2 de Septiembre 2010, JUEVES DE LA XXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. (Ciclo C) 2ª semana del Salterio. AÑO SANTO COMPOSTELANO. MES DEDICADO A LA SAGRADA BIBLIA. SAN GREGORIO MAGNO, pp y doctor. Memoria obligatoria. SS. Antonino mr, Zenón mr, Teódota mf. Beata Ingrid vd rl.
LITURGIA DE LA PALABRA
1Co 3,18-23: La sabiduría de este mundo es necedad ante Dios
Salmo responsorial 23: Del Señor es la tierra y cuanto la llena.
Lc 5,1-11: Lo siguieron dejándolo todo
La obra misionera de Jesús no se reduce a un pueblo o un minúsculo momento de la historia de la humanidad. El reino de Dios es una propuesta integral y total. Porque afecta todas las dimensiones del ser humano, y porque no se agota en momentos específicos y lugares determinados, sino que resulta “válida” para todos los que quieran construir una cultura según los valores evangélicos. Para continuar este proyecto, Jesús necesita de un grupo de personas que se dejen sorprender por esta noticia maravillosa que va transformando la realidad. Por eso llama a un grupo de discípulos (y discípulas) para que vengan a “echarle una mano” dejando su quehacer cotidiano y asuman una nueva aventura que desestabiliza y, a la vez, entusiasma. Estas personas toman el riesgo de seguirle. Seguramente tenían miedo e incertidumbre. Pero se ponen en camino tras las huellas de Jesús. Disponen sus habilidades para el arte de la pesca al servicio del anuncio del reino. Hoy necesitamos mujeres y hombres dispuestos a correr este riesgo y apostarle todo al proyecto del reinado de Dios, a pesar de nuestras limitaciones, falencias y temores. Por el camino iremos despejando dudas y aprendiendo a enfrentar dificultades. Lo importante es comenzar la caminada. ¿Te arriesgas?
PRIMERA LECTURA.
1Corintios 3, 18-23
Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios
Hermanos: Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: "Él caza a los sabios en su astucia." Y también: "El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos."
Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
Palabra de Dios
Salmo responsorial: 23
R/.Del Señor es la tierra y cuanto la llena.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.
Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.
SANTO EVANGELIO
Lucas 5, 1-11
Dejándolo todo, lo siguieron
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Rema mar adentro y echad las redes para pescar". Simón contestó: "Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes". Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador". Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: "No temas: desde ahora serás pescador de hombres". Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor
LITURGIA DE LA PALABRA
1Co 3,18-23: La sabiduría de este mundo es necedad ante Dios
Salmo responsorial 23: Del Señor es la tierra y cuanto la llena.
Lc 5,1-11: Lo siguieron dejándolo todo
La obra misionera de Jesús no se reduce a un pueblo o un minúsculo momento de la historia de la humanidad. El reino de Dios es una propuesta integral y total. Porque afecta todas las dimensiones del ser humano, y porque no se agota en momentos específicos y lugares determinados, sino que resulta “válida” para todos los que quieran construir una cultura según los valores evangélicos. Para continuar este proyecto, Jesús necesita de un grupo de personas que se dejen sorprender por esta noticia maravillosa que va transformando la realidad. Por eso llama a un grupo de discípulos (y discípulas) para que vengan a “echarle una mano” dejando su quehacer cotidiano y asuman una nueva aventura que desestabiliza y, a la vez, entusiasma. Estas personas toman el riesgo de seguirle. Seguramente tenían miedo e incertidumbre. Pero se ponen en camino tras las huellas de Jesús. Disponen sus habilidades para el arte de la pesca al servicio del anuncio del reino. Hoy necesitamos mujeres y hombres dispuestos a correr este riesgo y apostarle todo al proyecto del reinado de Dios, a pesar de nuestras limitaciones, falencias y temores. Por el camino iremos despejando dudas y aprendiendo a enfrentar dificultades. Lo importante es comenzar la caminada. ¿Te arriesgas?
PRIMERA LECTURA.
1Corintios 3, 18-23
Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios
Hermanos: Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: "Él caza a los sabios en su astucia." Y también: "El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos."
Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
Palabra de Dios
Salmo responsorial: 23
R/.Del Señor es la tierra y cuanto la llena.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.
Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.
SANTO EVANGELIO
Lucas 5, 1-11
Dejándolo todo, lo siguieron
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Rema mar adentro y echad las redes para pescar". Simón contestó: "Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes". Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador". Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: "No temas: desde ahora serás pescador de hombres". Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor
Comentario de la Primera lectura: 1 Corintios 3,18-23. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios
Pablo retorna la reflexión sobre el binomio “sabiduría”/ “necedad” y la completa con dos referencias veterotestamentarias: su atención se había concentrado en la necedad de la predicación (1,18.21) y en la necedad de la cruz (1,23), así como en la necedad de la fe (2,5). Ahora se dilata el discurso y se aplica a la vida cristiana como tal. En efecto, el «vivir en Cristo», en su conjunto, incluye el compromiso de asumir la novedad de vida que Cristo ha predicado y que anuncia su cruz, aun cuando esta opción parezca paradójica y escandalosa al mundo en que vivimos.
En un segundo momento, Pablo perfecciona el discurso sobre la escala de valores y lo hace con una expresión enormemente rica y elocuente:
— «Todo es vuestro» (v. 22b): hemos de señalar que aquí no se hace referencia a Pablo, Apolo o Cefas, sino a todo creyente y a la comunidad de los mismos. El pensamiento de Pablo es claro e inequívoco: los primeros y últimos destinatarios del mensaje salvífico no son los ministros, sino todos los que acogen el mensaje de la predicación.
-- «Pero vosotros sois de Cristo» (v. 23a): todos, vosotros y nosotros, pertenecemos, dice el apóstol, a Cristo mediante la fe. Esta conciencia la tuvieron ya los primeros cristianos cuando, en Antioquía de Siria, recibieron el nombre de cristianos (cf. Hch 11,26), y es algo que pertenece al depósito de la fe cristiana. Ser de Cristo significa tener una relación especial con él, en virtud de la llamada recibida, de la Palabra escuchada, del don de la gracia acogida.
