestros compromisos, los demás, la historia. Por eso una de las primeras tentaciones que nos sobrevienen es la de abandonar la oración personal. Los compromisos apostólicos o sociales pierden su novedad. Se hacen rutinarios. Los trabajos y problemas que tenemos que abordar se van repitiendo con fatigosa similitud y debemos hablar siempre de las mismas cosas. La naturaleza humana se nos revela parecida en todas partes. Comenzamos a experimentar desilusiones, fracasos y vemos la relatividad de nuestro empeño. Las dificultades, obstáculos y persecuciones se van multiplicando, a veces de donde menos pensábamos; también de parte de compañeros de trabajo y de autoridades eclesiásticas. Sobreviene el cansancio, un deseo de independencia, de hacer algo más interesante, de «hacer nuestra vida». Un deseo de instalarse, de trabajar sólo lo indispensable, sin búsqueda, sin cambio, sin creatividad. La pobreza y el sacrificio se van haciendo duros. Han perdido su primer sabor y además no han sido aplaudidos como creíamos. Somos mal interpretados, juzgados como «exagerados». Además, conforme pasan los años, nos hacemos más exigentes, más «burgueses». Buscamos seguridad y un «mínimo de confort». El primer impulso de la caridad y del servicio a los demás también se resiente. Al paso del tiempo advertimos la dificultad de esa exigencia, sobre todo cuando deja de estar apoyada en el sentimiento, y que no sabemos amar. Los límites del temperamento, que no hemos podido sacudir, se van acentuando al correr de los años, con el peligro que vayan ejerciendo sobre nosotros una tiranía creciente conforme llegamos a la madurez. En los que optaron por el celibato, la castidad también se complica. Al llegar a nuevas etapas de la vida se advierten nuevas dimensiones de exigencia no entrevistas en la juventud. Debemos aceptar no sólo la renuncia a la intimidad con el otro sexo, sino también a prolongarnos en otros seres, al ambiente afectivo de un hogar..., debemos aceptar una forma de soledad radical. La gran tentación de esta crisis es la transacción. Buscar un acomodo entre el Evangelio y el «mundo», entre la santidad y la fidelidad indispensable, de manera que tras un exterior honesto, aparentemente «intacto», interiormente nos hemos instalado, perdiendo el dinamismo del seguimiento y del amor. Tendemos a introducir en nuestra vida derivativos y compensaciones del Evangelio. Viene un conformismo, un deseo de «hacer carrera», de transformar el radicalismo cristiano en «prudencia política». Buscamos cargos, prestigio exterior, sin preocuparnos si ello corresponde a las exigencias de Jesús sobre nuestra vida. TENTACION/DESALIENTO DESALIENTO/TENTACION: Es la tentación del desaliento. Tal vez comprendemos por primera vez, en todo sentido, la sentencia de Jesús a los Apóstoles: «Esto es imposible para los hombres, pero para Dios todo es posible» (Lc 18,27). Esta crisis del seguimiento cristiano, dramática o sutil, es precisamente la que nos prepara y nos conduce a una conversión más madura y decisiva. Como Pedro después de la pasión, a través de la crisis, de su desconcierto e insensibilidad, Jesús nos vuelve a llamar. Lo importante es saber abordar etapas, normales, propias del dinamismo de la conversión. Ellas nos colocan una vez más frente a la alternativa crucial: o quedarnos en el desánimo y la mediocridad u optar nuevamente por el radicalismo del Evangelio, más lúcida y maduramente. Jesús nos conduce a la conversión en la fe, profunda y adulta, que va más allá del entusiasmo sensible de una primera conversión. No debemos comparar etapas en nuestra vida; normalmente, la generosidad, la oración, el compromiso y la pobreza van evolucionando y purificándose. De un apoyo en el sentimiento, en la buena voluntad y en las capacidades personales, maduran para apoyarse en la palabra de Cristo y en las exigencias del Evangelio asumidas en la fe. Esto nos llevará a otra forma de seguimiento más radicado en la causa del Evangelio y menos en los sentimientos o en el deseo inconsciente de realizarnos y de tener influencia. A otra oración, menos «sentida» y buscada por motivos psicológicos, más fundamentada en el seguimiento de Cristo que nos incorpora a su oración liberadora. A otra pobreza, menos exterior y preocupada de «testimonio» y más de dura solidaridad con Cristo pobre y con los desposeídos. La castidad, siempre difícil, se irá sublimando en la amistad universal y en la fidelidad del amor exclusivo al Señor. Seremos capaces de volver a empezar cada día en el aprendizaje del amor fraterno no por la realización afectiva que nos aporta, sino por el servicio de Jesús que vive en el hermano. Los sentimientos y la sensibilidad podrán reaparecer y ayudar más o menos intensamente nuestras convicciones evangélicas, pero quedarán más adheridas a las opciones de una caridad purificada y de una fe radical que nos empujan, como a los Apóstoles, a ser «testigos del Evangelio... hasta los limites de la tierra» (Hch 1,8). Hay que saber evolucionar y crecer en las etapas de crisis que marcan las grandes conversiones de la vida. En el fondo se trata de redescubrir los grandes valores que nos atrajeron al comienzo bajo una nueva luz. Seguir orando, entregándose a los demás, trabajando y esperando, en una cierta oscuridad y aridez, inspirados en las convicciones de la fe. La verdadera conversión cristiana es en la fe Sólo ella nos permite dar el paso radical de entregarnos sin reserva a la palabra de Jesús. Como Pedro, podemos entregar nuestro trabajo y todas las cosas, pero reservarnos en nuestro fondo de egoísmo. Conservamos nuestra vida. («... El que conserva su vida, la pierde, y el que pierde su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna...» [Jn 12,25]). La conversión de la madurez no consiste tanto en «sentir» nuestro seguimiento o en multiplicar actos de generosidad, sino más bien en dejarnos conducir por el Señor en la fe, en la cruz y en la esperanza. «Cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas adonde querías. Pero cuando te hagas maduro, abrirás los brazos y otro te amarrará la cintura y te llevará adonde no quieras» (Jn 21,18). SEGUNDO GALILEA RELIGIOSIDAD POPULAR Y PASTORAL Edic. CRISTIANDAD. Madrid-1980. Págs. 244-254 Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
| Posted: 01 Aug 2010 08:06 PM PDT (María Gómez) Más de 200 millones de cristianos en todo el mundo sufren odio, violencia, amenazas, confiscación de sus propiedades y otros abusos a causa de su religión, siendo el grupo religioso más discriminado. La cifra la reveló el obispo Mario Toso, jefe de la delegación de la Santa Sede en la Conferencia de alto nivel de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) que tuvo lugar a finales de junio en Astana (Kazajstán). La OSCE es la mayor organización regional después de las Naciones Unidas, a la que pertenecen 56 Estados de Europa, Asia Central y América del Norte. La propia Declaración de Astana llama a que se pongan en práctica medidas políticas eficaces para prevenir y responder a las manifestaciones de racismo, xenofobia, antisemitismo e intolerancia, también contra cristianos, musulmanes y miembros de otras religiones y grupos étnicos. Uno de los expertos que estuvo en Astana es el religioso Justo Lacunza-Balda, rector emérito del Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos en Roma. Durante una mesa redonda celebrada en Madrid el 22 de julio, a instancias de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) y en la que también participó el obispo de Multan (Pakistán), Andrew Francis, el P. Lacunza fue claro: “Los organismos internacionales son muy reacios a hablar de libertad religiosa” por varias causas: “Está esa idea de que la religión es una cosa privada e individual, pero la historia y la realidad demuestran lo contrario. Luego está la secularización, según la cual la religión no sirve para nada y hay que desarraigarla. Y en tercer lugar, la libertad religiosa es hoy el mayor desafío”. Lacunza exigió soluciones, argumentando: “La libertad religiosa es uno de los derechos fundamentales, y no lo digo yo, es algo que nace de dentro; lo que los organismos internacionales deben hacer es ratificarlo y defenderlo, como una parte de los derechos inalienables del ser humano”. Ciudadanos de segunda clase en Pakistán Los cristianos de Pakistán están acometiendo una complicada lucha contra la ley sobre la blasfemia, vigente en el país desde 1986 y que contempla penas de prisión para quien ofenda a Alá, Mahoma o el Corán. Los abusos sistemáticos en la interpretación de dicha ley han afectado a más de 50.000 personas, pero son los cristianos los que están soportando una especial crueldad en los últimos años por parte de los extremistas. El último caso fue el 19 de julio, cuando dos hermanos protestantes fueron asesinados a la salida del tribunal que acaba de declararles inocentes de la acusación de blasfemia. El obispo de Multan, Andrew Francis, ante la pregunta de si los cristianos en Pakistán son ciudadanos de segunda clase, explica a Vida Nueva: “De iure no, pero de facto sí”. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
| Posted: 01 Aug 2010 07:56 PM PDT Por Baltazar Porras Me encuentro con un comentario del evangelio de San Mateo que transcribo casi literalmente porque viene como anillo al dedo para estos tiempos. Recuerda a los creyentes que no hay que temer a los que matan el cuerpo (10,24-33). El motivo de estas tribulaciones: la comunión de destino con Jesús. "Un discípulo no es más que su maestro, ni un siervo más que su amo... Si al dueño de la casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados!" La persecución no justifica el miedo ni la negación de Cristo.En primer lugar, ¡fuera el miedo! Es la consigna que por tres veces repite Jesús. Audacia, valentía y aguante deben ser las actitudes de su seguidor. El discípulo no ha de temer la contradicción, el aislamiento, el ridículo, la persecución, ni siquiera la muerte. Estos son los motivos que da Jesús: 1.° La fuerza del evangelio es incontenible y adquiere transparencia incluso en las peores circunstancias: "Nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que digo de noche, díganlo en pleno día; y lo que hablo al oído, pregónenlo desde la azotea". 2.° La persona es inviolable en su nivel más profundo: "No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma". Los tiranos aplastan la libertad de expresión y de acción, e incluso la vida física; pero no pueden destruir la persona y su libertad interior. El único "miedo" saludable es el temor de Dios, que no es terror a un fiscal, sino respeto a un padre, como apunta Jesús. 