Liturgia diaria, reflexiones, cuentos, historias, y mucho más.......

Diferentes temas que nos ayudan a ser mejores cada día

Sintoniza en directo

Visita tambien...

domingo, 18 de julio de 2010

CAMINO MISIONERO 18/07/2010

  • ORACIONES para la EUCARISTÍA: ORACIÓN Y ACCIÓN (DOMINGO 16 T.O.)
  • Evangelio Misionero del Dia: 18 de Julio de 2010 - XVI Domingo del T.O. Ciclo C
  • ESCUCHAR LA PALABRA Y PONERLA EN PRÁCTICA
  • CUANDO MARÍA SE CONVIERTE EN MARTA
  • EL DERECHO A SENTARSE
  • UNA SOLA COSA IMPORTA
  • Meditación para el domingo XVI del tiempo ordinario
  • Dom 18 07 10. Marta y María: Dos mujeres, toda la Iglesia
  • Encuentros con la palabra: Domingo XVI del tiempo ordinario - Ciclo C (Lucas 10, 38-42)
  • LITURGIA Y CONTEMPLACIÓN: 16 DOMINGO DEL TO
  • Comentario bíblico y Pautas para la homilía: XVI Domingo del T.O. (Lc 10, 38-42) - Ciclo C
  • Cocinar esta bien, escuchar esta mejor
  • ¿CRISTIANOS DE DOS CLASES?
  • DIOS Y LOS POBRES... A LA SOMBRA DE TU TIENDA, A LA MESA DE TU PAN
  • XVI Domingo del T.O. (Lc 10, 38-42) - Ciclo C: Voz del verbo acoger
  • Lecturas y Liturgia de las Horas: 18 de Julio de 2010
ORACIONES para la EUCARISTÍA: ORACIÓN Y ACCIÓN (DOMINGO 16 T.O.)
Posted: 17 Jul 2010 05:19 PM PDT

Publicado por Fe Adulta

ANÁFORA

Es justo y obligado que te demos nuestras más sinceras gracias,
porque cuando oramos podemos dirigirnos a ti como a nuestro Padre,
con toda confianza y cariño de hijos.
Somos cada vez más conscientes de que hemos de cuidar
nuestra comunicación contigo, Padre bueno,
y descansar en tu presencia, a solas, en silencio de palabras,
sentir que estás en nosotros, dándonos la vida,
y llenarnos de paz interior y de fuerza
para enfrentar nuestros problemas
y sobre todo para salir al paso de los problemas de los demás.
Padre nuestro que estás en nosotros y nos quieres,
unidos a todos los hombres de buena voluntad,
cualesquiera que sean sus creencias,
queremos bendecir tu nombre y mostrarte nuestra gratitud.

Santo, santo…

Gracias de nuevo, Padre santo, por el ejemplo de Jesús.
Recordamos cómo Jesús sabía hacer compatible
la oración con su duro trabajo de misionero itinerante,
siempre dispuesto a ayudar a la gente en lo que necesitara.
Estamos seguros de que vivió en oración desde su juventud
y que así fue cómo puedo armar y madurar su innovador mensaje.
Nos enseñó luego a orar con palabras sencillas, con el corazón,
en la intimidad de la habitación, cerrada la puerta,
lejos del boato de un culto sólo para la galería.
Nos mostró cómo debíamos reunirnos con los hermanos
en torno a una mesa, compartiendo comida, ideas y sentimientos,
y recordando su entrega total a la causa de tu Reino.

El mismo Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
te dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».

Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».

Siguiendo el modelo de oración que nos legó Jesús,
te pedimos, Padre, que sintamos tu presencia real en nosotros.
Inúndanos con la fuerza de tu espíritu,
para que nunca cesemos en la alabanza de tu santo nombre,
pero siendo conscientes de que la única forma de agradarte
es haciendo realidad tu proyecto de vida sobre este mundo.
Ayúdanos a discernir tu voluntad en cualquier circunstancia.
Te prometemos repartir con equidad entre todos
el pan y el agua que nos has dado.
Querríamos saber perdonar de corazón a cuantos nos hubieran ofendido.
Que tu paz nos envuelva a todos los seres humanos
y aprendamos a convivir y a comprendernos.
Nos proponemos una vez más luchar cada día
por superar nuestras contradicciones,
por hacer el bien en todo momento y arrinconar el mal.
Contamos con tu ayuda, que te pedimos
en nombre de tu querido hijo Jesús, amigo y hermano nuestro.
AMÉN.


Rafael Calvo Beca

----------------------------------

PRINCIPIO

Alrededor de tu mesa, como hijos pecadores invitados por tu amor,
te damos gracias ya desde ahora, porque nos vas a regalar tu Palabra.
Haz tú que esa semilla arraigue bien en nuestra tierra débil
y vaya cambiando nuestra vida haciéndonos más parecidos a Jesús.
Por el mismo Jesús, tu hijo, nuestro Señor.


OFRENDA

Jesús, tu Palabra, es pan, nuestro pan.
Que este pan cambie nuestra vida y la convierta en pan para todos.
Por Jesús, tu hijo, nuestro Señor.


DESPEDIDA

Gracias por el Pan y la Palabra.
Alimentados y fortalecidos por la eucaristía te damos gracias
porque cuentas con nosotros para trabajar por el Reino,
para hacer más humana la vida de todos.
Gracias, Padre por tu Palabra y tu Pan, Jesús, nuestro Señor.

José Enrique Galarreta

--------------------------------

DESAHOGOS


Señor, no todas podemos sentarnos a tus pies
y escuchar tus palabras,
absortas en dulces pensamientos.

No todas podemos abrirte nuestro corazón
y hablar serenamente contigo
mientras el tiempo pasa.

No todas podemos escoger la mejor parte,
la que alguna vez soñamos,
y descansar junto a Ti mirándote a los ojos.

No todas podemos retirarnos a orar
cuando sentimos necesidad
o necesitamos consuelo y paz...

Mira, Señor: alguien tiene que aguantar al día
con sus más y sus menos,
con sus molestias, golpes e imprevistos.

Alguien tiene que cargar
con los diarios quehaceres y sacrificarse
para que esto funcione.

¡Ganar para vivir con dignidad
y sostener un hogar con ternura,
es dura tarea en esta sociedad hoy día!

Mira, Señor: las hay que tienen que madrugar
a gusto de quienes prefieren orar,
aunque suene mal, muy mal.

Y quienes tienen que atender lo doméstico
para que otras tengan tiempo de hacer su gusto,
de meditar y estar contigo.

Mira, Señor: también a Ti hubo que atenderte
cuando vivías por acá, de un lugar a otro,
anunciando el evangelio sin sosiego.

¡Y bien a gusto te sentías
cuando encontrabas todo a punto:
casa, mesa, ropa y amigos!

Mira, Señor, no te rías de nuestros líos
caseros: que si Marta., que si María...
¡La bodega va llena de víctimas de la intolerancia!


Florentino Ulibarri
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Posted: 17 Jul 2010 05:15 PM PDT

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 38-42

Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude».
Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada».

Compartiendo la Palabra
Por Pedro Garcia cmf

La escena que hoy nos trae Lucas en su Evangelio es de una sencillez encantadora y de unas enseñanzas muy provechosas para la vida de la Iglesia.
Jesús se presenta en Betania improvisadamente, pues el teléfono, el fax y el Internet para avisar estaban a muchos siglos de distancia todavía...
No viene Jesús solo, sino que le acompañan los Doce. Y trece nuevos comensales en la mesa son muchos para una sola mujer, que ha de multiplicarse en la cocina y en el comedor.
Y Marta es así. Trabajadora, nerviosa, diligente, quiere llegar a todo, pero le es imposible.
Mientras tanto, su hermana María, enamoradiza y pegajosa, se sienta tan tranquila a los pies de Jesús, y allí se le pasa feliz el rato, escuchando sin cansarse al Maestro querido.
Las dos hermanas aman por igual a Jesús, pero cada una le manifiesta el amor a su manera.
Marta, deshaciéndose en el servicio de la mesa.
María, por el contrario, escuchando sin perderse una palabra.
Hasta que viene la queja muy justificada de Marta:
- Pero, Maestro, ¿no te das cuenta del trabajo que tengo, y mi hermana tan remolona a tus pies? ¡Dile que me eche una mano, y ya te escuchará después cuanto quiera, que tiempo tendrá!
Jesús disfruta por igual con el amor de una como de la otra. Pero interviene, dándonos una lección que la Iglesia no va a olvidar jamás:
- ¡Marta, Marta! Tú te preocupas por muchas cosas, cuando una sola cosa es la necesaria. Tu hermana María ha escogido la parte mejor, y nunca le será quitada.
¿Dónde está la lección tan profunda de esta página de Lucas, una de las más leídas de su Evangelio?
Es una lección con dos capítulos distintos, e importantísimos los dos.
El primero, es el de la hospitalidad que se le hace a Jesucristo y el trabajo que se derrocha en su servicio.
El otro capítulo es el de la escucha de la Palabra y de la contemplación de Cristo, ocupación primerísima del cristiano.
Jesucristo ha venido al mundo, y los suyos, nos dice Juan al principio de su Evangelio, no le han querido recibir... Se ha presentado como un peregrino, no se le ha reconocido, y los llamados se han quedado sin la salvación...
¿Todos han despreciado la salvación traída por Jesucristo? No. Eso lo han realizado muchos. Porque otros muchos le han abierto las puertas de su corazón, ha entrado en él Jesús, y se han hecho dignos de llegar a ser hijos de Dios.
Estos últimos se parecen a Abraham, el patriarca, que abre su casa a aquel peregrino acompañado de dos hombres más, y, después de haberle atendido con generosa hospitalidad, se da cuenta de que ha acogido al mismo Dios acompañado de dos ángeles...
Acogido también así Jesús, reconocido, y después de haberse dado a Él por la fe y el amor, viene el servirlo y el trabajar por Él hasta agotarse. El trabajo será una vez el apostolado, para llevar su salvación a todos; y otra vez será el atender a Jesucristo en el hermano, en el pobre, en el enfermo, en cualquier necesitado...
En su propia Persona o en el hermano, pero será siempre Jesucristo quien nos pide hacer algo por Él.
La Iglesia ha entendido esto siempre así, y así ha servido siempre a Jesucristo: lo mismo en el campo misional, que en el culto del templo, que en el hospital, que en pobre del barrio marginado, que en el niño perdido en la calle, que en el cliente de la tienda o en cualquiera que nos pide un favor...
No trabajar por el hermano es no trabajar por Jesucristo. Servir a los demás es servir a Jesucristo en persona, porque se ha identificado con cada uno de los suyos.
Fue el papel que Marta desempeñó a perfección en Betania. Jesús y los suyos estuvieron todos servidos de maravilla...
Pero, ¿cuándo es esto posible? ¿Cuándo se encuentra así a Jesucristo? ¿Cuándo se le adivina en el necesitado, para servirle a Él, al mismo Jesucristo? Solamente se consigue esto cuando se le ha conocido en la escucha de la Palabra y en la contemplación de la oración. Sin conocer a Jesucristo, no se le ama. Sin amarle, no se le sirve. El trabajo apostólico como la atención a los demás, a los necesitados sobre todo, sólo es posible y es eficaz cuando procede de la fe y del amor. De lo contrario, es puro nerviosismo, puro desahogo natural, pura filantropía, pero no es caridad sobrenatural que venga de Dios ni lleve a Dios.
La Iglesia —modernamente, sobre todo— lo ha entendido siempre así y no se cansa de recordarnos esta lección de Jesús: trabajo y oración, oración y trabajo. El trabajo es muy importante, pero la oración lo es mucho más. Antes que darle a Jesucristo nuestras manos para servirle, le damos los ojos para mirarlo, los oídos para escucharlo, el corazón para amarlo...
Fue el papel desempeñado también a perfección por María en la entrañable casa de Betania.
¡Señor Jesucristo! ¿Cómo me quieres ver a mí?...
No hace falta que me lo digas. Ya se lo dijiste a las amigas de Betania. Que yo –hombre o mujer, mujer u hombre, lo mismo da– trabaje por ti y por el hermano como Marta la diligente, pero sin perderte nunca de vista a ti, como María la enamorada...
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Posted: 17 Jul 2010 04:41 PM PDT

XVI Domingo del T.O. (Lc 10, 38-42) - Ciclo C
Por José Enrique Galarreta

El relato se presenta sólo en Lucas. El carácter de ambas hermanas es muy similar al de la Marta y María que presenta el cuarto evangelio en la escena de la resurrección de Lázaro (Jn 11, 1-44).

Esta mujer llamada Marta que le recibe en su casa no parece tener un hermano, que habría de ser el jefe de la familia (como no fuese menor de edad); y la localización de esta escena en Betania, tan cerca de Jerusalén, es difícil en el itinerario de Lucas (Jesús está aún lejos de Jerusalén, y tiene que pasar aún por Jericó...) aunque sabemos que el itinerario de Lucas es un recurso literario.

Otras Marías "amigas" de Jesús, y la "María" Magdalena, la pecadora que unge los pies de Jesús, y la unción en Betania, donde Marta sirve y María unge los pies a Jesús, inducen a los exegetas a ver en estas dos hermanas del texto de Lucas a las mismas de los otros acontecimientos, aunque, evidentemente, la identificación de esta María de Betania con María de Magdala es inadecuada.

Prescindiendo por tanto de localizaciones e identificaciones, la esencia del relato es sencilla y no necesita mayor explicación para su comprensión. Jesús no llega solo; le acompañan muchas personas, y alojarle es un problema (algo así está en el trasfondo de la falta de vino en Caná).

Hay una variante en los textos; en vez de la expresión "una sola cosa es necesaria", algunos prefieren "hay necesidad de pocas cosas" o incluso "a mí me basta con poco".

La fórmula "sólo una cosa es necesaria" tiene más resonancias teológicas y probablemente es una elaboración de la fórmula primitiva. Ha tenido más fortuna probablemente por su mayor resonancia "espiritual".

Jesús, predicador itinerante al que acompañan discípulos y discípulas, acogido con reverente hospitalidad... es una buena imagen del Jesús real. Nada posee, no tiene dónde reclinar la cabeza, pero su condición de profeta, la fe en él como Mesías, le hace ser recibido muchas veces con gran solicitud, aunque otras veces es rechazado.

La preocupación de Marta es lo lógico: huéspedes (al menos trece), huésped importante, tirar la casa por la ventana, muchísimo trabajo... El comportamiento de María es incorrecto; le deja a su hermana con todo el trabajo. Jesús da la razón a lo incorrecto. Una vez más, Jesús presenta una inversión de valores.

Es un tema permanente en los evangelios, y se nos ha presentado varias veces en los últimos domingos. En la profesión de fe de Pedro, en quién es el más grande, en el rechazo de los que quieren seguirle, en el evangelio proclamado a los sencillos, en el buen samaritano... La imagen de Jesús invirtiendo los criterios y los valores habituales está presente en todo el evangelio (y culminará, dentro de pocos domingos, en el capítulo 15 de Lucas, con las paradójicas parábolas de la misericordia).

Tratar bien al huésped es un criterio honroso. Pero cuando llega la Buena Noticia, el Reino, todas estas honras quedan purificadas. Tratar bien al huésped revierte en honra del que lo hace: quedar bien con todo el mundo. Y éste ya no es un criterio que a Jesús le importe mucho. Sobre todo, porque hay otra cosa más importante en aquel momento.

Llega Jesús, y es importante recibirle como se merece; pero es más importante escucharle. A María no le importa tanto lo primero; escuchar a Jesús, mano a mano, en su propia casa, ¡eso sí que es fascinante!

En este sentido, cobra gran importancia la interpretación olvidada de las palabras de Jesús: "Marta, tranquila, no se trata de tirar la casa por la ventana, que nos basta con cualquier cosa", es mucho más profundo que una fórmula de cortesía del huésped que no quiere molestar.

Expresa una manera de ser de Jesús, coherente con la actuación de toda su vida. Es coherente sobre todo con el "mesianismo" que Jesús rechaza y con el que ofrece. La gloria externa, el agasajo, los honores al Rey... no son lo de Jesús.

Pero en el texto no solamente se afirma que todo eso no tiene importancia, sino que se aclara qué tiene importancia: escuchar la palabra. La llegada de Jesús a la casa es una oportunidad sin igual de escuchar la palabra: eso es lo importante. Por eso tiene razón María.

Aplicar este evangelio a la superioridad de la vida contemplativa sobre la vida activa es una deformación del mensaje. Cuando se redacta este texto no existía esa “vida contemplativa” a que suele referirse tal interpretación. No hagamos que los textos digan lo que a nosotros nos parece. Aquí podríamos extendernos sobre esa presunta “superioridad”, pero evidentemente no es el lugar adecuado.

Escuchar la palabra. Todos los seguidores de Jesús, no solamente los “contemplativos profesionales”, tenemos que atender a "lo único absolutamente imprescindible", que es escuchar la Palabra.

Absolutamente imprescindible porque escuchar la palabra es el alimento, el agua. Sin eso, no hay vida espiritual. Jesús mismo se define como Palabra, que es Agua viva venida del cielo, que es maná dado por el Padre... Todos los símbolos del AT se aplican de este modo a Jesús.

"Oyente de la Palabra" ha sido una de las más bellas fórmulas inventadas para describir al que sigue a Jesús. Nos viene a la mente la importancia de aquel pasaje, breve y desapercibido a veces, de Lucas 11,27.

"Estando él diciendo estas cosas, una mujer del pueblo alzó la voz:
- ¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron!
Pero Jesús le dijo:
- Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica".

Este evangelio nos invita por tanto a reflexionar sobre la fuente misma de nuestra conversión, de nuestra vida cristiana. El itinerario interior del que sigue a Jesús se resume en: atender constantemente a la Palabra, dejarse guiar por la Palabra, ponerla en práctica. La Palabra y nuestra respuesta van cambiando nuestros criterios, van produciendo nuestra conversión.

Como imagen para la reflexión, nos identificamos quizá con Marta: la Palabra está ahí, pero nosotros nos dedicamos a otras muchas cosas, no a lo verdaderamente necesario.

Como aplicación práctica para nuestra vida, debemos hacer dos reflexiones: la enorme responsabilidad de los sacerdotes que en las homilías dominicales tienen la misión de presentar la Palabra; la enorme urgencia que tenemos todos los que queremos seguir a Jesús: conocer a Jesús en los evangelios, dedicar un tiempo a orar, no a pedir, sino a escuchar.

Deberíamos ser insaciables en nuestra dedicación a conocer a Jesús, a contemplarlo: es eso lo que puede transformar nuestras vidas, ése es el grano de mostaza, la levadura que ha de fermentar la masa.

Y aquí, no podemos menos que subrayar esta grave carencia del pueblo cristiano: orar, orar con la Palabra. Insistimos una vez más: muchos cristianos rezan mucho y escuchan poco. Escuchar la Palabra, entender el mensaje, masticarlo, asimilarlo. Contemplar a Jesús, para que se nos vaya metiendo dentro y sea levadura que nos vaya cambiando, desde dentro.

La dificultad que muchos sienten es “no tengo tiempo”. No es verdad. “No tengo tiempo” significa, simplemente, “otras cosas me importan más”. Si no tenemos tiempo para orar, esto significa que escuchar la palabra nos importa poco.

Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Posted: 17 Jul 2010 04:25 PM PDT

XVI Domingo del T.O. (Lc 10, 38-42) - Ciclo C
Por Enrique Martínez Lozano

Una vez más, como tantas otras en los relatos evangélicos, no nos encontramos ante una mera “anécdota” de la vida de Jesús, sino ante una catequesis sobre en qué consiste ser discípulo.

Esta narración aparece únicamente en el evangelio de Lucas y tiene como trasfondo la doble actividad que se desarrollaba en las primeras comunidades: el servicio (o diaconía) y la proclamación de la palabra. Según el texto, parece que el autor tiene un interés especial en subrayar la importancia de la escucha de la palabra, a la que califica como “la parte [porción] mejor”, que no puede ser quitada.

Esa expresión de la “mejor parte” hace alusión a la “porción del Señor”. En el reparto de la tierra, cuando el pueblo se estableció en Palestina, a los levitas no se les asignó ninguna porción: su “lote” era el Señor. Y así se recoge en los Salmos:

“Tú, Señor, eres mi copa y el lote de mi heredad,
mi destino está en tus manos.
Me ha tocado un lote delicioso,
¡qué hermosa es mi heredad!” (Salmo 16,5-6).

“Mi porción, oh Yhwh,
es guardar tus palabras” (Salmo 119,57).

En la narración, la misma postura de María –“sentada a los pies”- es una alusión directa a su lugar de discípula: ésa era la postura que adoptaban los discípulos judíos ante sus maestros. Y no deja de ser llamativo que, en una cultura tan machista, en la que ningún maestro judío hubiera consentido tener mujeres en su grupo, se reconozca a una mujer el derecho pleno a ser discípula.

Si María es la que escucha la palabra, Marta representa el servicio. Y es ésta la que se dirige a Jesús, con un título frecuente en el evangelio de Lucas, pero que nació a partir de la experiencia pascual: Kyrios, Señor.

La queja de Marta, sin embargo, no va a ser bien acogida. En la respuesta que el autor pone en boca de Jesús –no es probable que esas palabras pertenezcan al Jesús histórico-, pueden distinguirse dos partes: la que se refiere a la inquietud de Marta y la que elogia a María por haber elegido “la mejor parte”.

Toda la respuesta rezuma sabiduría: la inquietud y el nerviosismo son síntomas de ansiedad, se corresponden con la hiperactividad mental –la rumiación incesante- y ponen de manifiesto que estamos alejados del presente.

Todo ello suele denotar una carencia afectiva o vacío psicológico no resuelto, origen de una prisa que no nos deja en paz, sino que nos introduce en una carrera interminable y agotadora que no conduce a ninguna parte.

Cuando eso se produce, la persona está identificada con su mente y, por tanto, con su ego o yo. Por eso, a aquel vacío psicológico se le añade el vacío esencial propio del yo, y la suma de ambos produce una incapacidad radical de vivir en el aquí y ahora. Porque el yo, como no puede “hallarse” a sí mismo en el presente, sólo puede sostenerse en tanto en cuanto mantiene expectativas que lo proyectan a un futuro imaginado.

Frente a todas esas trampas y engaños, suena sabia la palabra que proclama: “sólo una cosa es necesaria”. Lo único realmente necesario –aunque haya que trabajar otras cuestiones para que ello sea posible- es venir al presente.

Cuando aprendemos a vivir en el momento presente, todo empieza a fluir ajustada y armoniosamente. Cesa la inquietud, el nerviosismo, el estrés, el despiste, la ignorancia, el cansancio desproporcionado, los “dramas” mentales, los diversos mecanismos de huida, el sufrimiento inútil…

En la medida en que ponemos presencia en nuestra vida, todo empieza a encontrar su lugar, redescubrimos el gusto por vivir y emerge la Plenitud. Decididamente, la Presencia es lo único necesario. Y, como decía el místico sufí, “quien lo probó, lo sabe”.

Cuando vivimos en la mente, fuera del presente, nos pasamos el tiempo buscándole un significado a la vida; basta venir al instante presente para disfrutar de una vida plena de significado. La Presencia es sentido.

Dejamos de percibirnos como el yo aislado y vacío, ansioso e inquieto, para empezar a descubrirnos como esa misma Presencia que todo lo abraza e integra.

Nos liberamos de la tiranía de la mente pensante para percibirnos como la Conciencia desde la que la mente cumple su función: pasamos de considerarnos como “pensadores identificados con su mente” a vivirnos como “observadores de los propios contenidos mentales”.

Sólo aquí y ahora: “Ser, nada más; y basta. Es la absoluta dicha” (Jorge Guillén), lo único necesario.

Así entendida la “parte” que ha elegido María, queda claro que es “la mejor” y que “no se la quitarán”. Podemos perder todo lo que hemos ido adquiriendo, todo lo que tenemos, el mismo yo…, pero no podremos perder jamás lo que somos: eso es lo que nadie nos podrá quitar.

Cuando sufrimos porque creemos amenazada cualquier cosa que tenemos –bienes, imagen, fama…-, estamos todavía identificados con el yo; permanecemos en el mundo de las “formas”; no hemos encontrado aún “lo único necesario”. Cuando “cae” el yo, con él cae cualquier forma de miedo y de sufrimiento.

Ahora bien, es necesario subrayar que “lo único necesario” no es estar sentada escuchando la palabra, sino vivir en la Presencia. Y es necesario advertirlo porque este texto se usó, con frecuencia de una forma muy desafortunada, para contraponer lo que se llamaba “vida activa” y “vida contemplativa”.

En esa lectura simplista, las palabras de Jesús vendrían a afirmar la superioridad de la segunda sobre la primera: el trabajo manual ocuparía un lugar muy secundario con respecto a la actividad orante o contemplativa.

Tal interpretación, no sólo se apoya en un dualismo insostenible, engañoso y perjudicial –por el que “oración” y “vida” correrían por caminos diversos-, sino que olvida lo más característico de la respuesta: lo decisivo no es lo que hacemos, sino dónde estamos.

Hay personas contemplativas que no logran salir de su mente y hay personas muy activas con una vivencia profunda del presente. Es decir, la disyuntiva que el texto plantea no hay que entenderla como si fuera entre “trabajo” y “oración”, sino entre “ignorancia” y “consciencia”, entre “cavilación” y “presencia”.

Está en Dios quien vive en la Presencia, tanto dentro de los muros de un monasterio como en el vértigo de un tráfico incesante.

Es significativo que, dentro de una tradición que entendió esta escena evangélica en la clave a la que aludía más arriba, apareció una lectura totalmente divergente, en boca de uno de los mas grandes místicos cristianos: el Maestro Eckhart, en el siglo XIII-XIV.

Para Eckhart, la postura digna de elogio es la de Marta. Porque es ella la que vive el servicio y la dedicación a los otros. Con esto, el Maestro renano buscaba subrayar algo a veces olvidado en la espiritualidad: el test y la garantía de un camino espiritual auténtico viene dado por la bondad y el amor servicial que produce en la persona.

Es fácil advertir que, así entendido, no sólo no hay ninguna oposición entre ambas interpretaciones, sino que se reclaman. Con otras palabras, el auténtico camino espiritual se produce cuando María se convierte en Marta, una vez que ambas se han unificado gracias a la Presencia, porque las dos, en cualquier ocupación, han aprendido a vivir en presente.



www.enriquemartinezlozano.com
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Posted: 17 Jul 2010 03:41 PM PDT

Por Jose Antonio Pagola
XVI Domingo del T.O. (Lc 10, 38-42) - Ciclo C

Una vez más, Jesús se acerca a Betania, una aldea muy cercana a Jerusalén, a hospedarse en casa de unos hermanos a los que quiere mucho. Al parecer, lo hacía siempre que subía a la capital. En casa están sólo las mujeres. Las dos adoptan posturas diferentes. Marta se queja y Jesús pronuncia unas palabras que Lucas no quiere que se olviden en las comunidades cristianas.

Marta es la que «recibe» a Jesús y le ofrece su hospitalidad. A continuación se desvive en las múltiples tareas de ama de casa. Nada tiene de extraño. Es lo que le corresponde a la mujer en aquella sociedad. Ése es su sitio y su cometido: cocer el pan, cocinar, servir al varón, limpiarle los pies, estar al servicio de todos.

Mientras tanto, su hermana María permanece «sentada a los pies» de Jesús en actitud propia de una discípula que escucha atenta su palabra, concentrada en lo esencial. La escena es extraña pues la mujer no estaba autorizada a escuchar como discípula a los maestros de la ley.

Cuando Marta, desbordada por el trabajo, critica la indiferencia de Jesús y reclama ayuda, Jesús responde de manera sorprendente. Ningún varón judío hubiera hablado así.

Jesús no critica a Marta su acogida y su servicio. Al contrario le habla con simpatía repitiendo cariñosamente su nombre. No duda del valor y la importancia de lo que está haciendo. Pero no quiere ver a las mujeres absorbidas por las faenas de la casa: «Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas. Sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

La mujer no ha de quedar reducida a las tareas del hogar. Tiene derecho a «sentarse» como los varones a escuchar la Palabra de Dios. Lo que está haciendo María responde a la voluntad de Dios. Jesús no quiere ver a las mujeres sólo trabajando. Las quiere ver «sentadas». Por eso las acoge en su grupo como discípulas en el mismo plano y con los mismos derechos que los varones.

Es mucho lo que nos falta en la Iglesia y en la sociedad para mirar y tratar a las mujeres como lo hacía Jesús. Considerarlas como trabajadoras al servicio del varón no responde a las exigencias de ese reino de Dios, que Jesús lo entendía como un espacio sin dominación masculina.
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Posted: 17 Jul 2010 03:31 PM PDT

XVI Domingo del T.O. (Lc 10, 38-42) - Ciclo C
Por R. J. García Avilés

¿Contemplación o acción? ¿Y quién nos obliga a elegir? Más aún, ¿es posible elegir? Ni acción sin contemplación ni escuchar el mensaje de Jesús y olvidarse de ponerlo en práctica. Esta es la única cosa importante: conocer el mensaje de Jesús y realizarlo unidos a él.

UN ALTO EN EL CAMINO

Mientras iba de camino entró también él en una aldea, y una mujer de nombre Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María...

La parábola del buen samaritano terminó con esta reco mendación de Jesús al jurista que lo había interpelado: «Pues anda, haz tú lo mismo». Pero ese consejo era la conclusión de una parábola con la que Jesús trató de explicar una de las exigencias de la antigua alianza. ¿Era eso todo lo que tenía que decir Jesús? ¿Seguían siendo los antiguos mandamientos la norma para sus seguidores? De hecho Jesús había formula do algunas exigencias que superaban con mucho las de la antigua religión judía (Lc 6,20-36) y que incluso las contradecían (Lc 6,1-11). ¿Cómo saber entonces qué es lo propio de la comunidad cristiana?

La escena que cuenta el evangelio de hoy se desarrolla en un escenario totalmente nuevo: una aldea en donde dos her manas reciben y dan hospitalidad a Jesús. Nada se dice de los discípulos ni del resto de seguidores de Jesús (incluidos en el relato sólo por el uso del plural, al principio «iban de camino»); por otro lado, a Jesús se le llama, por dos veces, el Señor. Todo esto indica que, más allá del valor histórico de esta narración, Lucas refleja la situación de la comunidad para la que escribe y pretende ofrecer un ejemplo para cual quier comunidad: se trata de una propuesta de reflexión, un alto en el camino, para descubrir «lo verdaderamente impor tante».



¿QUE HACER? ¿COMO ESCUCHAR?

llamada María, que se sentó a los pies del Señor para escuchar sus palabras. Marta, en cambio, se dispersaba en múltiples tareas. Se le plantó delante y le dijo:

Señor, ¿no se te da nada que mi hermana me deje sola con el servicio? Dile que me eche una mano.



Marta y María representan dos maneras de entender el seguimiento de Jesús. Marta se dispersa en múltiples tareas, es una mujer servicial, incansable, atenta seguramente a todo lo que pudiera necesitar Jesús y cualquiera de los que iban con él. Lo que hace está seguramente bien, pero ¿qué es lo que hace? y ¿con qué criterios actúa? Podemos pensar que, puesto que no se había parado a escuchar a Jesús, su actividad no irá mucho más allá de las exigencias del Antiguo Testamen to, y ya que no les presta mucha atención, acabará por inter pretar las palabras de Jesús de acuerdo con las viejas tradicio nes.

María, por el momento, no hace nada: escucha a Jesús; sólo a Jesús. Como había que hacer, según la voz del cielo que acabó con las ilusiones de Pedro (pretendía escuchar a la vez la Ley y los Profetas y el mensaje de Jesús; «Este es mi hijo, el Elegido. Escuchad/o a él. Al producirse la voz, Jesús estaba solo» (Lc 9,35-36).

El mensaje de Jesús resulta tan radicalmente nuevo que no se entenderá si no se le presta toda la atención; lo acaba remos falseando si lo escuchamos con la atención dispersa por demasiadas preocupaciones, y se acabará adulterando si se intenta combinar con prácticas o mensajes ya superados. Por eso María «ha escogido la parte mejor, y ésa no se le quitará», dice Jesús: María se ha centrado en las palabras de Jesús, en la Buena Noticia.



SOLO UNA COSA ES NECESARIA

Lucas ni siquiera plantea en este pasaje la cuestión que, según la interpretación tradicional, se trataba en este pasaje: qué es más importante: la contemplación o la acción; porque escuchar a Jesús sólo tiene sentido si después se «pone por obra» el mensaje que se ha escuchado (Lc 8,21; 11,28). El problema es otro: qué es lo verdaderamente importante para el seguidor de Jesús, de dónde debe extraer los criterios para su vida (contemplación y acción) entera; cuál es su tarea específica. Y tampoco responde aquí, de manera completa, a esta cuestión; se limita a formular un criterio: sólo en Jesús se encuentra la respuesta; lo único importante es el mensaje de Jesús, el proyecto de Jesús, la Buena Noticia de Jesús Mesías.

No estaría de más que la comunidad cristiana hiciera un alto en el camino para ver cuáles son las fuentes de donde se nutre y el objetivo al que se dirige; no estará de más analizar si no hay una serie de preocupaciones que, aun siendo cues tiones importantes (la moral sexual, los métodos anticoncep tivos, el aborto, la enseñanza), nos están haciendo olvidar el proyecto global de Jesús de Nazaret: buscar que Dios reine en un mundo de hombres libres, porque son hijos, y que se quieren como hermanos (Lc 41,14-21; 6,17.20-26; 27-38; 7,36-8,3; 15,1-32).

Por supuesto que sin caer en fundamentalismos de ningún tipo, respetando la autonomía de la ciencia y de la técnica, de la filosofía y de la política; pero sabiendo que para nosotros la piedra de toque es siempre el mensaje y, sobre todo, la persona de Jesús.
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Posted: 17 Jul 2010 03:20 PM PDT


El domingo pasado, la Palabra nos invitaba a ser buenos samaritanos. Hoy, las lecturas nos presentan dos ejemplos emblemáticos de hospitalidad, que tienen lugar uno, en Mambré y otro, en Betania.

Abraham es propuesto como prototipo de acogida. Anciano, a la hora de mayor calor, al ver pasar por su puerta a unos peregrinos, se postra ante ellos, los invita a comer, les ofrece lo mejor que tiene. Marta y María, las hermanas de Lázaro, protagonizan la escena íntima ante el huésped y amigo, Jesús.

En ambos casos el privilegio es haber podido hospedar a Dios. En la Carta a los Hebreos, se nos advierte: “No os olvidéis de la hospitalidad; gracias a ella hospedaron algunos, sin saberlo, a ángeles”. San Benito, en su Regla, ordena recibir al huésped como a Cristo en persona. Quienes han practicado la hospitalidad han sido bendecidos muy copiosamente, como sucedió en el caso de Abraham. “Cuando vuelva a ti, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo”. Uno de los gestos magnánimos más conocidos es el que se refiere a San Martín de Tours (316-397). A la entrada de la ciudad de Amiens (Francia), se encontró con un mendigo. Movido a compasión, rasgó la capa que llevaba y la compartió con el pobre desconocido. La tradición cuenta que aquél mismo día, por la noche, Martín vio en sueños a Jesucristo vestido con el mismo trozo de tela que él había dado al mendigo.

El salmista nos canta cómo es posible hospedarse en la casa de Dios, precisamente por haber sido generoso con nuestro prójimo. “El que procede honradamente y practica la justicia. El que no hace mal a su prójimo. El que no presta dinero a usura. El que así obra nunca fallará”, y podrá hospedarse en la tienda del Señor.

En la actualidad, vivimos unas circunstancias muy especiales, en las que, como Abraham, deberemos estar muy atentos, para reaccionar con prontitud y generosidad al paso de personas que puedan ser verdaderos sacramentos de Jesucristo. El Maestro ha elevado al mayor grado la hospitalidad que demos a su presencia, a su Palabra, como María de Betania, que sentada a los pies del Señor, acertó a escoger la mejor parte.

La hospitalidad se sigue viviendo como testimonio cristiano. Algunos han sido capaces de entregar la vida por ella, y de permanecer, sin ruido, junto a los más necesitados. Conozco a la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, que llegan a hacer voto a precio de dar su vida, si fuera necesario, por servicio a los más pobres y necesitados.

Esta visión de la realidad social nos la ha revelado el mismo Jesucristo, “misterio escondido desde siglos y generaciones y que ahora se ha revelado a sus santos”. Tenemos la oportunidad de prolongar la actitud del Patriarca y la que tuvieron Marta y María con Jesús, siempre que acojamos a quien de muchas formas llama a nuestra puerta, tantas veces en figura de otro.
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Posted: 17 Jul 2010 09:55 AM PDT

Publicado por El Blog de X. Pikaza

Domingo 16. Tiempo ordinario. Lc 10, 38-42. Había prometido dejar colgado dos días el post anterior (sobre Buen. y Fran.). Pero el tema de este domingo es muy especial y nos ofrece uno de los textos más ricos y sabios de la historia cristiana. El de Marta y María. Es un texto que ha sido y sigue siendo manipulado desde diversas perspectivas. Hoy quiero ofrecer una visión de conjunto de su sentido.

((La iconografía usual sobre el tema me parece poco apropiada; por eso he preferido colgar un cuadro famoso y provocador, poco "piadoso", de Romero de Torres; los que quieran pueden sugerirme otros)).

Quiero decir, ya de antemano, que estas dos mujeres (Marta y María) son el signo de toda la Iglesia, mirada desde su perspectiva femenina.

Una (Marta) sería la mujer-obispo/diácono (es decir, la encargada del ministerio, es decir de la diakonía). Ella ejerce la función de "señora" de la casa, que organiza y dirige la comunidad doméstica, cuando las iglesias al principio eran casas grandes.

La otra (María) sería la mujer-maestra/testigo de la gracia (es decir, la orante y teóloga, encargada de escuchar y entender a Jesús). Ella es la acoge la palabra, la entiende y aplica, es el pensamiento del evangelio.

De la vinculación y ayuda de estas dos hermanas (de sangre o de comunidad) depende la vida de la Iglesia. Ellas son al principio "toda la iglesia", entendida en perspectiva de mujer. Me gustaría que los amigos del blog meditaran sobre el tema y dijeran (leyendo lo que sigue) si ese motivo de las mujeres-iglesia ha sido conservado o se ha perdido (se ha marginado) en una Iglesia de varones donde sólo los "hombres" pueden ser obispos, presbíteros y diácnonos.

Introducción

Esta es una escena provocativa y creadora. Es largo, no quiero suprimir nada. La dejo entera, no hace falta que la lean en su conjunto. Tómense tiempo, la dejaré hasta el domingo. Vayan comparando los temas con los temas de Marta-Buenaventura (que sería más Benedicto XVI) y de María-Francisco (que serían más los espirituales…). Pero de eso podrán tratar los comentaristas, a quienes doy gracias por haber retomado el hilo del blog tras el parón de ayer.

A la tarde del domingo o el lunes volveré a los temas de Francisco, de los espirituales y de la renovación de la iglesia (sin haberlos dejado).

Del tema de hoy hemos tratado los días pasados en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (de Santander). Podéis ver el programa del curso, dirigido por la Sra. Isabel Gómez-Acebo, en cualquier buscador de la UIPM. Para los “cómodos” se lo copio al final de este largo post sobre Marta y María (que he presentado ya otra vez, hace tres años, este mismo domingo, forma algo distinta, en este mismo blog, con el título de Santa Marta).

Texto. Mientras iban de camino:

38 Mientras iban ellos de camino, él entró en cierta aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39 Y ella tenía una hermana que se llamaba María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.40 Marta, en cambio, estaba afanada (distraída) con mucho servicio; y acercándose {a él, le} dijo: Señor ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el servicio? Dile, pues, que me ayude.41 Respondiendo el Señor, le dijo: Marta, Marta, te preocupas y estás perturbada por muchas cosas; 42 una (sola) cosa es necesaria; en efecto, María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada (Lc 10, 38-42)

1. El camino de Jesús.

Así comienza la escena: mientras iban de camino... No se trata de un "ir" cualquiera sino de un camino mesiánico, iniciado en 9, 51-52 (los enviados de Jesús no son recibidos porque van de camina hacia Jerusalén) y explicitado en 9, 57 (la llamada al seguimiento que Jesús dirige se inscribe en su camino de ascenso y cumplimiento mesiánico). En ese contexto de camino, que culmina de forma inmediata en el final de la parábola del samaritano (poreuou: ¡Vete!: 10, 37) se inscribe e inicia nuestro texto, que comienza con la misma palabra (en de tô poreueisthai: mientras iban de camino: 10, 38). Por eso es bueno precisar el tema en Lucas:

– Camino implícito. Se inicia en el contexto de la confesión de Pedro: Jesús es el Hijo del hombre que debe dar la vida y sus discípulos, es decir, aquellos que le siguen en el camino, deben negarse a sí mismos: 9, 21-27). Ese mismo camino queda ratificado en la transfiguración: en contra de lo que sucede en los paralelos de Mc y Mt, Lucas ofrece el tema del diálogo de Jesús con Moisés y Elías, diciendo que ellos hablaban sobre el "éxodo" que él debe culminar/plenificarse con plêroun en Jerusalén: 9, 31).
– Camino explícito. Se inicia en la gran afirmación de 9, 51-52: Jesús inicia el ascenso hacia Jerusalén y lo hace de forma explícita, con los Setenta y dos discípulos (cf. 10, 1), que son signo de toda la iglesia. Lucas emplea aquí el mismo lenguaje de culminar/plenificarse (plêroun) que había utilizado en la transfiguración, al hablar del éxodo que Jesús tenía que culminar en Jerusalén (cf. Lc 9, 31). Así afirma, al iniciar el gran que le lleva a Jerusalén que comienzan los días en que se cumple su subida, es decir, su plenificación mesiánica (Lc 9, 51). Jesús quiere culminar su camino (syn-plêroun) en compañía de sus discípulos. Su mismo ascenso hacia Jerusalén se convierte así en proceso y campo de surgimiento de la iglesia.

Todo lo que sigue ha de entenderse según eso en contexto de camino mesiánico. No es una verdad abstracta, no es una teoría sobre el ser humano. Lucas interpreta la historia de Jesús como lugar fundante desde el que se entiende el surgimiento comunitario. En ese sentido, los textos del evangelio (Lc) se convierten en referencia y clave para entender lo que ne otra perspectiva cuenta el mismo Lucha en el libro de los Hechos. Jesús envía a los discípulos a los lugares donde debe "venir él", para que le precedan. Hay aquí un elemento de "simbolismo" en el que se vinculan dos planos:

– Subida histórica de Jesús a Jerusalén, en el contexto de su vida. Lc estructura su evangelio domo gran subida a Jerusalén, que se inicia aquí (9, 51) y culmina en la pascua. De un modo especial definen a Lc como ascenso los capítulos de la "gran inserción" (Lc 9, 51-18, 15) en los que se aparta de la narración de Mc para ofrecer su propio esquema eclesial
– Subida de Jesús como parábola mesiánica. El mismo camino de Jesús viene a presentarse así como cumplimiento de la promesa israelita (conforme a las profecías de la gran subida de los pueblos hacia Jerusalén) y como anuncio y principio del camino de la humanidad, que viene a encontrar su sentido en ese camino de Jesús. El "éxodo" histórico y escatológico de Jesús y sus discípulos se interpreta así como espacio (contexto) donde se puede inscribir la historia eclesial. Lo que se dice aquí será reasumido en otra perspectiva, en el libro de los Hechos.

Así podemos volver al texto: Y sucedió que mientras iban de camino... (10, 38a). Jesús ha decidido dirigirse a Jerusalén (9, 51), proponiendo las condiciones de su seguimiento a quienes quieran acompañarle (9, 57-62). Le preceden los Setenta y Dos discípulos (cf. 10, 1-12.17-24) y con ellos va abriendo un camino de iglesia, tanto en perspectiva de misión (los que le acompañan) como en perspectiva de acogida (los que le reciben, formando con él una casa). En las reflexiones que siguen desarrollamos este último aspecto, estudiando el sentido de la comunidad que forman las dos hermanas.

2. Jesús y los discípulos...

De manera sorprendente, el texto pasa del plural al singular: ellos siguen de camino, mientras él entra en una aldea y casa... Es como si la experiencia eclesial se dualizara, de manera que se precisan los dos contextos fundamentales, los dos "espacios" básicos del evangelio:

– Por una parte están ellos (autous)... que siguen de camino... Estrictamente hablando no sabemos quiénes son.
– Por otra parte está Jesús, separado de los 72... Nuestro texto (10, 38) supone que, mientras ellos siguen, él (Jesús) queda, entra en una aldea, es recibido en una casa. De esta forma pasamos de la iglesia del envía y camino (los 72) a la iglesia de la acogida y la casa (las dos mujeres que van a recibir a Jesús).

Este Jesús acogido en la aldea (o casa) es símbolo del conjunto eclesial. No aparece ya en forma individual histórica, como un hombre del pasado, sino como figura pascual: es el Señor al que se acoge, el Señor que forma parte profunda de la vida de la comunidad.

3. Él entró en una aldea y una mujer llamada Marta lo recibió...

El tema de la acogida se encuentra preparado en 9, 52-56. Dejemos por ahora el posible añadido de en (su) casa. Acentuemos el contexto más extenso de la aldea (kômen) como lugar de referencia. Desde esta perspectiva, las dos escenas pueden entenderse como variantes de un mismo modelo narrativo:

– 9, 52-56. La aldea de los que no reciben a Jesús. Jesús envía a sus mensajeros para que le anuncien y preparen el camino. Ellos (en plural, los mensajeros) entran en una aldea samaritana ..., pero sus habitantes no le quieren recibir. Recibir (en el pueblo, en la casa) es la señal suprema de acogida mesiánica, como sabemos por 10, 4-10, aunque en un caso, en contexto más galileo-palestino se hable de aldea (kômen: 9, 52), y en el otro, en contexto más amplio de misión helenista se hable de ciudad y lugar (polin: 10,1ss). Esta aldea de los samaritanos es signo de todas las ciudades y lugares que no aceptaran la misión de Jesús a través de sus discípulos. Frente al deseo de Santiago y Juan que quieren hacer que baje fuego del cielo contra los no hospitalarios Jesús permite que no le reciban y va a otra aldea.

– 10, 38-42. Marta y María. La aldea de los que reciben a Jesús. Se repite el esquema y las palabras principales del pasaje anterior, aunque ahora no se dicen que son los discípulos (los mensajeros) los que preparan el camino de Jesús, sino simplemente que van (verbo poreuein en 9, 52.56 y 10, 38). El pasaje anterior acababa diciendo que ellos (Jesús y discípulos) fueron a otra aldea) que les recibe (9, 56); pues bien, la nueva escena comienza diciendo que Jesús entra (eiselthen, 38, lo mismo que 9, 52) en una aldea donde les recibe Marta (10, 38). Frente a los samaritanos anónimos que no reciben a Jesús aparece aquí Marta, como signo y representante de toda la aldea que recibe a Jesús.

En este contexto se iluminan de manera sorprendente muchos elementos. Quizá podamos decir que la aldea de los samaritanos se opone a la aldea de Marta (y María). Es claro que ambas aldeas son símbolo de las actitudes posibles ante el evangelio. Ambas se oponen y de algún modo se completan, ofreciendo un ejemplo concreto de lo que viene expresado en forma general en 10, 1-12: la misión se establece en forma de hospitalidad fundante, en ciudades y casas. No es misión de enseñanza teórica ni de adoctrinamiento sino de acogida y comunión en el camino que lleva hacia Jerusalén:

– 9, 62-56. Aldea samaritana: no acogida, conflicto social. Los protagonistas son los habitantes de la aldea en general (que no reciben a Jesús) y los discípulos (primero en general, luego personificados en Santiago y Juan) que quieren destruir la aldea, pidiendo que baje el fuego escatológico en contra de ella. Los habitantes de la aldea aparecen así de manera innominada, como signo de todos los que se oponen al evangelio; no se dicen si están dirigidos por alguna persona en concreto, no se citan sus representantes, aunque es evidente que los tienen. Por el contrario, los discípulos violentos están personificados en aquellos a quienes la tradición ha tomado en general con representantes de una línea dura (Santiago y Juan). Da la impresión de que unos y otros, samaritanos y discípulos, se mueven a un mismo nivel (de no acogida, de violencia), en plano de conflicto antiguo, de guerra histórica o escatológica. Jesús resuelve el conflicto, superando la oposición a través de una huída. Este rechazo de Santiago y Juan puede aparecer de alguna forma como anticipación del rechazo de Marta que veremos en 10, 42, pero en un contexto totalmente distinto.
– 10, 38-42. Acogida. Conflicto intraeclesial. Por ahora resaltamos sólo el hecho de que Jesús entra en la aldea y una mujer llamada Marta le recibe... Tomado el texto de esta forma (sin el añadido de en su casa) se pone de relieve el carácter social de la figura de Marta. Es evidente que ella no puede actuar en nombre propio; no es persona privada, sino representante de la aldea en su conjunto. Ella puede recibir y recibe a Jesús en nombre del conjunto social, en una actitud positiva que marcará el sentido de todo lo que sigue. El problema no consiste ya en recibir o no recibir a Jesús sino en precisar el sentido de lo que significa recibir dentro de este contexto de misión de Jesús y de la iglesia.

4. Aldea, mujer, casa.

En un primer nivel, el texto contrapone a los setenta y dos (enviados de Jesús), que pertenecen al grupo de la iglesia itinerante o misionera y a los habitantes de la aldea que reciben o no reciben a Jesús. Recibiendo a Jesús, estos últimos, se convierten en iglesia, es decir, en comunidad estable, según un modelo común a todo el NT. La comunidad o aldea donde Jesús se hace presente en un camino que conduce al reino es la primera forma de la iglesia.

– Solemos identificar la iglesia misionera con varones, conforme a una visión usual de los Doce, todos ellos varones (cf. 9, 1-6). Pero Lc 8,1-3 ha mostrado que esa iglesia misionera está formada también por mujeres que acompañan a Jesús y le sirven (o sirven al grupo, según las lecturas posibles del texto). Por ahora nos basta con saber que las mujeres pertenecen también a la iglesia en cuanto institución misionera; ellas se encuentran incluidas, según eso, en el número de los setenta y dos enviados de Jesús.
– También solemos identificar a la iglesia que acoge con mujeres, conforme a una visión que ha sido popularizada por la imagen de la "iglesia esposa" (tal como ha culminado en Ef 5, 22-30 y Ap 21-22). Pero tampoco esta visión puede universalizarse, a pesar de que en nuestro texto sean precisamente dos mujeres (Marta y María) las que representan al conjunto de la iglesia. En diversos lugares de Lc, la casa donde Jesús es recibido (signo de una iglesia) es propia de un varón, no de una mujer (cf. 5. 27-32; 7, 36-50; 19, 1-10 etc).

