- ORACIONES para la EUCARISTÍA: SOMOS HERMANOS (DOMINGO 22 TO)
- Evangelio Misionero del Dia: 29 de Agosto de 2010 - DOMINGO XXII DURANTE EL AÑO
- Agustín, el buscador incansable de la verdad
- Dom 29-08-10: Invita a los que no puedan pagarte
- SIN ESPERAR NADA A CAMBIO
- EVANGELIO DEL DOMINGO: OBSERVADOR DE APARIENCIAS
- ACEPTARNOS COMO SOMOS
- XXII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14, 1.7-14) - Ciclo C: EL PROTOCOLO CRISTIANO
- XXII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14, 1.7-14) - Ciclo C: ¿Y los no convidados?
- LO QUE NOS QUITA EL HAMBRE DEL REINO
- Agustín de Hipona: La brújula
- Lecturas y Liturgia de las Horas: 29 de Agosto de 2010
Posted: 28 Aug 2010 04:44 PM PDT Publicado por Fe Adulta ANÁFORA Queremos dirigirte esta plegaria, Padre santo, y darte gracias de todo corazón. Es justo que todos juntos te demos las gracias, porque nos has hecho una gran familia de hermanos, en la que nadie se puede considerar ni más fuerte ni más hijo tuyo. Todos somos iguales ante Ti, hombres y mujeres, cultos y analfabetos, blancos y negros, grandes y pequeños, ricos y pobres. Porque por más que nos cueste creerlo, sabemos Señor que nada te importan nuestras creencias y dogmas, ni nuestro mejor incienso. Desde el fondo de nuestro corazón agradecido te bendecimos, Padre, y unidos a todos tus hijos, sintiéndonos hermanos, entonamos a tu mayor gloria este himno de alabanza. Santo, santo… Dios y Señor de todos los seres humanos, te agradecemos la presencia en esta tierra de tu hijo Jesús. Nos ha enseñado cómo debemos vivir, sin privilegios, en perfecta igualdad. Nos ha descubierto que dar y repartir enriquece, que el verdadero amor sólo puede ser gratuito, dándonos sin esperar nada a cambio, que nuestra mayor satisfacción personal la encontraremos en el amor generoso, en sabernos útiles a los demás, en liberarles de sus angustias y problemas. Nos ha dejado su palabra, pero además ha plasmado el mensaje en su vida, para que lo entendamos bien y no tengamos dudas. Le costó la vida muriendo en una cruz de esclavos. El Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan, dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced lo mismo en memoria mía». Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo: «Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre; cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía». Te damos gracias, Dios santo, por el misterio de la vida, muerte y resurrección de tu hijo Jesús. Por él nos hemos sentido hijos tuyos y verdaderos hermanos. Nos has hecho depender unos de otros, y como en toda buena familia, los que se ven mayores han de cuidar de sus hermanos más pequeños, y los que más bienes tienen, deben repartirlos con los que menos dones poseen. Necesitamos tu Espíritu, tu inspiración, tu fuerza, porque somos débiles y tendemos a ser irremediablemente egoístas. Pero seríamos injustos si no reconociéramos los esfuerzos de tanta buena gente que, a lo largo de la historia y repartidos por toda la tierra, han entregado lo mejor de sí mismos en servicio a los demás. Gracias, Padre, por su testimonio. Gracias también, Señor, por lo poco o mucho que hemos sido capaces de hacer nosotros mismos en favor de los demás. Te ofrecemos el amor desinteresado que nos hemos regalado unos a otros, y sobre todo el amor que nos ha tenido a todos Jesús, el hijo en quien siempre te has complacido. Por él y con él, a Ti, Padre, honor y gloria. AMÉN. Rafael Calvo Beca ----------------------------- PRINCIPIO Venimos a tu mesa, Padre; y no somos los ricos, los satisfechos, los santos; somos los necesitados, los cansados, los pecadores. Te necesitamos, Padre, gracias porque siempre nos comprendes y nos invitas. Por Jesús, tu hijo, nuestro Señor OFRENDA En la mesa de su Cena de despedida, el pan y el vino fueron para Jesús imagen viva de su entrega total a ti; que este pan y este nuestro vino nuestros signifiquen ahora nuestro deseo de entregarnos plenamente a tu Reino. Por el mismo Jesús, tu hijo, nuestro Señor DESPEDIDA Gracias, Padre por la palabra y por el pan; gracias por la eucaristía, que nos alimenta, nos anima, nos da vigor. Gracias, Padre, sobre todo, por Jesús, tu hijo, nuestro Señor. José Enrique Galarreta ------------------------------ ESE BANQUETE… Dentro de mí luchan fuerte dos corrientes: Una quiere que le haga holgado hueco, que trabe amistad con los de siempre y me arrime a los que triunfan y tienen, que me monte en la cresta de la ola y suba con su espuma. La otra, que sea hueco – casa, choza, techo, refugio – lleno de espíritu, brisa y ternura para los que nada tienen. Dentro de mi luchan fuerte dos opciones: Una piensa en aprovecharse, en sacar partido y beneficio a todo y todos los que se cruzan en mi camino; en quedarse, como siempre, en su puesto y centro recogiendo aplausos y elogios. La otra, en salir a la periferia a estar con los que son despojo; en convidar y compartir sin esperar recompensa. Dentro de mi luchan fuerte dos voluntades: Una opina que es necesario pisar fuerte, que hay que medrar y alzarse como sea, que los otros siempre son rivales, que codazos, zancadillas y empujones son cosas bien naturales y valen para labrarse placas e imágenes. La otra, que hay que anonadarse, vaciarse y abajarse hasta tocar lo intocable, porque muchos no pueden levantarse. Dentro de mi luchan fuerte dos pasiones: Una busca lucrarse y aprovecharse entre tráfico de influencias y privilegiadas informaciones, favoritismos, enchufes, prebendas; que todos aporten para mantener llena cartera, bolsa, cuenta y maleta. La otra sueña en alegrar y saciar a los nadies y en vivir feliz aunque te despierten, te pidan , te quiten y no te paguen. Dentro de mí luchan fuerte mis quereres. Y todavía no he organizado ese banquete, tu banquete, mi banquete, nuestro banquete… gratis. Florentino Ulibarri Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. 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Posted: 28 Aug 2010 04:38 PM PDT Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 14, 1. 7-14 Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: «Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado». Después dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!» Compartiendo la Palabra Por Pedro Garcia cmf Podemos preguntarle a Jesús Oye, Señor, puesto Tú a señalarnos las dos normas de conducta moral principales de tu Evangelio, ¿cuáles escogerías?... Es posible que Jesús se sonría y nos responda: ¿Habéis leído el Evangelio de hoy? Procurad entenderlo, y no tengo que deciros nada más. Y así es. Porque hoy Jesús, con dos parábolas o comparaciones, nos enseña lo que es toda la sabiduría de Dios, manifestada con su ejemplo en la cruz: la humildad y el amor. Jesús ha sido invitado a un banquete en casa de aquel fariseo principal. Atento y observador, ve cómo los invitados van eligiendo los primeros puestos y nota cómo el anfitrión no ha convidado a gente humilde, sino a los más representativos de la ciudad en mando y en dinero. Jesús es muy educado, y sin herir, medio gastando buen humor, con sonrisa maliciosa se dirige a los comensales, a cada uno en particular: - ¿Quieres un consejo prudente? Mira, cuando seas convidado a un banquete, no te coloques por tu cuenta en el primer puesto, porque no venga otro de mayor categoría, y te diga el dueño: Amigo, ¿podrías dejar tu puesto para éste que llega ahora?... Tú entonces, con vergüenza, vas a tener que ir al último lugar, pues está todo ya ocupado. Por eso, haz lo contrario. Al llegar a la sala del convite, colócate sin más en el último puesto. Al verte el dueño, te va a decir: Amigo, ¿cómo te has colocado ahí? Tú, aquí a mi lado... Entonces, con gran honor ante todos, irás a ocupar el primer lugar. Aunque todos los que escuchan lo entienden a la primera, porque los judíos de entonces, como los de siempre, no tenían ni pizca de tontos, Jesús nos manifiesta bien claro su pensamiento, a ver si se nos mete a nosotros en la cabeza la difícil lección de la humildad: - Todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado. Pero falta la segunda parte, y Jesús no desaprovecha la ocasión. Al ver a todos los comensales bien trajeados y vestidos impecablemente de etiqueta, le dice como bromeando al dueño: - ¡Qué bien que lo has hecho! Pero, si quieres, te doy un buen parecer. Cuando prepares otro banquete, no convides a esta gente rica, porque te van a recompensar invitándote después ellos a ti, y en esa invitación tendrás tu recompensa. Hazlo al revés: convida a tu mesa a los pobres, tullidos, cojos, ciegos, a todo ese deshecho de la sociedad. Como no tendrán con qué corresponderte, déjale la paga a Dios, que te la va a dar bien buena en la vida futura... Por más que Lucas no lo diga en su Evangelio, el convite debió seguir normal. Pero comenzó el cuchicheo irremediable: ¡Vaya con qué nos viene ahora este Maestro de Nazaret! Podía haberse guardado sus lecciones para la sinagoga o el templo..., Eso, lo que comentaban unos. Pero, otros, sensatos y más abiertos a Dios, añadían: ¡Pues, tiene razón! ¿Quién se atreve a contradecirle?... Jesús, entre tanto, sanote y robusto, comía con buen apetito, mientras se decía para sus adentros: A ver si mi Iglesia aprenderá lo que acabo de decirles a todos éstos! Se lo he dicho a los fariseos, para que lo aprendan después los cristianos. Dejamos que Jesús siga pensando mientras come, para discurrir nosotros sobre nuestra Iglesia, en la cual no hay grandes ni pequeños, porque todos somos iguales. El Bautismo, grandeza máxima del cristiano, es el mismo para todos. Todos somos iguales, pero lo extraño es que, aprendida la lección del Maestro, el más grande por su cargo en la Iglesia se convierte voluntariamente en el servidor de todos, en el más trabajador, en el más sacrificado, y, aunque revestido de dignidad y autoridad, sabe colocarse siempre en el último lugar. El ejemplo más claro lo tenemos en el Papa, Vicario de Jesucristo, que se llama siempre en sus documentos Siervo de los siervos de Dios. Lo cual no es una pura fórmula. Es algo sentido. Algo vivido. No hay nadie más sacrificado que es hombre que, encerrado en el Vaticano o en viaje agotador por el mundo, está todo para todos. En la Iglesia tenemos todos la misma convicción, apoyados en la palabra del Señor: que cuando llegue el Juicio último, los más humildes de aquí se habrán convertido en los más grande de allá; mientras que los que no supieron ser humildes y servidores de todos, no serán tampoco los que más brillarán en la gloria... Con la caridad, pasa lo mismo. Los grandes poderes del mundo moderno se alían para acrecentar enormemente sus ingresos, aprovechándose precisamente de los pequeños, que se han de contentar con un jornal a veces de miseria. Pero toda su ganancia se queda en este mundo, y no traspasa las fronteras de la eternidad... La Iglesia, no. La Iglesia prefiere, siguiendo al pie de la letra el consejo de Jesús —y sin dejar de lado a ninguno de sus hijos— optar preferencialmente por los pobres y darse sin recompensa alguna a los más desposeídos. Sabe la Iglesia que su riqueza son precisamente aquéllos de los que nada puede sacar; pero sabe también que Dios, el buen pagador, lo tiene todo muy en cuenta... De este modo, la misma promoción social le hace mirar a la resurrección gloriosa, a la eternidad, y no se queda sólo en un mundo que pasa... Humildes y con corazón. Así nos quiere Jesucristo. ¿Por qué no le vamos a dar gusto?... Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. 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Posted: 28 Aug 2010 04:17 PM PDT San Agustín nació en Tagaste el 13 de noviembre de 354. Estaba dotado de una gran imaginación y de una extraordinaria inteligencia, su pensamiento es un fuego que abrasa a todos los que se acercan a él. En su búsqueda incansable de respuesta al problema de la Verdad, Agustín pasa de una escuela filosófica a otra sin que encuentre en ninguna una verdadera respuesta a sus inquietudes. Finalmente abraza el maniqueísmo creyendo que en este sistema encontraría un modelo según el cual podría orientar su vida. Varios años siguió esta doctrina y solamente la abandonó después de hablar con el obispo Fausto. Este celebrado obispo maniqueo llegó a Cartago; Agustín fue a visitarlo y le interrogó; en sus respuestas descubrió al retórico vulgar, un completo ignorante de toda sabiduría científica. Se había roto el hechizo y, aunque Agustín no abandonó la secta inmediatamente, su mente ya rechazó las doctrinas maniqueas. La ilusión había durado nueve años. Ante tal decepción, se convenció de la imposibilidad de llegar a alcanzar la plena Verdad. Más tarde se traslada a Milán donde es profesor de retórica. Después renuncia a su cátedra, empieza a escuchar con gusto los sermones de San Ambrosio, lee las cartas de San Pablo, se consagra al estudio formal y metódico de las ideas del cristianismo y se retira con su madre, que siempre le siguió, y unos compañeros cerca de Milán para dedicarse por completo al estudio y a la meditación. Así se expresa al pensar en estos momentos de su vida: “Invitado por mis lecturas a retornar sobre mi mismo, entré en el fondo de mi corazón, guiado por ti. Entré, y vi una luz inmutable, una luz que lo llenaba todo con su inmensidad”. Era la luz que tantos años había buscado, era la luz de la Verdad. El 23 de abril de 387, a los treinta y tres años de edad, es bautizado en Milán por el santo obispo de esta ciudad. Ya bautizado, regresa a África. Antes de embarcarse, su madre Mónica muere en Ostia. Una vez en África se instala en Tagaste donde con algunos compañeros vive una vida monacal hasta que en 395 le nombran obispo de Hipona y en esta ciudad morirá el 28 de agosto de 430. Entre sus innumerables escritos tenemos las “Confesiones” en el que encontramos su famosa frase: “Dios nos hizo para Él y nuestro corazón estará inquieto hasta que descansa en Él”. Texto: Hna. María Nuria Gaza. Publicado por Mi Vocación Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Aug 2010 04:12 PM PDT Publicado por El Blog de X. Pikaza Domingo 22. Tiempo ordinario. Ciclo C. Lc 14. 1. 7-14. Seguimos comentando el evangelio de Lucas. Para sorpresa de muchos, habla poco de Dios en sí y mucho de los pobres, es decir, de aquellos que no pueden tomar parte del banquete de este mundo. Es un texto parabólico y directo, y así quiero comentarlo paso a paso, verso a verso. Se trta de ser generosos (de invitar), pero de invitar para abrir la mesa a los que menos tienen, para compartir. Se trata de invitar... De pasar del negocio de la vida, donde sólo doy par que me den, al gozo de la gratuidad y del regalo generoso. Se trata de invertir lo que ha sido la marcha de un mundo occidental (de un mundo rico) que ha edificado su "comida" (su banquete) a costa de los pobres (de loe excluidos del banquete). Se trata de dar marcha atrás, no por negación, sino por gozo generoso y por fraternidad. Buen domingo a todos. (a) Introducción (14, 1) Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales de los fariseos para comer (=comer pan), y ellos le estaban espiando. Sirve de introducción no sólo del texto que sigue, sino del conjunto de Lc 14, con sus diversos comentarios sobre la pobreza y la riqueza. Parece tener un fondo un fondo histórico. Jesús andaba con los pobres, con quienes compartía todo, pero se dejaba invitar por los ricos, compartiendo, de esa forma, muchas cosas con los fariseos, que aparecen así, básicamente, como amigos, aunque el texto sigue diciendo que ellos (autoi) le estaban espiando. Se trata, por tanto, de una amistad discutida, como todo el texto seguirá mostrando. Estos fariseos espías empiezan pareciendo extraños a la Iglesia. Pero después, sin darnos casi cuenta, descubrimos que nosotros somos “ellos”. Entre fariseos (entre nosotros) andaba Jesús. Claro así queda que Jesús no era un “purista”, ni un radical en sentido negativo. Es capaz de comer con gente con la que no está totalmente de acuerdo. (b) La escala de los invitados. Los primeros puestos Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: Cédele el puesto a éste. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Hay una ironía de base: El convite del fariseo (que debía ser un momento de fraternidad, para romper distancias, para hablar todos con todos) se vuelve convite que marca las jerarquías sociales. Ciertamente, es importante la comida, pero más importante parece aún aquí el “buen rango”, que cada uno está en su puesto. Los convidados van “por la foto”, como hoy se diría. Quieren distinguirse por los trajes que llevan, por el lugar que ocupan en la mesa. Precisamente en el convite, aquello que parece lo más fraterno, se crear jerarquías y distancias. ¿Esta es una escala puramente farisea? ¿No estará aludiendo también el evangelio a una escala cristiana de honores y rangos? Lo cierto es que estamos inmersos en una carrera de honores: los puestos en la mesa del mundo marcan las diversas clases sociales, dentro del continuo alimenticio, donde el Rey León ocupa el primer puesto y luego van bajando en la escala los diversos animales… En esta mesa se disputan los puestos a codazos. Es la vida. La mesa del mal convite. Han venido a espiar a Jesús (para ver si cura en sábado, para ver cómo come…). Pues bien, también Jesús espía o (si queréis) se pone a mirar y advierte lo que pasa. Está en un buen observatorio. La respuesta de tiene, sin duda, un fondo de ironía: (a) Puede entenderse en sentido evangélico (de verdadera humildad): yo no entro en la carrera de honores, no voy a luchar por los primeros puestos… (b) Pero también puede entenderse en sentido “hipócrita”, es decir, como expresión de pura sabiduría popular que piensa más o menos de esta forma:Yo no me pongo en el primer puesto para... para después me llame el amo y me diga que suba, para vergüenza de los otros... (c) Sea como fuere, el texto hay que entenderla como parábola, como una comparación para pensar. La pudo decir Jesús. Pero no hace falta que la dijera él. Esa parábola es común en muchos pueblos; es sabiduría popular. El que se enaltece será humillado… Ésta es una sentencia sabia de toda la tradición israelita y también de otros pueblos. Jesús la ha podido asumir, evidentemente, pero no recoge su enseñanza más profunda… ¿Hay unos primeros puestos que son “buenos” y necesarios, como la Cátedra de los Obispos, o tendría que ser la Iglesia “mesa redonda” donde no hay primeros puestos, como supone Mc 3, 21-35?. (c) No invites a tus amigos Y dijo al que lo había invitado: Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos. Ésta es la enseñanza propia de Jesús. Ante ella quiero pararme un momento, marcando algunos de sus rasgos, frase a frase: Y dijo al que le había invitado… Está hablando al fariseo rico, que descansa el día del sábado y que tiene medios económicos suficientes para “invitar” a otros… Los convites del fariseo son una “fábrica de honores”, de esos que hoy (2010) aparecen en las revistas de corazón… Pues bien, Jesús pide al “fariseo rico” que rompa el círculo del “buen talión” (invito a los que me invitan, creando así un mundo de buenas relaciones…), para invitar a los de fuera, a los que no cuentan, a los que no pueden responder… De esa manera podrá abrir camino de gratuidad…Invita a los pobres y enfermos: es decir a los que no son limpios según los cánones de la pureza farisea, a los que no tienen traje de fiesta. Cuando des una comida… Cuando invites. El texto es de gran riqueza, habla de comida (ariston), cena (deipnon), banquete (dojên….), como para indicar diversos tipos de invitaciones, no sólo a la comida como tal, sino a la comida como tiempo largo de conversación y de diálogo, de acogida en la casa y de solidaridad familiar… Antes ha hablado de bodas (¡cuando te inviten a unas bodas…!), porque ellas solían ser en aquel contexto la ocasión fundamental para los banquetes. Ahora amplia el abanico de comidas y habla de todo tipos de reuniones sociales en torno a un tipo de comida. Ciertamente, el texto trata de comidas… pero más que de puras comidas materiales trata de relaciones sociales… En aquel tiempo, para mucha gente pobre, un banquete era un sueño, el sueño de la vida…¡Una vez comí!. Para muchos de nosotros, de la franja rica del mundo, la comida material no importa tanto. Pero el tema de fondo sigue siendo esencial. Jesús está tratando de mostrar lo que es una nueva familia, que se va creando en torno a un nuevo tipo de banquete, el banquete de la vida compartida. Invita a los pobres, lisiados, cojos, ciegos… Éstos son los que no pueden, por desgracia (falta de fortuna), por injusticia o por enfermedad… (o quizá por vagancia). No pueden, no tienen. Invítales al banquete de la vida: abre tu casa para ellos: ten tiempo para ellos, el tiempo del sábado, pero de tal forma que toda la semana se vuelva así sábado, tiempo y espacio de acogida. ¿Qué tienes para invitarles? Es bueno que tengas mucho, que puedas darles mucho: una casa hermosa, buena comida...El Papa, en su libro sobre Jesús de Nazaret, dice de manera impresionante que el mundo occidental solo puede dar (sólo ha dado algunas veces, y ha dado mal) una comida externa, una comida para seguir imponiéndose sobre los invitados (para empobrecerles). En esa línea se sitúa la parábola de Jesús: trata del “pan” (¡Jesús fue a comer pan a casa del fariseo!), pero habla también de todo lo que está vinculado con las relaciones humanas. Habla de apertura y acogida, habla de invitar a todos, gratuitamente, empezando por los más pobres. ¿Cómo invita el Estado? ¿Cómo y a quiénes invita el mundo capitalista? Hay de verdad una invitación al banquete de la vida, o se está haciendo un puro negocio con el dinero, para medrar unos, para tener esclavizados a los otros? ¿Cómo invita la Iglesia? Ciertamente, ella invita a todos a la Eucaristía, pero sólo en forma de comida simbólica. En general no invita al pan. Invitar implica ofrecer humanidad... ¿Qué tiene hoy la iglesia para invitar con ello a los pobres? Gran parte de la humanidad parece pasar hoy de largo ante lo que ofrecemos, quizá porque no ofrecemos de corazón, quizá no ofrezcamos lo que dice y quiere Jesús. Porque no podrán pagarte… Se trata de superar el sistema de cambio e intercambio, de hacer un mundo donde la vida sea gratuidad… Se trata de dar por generosidad: de abrir la casa y lo que tiene, con su comida y conversación… con toda la humanidad. Te lo devolverán en la resurrección de los justos… Resulta que estos cojos-mancos-ciegos aparecen sin más como justos (salvados al fin de los tiempos…). Los que no pueden devolver en este mundo (en esta forma de mundo) devolverán de otra manera. resurrección final. Algunas cuestiones abiertas: Este pasaje, tan sencillo, nos sitúa ante los temas básicos de la vida humana, temas que no tienen respuesta fácil. Estamos en el centro del Evangelio. No hay una palabra sobre Dios, pero todo trata de Dios en este texto. Todo es evangelio, todo es política, todo experiencia de familia y de vida social... ¿Qué podemos ofrecer muchos de nosotros, además de dinero? ¿Podemos ofrecer de vedad hondura humana, alegría vital, cordialidd, ternura? ¿Qué puede ofrecer hoy la Iglesia, además de discusiones sobre nombramientos de obispos y temas de sexo...? Ciertamente, hay miles, cientos de miles y millones de monjas y de cristianos que regalan a manos llenas lo que son, lo que tienen, pero muchos piensan que hay una iglesia que reserva la merienda para sí y para los suyos? ¿Es así, de verdad? Quizá nosotros podemos dar duros, vente euros, si rasgamos el bolsillo... pero ¿sólo tenemos eso? ¿Cómo y pará qué damos, si es que damos? De nuevo, buen domingo. ¿Qué puede ofrecer el llamado mundo rico…. Qué puede ofrecer el llamado mundo pobre? Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. 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Posted: 28 Aug 2010 01:11 PM PDT XXII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14, 1.7-14) - Ciclo C José Antonio Pagola Jesús está comiendo invitado por uno de los principales fariseos de la región. Lucas nos indica que los fariseos no dejan de espiarlo. Jesús, sin embargo, se siente libre para criticar a los invitados que buscan los primeros puestos e, incluso, para sugerir al que lo ha convidado a quiénes ha de invitar en adelante. Es esta interpelación al anfitrión la que nos deja desconcertados. Con palabras claras y sencillas, Jesús le indica cómo ha de actuar: «No invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos». Pero, ¿hay algo más legítimo y natural que estrechar lazos con las personas que nos quieren bien? ¿No ha hecho Jesús lo mismo con Lázaro, Marta y María, sus amigos de Betania? Al mismo tiempo, Jesús le señala en quiénes ha de pensar: «Invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos». Los pobres no tienen medios para corresponder a la invitación. De los lisiados, cojos y ciegos, nada se puede esperar. Por eso, no los invita nadie. ¿No es esto algo normal e inevitable? Jesús no rechaza el amor familiar ni las relaciones amistosas. Lo que no acepta es que ellas sean siempre las relaciones prioritarias, privilegiadas y exclusivas. A los que entran en la dinámica del reino de Dios buscando un mundo más humano y fraterno, Jesús les recuerda que la acogida a los pobres y desamparados ha de ser anterior a las relaciones interesadas y los convencionalismos sociales. ¿Es posible vivir de manera desinteresada? ¿Se puede amar sin esperar nada a cambio? Estamos tan lejos del Espíritu de Jesús que, a veces, hasta la amistad y el amor familiar están mediatizados por el interés. No hemos de engañarnos. El camino de la gratuidad es casi siempre duro y difícil. Es necesario aprender cosas como éstas: dar sin esperar mucho, perdonar sin apenas exigir, ser más pacientes con las personas poco agradables, ayudar pensando sólo en el bien del otro. Siempre es posible recortar un poco nuestros intereses, renunciar de vez en cuando a pequeñas ventajas, poner alegría en la vida del que vive necesitado, regalar algo de nuestro tiempo sin reservarlo siempre para nosotros, colaborar en pequeños servicios gratuitos. Jesús se atreve a decir al fariseo que lo ha invitado: «Dichoso tú si no pueden pagarte». Esta bienaventuranza ha quedado tan olvidada que muchos cristianos no han oído hablar nunca de ella. Sin embargo, contiene un mensaje muy querido para Jesús: "Dichosos los que viven para los demás sin recibir recompensa. El Padre del cielo los recompensará". Difunde el amor gratuito. Pásalo. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Aug 2010 01:07 PM PDT XXII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14, 1.7-14) - Ciclo C Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm No sólo se fijaba en los lirios del campo, en los pájaros del cielo, sino que también Jesús era un profundo observador de la conducta humana: los niños sencillos y sin doblez, las viudas que dan todo lo que tienen, los pecadores que en el fondo tienen un corazón abierto al perdón y al arrepentimiento... y también se fijará el Señor en los aparentes, en los que van por la vida de reclamo y de etiqueta. Estaba invitado en casa de uno de los fariseos un sábado. Tanto Él como los demás, todos se observaban mutuamente en aquél convite. ¿Qué vio Jesús? Que la gente se apuntaba a los primeros puestos, para salir en la foto de sociedad del lugar, para estar en la boca de los otros y sentirse en la pasarela del influjo y del renombre. Jesús hablará siempre de la verdad, y por la verdad morirá, y de la verdad se autodefinirá. Jamás de la apariencia. Porque la apariencia es siempre una mentira, más o menos camuflada, más o menos fomentada y querida. Ser lo que en el fondo no se es, dar el pego y el camelo, aparecer tras el truco y la careta, jugar al eterno carnaval. Una persona así, que vive la vida desde su disfraz particular (importa poco que tal disfraz sea ideológico, cultural, económico... o incluso religioso), es una persona vendida a sí mismo, a sus pretensiones; una persona esclava de sus propias cadenas, y por eso inhábil para la libertad y para la sencillez. «Cuando os inviten a una boda -decía el Maestro-, no busques el primer puesto» (Lc 14,8). No sólo por el soponcio que puede suponer después el que el acomodador te saque de tu podium, y te devuelva a tu cruda realidad, sino porque quien tiene pretensiones indebidas, quien va de "trepa" y de capta-portadas, es difícil que comprenda su dignidad, y la de los demás, cuando tan ocupado anda en su apariencia. San Francisco lo dirá con su proverbial sencillez: «Somos lo que somos ante Dios, y nada más» (Admonición 19). Sólo quien ha experimentado la libertad de ser y de querer ser lo que somos ante los ojos de Dios, sólo ése puede entender a Jesús. Son los ojos del Señor los que nos guían en la senda verdadera, los que nos mueven a reemprender el camino siempre que nos cansamos de andar, los que nos desvían cuando se tuercen nuestros pasos, los que se hacen luz y gracia para caminar. Los ojos de los demás tantas veces ven poco, o ven mal, turbiamente quizás. Los ojos de Dios, no engañan nunca, no humillan nunca, alumbran sin deslumbrar. Feliz el que vive así, sencillamente, porque experimentará lo que es vivir en la paz, en la libertad, sin ansias devoradoras, sin poses hipócritas, sin trucos ficticios... siendo ante uno mismo y ante los otros, lo que somos ante Dios. Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Aug 2010 08:13 AM PDT XXII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14, 1.7-14) - Ciclo C Por Fray Marcos Hoy tiene mucha importancia el contexto. Un fariseo invita a Jesús a comer. Los judíos hacían los sábados una comida especial a medio día, al terminar la reunión en la sinagoga. Aprovechaban la ocasión para invitar a alguna persona importante y así presumir ante los demás invitados. Jesús era ya una persona muy conocida y muy discutida. Seguramente la intención de esa invitación era comprometerle ante los demás invitados. Como aperitivo, Jesús cura a un enfermo de hidropesía, con lo cual ya se está granjeando la oposición general. (recordemos que era sábado). Esto debemos tenerlo en cuenta, aunque nos hayamos saltado la perícopa correspondiente. También tenemos que tener en cuenta el simbolismo del banquete en todo el AT. Los tiempos escatológicos casi siempre se simbolizan como un banquete. De hecho, en el versículo siguiente a lo que hemos leído hoy, dice uno de los comensales: “¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!” En el texto que hemos leído, encontramos dos parábolas. Una se refiere a los invitados. Otra se refiere al anfitrión. Se trata de la relación que puedes iniciar tú y la que inicia el otro contigo. En la primera no se trata de un consejo de urbanidad para tener éxito, pero toma ejemplo de un sentimiento generalizado para apoyar una visión más profunda de la humildad. Ponerse en el último lugar no debe ser una estratagema para conseguir mayor admiración y honor. La frase: “Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”, puede llevarnos a una falsa interpretación y es concluir que Jesús aconseja no buscar los honores y el prestigio ante los demás, como medio de hacerse valer. Jesús condena toda vanagloria como contraria a su mensaje. Es curioso cómo conecta este texto con el final del domingo pasado: “Hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos”. La segunda parte encierra un matiz diferente. No quiere decir Jesús que hagamos mal cuando invitamos a familiares o amigos. Quiere decir que esas invitaciones no son, para nada, signos del amor evangélico. El amor que nos pide Jesús tiene que ir más allá del sentido común y del puro instinto, de los sentimientos o del interés, que siempre busca el beneficio personal. La demostración de que se ha entrado en la dinámica del Reino está en que se busca el bien de los demás sin esperar nada a cambio. También aquí tenemos que andar con mucho cuidado, porque la frase “dichoso tú porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos”, puede entenderse también como una estrategia para que te lo paguen en el más allá. Esta dinámica interesada ha movido con mucha frecuencia la moral cristiana, y hay que reconocer que no tiene nada de cristiana. En ambos casos, Jesús nos propone una manera distinta de entender las relaciones humanas. Jesús quiere trastocar comportamientos que tenemos por normales, para entrar en una dinámica nueva, que nos tiene que llevar a cambiar la escala de valores del mundo. Ser cristiano es sencillamente, ser diferente. No se trata de renunciar a ser el primero. Todo lo contrario, se trata de asegurar el primer puesto en el Reino. Se trata de buscar el bien de la persona entera, y no sólo de la parte biológica. “El que quiera ser primero que sea el último y el servidor de todos”. Jesús no critica el que queramos ser los primeros, lo que rechaza es la manera de conseguirlo. Si no tenemos esto en cuenta, entramos en una falsa humildad que tanto daño ha hecho a propios y extraños. ¡Ojo con la falsa humildad! Decía Lutero: La humildad de los hipócritas es el más grande y el más altanero de los orgullos. Muchos "humildes" han hecho de su falsa humildad una máscara de su vanidad interior. Existen por lo menos, dos clases de falsa humildad. · Una es estratégica. Se da cuando nos humillamos ante los demás con el fin de arrancar de ellos una alabanza que de otro modo no tendríamos. · Otra es sincera, pero también nefasta. Se da en la persona que se desprecia a sí misma porque no encuentra nada positivo en ella. No es fácil escapar a esos excesos que han dado tan mala prensa a la humildad. De hecho, ninguno de los grandes filósofos griegos (Sócrates, Platón, Aristóteles) elogiaron la humildad como una virtud digna de practicarse, y Nieztsche la consideró una de las mayores aberraciones del cristianismo. ¿Qué es la humildad? La humildad no es nada. No hay que hacer absolutamente nada para ser humilde. Si haces algo, estás entrando en una humildad ficticia y por lo tanto, falsa. Es reconocer que eres lo que eres, sin más. Ni siquiera tendríamos que hablar de ella, bastaría con rechazar todo orgullo, vanidad, jactancia, vanagloria, soberbia, altivez, arrogancia, impertinencia, etc. Todos los comentarios que he leído antes de escribir estas líneas, hacen alusión a Sta. Teresa; pero la inmensa mayoría demuestran no entender a la santa cuando dicen: “humildad es la verdad”. Ella dice: "humildad es andar en verdad". Se trata de conocer la verdad de los que uno es, y además vivir (andar en) ese conocimiento de sí. También se entiende mal la frase de Jesús, “yo soy la verdad”, cuando se interpreta como obligación de aceptar su doctrina porque es verdadera. No, Jesús está hablando de la verdad ontológica. Está diciendo que es auténtico, que es lo que tiene que ser. Esto es, humilde. Siempre que se violenta la verdad, sea por defecto sea por exceso, se aleja uno de la humildad. No se trata de que nos convenzan de que somos una mierda y nada más. Se trata de descubrir nuestras auténticas posibilidades de ser. Humildad es aceptar que somos criaturas, con limitaciones, sí; pero también con posibilidades infinitas, que no dependen de nosotros. Ninguno de los valores verdaderamente humanos debe ser reprimido en nombre de una falsa humildad. No se trata de creerse ni superiores ni inferiores, sino de aceptar lo que somos en verdad. Si la humildad me lleva a la obediencia servil, no tiene nada de cristiana. En nuestra religión muchas veces se ha apelado a la humildad para someter a los demás a la propia voluntad. La única manera de salir de toda vanagloria, será tener un conocimiento cabal de lo que somos (conócete a ti mismo de los griegos). No se trata de un conocimiento analítico desde fuera, sino interior y vivencial. La frase no estaba a la entrada de una academia, sino a la entrada de un templo. Para conocerse, hay que tener en cuenta al ser humano en su totalidad. Eso sería la base de un equilibrio psíquico. Sin conocimiento no hay libertad. La humildad no presupone sometimiento o servidumbre a nada ni a nadie. Sin libertad ninguna clase de humanidad es posible. Tampoco la soberbia es signo de libertad, porque el hombre orgulloso está más sometido que nadie a su parte animal, a la tiranía de su ego. No es fácil darse cuenta de esta trampa que destroza a tantas personas. La mayoría de las enfermedades depresivas tienen su origen en un desconocimiento de sí mismo o en no aceptarse como uno es, que viene a ser lo mismo. Ninguna de las limitaciones que nos afectan como seres humanos, pueden impedir que alcancemos nuestra plenitud. Las carencias sustanciales forman parte de mí. Las accidentales no pueden desviarme de mi trayectoria humana. Una visión equivocada de sí mismo ha hundido en la miseria a muchos seres humanos. Caen en una total falta de estima y en la pusilanimidad destructora, que les impiden descubrir lo que de bueno y positivo tienen; y por lo tanto le impide desarrollarse. Ser humilde no es tener mala opinión de sí mismo ni subestimarse. Avicena dijo: "Tú te crees una nada, y sin embargo, el mundo entero reside en ti". Ser humilde significa no creerme más que nadie, pero tampoco menos. Ser humilde es tomar conciencia de que todo lo que uno es y tiene no se debe a su esfuerzo personal; todo lo ha recibido de Dios o de los demás. Si descubres esto, no te costará nada poner todo lo que eres al servicio del otro. Es la única manera de alcanzar una plenitud humana. Claro que la tarea de todo hombre es ser al máximo, pero el modo de alcanzarlo no es intentando estar por encima del otro. La humildad es una virtud de la que no se debería hablar nunca. En cuanto una persona habla de su humildad es que no la tiene. Por mucho cuidado que pongamos, al tocar una mariposa la dañaremos. Hoy podemos y debemos ir un paso más allá del evangelio. El orgulloso no hace falta que nadie le eche en cara su soberbia ni que le castiguen por su actitud. Él mismo se deshumaniza al despreciar a los demás y desligarse de ellos. De la misma manera, no es necesario que el humilde reciba ningún premio por su actitud. Si espera ese premio, su humildad no es más que un medio para conseguir lo mismo que el soberbio y por lo tanto no es auténtica. Si no espera nada de su actitud o, mejor aún, si ni siquiera se da cuenta de su actitud, es que de verdad está en la dinámica del evangelio, que nos dice por activa y por pasiva que el que se hace pequeño es ya el más grande. No se trata de una enseñanza puntual de Jesús. Es una constante en todo el evangelio. Podíamos sacar de él docenas de frases que son casi idénticas a las que hemos leído hoy. Meditación-contemplación “¡Amigo, sube más arriba!” Esta frase, sacada de contexto, podía ser el lema del hombre terreno. Pero más allá de lo terreno tú eres más de lo que crees ser. Nada ni nadie te puede impedir alcanzar esa meta espiritual. Sólo tú renuncias a alcanzarlo. ......................... No tienes que hacer nada, ni conseguir nada. Todo lo que pretendes alcanzar, ya lo tienes. Todo lo que pretendes ser, ya lo eres. Solamente tienes que tomar conciencia de ello. .................... Si descubres esto, dejarás de necesitar la alabanza y admiración de los demás. No necesitarás aparentar más de lo que eres. Tu bienestar no dependerá de los otros. Perderás todo miedo, porque nadie puede arrebatarte lo que eres. Estarás a la puerta de la felicidad. ........................ Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Aug 2010 07:58 AM PDT Por Jesús Peláez Es humano el afán de ser, de situarse, de estar sobre los demás. Parece tan natural convivir con este deseo que lo con trario se etiqueta de 'idiotez'. Quien no aspira a más, quien no se sitúa por encima de los demás, quien no se sobrevalora, es tachado, a veces, de 'tonto'. En nuestra sociedad hay un complejo sistema de normas de protocolo por las que cada uno se debe situar en ella según su valía. En los actos públicos, las autoridades civiles o reli giosas ocupan uno u otro lugar según escalafón, observando una rigurosa jerarquía en los puestos. Se está ya tan acostum brado a tales normas, que parece normal este comportamiento jerarquizado. En este ambiente, el evangelio aparece trasnochado. «Cuando alguien te convide a una boda, no te sientes en el primer puesto, que a lo mejor han convidado a otro de más categoría que tú; se acercará el que os invitó a ti y a él y te dirá: 'Déjale el puesto a éste'. Entonces, avergonzado, tendrás que ir bajando hasta el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete derecho a sentarte en el último puesto, para que cuando venga el que te convidó te diga: 'Amigo, sube más arriba'. Así quedarás muy bien ante los demás comensales.» Lección magistral del evangelio, llena de sentido co mún, que no suele ponerse en práctica con frecuencia. No hay que darse postín; deben ser los demás quienes nos den la me teada importancia; lo contrario puede traer malas consecuen cias. El cristiano no debe situarse nunca por propia voluntad en lugar preferente. No sólo no darse importancia, sino actuar siempre desin teresadamente. «Cuando des una comida o una cena no invi tes a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; no sea que te inviten ellos para correspon der y quedes pagado. Cuando des un banquete invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y dichoso tú entonces, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos» (Lc 14,12-14}. Este dicho de Jesús es una invitación a la generosidad que no busca ser compensada, al desinterés, a cele brar la fiesta con quienes nadie celebra y con aquellos de los que no se puede esperar nada. El cristiano debe sentar a su mesa a los marginados de la sociedad, que no tienen, por lo común, lugar en la mesa de la vida: pobres, lisiados, cojos y ciegos. Quien así actúa sentirá la dicha verdadera de quien da sin esperar recibir. Estos dos dichos de Jesús muestran las reglas de oro del protocolo cristiano: renunciar a darse importancia, invitar a quienes no pueden corresponder; dar la preferencia a los demás, sentar a la mesa de la vida a quienes hemos arrojado lejos de la sociedad. Quien esto hace, merece una bienaventuranza que viene a sumarse al catálogo de las ocho del sermón del monte: «Di choso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resu citen los justos.» Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Aug 2010 07:47 AM PDT Por Clemente Sobrado C. P. “Invitados”, “cuando invites”. Hay invitados y no invitados. Los invitados pueden escoger los primeros puestos o los últimos. Pero ¿qué puesto pueden elegir los no invitados, aquellos a quienes nadie invita? ¿Qué lugar han de ocupar los no invitados? Tal vez el Evangelio de hoy tendríamos que leerlo hoy al revés. No el Evangelio de los invitados, sino el Evangelio de los no invitados. Porque en realidad son más aquellos que nadie invita que aquellos a quienes invitamos cada día. Esos que no tienen la posibilidad ni de elegir los primeros puestos, ni tampoco los últimos. Estoy pensando en dos tipos de no invitados: Los no invitados por la sociedad. Los no invitados por la Iglesia. Los no invitados por la sociedad todos los conocemos: Son todos los marginados. Son todos los excluidos. Son todos los pobres. Son todos los que luego no pueden invitarnos. Los que carecen de una mesa o de una silla para sentarse. Les basta la silla del suelo y la mesa es un papel tendido sobre la tierra. A la mesa de la riqueza y del bienestar sólo algunos tienen el privilegio de ser invitados. A la reunión de los 7 o de los 20 ahora, sólo pertenecen aquellos que lo tienen todo. ¿Quién invita a la reunión de los 7 o de los 20 a los pueblos marginados? ¿Quién les invita a los pobres del mundo? ¿Quién les invita a aquellos cuyas riquezas muchas veces explotamos los demás? ¿A caso no tienen nada que decir hoy a los países ricos? Los no invitados por la Iglesia, tal vez pasan más desapercibidos. La verdad que no sé cuántos pobres son invitados por la Iglesia a sentarse a la mesa de los grandes. Tampoco en la mía veo demasiados invitados pobres. Porque cuando alguien es invitado a mi comunidad, tiene que ser o una alta autoridad de la Jerarquía, a algún amigo al que le debemos favores. En todos los años que llevo de vida consagrada todavía no he visto invitado a ningún pobre o mendigo. Siempre he sentido cierto rechazo a esos titulares de los periódicos cuando hablan de que el Papa, los Obispos, los Sacerdotes en un acto de humildad han lavado los pies a doce pobres, doce ciegos o doce hombres del Asilo de Ancianos. Porque siempre pensé que lavar los pies a un hermano, quienquiera que fuese, no era un acto de humildad sino de espíritu de servicialidad. Lavar los pies a un pobre no es un gesto de humildad sino de servicio. ¿Y quién invita a las mujeres en la Iglesia? ¿No son también ellas las excluidas en la Iglesia? ¿No las excluimos de casi todo en la Iglesia? No las excluimos de la comunión eucarística, claro está. Pero luego las queremos lejos del altar. ¿Contamos con ellos a la hora de tomar decisiones? Tenemos el “Presbiterio de los sacerdotes”. Aún no conozco “Presbiterio alguno de mujeres”. No entro en la discusión de su exclusión del Sacerdocio. Pero no todo es sacerdotal en la Iglesia. Hay muchas cosas no sacerdotales en la Iglesia. Se necesitan algo más que secretarias. ¿Pero dónde están ellas a la hora de tomar decisiones? Si en la sociedad política mandan los ricos y son ellos que toman las decisiones para todo el mundo, en la Iglesia quienes mandan son los hombres y, son ellos, principalmente sacerdotes, los que toman las decisiones para toda la Iglesia. Incluso si se trata de tomar decisiones sobre las mujeres, o sobre el matrimonio. Lo que pretende Jesús aquí es salir en defensa de la “comensalía” como espacio de encuentro de todos, de amistad y de fraternidad entre todos. Pero, no solo podemos hablar de “comensalía” para compartir el pan sino para compartir la vida integral. Simón se escandalizó de que una mujer, y esta pecadora besara y lavase los pies de Jesús. ¿Aceptaríamos hoy que las mujeres lavasen los pies en la Iglesia o sólo las queremos para que nos laven los platos en la cocina? Los discípulos pudieron discutir quién de ellos sería el mayor en el Reino de los cielos. Las mujeres aún no tienen la oportunidad cuál de ellas puede ocupar el primer lugar en la Iglesia. www.iglesiaquecamina.com Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Posted: 28 Aug 2010 05:10 AM PDT XXII Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 14, 1.7-14) - Ciclo C Por José Enrique Galarreta El texto ha sido abreviado para su lectura litúrgica. Jesús entra a comer en casa de un fariseo importante. Es sábado y le espían. Entonces cura a un hidrópico y desarrolla su característica enseñanza (el sábado para el hombre - hay que hacer el bien también en sábado). A continuación, el evangelista añade las enseñanzas que hoy leemos. Éstas son evidentemente de dos clases: las primeras no son más que sabiduría tradicional. A Jesús le parece ridículo ese afán de ocupar los primeros puestos, de darse importancia. Al final hay dos enseñanzas verdaderamente características de Jesús. "El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido" conecta con esa repetida y querida enseñanza de Jesús sobre "los primeros y los últimos". Se evidencia el juicio de Jesús sobre aquellos fariseos que se creían importantes, mejores que otros, y hacían manifestación pública de esa convicción. Y se evidencia también el juicio habitual de Jesús sobre las personas. Primeros y últimos, para nosotros, para la mayoría, se establece según el dinero, la influencia, el poder... Jesús sólo mira al corazón, sabe lo que hay dentro de cada persona y aprecia a cada uno según su apertura al Reino, según su disposición ante Dios. Por eso son últimos muchos de los "importantes". Por eso son primeros muchos de los insignificantes. Pero al final, y con escasa conexión con lo anterior, nos encontramos con un texto característico de Jesús. En él encontramos lo que podríamos llamar la lógica absurda de Jesús. ¿No hay que invitar a cenar a los amigos? ¿No es buena una comida familiar...? Nos encontramos por supuesto ante el género paradójico, tan usado por Jesús. A Jesús le gustan las exageraciones, las paradojas, porque a la gente le gustan también, porque permiten que el mensaje penetre con claridad y agudeza. Hay en los evangelios muchas muestras de este género: · el camello y el ojo de la aguja; · si tu ojo te escandaliza, arráncatelo, · la parábola de los viñadores de la hora undécima, · el administrador infiel, · la figura del padre del hijo pródigo... No se trata de tomar al pie de la letra un mandato, sino de dejar claro un mensaje. Y el mensaje es aquí la radicalidad del Reino. Invitar, ser invitado, comer con los amigos... está muy bien, es incluso necesario y bueno: dar de comer al hambriento está en otra dimensión: es aún mucho mejor. "Dichoso tú, porque no pueden pagarte" nos asoma al mundo paradójico de las Bienaventuranzas. Llamar "dichosos" a los pobres, a los que sufren... etc., etc. es absurdo. ¿Tenemos que pensar que es bueno estar enfermo, que es bueno no tener para comer...? Evidentemente, no. Pero lo contrario no es, sin más, correcto. Tener dinero, estar sano etc. puede ser bueno o no serlo. Si conduce al reino, si vale para el reino, es bueno. Si aparta del reino, si impide el reino, es malo. Pero nosotros tendemos a afirmar "dichosos los ricos, dichosos los sanos", sin más, conduzcan al reino o no. Y además, más al fondo, dinero, salud, amigos, influencias, poder etc. pueden y suele ser las más insidiosas trampas, porque nos llevan a considerar que eso es el reino, el único reino deseable y esperable: salud, dinero, amor, aquí y ahora... haciéndonos además la ilusión de que van a ser para siempre. Así, la expresión ‘dichosos...’ de las bienaventuranzas es la forma paradójica, sorprendente, de hacernos caer en la cuenta de dónde está el verdadero valor de todas las cosas. En el texto de hoy, invitar a los amigos, a los parientes... es un valor. Cenamos juntos para celebrar y confirmar nuestra amistad. Jesús mismo era bien conocido por el valor que daba a sus comidas, porque recibía invitaciones. La eucaristía nació en una cena de despedida con sus íntimos. No, Jesús no está negando el valor de nuestras invitaciones, de nuestras reuniones familiares... Jesús aprovecha la oportunidad de una comida para volver a exponer la radicalidad del reino: todo eso tiene valor si vale para el reino, y sólo entonces. Dar de comer a los que necesitan comer es un valor claro: sin ninguna mezcla de interés, de instalación, de vanidad. Esto nos lleva a planteamientos más generales y profundamente inquietantes en nuestra sociedad occidental. Vivimos en una relativa prosperidad, no carecemos de lo necesario e incluso tenemos mucho más de lo que necesitamos, vestimos bien, tenemos dinero en el banco, estamos sanos, nuestro sistema sanitario previene o cura nuestras enfermedades, tenemos amigos, tenemos trabajo... Y en todas esas cosas encontramos nuestra satisfacción, nuestra paga. "Dichoso tú, porque no pueden pagarte" se aplica muy bien a nuestra situación, en negativo. Jesús mismo lo dijo en otra ocasión: "Ya han recibido su paga" (Mateo 6,5). Todas nuestras actividades, nuestro modo de vivir, nos retribuyen, llevan consigo su satisfacción... y nos quitan el hambre del reino. La salud, el dinero y todo lo demás son medios estupendos para trabajar por el reino; pero se nos convierten en fines, los usamos para disfrutar de ellos, son nuestros ídolos. Entonces se convierten en males. Jesús es radical: si algo te perjudica, arráncatelo. Pero esta radicalidad es lógica... si lo primero es el reino. Una vez más, la imagen del caminante es iluminadora: cómodas botas de lona o elegantes zapatos de altos tacones, mochila con lo indispensable o kilos y kilos de... una cantimplora con agua o varias botellas de licor... ¿Bueno o malo? Según lo que se pretenda: si pretendemos caminar bien y alcanzar nuestra meta, o si renunciamos a caminar, a ir a alguna parte, y pretendemos sin más sentarnos a disfrutar. Interpretando hasta el final la imagen, Jesús entiende que el ser humano es un proyecto: se puede realizar, se puede echar a perder. Esto es tan importante, tan vital, que todo se debe ordenar a ese fin, la realización del proyecto de persona que cada uno somos. Ese fin polariza todas las demás cosas, que se convierten en medios: medios de realización, medios de fracaso. Es la importancia que Jesús da a la realización de cada persona lo que le hace ser tan radical. Nuestra sociedad occidental vive en una ficción del paraíso. Por eso, nuestras peticiones a Dios suelen consistir en que esto dure. "Venga tu reino" es la expresión de la inconformidad, del deseo de una realidad, personal y comunitaria, más satisfactoria. Pero solemos conformarnos con menos. 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Posted: 28 Aug 2010 05:06 AM PDT Publicado por Entra y Verás Hoy celebramos la solemnidad de Agustín de Hipona. El obispo de Hipona sigue estando presente a día de hoy pero no podemos dejar de ahondar en su pensamiento para aprovechar el caudal de vida que brota de su testimonio. Agustín transmite vida y ganas de vivir. Hoy no resulta fácil escribir. No me gustaría caer en el ejercicio del tópico, ni emborronar estas líneas de tecnicismos. Me planteo dar un par de pinceladas sobre un hombre apasionado e inteligente: Agustín de Hipona. Su vida es más que conocida. Sus avatares, su corazón de ida y vuelta en medio de un archipiélago de ofertas de felicidad. Sin embargo quizá lo que pueda servirnos es la brújula de Agustín, que es la misma que usamos todos los seres humanos si tenemos la cabeza bien amueblada. Agustín buscaba ser feliz. No quería sonrisas pasajeras, quería verse inundado, desbordado de gozo y para ello tuvo que esforzarse, preguntarse, discernir, explorar, probar… Se habla mucho de la actualidad de Agustín. Sus Confesiones son recomendadas por creyentes y no creyentes. En muchos de los pasajes de su vida se ven reflejados pequeños y mayores. La pregunta que podemos hacernos es ¿qué nos dice hoy? En mi opinión, el mensaje de Agustín es un “vive” con mayúsculas. Pero no un vivir cualquiera sino revestido de amor. Y esto no es una coletilla noña, dulzona. El vivir de Agustín es un vivir amante como él mismo escribió: «Amé, amé mucho y sin descanso. Siempre encontré gente por los pasillos de mi corazón, pero Dios me amó de forma más exagerada. Soy hombre de origen, sembrador de esperanza, obligado a gritar que no hay noche eterna, que llevamos la luz bajo la piel y levantamos la ciudad de Dios con el sudor gris de cada día». Demasiada gente hoy se atraganta con el “vivir”, demasiadas vueltas sin encontrar luz quizá porque nuestro frenético ir y venir deja poco espacio para la reflexión, para escuchar, para dejarnos acompañar. Agustín transmite pasión, transmite ilusión. En nuestro corazón, como en el suyo, tenemos alojada la brújula de la felicidad. El norte en Dios, la senda, amar. El resultado: vivir. Feliz día de san Agustín Roberto Sayalero Sanz, agustino recoleto. Colegio San Agustín (Valladolid, España) Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente. |
Lecturas y Liturgia de las Horas: 29 de Agosto de 2010Hijo mío, realiza tus obras con modestia y serás amado por los que agradan a Dios. Cuanto más grande seas, más humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor, porque el poder del Señor es grande y Él es glorificado por los humildes. No hay remedio para el mal del orgulloso, porque una planta maligna ha echado raíces en él. El corazón inteligente medita los proverbios y el sabio desea tener un oído atento. Palabra de Dios. SALMO RESPONSORIAL 67, 4-5a. c. 6- 7b. 10-11 R. ¡Señor, Tú eres bueno con los pobres! Los justos se regocijan, gritan de gozo delante del Señor y se llenan de alegría. ¡Canten al Señor, entonen un himno a su Nombre! Su Nombre es «el Señor». R. El Señor en su santa Morada es padre de los huérfanos y defensor de las viudas: Él instala en un hogar a los solitarios y hace salir con felicidad a los cautivos. R. Tú derramaste una lluvia generosa, Señor: tu herencia estaba exhausta y Tú la reconfortaste; allí se estableció tu familia, y Tú, Señor, la afianzarás por tu bondad para con el pobre. R. Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24 Hermanos: Ustedes no se han acercado a algo tangible: «fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, tempestad, sonido de trompeta, y un estruendo tal de palabras», que aquéllos que lo escuchaban no quisieron que se les siguiera hablando. Ustedes, en cambio, se han acercado a la montaña de Sión, a la Ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, a una multitud de ángeles, a una fiesta solemne, a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a Dios, que es el Juez del universo, y a los espíritus de los justos que ya han llegado a la perfección, a Jesús, el mediador de la Nueva Alianza y a la sangre purificadora que habla más elocuentemente que la de Abel. Palabra de Dios. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 14, 1. 7-14 Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: «Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado». Después dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!» Palabra del Señor. LITURGIA DE LAS HORAS TIEMPO ORDINARIO DOMINGO DE LA SEMANA XXII Del Propio. Salterio II 29 de agosto LAUDES (Oración de la mañana) INVOCACIÓN INICIAL V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. INVITATORIO Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya. Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Himno: CRISTO, EL SEÑOR Cristo, el Señor, como la primavera, como una nueva aurora, resucitó. Cristo, nuestra Pascua, es nuestro rescate, nuestra salvación. Es grano en la tierra, muerto y florecido, tierno pan de amor. Se rompió el sepulcro, se movió la roca, y el fruto brotó. Dueño de la muerte, en el árbol grita su resurrección. Humilde en la tierra, Señor de los cielos, su cielo nos dio. Ábranse de gozo las puertas del Hombre, que al hombre salvó. Gloria para siempre al Cordero humilde que nos redimió. Amén. SALMODIA Ant. 1. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya. Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. En el peligro grité al Señor, y me escuchó, poniéndome a salvo. El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre? El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que confiar en los magnates. Todos los pueblos me rodeaban, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban cerrando el cerco, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban como avispas, ardiendo como fuego en las zarzas, en el nombre del Señor los rechacé. Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos: «La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa.» No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte. Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios: él nos ilumina. Ordenad una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya. Ant. 2. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya. Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57 Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres: a ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito tu nombre, Santo y glorioso: a él gloria y alabanza por los siglos. Bendito eres en el templo de tu santa gloria: a ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito eres sobre el trono de tu reino: a ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos: a ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito eres en la bóveda del cielo: a ti honor y alabanza por los siglos. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya. Ant. 3. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya. Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR. Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su augusto firmamento. Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza. Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras, Alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas, alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta, alabe al Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya. LECTURA BREVE Ez 36, 25-27 Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. RESPONSORIO BREVE V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre. R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre. V. Pregonando tus maravillas. R. Invocando tu nombre. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Invita a tu mesa a los pobres que no tienen con qué pagarte; porque Dios te lo recompensará en la resurrección de los justos. Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Invita a tu mesa a los pobres que no tienen con qué pagarte; porque Dios te lo recompensará en la resurrección de los justos. PRECES Invoquemos, hermanos, a nuestro Salvador, que ha venido al mundo para ser «Dios-con-nosotros», y digámosle confiadamente: Señor Jesús, rey de la gloria, sé tú nuestra luz y nuestro gozo. Señor Jesús, sol que nace de lo alto y primicia de la humanidad resucitada, haz que siguiéndote a ti no caminemos nunca en sombras de muerte, sino que tengamos siempre la luz de la vida. Que sepamos descubrir, Señor, cómo todas las creaturas están llenas de tus perfecciones, para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti. No permitas, Señor, que hoy nos dejemos vencer por el mal, antes danos tu fuerza para que venzamos al mal a fuerza del bien. Tú que, bautizado por Juan en el Jordán, fuiste ungido con el Espíritu Santo, asístenos durante este día para que actuemos movidos por este mismo Espíritu. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello nos atrevemos a decir: Padre nuestro... ORACIÓN Oh Dios todopoderoso, de quien procede todo don perfecto, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, aumentes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. -------------------------------------------- II VÍSPERAS Oración de la tarde V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: ¿DONDE ESTÁ MUERTE, TU VICTORIA? ¿Dónde está muerte, tu victoria? ¿Dónde está muerte, tu aguijón? Todo es destello de su gloria, clara luz, resurrección. Fiesta es la lucha terminada, vida es la muerte del Señor, día la noche engalanada, gloria eterna de su amor. Fuente perenne de la vida, luz siempre viva de su don, Cristo es ya vida siempre unida a toda vida en aflicción. Cuando la noche se avecina, noche del hombre y su ilusión, Cristo es ya luz que lo ilumina, Sol de su vida y corazón. Demos al Padre la alabanza, por Jesucristo, Hijo y señor, dénos su espíritu esperanza viva y eterna de su amor. Amén. SALMODIA Ant. 1. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya. Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE. Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.» Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.» El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec.» El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya. Ant. 2. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya. Salmo 113 B - HIMNO AL DIOS VERDADERO. No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria; por tu bondad, por tu lealtad. ¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su Dios»? Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace. Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas: tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; tienen orejas, y no oyen; tienen nariz, y no huelen; tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan; no tiene voz su garganta: que sean igual los que los hacen, cuantos confían en ellos. Israel confía en el Señor: él es su auxilio y su escudo. La casa de Aarón confía en el Señor: él es su auxilio y su escudo. Los fieles del Señor confían en el Señor: él es su auxilio y su escudo. Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga, bendiga a la casa de Israel, bendiga a la casa de Aarón; bendiga a los fieles del Señor, pequeños y grandes. Que el Señor os acreciente, a vosotros y a vuestros hijos; benditos seáis del Señor, que hizo el cielo y la tierra. El cielo pertenece al Señor, la tierra se la ha dado a los hombres. Los muertos ya no alaban al Señor, ni los que bajan al silencio. Nosotros, sí, bendeciremos al Señor ahora y por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya. Ant. 3. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya. Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7 El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa. Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios (R. Aleluya) porque sus juicios son verdaderos y justos. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Alabad al Señor sus siervos todos. (R. Aleluya) Los que le teméis, pequeños y grandes. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. (R. Aleluya) Alegrémonos y gocemos y démosle gracias. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Llegó la boda del cordero. (R. Aleluya) Su esposa se ha embellecido. R. Aleluya, (aleluya). Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya. LECTURA BREVE 2Ts 2, 13-14 Nosotros debemos dar continuamente gracias a Dios por vosotros, hermanos, a quienes tanto ama el Señor. Dios os eligió desde toda la eternidad para daros la salud por la santificación que obra el Espíritu y por la fe en la verdad. Con tal fin os convocó por medio del mensaje de la salud, anunciado por nosotros, para daros la posesión de la gloria de nuestro Señor Jesucristo. RESPONSORIO BREVE V. Nuestro Señor es grande y poderoso. R. Nuestro Señor es grande y poderoso. V. Su sabiduría no tiene medida. R. Nuestro Señor es grande y poderoso. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Nuestro Señor es grande y poderoso. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Cuando te inviten a una boda, ve a ponerte en el último puesto; el que te invitó te pondrá junto a sí, y será esto para ti un honor ante todos los comensales. Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Cuando te inviten a una boda, ve a ponerte en el último puesto; el que te invitó te pondrá junto a sí, y será esto para ti un honor ante todos los comensales. PRECES Demos gloria y honor a Cristo, que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive para interceder en su favor, y digámosle con plena confianza: Acuérdate, Señor, de tu pueblo. Señor Jesús, sol de justicia que iluminas nuestras vidas, al llegar al umbral de la noche te pedimos por todos los hombres, que todos lleguen a gozar eternamente de tu luz. Guarda, Señor, la alianza sellada con tu sangre y santifica a tu iglesia para que sea siempre inmaculada y santa. Acuérdate de esta comunidad aquí reunida, que tú elegiste como morada de tu gloria. Que los que están en camino tengan un viaje feliz y regresen a sus hogares con salud y alegría. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Acoge, Señor, a tus hijos difuntos y concédeles tu perdón y la vida eterna. Terminemos nuestras preces con la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro... ORACIÓN Oh Dios todopoderoso, de quien procede todo don perfecto, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, aumentes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. ---------------------------------------- COMPLETAS (Oración antes del descanso nocturno) INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría. Si poco fue el amor en nuestro empeño de darle vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran amor que todo lo engrandece. Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora en justa, e ilumina la senda de la vida y de la muerte del hombre que en la fe lucha y camina. Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la esperanza de esperar cada noche tu gran día. Amén. SALMODIA Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE. Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío. Dios mío, confío en ti.» Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás: su brazo es escudo y armadura. No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía. Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará. Tan sólo abre tus ojos y verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa. No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación.» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. LECTURA BREVE Ap 22, 4-5 Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN OREMOS, Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor. Amén BENDICIÓN V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R. Amén. ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN Madre del Redentor, Virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores |
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