3.° La providencia de Dios se manifiesta en su atención a todos los seres que ha creado, aun los más insignificantes. ¡Cuánto más cuidará de sus hijos, los hombres! "¿No se venden un par de gorriones por unos centavos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga nuestro Padre... No tengan miedo: no hay comparación entre ustedes y los gorriones". Ser amados de Dios suscita alegría y devolución de amor; y éste expulsa el temor y crea la libertad y el gozo de los hijos de Dios. Confesar y testimoniar a Cristo con valentía es su segunda recomendación. "Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo". En justa correspondencia, Jesús avalará ante Dios a quien lo confiese ante el mundo como Señor de la historia y de la vida humana. Entre los múltiples miedos que nos invaden y atenazan, uno de ellos es el miedo religioso. Hoy día abundan los cristianos vergonzantes y miedosos. Frente a un ambiente social poco favorable a la fe cristiana y, a veces, hostil a la misma, una de las tentaciones más frecuentes es el miedo que se disfraza de silencio cauteloso e inhibición, cuando no de disimulo. Con el miedo en los talones no se puede servir a Dios ni confesar y testimoniar a Cristo. Los venezolanos hemos de tener esperanza y confianza. Si grandes son los obstáculos que se han de vencer, mayores deben ser los esfuerzos por la reconciliación, la paz y la solidaridad, especialmente con los más pobres. Es la lección que nos debe animar a no tener miedo. Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo, arzobispo de Mérida (Vanezuela) Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
| Posted: 01 Aug 2010 07:50 PM PDT Theodore Kodidis, S.J. Publicado por Mirada Global Si no llegamos a amar la empresa y el barrio, no nos podremos entender con los vecinos ni podremos equilibrar los propios deseos con la realidad. Grecia / Economía – A menudo la prensa, para explicar mejor la situación de Grecia, presenta a nuestro país como una empresa con todas sus funciones. Este paralelismo ayuda a comprender, de manera más simple y a una escala más abordable, lo que ocurre a nivel nacional. Trataré de hacer el mismo ejercicio, advirtiendo que se trata de eso y no de una fotografía de la situación.Hay entonces un almacén, un supermercado, llamado Grecia, en un barrio comercial —Europa— donde encontramos otros supermercados mucho más grandes. Nuestro modesto almacén emplea a un centenar de personas. Después de algún tiempo, nuestros problemas han llegado a ser más graves. Estamos endeudados y debemos la cifra equivalente a los negocios que haremos en los próximos catorce meses. El año pasado no fue bueno: tuvimos un 13,6 % de déficit. Deberemos pedir prestado y el próximo año nos endeudaremos aún más seriamente. Nuestros productos se hacen en parte aquí y otra parte la compramos. En el comercio que hacemos para llenar las estanterías, compramos diez y vendemos ocho. También es un hecho que nuestras unidades de producción y de elaboración no son muy modernas, y sus productos son costosos. Hay un problema de competitividad. En nuestro almacén todo el mundo cree que el mejor lugar es Contabilidad, porque se tiene y se hace un trabajo más fácil y más elegante. Aunque se necesitan diez personas, hay veinte. Estas se han organizado bien y forman un cuerpo. Nadie puede moverlas y su salario está asegurado sin importar cuál sea el resultado de la empresa. Desde hace tiempo, varios han adquirido la práctica, al final del día, de llevarse del almacén a sus casas las cosas que necesitan. Grandes paquetes, los directores; pequeños, los funcionarios. Hay algunos que no lo hacen, esos protestan. Pero se toman muy pocas medidas y sigue impune la mayoría de los que defraudan al almacén. Hay un conjunto de siete a ocho personas que forman grupo aparte. Están en contra del almacén y en contra de la Dirección; querrían tomar las cosas en sus manos y administrar todo a su manera. De todos modos, están en contra del comercio y consideran que el almacén les pertenece. Se llaman “partido comunista”. De vez en cuando, hacen manifestaciones, bloquean las puertas, rompen los escaparates, piden que la Dirección se vaya. Además, no quieren a los clientes, especialmente a los más ricos porque ellos apoyan la práctica del comercio. Hay también una banda de jóvenes que ha dicho claramente que no se considera parte de este conjunto. Quisieran ver el almacén en llamas. Se han instalado en una esquina y arman barullo. De vez en cuando, se ve volar por el aire un tarro de conservas o un yogur, que aterriza delante de la puerta del Director o del jefe de Contabilidad. Se llaman anarquistas, marxistas o algo así. Luego hay una serie de personas, algunos trabajan en la producción, otros en Contabilidad, que comprenden que es necesario hacer funcionar la empresa. Tratan de poner en orden los estantes, se quedan hasta más tarde para hacer la limpieza —a que a menudo no se hace—, realizan su trabajo y además se presentan para llenar los vacíos con el fin de que el conjunto marche. Se esfuerzan en acoger y servir bien a los clientes porque saben que corren el riesgo de ser mal acogidos por algunos colegas. En resumen, sin bonificaciones y mucho más allá de sus obligaciones, hacen funcionar nuestro almacén. De vez