Con esto podemos pasar a cada uno de los elementos significativos de la acogida. La iglesia puede definirse como la comunidad o grupo de aquellos que "reciben" a Jesús, conforme a todo lo que estamos viendo en este pasaje, a la luz de la teología de la misión y del surgimiento eclesial que ofrece 10, 1-12. Frente a la aldea de los samaritanos que no recibe a Jesús (9, 52-56), frente a las aldeas o ciudades de Galilea que no han recibido a Jesús (10, 13-16), eleva Jesús su palabra de gozo por aquellas que han recibido a sus discípulos (que le han recibido a él mismo; cf. 10, 17-24). En ese contexto (en el que se vuelve necesaria, por compensación teológico-narrativa la alusión al buen samaritano de 10, 25-37, frente a los malos samaritanos de 9, 52-56) se inscribe nuestro pasaje. Dejemos por ahora la visión de samaritano y su gesto de acogida.

5. ¿Casa de Marta? ¿Casa de la Iglesia?

Y una mujer llamada Marta le acogió... (10, 38b). Aquí distinguimos las dos fundamentales, intentando precisar su sentido. Frente a la iglesia del camino, formada por Jesús y los 72 que le acompañan (incluidos en ellos los doce), emerge aquí la iglesia de la casa que acoge a Jesús. Se supone que con él van todos, de manera que la casa aparece como espacio de comunicación y encuentro (al menos momentáneo) al menos para ellos, pero el texto silencia su presencia (pasando del autous plural de 38a al auton singular de 38b), para centrar la escena en Jesús y las hermanas.

Una vez dicho esto debemos recordar que el texto presenta unas variantes...Las variantes del texto aparecen así como interpretaciones. Es muy posible que ellas procedan del mismo comienzo de la historia de la transmisión del texto. Un estudio más amplio del pasaje nos obligaría a matizar cada una de las variantes, buscando su sentido. Pero no podemos olvidar que esta es una escena de organización eclesial: ella nos habla de las tareas de la casa donde está acogido Jesús, casa donde se realizan los diversos ministerios eclesiales.

– La recibió (sin alusión a casa). Esta es la lectura preferida por el GNT, siguiendo algunos de los más valiosos manuscritos (p45.72; B, copsa). Nos sigue pareciendo la mejor, como hemos supuesto en las reflexiones anteriores: Marta aparece así como representante de una comunidad humana, de una aldea que recibe a Jesús y vive a la luz de su evangelio, es decir, de su camino de ascenso mesiánico a Jerusalén. Pero las restantes lecturas del texto nos ayudan a entender su sentido, tal como ha sido interpretado por la iglesia más antigua.
– La recibió en la casa (eis tên oikían, en la casa). Según los manuscritos que ofrecen esta lectura (p23, C*, L, Ξ, 33) la casa aparece sin dueño. Parece evidente que, en contexto eclesial, se alude a la casa de la iglesia, lo mismo que en otros muchos textos del NT. De esta forma pasamos de la aldea, como expresión general, de tipo más geográfico y extenso, a la comunidad cristiana, vinculada con esa aldea. Si es Marta la que recibe a Jesús en la casa es que ella aparece como "anfitriona", como "dirigente" o representante de esa iglesia. Nos hallaríamos ante una comunidad presidida por una mujer. El sentido de fondo sigue siendo el anterior (el del texto donde sólo se aludía a aldea); pero con la novedad de que la aldea recibe ahora un contenido cristiano, se transforma en comunidad de personas que acogen a Jesús.
– La recibió en su casa (de ella) (eis tên oikon autês). Los manuscritos que ofrecen esta versión (A, D, K. W...) tienden a suponer que la casa es "propia" de Marta, convirtiendo la escena en un tipo de encuentro privado o familiar entre Jesús y una mujer (luego veremos que son dos). Pero aún en esta versión, la casa de Marta puede convertirse en signo de la iglesia, como puede ser la de Simón (4, 38). En las reflexiones que siguen vamos a poner de relieve el carácter público de la escena, interpretando a Marta (y a María) como representantes de la iglesia.

Sea como fuere, Marta aparece como "dueña" y/o responsable de la comunidad (o de la casa). No depende de nadie: no aparece como hija o esposa de un varón, sino simplemente como mujer autónoma, como persona que puede recibir y recibe a Jesús (o al conjunto de la iglesia misionera). Como veremos después, ella tiene que organizar el servicio de la comunidad.
Así aparecen, frente a frente, Jesús, el Salvador, como aquel a quien deben recibir los humanos en camino de reino) y Marta (=que significa en arameo la Señora, emparentada con la raíz Mar, Maran, Señor), como aquella que le recibe. Si la narración acabara aquí tendríamos un paradigma normal de acogida: una comunidad cristiana, simbolizada por una mujer, recibe al Señor en el camino del reino. Pero resulta evidente que la narración tiene que complicarse, para volverse de esa forma paradigma o ejemplo verdadero de la vida de la iglesia.

6. María, la hermana de Marta: sentada a los pies del Kyrios, escuchando la Palabra.

Significativamente, el texto no ha precisado más la función de Marta. De ella se dice sólo que "recibe" (en palabra que dentro del NT sólo aparece en nuestro texto y en el paralelo de Lc 19:6 donde se dice que Zaqueo, bajando apresurado del árbol, recibió a Jesús con alegría. Pues bien, en contra de lo que aparece en Zaqueo, ella no dialoga directamente con Jesús en torno a problemas de organización o riqueza, sino que su diálogo (su problema) se establece a través de su hermana.

La relación de Marta con Jesús va a quedar mediada a través de la hermana. Así aparecen enfrentadas dos hermanas, por razón de un mismo varón, de un mismo hombre, en paradigma que aparece con cierta frecuencia en la historia de la literatura (y en la misma historia humana). Son infinitos los relatos de dos hombres que se enfrentan por una mujer... También son abundantes los relatos de dos mujeres que se enfrentan por un hombre... o por el hijo que ese hombre les puede conceder.
Este modelo de amigas-hermanas rivales recibe una importancia especial en la Biblia Hebrea, donde normalmente la causa del conflicto no es la lucha por el amor del hombre (al que puedan compartir, en matrimonio polígamo), sino la lucha por el hijo heredero, pues sólo el heredero ofrece a la madre el estatuto de señora (gebira), como aparece en toda la historia hebrea.

Es significativo y a mi juicio normal que, al llegar este momento, Lc acuda a este paradigma para ilustrar las tensiones interiores de la comunidad. Estas discusiones o tensiones comunitarias, como puede verse en la disputa sobre los primeros puestos (más propia, al parecer, de varones: cf. Lc 10, 46-48) o en la discusión sobre "ministerios" (en el texto, a nuestro juicio, paralele de Hech 6). Pero ahora el mismo recuerdo de las tensiones entre hermanas y/o amigas enfrentadas permite a Lc ofrecer un fuerte paradigma de conflicto eclesial. Recordemos algunos ejemplos:

– Agar y Sara. Aparecen vinculadas al mismo marido (Abrahán) cuyo favor quieren conseguir, por medio del hijo que aparece como expresión de dignidad y de poder, tanto para una como para la otra. Esta historia ha sido "espiritualizada" por la tradición judía y cristiana, que ha visto simbolizadas en la esclava y la libre dos momentos o formas acción de Dios (cf. Gal 4, 21-5,1).
– Lía y Raquel. El mismo tema de las dos mujeres en torno al mismo varón reaparece en la historia de Jacob, con la particularidad de que aquí las dos son libres y hermanas (como Marta y María), disputando no sólo por los hijos sino también por el amor del mismo varón.

Tan pronto como el texto dice que Lucas tiene una hermana podemos esperar y esperamos un tipo de conflicto. Es normal que las dos mujeres vengan a situarse en perspectivas distintas. Ellas sirven a Lc para expresar la tensión eclesial. Es evidente que el texto ha presentado a Marta como figura positiva, contrapuesta a los samaritanos que no reciben a Jesús. También es evidente que ella aparece como signo de la "totalidad acogedora" de la iglesia. Pero a partir de ella, el texto desarrolla la figura de su hermana María. Pues bien, a la luz de todo lo anterior, el término hermana (adelphê) puede interpretarse de dos formas:

– Puede ser hermana de Marta en el sentido familiar, de sangre (conforme a la interpretación usual, recogida por Jn 11, donde ellas, las dos hermanas posiblemente carnales, tienen un tercer hermano llamado Lázaro). Si leemos el texto así podemos suponer que María es más joven. No aparece como "dueña" de la casa (no es la que recibe a Jesús), aunque puede realizar y realiza una función importante. Parece subordinada (es hermana menor), pero da la impresión de que puede ocupar el lugar más importante en la vida (y corazón) del único varón de la escena. Parece que las dos se disputan la atención de Jesús, cada una con lo que sabe hacer (una con el trabajo, otra con la atención personal)... El conflicto familiar parece inevitable.
– Puede ser la hermana en sentido eclesial. Esta visión resulta más coherente con nuestra lectura anterior del texto (recibir a Jesús, fraternidad eclesial). Ciertamente, la palabra hermano puede tener su sentido literal en Lc-Hech (cf. Lc 14, 26; 20, 28-29; Hech 12, 2; 23, 16), pero también ha recibido un sentido más extenso: son hermanos los miembros del pueblo judío (cf. Hech 7, 2.26; cf. 9, 17) y de un modo especial los cristianos (cf. 1, 15; 11, 29; 15, 3; 16, 2.40; 21, 7). Todo nos permite suponer que Marta y María son hermanas en este último sentido: son creyentes que tienen una responsabilidad especial en la comunidad, como veremos al comparar el texto con Hech 6, 1-6, donde precisamente se llama hermanos a los miembros de la comunidad (Hech 6, 6).

Desde esta perspectiva más extensa de la fraternidad (sororidad) de Marta y María pueden entenderse mejor las funciones que ellas realizan, empezando por María. Es normal que en el fondo siga estando el símbolo de las hermanas carnales enfrentadas por un hombre (varón, amigo, esposo). Pero el mismo texto nos ayuda a superar ese nivel, como irán indicando las funciones de cada una de las dos "hermanas eclesiales". De esta forma, la "iglesia esposa" de Cristo (Ef 5) viene a presentarse como iglesia simbolizada por mujeres que realizan el conjunto de las funciones de la comunidad

María aparece en situación de discípulo, sentada a los pies del Kyrios (10, 39), escuchando directamente su palabra (no a través de su marido, como supone 1 Cor 14, 34-35; 1 Tim 2, 11-12). El mismo título de Jesús (Kyrios) nos muestra que no es el puro hombre histórico, amigo o marido discutido, sino el Señor pascual que está presente en la iglesia que le recibe. Está en el fondo el paradigma judío de los discípulos sentados en torno a un maestro para escuchar y aprender juntos la Ley, como ha mostrado con mucha precisión I. M. Fornari (en libro citado al final). El tema es absolutamente claro y no necesita más discusión ni prueba. Pero nuestro texto ofrece dos novedades significativas:

– Palabra del Kyrios, no Ley de Israel. María recibe y hace suya la Palabra del resucitado, que es el mismo Jesús que subió a Jerusalén para morir, no estudia la Ley de Israel. Jesús resucitado, presente en la comunidad, es fuente y sentido de toda "palabra". Él es quien instruye a la comunidad, representada por esta mujer.
– Una mujer. La que escucha la Palabra del resucitado es una mujer, en signo que rompe el modelo usual judío (e incluso ciertas representaciones cristianas). Dentro del judaísmo es raro encontrar a la mujer como "discípula"; la escucha y estudio de la Ley tiende a considerarse cuestión exclusiva de varones. También en la iglesia primitiva ha existido la tendencia a un monopolio de la Palabra de parte de los varones, como parece indicar el hecho de que los ministros de la palabra sean los Doce (varones), como testifican los textos arriba citados sobre el silencio de la mujer en la iglesia (cf. 1 Cor 14, 34-35; 1 Tim 2, 11-12).

Esta escena no ha dividido a la mujer en las dos tareas opuestas y complementarias del actividad sin palabra (Marta) y de la palabra pasivamente escuchada, sin posible actividad ministerial (María). Pero con esto pasamos ya a la función y protesta de Marta.

7. La diakonia o servicio de Marta.

Para comprender el sentido de la casa (y las funciones que se realizan dentro de ella) debemos precisar el sentido de la diakonía, vista desde la perspectiva del narrador y de la propia Marta.

– Visión del narrador. Hasta ahora ha sido el propio narrador quien ha contado la historia y así la sigue contando todavía al decirnos que marta estaba afanada (distraída con mucho servicio o diakonía (10, 40). Frente a la concentración de María se opone así la dispersión de Marta. Frente a la palabra de Jesús se pone el mucho servicio (diakonía). Veremos después el sentido de esa palabra. Por ahora nos basta con resaltar el tono negativo de la misma expresión: todo nos permite supone que hay un "mucho" servicio, un tipo de ocupación que distrae.

– Visión de Marta. El narrador le deja la palabra, de manera que es ella misma la que se queja de su trabajo, presentando su mucho servicio desde otra perspectiva: ¡tiene mucho trabajo porque su hermana le ha dejado sola! Evidentemente, ella tiene razón: el trabajo se podría y debería haber repartido entre las dos hermanas... Si ella está dividida y distraída es por culpa de su hermana, que le ha dejado sola.
Prestemos un poco de atención a este abandono (y fatiga) del trabajo... Marta eleva su voz en contra de todas las situaciones de injusticia de la tierra, fundadas en el hecho de que algunos pongan dejen de lado sus obligaciones, poniendo la carga en las espaldas de los demás. Es evidente que a un nivel Marta tiene razón: su voz sigue siendo la voz de la justicia de este mundo. Antes de escuchar la respuesta de Jesús vamos a precisar las razones de cada uno de los personajes y el sentido del trabajo que realizan:

– María ha abandonado un tipo de trabajo, para escuchar a Jesús.... En cierto plano, ella es "desertora" de sus funciones de servicio. En sentido general, su actitud puede ser buena: ella es la mujer liberada que puede dedicarse al cultivo de la Palabra, escuchando a Jesús. Pero eso puede significar que la carga de las funciones y servicios (sociales, familiares) caigan sobre las espaldas de la otra hermana. María puede ser contemplativa sólo a costa de su hermana: su "lujo" de mujer centrada en la palabra se convierte en causa de esclavitud (de mayor servicio) para Marta.

– Marta está "distraída" porque le han dejado sola... Da la impresión de que ella necesita que su hermana le ayude porque así lo requiere el ritmo de servicio. En otras palabras, la acogida de Jesús se convierte para ella en fuente y principio de un servicio: es como si el evangelio se tradujera en formas de servicio que distraen y dispersan. El mismo mesianismo (la venida de Jesús) se convierte en principio de un trabajo.

– ¿Qué diakonía? El texto dice que Marta recibió a Jesús en (su) casa, preocupándose de atenderle. De un modo normal interpretamos ese servicio en línea de asistencia doméstica: limpiar la habitación del huésped, preparar la comida, servir la mesa... Eso significa que ella actúa a modo de criada doméstica. Pero el sentido principal de servir (diakonein, diakonía) en el NT y sobre todo en Lucas (Lc-Hech) no es atender a la mesa a modo de simple criado/a, sino realizar una tarea ministerial en nombre de y/o por encargo de otro. El diaconos o servidor es ante todo un representante o mensajero, alguien que realiza la tarea que le encarga la comunidad o su Señor mesiánico.
Desde este fondo debe entenderse el texto clave de Lc 8, 1-3 donde se afirma que a Jesús le acompañaban los doce y algunas mujeres que le (les) servían con todo lo suyo; no son criadas de los doce sino representantes de Jesús, personas que realizan su servicio de reino, ministros de su obra. El texto supone que los Doce y las Mujeres se mueven al mismo nivel, formando parte de la comunidad itinerante de Jesús, lo mismo que se supone en Hech 1, 13-14 (pero ya en referencia a la comunidad primera de Jerusalén).
Una vez que llegamos aquí pueden hacerse algunas diferencias. De los Doce sólo se dicen que van (o están). De las mujeres, en cambio, se añade que han sido curadas por Jesús (lo cual puede aludir tanto a la impureza anterior como a la pureza y plenitud posterior) y que sirven con sus bienes o posesiones... ¿A quién? El pasaje puede entenderse de dos formas, conforme a los diversos manuscritos:

– Sirven a Jesús (auto: GNS con el , A, L, X etc.), es decir, al evangelio entendido como mensaje de salvación o a la comunidad eclesial. Esto significaría que las mujeres que acompañan a Jesús realizan una función ministerial

– Sirven a los discípulos (autois:: GNT con B, D, K, W etc.), sea entendidos en forma particular, como varones (tendríamos el esquema de un grupo de mujeres sirviendo a los miembros masculinos de la comunidad), sea entendidos en forma comunitaria (las mujeres sirven a la comunidad en cuanto tal).
Se supone, por tanto, que son mujeres de cierta fortuna, de independencia económica al menos relativa y que ponen lo que tienen al servicio de la obra de Jesús. No se les pide que vendan lo que tienen y se lo den a los pobres (como en el caso del rico principal de 18, 18-23), para seguir así a Jesús, sino que se dice que sirven a Jesús y/o a su comunidad, sosteniéndola con sus bienes. Estamos probablemente ante un modelo relativamente frecuente de mujer convertida y piadosa (sea al judaísmo, sea al evangelio de Jesús) que pone sus bienes al servicio de la comunidad religiosa.
Es muy posible que la acogida de Marta deba entenderse desde ese transfondo. Ella acoge y sirve a Jesús con sus bienes. Evidentemente no es una "criada" o sirviente, sino la dueña de la casa (o la representante de la comunidad). Su diakonía o servicio ha de entenderse en plano de ayuda económica y de acción social.

8. Formas de servicio.

Detengamos un momento la escena. Antes de escuchar la respuesta de Jesús podemos y debemos detenernos un momento para precisar las diversas formas de división social que se han ido dando en los diversos grupos humanos..
Empecemos por la división más usual, la que ha venido haciéndose en la iglesia católica en estos últimos siglos. El texto se aplicaría sólo a las mujeres. Los varones quedan fuera, están representados en el fondo por Jesús-Varón (como supondría Ef 5). Desde esta prospectiva hay dos tipos de mujeres:

– La mujer trabajadora, al servicio de las cosas de los hombres (especialmente de los varones). En sentido estricto, ella sería la "criada" de la casa. Está ahí para mantener el orden, para cuidar del hogar y de la vida, mientras los hombres (como Jesús) van y vienen. Ciertamente, es una mujer dividida, que se cansa, que protesta en contra de su suerte.
– La mujer contemplativa, al servicio de las cosas de Dios. El evangelio puede aparecer para ella como una liberación: le ofrecen una palabra interior que ella recibe y cultiva. Se libera del trabajo, pero no para ser dueña de sí misma en libertad y para organizar el mundo, sino para un tipo de contemplación, conforme a un camino místico entendido como liberación para el Señor.

Esta división tiene un sentido, pero llevada hasta el final ella aparece muy insuficiente, pues deja muchos elementos sin resolver. Lo más importante no es lo que dice, sino lo que omite. Aquí quedan sin resolver algunas de las cuestiones más importantes de la vida humana, como son la la administración y la maternidad. Hagamos las preguntas:

– ¿Quién lleva la administración de la comunidad? El texto no ha resuelto (ni planteado) el tema de los ministerios jerárquicos, en sentido posterior, pero eso lo ha hecho cierta iglesia posterior, que ha fijado a las mujeres en las tareas del trabajo (Marta) y de la contemplación (María), dejando en manos de varones la administración y dirección, tanto de las martas como de las marías. A mi juicio, esta lectura va en contra del texto.
– ¿En qué categoría se introduce el tema de los hijos? Normalmente la iglesia católica ha puesto sobre Marta (mujer sin palabra) el cuidado de los hijos: ella es madre en cuanto servidora del marido y/o de la comunidad. Por otro lado, María (mujer de la escucha) se ha entendido como contemplativa célibe: dedicarse a las cosas de Dios significa renunciar a una familia en este mundo. A mi juicio, esta lectura va también en contra de la dinámica más honda del evangelio.

Para resolver mejor el tema podemos y debemos situarlo en el trasfondo de la división tripartita de las funciones sociales que ha sido puesta de relieve por los estudiosos de la cultura indoeuropea. Tanto en Roma como en Grecia, tanto en India (castas) como en la Europa medieval cristiana se habrían puesto de relieve tres funciones sagradas, vinculadas con tres dioses o principios sagrados:

– Están por un lado los sacerdotes y/o sabios, que mantienen el orden sacral (Brahmanes). Ellos forman la casta primera, que Platón ha vinculado con la sabiduría, es decir, con la contemplación del misterio. En un momento determinado ellos, los clérigos o letrados, expertos en religión aparecen como dirigentes del orden social. En esta línea, siguiendo el esquema de Platón, se podría decir que María, la contemplativa, experta en Palabra del Señor, es la dirigente oficial de la comunidad de Jesús.

