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sábado, 7 de agosto de 2010

CAMINO MISIONERO. 7/08/2010

  • XIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 12, 32-48) - Ciclo C: LA DICHA DE UNA ATENCIÓN PLENA
  • ¿Lo has dicho por nosotros o por todos?
  • Comentario al Evangelio del Domingo 08 de Agosto del 2010
  • Evangelio Misionero del Dia: 07 de Agosto de 2010 - SEMANA XVIII DURANTE EL AÑO - Ciclo C
  • Lecturas y Liturgia de las Horas: 07 de Agosto de 2010
Posted: 06 Aug 2010 05:03 PM PDT
Por Enrique Martínez Lozano

La parábola evangélica habla de “velar” y de “estar preparados”: es una llamada a despertar.

Se trata probablemente de una parábola postpascual –o, al menos, elaborada después de la pascua-, ya que hace referencia a la Parusía o “venida del Hijo de hombre”, una creencia generalizada en la primera comunidad.

La “cintura ceñida” es una alusión directa a la comida del cordero pascual, previa a la liberación de la esclavitud, tal como la relata el libro del Éxodo (12,11):
“Lo comeréis así: la cintura ceñida, los pies calzados, bastón en mano y a toda prisa, porque es la Pascua del Señor”.

Las “lámparas encendidas” dan a entender que la gente de la casa está despierta; cuando se acostaban, todo quedaba a oscuras.

Las expresiones “entrada la noche” y “de madrugada” se refieren a distintas horas nocturnas. Sabemos que los romanos dividían la noche –de 6 de la tarde a las 6 de la mañana- en cuatro vigilias, de tres horas cada una.

Entre los judíos y los griegos, la división era tripartita: tres vigilias de cuatro horas cada una. Según la división que se empleara, el texto original puede indicar que los siervos estaban en vela desde las 9 de la noche a las 3 de la madrugada, o bien desde las 10 a las 6. Sea como fuere, la insistencia es clara: velar, estar despiertos.

La parábola contiene una bienaventuranza: “Dichosos quienes están en vela”. Desde nuestra perspectiva, es evidente que la dicha no se debe al premio “añadido” que el siervo va a recibir. Esa lectura sólo cabe en una religión mítica, entendida en clave de méritos y recompensas.

La dicha no es un “premio”, sino sencillamente expresión de que se ha adoptado la actitud adecuada. La dicha se manifiesta cuando no ponemos obstáculos a lo Real. Del mismo modo que “la alegría es la señal inequívoca de que la vida triunfa” (H. Bergson), la dicha expresa que el Ser fluye.

Para el yo, la dicha es un “objeto” que se imagina en el futuro. Por eso, tiende a hacer de su vida una carrera desbocada en pos de un futuro siempre inalcanzable. Por otro lado, la “dicha” del yo siempre es inestable, porque no puede existir sin su par opuesto: la desdicha.

Venimos a descubrir, entonces, un efecto paradójico: el yo, que busca la dicha desesperadamente, es el único obstáculo para que ella se manifieste. Por eso, en la medida en que nos desidentificamos del yo, el Gozo es. Eran sólo nuestras “etiquetas” e interpretaciones mentales las que lo velaban. Si permaneces en el presente, en la quietud que no juzga, emergerá la Dicha.

Ser es sinónimo de Dicha…, a condición de que no queramos ser “algo”. Porque quien estaría buscando ese “algo”, sería únicamente el yo. El presente –la Presencia- es siempre Dicha, pero la identificación con el yo fractura el presente, nos saca de la Presencia y nos enreda en el laberinto interminable de una mente vagabunda, fuente de inevitable sufrimiento. Pero empecemos desde el principio…


Todo arranca de la confianza: “No temas”, empieza diciendo Jesús. Desprendimiento, vigilancia, servicio… nacen de la certeza del Don; son consecuencia de percibirse y de percibir todo como expresión de la Gracia.

El comportamiento ajustado, armonioso y socialmente eficaz no nace del esfuerzo voluntarista ni del perfeccionismo, sino de la comprensión de lo que somos.

Si, en la práctica, estamos identificados con el yo, no podremos dejar de vivir para él, porque será desde él desde donde veremos la realidad y a nosotros mismos.