— «Y Cristo es de Dios» (v. 23b): aquí encontrarnos reafirmado de nuevo el primario de Dios Padre, origen y fin de todo y de todos. De este modo dibuja el apóstol ante nosotros un itinerario teológico persuasivo y cautivador
Comentario del Salmo 23. Del Señor es la tierra y cuanto la llena.
Al igual que los salmos 15 y 134, este es un salmo litúrgico. Se llaman así porque recuerdan un rito muy antiguo. Los versículos 3-6 están prácticamente calcados del salmo 15, en el que tenemos la liturgia de la puerta. Aquí además de esta, tenemos otro fragmento de liturgia (7-10), algo parecido a una procesión con el Arca de la Alianza.
Todo parece indicar que el salmo 24 ha sido objeto de diversas adaptaciones a lo largo de su existencia. Tal como se encuentra hoy, podemos distinguir en él tres partes: 1b-2; 3-6 7-10. En la primera (1b-2) tenemos un himno de alabanza. En él se reconoce que el mundo pertenece a quien lo ha creado, es decir, al Señor. La segunda (3-6) está compuesta por una pregunta (3) y su respuesta (4-6). Esta parte es muy parecida al salmo 15, que trata de las condiciones que se exigen para participar de los festejos en el atrio del templo de Jerusalén (las principales fiestas duraban una semana). Es la liturgia de la puerta. La tercera parte (7-10) contiene una exhortación que se repite (7.9), dirigida a los portones (del templo o de la ciudad de Jerusalén), para que se abran y permitan la entrada del la gloria; contiene una pregunta repetida (8ª.10ª) y la respuesta que se repite con ligeras variaciones (8b. 10b).
Para entender mejor la primera parte (hay que tener presente cómo se concebía el mundo en la época en que nació este salmo. Se creía que la tierra era una superficie plana, sostenida por columnas invisibles. Estas columnas hundían sus cimientos en la profundidad de los océanos (cf. Sal 46,3-4). El Señor había sido el autor de tal proeza arquitectónica. Por eso le pertenece la tierra y lo que contiene, el orbe y sus habitantes.
En la forma en que este salmo se encuentra en nuestros días, las partes primera y segunda parecen constituir himnos que el pueblo cantaría durante una procesión solemne.
El salmo 23 recuerda una procesión con el Arca de la Alianza, a semejanza de lo que se narra en 2Sam 6, 1-9. No se sabe con precisión si los portones que se mencionan en los versículos 7a y 9a son los de la ciudad o los del templo. Lo cierto es que la procesión se desarrollaba en medio de la fiesta y la alegría, y en ella el pueblo cantaría las dos primeras partes de este salmo.
La primera parte tiene un aspecto polémico en relación con la idolatría. El orbe, sus habitantes y todas las cosas que hay en la tierra son criaturas de Dios, a diferencia de lo que afirman los adoradores de ídolos. El Señor se presenta como arquitecto que ha fundado la tierra sobre los mares y la ha afianzado sobre los ríos.
En la segunda parte, la procesión ha llegado ya a las puertas. Se desarrolla, entonces, la liturgia de la puerta (cf Sal 15). El pueblo pregunta por las condiciones para poder entrar (en la ciudad o en el templo) y participar así en los festejos. La respuesta entra una vez más en polémica con los ídolos. Y presenta como condiciones la justicia (manos inocentes), la integridad (pureza de corazón), el rechazo de los ídolos y la rectitud en las relaciones con la gente, sobre todo en los tribunales (Dt 5,20). Esta liturgia de la puerta entra en polémica con los ritos vacíos y contra una religión de mera apariencia. La segunda parte concluye con una afirmación solemne: buscar el rostro de Dios significa cumplir con todos estos requisitos.
La tercera parte presenta un diálogo, repetido, entre el pueblo y los guardianes de las puertas. El pueblo pide que se alcen los portones para que pueda entrar el Rey de la gloria. Los que las guardan preguntan quién es ese Rey de la gloria, y el pueblo responde que es el Señor. Tras este diálogo, ciertamente se abrían las puertas y el Arca entraba en el lugar más sagrado y reserva do del templo de Jerusalén.
Cada una de las partes de este salmo presenta un rasgo característico de Dios. En la primera se refuerza la idea de que Dios es el creador de la tierra y Señor del mundo. En la segunda se presenta a Dios como el aliado de Israel: para responder al compromiso de la Alianza, el pueblo de Dios tiene que establecer unas relaciones de justicia, de integridad y rectitud. No poner en práctica estas condiciones es tanto como confiar en los ídolos y apartarse del Señor. En la tercera, el Señor es presentado como Rey de los Ejércitos, como un héroe valeroso, un héroe de la guerra. En todas ellas, se trata siempre del Dios que camina con el pueblo y habita en medio de él.
En determinadas ocasiones, el Arca de la Alianza era considerada como una especie de general que lideraba el ejército de Israel en sus luchas por la independencia y la libertad. Más tarde, durante la época del exilio en Babilonia, los ejércitos de Israel pasaron a ser las estrellas y los astros. Esto suponía una crítica a la idolatría de los babilonios, que adoraban los astros del cielo.
En cualquier caso, la expresión «Rey de la gloria» implica siempre una crítica del poder absoluto. Este salmo proclama que sólo el Señor es Rey. Y el Arca de la Alianza mantiene viva su presencia como compañero y aliado del pueblo.
Jesús denunció la liturgia y los ritos vacíos de su tiempo (puede verse lo que se dijo a propósito del salmo 15). Al margen de esto, podemos recordar cómo entró en Jerusalén aclamado por el pueblo (Mt 21,1-11; Mc 11,1-11; Lc 19,28-38; Jn 12,12-16), como aquel que había establecido la nueva y definitiva Alianza entre Dios y la humanidad. El Arca recordaba que Dios caminaba en medio de su pueblo. Ahora bien, Jesús vivió con y para el pueblo, sobre todo, los empobrecidos y marginados de Galilea.