en cuando alguno de ellos, superado por todo esto, deja su lugar y se va a trabajar a otra empresa. Todos los días se discute y grita sobre lo que se debe hacer. Entonces, todo el mundo dice que debemos hacer como en los otros almacenes, que no podemos seguir así, que es necesario corregir, que tenemos la suerte de estar en un buen barrio: que debemos imitar a los otros. Todos, salvo los comunistas que gritan más fuerte y dicen que todo este barrio está podrido y, para protestar, están dispuestos a cerrar las puertas mañana. Esto, durante el día. Cuando llega la noche, cambian los ánimos y los discursos también. Entonces, comienzan a decir más bajo que nosotros no somos parte de este barrio ni de este país. Estamos aquí como extranjeros. Que nuestra civilización y nuestras prácticas son mucho mejores, y que vivíamos mejor antes de exiliarnos aquí, en este barrio que en el fondo detestamos porque los vecinos nos desprecian y nos odian también. Algunos hablan de otros tiempos, de cuando éramos mucho más que un supermercado modesto. Éramos una cadena comercial que dominaba todos los países. Luego, hay un grupo llamado “ortodoxos fervientes”, particularmente nostálgico, que se asemeja a los comunistas y aunque durante el día no se soportan, cuando llega la noche se acercan como viejos amigos, comentan lo malo y podrido que está el barrio y sienten que sus sufrimientos y malestar son comprendidos por el otro. Están también los que dicen que quizás, a pesar de todo lo malo, una crisis puede ser buena. Porque si no llegamos a amar la empresa y el barrio, no nos podremos entender con los vecinos ni podremos equilibrar los propios deseos con la realidad, y tampoco lograrán equilibrarse nunca nuestros balances y nuestras cuentas. ______________ Theodore Kodidis, S.J. Director de la revista griega Anoixtoi Orizontes. Artículo publicado en Choisir Nº 606, junio de 2010, y en revista Mensaje, www.mensaje.cl Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
| Posted: 01 Aug 2010 04:49 PM PDT Por José María Castillo Publicado por Teología sin censura Los evangelios se refieren con frecuencia a los samaritanos. Porque las relaciones entre judíos y samaritanos, en tiempos de Jesús, eran tensas y hasta conflictivas. Samaria fue fundada por Omrí hacia el 880 (1 Re 16, 24). Después de la deportación del 772, su población era una mezcla de razas (2 Re 17, 3-6, 24). En el s. I, los samaritanos eran tratados como heréticos y se les tenía como legalmente impuros (Lc 9, 52; Jn 4, 9; 8, 48). Uno de los motivos de enfrentamiento era el hecho de que los samaritanos no iban jamás al templo de Jerusalén porque ellos se habían construido su propio templo en el monte Garizín. De ahí la intolerancia mutua entre judíos y samaritanos.No es ningún despropósito decir que los samaritanos eran separatistas y nacionalistas intolerantes. Y algo parecido les ocurría a los judíos en sus relaciones con las gentes de Samaria. De forma que, entre unos y otros, ni darse un vaso de agua, o simplemente dirigirse la palabra (Jn 4, 8-9). Y hasta se le negaba hospedaje en Samaria a cualquier judío que se dirigiera a Jerusalén (Lc 9, 52). Está claro que el rechazo y la intransigencia de aquellas gentes, en la Palestina del s. I, era más fuerte que todas nuestras intolerancias y nuestros nacionalismos de ahora. Con esta situación se encontró Jesús, que era judío y era visto como judío por la gente de Samaria (Jn 4, 9). Pues bien, ¿qué hizo Jesús en una situación así? Cuando en un pueblo de Samaria se negaron a recibir a Jesús, los apóstoles Santiago y Juan querían que a las gentes de aquel pueblo les cayera un rayo del cielo y los aniquilara (Lc 9, 54). La reacción de Jesús fue tremenda: "se volvió e increpó" (Lc 9, 55) a aquellos dos apóstoles fanáticos e intolerantes. O sea, Jesús no sólo pasó por alto de aquella humillación, sino que incluso "increpó" ("prohibió severamente" = epitimáo) a sus amigos más cercanos que buscaban castigo y venganza. Pero lo de Jesús con los separatistas samaritanos fue mucho más fuerte. Uno de los episodios más populares y conocidos de los evangelios es la parábola del buen samaritano. El relato (Lc 10, 25-37) da que pensar. Porque, si como bien explican los más entendidos (J. Jeremias, E. Biser, W. Harnisch, J.D. Crossan), a la parábola se le quita el envoltorio exhortativo al amor fraterno, que le puso el evangelista Lucas (Lc 10, 25-29; 36-37), y nos quedamos con la sola parábola, el relato original, tal como lo cuenta Jesús (Lc 10, 30-35), resulta que lo que esta historia les presentó a los judíos fue a un indeseable hereje, a un impuro samaritano, a un despreciable separatista, como el modelo de lo que es una buena persona que se compadece y se porta bien. ¿Con quién? Con quien fuera. A fin de cuentas, con un ser humano, que podía ser judío (lo más seguro, en el caso de "un hombre que bajaba de Jerusalén" (Lc 10, 30)). Pero es que, para Jesús, eso daba lo mismo. Allí había un ser humano, que se veía necesitado. Y está claro que, para Jesús, lo que importaba no es de dónde era, sino quién era. Y si es un ser humano, se le quiere y se le ayuda, sea de donde sea y sea quien sea. Pero la parábola va más lejos. Porque, como es bien sabido, el relato también habla de un sacerdote y de un levita, que vieron al necesitado, dieron un rodeo y pasaron de largo (Lc 10, 31-32). Es más, del sacerdote se dice que "bajaba de Jerusalén" (Lc 10, 30). O sea, no iba hacia el templo, sino que venía del templo. Con lo que Jesús estaba diciendo: el representante oficial de la religión (sacerdote), que venía del centro oficial de lo religioso (templo), ése precisamente es el "anti-modelo", al que no hay que imitar. Mientras que el "modelo", al que hay que parecerse, es precisamente el más odiado y despreciado, el indigno samaritano. Si Jesús escogió, para su relato a estos personajes, y si los presentó así en la parábola, sin duda alguna no lo hizo por mera casualidad. Ni por rechazo a los representantes de Dios. Jesús contó esta historia, como la contó, para que quedase claro, de una vez por todas, que no podemos ir por la vida aceptando a unas personas y rechazando a otras. Es evidente que Jesús estaba harto de enfrentamientos y divisiones, de desprecios mutuos y de conflictos, de amenazas y de insultos. Y por eso Jesús no dudó en ser provocativo. Para decir con fuerza ¡BASTA YA! Lo primero es que todos somos seres humanos. Y todos nos necesitamos unos a otros. Y eso tiene que ser lo primero. Por encima de nacionalidades, colores, ideologías, intereses y presuntos derechos, que nadie sabe de dónde vienen. Por eso Jesús no le ofreció agua a la samaritana, sino que le pidió agua a aquella mujer poco edificante (Jn 4, 7. 17-18). Y tuvo la libertad de decirle a aquella misma mujer de Samaria que se había terminado el tiempo de los templos que nos dividen a los humanos. Porque ha llegado el tiempo de adorar a Dios "en espíritu y en verdad" (Jn 4, 24). Jesús no era un estúpido que le pedía a la gente que renegara de su historia y de su cultura. Eso no se lo pidió Jesús a nadie. Lo que Jesús quería (y quiere) es que nos respetemos, nos aceptemos en nuestras diferencias, y que seamos capaces de dejar vivir. Sin pretender que todos piensen, sientan y quieran lo que yo pienso, siento y quiero. Nada tiene de extraño que los vecinos de aquella mujer le pidieran a Jesús que se quedara en su pueblo unos días. Y allí se quedó con ellos (Jn 4, 40). Y todavía un detalle más. Cuando Jesús curó a diez leprosos (Lc 17, 11-19), resultó que uno de ellos era samaritano. Y mire Usted por dónde el único que volvió a darle las gracias a Jesús, por la salud recuperada, fue precisamente el samaritano. Los otros nueve, como eran judíos y fueron a cumplir con el trámite legal de acudir al templo, con eso vieron que habían cumplido. Mientras que el hereje samaritano, como no tenía más creencia que su propia humanidad, hizo lo que esa humanidad le pedía: ir a dar las debidas gracias al que lo había sanado. La cosa está clara: las religiosidades observantes y excluyentes nos deshumanizan. Mientras que quien no lleva más equipaje que su propia humanidad, ése es la persona que resulta entrañable. A Jesús lo insultaron los dirigente judíos llamándolo "samaritano" y diciendo que llevada dentro un demonio (Jn 8, 48). ¡Qué malos son los sentimientos religiosos y nacionalistas que se traducen en desprecios e insultos! ¡Qué peligro tiene todo eso! Decididamente, el Evangelio es posiblemente uno de los libros de mayor actualidad. Y, en todo caso, está visto que el Evangelio, antes que un libro de religión, es el mejor manual de la más humana convivencia. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
| Posted: 01 Aug 2010 04:41 PM PDT ![]() Publicado por Cipecar Lunes, 2 de agosto “Partió los panes y se los dio a los discípulos” (Mt 14,19) Jesús hace presente la generosidad del Padre partiendo y repartiendo el pan. Cómo le gusta a Jesús hacer este gesto: que el pan, su vida, sea repartido! Celebra la eucaristía en la vida. Lo haces cuando miras a la gente y te entregas, cuando miras las necesidades y sirves, cuando no te guardas el amor en el corazón sino que lo pones en medio como un perfume. Te reconocemos, Señor, porque partes el pan. Te reconocerán, Señor, si me ven partir el pan. Martes, 3 de agosto “Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar” (Mt 14,23) Para Jesús, más allá de todo, está el Padre. No trata de rumiar en su interior los éxitos, sino de descalzarse de todo ruido para estar a solas con su Padre. Acostúmbrate a tener todos los días un momento así. Déjalo todo, deja a todos, y en silencio abre tu corazón al Padre. En tu interior bodega, quiero beber, Señor. En esa hondura, Tú recreas mi agua. Y mañana, ¡de nuevo a ser fuente en medio de las gentes! Miércoles, 4 de agosto “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas” (Mt 15,28) ¡Qué insistencia la de esta mujer! Pide, vuelve a pedir, insiste. Deja una y otra vez que se asome su deseo hondo y se haga presente en sus palabras de fe. Procura que tus palabras no vayan más allá de la verdad que hay en tu corazón, pero procura poner tu corazón en lo que le dices a Dios y en lo que dices a los demás. Asomo ante ti, Señor, mi corazón, te miro y espero tu compasión. Jueves, 5 de agosto “Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar” (Mt 16,23) Pedro no entiende el camino de la cruz. No sabe estar cerca de Jesús en este momento. Al querer para Jesús el poder y la gloria en sentido humano lo expone al tropiezo. Fíjate en la debilidad de las personas que quieres: enfermedades, fracasos, situaciones difíciles. Ten cuidado de lo que les dices. Ser para ellos una eucaristía es la mejor forma de ayudarles. ¿Qué tendré que decir a mis hermanos, Señor, para no hacerlos tropezar? Pondré mi luz, la que Tú me has dado, en su oscuridad. ¡Gratuitamente! Viernes, 6 de agosto LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR “Se transfiguró delante de ellos” (Mt 17,2) Jesús muestra en el monte a sus discípulos el destino de los hijos de Dios. La última palabra la tiene la luz; ante ella, la oscuridad retrocede avergonzada. Contempla un icono. Mira el rostro de Jesús iluminado. Dedica unos momentos a contemplar la luz en las personas que te rodean. Pon tu luz en mis ojos, Señor, que no sé andar por los caminos, si Tú no estás conmigo y me guías. ¡Gracias por tu luz, Jesús! ¡Gracias por todos los que brillan como Tú! Sábado, 7 de agosto “Señor, ten compasión de mi hijo” (Mt 17, 14). Un hombre necesitado se acerca a Jesús con una actitud de fe: le llama Señor y se postra ante él. Jesús recrimina a sus discípulos la falta de fe-confianza en su Amor. La fe escondida en lo pequeño y en los pequeños es más fecunda que estar previendo catástrofes. Pide tú también la pequeña semilla de la fe, a Dios Padre, para el que nada es imposible. Señor en ti confío. Te alabo y te bendigo por tu gran bondad. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
| Posted: 01 Aug 2010 04:36 PM PDT ![]() Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 14, 13-21 Al enterarse de la muerte de Juan el Bautista, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, sanó a los enfermos. Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: «Éste es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos». Pero Jesús les dijo: «No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos». Ellos respondieron: «Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados». «Tráiganmelos aquí», les dijo. Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. Compartiendo la Palabra Por CELAM - CEBIPAL Misericordia en acción: Un Pastor que sana y que alimenta a sus ovejas “Y partiendo los panes se los dio a los discípulos, y los discípulos a la gente” Seguimos leyendo en los días de semana el Evangelio según san Mateo. En el bellísimo texto de Mateo 9,36, el evangelista nos había presentado a Jesús como “Pastor” que viene al encuentro de las necesidades del pueblo. Allí lo vimos profundamente conmovido frente a la multitud “vejada y abatida como ovejas que no tienen pastor”. Hoy el evangelio nos coloca frente a un caso concreto de todo este panorama: frente al problema del hambre, de las enfermedades, de la desorientación en la vida, y sobre todo, ante el deseo de todo este pueblo de superar sus limitaciones, brilla la misericordia y el servicio de Jesús. Nuestro texto se desarrolla en tres pequeñas escenas, todas ellas hiladas entre sí y al mismo tiempo con su propio mensaje. Veámoslas, pero –por razones pedagógicas- entre la segunda y la tercera vamos a invertir el orden: 1. Jesús sana a la multitud (14,13-14) Llama la atención la secuencia de las acciones de Jesús: “Vio” (=con actitud analítica), “Se compadeció” (=con actitud de misericordia, de apropiación) y “Curó” (=acción efectiva). Son tres pasos que estamos llamados a ejercitar en nosotros para hacer nuestra vida semejante a la de Jesús. Y notemos todavía que Jesús salva la vida de su pueblo renunciando a su propia comodidad (estaba buscando “un lugar solitario”, 14,13) y arriesgando su propia vida al realizar una actividad pública y masiva cuando acaba de morir Juan Bautista y la situación se puso peligrosa también para Él (ver el contexto: el pasaje anterior a éste es el del martirio de Juan, 14,12). 2. Jesús alimenta la multitud (14,19-21) Jesús no solo sana sino que también sacia el hambre de la gente. “Al atardecer” (14,15ª). Según la costumbre israelita ésta es la hora en que toma la comida principal del día. Tienen razón los discípulos cuando advierten que “la hora es ya pasada” (14,15b; se entiende que para actividades públicas), todos ya deberían estar en sus casas compartiendo la cena con sus respectivas familias o al menos en la procura de ésta en los poblados más cercanos (14,15c). Notemos algunas particularidades: • La comida que Jesús les ofrece en ese atardecer concuerda con la que era habitual para la gente sencilla campesina: pan y pescado con sal. • Lo novedoso es que Jesús va a ofrecer el alimento con su propio poder. El hecho de que estén en “lugar desabitado” (14,15b; o más exactamente “desierto”) subraya la grandeza de la acción de Jesús. • Es tal la abundancia que todos quedan saciados y hasta se recogen doce canastos llenos de sobras. Jesús se comporta como un papá que forma su comunidad familiar reuniéndola, atendiendo sus necesidades y enseñándoles a compartir solidariamente. Los gestos principales de Jesús, que nos evocan los de la Eucaristía (agradecer, partir, dar), nos muestran cómo es que Jesús forma su comunidad. 3. Jesús desafía a sus discípulos (14,15-18) Justo en medio de las dos escenas en que Jesús sana y alimenta, el evangelista Mateo inserta un diálogo de Jesús con sus discípulos; allí: (1) les pide un imposible; (2) interpela su escepticismo, ese escepticismo que se siente cuando nos sentimos incapaces de transformar una realidad; (3) les enseña a confiar en su poder. Los discípulos entonces, aprenden que Jesús tiene poder y por esta vía siguen descubriendo poco a poco la identidad de su Maestro. Nuevamente nos encontramos con el camino de la fe del discípulo y esta vez el evangelio coloca su fundamento: la acción mesiánica (y eucarística) de Jesús. Jesús no sólo sacia a un pueblo sino que sorprende a sus discípulos tomando lo poco que tiene la comunidad para hacer lo don (multiplicado en sus manos) para los demás. Jesús es el solidario por excelencia con la humanidad carente, él es el Mesías de Dios que hay que descubrir. El discipulado supone un compromiso concreto de fe y de comunión con las acciones de Jesús para que todos vivan en plenitud y para que haya pan en todas las mesas. El primer paso de la fe y del compromiso es dar con alegría y solidariamente de lo poco que se tiene. Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón: 1. ¿Cómo veo la realidad de mi pueblo y particularmente de mi comunidad hoy? ¿Cuáles son sus necesidades? 2. ¿Qué relación hay entre la multiplicación de los panes y el ejercicio del pastoreo en una familia o en una comunidad? 3. ¿Qué me enseña el relato de la multiplicación de los panes para que mi compromiso como discípulo de Jesús sea real y efectivo? ¿Qué valor tiene el compromiso solidario –desde una vida de fe- con el hermano en nuestro país? “Vengo ante Ti, Jesús, para que me acaricies antes de que empiece mi jornada. Que tus ojos se posen un instante en los míos. Déjame que lleve a mi lugar de trabajo la certeza de tu amistad. Llena mi espíritu para que soporte el desierto del ruido. Que tu resplandor bendito recubra la cima de mis pensamientos. Y concédenos la fuerza para quienes necesitan de mi”. (Teresa de Calcuta) Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
| Posted: 01 Aug 2010 04:29 PM PDT Al comienzo del reinado de Sedecías, rey de Judá, el cuarto año, en el quinto mes, Ananías, hijo de Azur, que era un profeta de Gabaón, me habló así en la Casa del Señor, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo: «Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ¡Yo he quebrado el yugo del rey de Babilonia! Dentro de dos años, devolveré a este lugar los objetos de la Casa del Señor que Nabucodonosor, rey de Babilonia, sacó de este lugar y se llevó a Babilonia. Y también a Jeconías, hijo de Joaquím, rey de Judá, y a todos los deportados de Judá que fueron a Babilonia, los haré volver a este lugar -oráculo del Señor- cuando Yo quiebre el yugo del rey de Babilonia». Entonces el profeta Jeremías se dirigió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo, que estaban de pie en la Casa del Señor, y el profeta Jeremías dijo: «¡Amén! ¡Que así lo haga el Señor! Que el Señor cumpla tus palabras, las que tú has profetizado, haciendo volver los objetos de la Casa del Señor y a todos los deportados, de Babilonia a este lugar. Sin embargo, escucha bien esta palabra que yo digo a tus oídos, y a los oídos de todo el pueblo: Los profetas que nos han precedido desde siempre, a mí y a ti, profetizaron la guerra, el hambre y la peste a numerosos países y contra grandes reinos. Pero si un profeta profetiza la paz, sólo cuando se cumple la palabra de ese profeta, él es reconocido como profeta verdaderamente enviado por el Señor». El profeta Ananías tomó la barra que estaba sobre el cuello de Jeremías y la quebró. Luego dijo, en presencia de todo el pueblo: «Así habla el Señor: "De esta misma manera, dentro de dos años, Yo quebraré el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que está encima del cuello de todas las naciones"». Y el profeta Jeremías se fue por su camino. Después que el profeta Ananías quebró la barra que estaba sobre el cuello del profeta Jeremías, la palabra del Señor llegó a Jeremías, en estos términos: «Ve a decirle a Ananías: Así habla el Señor: "Tú has quebrado barras de madera, pero Yo pondré en lugar de ellas barras de hierro. Porque así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo he puesto un yugo de hierro sobre todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de, Babilonia, y ellas lo servirán; hasta los animales del campo se los he dado"». El profeta Jeremías dijo al profeta Ananías: «¡Escucha bien, Ananías! El Señor no te ha enviado, y tú has infundido confianza a este pueblo valiéndote de una mentira. Por eso, así habla el Señor: "Yo te enviaré lejos de la superficie del suelo: este año morirás, porque has predicado la rebelión contra el Señor"». El profeta Ananías murió ese mismo año, en el séptimo mes. Palabra de Dios. SALMO RESPONSORIAL 118, 29. 43. 79-80. 95. 102 R. ¡Enséñame tus mandamientos, Señor! Apártame del camino de la mentira, y clame la gracia de conocer tu ley. No quites de mi boca la palabra verdadera, porque puse mi esperanza en tus juicios. R. Que se vuelvan hacia mí tus fieles; los que tienen en cuenta tus prescripciones. Que mi corazón cumpla íntegramente tus preceptos, para que yo no quede confundido. R. Los malvados están al acecho para perderme, pero yo estoy atento a tus prescripciones. No me separo de tus juicios, porque eres Tú el que me enseñas. R. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 14, 13-21 Al enterarse de la muerte de Juan el Bautista, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, sanó a los enfermos. Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: «Éste es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos». Pero Jesús les dijo: «No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos». Ellos respondieron: «Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados». «Tráiganmelos aquí», les dijo. Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. Palabra del Señor. LITURGIA DE LAS HORAS TIEMPO ORDINARIO LUNES DE LA SEMANA XVIII De la feria. Salterio II 2 de agosto LAUDES (Oración de la mañana) INVOCACIÓN INICIAL V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. INVITATORIO Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos. Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Himno: ALFARERO DEL HOMBRE, MANO TRABAJADORA Alfarero del hombre, mano trabajadora que, de los hondos limos iniciales, convocas a los pájaros a la primera aurora, al pasto los primeros animales. De mañana te busco, hecho de luz concreta, de espacio puro y tierra amanecida. De mañana te encuentro, vigor, origen, meta de los profundos ríos de la vida. El árbol toma cuerpo, y el agua melodía; tus manos son recientes en la rosa; se espesa la abundancia del mundo a mediodía, y estás de corazón en cada cosa. No hay brisa si no alientas, monte si no estás dentro, ni soledad en que no te hagas fuerte. Todo es presencia y gracia; vivir es este encuentro: tú, por la luz; el hombre, por la muerte. ¡Que se acabe el pecado! ¡Mira que es desdecirte dejar tanta hermosura en tanta guerra! Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte de haberle dado un día las llaves de la tierra. Amén. SALMODIA Ant. 1. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Salmo 41 - DESEO DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR EL TEMPLO. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Las lágrimas son mi pan noche y día, mientras todo el día me repiten: «¿Dónde está tu Dios?» Recuerdo otros tiempos, y mi alma desfallece de tristeza: cómo marchaba a la cabeza del grupo, hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío.» Cuando mi alma se acongoja, te recuerdo, desde el Jordán y el Hermón y el Monte Menor. Una sima grita a otra sima con voz de cascadas: tus torrentes y tus olas me han arrollado. De día el Señor me hará misericordia, de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida. Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué me olvidas? ¿Por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo? Se me rompen los huesos por las burlas del adversario; todo el día me preguntan: «¿Dónde está tu Dios?» ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío.» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Ant. 2. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión. Cántico: SUPLICA EN FAVOR DE LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN Sir. 36, 1-7. 13-16 Sálvanos, Dios del universo, infunde tu terror a todas las naciones; amenaza con tu mano al pueblo extranjero, para que sienta tu poder. Como les mostraste tu santidad al castigarnos, muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos: para que sepan, como nosotros lo sabemos, que no hay Dios fuera de ti. Renueva los prodigios, repite los portentos, exalta tu mano, robustece tu brazo. Reúne a todas las tribus de Jacob y dales su heredad como antiguamente. Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, a quien nombraste tu primogénito. Ten compasión de tu ciudad santa, de Jerusalén, lugar de tu reposo. Llena a Sión de tu majestad y al templo de tu gloria. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión. Ant. 3. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo. SALMO 18 A - ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO. El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo murmura. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Allí le ha puesto su tienda al sol: él sale como el esposo de su alcoba, contento como un héroe, a recorrer su camino. Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo: nada se libra de su calor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo. LECTURA BREVE Jr 15, 16 Cuando encontraba palabras tuyas las devoraba; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque tu nombre fue pronunciado sobre mí, ¡Señor, Dios de los ejércitos! RESPONSORIO BREVE V. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. V. Cantadle un cántico nuevo. R. Que merece la alabanza de los buenos. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. PRECES Demos gracias a nuestro salvador que ha hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes, y digámosle: Consérvanos, Señor, en tu servicio. Señor Jesús, sacerdote eterno, que has querido que tu pueblo participara de tu sacerdocio: haz que ofrezcamos siempre sacrificios espirituales, agradables al Padre. Danos, Señor, la abundancia de los frutos del Espíritu Santo: comprensión, bondad, amabilidad. Que la luz de la fe ilumine este nuevo día y que durante el mismo caminemos por las sendas del amor. Haz que busquemos siempre el bien de nuestros hermanos y les ayudemos a progresar en su salvación. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Con el gozo que nos da el sabernos hijos |









No hay comentarios:
Publicar un comentario