Aun sin ser conscientes de ello, la identificación con el yo se plasma en tres creencias:
· creencia de que mi identidad es el yo (la idea mental que tengo de mí);

· creencia de que somos un yo concreto y sólido;

· creencia de que este yo precisa de algo para completarse.

Al ser vacío e inconsistente, el yo es siempre carente y necesitado, por lo que decir “yo” equivale a decir “yo necesito”. Desde esa necesidad, que no es sino la sensación de que uno mismo es incompleto –como el yo con el que previamente se ha identificado-, surge un doble e inevitable movimiento: de atracción hacia todo aquello que sospecha que puede completarlo, y de aversión hacia lo que, sintiéndose vulnerable, experimenta como una potencial amenaza. La identificación con el yo nos impide salir de esa dinámica.

En resumen, lo que se halla en el origen del apego y de la aversión no es sino la ignorancia básica sobre quiénes somos. Y sólo podremos liberarnos de ello cuando acabemos con la idea obsesiva de creernos un “yo” separado, incompleto o inacabado. De otro modo, seguiremos generando sufrimiento a nosotros mismos y a los demás.

¿Cómo salir de esa idea o creencia? Párate. Observa todo lo que se mueve en tu campo de conciencia, toma distancia de todo ello. Cae en la cuenta de que todo aquello que puedes observar está en ti, pero no eres tú. ¿Qué queda? Atención desnuda, Espacio vacío, la pura Conciencia de ser, un “Yo soy” autoevidente que no puede ser objetivado, la Presencia ilimitada que no carece de nada.

Permanecer en la Presencia modifica nuestro modo de ver y de actuar…, porque se ha modificado previamente la percepción de nuestra verdadera identidad. Salimos de la ignorancia que nos mantenía atrapados en la celda del yo (de la mente) y crecemos en consciencia: eso es despertar.

Quien está “despierto”; quien se ancla, no en la mente, sino en la conciencia; quien vive en la Presencia… es dichoso.

Estamos despiertos en la medida en que mantenemos una “atención plena” a lo que acontece en nuestro interior y a nuestro alrededor, sin identificarnos con ello.

Como ha escrito Jon Kabat Zinn –un psiquiatra pionero en la aplicación de la “atención plena” para la prevención del estrés-,
“la atención plena puede ser considerada como una conciencia continua que no enjuicia, que se cultiva prestando, en el momento presente, una atención no reactiva y lo más abierta posible”
(J. KABAT-ZINN, La práctica de la atención plena,
Kairós, Barcelona 2007, 610 pags.).

Un aliado de primer orden para crecer en la “atención plena” es la respiración consciente. La atención a la respiración es, probablemente, la herramienta más eficaz para crecer en consciencia y venir al presente. Y es, al venir al presente, donde apercibimos que nuestra identidad no es el pequeño y necesitado yo que nuestra mente pensaba, sino esa Presencia ilimitada que, en sí misma, es Gozo.

www.enriquemartinezlozano.com
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Posted: 06 Aug 2010 04:06 PM PDT

XIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 12, 32-48) - Ciclo C
Por Clemente Sobrado C. P.

Siempre es más fácil escuchar las campanas que suenan por otros que las que suenan por nosotros. A veces, en la vida ordinaria, se dan detalles en los que no nos detenemos pero que soy bien curiosos. ¿Nunca te ha sucedido? Alguien te está llamando y tú no oyes nada, hasta que alguien te dice: “¡oye, te están llamando!” Reacción: “¿A mí?” Como si cuando llamamos a alguien siempre llamamos a los otros. Nos resulta difícil darnos por aludidos.

La actitud de Pedro, en este texto de Lucas pudiera pasar desapercibida, y sin embargo me resulta sumamente curiosa y hasta cuestionadora: “Señor, ¿todo esto lo has dicho por nosotros o por todos?” ¿Lo has dicho por nosotros o por los demás? Siempre es más fácil escuchar las cosas que afectan a los demás que aquellas que nos afectan a nosotros personalmente.

Es más fácil escuchar la Palabra de Dios para los demás que no escucharla como dicha para nosotros mismos:
¡Qué bien le viene esto a mi marido!
¡Qué bien le viene esto a mi esposa!
¡Qué bien le viene esto a fulanito!
Diera la impresión de que la Palabra de Dios siempre le viene a medida al resto, menos a nosotros mismos.

Recuerdo haberlo escuchado siendo estudiante. Había en Bilbao un sacerdote muy célebre, porque era de los que no tenía pelos en la lengua. Y decía las verdades a pedradas. Un día parece que habla sobre los ricos y debió de ponerlos bien en su sitio.
Y había una Señora ya mayor, que según decían ni sabía lo que tenía de lo rica que era. Y se encontró con un sacerdote de nuestra comunidad y muy suelta de lengua le dice: “Padre…. ¿ya escuchó el otro día a Don Claudio? ¡Qué cosas dijo contra los ricos, Padre, y qué bien dichas! Los ricos para ella eran los otros, no para ella que se pudría en dinero.
Es posible que no en la misma medida pero que a muchos de nosotros nos suceda lo mismo. Escuchamos por otros y para otros. Y a nosotros ni nos salpica.

¿Que hay violencia en el mundo? Ah, pero de eso tienen la culpa los otros.
¿Qué hay hambre en el mundo y muchos se mueren porque no tienen qué comer? Ah, pero de eso tienen la culpa los otros. A mí que me registren.
¿Qué hay muchos ancianos abandonados? ¡Vaya hijos los de hoy!
¿Qué hay enfermos a quien nadie visita? ¡Es que la gente hoy solo piensa en ella misma! Claro, yo no soy gente.
¿Qué la gente hoy no colabora? Es que hay demasiado egoísmo. Pero yo no muevo en dedo.
¿Que la Iglesia anda mal? La culpa la tienen los curas.
¿Que muchos abandonan la Iglesia? Eso es culpa de los de arriba.

Todos los demás son los culpables. Nosotros los inocentes.
Lo difícil es escuchar la Palabra de Dios como dicha para mí.
Lo difícil es sentir el dolor de los demás como compromiso para mí.
Lo difícil es ver esas fotos de niños con hambre como enviadas para mí.

Señor, cuándo proclamamos tu Palabra ¿es para mí o es para los demás?
Señor, cuándo vemos los pecados de tu Iglesia, ¿soy yo culpable o los demás?

Dios habla a todos. Pero me está hablando a mí.
Dios habla a todos. Pero se dirige personalmente a mí.
¡Qué fácil me resulta como sacerdote interpretar la Palabra de Dios para los fieles que me escuchan!
¿Pero la interpreto primero como dicha para mí?
Jesús dijo un día que si no creían a sus palabras, creyesen al menos a sus obras.
La mejor predicación de la palabra será cuando los demás la puedan leer en mi vida.
El mejor anuncio de la solidaridad será cuando me vean solidario a mí.
El mejor anuncio de la comprensión será cuando me vean a mí comprensivo con todos.
Mi mejor homilía será aquella que los fieles puedan reconocer en mi vida.

Clemente Sobrado C. P.


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Posted: 06 Aug 2010 03:54 PM PDT

Por Fernando Torres Pérez cmf
Publicado por Ciudad Redonda

Dejarnos sorprender por Dios

La gran sorpresa que se llevó el pueblo elegido fue descubrir que precisamente no eran el pueblo elegido sino que la salvación era para todos los pueblos. En el fondo lo que hizo Jesús fue ampliar la perspectiva de la salvación a todos los hombres y mujeres porque su mensaje, muy en síntesis, es que Dios es el Padre de todos y no de unos pocos elegidos o de una raza concreta o de los que hablan una lengua o viven en un país o practican una determinada liturgia. Dios es Padre de todos. Sin excepciones.
Parece que la afirmación de la universalidad de la salvación no es fácil de asimilar. El pueblo de Israel tuvo muchas dificultades. Los primeros cristianos, todos provenientes del mundo judío, necesitaron tiempo para asimilar que ni ser judío ni hacerse judío era condición indispensable para ser discípulo de Jesús. Más adelante, seguimos poniendo fronteras –parece que eso es algo que nos encanta a la humanidad– y decidimos que la salvación venía para los que se bautizaban, para los que iban a misa los domingos, para los que llevaban un determinado hábito o rezaban determinadas oraciones. No eran fronteras de raza pero ya marcaban la diferencia. ¡Podíamos seguir diciendo que éramos el pueblo elegido! Y rezar con gozo el estribillo del salmo responsorial: “Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.”


Ya conocemos a Dios

Todo es porque tenemos ya nuestras ideas sobre lo que es Dios, sobre cómo debe actuar él y sobre cómo debemos actuar nosotros. Él nos debe liberar pero de la forma y manera como nosotros queremos. Se nos olvida que Dios es Dios, que de Él sólo conocemos lo que se nos ha revelado en Jesús. Y que Dios es absolutamente sorprendente, que rompe nuestros esquemas y nuestras ideas preconcebidas. Que no se deja llevar por nuestros caminos sino que tiene sus propios caminos.
La fe es la capacidad de estar abiertos a la sorpresa de Dios. Abrahán descubrió una nueva tierra pero dejó la suya sin saber dónde iba. Por la fe creyó en una promesa que ni siquiera vio cumplida y que posiblemente no entendió del todo. Por la fe, fue capaz de ofrecer en sacrificio a su propio hijo, que era parte de la promesa, confiando en que la fuerza de Dios haría brotar la vida en dónde él no veía más futuro que la muerte.
El tesoro de que nos habla Jesús en el Evangelio de este domingo no es el que nosotros nos imaginamos. No consiste en oro ni piedras preciosas. Pero tampoco sabemos con certeza que consista en una vida de mortificación y ascetismo. Esa es la sorpresa de Dios, la que nos tiene preparada. Ahí ponemos nuestra confianza y creemos que lo que Dios nos tiene preparado –sea lo que sea– es bueno. No sólo eso. Es lo mejor que puede haber para nosotros. Se escapa a nuestra imaginación y a nuestras ideas porque Dios escapa a nuestra imaginación y a nuestras ideas.


Esperando en fraternidad

Vale la pena vivir en la fe. Vigilantes ante el Dios que nos llega. Decía un profesor mío de teología que Dios no está en nuestra pasado sino que nos espera en el futuro, a la vuelta de la esquina de la calle de la vida por la que estamos caminando ahora mismo. Los criados o el administrador de que hablan las parábolas de Jesús tienen en su mano el dejarse llevar por sus ideas preconcebidas o esperar vigilantes la llegada de su amo y confiar que lo que el amo les traiga será lo mejor para ellos.
Los hay que prefieren emborracharse de poder y de tantas otras cosas. Ponen en ellas su corazón. Y se equivocan. Los hay que prefieren aguardar vigilantes en compañía de los hermanos y hermanas, con las manos abiertas a todos los hombres y mujeres, esperando la venida del Señor, compartiendo las pobrezas, las limitaciones, hasta el pecado pero confiando en que lo que Dios nos trae es la salvación.
Y en la espera se conoce a otras personas, se establecen lazos de familia, reconocemos el rostro del hermano en el otro, rompemos fronteras, vivimos en esperanza y conocemos el gozo de la fraternidad. Quizá hasta descubrir que esa misma espera y esa misma vigilancia es ya la presencia del Dios que nos salva del egoísmo individualista que nos impide vivir la vida como hijos e hijas de Dios.
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Posted: 06 Aug 2010 03:25 PM PDT

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 17, 14-20

Un hombre se acercó a Jesús y, cayendo de rodillas, le dijo: «Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua. Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron sanar».
Jesús respondió: «¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí». Jesús increpó al demonio, y éste salió del niño, que desde aquel momento, quedó sano.
Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?»
«Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: "Trasládate de aquí a allá", y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes».

Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL

El poder de la fe
“¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?”

Las historias de fe que nos han acompañado a lo largo de esa semana en la “Lectio Divina” pueden ser releídas en este sábado desde este punto de vista: ¿tenemos la fe suficiente para obrar transformaciones profundas en nuestra vida y en la de los otros?

Llama la atención cómo el atribulado papá de un muchacho, cuya enfermedad parece ser la locura y la epilepsia, se lamenta ante Jesús porque los discípulos fueron incapaces de realizar la curación: “Se lo he presentado a tus discípulos, pero ellos no han podido curarle” (17,16). La frase “no han podido” suena trágica tratándose de discípulos a los cuales Jesús capacitó convenientemente: “les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia” (Mateo 10,1). El fracaso de los discípulos tiene que ver con lo que es la razón de ser de su misión, no es un problema secundario.

Este pasaje ilumina situaciones similares en la vida de la Iglesia. Cuando una misión fracasa (las pequeñas comunidades se acaban), cuando enfrentando un desafío pastoral al final descubrimos que no podemos hacer nada o quizás sólo muy poco, cuando una persona que empieza un camino de conversión al principio lo hace entusiasmado pero poco a poco se da cuenta que sus pecados le ganan la batalla, frente a toda sensación de cansancio y de desilusión es que se pronuncia este evangelio: “¿Por qué nosotros no pudimos?” (Mateo 17,19).

En el momento de la realización del milagro, “Jesús le increpó y el demonio salió de él; y quedó sano el niño desde aquel momento” (17,18), queda claro que en Jesús está todo poder. Con esto no remanda a todas las acciones de poder ya realizadas a lo largo de este evangelio. Pero se deja ver también un aspecto que introduce la respuesta final por parte de Jesús: los discípulos no están en completa sintonía con Jesús. El contexto de este pasaje es el anuncio de la Cruz, mensaje que los discípulos aún no han aceptado (ver 17,23).

La respuesta de Jesús al pedido de explicación de sus discípulos va al grano: “Por vuestra poca fe” (17,20a). Jesús no encuentra la fe que pide ni en sus discípulos ni en la gente (“Generación incrédula”, 17,17). ¿Fe en qué? Ya Pedro, en nombre de todos, confesó la fe en Jesús (16,16), sin embargo él mismo, quien ya había sido llamado antes “hombre de poca fe” (14,31), se opuso al anuncio de la pasión (16,22). El problema no es saber decir quién es Jesús sino identificarse con lo que Él es y con su camino; es aquí donde la fe comienza a debilitarse. Y sólo en comunión con Jesús se puede llevar a cabo la misión, de otra manera es inútil es esfuerzo.

Jesús pide por lo menos el “mínimo”, por eso cita el proverbio que se refiere a lo más pequeño: “como un grano de mostaza” (17,20b). La fe que Jesús encuentra “poca” en los discípulos, a lo mejor sea prácticamente nula. La más mínima fe ya es una gran fe y logra lo que parece imposible: traer la salvación, hacer milagros, llevar a los otros también a un camino de fe.

Jesús, quien expulsó el demonio con el poder de su Palabra, también habla de lo que hace una palabra dicha con fe –es decir, en comunión con Él en cuanto Señor muerto y resucitado-: cambiar de lugar a una montaña (17,20c). El poder de la fe no es más que el ejercicio del poder de la Palabra que ha sido aceptada en la propia vida: la Palabra de la Cruz y de la Resurrección, fuerza poderosa que transforma al mundo.

Un apóstol es aquel que haciendo el camino de la Cruz junto con su Maestro, vive a fondo el poder de la vida que brota de la Cruz Resucitada y es capaz de hacer presente ese poder el mundo para obrar grandes transformaciones allí donde el mal parece reinar.






Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

1. ¿Qué pretende suscitar en nosotros el evangelio de hoy?

2. ¿Hay alguna situación difícil –personal, familiar o social- que “me ha quedado grande”, que no consigo superar a pesar de todas las oraciones que he hecho? ¿Qué tengo que hacer?

3. ¿Qué relación tiene la fe de los discípulos con el anuncio de la Pasión y Muerte de Jesús? ¿Qué se entiende entonces por fe en este pasaje?


Oh, María, aurora del mundo nuevo, Madre de los vivientes,
a ti confiamos, la causa de la vida.

Mira, Madre, el número inmenso de niños a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres victimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.

Haz que quienes creen en tu Hijo sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida.

Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios creador y amante de la vida.
Amén. (Juan Pablo II)
P. Fidel Oñoro, cjm
Centro Bíblico del CELAM
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Posted: 06 Aug 2010 03:11 PM PDT

SEMANA XVIII DURANTE EL AÑO
Lectura de la profecía de Habacuc 1, 12–2, 4

¿No eres Tú, Señor, desde los tiempos antiguos,
mi Dios, mi Santo, que no muere jamás?
Tú, Señor, pusiste a ese pueblo para hacer justicia,
Tú, mi Roca, lo estableciste para castigar.
Tus ojos son demasiado puros para mirar el mal
y no puedes contemplar la opresión.
¿Por qué, entonces, contemplas a los traidores
y callas cuando el impío devora a uno más justo que él?
¡Tú tratas a los hombres como a los peces del mar,
como a reptiles, que no tienen jefe!
¡Él los pesca a todos con el anzuelo,
los barre y los recoge con sus redes!
Por eso se alegra y se regocija,
y ofrece sacrificios e incienso a sus redes,
porque gracias a ellas su porción es abundante
y sus manjares, suculentos.
¿Vaciará sus redes sin cesar,
masacrando a los pueblos sin compasión?

Me pondré en mi puesto de guardia
y me apostaré sobre el muro;
vigilaré para ver qué me dice el Señor,
y qué responde a mi reproche.
El Señor me respondió y dijo:
Escribe la visión, grábala sobre unas tablas
para que se la pueda leer de corrido.
Porque la visión aguarda el momento fijado,
ansía llegar a término y no fallará;
si parece que se demora, espérala,
porque vendrá seguramente, y no tardará.
El que no tiene el alma recta, sucumbirá,
pero el justo vivirá por su fidelidad.


Palabra de Dios.



SALMO RESPONSORIAL 9, 8-13

R. ¡No abandones a los que te buscan, Señor!

El Señor reina eternamente
y establece su trono para el juicio:
Él gobierna al mundo con justicia
y juzga con rectitud a las naciones. R.

El Señor es un baluarte para el oprimido,
un baluarte en los momentos de peligro.
¡Confíen en ti los que veneran tu Nombre,
porque Tú no abandonas a los que te buscan! R.

Canten al Señor, que reina en Sión,
proclamen entre los pueblos sus proezas.
Porque Él pide cuenta de la sangre,
se acuerda de los pobres y no olvida su clamor. R.




Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 17, 14-20

Un hombre se acercó a Jesús y, cayendo de rodillas, le dijo: «Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua. Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron sanar».
Jesús respondió: «¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí». Jesús increpó al demonio, y éste salió del niño, que desde aquel momento, quedó sano.
Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?»
«Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: "Trasládate de aquí a allá", y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes».


Palabra del Señor


LITURGIA DE LAS HORAS
TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA SEMANA XVIII
De la feria. Salterio II. I Vísperas del Domingo XIX


7 de agosto


LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Ant. Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Himno: SEÑOR YO SÉ QUE EN LA MAÑANA PURA.

Señor, yo sé que, en la mañana pura
de este mundo, tu diestra generosa
hizo la luz antes que toda cosa,
porque todo tuviera su figura.

Yo sé que te refleja la segura
línea inmortal del lirio y de la rosa
mejor que la embriagada y temerosa
música de los vientos de la altura.

Por eso te celebro yo en el frío
pensar exacto a la verdad sujeto,
y en la ribera sin temblor del río;

por eso yo te adoro, mudo y quieto,
y por eso, Señor, el dolor mío
para llegar hasta ti se hizo soneto. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.

Salmo 91 - ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES.

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera
y se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.

Ant. 2. Dad gloria a nuestro Dios.

Cántico: BENEFICIOS DE DIOS PARA CON SU PUEBLO Dt 32, 1-12

Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como sereno sobre el césped;
voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.

Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.

Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿no es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?

Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre y te lo contará,
a tus ancianos y te lo dirán:

Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad,
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue la parte de su heredad.

Lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.

Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.

El Señor solo los condujo
no hubo dioses extraños con él.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Dad gloria a nuestro Dios.

Ant. 3. ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!

Salmo 8 - MAJESTAD DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.

Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.

Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!

LECTURA BREVE Rm 12, 14-16a

Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir entre vosotros, sin apetecer grandezas; atraídos más bien por lo humilde.

RESPONSORIO BREVE

V. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.
R. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.

V. Mi lengua recitará tu auxilio.
R. Cuando salmodie para ti.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Guía nuestros pasos, Dios de Israel, por el camino de la paz.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Guía nuestros pasos, Dios de Israel, por el camino de la paz.

PRECES

Celebremos la sabiduría y la bondad de Cristo, que ha querido ser amado y servido en los hermanos, especialmente en los que sufren, y supliquémosle insistentemente diciendo:

Señor, acrecienta nuestro amor.

Al recordar esta mañana tu santa resurrección,
te pedimos, Señor, que extiendas los beneficios de tu redención a todos los hombres.

Que todo el día de hoy sepamos dar buen testimonio del nombre cristiano
y ofrezcamos nuestra jornada como un culto espiritual agradable al Padre.

Enséñanos, Señor, a descubrir tu imagen en todos los hombres
y a saberte servir a ti en cada uno de ellos.

Cristo, Señor nuestro, vid verdadera de la que nosotros somos sarmientos,
haz que permanezcamos en ti y demos fruto abundante para que con ello sea glorificado nuestro Padre que está en el cielo.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Con la confianza que nos da nuestra fe, acudamos ahora al Padre, diciendo como Cristo nos enseñó:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Que nuestra voz, Señor, nuestro espíritu y toda nuestra vida sean una continua alabanza en tu honor, y ya que toda nuestra existencia es un don gratuito de tu liberalidad, haz que también cada una de nuestras acciones te esté plenamente dedicada. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



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I VÍSPERAS
Oración de la tarde

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: LUZ MENSAJERA DE GOZO.

Luz mensajera de gozo,
hermosura de la tarde,
llama de la santa gloria,
Jesús, luz de los mortales.

Te saludamos, Señor,
oh luz del mundo que traes
en tu rostro sin pecado
pura la divina imagen.

Cuando el día se oscurece,
buscando la luz amable
nuestras miradas te siguen
a ti, lumbre inapagable.

Salve, Cristo venturoso,
Hijo y Verbo en nuestra carne,
brilla en tu frente el Espíritu,
das el corazón del Padre.

Es justo juntar las voces
en el descanso del viaje,
y el himno del universo
a ti, Dios nuestro, cantarte.

Oh Cristo que glorificas
con tu vida nuestra sangre,
acepta la sinfonía
de nuestras voces filiales. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

Salmo 112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

Ant. 2. Alzaré la copa de la salvación, invocando tu nombre, Señor.

Salmo 115 - ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Alzaré la copa de la salvación, invocando tu nombre, Señor.

Ant. 3. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo, por los siglos de los siglos.

Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo, por los siglos de los siglos.

LECTURA BREVE Hb 13, 20-21

El Dios de la paz, que sacó de entre los muertos, por la sangre de la alianza eterna, al gran Pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús, os haga perfectos en todo bien, para hacer su voluntad, cumpliendo en vosotros lo que es grato en su presencia por Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

RESPONSORIO BREVE

V. Cuántas son tus obras, Señor.
R. Cuántas son tus obras, Señor.

V. Y todas las hiciste con sabiduría.
R. Tus obras, Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cuántas son tus obras, Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Estad alerta como los siervos que están esperando a su amo.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Estad alerta como los siervos que están esperando a su amo.

PRECES

Recordando la bondad de Cristo, que se compadeció del pueblo hambriento y obró en favor suyo los prodigios de su amor, digámosle con fe:

Escúchanos, Señor.

Reconocemos, Señor, que todos los beneficios que hoy hemos recibido proceden de tu bondad;
haz que no sean estériles, sino que den fruto, encontrando un corazón noble de nuestra parte.

Dios nuestro, luz y salvación de todos los pueblos, protege a los que dan testimonio de ti en el mundo,
y enciende en ellos el fuego de tu Espíritu.

Haz, Señor, que todos los hombres respeten la dignidad de sus hermanos,
y que todos juntos edifiquemos un mundo cada vez más humano.

A ti, que eres el médico de las almas y de los cuerpos,
te pedimos que alivies a los enfermos y des la paz a los agonizantes, visitándolos con tu bondad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Dígnate agregar a los difuntos al número de tus escogidos,
cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.

Porque Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, a quien confiadamente invocamos con el nombre de Padre, intensifica en nosotros el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que merezcamos entrar en posesión de la herencia que nos tienes prometida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



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COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Salmo 4 - ACCIÓN DE GRACIAS.

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

Temblad y no pequéis, reflexionad
en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Ant. 2. Durante la noche, bendecid al Señor.

Salmo 133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO

Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:

Levantad las manos hacia el santuario,
y bendecid al Señor.

El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Durante la noche, bendecid al Señor.

LECTURA BREVE Dt 6,4-7

Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.

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