Liturgia diaria, reflexiones, cuentos, historias, y mucho más.......

Diferentes temas que nos ayudan a ser mejores cada día

Sintoniza en directo

Visita tambien...

martes, 20 de abril de 2010

Novios: 3º Parte - No faltarán los problemas

P. Vicente Gallo, S.J.


En la 2º entrega recorríamos diversas situaciones en las que puede verse como ensombrecida la relación de pareja en el matrimonio; que son normales, frecuentes en todas las parejas, pero que lamentablemente suelen dejarse pasar como de poca importancia hasta que ya se entra en la penosa situación de que es el amor el que ha llegado a quedar medio muerto y no es tan fácil reactivarlo ya.

Pero, además, en la vida de matrimonio es preciso ser conscientes también de las que podemos llamar fuentes de conflictos. Los mismos hijos procreados por ambos con tanto amor e ilusión, que deberían ser el motivo más fuerte para amarse al verlos vivir, crecer y gozar, o sufrir acaso, pueden ser la causa de desavenencias y de verdaderos conflictos en la vida de pareja. Porque no están debidamente alimentados por carencia de recursos ¿culpa de quién?... Porque la educación que se les da no es la correcta y cada vez parecen más graves las consecuencias. Porque los hijos son de los dos por igual, y al uno le parece que el otro se desentiende como si no fuese para él la cosa. Por lo problemas que van teniendo en el Colegio, o en la calle, o porque terceras personas (tus padres, tus hermanos o los del otro) meten mano en algo que a ellos no les compete. Por cualquier otra razón. Vienen poco a poco las acusaciones del uno al otro en la pareja, hasta que desembocan en tener que poner las cartas sobre la mesa, ojalá no peleándose, pero al menos queriendo decir al otro los modos de proceder que parece no verlos o estar equivocado en ellos; lográndose en el mejor de los casos imponer uno su opinión sobre la del otro, pero sin convencerle, y seguramente quedando herido al verse postergado como más torpe o inepto. También aquí, lo único positivo será “dialogar” de veras, manifestando uno al otro sus sentimientos de preocupación, de frustración, de temor, de rabia ante la impotencia, o el sentimiento que se tenga ante el problema presente. Ahí el otro, escuchará con interés, se verá reclamado a manifestar lo que él a su vez está sintiendo, los dos seguirán decidiendo amarse y así juntos hallar la solución al problema; siendo la única manera eficaz de salir exitosamente de lo que les preocupa a los dos. Lograr amarse más, en vez de menos, es lo que se ha de pretender.

Otro tema que merece lo tomemos muy en cuenta es el del trabajo. En nuestros tiempos tiene una importancia especial. Sin el trabajo uno no se realiza como persona útil. Pero a la vez el trabajo puede ser esclavizador: bien sea porque uno mismo se aficiona tanto a las tareas en las que se desempeña, que le absorbe su vida entera, su tiempo y su afición, restándolo de la dedicación que también debe tener a estar con la familia, y hasta a ese descanso mismo que necesita uno para verdaderamente “vivir”; o bien sea porque tiene que realizarlo en tales condiciones inhumanas, siendo explotado y tratado injustamente, que ha de llevar a su casa aun sin quererlo el consiguiente malhumor. Tener trabajo es la fuente indispensable para tener los recursos de los que vivir uno mismo y para sacar adelante la casa y la familia; ello puede ser una de las causas de la esclavitud nefasta que acabamos de reseñar. Pero en nuestro tiempo es bien difícil encontrar el trabajo que se necesita o el que se desearía tener; y es sumamente fácil quedarse sin él, por culpa propia, por culpa de otros, o quizás sin culpa de nadie, porque así sobrevienen las cosas. Es también un verdadero “trabajo” el de ocuparse en los quehaceres domésticos. Habitualmente se le asignaba a la esposa, y no era muy valorada por ocuparse de él. Pero en nuestro días la mujer considera tan derecho suyo como del hombre el tener una profesión con su correspondiente trabajo fuera de casa. A veces porque, además se necesita el trabajo de ambos y su respectiva remuneración para cubrir las necesidades de la casa y la familia. Ocurriendo entonces que los llamados “trabajos domésticos”, o queden sin cubrirse debidamente, o bien sean una sobrecarga para la esposa mientras el esposo se desentiende de hacerlo; o bien quedan en manos de personas extrañas (empleadas o empleados) que hacen las cosas peor y sin el amor debido. Todavía podríamos analizar otras complicaciones que recurren en este tema del “trabajo”. Y son fáciles de adivinar los problemas que ocasionan para el deseable vivir en pareja con armonía y con amor. Sin el trabajo difícilmente se prestan las obras o servicios en los que el amor tiene que expresarse; pero al mismo tiempo, es el trabajo una de las principales fuentes de los conflictos y problemas amargos en el convivir de la pareja en matrimonio. Y de los fuertes sentimientos que surgen en el uno, en el otro o en ambos. Una vez más, puede ocurrir la posibilidad de estar reprimiendo esos sentimientos e ir acumulándolos hasta que exploten. Una vez más, el querer “aclarar las cosas de una vez por todas” acusando y enzarzándose en una agria pelea, que no arregla nada, porque deja el problema como es, y deja malparado el amor mutuo con el que tendrían que sobrellevarlo, o bien el logro de ayudarse el uno al otro en las dificultades que acarrea la vida familiar. Una vez más, para evitar esa pelea, puede recurrirse a sentarse juntos para ver cómo son las cosas, discurrir sobre ellas y tratar de alcanzar, si no la solución, por lo menos vivir con armonía; un camino también inadecuado, porque cada uno tendrá sus intereses y sus puntos de vista distintos, cada uno defenderá lo suyo como lo más acertado relegando al otro e hiriendo el amor propio que le corresponde, y siendo muy difícil no derivar en ofensas o acusaciones de culpabilidad, que distancian en lugar de unir en la relación de pareja. En fin: una vez más, queda como único camino válido la decisión de uno o de ambos de manifestar al otro los sentimientos que está teniendo por causa del tema del trabajo, en cualquiera de sus implicaciones que veíamos; junto con los sentimientos, manifestar al otro los pensamientos en los que se está enredando desde eso que siente, a la vez que los comportamientos que por razón de esos sentimientos está teniendo de un tiempo a esta parte. El uno habla, con amor y desde el corazón; el otro no solamente “lo oye” y “lo entiende”, sino que “lo escucha”, lo acoge con el corazón, y hace suyo lo que el otro está sintiendo. Lo hacen ambos del mismo modo hablando y escuchando al otro. Los dos se compenetran haciendo frente al problema. Los dos se aman desde la confianza de contar a su pareja lo que siente. Los dos se sienten amados al verse escuchados y acogidos con amor. Los dos reafirman el amor que necesitan tenerse sabiendo cultivarlo. Solamente eso merece llamarse “diálogo”, el que no rompe la unidad que Dios quiere en la pareja, sino el que si estaban siendo DOS logran ahora ser más de veras UNO.

Semejante al trabajo como fuente de problemas en la pareja, deberíamos analizar el tema del dinero. El que no se tiene y hace tanta falta. El que cuesta tanto ganarlo y que tan fácilmente se gasta sin haber sabido o sin haber podido administrarlo mejor. Las deudas que fácilmente contrae el uno, o el otro, o ambos, y de las que se sale tan difícilmente viviendo mientras tanto tremendas amarguras. Y también el dinero que se tiene, acaso en abundancia, pero que no se comparte, que cada uno posesivamente lo llama “suyo” privándole al otro de ello; junto con la ambición que el poseerlo produce, o los vicios que el tenerlo puede acarrear. Tantas complicaciones que el tema “dinero” trae a la relación de pareja en el matrimonio. Y una vez más, el ir aguantándolo, el romper en una amarga pelea, el enredarse en discusión de opiniones o puntos de vista; o el camino correcto de “dialogar” sobre los sentimientos para lograr amarse más en lugar de estar amándose menos, abocándose quizás a la ruptura teniendo tal “bienestar”.

Otro tema semejante para poder analizarlo como fuente de problemas en el vivir con armonía, puede ser el de la salud. Que afecta al trabajo y que implica el dinero. Cuando la salud se deteriora, o cuando se la cuida obsesivamente y demasiado. O simplemente cuando se trata de estar previniendo la posible falta de salud; o el estar viviendo desprevenidos como si fuese un tema en el que no se debe pensar.

Igualmente el tema del descanso. El descanso que se necesita y que no se tiene. El descanso que se tiene y se disfruta en demasía, deviniendo en ociosidad. El descanso que cada uno lo disfruta por cuenta propia, y nunca se comparte para gozarlo juntos: las vacaciones, los fines de semana, las horas libres que cada día se deben tener y disfrutarlas haciéndose compañía. El descanso que uno le reclama al otro porque nunca ve que lo necesita. Tantos otros aspectos que podríamos ver en el tema del descanso.

Muy similar es también el tema del “tiempo”. El tiempo que falta para hacer las cosas. El tiempo excesivo que uno se toma para hacer lo que a él le corresponde. El tiempo que hace en que parece que ni se acordaban de estar casados, pues no lo han estado compartiendo juntos haciéndose compañía, hablando de lo que sea, dedicándose el tiempo el uno al otro. Acaso el demasiado tiempo que uno está exigiéndole al otro para estar conversando o compartiéndolo juntos. El reclamo de un “¿me vas a dejar en paz?” O el tiempo que nunca nos damos para “dialogar”.

En el tema de “nuestra comunicación personal”, los gritos aun ocasionales, pero más si son el modo común de nuestra comunicación. La falta de calor en las conversaciones, la falta de caricias, la falta de detalles amorosos, la falta quizás de simple cortesía; o el exceso de todo ello, que ocasiona hastío y se prefiere no encontrarlo.

Otra fuente de conflictos puede ser “la atmósfera del hogar”. Por la que a uno no le causa atracción el estar en casa, sino verdadero rechazo, prefiriéndose los amigos, los bares, o la calle. Porque todo está sucio, desordenado, mal puesto, o sin los artefactos que hicieran un hogar más atrayente, más grato para uno, y más presentable para las visitas. Por el contrario, el estar todo tan limpio y tan ordenado que no se puede ni tocar ni pisar; hay puestas ya tantas cosas que dan en rostro, como caprichos inútiles, o como nocivos para la convivencia: TV en todos los lados, aparatos de música sofisticados, no muy necesarios, y que siempre están haciendo ruido sea bonito o sea feo pero que no deja vivir; videocasetes para estar viendo películas violentas o indecentes; nuevos celulares más complicados y en los uno pierde más tiempo y dinero.

¡Quedaría recorrer tantos temas de los que surgen los problemas en el vivir en pareja!
Los propios familiares, mis papás, mis hermanos, mis tías, mis primos, sin haber roto nunca el cordón umbilical, y teniendo prioridad sobre la familia que es la pareja.

Los familiares del otro, que para uno son “parientes políticos”. Toda mujer, como mamá es la mejor que existe; y a la vez, como suegra, es el peor ser humano. No digamos las intrigas con las que suelen entrometerse en la vida y en las cosas de la pareja, no sólo los papás de uno, suegros del otro, sino hasta los hermanos y tías de uno que para el otro son como mucho “parientes políticos”, y gracias si se quedan distantes.

Otro tema origen de problemas en la relación de pareja, los amigos: los del uno o los de otro, los de ahora o los de antes; más que por serle a uno antagónicos o menos atractivos, por estar siendo preferidos más que la pareja, o por estar influyendo indebidamente en la relación matrimonial.

Otro tema difícil para después de muchos años de matrimonio, son los hijos ya adultos, todavía solteros o ya casados, y la relación con ellos. A veces la hija protegida del padre, y el hijo protegido de la madre; lo mismo que si es viceversa.

También el tema de la jubilación, sobre todo si es con una pensión miserable después de trabajar tantos años; y las situaciones que puede crear la desocupación, cuando uno se siente aún con edad y salud para seguir trabajando. Pareciera que uno ya estorba.

Hasta la relación con Dios puede ser fuente de problemas en la vida de pareja, cuando uno es más practicante y el otro lo es menos; o cuando uno o los dos están dedicando más tiempo de lo debido a las actividades parroquiales o apostólicas.

Un tema fuente de problemas debiendo ser fuente de la mejor relación es el sexo y el uso del mismo en el matrimonio, no ya fuera de él. Cuando cualquiera de los dos puede preguntarse “¿Cómo me siento cuando el otro me dice NO?” Y también cuando uno se siente chantajeado con el uso del sexo, o simplemente manipulado como un objeto.

Y por fin, ¿por qué no?, el tema de la muerte, al preguntarse el uno o el otro “¿Cómo me siento al pensar que un día veré mi soledad porque la muerte me dejó sin ti; y vea que no te amé o no te hice tan feliz como Dios lo quiso cuando nos casamos juntos?”

En todos los temas, en los problemas que en la vida de relación pueden surgir en cualquiera de los mismos, siempre se dan las cuatro alternativas: dejar las cosas estar, aguantando o hasta que no se aguante ya y se explote; agredirse, ofenderse, y pelear, sin más fruto que satisfacer la propia ira y el amor propio; ponerse a discurrir, razonar y así pretender hallar caminos, sin que se logre pasar, ojalá, de una paz ficticia, o un mero pacto; o definitivamente “dialogar” manifestando el uno al otro los sentimientos que está teniendo, escuchando el otro y acogiendo con el corazón, y terminar amándose más.


Escribirse una carta el uno al otro diciendo todos los problemas que desea no les ocurran nunca en su vida de pareja; y qué prometen hacer para que sea así.

No hay comentarios: