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viernes, 6 de agosto de 2010

CAMINO MISIONERO. 6/08/2010

  • DESCUBRIENDO EL VERDADERO SENTIDO DE LA CONFIANZA
  • Si lo vendes y das Todo hallarás el Tesoro
  • PREPARADOS PARA EL ENCUENTRO - XIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 12, 32-48) - Ciclo C
  • LECTIO: 19º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO: Enseñanza de Jesús sobre la vigilancia
  • La iluminación
  • XIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 12, 32-48) - Ciclo C: DESPERTAR
  • XIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 12, 32-48) - Ciclo C: QUE VIENE EL LOBO
  • Evangelio Misionero del Dia: 06 de Agosto de 2010 - LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR (Fiesta)
  • Lecturas y Liturgia de las Horas: 06 de Agosto de 2010
Posted: 05 Aug 2010 08:38 PM PDT

XIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 12, 32-48) - Ciclo C
Por Fray Marcos

El texto de este domingo es difícil de entender, porque forma parte de un amplio contexto, que empezaba el domingo pasado con la petición de uno a Jesús: “dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia”.

A partir de ahí, Lucas propone una larga conversación con los discípulos que comprende 35 versículos. Abarca diversos temas que no es fácil conectar. Se necesitaría ir tratando uno por uno, lo que es imposible en el marco de una homilía. Naturalmente se trata de pensamientos dispersos que el evangelista organiza a su manera para ir aclarando las exigencias de Jesús.

Se trata de la manera de ver la vida de la primera comunidad, como lo demuestra la conciencia de ser un pequeño rebaño.

Que el texto utilice a veces, el lenguaje escatológico nos puede despistar un poco. También el que nos hable de talegos o tesoros en el cielo que nadie puede robar, o que Dios llegará como un ladrón en la noche, nos puede confundir.

A nosotros hoy no nos serviría de nada un dios que viniera a pedirnos cuentas a la hora de nuestra muerte, después de habernos abandonado a nuestra suerte durante toda la vida. Hemos superado la idea de un dios mítico que actúa desde fuera y condicionado por nuestras acciones.

El domingo pasado se nos pedía no poner la confianza en las riquezas, hoy se nos dice en quién hay que poner la confianza para que sea auténtica.

No en un dios todopoderoso externo, sino en el hombre creado a su imagen y que tiene al mismo Dios como fundamento.

No es pues, cuestión de actos de fe, sino afianzamiento en una actitud que debe atravesar toda nuestra vida. Confiadamen te, tenemos que poner en marcha todos los recursos de nuestro ser, conscientes de que Dios actúa sólo a través de sus criaturas, y que sólo a través de cada una de ellas la creación va adelante. Ayúdate y Dios te ayudará.

Se trata de estar siempre en actitud de búsqueda. Más que en vela, yo diría que hay que estar despiertos. No porque puede llegar el juicio cuando menos lo esperemos, sino porque la toma de conciencia de la realidad que somos, exige una atención a lo que está más allá de los sentidos y no es nada fácil de descubrir. El tesoro está escondido, y hay que “trabajar” para descubrirlo.

No se trata de confiar en lo que nosotros podemos alcanzar, sino en que Dios ya nos lo ha dado todo. Ha sido Dios el primero que ha confiado en nosotros en el momento en que ha decidido darse él mismo sin limitación ni restricción alguna. La única condición es que nosotros mismos descubramos ese don y vivamos de él

Si de verdad hemos descubierto el tesoro que es Dios, no hay lugar para el temor.

A las instituciones y a las personas que las dirigen no les interesa para nada la idea de un Dios que da plena autonomía al ser humano, porque no admite intermediarios ni manipulaciones. Para ellos es mucho más útil la idea de un dios que premia y castiga, porque en nombre de ese dios pueden controlar a las personas.

La mejor manera de conseguir sometimiento es el miedo. Eso lo sabe muy bien cualquier autoridad. El miedo paraliza a la persona, que inmediatamente tiene necesidad de alguien que le ofrece su ayuda, para poder conseguir con gran esfuerzo, aquello que ya poseían plenamente antes de tener miedo.

Cuentan que una madre empezó a meter miedo de la oscuridad a su hijo pequeño. El objetivo era que no llegara nunca tarde a casa. Con el tiempo, el niño fue incapaz de andar solo en la noche. Eso le impedía una serie de actividades que hacía muy difícil desarrollar su vida. Entonces la madre, fabricó un amuleto y dijo al niño: esto te protegerá de la oscuridad. El niño convencido, empezó a caminar en la noche sin ningún problema, confiando en el amuleto que llevaba colgado del cuello. ¡Sin comentario!

Para descubrir el sentido de esa confianza, tenemos que descubrir los errores que hemos desarrollado sobre lo que Dios es.

No se trata de un ser externo en el que deba confiar. Está en mi propio ser, en lo que tiene de fundamento, y me proporciona todas las posibilidades desde dentro de mí mismo. Esto es lo que significa: “vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”.

El dios araña que necesita chupar la sangre al ser humano para salvar su trascendencia, no es el Dios de Jesús.

El dios del que depende caprichosamente mi fututo, no es el Dios de Jesús.

El dios que me colmará de favores cuando yo haya cumplido la Ley, no es el Dios de Jesús.

El Dios de Jesús es don total, incondicional y permanente.

Esto es lo que nos tiene que llevar a la más absoluta confianza. Ni siquiera depende de mí lo que Dios me da en todo instante. La fe consiste en fiarse absolutamente de ese Dios.

El Padre ha tenido a bien confiaros el Reino. Este es el punto de partida. No tengáis miedo, estad preparados, etc., depende de esta verdad.

Si el Reino es el tesoro encontrado, nada ni nadie puede apartarme de él. Todo lo que no sea esa realidad absoluta, que ya poseo, se convierte en calderilla. Nuestra tarea será descubrir el tesoro, todo lo demás vendrá espontáneamente.

El Reino es el mismo Dios escondido en lo más hondo de mi ser. Él es la mayor riqueza para todo ser humano. Todos los demás valores que puedo encontrar en mi vida, deben estar subordinados al valor supremo que es el Reino.

Esa fe-confianza, falta de miedo, no es para un futuro en el más allá. No se trata de que Dios me dé algún día lo que ahora echo de menos. Esta es la gran trampa que utilizan los intermediarios.

A ver si me entendéis bien: Dios no tiene futuro. Es un continuo presente. Ese presente es el que tengo que descubrir y en él lo encontraré todo. No se trata de esperar a que Dios me dé tal o cual cosa dentro de unos meses o unos años. El colmo del desatino es esperar que me dé, después de la muerte, lo que no quiso darme aquí.

La idea que tenemos de una vida futura, desnaturaliza la vida presente hasta dejarla reducida a una incómoda sala de espera. La preocupación por un más allá, nos impide vivir en plenitud el más acá. La vida presente tiene pleno sentido por sí misma.

Lo que proyectamos para el futuro, está ya aquí y ahora, a nuestro alcance. Aquí y ahora, puedo vivir la eternidad, puesto que puedo conectar con lo que hay de Dios en mí. Aquí y ahora puedo alcanzar mi plenitud, porque teniendo a Dios lo tengo todo al alcance de la mano.

La esperanza cristiana no se basa en lo que Dios me dará, sino en que sea capaz de descubrir lo que Dios me está dando.

Para que llegue a mí lo que espero, Dios no tiene que hacer nada, ya lo está haciendo. Yo soy el que tiene mucho que hacer, pero en el sentido de tomar conciencia y vivir la verdadera realidad que hay en mí.

Por eso hay que estar despiertos. Por eso no podemos pasar la vida dormidos. Por eso tenemos que vivir el momento presente, porque cualquier momento es el definitivo, porque en un momento, puedo dar el paso a la experiencia cumbre. Ese sería el momento definitivo de mi vida.

Demostramos falta de confianza y exceso de miedos, cuando buscamos a toda costa seguridades, sea en el más acá o sea para el más allá.

El miedo nos impide vivir el presente y nos atenaza para esperar el futuro. En realidad sólo vivimos cuando perdemos el miedo.

Debemos caminar aunque no tenemos controlado ni el camino ni la meta. Pablo nos acaba de decir que Abrahán salió sin saber a dónde iba. Nietzsche dijo:
“Nunca ha llegado el hombre más lejos que cuando no sabía a donde le llevaban sus pasos”.

Nunca podremos saber cual es nuestra meta, hasta que no la alcancemos. O tal vez diríamos mejor, que no hay meta en el futuro del ser humano. Mientras más se acerca a la plenitud un ser humano, más vasto es el horizonte de plenitud que se le abre.

Esto que en sí mismo es un don increíble, a veces lleva a la desesperanza, porque la vida humana es siempre un comienzo, un volver a empezar, que puede llegar a ponernos nerviosos, por eso la necesidad de confiar, de fiarse de Otro. Esa fe-confianza no es para después, sino para este instante.

La raíz de todos los miedos es el miedo a la muerte. Feuerbach, el primer filósofo de la sospecha, llegó a decir:
“Si el hombre no tuviera que morir, no habría religión”.

Tenía toda la razón si entendemos la religión como un intento de contrarrestar el miedo a partir de promesas por parte de un dios tapa agujeros. Lo malo es que la inmensa mayoría de los cristianos la entendemos así.

Jesús demostró que no tenía miedo a la muerte y sin embargo fue el hombre más religioso. La feroz crítica que estos filósofos hicieron a Dios y a la religión era completamente acertada, porque partían de una idea de Dios manipulada, que lo único que pretendía era empequeñecer al ser humano hasta hundirlo en la miseria de su nada.

La eucaristía como sacramento, hace presente una realidad que está siempre en nosotros, aunque oculta: la presencia de Dios como don total que me capacita para darme totalmente y alcanzar de ese modo mi plenitud.

Está viniendo siempre, porque está en lo más íntimo de mí mismo, y puedo ir descubriéndolo en cada instante. Cada instante que pasa sin descubrirlo es tiempo perdido.

La eucaristía es el sacramento del amor y la unidad que son la base de todas las posibilidades de ser plenamente humano. El signo que realizamos no añade nada a mi ser, pero lo necesito para descubrir lo que hay en mí.




Meditación-contemplación




“No temas, porque Dios te ha dado el Reino”.
Si no has descubierto esto, toda religión será inútil para ti.
El único objetivo de toda religión debería ser llevarte al interior,
donde te encontrarás con el mismo Dios como centro de tu ser.
.........................


Una vez descubierto el tesoro, sabrás que todo lo demás es arena.
No te costará ningún esfuerzo poner en él tu corazón
y apartarlo de todo lo que no es auténtico,
por muy atrayente y reluciente que aparezca.
......................


Antes de descubrirlo, la confianza es imprescindible.
Nadie tira por la borda las seguridades,
si antes no encuentra la total seguridad.
Muchas veces te han dicho que tienes que vender todo lo que tienes.
Pero la realidad es muy tozuda. Nadie da todo por nada.
..........................


Fray Marcos
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Posted: 05 Aug 2010 08:13 PM PDT
Publicado por El Blog de X. Pikaza

Domingo 19. Tiempo Ordinario. Ciclo C. Lc 12, 32-48. Una y otra vez he tratado en este blog de la pobreza y la riqueza y ya no sé si quedan cosas nuevas que puedan decirse. Las últimas que he dicho son que plantean el tema de la herencia (sus posibles valores y sus riesgos), partiendo del pasaje del domingo pasado (Lc 12, 13-21). Son muchos los buenos comentarios que ha tenido el texto. Hoy debo seguir, porque sigue insistiendo el evangelio del próximo domingo, un pasaje radical donde se vinculan diferentes temas y matices sobre la riqueza convertida en regalo y limosna.

Es un texto largo, es imposible comentar todas sus partes, por eso me limita a la primera (12, 33-34), en la que Jesús pide a sus discípulos que vendan lo que tienen, que lo vendan todo para dárselo a los pobres, consiguiendo de esa forma una riqueza superior, propia “del cielo” (un tesoro de amor y de fraternidad), para compartirlo con todos los hombres y mujeres de la tierra. El texto es radical y plantea unas preguntas esenciales, que una y otra vez me han golpeado y enriquecido a lo largo de mi vida. Ésta son algunas de esas preguntas abiertas:

1) ¿Lo que dice Jesús lo dice sólo de la Iglesia o debe aplicarse a todos los hombres, fuera y dentro de la Iglesia?

2) ¿Quién debe venderlo todo y dárselo a los pobres, en la Iglesia, sólo los curas y y frailes y monjas, o todos los cristianos?

3) ¿Qué bienes se deben vender en la Iglesia para dárselos a los pobres, sus propietarios, sólo algunos que sobran o también los edificios y vasos sagrados, incluida la catedral de mi pueblo y el Estado Vaticano? ¿Cuáles quedan excluidos?

4) ¿Qué se puede hacer cuando se vende todo y no se tiene nada? ¿Cómo vivir, producir y compartir? ¿Cómo dar si ya no queda nada para dar? Se trata de vender para que un día nadie pueda (ni deba) vender ni comprar, sino que todo se pueda compartir. ¿Será posible llegar a ese día? ¿Quién puede iniciar el camino, algunos "locos" como Francisco, todos los cristianos...?

5) ¿O será mejor no tomar en serio ese evangelio, escucharlo como música celestial que no se aplica en esta tierra, ni en la Iglesia? ¿Será mejor decir que ese evangelio es apócrifo?

Quien quiera saber algo más que lea. Que no me eche a mí la "culpa" del tema, que la tiene el evangelio y la liturgia del domingo.

Mi amigo J. M. González Ruiz solía hablar de "evangelios molestos". Yo prefiero hablar de evangelios para el gozo y la utopía creadora.

En un momento determinado, el gran Lutero, dijo que estos evangelios no eran para cumplirlos, sino para saber que no podemos cumplirlos, de manera que no tenemos más remedio que lanzarnos a los brazos de Dios confesándonos pecadores. No estoy convencido de las cosas sean así, pero al menos este Lutero fue sincero.

Texto

El evangelio de este domingo (Lc 12, 32.48) es un texto largo que consta de varias unidades, recogidas en este primer conjunto “escatológico”, donde Lucas trata del dinero y de la vuelta del Señor Jesús. Quien quiera, que lea en su Biblia todo el texto y analice sus diversas partes. Yo hoy sólo quiero comentar dos versículos centrales:

Vended vuestros bienes y dadlos en limosna;
haceos unos bolsos que no se vuelvan viejos,
un tesoro en el cielo que nunca se agote,
donde puedan acercarse los ladrones,
ni pueda roerlos la polilla.
Porque allí donde está vuestro tesoro
allí estará también vuestro corazón (Lc 12, 33-34).

Ubicar el texto. El cielo está aquí, no simplemente más allá

Éste es un texto central del evangelio, que ha de leerse en conjunto, al lado del pasaje del “joven rico” al que Jesús le pide que lo venda todo y lo dé a los pobres, para que así tenga un tesoro en el cielo y después (al mismo tiempo) pueda seguirle (cf. Mc 10, 21 par). Como precisa bien el evangelio, en otro lado, no se trata de vender, dejar y abandonar la vida activa (irse al desierto), sino de vender para dárselo a los pobres y para compartilor, recibiendo así el ciento por uno en casa, familia y posesiones (cf. Mc 10, 28-31 y par).

Este pasaje de “vender y hacer tesoros para el cielo” ha sido transmitido también y de forma, y de un modo más “antiguo” (más completo) por Mt 6, 19-21. No se trata de atesorar para “el más allá” (de tener tesoros amontonados un tipo de Banco de San Pedro, para después de esta vida), sino de atesorar aquí, en este mundo, para estos pobres concretos que nos rodean, formando ellos el tesoro del reino..

Quiero destacar bien esto, desde el principio. El “cielo” donde hay que atesores no es un más allá platónico de angelitos buenos (que nos recibirán con la bosa llena), sino que empieza siendo cielo concreto de los hombres y mujeres de este mundo, donde Jesús anuncia y comienza a extender su reino. Frente a los que amontonan aquí (de una manera, al modo capitalista)… han de estar los que “amontonan también aquí”, de una forma humana, al servicio de los pobres. Esto es para Lucas (para el Jesús de Lucas, para el Jesús de Marcos…) tan evidente que no necesita comentario. Se trata de “vender” (de romper el modo egoísta de posesión), se trata de darlo todo…para hacer posible que haya bienes para todos, desde los pobres, de otra forma.

Ubicarlo mejor: donde está tu tesoro está tu corazón

El texto de Jesús habla de tesoro y dice que “allí donde está vuestro tesoro estará también vuestro corazón”. Pues bien, el primer tesoro de los judíos ha sido la tierra. Ella, la tierra, era como su madre, como su cuerpo, no una cosa externa, que se compra y vende, sino parte esencial de su propia vida. Pero, en aquel momento, los más ricos de Israel y Roma se estaban apoderando de todas las propiedades de los pobres, convirtiendo la tierra de Dios (de todos) en mercado al servicio del Imperio lejano y de los terratenientes y administradores indígenas (cortesanos de Herodes Antipas).

En ese contexto, Jesús fue un revolucionario campesino, pero no con violencia armada, como algunos han propuesto (no fue líder bandolero o militar), sino de forma profética, provocativa, mucho más intensa. Fue el líder de un movimiento radical, desde los más pobres (no almacenando riqueza, sino invirtiendo en comunión de vida). No quiso transformar la economía desde arriba, controlando los mercados imperiales, ni siquiera en Galilea. Tampoco quiso empezar organizando de un modo directo unos modelos de trabajo y propiedad (en la línea de las federaciones agrícolas del principio de la historia de Israel), sino que hizo algo anterior y mucho más profundo: empezó ofreciendo dignidad a los campesinos expulsados de su tierra.

Ciertamente, no se opuso a un cambio en el sistema externo, es más, posiblemente vio que era necesario, pero no empezó por eso: no intentó (ni pudo) realizar su proyecto de un modo militar o político, trasformando las cosas desde fuera, desde arriba, pues si sólo cambiaban así todo seguiría como antes. Al contrario, Jesús quiso enriquecer y trasformar la vida de los galileos desde su misma humanidad, desde los pobres, cambiando su forma de pensar y sentir, de querer y de amarse (¡cambiando su corazón!), para que pudieran compartir la tierra, como en el principio de la historia israelita, cuando las doce tribus que compartieron la tierra, conforme al libro de Josué.

Un movimiento desde los marginados

Así inició su movimiento a partir de los marginados del nuevo (des-)orden económico, empobrecidos por la estructura de poder de las ciudades que imponían su dominio (ley comercial y social) sobre los pobres del campo. Sin ese descubrimiento práctico de los expulsados y negados del orden económico, que debían ser (y son) hijos privilegiados de Dios, Jesús no podía hablar de Reino. Desde ellos empezó su proyecto de paz, su revolución económica; con ellos empezó su “huelga”; quiso que dejaran aquel “orden” de atesoramiento de riquezas como tales (de capital), para que todos pudieran compartir la vida, compartiendo el corazón.

En esa línea podemos presentarle como inventor de humanidad, el mayor de los descubridores sociales de la historia, el primero de todos los iniciadores de una huelga general en nuestra historia, una huelga desde la pobreza. La vida de los hombres y mujeres no cambia y mejora desde arriba (por un Imperio como Roma), sino desde la pobreza; Julio César y sus sucesores cambiaron el mundo creando un Imperio; Jesús quiso cambiarlo y lo cambió iniciando un camino de Reino a partir de los pobres, transformando con ellos y por ellos la forma de vida humana.

Jesús no condenó a los propietarios (no quiso matarles), pero no inició básicamente con ellos su proyecto de Reino, sino con los itinerantes pobres (que van y vienen, sin suelo fijo, ni casa). También la valían los propietarios ricos, pero sólo en la medida en que vendieran lo que tenían (como propiedad particular), para dar el producto a los pobres e iniciar con ellos (desde ellos) un proyecto de transformación para todo.

No trazó un esquema de inversión violenta (no quiso que los itinerantes-desposeídos ocupen el lugar de los sedentarios), sino de trasformación, partiendo de los desposeídos, pidiéndolos que (en vez de conquistar las tierras de los ricos por la fuerza) regalaran incluso lo poco que tenían, para compartirlo, para crear de esa manera uno tesoro distinto “en el cielo” (es decir, en la comunidad de los voluntarios, al servicio del reino). Eso mismo que pidió a los pobres se lo pidió a los ricos: que fueran capaces de darlo todo, y de darse a sí mismos, compartiendo los bienes y las vidas e iniciando así un proyecto de humanidad compartida, de cielo.

Los dos tesoros

Jesús se enfrento con un tipo de hombres que querían conseguirlo todo (comprar todas las tierras, apoderarse de todos los poderes, amontonar todos los bienes), para tener de esa manera un tesoro en este mundo y administrarlo al servicio de sus propios intereses, es decir, de su “capital”. Eran tiempos de “nueva economía”: los capitales se estaban juntando en unas pocas manos, las tierras estaban pasando a unos pocos propietarios, estaba surgiendo por doquier una nueva “concepción mercantil de la riqueza”, muy parecida a la de cierto capitalismo moderno. Había que atesorar, para producir, para tener seguridades, para garantizar así el futuro…

Mientras tanto, los pobres estaban perdiendo su dignidad, además de sus tierras, viniendo a convertirse en puros proletarios pasivos de una economía mercantil al servicio del “tesoro”, es decir, del dinero central. En este contexto se inscribe la palabra de Jesús, que pide a los suyos que inviertan ese orden, que busquen una nueva economía. Así lo indica con toda precisión al texto antes citado de Lucas, que ahora presentamos en su versión de Mt 6, 20-21 (cf. Mc 10, 21), que parece conservar mejor el ritmo del lenguaje de Jesús, formado por tres frases que se repiten en paralelo y por una conclusión:

1. Frases negativas (el falso tesoro: injusticia y violencia):

a. No acumuléis para vosotros tesoros en la tierra,
b. donde la polilla y el orín corrompen,
c. y donde los ladrones excavan y roban.

2. Frases positivas (el buen tesoro: justicia, comunión):

a. Más bien, acumulad para vosotros tesoros en el cielo,
b. donde ni la polilla ni el óxido corrompen,
c. y donde los ladrones no excavan ni roban.

3. Conclusión

Porque donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón.

El esquema rítmico es fácil de seguir, conforme al esquema del paralelismo, típico de la poesía judía.

Frases negativas.

Hay un “tesoro de la tierra” que consiste en amontonar de un modo exclusivista, al servicio de algunos (del puro capital). Ese “tesoro” está sometido a los principios de la corrupción física (todo lo que hay en el mundo termina, todo acaba comido por le polilla y el orín). Ese tesoro suscita siempre la violencia: Donde hay unos que amontonan riquezas excitan siempre el deseo de “ladrones”.

Jesús no dice nada sobre la “razón” de esos “ladrones”; no dice si son justos o injustos… Sólo dice que allí donde se amontonan “tesoros” (escondidos en bancos o en casas de lucho, o en pozos bajo tierra), ellos suscitan el deseo de los “hermanos ladrones”. Evidentemente, los dueños de tesoros buscarán policías o soldados para defenderlos, pero será inútil; vendrán siempre nuevos ladrones. Esa es para Jesús la “ley” de la riqueza de este mundo, que suscita violencia y contra-violencia sin fin.

Esa es la ley que sigue definiendo nuestra realidad política y comercial, en este año de “gracia” que es el 20010. Seguimos “jugando” al juego macabro de más policías, soldados y ladrones. Estamos al borde del colapso.

Frases positivas.

Es evidente que Jesús no está hablando de cosas del “cielo espiritual”, sino de este mundo, está hablando de una forma nueva de tener y compartir. Conforme a toda la dinámica del evangelio (y en especial del evangelio de Lucas) “atesorar tesoros para el cielo” no es quemarlos o venderlos sin más, sino compartirlos con los pobres; de esa forma, los bienes se convierten en signo y realidad de comunión. Atesorar para el cielo significa “ganar amigos” con el dinero de este mundo (cf. Lc 16, 9).

Los bienes compartidos son un tesoro de vida, un tesoro de humanidad (no de oro, ni petróleo, no de capital ni de armas) que no se pudre con el orín, ni se consume con la polilla… Sólo de esa forma se puede “evitar los ladrones”. No con más policía ni ejército, sino con más comunión, con más vida compartida… El en el fondo, para Jesús, capitalistas y ladrones son lo mismo, se mueven en la misma línea. La manera de superarlos es aprender a compartir los bienes. Éste es el programa de Jesús en aquellos años duros de neocapitalismo romano y de ladrones mil que estaban surgiendo en Galilea.

La conclusión resulta clara:

el corazón del hombre está donde está su tesoro. Se trata de cambiar la forma de tener los tesoros, para cambiar el corazón, para que los hombres y mujeres puedan amarse, puedan ser corazón.

En un caso, el corazón está en los bienes egoístas…, defendidos siempre con miedo de ladrones; en ese caso no se puede hablar de corazón, porque en su lugar solo hay dinero, dinero (tenido o deseado…).

En otro caso está en los bienes compartidos, en el amor mutuo de los hermanos… Con este proyecto, iniciado desde los más pobres, comenzó Jesús su camino de reino, su camino de corazón. En ese camino seguimos (debemos seguir) nosotros, según el Evangelio.

Propuesta, un cambio universal

Todos sabemos que la situación económica actual (año 2010) debe cambiar, a fin de que el capital y el trabajo estén al servicio del hombre y así pueda surgir, por primera vez, un tipo de abundancia universal, gozosa, un tesoro compartido, como quería Jesús. Ese cambio no es fácil. Hasta ahora, en los últimos milenios y de un modo especial en los dos últimos siglos, la economía dominante ha estado marcada por el dominio del capital y el mercado, que han impuesto su dictado desde arriba sobre el conjunto de los hombres y la misma tierra, al servicio del sistema.

Del único mundo (one world), que nos precedía y engendraba, con sus signos divinos, como madre providente, hemos pasado al único mercado (one market), que nosotros mismos instauramos, como dioses pequeños, dispuestos a comprarlo y a venderlo todo, amontonando así nuestro tesoro, sometido al orín, a la polilla, a los ladrones.

Pues bien, para superar esta situación y para evitar el colapso de nuestro modelo económico (sometido al riesgo del orín-polilla y de los crecientes capitalistas/ladrones), debemos realizar una profunda inversión (cambio de rumbo), de manera que el capital se ponga al servicio de los hombres, no en línea de compra/venta, sino de comunicación personal, de manera que todos puedan participar en libertad y equilibrio de los tesoros de la tierra. Para ello debemos iniciar una “salida” y protesta, es decir, un tipo de huelga general (universal), contra las leyes y normas del capital y del mercado, dejando de colaborar y vincularnos con este sistema, abandonando la Gran Ciudad de opresión (como piden, de formas convergentes, Mc 13, 14 y Ap 18, 4).

Éste no será un cambio para no-trabajar o para pedir simplemente salarios más altos (cosa que ha sido a menudo muy justa), sino para trabajar de una forma distinta y para compartir con corazón y para producir también de otra manera, al servicio de los hombres (los pobres) y no del mercado capitalista o de la seguridad militar.

No será una “huelga” contra nadie, sino a favor de todos, desde los más pobres, en la línea de los itinerantes de Jesús, campesinos sin campo ni trabajo, que se unían para compartir, iniciando una nueva solidaridad y comunicación, capaz de curar a los ricos.

Esta huelga sanadora, que puede transformar a los propietarios (¡capitalistas!) ha comenzado quizá en varias partes del mundo, siguiendo el modelo de Jesús, sin que muchos lo advirtamos. Sólo así podrá surgir una nueva economía mundial, que no esté al servicio del Imperio (capital, mercado), sino de todos los hombres y pueblos, empezando por los pobres.

Utopía, un tesoro de corazón

Será una economía de caminos múltiples, que ha de actuar como espacio de encuentros abiertos a todos, como una red donde todos puedan introducirse, cada uno con sus peculiaridades y sus aportaciones. Debemos pasar de una estructura piramidal y jerárquica del capital, que se impone su dictado único, a una visión multipolar del trabajo (producción) y del mercado (distribución), donde cada uno pueda recibir lo que necesita y ofrecer lo que pueda, en actitud de concordia universal (cf. Hech 2, 44-45), recreando en una perspectiva más alta, la intuición de Kant, cuando afirma que el bien de los otros será bien para nosotros.

Este cambio sólo puede hacerse desde abajo, no desde el capital (pues capital y mercado, en su forma actual, tienden a dominarlo todo). En contra del capital/mercado de la actualidad, surgirá un modelo de trabajos e intercambios múltiples, unidos entre sí, creando interconexiones gratuitas, al servicio de todos, de manera que, conforme a su variante etimológica, el mercado no será institución de compra/venta, sino espacio de comunicación gratuita (merced, mercy). El modelo actual de mercado pone en riesgo la vida de los hombres y mujeres, sometiendo a su dictado a todos los pueblos y personas.
En contra de eso, un modelo de centros múltiples, guiado por el gozo de la producción y la comunicación abierta (gratuita), hará posible el surgimiento de una sociedad de interacciones múltiples. Para ello debe cambiar el modelo del sistema y eso sólo puede hacerse subiendo de nivel (en la línea de eso que pudiéramos llamar “mutación” de evangelio). Queremos una gran huelga, debemos iniciar una gran mutación, ya, desde ahora mismo, los que creemos en Jesús y en su evangelio.

Eso es lo que nos pide Jesús este domingo: “no atesoréis…” (este tipo de atesoramiento desde el capital está destruyendo la humanidad)…, “atesorad”. Así debe proclamar la Iglesia que, hasta ahora, en los últimos siglos, ha estado casi siempre al servicio de una economía ya sobrepasada (de la vieja nobleza y/o burguesía) o de un capitalismo anticristiano.
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Posted: 05 Aug 2010 06:58 PM PDT


En una sociedad como la nuestra, con tantas casas aseguradoras, con tantos seguros de bienes y de vidas, con tantas ofertas que garantizan un futuro feliz, el evangelio suena a utópico, a algo que no tiene ya lugar, irrealizable o realizable solamente por aquellos que tengan madera de héroes o de locos suicidas.

«Tranquilizaos, rebaño pequeño, que es decisión de vuestro Padre reinar de hecho sobre vosotros. Vended vuestros bienes y dadlos en limosnas; haceos bolsas que no se estropeen, un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladro nes ni echa a perder la polilla. Porque donde está vuestra riqueza, está vuestro corazón.

Tened el delantal puesto y encendidos los candiles: pare ceos a los que aguardan a que su amo vuelva de la boda para, cuando llegue, abrirle en cuanto llamé. Dichosos esos criados si el amo, al llegar, los encuentra en vela... » (Lc 12,32ss).

La venida, la visita de Jesús, el amo, a la comunidad cris tiana, una comunidad de siervos o servidores, pues no se puede ser cristiano si no se es servidor de los demás, se efectúa en dos momentos: uno, en la eucaristía, en la que Jesús se hace presente en medio de la comunidad por la palabra y por la fracción del pan; otro, en la persecución y en la muerte de cada uno.

Para estos dos encuentros, el cristiano debe estar en vela. Y para estar en vela, dos son las actitudes básicas del discípu lo de Jesús:

- Primera: renunciar a los bienes de la tierra: «Vended vuestros bienes y dadlos en limosnas.» Tal vez la fórmula 'vender y dar' no sea hoy en nuestra sociedad la más eficaz. Hoy habría que hablar de invertir en crear puestos de trabajo, en hacer partícipe al obrero de la ganancia de la empresa u otras fórmulas similares. Pero el espíritu de dicho mandato evangélico es claro: ser solidarios, compartir, hacer partícipes a los demás de los bienes que llamamos 'propios'; ser misen cordes, compasivos, justos.

- Segunda: ejercer de servidores, pues la esencia del cris tianismo es el servicio incondicional al prójimo hasta la muer te. «Conque, ¿dónde está ese administrador fiel y cuidadoso a quien el amo va a encargar de repartir a los sirvientes la ra ción a sus horas? Dichoso el tal empleado si el amo, al llegar, lo encuentra cumpliendo con su obligación. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el tal empleado, pensando que su amo tardará, empieza a maltratar a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, el día que menos se lo espera, y a la hora que no ha pre visto, llegará el amo y lo pondrá en la calle, mandándolo adon de se manda a los que no son fieles» (Lc 12,42-47).

De lo que llamamos 'nuestro' somos meros administrado res, no propietarios; y como administradores debemos servir sin abusos ni egoísmos; cuanto más elevados estemos en el escalafón social, más exigente será el servicio que debamos prestar. Sólo así estaremos preparados para la vuelta del amo de la boda, imagen del reino definitivo, que se anticipa cada vez que celebramos la eucaristía.
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Posted: 05 Aug 2010 06:47 PM PDT
Publicado por Los Carmelitas
Lucas 12, 32-48

Oración inicial
Ven, oh Santo Espíritu, llena los corazones de tus fieles.
Tú que ya has venido para hacernos fieles,
ven ahora para hacernos dichosos.
Tú que has venido para que, con tu ayuda,
pudiésemos gloriarnos en la esperanza
de la gloria de los hijos de Dios,
ven de nuevo para que podamos gloriarnos también de su posesión.
A ti te concierne el confirmar, consolidar
perfeccionar y llevar a cumplimiento.
El Padre nos ha creado, el Hijo nos has redimido:
cumple pues, lo que a ti te compete.
Ven a introducirnos en toda la verdad, al gozo del Sumo Bien,
a la visión del Padre, a la abundancia de todas las delicias,
al gozo de los gozos. Amén.
(Gualtero de San Victor)

1. Lectio
a) Clave de lectura:

Estamos en un doble contexto: la formación de los discípulos y de las discípulas durante el camino de Jesús a Jerusalén (9,51-19,28) y la reacción de los paganos convertidos, en las comunidades lucanas, después del entusiasmo inicial y el prolongarse la venida del Señor. Los discípulos tienen miedo (9,45) de la nueva perspectiva de la misión de Jesús, que deberá sufrir (9,22.43-44), continúa dominando en ellos la mentalidad de un Mesías glorioso, más seguro. Así también en las nuevas comunidades cristianas (años 80), comienza a retoñar el espíritu pagano. Mejor es esperar antes de convertirse estable y profundamente, poner a un lado el cambio de vida y mentalidad. Jesús asegura a los discípulos y discípulas, con tres pequeñas parábolas les hace reflexionar sobre el significado del encuentro con Dios, sobre el sentido de la vigilancia y de la responsabilidad de cada uno en el momento presente.

b) Una posible división del texto:

12,32-35 introducción
12,36-38 parábola del amo que vuelve de las bodas
12,39 parábola del ladrón que descerraja, horada
12,40-41 los discípulos llamados en causa
12,42-46 parábola del administrador
12,47-48 conclusión
c) El texto:

32 «No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino.
33 «Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla corroe; 34 porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
35 «Tened ceñida la cintura y las lámparas encendidas, 36 y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. 37 Dichosos los siervos a quienes el señor, al venir, encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. 38 Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos ellos! 39 Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. 40Estad también vosotros preparados, porque cuando menos lo penséis, vendrá el Hijo del hombre.»
41 Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?» 42 Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? 43 Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. 44 De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda.45 Pero si aquel siervo se dice en su corazón: `Mi señor tarda en venir', y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, 46 vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le castigará severamente y le señalará su suerte entre los infieles.
47 «Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; 48 el que no la conoce y hace cosas que merecen azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.


2. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

a) Algunas preguntas:

- ¿Qué sentimientos ha suscitado en mi la lectura del texto? ¿Miedo, confianza, sorpresa, gozo, esperanza, confusión...?
- La vida cristiana: ¿Cuánto tiene para mi de gozo, cuánto de peso? ¿Cuánto es deber, cuánto es amor?
- El pensamiento de mi muerte imprevista: ¿Qué suscita en mi?
- ¿En qué medida es esperada la comunión con Dios, en qué medida se posee de mi?
- La mentalidad pagana del “carpe diem”, contraria a los valores evangélicos: ¿Cómo se manifiesta hoy?
- Ser vigilantes, fieles, trabajadores por el Reino, preparados: ¿Qué comporta a mi vida?

b) Comentario:

Pensemos en una catequesis sobre la vuelta del Señor.
12,32 No hay motivo para tener miedo.
No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino. Aseguración de Jesús de frente al miedo de los discípulos a través de la metáfora del rebaño (Jn 10; 21,15-17) y del buen pastor. Se necesita temer a los falsos profetas (Mt 7,15). El Padre quiere que no se pierda ninguno (Mt 18,12-16), Él nos proporcionará todo (Rom 8,28-32). Un puesto nos ha preparado desde la fundación del mundo (Mt 25,34), somos herederos con el Hijo (1Pt 1,3-5).
12,33-34 Acojamos hoy la riqueza del poseer a Dios, único bien. ¡Sólo Dios basta!
Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla corroe; porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Jesús ya había dicho lo de no acumular bienes (Mt 6,20-21). La comunidad cristiana había entendido el sentido de la libertad de bienes y la del compartir (At 4,34) porque el tiempo se ha hecho breve (1Cor 7,29-31). La vida nueva en Cristo se convierte en el criterio para la posesión de cualquier bien.
12,35 Empeñémonos en lo cotidiano
Tened ceñida la cintura y las lámparas encendidas;
Porque al Padre le ha agradado daros el Reino, es necesario estar preparados para poseerlo, después de haber dejado todo impedimento. Los judíos se ceñían sus largos vestidos a los lomos para poder trabajar mejor. Elías se ciñe para correr (1Re 18,46). La conducta que Jesús recomienda a los que esperan su venida es la de ponerse a la obra, de no caer en la mediocridad (1Ts 5,6-8; 1Pet 5,8; 1,13). La vigilancia es fundamental para el cristiano. Más que una conducta moral es la condición de vida, una vez revestido de Cristo y dedicado a su Reino.
12,37-38 El encuentro con Dios será maravilloso
Dichosos los siervos a quienes el señor, al venir, encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará poner a la mesa y yendo de uno a otro les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así ¡dichosos ellos!
¡Es sorprendente el gesto del señor que se pone a servirlos! Es lo que ha hecho Jesús lavando los pies a los discípulos (Jn 13,4-5). La noche dividida en partes (Mc 13,35) según el uso romano, se convierte cada vez más empeñativa para el que vigila. El futuro está garantizado por la fidelidad creativa al Señor.
12.39 No perdamos el tiempo (¡y dinero!) para proveer el futuro
Entendedlo bien: si el dueño da casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa.
Un argumento para la vigilancia es el hecho de que no se sabe cuando vendrá el Señor (Mt. 24,42-51). Tanto el día del juicio final como el de la muerte individual son desconocidos. Su venida no puede ser prevista (Ap 3,3). Esto impresionó mucho a los discípulos (1Ts 2,1-2: 2Pt 3,10).
12,40-41 El amor y no la pertenencia formal debe ser nuestra fuerza.
Estad también vosotros preparados, porque cuando menos lo penséis, vendrá el Hijo del hombre. Dijo Pedro: “Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?”
Pedro, su hombre viejo, todavía piensa en cualquier privilegio, habiendo abandonado todo por seguir a Jesús (Mt 19,27). Jesús ayuda a madurar la conciencia de Pedro, respondiendo indirectamente con la parábola del buen administrador.
La conversión es un proceso que dura toda la vida, incluso para los que se sienten cercanos al Señor.
12,42-44 Conjugar la vigilancia con la fidelidad al servicio que se nos ha confiado.
Respondió el Señor: “¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda.
Lucas usa “administrador” en vez de “siervo” (Mt 24,45) casi dejando entender la pregunta en boca de Pedro. Los jefes, en particular, deben ser fieles en el servicio.
12,45-46 Sin dejar nuestra conversión para un mañana impreciso.
Pero si aquel siervo dijese en su corazón: «Mi señor tarda en venir» y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le castigará severamente y le señalará su suerte entre los infieles.
Hay algunos que han acogido con entusiasmo el anuncio evangélico, pero ahora, de frente a las dificultades presentes y a los empeños consiguientes, comienzan a retomar las viejas costumbres: violencia, intemperancia, abandono a los instintos. Todos los valores contrarios al evangelio.
12,47 Dando según la medida que hemos recibido.
Aquel siervo, que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas que merecen azotes, recibirá pocos.
El Señor dará a cada uno según sus acciones (Mt 16,27) y según la gracia recibida (Rom 11,11-24. Judíos, paganos, convertidos o fieles a la propia religión serán juzgados según su propia conciencia.
12,48 Porque grande será la comunión eterna con Dios
A quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.
Al final de la vida, según San Juan de la Cruz, seremos juzgados por el amor. Ver también Mt 25,15-16.


3. Salmo 33, 1-5; 13-15; 18-22
¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
que la alabanza es propia de hombres rectos!
¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
tocad con el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañad la música con aclamaciones!
Pues recta es la palabra de Yahvé,
su obra toda fundada en la verdad;
él ama la justicia y el derecho,
del amor de Yahvé está llena la tierra.

Yahvé observa de lo alto del cielo,
ve a todos los seres humanos;
desde el lugar de su trono mira
a todos los habitantes de la tierra;
él, que modela el corazón de cada uno,
y repara en todas sus acciones.

Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
sobre los que esperan en su amor,
para librar su vida de la muerte
y mantenerlos en tiempo de penuria.
Esperamos anhelantes a Yahvé,
él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
en él nos alegramos de corazón
y en su santo nombre confiamos.
Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
tal como lo esperamos de ti.


4. Oración final
Arda en nuestros corazones, oh Padre, la misma fe que empujó a Abrahám a vivir sobre la tierra como peregrino, y no se apague nuestra lámpara, para que vigilantes en espera de tu hora seamos conducidos por ti a la patria eterna (Colecta del domingo 19 C)
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Posted: 05 Aug 2010 04:29 PM PDT

“Dichosos ellos, si los encuentra despiertos aunque llegue a la medianoche”
Domingo XIX del tiempo ordinario – Ciclo C (Lucas 12, 32-48) – 8 de agosto de 2010
Por Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*

Hablando de lo que es la iluminación, Anthony de Mello dice lo siguiente: “Es como un vagabundo de Londres que se estaba acomodando para pasar la noche. A duras penas había conseguido un pedazo de pan para comer. Entonces llegó a un malecón, junto al río Támesis. Estaba lloviznando, y se envolvió en su viejo abrigo. Ya iba a dormirse cuando de repente se acercó un Rolls-Royce manejado por un conductor. Una hermosa joven descendió del automóvil y le dijo: – Mi pobre hombre, ¿va a pasar la noche en este malecón? – Sí – le contestó el vagabundo. – No lo permitiré – le dijo ella –. Usted se viene conmigo a mi casa y va a pasar la noche cómodamente y a tomar una buena cena. La joven insistió en que subiera al automóvil. Bien, salieron de Londres, y llegaron a un lugar en donde ella tenía una gran mansión con amplios jardines. Los recibió el mayordomo, a quien la joven le dijo: “Jaime, cerciórese de que a este hombre lo lleven a las habitaciones de los sirvientes y lo traten bien”. Y Jaime obró como le dijo ella. La joven se había preparado para dormir y estaba a punto de acostarse cuando recordó a su huésped. Entonces se puso algo encima y fue hasta las habitaciones de los sirvientes. Vio una rendija de luz en la habitación en la que acomodaron al vagabundo. Llamó suavemente a la puerta, la cual abrió, y encontró al hombre despierto. Le dijo: – ¿Qué sucede, buen hombre, no le dieron una buena cena? – Nunca había comido tan bien en mi vida, señora – le contestó el vagabundo. – ¿Está usted bien caliente? – Sí, la cama es hermosa y está tibia. – Tal vez usted necesita compañía – le dice ella –. Córrase un poquito. Se le acercó, y él se movió hacia un lado, y cayó directo al Támesis...

Eso es la iluminación. Estar despiertos. Vivimos muchas veces sumidos en nuestros sueños y olvidamos la bella y cruda realidad. Quisiéramos que las cosas fueran distintas, que los problemas no existieran, que los conflictos se resolvieran de una vez y para siempre. Pero este tipo de vida hace que no seamos capaces de reconocer el paso de Dios por nuestras vidas. Por esto hay que mantenerse despiertos. Esto es lo que quería decir el Señor cuando le dice a sus discípulos: “Sean como criados que están esperando a que su amo regrese de un banquete de bodas, preparados y con las lámparas encendidas, listos para abrirle la puerta tan pronto como llegue y toque. Dichosos los criados a quienes su amo, al llegar, encuentre despiertos. Les aseguro que el amo mismo los hará sentarse a la mesa y se dispondrá a servirles la comida. Dichosos ellos, si los encuentra despiertos aunque llegue a la medianoche o de madrugada”.

No sabemos ni el día ni la hora. Con frecuencia el Señor nos sorprende. “Si el dueño de una casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría que nadie se metiera en su casa a robar. Ustedes también estén preparados; porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperan”. El Señor nos invita a estar preparados para saber descubrir las señales de su presencia que todos los días nos rayan la pupila de tanto mirarlas. Y todavía preguntamos, ¿dónde está el Señor? ¿Cómo descubrirlo? ¿Cómo sentir su presencia? Por estar soñando, no vemos lo evidente. Pidamos al Señor que nos regale la gracia de permanecer despiertos, que no vivamos anestesiados y adormilados ante la vida. No sea que nos suceda lo que le sucedió al mendigo, que por estar cómodamente viviendo en nuestros sueños, caigamos directamente al Támesis...

* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
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Posted: 05 Aug 2010 04:13 PM PDT

Por José Antonio Pagola
Dichosos aquellos a quienes los encuentre en vela

Es muy fácil vivir dormidos. Basta con hacer lo que hacen casi todos: imitar, amoldarnos, obedecer, ajustarnos a lo que se lleva, repetirnos una y otra vez. Basta vivir buscando seguridad externa e interna. Basta defender nuestro pequeño bienestar mientras la vida se va apagando en nosotros.

Llega un momento en que no sabemos ya reaccionar. Sentimos que nuestra vida está vacía y la llenamos de experiencias, información y diversiones. Nos falta vida interior y nos engañamos viviendo en movimiento continuo, agitados por la prisa y las ocupaciones. Podemos gastar la vida entera «haciendo cosas» pero sin descubrir en ella nada santo ni sagrado.

Desgraciadamente, tampoco la religión logra a veces despertar nuestra vida. Se puede practicar una «religión dormida» que da tranquilidad pero no vida. Vivimos tan ocupados en nuestros trabajos y desdichas que jamás tenemos un momento libre en el que podamos sentir qué es amar y compartir, qué es ser amable y solidario. Y sin vivir nada de esto, ¡queremos saber algo de Dios!

Jesús repite una y otra vez una llamada apremiante: «despertad, vivid atentos y vigilantes, pues se os puede pasar la vida sin enteraros de nada».

No es fácil escuchar esa llamada, pues, de ordinario, no escuchamos a quien nos dice algo contrario a lo que pensamos. Y los hombres y mujeres de hoy pensamos que somos inteligentes y lúcidos.

Para despertar es necesario conocernos mejor. Comenzamos a ser sabios cuando tomamos conciencia de nuestra estupidez. Empezamos a ser más profundos cuando observamos la superficialidad de nuestra vida. La verdad se abre paso cuando reconocemos nuestros engaños. El orden llega a nosotros cuando advertimos el desorden en que vivimos. Despertar es darnos cuenta de que vivimos dormidos.

Lo importante para vivir despiertos es caminar más despacio, cuidar mejor el silencio y estar más atentos a las llamadas del corazón. Pero sin, duda, lo decisivo es vivir amando. Sólo quien ama vive intensamente, con alegría y vitalidad, despierto a lo esencial.

Por otra parte, para despertar de una «religión dormida» sólo hay un camino: buscar más allá de los ritos y las creencias, ahondar más en nuestra verdad ante Dios y abrirnos confiadamente a su misterio. «Dichosos aquellos a quienes el Señor, al llegar, los encuentre en vela».
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Posted: 05 Aug 2010 04:05 PM PDT

Por P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

“Estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”.

Un diplomático, en su visita al Vaticano, vio en la mesa del Papa un teléfono de oro, línea directa para hablar con Dios.
¿Cuánto cuesta la llamada? Preguntó curioso.
“Medio millón de euros”, le contestaron.
Desanimado y triste renunció a la conversación con el Altísimo.
Semanas más tarde ya en su país fue a visitar a su párroco y vio en la mesa otro teléfono de oro.
¿Cuánto cuesta la llamada a Dios desde este teléfono? Preguntó sorprendido
“15 céntimos” le contestó el párroco entre risas.
¿Y cómo es que en el Vaticano cuesta medio millón de dólares?
El párroco le dijo: “es que desde aquí es una llamada local mientras que desde el Vaticano es una llamada al extranjero”.
Tiempo de vacaciones, tiempo de olvidos y de disfraces.
No es tiempo de echar monedas en la hucha sino de gastarlas.
No es tiempo de pensar ni de hacerse preguntas serias.
Es tiempo de vivir el presente, huir de la rutina y gozar el presente. No más preocupaciones.
¿Cómo llamar a Dios desde un extranjero vacacional?
¿Cómo pensar en un más allá imaginario?
¿Cómo esperar a un dios a quien nadie ha visto?
¿Cómo dar limosna en tiempos de crisis?
¿Cómo tener miedo cuando todo lo tenemos asegurado?
Preguntas incómodas que ya casi nadie se hace.
Los que venimos a la iglesia a celebrar la continua presencia del Dios que camina con nosotros nos fiamos de su Palabra y no tenemos miedo.
“Somos el pequeño rebaño” cada día más pequeño en número y en poder, pero estamos convencidos de que el Señor viene a cualquier hora y que nos habla de maneras inesperadas.
Las emisoras de radio emiten sus mensajes las 24 horas del día, pero hay que sintonizarlas para recibir el mensaje.
Dios también habla en la meditación del evangelio, en la belleza de la naturaleza, en la alegría de la asamblea litúrgica, en el silencio de la noche, en la espera confiada, en el desprendimiento de lo superfluo, en la búsqueda del tesoro escondido, en la fidelidad a la tarea encomendada…llamadas gratis, 24/7.
Hay que tener canas y el pie en el estribo para empezar a poner las prioridades de la vida en orden. Empezar antes es perderse lo mejor de la vida.
Cuando uno es joven piensa en la carrera, el trabajo, la familia, la casa, el coche, los hijos, las vacaciones…, instalados en el presente nadie piensa en eso tan etéreo que llaman más allá.
Que viene el lobo gritan los curas en el desierto. A mí que no me despierten. La muerte no la mencione.
“A pesar de las fatigas, perpetuas y gigantescas, los hombres ponen mucho cuidado en morir lo más tarde posible. ¡Cuánto mayor no debe ser el esmero para no morir nunca! Mas en esto nadie quiere pensar”. San Agustín
Sin embargo en la iglesia tenemos que recordarnos que somos mortales aún en tiempo de vacaciones.
No para amargarnos la vida sino para vivirla con más sentido y una gran alegría.
El Señor que nos quiere más que nadie nos invita hoy a vigilar, a estar atentos a la presencia de Dios para que acojamos día tras días sus dones.
El Señor que nos habla de mil maneras nos invita a esperar sin miedo y a trabajar como administradores fieles en esta tensión de la presencia-ausencia del dueño de todo y del novio que nos quiere desposar.
El Señor, el Amén de Dios, el muerto que vive, el hermano que nos hace herederos, nos invita a confiar en su Palabra y a tener la seguridad de que heredaremos los nuevos cielos y la nueva tierra.
Hermanos, ninguno de los que a lo largo de la historia se han acercado a Jesús se han marchado tristes o con miedo de su presencia.
Espero que ustedes se acerquen a Jesús y recuperen la alegría y la valentía que Él da a sus seguidores.
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Posted: 05 Aug 2010 03:25 PM PDT

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 28b-36

Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con Él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él.
Mientras éstos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: «Éste es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo». Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo.
Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.

Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL

Cuando el panorama se pone oscuro
“Mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó”

El camino de Jesús conduce a la Gloria pero pasa por la Cruz. Así lo reafirmó el Resucitado a los peregrinos de Emaús: “No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?” (Lucas 24,26). En términos similares Pablo exhorta a las comunidades recién fundadas para exhortarlas a perseverar en la fe: “Es necesario que pasemos muchas tribulaciones para entraren el Reino de Dios” (Hechos 14,22). Este es el camino del discípulo, pero la verdad sea dicha, no es fácil comprenderlo.

El relato de la Transfiguración del Señor se presenta como un esfuerzo de comprensión del misterio de la Cruz. Según el evangelista Lucas se trata de
• Una fuerte experiencia de oración por parte de Jesús y de la cual tres de sus discípulos son testigos.
• En medio de esta oración aparecen Moisés y Elías en su gloria y entablan un diálogo con Jesús.
• Sabemos que el tema de esta oración es la pasión, entendida como un “éxodo” que se realiza en Jerusalén.
• No sólo Jesús discierne su camino, sino también los discípulos, quienes habiendo sido invitados a negarse a sí mismos, tomar su cruz cada día y seguir al Maestro (ver 9,23).
• Con este llamado resonando sus oídos ellos participan en la escena. La palabra decisiva proviene del Padre, quien envuelve no sólo a Jesús con su gloria sino también a los discípulos con su nube. En medio del silencio final se aguarda la respuesta de los discípulos.

En el segundo domingo de cuaresma pasado ya abordamos ampliamente este evangelio, casi palabra por palabra. Hoy, en esta fiesta de la transfiguración, invitamos a retomar aquella lectura y a dar un paso hacia delante en la “lectio” mediante una “Escuela de Padres”.

En busca de claridad

Algunos interpretan el episodio de la transfiguración como un consuelo, como una lucecita que Jesús les da a sus discípulos de manera anticipada en el camino oscuro de la cruz. Así sus discípulos no se perderían en la oscuridad de la pasión. Pero en realidad el evento pretendo algo más de fondo: no sólo comprender sino animar para seguir las huellas del Maestro para ser transfigurados como Él participando de su gloria de resucitado.

Siendo así este evento sería ya una buena invitación al dialogo entre Jesús y los suyos, un diálogo que también nosotros podríamos continuar hoy sobre todo en los momentos difíciles y de oscuridad, cuando buscamos en la oración una lucecita que nos permita comprender el sentido de lo que nos pasa, sobre todo de las situaciones que enturbian nuestra visión de futuro, haciendo de estas situaciones un camino para una transfiguración.

Invitados a la montaña

Gustemos un poquito la escena: Jesús invita a tres de los suyos a subir al monte. Allí, “mientras oraba, su rostro se mudó” (9,29) y Pedro y sus compañeros “vieron su gloria” (9,32). Es cómo si la acción interna y luminosísima del Espíritu que habitaba en Él se volviera –por así decir- transparente. Jesús parece decir: “Miren lo que seré”.

Ante esta provocación reacciona Pedro: “Maestro, bueno es estarnos aquí” (9,33). En su éxtasis, Pedro –quien no se ha dormido- quiere que la visión dure toda la vida. Para eso eran las tres tiendas, y ni siquiera pensó en una para él. Pedro desea que al menos se le permita estar allí contemplando su rostro y seguir escuchando su conversación con Moisés y Elías. ¿Qué más quisiera uno en la vida sino poder llegar a contemplar el rostro de Dios? El Salmo 27,8 ya oraba así: “Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu Rostro”.

El lenguaje de Pedro es bíblico, porque la palabra “tienda” para él es sagrada, indica la habitación donde Dios –y esto evoca la experiencia de Israel en el desierto- circunscribe su presencia.

Pero la contemplación del rostro de Jesús no puede paralizar nuestro caminar ni mucho menos apartarnos de la visión de una serie de realidades concretas de la vida, realidades duras que tenemos que enfrentar en el nombre y con Espíritu del Señor.

Con todo, Pedro no estaba equivocado. Y el descenso de la nube y la Palabra del Padre no es una corrección a sus palabras sino una complementación. Las tiendas son para viajar, no para instalarse, en eso Pedro acertó. Pero Dios Padre ahora le agrega que el itinerario con la tienda al hombro debe seguir las indicaciones de Jesús. Sólo Jesús puede indicar el camino y por eso hay que escucharlo.

Y el camino que Jesús propone a su discípulo es el de la cruz. Al respecto Pedro tiene que hacer un aprendizaje: la contemplación del rostro del Maestro puede convertirse en una fuga de la realidad si no está acompañada de la escucha de sus palabras sobre el tomar la cruz y seguirlo. Y la tienda que el peregrino lleva sobre el hombro es la cruz, esa es la Palabra decisiva, que última instancia es una Palabra revelatoria que viene de Dios Padre.

Una visión de esperanza

Ojalá también nosotros entremos en el diálogo. Dialogando con Jesús en la oración podemos vivir una experiencia de transfiguración que nos permita entender que nuestro destino no es la cruz –las desgracias de la vida, la muerte- sino la resurrección –la plenitud de vida en Dios-, que las oscuridades que vivimos hoy son etapas de un camino, un camino que será luminoso y salvífico si lo recorremos con Jesús.

Por eso la transfiguración es un llamado a la esperanza, para que no nos encerremos en nuestros problemas o peor para que no construyamos una espiritualidad que huye de los problemas haciendo de la oración un escondite que en realidad no soluciona los problemas. De dentro de la oración debemos salir con una nueva comprensión de nuestros problemas. Saber estar ante Jesús en la transfiguración nos educa para también saber estar delante de la tumba vacía sin emprender la fuga.

Tenemos necesidad de la transfiguración, del estupendo actuar trinitario en las pequeñas y en las grandes eventualidades de nuestra vida, un actuar que pone a la luz el sentido y el destino de lo que vivimos.

Una transfiguración en familia

Es como le pasó a un joven. Tenía trabajo, dinero en el bolsillo, iba con sus amigos los fines de semana a la discoteca. Pero le vino un mal incurable. La noticia fue recibida con mucho dolor por todos los que lo conocían. Sus papás fueron los primeros en pensar que su hijo se sumergiría en el dolor y en la pena. Pero parece que no lo conocían bien. Este muchacho aceptó el desafío, luchó, le encontró sentido a la vida en su nuevo estado. Gracias a un grupo de amigos en su parroquia, aprendió a orar y se hizo transparente para él la voluntad de Dios, tan transparente que se volvió luz para los otros, para sus papás en primer lugar. Gracias a esta transfiguración en la que se asociaba a la pasión y muerte de Jesús, lo conocieron verdad.

En cada oscura cruz está escondida la semilla de la resurrección.





Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

1. ¿Hay alguna situación dolorosa en mi vida a la que no le encuentro sentido? ¿Qué quiere decir la frase: por medio de la cruz se llega a la resurrección? ¿Cómo lograrlo?

2. ¿Para qué invitó Jesús a sus discípulos a la montaña? ¿Para qué me invita a mí?

3. ¿Mi vida refleja el rostro de Jesús?




“Está conmigo,
y yo comenzaré a resplandecer como tú resplandeces;
a resplandecer hasta ser luz para los otros.
La luz, o Jesús, vendrá toda de ti: nada será mérito mío.


Serás tú quien resplandezca, a través de mí, sobre los otros.
Haz que yo te alabe así, de la manera que más te agrada,
resplandeciendo sobre todos aquellos que están a mi alrededor.
Dale a ellos tu luz, y dámela también a mí;
ilumínalos junto conmigo y a través de mí.


Enséñame a difundir tu alabanza, tu verdad, tu voluntad.
Haz que te anuncie no con palabras sino con el ejemplo,
con aquella fuerza atractiva, aquella influencia benéfica
que proviene de lo que lo haga (en tu nombre),
con una visible semejanza a tus santos,
y con la clara plenitud del amor
que mi corazón nutre por ti.
Amén”.
(J.H. Newman)
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Posted: 05 Aug 2010 03:18 PM PDT

LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
Fiesta

Lectura de la profecía de Daniel 7, 9-10. 13-14

Daniel continuó el relato de sus visiones, diciendo:
«Yo estuve mirando
hasta que fueron colocados unos tronos
y un Anciano se sentó.
Su vestidura era blanca como la nieve
y los cabellos de su cabeza como la lana pura;
su trono, llamas de fuego,
con ruedas de fuego ardiente.
Un río de fuego brotaba
y corría delante de Él.
Miles de millares lo servían,
y centenares de miles estaban de pie en su presencia.
El tribunal se sentó
y fueron abiertos unos libros.

Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas,
y vi que venía sobre las nubes del cielo
como un Hijo de hombre;
Él avanzó hacia el Anciano
y lo hicieron acercar hasta Él.
Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino,
y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas.
Su dominio es un dominio eterno que no pasará,
y su reino no será destruido».


Palabra de Dios.



SALMO RESPONSORIAL 96, 1-2. 5-6. 9

R. El Señor reina, altísimo por encima de toda la tierra.

¡El Señor reina! Alégrese la tierra,
regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean,
la Justicia y el Derecho son la base de su trono. R.

Las montañas se derriten como cera
delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia
y todos los pueblos contemplan su gloria. R.

Porque Tú, Señor, eres el Altísimo:
estás por encima de toda la tierra,
mucho más alto que todos los dioses.
¡El Señor reina! ¡Alégrese la tierra! R.




Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 28b-36

Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con Él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él.
Mientras éstos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: «Éste es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo». Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo.
Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.


Palabra del Señor.


LITURGIA DE LAS HORAS
TIEMPO ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA XVIII
Propio de la fiesta.


6 de Agosto


LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR. (FIESTA)


LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Ant. A Cristo, el rey supremo de la gloria, venid, adorémosle.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Himno: JESÚS DE DULCE MEMORIA.

Jesús de dulce memoria,
que das la paz verdadera;
más dulce que toda miel
es tu divina presencia.

Nada se canta más suave,
ni grato se experimenta,
ni alegría mayor hay
que de Cristo un alma llena.

Jesús, tu dulzura excede
-fuente de paz verdadera-
todos los gozos humanos,
cuanto el hombre soñar pueda.

Si nuestras mentes visitas,
la luz de verdad destella,
el mundo aparece vano,
todo, tu amor lo supera.

Danos, benigno, perdón,
de la gracia gran cosecha;
haz que gocemos perennes
de tu esplendor la presencia.

Cantamos tus alabanzas,
Jesús, sentado a la diestra
de tu Padre, cuyo Amor
tu ser divino revela. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Hoy en el monte el Señor Jesucristo brillaba en su rostro como el sol y resplandecía en sus vestidos como la luz.

SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Hoy en el monte el Señor Jesucristo brillaba en su rostro como el sol y resplandecía en sus vestidos como la luz.

Ant. 2. Hoy, al transfigurarse el Señor y al escucharse la voz del Padre, que daba testimonio de él, fueron vistos Moisés y Elías, circundados de gloria y hablando de la muerte que Jesús iba a padecer.

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. Hoy, al transfigurarse el Señor y al escucharse la voz del Padre, que daba testimonio de él, fueron vistos Moisés y Elías, circundados de gloria y hablando de la muerte que Jesús iba a padecer.

Ant. 3. La ley se nos dio por mediación de Moisés y la profecía por mediación de Elías: ambos se han aparecido hoy, circundados de gloria y conversando con el Señor en el monte santo.

Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. La ley se nos dio por mediación de Moisés y la profecía por mediación de Elías: ambos se han aparecido hoy, circundados de gloria y conversando con el Señor en el monte santo.

LECTURA BREVE Ap 21, 10. 23

El ángel me transportó en espíritu a un monte altísimo y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios. La ciudad no necesita ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero.

RESPONSORIO BREVE

V. Lo coronaste, Señor, de gloria y dignidad. Aleluya, aleluya.
R. Lo coronaste, Señor, de gloria y dignidad. Aleluya, aleluya.

V. Lo colocaste por encima de todas tus creaturas.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lo coronaste, Señor, de gloria y dignidad. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. De la nube salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado, en quién tengo mis complacencias, escuchadlo». Aleluya.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. De la nube salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado, en quién tengo mis complacencias, escuchadlo». Aleluya.

PRECES

Acudamos al Padre, que maravillosamente transfiguró a Jesucristo, nuestro Salvador, en el monte santo, y digámosle con fe:

Que tu luz, Señor, nos haga ver la luz.

Padre lleno de amor, tú que transfiguraste a tu Hijo amado en la montaña santa y, por medio de la nube luminosa, te manifestaste a ti mismo,
haz que escuchemos siempre fielmente la voz de tu Hijo amado.

Señor, tú que nos nutres de lo sabroso de tu casa y nos das a beber del torrente de tus delicias,
haz que sepamos contemplar en la gloria de tu Hijo transfigurado nuestra futura condición gloriosa.

Tú que hiciste que del seno de las tinieblas brillara la luz y has hecho brillar nuestros corazones para que contemplaran tu gloria en el rostro de Cristo,
haz que tu Iglesia viva atenta a la contemplación de las maravillas de tu Hijo amado.

Tú que nos has llamado con una vocación santa, por tu gracia manifestada con la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús,
ilumina a todos los hombres con el Evangelio, para que lleguen al conocimiento de la vida incorruptible.

Padre amantísimo, tú que nos has tenido un amor tan grande que has querido nos llamáramos hijos tuyos y que lo fuéramos en verdad,
haz que, cuando Cristo se manifieste en su gloria, nosotros seamos semejantes a él.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Ya que Dios nos ha llamado a ser sus hijos, acudamos a nuestro Padre, diciendo:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Señor Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de Moisés y de Elías, y nos hiciste entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un día sus coherederos en la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



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VÍSPERAS
Oración de la tarde

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: EN LA CUMBRE DEL MONTE.

En la cumbre del monte,
su cuerpo de barro
se vistió de soles.

En la cumbre del monte,
su veste de nieve
se cuajó de flores.

En la cumbre del monte,
excelso misterio:
Cristo, Dios y hombre.

En la cumbre del monte,
a la fe se abrieron
nuestros corazones. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un alto monte, y se transfiguró en su presencia.

Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un alto monte, y se transfiguró en su presencia.

Ant. 2. Una nube brillante los envolvió y de la nube salió una voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado, en quién tengo mis complacencias».

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene

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