Este salmo recupera la religiosidad popular, el sentido de las romerías, de las procesiones. Lleva a pensar en la liturgia como celebración de la vida y expresión de la fe. Ayuda a superar el ritualismo y una religiosidad de apariencias.
Comentario del Santo Evangelio: Lucas 5,1-11. Dejándolo todo, lo siguieron.
En primer lugar; nos hace ver Lucas que la gente escuchaba «la Palabra de Dios» (v. 2). Esta expresión, que tiene un sabor casi técnico, nos remite al contexto eclesial para el que Lucas escribe su evangelio: se trata de una comunidad que vive su fe poniendo en el centro de ella precisamente «la Palabra de Dios», esto es, Jesús como Palabra de revelación y la predicación apostólica al mismo tiempo. Lucas pone asimismo de relieve que Jesús «se sentó y estuvo enseñando» (v. 3b): también esta nota nos lleva a considerar el relato evangélico como íntimamente ligado a la vida de la primitiva comunidad cristiana, en la que era normal y continuo el paso de la evangelización a la catequesis.
«Puesto que tú lo dices, echará las redes» (v. 5b): Lucas quiere resaltar aquí la autoridad de la Palabra de Jesús; más aún, la suprema autoridad que ésta encarna. Sabemos, en efecto, que toda palabra que salía de la boca de Jesús estaba dotada —no sólo para los apóstoles, sino también para la gente— de una particular autoridad: «¡Qué palabra la de este hombre! Manda con autoridad y poder» (4,36).
«Dejaron todo y los (V. 11): esta expresión nos recuerda el radicalismo evangélico, que Lucas ilustrará también a través del relato de los Hechos de los Apóstoles, y también en diferentes momentos de la narración evangélica. En esta página quiere indicarnos Lucas que el seguimiento de Jesús implica un radicalismo no sólo en la opción personal, sino también en la decisión de separarse de todo lo que de un modo u otro pueda disminuir la fuerza de la adhesión a Jesús.
La vocación de los primeros discípulos, con el relieve dado a la figura de Simón Pedro, merece una ulterior atención. Parece, en efecto, que es posible señalar algunos pasajes que destacan este peculiar encuentro entre Jesús y Simón Pedro. No será difícil reconocer en ellos algunos rasgos de nuestra experiencia de vida cristiana.
En primer lugar; un paso de la decepción a la confianza: un experto pescador como Pedro sabe que después de ciertas noches de pesca no se puede esperar gran cosa. La experiencia constituye también para nosotros un punto de referencia seguro para nuestras elecciones y para ciertas decisiones. Sin embargo, Pedro da crédito a la Palabra de Jesús y se confía a su eficacia.
Del estupor al reconocimiento de su ser pecador: la conciencia de Pedro se ilumina en pleno día por el con tacto vivo con Jesús, y no sólo por el milagro que ha tenido lugar. Es cierto que el milagro sacude la conciencia y la interpela de un modo drástico, pero la referencia principal y última se dirige a la persona de Jesús, frente al que Pedro reconoce que es un pobre pecador; como todos.
De pecador a pescador de hombres: Pedro advierte que Jesús ha entrado en su vida no sólo para atraerlo hacia sí, sino para ganar, a través de él, a otras personas para a novedad de la vida cristiana. Su profesión de pescador queda transformada de ahora en adelante.
Del dejarlo todo al seguimiento de Jesús: como leemos con frecuencia en el relato evangélico, toda vocación se califica no tanto por lo que se deja como por aquel al que uno se adhiere. También Pedro advirtió esta necesidad y no hizo trampas al tomar su decisión.
Comentario del Santo Evangelio: (Lc 5,1-11) para nuestros Mayores. La gente quiere escuchar La Palabra de Dios, de boca de Jesús.
San Lucas abre la narración de esta parte de su evangelio con una nota breve acerca de que la multitud rodeaba a Jesús, lo que demuestra que, después de Cafarnaún, sigue teniendo éxito en sus actividades (Lc 4,31-44). La gente quiere escuchar la Palabra de Dios de boca de Jesús. El concepto “Palabra de Dios” aparece aquí por primera vez en el texto de san Lucas. Hasta este momento sólo se había hablado de la palabra de Jesús. De esta manera, san Lucas retoma el idioma de la proclamación cristiana y subraya que los hombres encuentran la Palabra de Dios a través de las proclamaciones de Jesús. De la misma manera, san Lucas llama “Palabra de Dios” al anuncio de después de la muerte y resurrección presentado en el libro de los Hechos.
En tiempos de Jesús, el de Genesaret era un lago rico en muchas especies de peces, al igual que el Lago Hule y el río Jordán; el pescado era un alimento sumamente importante para los habitantes del entorno. El pescado se preparaba seco o salado con el fin de conservarlo mejor y durante más tiempo. Nombres geográficos como Betsaida (significa algo así como “casa de peces”) y Magdala (en griego Tarichea, que en español indica el hecho de salar el pescado) demuestran la importancia económica que tenía la pesca y el procesamiento del pescado en la región.
La pesca era una actividad difícil y cansada. Con a ayuda de las redes, los peces se capturaban, pero lo difícil era sacar las redes. Muchas veces eso no era posible con una sola barca, por lo que se necesitaba una segunda. En esta ocasión, pescaron tantos peces que ambas barcas casi se hundían. Lanzar las redes durante el día es, desde el punto de vista de un pescador, absurdo. El hecho de que Simón le haga caso inmediatamente a Jesús hace ver su categoría de “jefe” y es una muestra del rango y autoridad que los apóstoles le reconocen. La formulación “confiado en tu palabra recuerda a los lectores la fuerza y el electo de las palabras de Jesús cuando llevó a cabo el exorcismo en la sinagoga de Cafarnaún (Lc 4,31—37), así como también la sanación de la suegra de Pedro (Lc 4,38-39).
La pesca tuvo mucho éxito y la reacción de Simón fue caer de rodillas y profesar su fe. Según la opinión de san Lucas, sólo se adora a Dios, y a Jesús después de su elevación (Lc 24,52). Los gestos de Simón denotan su consternación. Pero, como sabemos que los relatos postpascuales influyeron a la hora de narrar las actividades terrenas del Maestro, el gesto de Pedro es posible que sea más que de consternación. La anotación de que “de todos se apoderó un gran temor” nos indica que esto sucede en base a una intuición: que estaban ante una de las acciones divinas, resultado de un poder divino. Con su profesión de fe, Simón expresa con palabras esa intuición; él sabe que es un hombre pecador. Se da cuenta de la grandeza de Jesús y también de su propia deficiencia. Es por eso por lo que ya no llama a Jesús “maestro”, sino se dirige a él como “Señor” (en griego Kyrios), usando la palabra que en la traducción del Antiguo Testamento al griego, llamada de los Setenta, se utiliza para el nombre de Yavé.
En la respuesta de Jesús: “No temas”, se borra esa distancia entre ellos, y su afirmación: “De aquí en adelante seréis pescador de hombres”, nos muestra que el episodio de la pesca abundante tiene un valor metafórico. Pedro atrapará seres humanos vivos, los revivirá una y otra vez, los salvará de la perdición (ver Nm 31,15; Dt 20,16; Jos 2,13; Jos 6,25; Jos 9,20; 2 Sm 8,2; 2 Cr 25,19; 2 Mac 12,35). Se anuncia a Pedro la función y la tarea que tendrá más tarde. La imagen de la pesca abundante encuentra su uso en muchas obras antiguas y significa cómo ganar adeptos para una causa.
Simón y sus acompañantes se volvieron discípulos de Jesús: sacaron sus barcas del agua, dejaron todo y le siguieron. Es aquí donde san Lucas usa por primera vez un término técnico para el seguimiento de Jesús Con dicho término se relaciona la unión personal con Jesús, en el sentido de una comunidad incondicional con el mismo destino. En la comunidad posterior a la Pascua, el seguimiento de Jesús y el hecho de ser apóstol se vuelven la expresión de la existencia de fe.
Comentario del Santo Evangelio: (Lc 5,1-11), de Joven para Joven. Lo importante es comenzar la caminada. ¿Te arriesgas?
La vocación de Pedro tiene lugar en el contexto del ambiente en que había crecido. Se manifiesta en su profesión, precisamente, mientras trabaja. Pero no hay mejor momento. En todo trabajo ocurre que nos desilusionamos y amargamos por cómo van las cosas. Precisamente, aquella noche los pescadores de Genesaret no cogen nada. Si miramos el Antiguo Testamento vemos que las grandes vocaciones divinas tienen lugar, con frecuencia, durante el trabajo, en la esclavitud o en tiempos de calamidad. En estas situaciones es más fácil que un hombre escuche la voz de Dios y descubra que, después, le sale lo que antes no salía. Pedro cree en la palabra de Jesús, echa las redes al lago y, de repente, las redes se llenan de peces. He aquí el milagro: en ese momento Pedro intuye la verdad fundamental: detrás de todo lo que sucede está la palabra de Dios que dirige el mundo. Si esta palabra se dirige personalmente a mí, no puedo hacer más que aceptarla y seguir esa voz.
La llamada parece ser para una obra muy banal: la pesca. Pero, inmediatamente, Pedro siente una vocación incomparablemente superior. Generalmente, Dios pone primero a prueba nuestra obediencia en cosas pequeñas: quien le es fiel en las cosas pequeñas, con el tiempo, está destinado a realizar grandes cosas (Mr 25,23). En cambio, los que siguen una carrera mundana, viven la situación opuesta. Parten con proyectos grandiosos, organizan empresas extraordinarias y, al final de la vida, con frecuencia, se encuentran sin nada en las manos. Sin embargo, la palabra de Dios es una pequeña semilla que crece sola. Los grandes santos fundadores, normalmente, no tenían intención de fundar nada. San Francisco de Asís comenzó a restaurar una pequeña iglesia en ruinas y, de este pequeño gesto, nació un movimiento grande todavía hoy.
El mejor método para seguir los planes de Dios es hacer bien lo que Dios nos pide hoy. ¿Nos parece algo sin ninguna importancia? De un mudo que no sabemos si será, ciertamente, una cosa grande.
También esta frase es característica de los que toman conciencia de la llamada de Dios. Cuando a un hombre se le confían grandes tareas, la primera reacción es sentirse inadecuado e indigno. Pero, con el tiempo, comprende que Dios sigue un método distinto del humano. En primer lugar nosotros buscamos la persona adecuada para un de terminado trabajo, que requiere cierta competencia en ese campo. Es decir, lo más importante para nosotros son las capacidades y la predisposición. Sin embargo, Dios se comporta al contrario: primero llama a alguien; después, le asegura que estará con él y que le dará todo lo que necesite para desarrollar el trabajo que le confía. Lo hace con un objetivo preciso. San Agustín escribe: si Dios hubiera elegido un gran filósofo para la conversión de los cristianos, habríamos pensado que el resultado habría estado determinado por sus palabras sabias y por su cultura. En cambio, Dios ha elegido un pescador, un hombre sencillo que ha convertido el mundo con palabras comprensibles para todos.
Elevación Espiritual para este día
El Señor Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó ala totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto que él solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas palabras: Te daré las llaves del Reino de los Cielos (Mt 16,19). Porque estas llaves las recibió no un hombre único, sino la iglesia única. De ahí la excelencia de la persona de Pedro, en cuanto él representaba la universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo entrego, tratándose de algo que ha sido entregado a todos. Pues, para que sepáis que la Iglesia ha recibido las llaves del Reino de los Cielos, escuchad lo que el Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a continuación: A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos (Jn 20,22ss).
En este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también a Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera el único de los discípulos que tenía el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho de referirse a uno solo, quiso significar con ello la unidad de la Iglesia; y si se dirige a Pedro con preferencia a los demás es porque Pedro es el primero entre los apóstoles.
No te entristezcas, apóstol; responde una vez, responde dos, responde tres. Venza por tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu presunción. Tres veces ha de ser desatado lo que por tres veces habías ligado. Desata por el amor lo que habías ligado por el temor.
Reflexión Espiritual para día
«No digo eso», replicó Francisco. «Pero me parece que es difícil aceptar la realidad. En verdad, nadie la acepta en bloque. Aspiramos siempre a añadir, en cierto modo, un palmo a nuestra estatura. Entonces descubrimos que sólo él es omnipotente, que sólo él es santo, que sólo él es bueno. El hombre que acepta esta realidad y se complace en ella, encuentra la serenidad en su corazón. Dios existe y es todo. Pase lo que le pase, existe Dios y existe la luz de Dios. Basta con que Dios sea Dios. El hombre que acepta íntegramente a Dios se vuelve capaz de aceptarse a sí mismo. Se libera de toda voluntad particular. Ya nada estorba en él el juego divino de la creación. Su voluntad se ha vuelto más sencilla y, al mismo tiempo, extensa y profunda como el mundo. La sencilla y pura voluntad de Dios que abarca y acoge todo».
El rostro de los personajes, pasajes y narraciones de la Sagrada Biblia: Llamados y enviados por Dios.
Como anticipábamos al principio, no se es profeta por propia iniciativa, por determinadas cualidades o condiciones heredadas. Se es profeta por decisión y elección de Dios. Todos los relatos de vocación coinciden en señalar la iniciativa divina que culmina en la llamada concreta a cada uno de los profetas. Estos, a su vez, perciben dicha llamada, o vocación, en el marco de un encuentro especial con Dios que cambia radicalmente sus vidas, dándoles una nueva orientación. Por eso, a la llamada sigue normalmente la misión que constituye al llamado en un “enviado”, es decir, alguien que no actúa ya por cuenta propia, sino por cuenta y en nombre de Dios. Es lo que expresan frases como: ¿A quién enviaré? Quién irá por nosotros?(Is 6,8); irás a donde yo te envíe, y dirás lo que yo te ordene (Jr 1,7); les comunicarás mis palabras, escuchen o no (Ez 2,7); o los frecuentes estribillos de autoridad: así dice el Señor, oráculo del Señor, palabra del Señor. Todo ello apunta a una misma dirección: el profeta es el “hombre de Dios”. Por eso, ha de hablar y actuar desde la fe y la experiencia de Dios. +
Pablo retorna la reflexión sobre el binomio “sabiduría”/ “necedad” y la completa con dos referencias veterotestamentarias: su atención se había concentrado en la necedad de la predicación (1,18.21) y en la necedad de la cruz (1,23), así como en la necedad de la fe (2,5). Ahora se dilata el discurso y se aplica a la vida cristiana como tal. En efecto, el «vivir en Cristo», en su conjunto, incluye el compromiso de asumir la novedad de vida que Cristo ha predicado y que anuncia su cruz, aun cuando esta opción parezca paradójica y escandalosa al mundo en que vivimos.
En un segundo momento, Pablo perfecciona el discurso sobre la escala de valores y lo hace con una expresión enormemente rica y elocuente:
— «Todo es vuestro» (v. 22b): hemos de señalar que aquí no se hace referencia a Pablo, Apolo o Cefas, sino a todo creyente y a la comunidad de los mismos. El pensamiento de Pablo es claro e inequívoco: los primeros y últimos destinatarios del mensaje salvífico no son los ministros, sino todos los que acogen el mensaje de la predicación.
-- «Pero vosotros sois de Cristo» (v. 23a): todos, vosotros y nosotros, pertenecemos, dice el apóstol, a Cristo mediante la fe. Esta conciencia la tuvieron ya los primeros cristianos cuando, en Antioquía de Siria, recibieron el nombre de cristianos (cf. Hch 11,26), y es algo que pertenece al depósito de la fe cristiana. Ser de Cristo significa tener una relación especial con él, en virtud de la llamada recibida, de la Palabra escuchada, del don de la gracia acogida.
— «Y Cristo es de Dios» (v. 23b): aquí encontrarnos reafirmado de nuevo el primario de Dios Padre, origen y fin de todo y de todos. De este modo dibuja el apóstol ante nosotros un itinerario teológico persuasivo y cautivador
Comentario del Salmo 23. Del Señor es la tierra y cuanto la llena.
Al igual que los salmos 15 y 134, este es un salmo litúrgico. Se llaman así porque recuerdan un rito muy antiguo. Los versículos 3-6 están prácticamente calcados del salmo 15, en el que tenemos la liturgia de la puerta. Aquí además de esta, tenemos otro fragmento de liturgia (7-10), algo parecido a una procesión con el Arca de la Alianza.
Todo parece indicar que el salmo 24 ha sido objeto de diversas adaptaciones a lo largo de su existencia. Tal como se encuentra hoy, podemos distinguir en él tres partes: 1b-2; 3-6 7-10. En la primera (1b-2) tenemos un himno de alabanza. En él se reconoce que el mundo pertenece a quien lo ha creado, es decir, al Señor. La segunda (3-6) está compuesta por una pregunta (3) y su respuesta (4-6). Esta parte es muy parecida al salmo 15, que trata de las condiciones que se exigen para participar de los festejos en el atrio del templo de Jerusalén (las principales fiestas duraban una semana). Es la liturgia de la puerta. La tercera parte (7-10) contiene una exhortación que se repite (7.9), dirigida a los portones (del templo o de la ciudad de Jerusalén), para que se abran y permitan la entrada del la gloria; contiene una pregunta repetida (8ª.10ª) y la respuesta que se repite con ligeras variaciones (8b. 10b).
Para entender mejor la primera parte (hay que tener presente cómo se concebía el mundo en la época en que nació este salmo. Se creía que la tierra era una superficie plana, sostenida por columnas invisibles. Estas columnas hundían sus cimientos en la profundidad de los océanos (cf. Sal 46,3-4). El Señor había sido el autor de tal proeza arquitectónica. Por eso le pertenece la tierra y lo que contiene, el orbe y sus habitantes.
En la forma en que este salmo se encuentra en nuestros días, las partes primera y segunda parecen constituir himnos que el pueblo cantaría durante una procesión solemne.
El salmo 23 recuerda una procesión con el Arca de la Alianza, a semejanza de lo que se narra en 2Sam 6, 1-9. No se sabe con precisión si los portones que se mencionan en los versículos 7a y 9a son los de la ciudad o los del templo. Lo cierto es que la procesión se desarrollaba en medio de la fiesta y la alegría, y en ella el pueblo cantaría las dos primeras partes de este salmo.
La primera parte tiene un aspecto polémico en relación con la idolatría. El orbe, sus habitantes y todas las cosas que hay en la tierra son criaturas de Dios, a diferencia de lo que afirman los adoradores de ídolos. El Señor se presenta como arquitecto que ha fundado la tierra sobre los mares y la ha afianzado sobre los ríos.
En la segunda parte, la procesión ha llegado ya a las puertas. Se desarrolla, entonces, la liturgia de la puerta (cf Sal 15). El pueblo pregunta por las condiciones para poder entrar (en la ciudad o en el templo) y participar así en los festejos. La respuesta entra una vez más en polémica con los ídolos. Y presenta como condiciones la justicia (manos inocentes), la integridad (pureza de corazón), el rechazo de los ídolos y la rectitud en las relaciones con la gente, sobre todo en los tribunales (Dt 5,20). Esta liturgia de la puerta entra en polémica con los ritos vacíos y contra una religión de mera apariencia. La segunda parte concluye con una afirmación solemne: buscar el rostro de Dios significa cumplir con todos estos requisitos.
La tercera parte presenta un diálogo, repetido, entre el pueblo y los guardianes de las puertas. El pueblo pide que se alcen los portones para que pueda entrar el Rey de la gloria. Los que las guardan preguntan quién es ese Rey de la gloria, y el pueblo responde que es el Señor. Tras este diálogo, ciertamente se abrían las puertas y el Arca entraba en el lugar más sagrado y reserva do del templo de Jerusalén.
Cada una de las partes de este salmo presenta un rasgo característico de Dios. En la primera se refuerza la idea de que Dios es el creador de la tierra y Señor del mundo. En la segunda se presenta a Dios como el aliado de Israel: para responder al compromiso de la Alianza, el pueblo de Dios tiene que establecer unas relaciones de justicia, de integridad y rectitud. No poner en práctica estas condiciones es tanto como confiar en los ídolos y apartarse del Señor. En la tercera, el Señor es presentado como Rey de los Ejércitos, como un héroe valeroso, un héroe de la guerra. En todas ellas, se trata siempre del Dios que camina con el pueblo y habita en medio de él.
En determinadas ocasiones, el Arca de la Alianza era considerada como una especie de general que lideraba el ejército de Israel en sus luchas por la independencia y la libertad. Más tarde, durante la época del exilio en Babilonia, los ejércitos de Israel pasaron a ser las estrellas y los astros. Esto suponía una crítica a la idolatría de los babilonios, que adoraban los astros del cielo.
En cualquier caso, la expresión «Rey de la gloria» implica siempre una crítica del poder absoluto. Este salmo proclama que sólo el Señor es Rey. Y el Arca de la Alianza mantiene viva su presencia como compañero y aliado del pueblo.
Jesús denunció la liturgia y los ritos vacíos de su tiempo (puede verse lo que se dijo a propósito del salmo 15). Al margen de esto, podemos recordar cómo entró en Jerusalén aclamado por el pueblo (Mt 21,1-11; Mc 11,1-11; Lc 19,28-38; Jn 12,12-16), como aquel que había establecido la nueva y definitiva Alianza entre Dios y la humanidad. El Arca recordaba que Dios caminaba en medio de su pueblo. Ahora bien, Jesús vivió con y para el pueblo, sobre todo, los empobrecidos y marginados de Galilea.
Este salmo recupera la religiosidad popular, el sentido de las romerías, de las procesiones. Lleva a pensar en la liturgia como celebración de la vida y expresión de la fe. Ayuda a superar el ritualismo y una religiosidad de apariencias.
Comentario del Santo Evangelio: Lucas 5,1-11. Dejándolo todo, lo siguieron.
En primer lugar; nos hace ver Lucas que la gente escuchaba «la Palabra de Dios» (v. 2). Esta expresión, que tiene un sabor casi técnico, nos remite al contexto eclesial para el que Lucas escribe su evangelio: se trata de una comunidad que vive su fe poniendo en el centro de ella precisamente «la Palabra de Dios», esto es, Jesús como Palabra de revelación y la predicación apostólica al mismo tiempo. Lucas pone asimismo de relieve que Jesús «se sentó y estuvo enseñando» (v. 3b): también esta nota nos lleva a considerar el relato evangélico como íntimamente ligado a la vida de la primitiva comunidad cristiana, en la que era normal y continuo el paso de la evangelización a la catequesis.
«Puesto que tú lo dices, echará las redes» (v. 5b): Lucas quiere resaltar aquí la autoridad de la Palabra de Jesús; más aún, la suprema autoridad que ésta encarna. Sabemos, en efecto, que toda palabra que salía de la boca de Jesús estaba dotada —no sólo para los apóstoles, sino también para la gente— de una particular autoridad: «¡Qué palabra la de este hombre! Manda con autoridad y poder» (4,36).
«Dejaron todo y los (V. 11): esta expresión nos recuerda el radicalismo evangélico, que Lucas ilustrará también a través del relato de los Hechos de los Apóstoles, y también en diferentes momentos de la narración evangélica. En esta página quiere indicarnos Lucas que el seguimiento de Jesús implica un radicalismo no sólo en la opción personal, sino también en la decisión de separarse de todo lo que de un modo u otro pueda disminuir la fuerza de la adhesión a Jesús.
La vocación de los primeros discípulos, con el relieve dado a la figura de Simón Pedro, merece una ulterior atención. Parece, en efecto, que es posible señalar algunos pasajes que destacan este peculiar encuentro entre Jesús y Simón Pedro. No será difícil reconocer en ellos algunos rasgos de nuestra experiencia de vida cristiana.
En primer lugar; un paso de la decepción a la confianza: un experto pescador como Pedro sabe que después de ciertas noches de pesca no se puede esperar gran cosa. La experiencia constituye también para nosotros un punto de referencia seguro para nuestras elecciones y para ciertas decisiones. Sin embargo, Pedro da crédito a la Palabra de Jesús y se confía a su eficacia.
Del estupor al reconocimiento de su ser pecador: la conciencia de Pedro se ilumina en pleno día por el con tacto vivo con Jesús, y no sólo por el milagro que ha tenido lugar. Es cierto que el milagro sacude la conciencia y la interpela de un modo drástico, pero la referencia principal y última se dirige a la persona de Jesús, frente al que Pedro reconoce que es un pobre pecador; como todos.
De pecador a pescador de hombres: Pedro advierte que Jesús ha entrado en su vida no sólo para atraerlo hacia sí, sino para ganar, a través de él, a otras personas para a novedad de la vida cristiana. Su profesión de pescador queda transformada de ahora en adelante.
Del dejarlo todo al seguimiento de Jesús: como leemos con frecuencia en el relato evangélico, toda vocación se califica no tanto por lo que se deja como por aquel al que uno se adhiere. También Pedro advirtió esta necesidad y no hizo trampas al tomar su decisión.
Comentario del Santo Evangelio: (Lc 5,1-11) para nuestros Mayores. La gente quiere escuchar La Palabra de Dios, de boca de Jesús.
San Lucas abre la narración de esta parte de su evangelio con una nota breve acerca de que la multitud rodeaba a Jesús, lo que demuestra que, después de Cafarnaún, sigue teniendo éxito en sus actividades (Lc 4,31-44). La gente quiere escuchar la Palabra de Dios de boca de Jesús. El concepto “Palabra de Dios” aparece aquí por primera vez en el texto de san Lucas. Hasta este momento sólo se había hablado de la palabra de Jesús. De esta manera, san Lucas retoma el idioma de la proclamación cristiana y subraya que los hombres encuentran la Palabra de Dios a través de las proclamaciones de Jesús. De la misma manera, san Lucas llama “Palabra de Dios” al anuncio de después de la muerte y resurrección presentado en el libro de los Hechos.
En tiempos de Jesús, el de Genesaret era un lago rico en muchas especies de peces, al igual que el Lago Hule y el río Jordán; el pescado era un alimento sumamente importante para los habitantes del entorno. El pescado se preparaba seco o salado con el fin de conservarlo mejor y durante más tiempo. Nombres geográficos como Betsaida (significa algo así como “casa de peces”) y Magdala (en griego Tarichea, que en español indica el hecho de salar el pescado) demuestran la importancia económica que tenía la pesca y el procesamiento del pescado en la región.
La pesca era una actividad difícil y cansada. Con a ayuda de las redes, los peces se capturaban, pero lo difícil era sacar las redes. Muchas veces eso no era posible con una sola barca, por lo que se necesitaba una segunda. En esta ocasión, pescaron tantos peces que ambas barcas casi se hundían. Lanzar las redes durante el día es, desde el punto de vista de un pescador, absurdo. El hecho de que Simón le haga caso inmediatamente a Jesús hace ver su categoría de “jefe” y es una muestra del rango y autoridad que los apóstoles le reconocen. La formulación “confiado en tu palabra recuerda a los lectores la fuerza y el electo de las palabras de Jesús cuando llevó a cabo el exorcismo en la sinagoga de Cafarnaún (Lc 4,31—37), así como también la sanación de la suegra de Pedro (Lc 4,38-39).
La pesca tuvo mucho éxito y la reacción de Simón fue caer de rodillas y profesar su fe. Según la opinión de san Lucas, sólo se adora a Dios, y a Jesús después de su elevación (Lc 24,52). Los gestos de Simón denotan su consternación. Pero, como sabemos que los relatos postpascuales influyeron a la hora de narrar las actividades terrenas del Maestro, el gesto de Pedro es posible que sea más que de consternación. La anotación de que “de todos se apoderó un gran temor” nos indica que esto sucede en base a una intuición: que estaban ante una de las acciones divinas, resultado de un poder divino. Con su profesión de fe, Simón expresa con palabras esa intuición; él sabe que es un hombre pecador. Se da cuenta de la grandeza de Jesús y también de su propia deficiencia. Es por eso por lo que ya no llama a Jesús “maestro”, sino se dirige a él como “Señor” (en griego Kyrios), usando la palabra que en la traducción del Antiguo Testamento al griego, llamada de los Setenta, se utiliza para el nombre de Yavé.
En la respuesta de Jesús: “No temas”, se borra esa distancia entre ellos, y su afirmación: “De aquí en adelante seréis pescador de hombres”, nos muestra que el episodio de la pesca abundante tiene un valor metafórico. Pedro atrapará seres humanos vivos, los revivirá una y otra vez, los salvará de la perdición (ver Nm 31,15; Dt 20,16; Jos 2,13; Jos 6,25; Jos 9,20; 2 Sm 8,2; 2 Cr 25,19; 2 Mac 12,35). Se anuncia a Pedro la función y la tarea que tendrá más tarde. La imagen de la pesca abundante encuentra su uso en muchas obras antiguas y significa cómo ganar adeptos para una causa.
Simón y sus acompañantes se volvieron discípulos de Jesús: sacaron sus barcas del agua, dejaron todo y le siguieron. Es aquí donde san Lucas usa por primera vez un término técnico para el seguimiento de Jesús Con dicho término se relaciona la unión personal con Jesús, en el sentido de una comunidad incondicional con el mismo destino. En la comunidad posterior a la Pascua, el seguimiento de Jesús y el hecho de ser apóstol se vuelven la expresión de la existencia de fe.
Comentario del Santo Evangelio: (Lc 5,1-11), de Joven para Joven. Lo importante es comenzar la caminada. ¿Te arriesgas?
La vocación de Pedro tiene lugar en el contexto del ambiente en que había crecido. Se manifiesta en su profesión, precisamente, mientras trabaja. Pero no hay mejor momento. En todo trabajo ocurre que nos desilusionamos y amargamos por cómo van las cosas. Precisamente, aquella noche los pescadores de Genesaret no cogen nada. Si miramos el Antiguo Testamento vemos que las grandes vocaciones divinas tienen lugar, con frecuencia, durante el trabajo, en la esclavitud o en tiempos de calamidad. En estas situaciones es más fácil que un hombre escuche la voz de Dios y descubra que, después, le sale lo que antes no salía. Pedro cree en la palabra de Jesús, echa las redes al lago y, de repente, las redes se llenan de peces. He aquí el milagro: en ese momento Pedro intuye la verdad fundamental: detrás de todo lo que sucede está la palabra de Dios que dirige el mundo. Si esta palabra se dirige personalmente a mí, no puedo hacer más que aceptarla y seguir esa voz.
La llamada parece ser para una obra muy banal: la pesca. Pero, inmediatamente, Pedro siente una vocación incomparablemente superior. Generalmente, Dios pone primero a prueba nuestra obediencia en cosas pequeñas: quien le es fiel en las cosas pequeñas, con el tiempo, está destinado a realizar grandes cosas (Mr 25,23). En cambio, los que siguen una carrera mundana, viven la situación opuesta. Parten con proyectos grandiosos, organizan empresas extraordinarias y, al final de la vida, con frecuencia, se encuentran sin nada en las manos. Sin embargo, la palabra de Dios es una pequeña semilla que crece sola. Los grandes santos fundadores, normalmente, no tenían intención de fundar nada. San Francisco de Asís comenzó a restaurar una pequeña iglesia en ruinas y, de este pequeño gesto, nació un movimiento grande todavía hoy.
El mejor método para seguir los planes de Dios es hacer bien lo que Dios nos pide hoy. ¿Nos parece algo sin ninguna importancia? De un mudo que no sabemos si será, ciertamente, una cosa grande.
También esta frase es característica de los que toman conciencia de la llamada de Dios. Cuando a un hombre se le confían grandes tareas, la primera reacción es sentirse inadecuado e indigno. Pero, con el tiempo, comprende que Dios sigue un método distinto del humano. En primer lugar nosotros buscamos la persona adecuada para un de terminado trabajo, que requiere cierta competencia en ese campo. Es decir, lo más importante para nosotros son las capacidades y la predisposición. Sin embargo, Dios se comporta al contrario: primero llama a alguien; después, le asegura que estará con él y que le dará todo lo que necesite para desarrollar el trabajo que le confía. Lo hace con un objetivo preciso. San Agustín escribe: si Dios hubiera elegido un gran filósofo para la conversión de los cristianos, habríamos pensado que el resultado habría estado determinado por sus palabras sabias y por su cultura. En cambio, Dios ha elegido un pescador, un hombre sencillo que ha convertido el mundo con palabras comprensibles para todos.
Elevación Espiritual para este día
El Señor Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó ala totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto que él solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas palabras: Te daré las llaves del Reino de los Cielos (Mt 16,19). Porque estas llaves las recibió no un hombre único, sino la iglesia única. De ahí la excelencia de la persona de Pedro, en cuanto él representaba la universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo entrego, tratándose de algo que ha sido entregado a todos. Pues, para que sepáis que la Iglesia ha recibido las llaves del Reino de los Cielos, escuchad lo que el Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a continuación: A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos (Jn 20,22ss).
En este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también a Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera el único de los discípulos que tenía el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho de referirse a uno solo, quiso significar con ello la unidad de la Iglesia; y si se dirige a Pedro con preferencia a los demás es porque Pedro es el primero entre los apóstoles.
No te entristezcas, apóstol; responde una vez, responde dos, responde tres. Venza por tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu presunción. Tres veces ha de ser desatado lo que por tres veces habías ligado. Desata por el amor lo que habías ligado por el temor.
Reflexión Espiritual para día
«No digo eso», replicó Francisco. «Pero me parece que es difícil aceptar la realidad. En verdad, nadie la acepta en bloque. Aspiramos siempre a añadir, en cierto modo, un palmo a nuestra estatura. Entonces descubrimos que sólo él es omnipotente, que sólo él es santo, que sólo él es bueno. El hombre que acepta esta realidad y se complace en ella, encuentra la serenidad en su corazón. Dios existe y es todo. Pase lo que le pase, existe Dios y existe la luz de Dios. Basta con que Dios sea Dios. El hombre que acepta íntegramente a Dios se vuelve capaz de aceptarse a sí mismo. Se libera de toda voluntad particular. Ya nada estorba en él el juego divino de la creación. Su voluntad se ha vuelto más sencilla y, al mismo tiempo, extensa y profunda como el mundo. La sencilla y pura voluntad de Dios que abarca y acoge todo».
El rostro de los personajes, pasajes y narraciones de la Sagrada Biblia: Llamados y enviados por Dios.
Como anticipábamos al principio, no se es profeta por propia iniciativa, por determinadas cualidades o condiciones heredadas. Se es profeta por decisión y elección de Dios. Todos los relatos de vocación coinciden en señalar la iniciativa divina que culmina en la llamada concreta a cada uno de los profetas. Estos, a su vez, perciben dicha llamada, o vocación, en el marco de un encuentro especial con Dios que cambia radicalmente sus vidas, dándoles una nueva orientación. Por eso, a la llamada sigue normalmente la misión que constituye al llamado en un “enviado”, es decir, alguien que no actúa ya por cuenta propia, sino por cuenta y en nombre de Dios. Es lo que expresan frases como: ¿A quién enviaré? Quién irá por nosotros?(Is 6,8); irás a donde yo te envíe, y dirás lo que yo te ordene (Jr 1,7); les comunicarás mis palabras, escuchen o no (Ez 2,7); o los frecuentes estribillos de autoridad: así dice el Señor, oráculo del Señor, palabra del Señor. Todo ello apunta a una misma dirección: el profeta es el “hombre de Dios”. Por eso, ha de hablar y actuar desde la fe y la experiencia de Dios. +
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