– Vienen, en segundo lugar, los guerreros y/o nobles, que mantienen el orden social (los ksatriyas). Ellos forman la casta que Platón ha vinculado con el valor, es decir, con la capacidad de entrega de la vida al servicio de la estabilidad social. Es normal que en un momento determinado, que en Roma se vincula con el surgimiento del imperio, ellos aparezcan como dirigentes de la sociedad. Es muy significativo que este tipo de personas falten en el esquema de Lc 10, 38-42, que parece haber simbolizado el conjunto social en dos mujeres (acción y contemplación).

– Vienen en tercer lugar los trabajadores, los que producen bienes de consumo, vinculados en general a los labradores y comerciantes. El algunas sociedades antiguas (como en Israel) ellos pueden aparecer como libres, apareciendo al mismo tiempo como soldados... Pero en otras sociedades más estamentales ellos aparecen como "siervos" en el sentido radical de la palabra: están sometidos a los otros dos estamentos, trabajan para ellos. Las revoluciones modernas (la francesa, la soviética) han tendido a poner el poder en manos de los trabajadores, convertidos en dueños del dinero.

9. Conflicto en la iglesia.

Como hemos dicho ya, Lc conoce una causa de conflicto intraeclesial: la búsqueda de poder: ¿quién es el más grande? Es significativo el hecho de que haya omitido la tradición donde se hablaba del deseo de poder de los zebedeos (Mc 10, 35-40; Mt 20, 20-23), pero la experiencia de fondo permanece. Lc sabe que los discípulos han buscado los primeros puestos, queriendo establecer una sociedad jerárquica en la que ellos mismos sean los privilegiados; y sabe que Jesús les ha respondido, diciéndoles que es necesario hacerse niños (pequeños) para ser grandes. (Lc 9, 46-48). Desde este fondo podemos citar y comparar los tres pasajes principales donde Lucas establece un tipo de disputa en torno al servicio:

– Disputa en torno al servicio: las mesas y la palabra (Hech 6). Los "helenistas" murmuran contra los "hebreos" porque sus "viudas" quedan relegadas en el servicio diario. La disputa la resuelven los Doce, afirmando que ellos deben mantenerse fieles a la oración y al servicio de la palabra y haciendo que la comunidad reunida elija a Siete para el servicio de las viudas y las mesas. Como vemos, el problema existe: los "helenistas" no protestan porque tienen mucha diakonía (como Marta), sino porque no se realiza la diakonía, porque las viudas (servicio personal) y las mesas (servicio alimenticio) no se realiza bien.

El problema se resuelve dividiendo las funciones (servicio de la palabra y de las mesas) de una manera que resulta irónica o, quizá mejor, paradójica: por un lado, el servicio de las mesas y de la palabra resulta inseparable, pues los "siete" (nombrados) para las mesas, y llamados de ordinario diákonos, realizan inmediatamente un ministerio en línea de palabra; por otro lado, la apertura universal de la iglesia (la misión helenista) no la han realizado los Doce (encargados según se dice de la Palabra) sino los Siete: la Palabra sólo puede extenderse donde se mantiene la apertura a las viudas y las mesas (la misión cristiana se abre precisamente a través de los helenistas, es decir, de los servidores. Han sido ellos los que han extendido de verdad la iglesia.

– Marta y María, servicio y palabra. El esquema de Hech 6 se repite en Lc 10, 38-42, pero con algunas diferencias fundamentales. En primer lugar los representantes de la iglesia son dos mujeres: ellas ocupan el lugar estructural de los Siete (Marta) y de los Doce (María), aunque sus funciones no pueden identificarse sin más a las de ellos. Sólo de esta forma, a modo de parábola, superando un esquema historicista (definido en Hechos de forma masculina), dentro del evangelio, Lucas puede presentar el tema de los servicios eclesiales (presentados en hecho a través de los Siete y los Doce) desde la perspectiva de dos mujeres, abriendo un camino de interpretación distinta del sentido de la iglesia. Estas dos mujeres representan al conjunto de la iglesia (igual que los Doce y los Siete de Hech 6), de manera que en ellas se descubre como en un espejo el sentido de los ministerios y taras de la comunidad de Jesús.

Por eso, lo que Hech 6 narra en forma masculina (Doce varones hebreos y Siete helenistas) se puede reinterpretar desde Lc 10, 38-42 a partir del simbolismo de las dos mujeres. Ellas son la expresión de las tareas de la iglesia, son signo de los dos "ministerios" básicos de la comunidad cristiana.

10. Respuesta de Jesús. María ha elegido la mejor parte.

Las soluciones del conflicto son distintas en cada caso, según el contexto y finalidad de cada pasaje. Por eso resulta peligroso absolutizar una única narración. Como hemos visto ya, en el pasaje de la disputa de la cena Jesús se identifica con el servidor o diákono, interpretando el evangelio como servicio humano (cf. 22, 24-30). Por su parte, en la disputa entre hebreos y helenistas Lucas (el autor de Hech) ofrece una respuesta de compromiso y colaboración: servidores de la palabra y de las mesas deben realizar su obra para bien del conjunto del evangelio (Hech 6). Pues bien, en nuestro caso, situándose en una perspectiva más personalistas, desde la actitud de cada protagonista más que desde la obra externa, el Jesús de Lucas se pone de parte de María, en una respuesta en la que podemos distinguir cuatro momentos:

– Marta, Marta, te preocupas y estás perturbada por muchas cosas. Marta quería que Jesús intercediera ante María, para que ella le ayudará en su tarea. Pues bien, Jesús responde de manera inversa y, en vez de enfrentarse con María, se enfrenta con la misma Marta, mostrándole la raíz de su inquietud. No rechaza ni condena a Marta (no la expulsa de su ministerio), pero le recuerda el riesgo de dispersión en que se encuentra: su afán por el servicio (organización eclesial y perfección externa de las obras) puede separarle de la raíz de la Palabra, de la fuente del Señor; este es el riesgo de unas obras que al desligarse de la fuente del evangelio pueden convertirse en nuevo legalismo. Reasume de esta forma un tema, desde una perspectiva de servicio perturbante, un tema que aparece formulado en clave general en 12, 22: "por eso, yo os dicho que no os preocupéis por la vida, qué comeréis...".

La novedad de nuestro texto está en el hecho de que descubre una preocupación destructora en el campo de la diakonía eclesial... Según Lc 10, 41, Marta corre el riesgo de reproducir en formas eclesiales (en inquietud y perturbación diaconal) un tipo de actitud que Lc 12, 12 ha condenado en clave general. Ciertamente, Jesús sabe que la diakonía es fundamental, pero puede haber un tipo de preocupación destructora en el mismo campo de la diakonía, una preocupación que destruye tanto a quien ejerce esa diakonía como a quien recibe sus servicios.

– Una (sola) es necesaria. Frente a lo mucho que perturba a Marta, sea sentido intensivo (mucha diakonía) o extensivo (se preocupa por muchas cosas: peri. polla,), Jesús destaca el valor de una una sola cosa, de aquella cosa que es necesaria. María sabe que esa cosa necesaria es la búsqueda del reino ( Lc 12, 31; Mt 6, 33). Según Lc 18, 22 esa única cosa necesaria para alcanzar la vida eterna es vender todo, dárselo a los pobres y seguir a Jesús.

Esta unidad (que define a María), expresada en la búsqueda del reino y en el seguimiento de Jesús, se contrapone a la multiplidad de las tareas ministeriales que perturban a Marta; da la impresión de que ella sigue interpretando el evangelio en la línea de las muchas obras, en la línea de la inquietud y perturbación por el trabajo, como si el mundo se salvara a través de las acciones de los hombres y mujeres de la tierra.

La única cosa necesaria no puede entenderse a nivel de pura contemplación sino de acogida de Jesús, para seguirle y cumplir su palabra. Eso significa que, para realizar su ministerio, Marta debe ponerse a los pies de Jesús como discípula; por su parte, para que su escucha resulte evangélica, María debe cumplir la palabra de Jesús, sirviendo en la iglesia a los hermano.

– En efecto, María ha escogido la parte buena (10, 42). Frente a las muchas cosas que perturban a su hermana, ella ha escogido la parte buena... No se lo han impuesto, no es una esclava callada, obligada a obedecer, sino que ha elegido (exelexato). La Palabra de Dios no se expresa como imposición, sino como responsabilidad personal; no es fatalidad, sino gracia.

María no está condenada como mujer al servicio que le imponen los varones, no es una esclava del sistema patriarcal o del lugar que ocupa en dentro del conjunto. He hecho una opción, ha escogido, en gesto personal que le vincula con Jesús, a través de la palabra. Hay unos servicios que se pueden imponer. La palabra, en cambio, abre para María el espacio de la libertad personal. Jesús respeta su elección y ratifica su gesto de escucha: de esa forma la valora.
Frente a la mujer persona-esclava por su obras de servicio ha destacado Jesús a la mujer-persona que es capaz de dejarse transformar por la palabra.

Frente a Marta que aparece perturbada desde fuera (cf. el pasivo|), María viene a presentarse como una persona que ha podido hacer una opción, superando así el nivel de los cuidados angustiosos, de la acción esclavizadora. Ha elegido la parte buena es decir, aquella porción o herencia que define al pueblo israelita. Ella aparece así como heredera de las promesas: ha conseguido el cumplimiento de lo que el mismo Dios había preparado para el pueblo.

– La cual no le será quitada. Parece que es la misma Marta la que quiere quitar a María esa tranquilidad, introduciéndola en las preocupaciones y cuidados de la mucha diakonía. Pues bien, Jesús se opone, ratificando la elección de María y prometiéndole que nada (nadie) podrá arrebatarle su opción... Esta elección de María permanece, conforme a la palabra de Jesús, dentro del proyecto de vida de la iglesia.

Al decir que no le será quitada... se est suponiendo que hay un riesgo: parece que hay personas dentro de la iglesia que quieren arrebatar a María esta libertad de elección, esta capacidad de escucha de la palabra, con todo lo que ella significa (autonomía en pensamiento y vida, capacidad de decisión etc.). Con esta sentencia, el Jesús de Lucas ratifica la opción y programa de María, en palabra que puede recordar

No hay comentarios: