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domingo, 8 de agosto de 2010

CAMINO MISIONERO. 8/08/2010

  • ORACIONES para la EUCARISTÍA: POR EL AMOR DE DIOS (DOMINGO 19 TO)
  • Evangelio Misionero del Dia: 08 de Agosto de 2010 - DOMINGO XIX DURANTE EL AÑO - Ciclo C
  • ACEPTAR LA VIDA COMO UNA MISIÓN
  • XIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 12, 32-48) - Ciclo C: El aceite de mi vida
  • LOS NECESITAMOS MÁS QUE NUNCA
  • XIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 12, 32-48) - Ciclo C: Todavía cantamos
  • A DIOS ROGANDO...
  • Liturgia y Contemplación: 19 DOMINGO DEL TO
  • XIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 12, 32-48) - Ciclo C: Voz del verbo esperar
  • Comentario Bíblico y Pautas para la homilía: XIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 12, 32-48) - Ciclo C
  • Lecturas y Liturgia de las Horas: 08 de Agosto de 2010
Posted: 07 Aug 2010 05:42 PM PDT

Publicado por Fe Adulta
ANÁFORA

Queremos expresarte, Señor, nuestro más sincero agradecimiento
porque no eres un Dios justiciero que premia y castiga,
no eres un Dios todopoderoso sino todo-amoroso, todo amor,
eres un Dios bueno, que disipa nuestros miedos, en el que se puede confiar.
Por tu hijo Jesús, el que mejor te ha conocido,
sabemos que eres sencillamente nuestro Padre
y que cada uno de nosotros es para ti tan querido como un hijo único.
Gracias, Padre, por tu amor incondicional,
porque nos sostienes en la vida y estás siempre con nosotros,
aunque no seamos conscientes de tu compañía ni de tu cariño.
Nunca podremos corresponder a tanto amor,
siempre estaremos en deuda contigo,
pero con humildad y sencillez,
reconociendo y aceptando nuestra pobreza,
te cantamos con toda nuestra alma este himno de alabanza.

Santo, santo…

Te agradecemos ahora, Padre y Dios nuestro, de modo muy especial,
la vida y la palabra de Jesús de Nazaret, que son nuestro norte y guía.
Nos hemos propuesto, con toda humildad, Señor, seguir a Jesús,
ayudar y cooperar en cuanto esté en nuestra mano
por la implantación de tu Reino y tu proyecto de humanidad.
Pero no querríamos engañarnos de nuevo con propósitos vacíos.
Queremos de verdad seguir sus buenos consejos,
tomar conciencia de que teniéndote poseemos el mejor tesoro,
que no tenemos nada que temer pero sí mucho que amar,
que siendo más hermanos de todos, nos hacemos más humanos.
Jesús nos enseñó que la auténtica felicidad se encuentra dándose, como él se dio.
Y nos pidió que no olvidáramos su testimonio de vida,
que le recordáramos cuando nos reuniéramos en su nombre.

El mismo Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
te dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».

Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».

Estos gestos y palabras han sido expresión y recuerdo, signo y sacramento,
de la vida y el amor de Jesús, su permanencia en Ti, en la Vida.

Jesús nos invita a seguirle, a dejar atrás nuestro apego al yo y al dinero
y a descubrir las verdaderas riquezas que has puesto a nuestro alcance.
Necesitamos, Señor, tu sabiduría para apreciar lo que es realmente valioso.
Danos discernimiento para no codiciar lo que no nos conviene,
para no dejarnos engañar ni por otros ni por nosotros mismos.
Necesitamos tu empuje, tu Espíritu de amor, Padre santo,
para saber renunciar a lujos y comodidades que otros están lejos de tener,
y hacer que nos sobre algo más para repartirlo con ellos.
No podemos seguir siendo insensibles ante el sufrimiento de los hermanos.
Convierte nuestro corazón, haznos más humanos,
que a pesar de tanta mala noticia que nos llega, volvamos a conmovernos
y a sentir como propias las tragedias que nos rodean.
En presencia de Jesús, con el impulso que nos da su vida,
brindamos por tu Reino, para que se haga realidad nuestro mejor sueño.
AMÉN



Rafael Calvo Beca

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PRINCIPIO

Aquí nos tienes, Padre,
alrededor de tu mesa, hambrientos y necesitados;
necesitamos tu palabra, necesitamos tu pan, necesitamos tu viento.
Gracias, Padre, porque siempre nos recibes,
nos perdonas, nos acoges.
Gracias por tu Palabra, por tu Espíritu, por tu Pan.
Por Jesús, tu hijo, nuestro Señor.


OFRENDA

Nuestro pan y nuestro vino, nuestra carne y nuestra sangre,
todo lo que somos, en tu mesa,
como una ofrenda, entregada a nuestros hermanos.
Que tu espíritu haga que nuestra vida sea así,
como fue la de Jesús, una ofrenda completa a tu Reino.
Por el mismo Jesús, tu hijo, nuestro Señor.


DESPEDIDA

Tu Palabra es luz, tu palabra es fortaleza,
tu Vento nos anima, nos refresca.
Gracias, Padre, por la eucaristía,
donde sentimos el Viento de tu Espíritu,
donde Jesús se nos hace presente.
Gracias, Padre, por Jesús, nuestro Señor.


José Enrique Galarreta

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TESOROS DESEADOS


Los tesoros que tanto deseo
y tan vivamente me atraen
haciéndome soñar con ricos presentes,
no están en el pasado,
digan lo que digan doctores sabios
y épicos poetas con sus cantos.


Están en el futuro esperado
y hay que buscarlos y encontrarlos
para no morir de sed y empobrecidos
en estos lugares y tiempos
que juegan a despistarnos
con sus rebajas y ofertas.


A veces están escondidos,
como las perlas, en campos de otros,
y otras nos sorprenden
por su manifiesta cercanía.
Pero no se gastan ni apolillan
pues surgen de tus entrañas vivas.


Los tesoros que tanto deseo
y tan tercamente me atraen
tienen siempre sintonía
con la voz de los profetas,
los pasos de los romeros
y los sueños de tus preferidos.


Por eso ando en su búsqueda,
sin tregua, desde la madrugada
hasta la noche bien entrada;
a veces con velas vacilantes,
otras con candil o linterna,
siempre con el corazón en ascuas.


Los tesoros que tanto quiero
y con tanta pasión me enamoran,
ni se compran ni se venden
ni pertenecen a mis posesiones,
pero me ofrecen gratis tu riqueza
y hacen que mi corazón repose.


Florentino Ulibarri
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Posted: 07 Aug 2010 05:35 PM PDT

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 12, 32-48

Jesús dijo a sus discípulos:
«No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino.
Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.
Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada».
Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?»
El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: "Mi señor tardará en llegar", y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquél que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente.
Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más»


Compartiendo la Palabra
Por Pedro Garcia cmf

Para hablarnos Jesús del encuentro que tendremos con Él al final de la vida, recurre a unas parábolas que nos dicen únicamente esto:
- ¡Estad preparados!
Lo vemos, por ejemplo, en el Evangelio de hoy, cuando nos cuenta lo de los empleados que dejó el dueño al marcharse en viaje de bodas.
Se trata de un señor rico. Una buena hacienda, con mucho personal a su servicio.
Un día les dice a sus empleados:
- Me voy, y no sé cuándo volveré. Espero encontrarlo todo bien a mi regreso.
Y dirigiéndose a los de más confianza:
- A vosotros dos os encargo la marcha de todo. Os recomiendo, sobre todo, el personal. Cuidad de que vuestros compañeros trabajen y tengan todo en orden, pero, sobre todo, tratad bien a los muchachos y a las muchachas, y mirad que no les falte nada.
Jesús contaba todo esto cuando a nadie le pasaba por la imaginación eso de teléfono, radio y televisión, fax o internet... Ningún reportero iba a dar noticias sobre el paradero de los viajeros felices. Entonces quedaba todo en lo desconocido, y todo se resolvía en la improvisación y la sorpresa. Por eso, les recuerda antes de salir:
- Tened preparado todo para cuando yo vuelva. Igual puede ser en pleno día como a mitad de la noche. Hasta podría presentarme como el ladrón, a la hora menos pensada.
El dueño emprendió el viaje, bien contento con su joven esposa en luna de miel. La vida seguía su ritmo. Y pronto vinieron las diferencias de conducta entre los empleados de la casa.
Uno de los encargados, serio, magnífico, era la estampa de la responsabilidad. Todo era trabajo, orden, limpieza, previsión. Los criados que dependían de él se encontraban felices, con los quehaceres bien distribuidos y con la comida siempre servida a tiempo. Llegaba la noche, y, por si acaso se presentaba el dueño, las lámparas estaban prendidas, con el aceite de repuesto al lado. Y él mismo permanecía alerta, ceñida la cintura y con la mesa a punto, por si acaso.
El otro encargado pensó de otra manera:
- ¡Sí que tarda en llegar el dueño! ¡Vayan a saber qué le habrá pasado! Mejor es disfrutar de la vida que no esperar tontamente.
Y así era su conducta. Comía, se emborrachaba, golpeaba a los muchachos y a las muchachas que el amo le confiara. Era el descuido y la dureza personificados.
¿Qué ocurrió al fin?... Pues, que el dueño llegó a mitad de la noche. Se percató de todo en seguida, y empezó a ajustar las cuentas. Al empleado diligente lo hizo sentar a la mesa en sitio de honor, y el mismo señor se puso a servirlo con satisfacción grande. Y al otro empleado, haragán, vividor, y cruel con los compañeros, lo mandó azotar severamente y lo metió en el calabozo que se merecía.
Toda esta parábola de Jesús se puede resumir en una sola palabra: Vigilancia. La vigilancia era muy inculcada por el Señor, como vemos por varios pasajes del Evangelio.
En la Iglesia, hemos interpretado siempre muy bien esta exhortación de Jesús.
La vida cristiana no es más que una espera del encuentro con el Señor. ¿A quién causa miedo la muerte? Sólo al que no cree. Sólo al descuidado en su conducta. Mientras que al cristiano ferviente le hace exultar de gozo el pensamiento de ese encuentro con Jesucristo.
Una Teresa de Niño Jesús, la Santa moderna de más renombre, tan joven y Doctora de la Iglesia, aludiendo a esta parábola, se expresaba deliciosamente:
- Yo le digo a Jesús que se acuerde de que Él mismo se llamó “ladrón”, y le pido que haga honor a su nombre: ¡que venga a robarme pronto!...
Únicamente puede hablar así quien tiene siempre a punto la lámpara.
Quien siempre está vigilante en la oración.
Quien se encuentra con el Señor con toda la frecuencia posible en los Sacramentos.
Quien es un reloj en el cumplimiento de sus deberes.
Dejamos aparte el castigo de los rebeldes al Evangelio, y que un día les aplicará el Juez supremo.
Y vemos que la fuerza principal de esta parábola está en esto: nosotros, ahora, nos esforzamos en servir al Señor en su hacienda, en sus intereses, en el Reino, en los hermanos de los que cuidamos con amor y esmero. En los hermanos le servimos al mismo Jesucristo.
Pero, cuando Él venga a buscarnos, cambiará los papeles:
Ahora el Señor nos necesita. Pero aquel día ya no necesitará ningún servicio nuestro. Se contentará con el amor inmenso que por Él habremos derrochado en los hermanos. Y entonces será Él mismo quien nos servirá espléndidamente en el banquete de la Gloria.
¡Señor Jesucristo, Tú eres el único Dueño, el único Señor!
Ninguno de nosotros tiene derechos sobre otro hermano.
Todos somos deudores —los unos de los otros— sólo para amarnos. Y en amarnos y en servirnos, te amamos y te servimos a ti, Señor.
Todo hombre que me rodea es un acreedor mío y yo le debo mi amor, como te lo debo a ti, Jesús.
Por lo visto, vale la pena portarse bien en la vida con los demás y trabajar algo por ti, Señor...
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Posted: 07 Aug 2010 05:10 PM PDT

XIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 12, 32-48) - Ciclo C
Por José Enrique Galarreta sj

Todo el capítulo 12 de Lucas es una recopilación de palabras de Jesús, de marcado carácter escatológico: la cintura ceñida, la lámparas, la espera del señor que viene... resuenan en estas expresiones varias e importantes enseñanzas evangélicas: las diez doncellas, los talentos... En tal sentido, no se añade ninguna idea no conocida, sino que se abunda en lo mismo, incluso con imágenes semejantes.

En mitad del verano, en ambiente nacional de vacaciones y de disfrutar de la vida benigna y relajada, las palabras de Jesús suenan como un trompetazo en mitad de la siesta.

El verano (el verano mediterráneo en especial y como prototipo) se presenta a menudo como el ideal de la vida. Trabajar poco o no trabajar, dedicarse enteramente al ocio (más bien pasivo), trasnochar relajadamente..., en una palabra, disfrutar, deseando con toda el alma que se detenga el tiempo, que esta excepción anual de las vacaciones se convierta en norma.

La cintura desceñida, las lámparas apagadas, sin esperar a nadie que interrumpa el disfrutar... toda una imagen. Una imagen terriblemente falsa de este mundo, de esta vida.

Contemplando muchos ambientes vacacionales, que tan generosamente nos regala la TV, acabamos experimentando la sensación de que todos se han vuelto niños, de que los valores serios de la humanidad están aparcados, de que están jugando a cuentos de hadas.

La vida, la humanidad, giran en la oscuridad en torno a este brillante círculo "caribeño": el hambre del mundo, la opresión creciente de los abusos de la globalización, los integrismos asesinos, la incultura envilecedora, la corrupción, el tráfico de armas y de drogas...

Se sigue naciendo y muriendo, envejeciendo y enfermando, enriqueciéndose y arruinándose... mientras nuestra burbuja caribeña se evade por unas semanas de la vida real.

Esta imagen es más honda de lo que parece: creo que muestra el fondo de nuestros ideales y la contradicción básica que existe entre nuestros criterios y los de Jesús.

Caricaturizando un poco, lo que más íntimamente deseamos, lo que solemos pedir a Dios en nuestras oraciones de petición, se puede resumir en: una vida sin esfuerzo ni dolor, que Dios nos libre de cosas desagradables; si se pudiera, no envejecer, no enfermar, no tener problemas económicos; que se pueda disfrutar de la vida tranquilamente; y que no se acabe, que nuestra salud no vaya declinando, que nuestras capacidades no se vayan apagando, que nos libre alguien del angustioso fantasma de la vejez y de la muerte.

Pero, si algún mensaje es inseparable del evangelio, éste es precisamente la trascendencia: esta vida está dirigida a LA VIDA, y pierde lo mejor de su sentido si se le priva de esa relación.

Se ha hablado demasiado de la escatología reduciéndola al convencimiento de las primeras generaciones cristianas de que el mundo estaba a punto de terminar. La escatología de Jesús es más seria: es cada una de las personas las que se dirigen a un destino que no es esta vida sino LA VIDA. Y si esta vida no es entendida como camino hacia LA VIDA, pierde mucho de su sentido y validez.

En realidad, ¿a mí qué me importa cómo ni cuándo se acabará el universo, si estaré muerto mucho antes de que eso suceda? A mí me importa a dónde voy yo, qué va a ser de mí. Y a Jesús le importa, le importa muchísimo, se nota en la gravedad de las expresiones, en la escenografía que emplea, en lo drástico de sus expresiones.

En resumen, Jesús plantea una disyuntiva: vivir para disfrutar sin más, o vivir para el Reino. Y nos insta, repetidamente, con apremio, a elegir bien, a no tirar la vida, ni un mes ni una semana ni un segundo, de la misma manera que no desperdiciamos un solo euro y buscamos la mayor rentabilidad en nuestras inversiones.

Todas estas consideraciones pueden hacer pensar que seguir a Jesús, buscar el Reino, estropea esta vida, destruye el disfrutar, amarga la existencia. Pero se trata de todo lo contrario. Se trata de disfrutar mejor, de dar sentido a la existencia, de vivir la vida con más plenitud.

Es, en resumen, un mensaje mucho más realista. Querer convertir la vida en Paraíso, precisar como ideal de vida una perpetua vagancia en las Bahamas, es utópico e infantil. La vida no son vacaciones: la vida es un trabajo, la vida es una misión.

Es ésta nuestra primera aceptación de Jesús: aceptar la vida como una misión. La misión es doble: realizarme yo hasta el límite de mis posibilidades y mis ambiciones, y desarrollar el mundo, las demás personas y el planeta entero, hasta el límite de los sueños de Dios.

Esta es la maravilla de "El Reino": que nada de lo humano se queda sin sentido, que todo puede incluirse en el proyecto, que el esfuerzo y el descanso tienen valor, que todo es construir, que merece la pena. El objetivo del Reino no es la renuncia, sino la plenitud.

Hay muchas renuncias que hacer, como hay siempre precios que pagar: pero las renuncias son liberaciones, renunciamos a lo que nos empequeñece, renunciamos a nuestras cadenas; y los precios son irrisorios en comparación con lo que se compra.

Quizá el problema más agudo de todo ser humano es el conocimiento de los fines y los medios, y ser consecuente con tal conocimiento. Disfrutar es muy bueno, pero es un medio: convertirlo en fin es desastroso. Trabajar puede no ser agradable, pero es un medio: utilizarlo bien es de sabios. Y, mucho más adentro, perdonar o vengarse, acumular o compartir, consumir a tope o ser austero... son medios y expresiones del sentido de la vida y muestran a qué satisfacciones aspiramos.

Jesús no es conformista: no se satisface con una mariscada, cuatro helados y una noche bailando salsa. Jesús sueña con que todos sean personas, es decir Hijos y le molesta que nos conformemos con menos y que nos dejemos engañar. Por eso repite tantas veces "estad alerta".
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Posted: 07 Aug 2010 05:06 PM PDT
Por Juan Jáuregui

Cuentan que un hombre joven se preguntaba si en el mundo existía la justicia. Y salió en su busca. Por más que anduvo no encontró en parte alguna la verdadera justicia.

Al volverse a casa se encontró en un bosque muy oscuro. Se perdió en medio de él, sin saber qué dirección tomar. Entonces llegó a un claro en el que había una casa en ruinas y destartalada. Vio la puerta entreabierta; entró y se encontró en una habitación llena de luz. Después vio otra, otra y otra, de tal manera que las habitaciones parecían no acabarse.

Y en todas ellas, muchísimos estantes con muchísimas lámparas de aceite. Estas lámparas, muy pequeñas, unas brillaban intensamente; otras se estaban apagando. En algunas lámparas había mucho aceite y en otras sólo unas pocas gotas.

Este hombre se dio cuenta de que no estaba solo. A su lado había una figura pálida y blanca, vestida toda de blanco. El hombre tuvo miedo y pregunta: «¿Dónde estoy?».

La figura lo miró y dijo: «Esta es la casa de las lámparas de aceite. Cada lámpara que ves aquí es el alma de un ser humano. Todos los seres humanos vivos ahora en todo el mundo están aquí. Viven y mueren. Como puedes ver, a algunos les quedan muchos años por delante; a otros les queda muy poco tiempo; y algunos mueren mientras hablamos». Y en aquel mismo momento la mecha de una lámpara que había en un estante, que estaba frente a ellos, chisporreteó y se acabó.

La figura lo llevó por medio de las habitaciones; le señala otra lámpara y le dice: «Ésta es la tuya». A aquella lámpara sólo le quedaba un par de gotas de aceite; su mecha estaba inclinada y ya tenía dificultades para mantenerse en pie.

El hombre dio un grito. Se preguntaba: «¿Iba su vida a terminarse tan pronto? ¿Qué había hecho con su vida? ¿La había malgastado buscando algo que no existía?». Estaba horrorizado y asustado. ¿Cuánto le quedaba? ¡Ah, si tuviese un poco más de tiempo para vivir, para hacer las cosas buenas que no había hecho!

Se dio cuenta de que estaba solo. Se fijó en otra lámpara. Esta tenía mucho aceite. La mecha era alta y ardía muy despacio en comparación con la suya. Sólo necesitaba una gota o dos, lo suficiente para tener un poco de tiempo, para solucionar algunas cosas, para ponerlas en orden. Pensaba que al otro, que tenía tanto aceite, no le importaría; agarró la lámpara y la inclinó sobre la suya. Y en este instante alguien lo agarró con fuerza.

La figura era negra y sujetaba su brazo como si fuera una tenaza de acero. Al mismo tiempo le pregunta: «¿Es esta la clase de justicia que estabas buscando?».

La figura desapareció. La casa de las lámparas desapareció. Todas las luces desaparecieron. Estaba solo en el bosque oscuro. Y pensaba en lo que había intentado hacer y en cuánto tiempo le quedaba de vida.

De este cuento podemos sacar dos lecciones: la primera es que, antes de buscar la justicia en los demás, la busquemos en nuestra manera de obrar. La segunda es que, en la lámpara de la vida, nadie sabe la cantidad de aceite que tiene. Como dice el Evangelio, la muerte viene como un ladrón.
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Posted: 07 Aug 2010 05:00 PM PDT

XIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 12, 32-48) - Ciclo C
Por José Antonio Pagola

Las primeras generaciones cristianas se vieron muy pronto obligadas a plantearse una cuestión decisiva. La venida de Cristo resucitado se retrasaba más de lo que habían pensado en un comienzo. La espera se les hacía larga. ¿Cómo mantener viva la esperanza? ¿Cómo no caer en la frustración, el cansancio o el desaliento?

En los evangelios encontramos diversas exhortaciones, parábolas y llamadas que sólo tienen un objetivo: mantener viva la responsabilidad de las comunidades cristianas. Una de las llamadas más conocidas dice así: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas». ¿Qué sentido pueden tener estas palabras para nosotros, después de veinte siglos de cristianismo?

Las dos imágenes son muy expresivas. Indican la actitud que han de tener los criados que están esperando de noche a que regrese su señor, para abrirle el portón de la casa en cuanto llame. Han de estar con «la cintura ceñida», es decir, con la túnica arremangada para poder moverse y actuar con agilidad. Han de estar con «las lámparas encendidas» para tener la casa iluminada y mantenerse despiertos.

Estas palabras de Jesús son también hoy una llamada a vivir con lucidez y responsabilidad, sin caer en la pasividad o el letargo. En la historia de la Iglesia hay momentos en que se hace de noche. Sin embargo, no es la hora de apagar las luces y echarnos a dormir. Es la hora de reaccionar, despertar nuestra fe y seguir caminando hacia el futuro, incluso en una Iglesia vieja y cansada.

Uno de los obstáculos más importantes para impulsar la transformación que necesita hoy la Iglesia es la pasividad generalizada de los cristianos. Desgraciadamente, durante muchos siglos los hemos educado, sobre todo, para la sumisión y la pasividad. Todavía hoy, a veces parece que no los necesitamos para pensar, proyectar y promover caminos nuevos de fidelidad hacia Jesucristo.

Por eso, hemos de valorar, cuidar y agradecer tanto el despertar de una nueva conciencia en muchos laicos y laicas que viven hoy su adhesión a Cristo y su pertenencia a la Iglesia de un modo lúcido y responsable. Es, sin duda, uno de los frutos más valiosos del Vaticano II, primer concilio que se ha ocupado directa y explícitamente de ellos.

Estos creyentes pueden ser hoy el fermento de unas parroquias y comunidades renovadas en torno al seguimiento fiel a Jesús. Son el mayor potencial del cristianismo. Los necesitamos más que nunca para construir una Iglesia abierta a los problemas del mundo actual, y cercana a los hombres y mujeres de hoy.


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Posted: 07 Aug 2010 04:45 PM PDT


Israel continuamente hacía memoria de los grandes acontecimientos de su historia como pueblo y de la intervención maravillosa de Dios en él. La memoria de las situaciones adversas, superadas con el trabajo humano y con la fuerza de Dios, lo ayudaban a seguir creyendo y trabajando por su humanización.

Nuestra historia sagrada latinoamericana también está llena de testimonios valerosos de lucha, fe, esperanza, entrega y fuerza del amor, en medio de las situaciones más adversas. Viene a mi memoria por ejemplo la canción de Víctor Heredia en la Argentina de la dictadura militar: “todavía cantamos, todavía pedimos, todavía soñamos, todavía esperamos; a pesar de los golpes que asestó en nuestras vidas, el ingenio del odio desterrando al olvido a nuestros seres queridos; todavía cantamos…” O esta otra de Chico Buarque en el Brasil de los 70, durante otra dictadura militar: “a pesar tuyo mañana será otro día; aún pago por ver el jardín florecer como tu no lo querías”.


Los himnos nacionales de nuestros pueblos, muchas canciones populares y poemas de escritores reconocidos como la utopía de la unidad latinoamericana de Pablo Neruda: “… todas las voces todas, todas las manos todas, toda la sangre puede ser canción en el viento, canta conmigo, canta, hermano americano, libera tu esperanza con un grito en la voz”. Cada pueblo, cada país tiene sus expresiones artísticas que alimentan su esperanza. En medio de la horrible noche por la que todavía pasamos en muchos pueblos, esperamos cantar algún día a pleno pulmón: “Oh Gloria inmarcesible, oh júbilo inmortal, en surco de dolores, el bien germina ya”.


La fiesta nacional y religiosa de Israel era la Pascua, la gran noche que todos pasaban en vela (Ex 12), para hacer memoria de la salida de Egipto. Los acontecimientos del Éxodo eran conmemorados con especial énfasis. Su lucha por la libertad, el paso del mar rojo, los cuarenta años de desierto y todas las situaciones adversas, superadas gracias a la mano de Dios que los condujo hasta la tierra prometida.


En otros momentos de su historia, figuraban la dura situación del pueblo con la imagen de una mujer estéril, anciana y frustrada por no haber tenido hijos. Aquí hay muchos ejemplos: Sara, esposa de Abrahan y madre de Isaac. La esposa de Manoaj y madre de Salomón. Ana, la madre de Samuel. Isabel, la madre de Juan el Bautista. Mujeres estériles que tuvieron hijos gracias a la intervención de Dios, porque él tiene la capacidad de hacer brotar vida de un vientre estéril. Para él no hay nada imposible.


La segunda lectura hace memoria de la experiencia de fe de Abrahan, Sara y sus primeros descendientes, quienes se sometieron a la emigración, a la ruptura del medio familiar, motivados por la fe en Dios y por el deseo de tener una tierra propia. Éstos personajes pasaron por momentos muy dramáticos en los cuales probaron su fe, su esperanza y su capacidad de lucha. La muerte amenazaba no sólo la pervivencia como personas sino el cumplimiento del sueño que tenían como pueblo. Pero Abraham creyó por encima de las situaciones de muerte y de la muerte misma, como consumación del ser. Y aunque murieron sin haber hecho realidad su utopía, la vislumbraban desde lejos y sembraron en sus generaciones la esperanza de hacerla realidad: “La fe es seguridad de lo que se espera y prueba de lo no se ve… Con fe murieron todos éstos, sin haber recibido la tierra prometida; pero viéndola y saludándola de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra” (Heb 11,1.13)


La primera lectura hace memoria de la comida Pascual, cuando los israelitas experimentaron que el Señor era su salvador. La participación de los sacrificios les servía además, para entrar en comunión personal y comunitaria con el Dios de la vida, y para renovar la alianza con Él. Para reafirmar que eran un pueblo libre y consagrado a Dios, y recordar que debían vivir la solidaridad propia de los miembros de ese pueblo elegido. “Los hijos piadosos de un pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y de común acuerdo se imponían esta ley sagrada; que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales”. (Sab 1,9)


Compartir solidario
La cara dura que en ocasiones nos muestra la vida, nos lleva a que muchas veces vivamos con miedo a perder y a ser derrotados. A que nos convirtamos en seres individualistas, mezquinos y egoístas, lobos los unos para los otros. La situación de la gente en el tiempo de Jesús y la de las primeras comunidades cristianas, específicamente la situación de las comunidades para las cuales Lucas escribió su Evangelio, era muy difícil. La dureza se había concretado en la pobreza extrema, con todo lo que ello encierra.


El Evangelio que hoy leemos empieza con una invitación de Jesús a derrotar el miedo que no nos deja crecer y a enfrentar la vida con la confianza puesta en el Dios que nos ama y nos da su Reino. “No temas, rebañito mío, porque su Padre tuvo a bien darles parte de su Reino.” Estas palabras tiernas de Jesús son preferidas de Lucas quien escribió para una comunidad de pobres, conciente de su pequeñez e impotencia frente a los poderosos de su tiempo, pero fortalecida con el amor de Dios que la conducía hacia la dignificación de su humanidad maltratada.


En medio de la más dura crisis por la que pasaban, el evangelio los invitó a vencer el miedo a perder, y a compartir solidariamente con los demás. Recordemos que fue precisamente el compartir solidario y organizado, lo que hizo posible el milagro de la multiplicación de los panes (Lc 9,12-17). Cuando se trabaja comunitariamente y se comparte solidariamente, alcanza para todos y sobra.


El hombre postmoderno, capitalista e individualista, es víctima de su propio invento. Su afán de lucro y acumulación de bienes no se ha traducido en felicidad; por el contrario, ha aumentado más su sed insaciable de tener más y más. Con este fin ha sacrificado todos los valores y hasta su misma vida, en el altar de los templos postmodernos: los centros comerciales. Con este fin muchos hombres explotan, invaden, declaran guerras, trafican y desplazan personas, destruyen la vida. Se adueñan de grandes extensiones de tierra, logran grandes y envidiables capitales, construyen imperios económicos, pero no son felices. Porque el poseer y el consumir egoísta no da la felicidad. Por el contrario, produce ansiedad, depresión, neurosis, vacío existencial, injusticias, terrorismo, más miedo y más dolor para todos.


Necesitamos mantener la cintura ceñida y las lámparas encendidas. (v. 35). Este es un hermoso signo de fe y esperanza en medio de la lucha por una vida digna. Este versículo también hace referencia simbólica a la celebración de la pascua judía, cuando los israelitas salieron de Egipto y emprendieron la gran aventura utópica de conseguir la libertad: “Y comerán así: `Con el traje puesto, las sandalias en los pies y el bastón en la mano. Ustedes no se demorarán en comerlo: es una pascua en honor a Yahvé´” (Ex 12,11).


Enfrentar la vida con la serenidad de un rebaño cuidado por un buen pastor y de un hijo en los brazos de su madre. Pero con la cintura ceñida y las lámparas encendidas, con el compromiso siempre firme de trabajar decididamente por el Reino de Dios y su justicia y de administrar fielmente los dones que Dios nos dio y nos sigue dando cada día.


Comentarios al autor: neptalidv@yahoo.com


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Posted: 07 Aug 2010 04:35 PM PDT

XIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 12, 32-48) - Ciclo C
Por R. J. García Avilés

Cuando el evangelio dice que no debemos confiar en las riquezas y que toda nuestra seguridad debemos ponerla en Dios no quiere decir que debamos sentarnos a esperar a que la solución de nuestros problemas baje del cielo; del cielo bajará pero siempre que no esperamos sentados sino activos confiados en que Dios no permitirá que se frustren nuestro esfuerzo y nuestro compromiso

BUSCAD QUE EL REINE

No temas, rebaño pequeño, que es decisión de vuestro Padre reinar de hecho entre vosotros. Vended vuestros bienes y dadlo en limosna; haceos bolsas que no se estropeen, una riqueza inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni echa a perder la polilla. Porque donde tengáis vuestra riqueza tendréis el corazón.

Jesús, después de la parábola del rico necio, se dirige a sus discípulos para insistir en la necesidad de tener una con fianza absoluta en el amor del Padre: «No andéis preocupados por la vida pensando qué vais a comer; ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir... Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿cuánto más hará por vosotros, gente de poca fe?» (Lc 12,22-28). Estas y otras palabras semejantes han hecho pensar a algunos que no había que preocuparse por la solución de los problemas de la tierra: el mundo está como está porque Dios así lo ha decidido, porque ése es el designio de Dios; ya se encargará él de compensar los sufrimientos de aquellos a los que en este mundo les ha tocado en suerte una mala vida; además, si alguien sufre... ¡por algo será!, se lo tendrá merecido, pues el evangelio asegura que si Dios se preocupa de los pájaros y de las hierbas del campo, ¡ cómo no se va a preocupar de sus fieles devotos!



Y CON EL MAZO DANDO

«¿Dónde está el administrador fiel y sensato a quien el señor va a encargar de su servidumbre para que les reparta la ración a su debido tiempo? ¡Dichoso ese siervo si el amo, al llegar, lo encuentra cumpliendo con su encargo!»



Entender las cosas así entraña un peligro mayor, que con siste en convertir el evangelio en ideología legitimadora de la situación presente y en opio adormecedor de la conciencia de los pobres: si Dios se preocupa de los suyos, los que están bien serán los que reciben más atención de parte de Dios, y los que están mal deben resignarse con su suerte y no rebelarse contra la situación presente, pues será rebelarse contra el designio divino; pero esta interpretación olvida las palabras centrales de este párrafo: «No andéis preocupados por... Por el contrario: buscad que él reine, y eso se os dará por añadi dura. No temas, rebaño pequeño, que es decisión de vuestro Padre reinar de hecho entre vosotros» (Lc 12,31-32): Dios no solucionará nuestros problemas de manera caprichosa, por arte de birlibirloque, cuando él arbitrariamente vaya decidien do, sino en el contexto de la realización de su reinado.

Una de las causas de la mala interpretación de estas reco mendaciones de Jesús ha sido la obstinación en reducir el reino de Dios a la otra vida: el reino de Dios no es ni el cielo ni la tierra, sino las personas sobre las que Dios reina, las personas que se esfuerzan en vivir como Dios quiere y en buscar la solución a los problemas de este mundo en la direc ción que el evangelio señala: la solidaridad y el amor; en la medida en que los hombres acepten vivir así y se comprome tan seriamente con el proyecto de convertir este mundo en un mundo de hermanos, en la medida en la que todos asuman seriamente su tarea de servir y prestar ayuda a los demás como los buenos administradores del evangelio, en esa medida, más lo mucho que añada la inconmensurable generosidad del Padre, se irán resolviendo los problemas del hambre, del vestido... y los de la soledad y la tristeza, problemas estos que no se pueden solucionar con el dinero de las bolsas que se estropean y que tanto gustan a los ladrones.



NO TEMAS PEQUEÑO REBAÑO

Tened el delantal puesto y encendidos los candiles... Estad también vosotros preparados, pues cuando menos lo penséis llegará el Hombre.



Así adquieren pleno significado las palabras del evangelio: renunciar a la riqueza no es un sistema para hacer méritos para el cielo, sino para ser coherentes con el proyecto del evangelio, para estar más libres a la hora de comprometernos en preparar este mundo para que Dios pueda realizar su decisión -que no la realizará si nosotros libremente no la aceptamos- de reinar entre nosotros.

Porque tampoco debe ser causa de preocupación, y menos de miedo, el encuentro último con el Señor. No hay razón para el temor. Nadie debe asustarse: no nos amenaza ningún peligro; él no viene a condenar. Como la primera vez, que sólo vino a salvar, así será cuando muchas otras veces vuelva para salir al encuentro de los que, entre los suyos, se vayan dejando la piel por ser fieles a su proyecto. La piel, que no la vida, que está en las manos del Padre. Será la época de la cosecha. Los frutos, los del amor manifestado en la lucha por la libertad y la Justicia, por la fraternidad, la paz, la felicidad..., en la lucha por el reino de Dios. Por eso no debe haber lugar para el miedo: hay que estar preparados, sí, pero no asustados ni preocupados. Porque también eso está en manos del Padre y forma parte de la «añadidura»
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Posted: 07 Aug 2010 02:33 PM PDT


Publicado por Cipecar

Lecturas: Sabiduría 18,6-9; Salmo 32,1-22; Hebreos 11,1-2.8-19

Evangelio: Lucas 12, 32-48

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vues tro corazón.
Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sen tar a la mesa y los irá sirviendo.
Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los en cuentra así, dichosos ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Pedro le preguntó:
-«Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le respondió:
-«¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas?
Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuen tre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a co mer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese cria do el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles.
El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dis puesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá po cos.
Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá


Es un evangelio compuesto de varias unidades:

-- El dicho sobre el pequeño rebaño.

-- El desprendimiento de los bienes materiales.

-- Tres parábolas sobre la actitud ante la venida de improviso del Hijo del hombre.

-- La llamada a responsabilidad del que mucho ha recibido.

v. 32: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino.

No temas es igual a Deja de temer.
Pequeño rebaño. Los cristianos se ven poca cosa. En la realidad hacia el año 80 de la era cristiana eran pocos grupos de pocas personas en cada uno de ellos.
La razón para dejar de temer es que el Padre se ha complacido en darles el Reino, es decir, gustosamente preside sobre sus hijos/as.
v. 33: Vended vuestros bienes y dadlo en limosna; haced bolsas que no se echen a perder, un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe a polilla.

Es un consejo muy de Jesús. Desprendeos de vuestros bienes. Fuera con ellos y dadlo en limosna, es decir, a Caritas o a Manos Unidas o a cualquier Institución de ayuda que os garantice que no roba, sino que lo distribuye bien.
Al decir esto, nos viene el ejemplo de San Antonio, el Ermitaño o quien fuere… pero se ha perdido en la historia cristiana la actitud del desprendimiento total.
v. 34 Donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.

Jesús da una razón muy sencilla para actuar así. Deja que tu corazón o tu mente con sus preocupaciones esté libre de los bienes materiales y esté centrado en el Tesoro que merece tener el pensamiento del hombre.
**********
vv. 35-36: Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas, como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apena venga y llame
Ceñida la cintura. Traducciones más literalistas dicen ceñidos los lomos. Para trabajar sujetaban la túnica interior con un ceñidor a guisa de cinturón. Cuando el trabajo era más pesado se ceñían la cintura con grandes ceñidores que cubrían los lomos.
Encendidas las lámparas para que el pie del amo que vendría con bastante trago al volver de la boda no tropiece en el suelo y dintel de la puerta de construcción irregular.
v. 37-38: ¡Dichosos los criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentre en vela! Os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Si llega en la segunda o tercera vigilia de la noche, y los encuentra así, ¡dichosos ellos!
Os aseguro… los irá sirviendo. Estas cosas solo se le ocurren a nuestro Hermano Mayor, porque se implica tanto en sus enseñanzas (parábolas en este caso) que se ve ya como ese buen amo sirviendo.
Porque ¿qué amo que vuelve de una juerga se va a poner el delantal, hará tumbarse en el triclinium a sus criados y los irá sirviendo humildemente.
Los romanos contaban la noche por 4 vigilias, el tiempo que un soldado estaba de guardia: de 6-9; 9-12; 12-03; 03-06…
El texto litúrgico lo traduce bien cuando dice: “entrada la noche o de madrugada.
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vv. 39-40: Comprended también que si supiera el dueño de la casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo de hombre.
El ladrón. Jesús dice claramente que Él vendrá como el ladrón en la noche, si avisos previos.
Quiere que estemos preparados para su venida o parusía en todo momento.
La primera comunidad ha retenido como la enseñanza más fija de Jesús en la Segunda Venida la imagen del ladrón, de improvisto.
v. 41: Pedro le preguntó: “Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?”
Nos quedamos sin saber qué es lo que quería saber Pedro. ¿A qué parábola se refiere Pedro? ¿Se refiere a los que esperan al Amo o a la vigilancia que es necesario para cuando venga el Ladrón, el Hijo del hombre?
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Sigue la parábola del administrador fiel y del vividor.
vv. 42-44: El Señor le respondió: Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas. ¡Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así! Os aseguro que lo pondrá al frente de toda la hacienda.
El administrador fiel y solícito. Tiene resonancia al pastor, como modelo del Pastor Cristo Jesús es fiel y solícito con su congregación.
Tendrá un gran premio, subirá grados en la hacienda, en la Iglesia.
45-46 Pero si el empleado piensa: “Mi amo tarda en llegar”, y empieza a pegar a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y la hora que menos lo espera y lo despedirá, a la pena de los que no son fieles.
El administrador descuidado y vividor será despedido.
Sufrirá el descrédito y padecerá la pena de los que no son fieles.
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47-48: El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. A quien mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.
Tenemos un logion o un dicho atribuido a Jesús que ha sido traído aquí por afinidad con el tema de la venida del Hijo del amor con premios y castigos.
Aquí se presenta que el castigo será mayor para el cristiano que sabiendo lo que tiene que hacer es negligente; también será castigado quien no lo sabe, pero se porta mal.
La responsabilidad es mayor para el que mucho ha recibido…
Jesús Señor, danos el gozo de poder responder conforme a nuestra debilidad a los grandes dones que nos has regalado. Que nos mueva siempre el deseo de recibirte con la cintura ceñida y la cara sonriente cuando vengas a nosotros en la tarde de vida a examinarnos en el amor. Llénanos pues de tu Espíritu Santo para que produzca amor a raudales en nosotros. Amén.
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Posted: 07 Aug 2010 02:20 PM PDT
Por A. Pronzato

- Aquella noche se les anunció de antemano a nuestros padres para que tuvieran ánimo al conocer con certeza la promesa de que se fiaban... (Sab 18,6-9).
- La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve... (Heb 11,1-2.8-19).
- ...Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas... (Lc 12,32-48).

¿De qué parte está Dios?

Una noche atravesada por un haz de luz, que lleva a Israel a la liberación (primera lectura).
Una noche dominada por la espera de la venida del Señor (evangelio).
En los dos casos se trata de esperar un acontecimiento extraordinario.
En la sugestiva interpretación sapiencial de los hechos del Exodo -si bien con algún anacronismo, dado el género literario- se pone en evidencia la intervención de Dios como protagonista incontrovertible de la liberación de su pueblo.
La «columna de fuego» se encarga de hacer de guía en aquel viaje arriesgado a lo largo de las inciertas pistas del desierto.
Incluso el sol abrasador de aquellas zonas áridas se hace «inocuo». Cuando se camina hacia la libertad, incluso una migración indudablemente fatigosa, y que impone sacrificios y privaciones innumerables, se transforma en un viaje «glorioso».
El poder de Dios se experimenta como fuerza de salvación para los «suyos», y como terrible punición para aquellos que obstaculizan el proyecto.
Es verdad que no todas las empresas de liberación se desarrollan de una manera tan triunfal (no olvidemos que se trata de una relectura sucesiva): se necesitan tiempos largos, hacen falta intentos no siempre coronados por el éxito, y se imponen costos humanos horribles, y con frecuencia parece que los egipcios de turno y sus faraones -capaces incluso de arrancar alguna «bendición» equívoca y descaradamente oportunista en ciertas áreas religiosas- tienen las de ganar con el favor del «cielo» (del que se han gloriado abusivamente).
Pero Dios está de parte de los débiles, de las víctimas, de los oprimidos, de aquellos que tienden hacia la justicia (o, al menos, hacia injusticias menos escandalosas), de aquellos que reivindican el derecho a vivir como hombres.
Todos estos deben conocer «la promesa de que se fiaban». Las promesas en que se pueden apoyar son aquellas en que se empeña un Dios liberador.
Los «himnos de alabanza» finales no han de confundirse con los Tedéum entonados con excesiva frecuencia por los tiranos. La luz de la Pascua y la consiguiente alegría estalla solamente cuando ya ningún hombre es pisoteado, en su dignidad y en su libertad «sagradas», por otro hombre.
He ahí por qué el texto de la Sabiduría, además de ser «memoria» de un pasado, se lee como anuncio de un futuro posible.
El deber de la vigilancia
La página de Lucas exhorta al «pequeño rebaño» -que no tiene motivos para temer, porque su debilidad en el plano humano está compensada por el favor y la protección del Padre celestial -a mirar hacia adelante.
Por eso, es necesario no apegarse a las riquezas (de las que es necesario «aligerarse» a través de la limosna, para emprender un viaje más expedito), elegir lo esencial, y saber discernir cuáles son los valores, cuya validez no «caduca».
Estos bienes «inagotables» a los que es lícito, e incluso justo, apegar el corazón, pertenecen al campo del ver y no al del tener, al del amor que se da y no al de la posesión egoísta.
Están después las tres breves parábolas, cuyo motivo dominante es la espera vigilante, dinámica (los criados que esperan en la noche la vuelta del amo; la irrupción inesperada del ladrón en la casa para desvalijarla; el administrador inteligente y diligente, siempre dispuesto a presentar los libros al día cuando el amo le llame a dar cuenta). La vigilancia, especialmente cuando la noche parece que nunca va a terminar, se sostiene por la esperanza y comporta:
-Una mentalidad de gente en viaje («tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas»).
-La conciencia clara de los peligros que nos amenazan. Basta un momento de distracción, de decaimiento, y hay quien se aprovecha para robarnos los valores más preciosos. O también: según la lección central de la segunda parábola: si uno se deja seducir, desviar; incluso ocasionalmente, por otras perspectivas, peligra de faltar a la cita decisiva con el Reino, que llega de improviso.
-Una fidelidad constante y una gran cordura (el texto griego dice «sensatez», que indica el comportamiento del hombre que sabe adoptar la postura más adaptada a la diversidad de las circunstancias: situaciones nuevas exigen que se inventen posturas apropiadas. El sentido de responsabilidad no se manifiesta sólo en el custodiar, sino en el interpretar los cambios y en el consiguiente coraje de dar respuestas nuevas a problemas y exigencias que ya no son las de ayer).
El tender hacia lo eterno no autoriza a pasar por encima del hoy. Y la apertura hacia el futuro ciertamente no se expresa con la aburrida reedición del pasado.
El pasado es importante, pero como estímulo, como apremio hacia adelante, no como retorno hacia atrás. Conservar la memoria no significa necesariamente «reproducir» las mismas cosas.
Las tres parábolas representan la condena de un estilo cristiano somnoliento, distraído, apagado, cansinamente repetitivo, sabido. Y constituyen una invitación (de la que no están excluidos los responsables de la Iglesia) a un compromiso inteligente, a un servicio diligente, a una apertura hacia lo imprevisible, a insertar en el cuadro de un orden razonable el elemento sorpresa, a dejar brotar de la costra rugosa de la prudencia y del miedo la flor de la esperanza.
«Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá, al que mucho se le confió, más se le exigirá».
Las cuentas finales no salen, sea porque hemos perdido el tesoro precioso que se nos confió, sea porque nos hemos limitado a «conservarlo».
Se nos ha «dado» en abundancia para ser osados, para tener coraje, no para congelar todo en el miedo.
Cuando nos preocupamos únicamente de conservar, se termina por empobrecer.
Cuando se llena la espera que se está prolongando con maniobras formales y desfiles fastuosos y costosos (acaso bajo la amenaza de los «azotes»), se corre el riesgo de no caer en la cuenta de que el Huésped ya ha llegado, pero ha pasado de largo porque esas cosas no le interesan...
Esos creyentes...
El tema de la esperanza se entrelaza, en la estupenda página de la Carta a los hebreos (segunda lectura), con el de la fe.
El creyente, según el retrato que ahí se bosqueja, se puede definir como uno que ve lo invisible.
Posee lo que no tiene. Apuesta sobre lo imposible. Hereda aceptando perder. Conserva la memoria, o sea, es un incurable nostálgico del futuro. Habita en la inseguridad.
Se siente asegurado por lo provisional.
Abrahán, a quien hace tres domingos le hemos encontrado intercesor, no lejos de Hebrón, en «la colina del amigo», que dicen los árabes, aquí es presentado como el que, obedeciendo a una orden perentoria del Amigo, emprende una peregrinación interminable.
Es sorprendente observar cómo los patriarcas, depositarios de la fe en el Dios verdadero, han «custodiado» esta fe viajando. No vivían en las ciudades (¡las habían abandonado!), sino que llevaban una existencia nómada.
La fe no se encuentra segura en el palacio, ni en los libros con sello de garantía. La fe está como en casa en el campamento, bajó la tienda.
Esta raza de creyentes, con su peregrinación incesante, trasmite un mensaje fundamental: no tienen aquí abajo morada permanente. Se contentan con las cosas que no ven, o que apenas entreven, y que «saludan desde lejos».
Dios se convierte en «su Dios» sólo cuando dejan de pensar en volver hacia atrás para recuperar lo que han dejado (y tenían esta posibilidad), y tienden hacia la ciudad preparada por Dios para ellos. Podrían haber sido unos «llegados».
Pero han elegido «estar a la búsqueda de una patria».
A la «instalación», han preferido la espera que comporta continuas e incómodas salidas para viajes duros.
No se consideraban depositarios y guardianes de los pensamientos de Dios o de una «doctrina sobre Dios», pero se sentían tocados por sus promesas.
Por eso, en el campamento bajo las tiendas, no se preocupaban dé instruirse o adoctrinarse.
...Se limitaban a contar.

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Posted: 07 Aug 2010 02:06 PM PDT

"Estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el hijo del hombre".
Por Dominicos.org

Introducción

Ofrecemos hoy las pautas del XIX Domingo del T.O. y las pautas de Santo Domingo de Guzmán, celebrado como solemnidad en la Orden de Predicadores.

XIX Domingo del Tiempo Ordinario

La vida humana es insegura: no tenemos el control sobre nuestro nacimiento, ni nuestro futuro, ni sobre la mayoría de las circunstancias de nuestro presente.

Sentirse inseguro es bueno y realista, cuando nos lleva a vivir atentos y activos para ir encontrando soluciones y respuestas a nuestras necesidades y a nuestros interrogantes. Pero sentirse inseguro puede transformarse en una enfermedad mental y espiritual cuando el agobio, el miedo, y la tensión de tenerlo todo atado y bien atado nos obsesiona y bloquea.

¿Qué elementos nos aporta la Palabra de Dios hoy para vivir confiadamente en un mundo inseguro y en la esperanza del Reino?


Solemnidad de Santo Domingo

La figura de Santo Domingo de Guzmán (1170-1221), va mucho más allá del hecho de ser el fundador de la Orden de Predicadores. Es una de las figuras claves de la espiritualidad cristiana, iniciador vital de uno de los caminos en los que ésta se vive (la llamada “espiritualidad dominicana”, junto a la benedictina, franciscana, ignaciana, etc.).

Tanto los dominicos y dominicas como aquellos que no pertenecen a esta familia eclesial, tenemos que redescubrir a Domingo como el gran maestro espiritual que fue y que, por su actualidad y radicalidad evangélica, puede ayudarnos hoy en nuestro seguimiento de Jesús.




Comentario bíblico


XIX Domingo de T.O.


Estad preparados

Iª Lectura: Sabiduría (18,6-8): Memoria de la pascua liberadora

I.1. La lectura de este día quiere describir la noche de salvación para Israel, la noche pascual, que se ha convertido en el paradigma nostálgico de un pueblo que siempre ha recurrido a su Dios para que lo liberara de todas las esclavitudes; que anhela salvación y que encuentra en el Dios comprometido con la historia la razón de ser de su identidad. Es, probablemente, un texto cultual, es decir, nacido en la liturgia. El c. 18 de este libro escrito en griego, para la comunidad judía de Egipto, es una memoria litúrgica de la noche pascual, de la noche de la libertad y de la noche de la luz. Nada hay tan celebrado en Israel como la noche pascual.

I.2. “Memoria” es mirar al pasado. Pero es más que eso, es tener presente que Dios siempre puede encender la luz de la salvación para su pueblo en cualquier momento que lo necesite. Se hace memoria para actualizar y para “sentir” la misma presencia liberadora de Dios, porque el pueblo, la comunidad, las personas siempre pueden estar amenazadas de esclavitud. Sólo en Dios es posible poner la esperanza, porque en sus manos está la luz.



IIª Lectura: Hebreos (11,1-2.8-19): La fe, por encima de la muerte

II.1. Hoy, la segunda lectura, tomada de Hebreos 11, llena de contenido esta parte de la celebración, con su visión práctica de la fe evocada a la luz de las grandes figuras de la “historia de la salvación” y de todos aquellos que, por amor de lo que esperaban y de las realidades invisibles, renunciaron a los honores terrenos. Se dice que con este capítulo, el autor de la carta a los Hebreos, que no es San Pablo desde luego, sino un maestro desconocido, compuso este sermón para mover a la fe a la comunidad, al igual que los padres del pueblo, pero ahora con la esperanza que procura Jesús y su obra. Él es el ejemplo de nuestra fe en Dios y de nuestra entrega a los hombres al comprender todas las flaquezas. Por esto es Sumo Sacerdote, porque siendo Dios, superior a los ángeles, a Moisés y a Aarón ,comprendió más que nadie los pecados de los hombres.

II.2. En nuestra peregrinación hacia Dios, en la tipología hacia el santuario celeste, tenemos un mediador y una seguridad que no tuvieron los padres del pueblo: al mismo Jesús. Por eso, creer, según lo que se propone en Hebreos 11, no es mirar al pasado, ni conservarlo, sino avanzar hacia el futuro. Quiere decir que debemos estar en camino, que no hay puntos muertos en la historia de la salvación. Como es lógico, la lectura de hoy solamente toma algunos aspectos de ese capítulo, y se debe leer el mismo en su totalidad. La figura de Abrahán, el padre del pueblo al que se le pidió todo, es el ejemplo. Si fuéramos realistas diríamos que Dios no pide la muerte de un hijo, el de las promesas. Eso es un “género simbólico” para decir que todo está en manos de Dios. Pero precisamente es en las manos de Dios donde está la resurrección, y ésa es la gran cuestión de la fe en Dios y una de las afirmaciones de más alcance de este texto de la carta a los Hebreos.



Evangelio: Lucas (12,32-48): La sabiduría de la vigilancia

III.1. El evangelio de Lucas nos ofrece aquí una serie de elementos que están en el Sermón de la Montaña, en Mateo, y un conjunto de parábolas (los criados que esperan a que su amo vuelva de unas bodas, el amo que vigila su casa por si llega un ladrón, y el administrador fiel al que se le ha confiado repartir el trigo) sobre la vigilancia y la fidelidad al Señor. La exhortación primera, que concluye con el dicho “donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón”, es toda una llamada a la comunidad sobre el comportamiento en este mundo con respecto a las riquezas. Lucas es un evangelista que cuida, más que ningún otro, este aspecto tan determinante de la vida social y económica, porque escribía en una ciudad (Éfeso o Corinto) donde los cristianos debían tomar postura frente a la injusticia y la división de clases.

III.2. El dicho del tesoro y el corazón es un dicho popular que encierra mucha sabiduría de siglos. Pero es propio de estos dichos (el llamado “Evangelio Q” como algunos lo llaman actualmente) poner de manifiesto la radicalidad sapiencial y escatológica que se vivió en aquellos momentos. Si bien es verdad que el rigor apocalíptico ya no es determinante, sí lo es el sentido que mantienen estas palabras. Vigilar, ahora, ya no es estar preocupados por el fin del mundo, sino estar preocupados por no poner nuestro corazón en los poderes y las riquezas. Son dichos para comprometerse en nuestro mundo, aunque sin perder la perspectiva del mundo futuro.

III.3. Lucas sitúa esto en el programa de buscar el Reino de Dios, pidiendo y exigiendo al cristiano no desear las mismas cosas que desean y tienen los poderosos de este mundo. El Reino exige otros comportamientos. Así, pues, las parábolas sobre la vigilancia y la fidelidad vienen a ser como el comentario a esa actitud. Es una llamada a la responsabilidad en todos los órdenes, pero especialmente la responsabilidad de saberse en la línea de que la vida tiene una dimensión espiritual, trascendente, sabiendo que hay que ponerse en las manos de Dios. Eso no es una huida de lo que hay que hacer en este mundo; pero, por otra parte, tampoco ignorando que nos espera Alguien que un día se ceñirá para servirnos si le hemos sido fieles. Ése de quien habla Jesús en la parábola, es Dios. Nosotros, mientras, administramos, trabajamos, ayudamos a los más pobres y necesitados, como una responsabilidad muy importante que se nos ha otorgado.


Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura




Pautas para la homilía

Ofrecemos hoy las pautas del XIX Domingo del T.O. y las pautas de Santo Domingo de Guzmán, celebrado como solemnidad en la Orden de Predicadores.

XIX Domingo del Tiempo Ordinario

Estamos en un momento de grave crisis de esperanza. Las dificultades económicas dejan ver la debilidad de nuestro sistema, y el cambio acelerado de costumbres nos produce vértigo. Nos preguntamos si existe un fundamento seguro sobre el que apoyar nuestra vida y nuestras certezas.

Las utopías han caído. Queramos o no, formamos parte de una cultura postmoderna en la que sentimos que nos tenemos que bastar a nosotros mismos y quedarnos en el aquí y ahora, confiando que la suerte nos depare formar parte del grupo de los de arriba y no caer, por desgracia, en el abismo de los de abajo: enfermos, pobres, ancianos, marginados, arruinados, etc.

¿Qué hacer frente a este vendaval de desesperanza? Las lecturas de hoy nos hablan de crisis y de superación de esa crisis.

El libro de Éxodo nos remite al tiempo de la persecución de los israelitas en Egipto. Una situación de genocidio sin salida. Pero Dios salió a su encuentro, los liberó y, con ello, les dio razones para permanecer juntos y confiar en El.

También el autor de la Carta a los Hebreos, al poner el ejemplo de Abrahán, nos lo muestra como “hombre de la fe y la esperanza”: Abrahán no pone su seguridad en el pasado (volver a su tierra), ni en su presente (vivir errante), ni en su futuro humano (Isaac su hijo), sino sólo en Dios, su promesa y su palabra.

En definitiva, la crisis de esperanza y la crisis de seguridad, que es su fundamento, sólo se solucionarán pasando de las expectativas humanas más o menos fundadas, a la confianza en el Dios del Reino.

En el evangelio, Jesús, señala los modos y maneras de esta confianza: no dejarse llevar por la angustia de la escasez futura y, por lo tanto, no acumular. Vivir la vida como un servicio a los demás, como el administrador que se sabe que no es dueño de sus bienes y que tiene que utilizarlos en beneficio de otros, y, en tercer lugar, vivir como aquel que sabe que va a venir su Señor a pedirle cuentas según la responsabilidad confiada.

En definitiva, y como gran mensaje en estos tiempos de inseguridad, miedo al futuro y repliegue sobre nosotros mismos, optar por una esperanza ilusionada, responsable y servidora fundada en la gran promesa: “No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”.




Solemnidad de Santo Domingo de Guzmán

En junio de 1206 llegaban a la ciudad de Montpellier Diego de Acebes, Domingo y su cortejo, de vuelta de su misión diplomática y su paso por Roma y Cister. Este viaje les habría seguramente ensanchado las perspectivas nacionales, culturales y eclesiales de su Castilla natal.

En la ciudad francesa se encontraron con una reunión de los legados del papa que evaluaban los frutos de su misión. El desánimo se abatía sobre ellos por tres razones fundamentales: la complejidad de la tarea encomendada; la poca acogida de sus esfuerzos por sus destinatarios y la ineficacia de los métodos jurídicos, diplomáticos y pastorales empleados.

El “negotium fidei et pacis” de la Narbonense incluía problemas como la inseguridad ciudadana, los nuevos problemas económicos, los nuevos retos culturales, las herejías importadas de Oriente y, como una consecuencia no deseada de los intentos de la reforma gregoriana de un cambio radical en la conducta de “la cabeza y los miembros” de la Iglesia, una crítica consciente y feroz contra los modos de vida del clero alto y bajo y, como efecto positivo , un ansia y sueño de “volver al Evangelio” como modo de vida y de pastoral que inspiraba a los nuevos movimientos religiosos.

La solución dada por Diego y secundada por Domingo fue triple: Escuchar lo que tenían de verdad las ideas y prácticas de los oponentes; volver al Evangelio no sólo en doctrina, sino en modo de vida y de pastoral y, de este modo, constituirse en alternativa de una Iglesia feudalizada y sin repuesta a lo nuevo, pero sin romper la comunión con ella, al contrario: actuando de fermento en la masa.

Las opciones de base, que después fueron explicitadas prácticamente en las Constituciones de la Orden y teóricamente por Santo Tomás y su sistema, fueron:

1) La fe en que el Dios creador es el Dios salvador. No hay contraposición, como pensaban los cátaros, entre naturaleza y gracia. El compromiso por lo humano es opción por Dios y viceversa.

2) Confianza en el hombre y sus instrumentos intelectuales para alcanzar la verdad objetiva, vivir de acuerdo con ella, y la necesidad del esfuerzo de todos para alcanzarla. Frente a fideísmos o agnosticismos, toda verdad, diga quien la diga, es del Espíritu Santo. Necesidad de la libertad de la propia conciencia para un obrar moral. El bien común como referencia moral, La vida humana como proyecto: el movimiento de la criatura inteligente, amante y libre hacia Dios.

3) La importancia de los “lugares” (físicos, ideológicos y sociales) desde donde se cree, se piensa, se vive, se convive y se predica): ciudades, mendicidad, comunidad, universidad, misión ad gentes.



Hoy nos encontramos en una situación parecida a la que provocaba el desánimo de los legados papales en 1206. Una historia reciente que no ha ocurrido según nuestros análisis y expectativas, un secularismo globalizador y consumista galopante que, como nuevo catarismo, se aleja del hombre y la mujer reales para proponer la salvación únicamente para los “perfectos” (jóvenes, ricos, sanos, bellos y consumistas); una Iglesia que tiene nostalgia de la situación de cristiandad y que se ve retada por nuevas forma de pensar, actuar, sentir y creer y por nuevos problemas no contemplados hasta ahora dentro de su seno (opinión pública en la Iglesia, papel de la mujer, magisterio y conciencia, etc.). Estamos en una situación de intemperie que nos produce unos sentimientos de confusión, de vértigo, de inutilidad, de mucho stress y poco gozo contemplativo. Incluso de culpabilidad ¿qué hemos hecho mal para que lo esperado del Vaticano II haya producido, en apariencia, el resultado precisamente contrario?

Y sin embargo, ¿no será este un tiempo de gracia que nos permite y hace posible lo que llamamos fe, esperanza, ágape, comunidad cristiana y misión al modo de los apóstoles? ¿No nos está exigiendo escucha, aprendizaje y vuelta al Evangelio? ¿La caída de las expectativas no es la posibilidad de la esperanza-confianza en el Dios siempre más grande?

Es curioso que, según parece, los resultados de la decisión de Montpellier fueron, en sentido cuantitativo, más bien escasos. Diego se tuvo que volver a Osma, un legado fue asesinado, comenzó la cruzada contra los albigenses, Domingo pasó 10 años solo, las conversiones fueron pocas y, algunos años más tarde la Orden en Toulouse estaba orgullosa de su papel en la Inquisición, olvidando su espíritu de diálogo y aprendizaje del contrario.
Pero, por otro lado, la decisión de Montpellier es la que hizo posible que hoy nosotros estemos aquí y que nos preguntemos por estas cosas.


Fr. Francisco José Rodríguez Fassio
Convento de Sto. Domingo "Scala Coeli" (Córdoba)
Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Crremos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Posted: 07 Aug 2010 01:08 PM PDT

DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO

Lectura del libro de la Sabiduría 18, 5-9

Como los egipcios habían resuelto hacer perecer
a los hijos pequeños de los santos
-y de los niños expuestos al peligro, uno solo se salvó-
para castigarlos, Tú les arrebataste un gran número de sus hijos
y los hiciste perecer a todos juntos en las aguas impetuosas.
Aquella noche fue dada a conocer de antemano
a nuestros padres,
para que, sabiendo con seguridad
en qué juramentos habían creído,
se sintieran reconfortados.
Tu pueblo esperaba, a la vez,
la salvación de los justos y la perdición de sus enemigos;
porque con el castigo que infligiste a nuestros adversarios,
Tú nos cubriste de gloria, llamándonos a ti.
Por eso, los santos hijos de los justos
ofrecieron sacrificios en secreto,
y establecieron de común acuerdo esta ley divina:
que los santos compartirían igualmente
los mismos bienes y los mismos peligros;
y ya entonces entonaron los cantos de los Padres.


Palabra de Dios.



SALMO RESPONSORIAL 32, 1. 12. 18-20. 22

R. ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!

Aclamen, justos, al Señor:
es propio de los buenos alabarlo.
¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que Él se eligió como herencia! R.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.

Nuestra alma espera en el Señor:
Él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,
conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.




Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1-2. 8-19

Hermanos:
La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación.
Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber adonde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.
Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las promesas: las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.
Los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria; y si hubieran pensado en aquélla de la que habían salido, habrían tenido oportunidad de regresar. Pero aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de llamarse «su Dios» y, de hecho, les ha preparado una Ciudad.
Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquél de quien se había anunciado: «De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre». Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aún para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.


Palabra de Dios.



Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 12, 32-48

Jesús dijo a sus discípulos:
«No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino.
Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.
Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada».
Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?»
El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: "Mi señor tardará en llegar", y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquél que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente.
Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más».


Palabra del Señor.


LITURGIA DE LAS HORAS
TIEMPO ORDINARIO
DOMINGO DE LA SEMANA XIX
Propio. Salterio III


8 de agosto


LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Himno: LAS SOMBRAS OSCURAS HUYEN.

Las sombras oscuras huyen,
ya va pasando la noche;
y el sol, con su luz de fuego,
nos disipa los temores.

Ya se apagan las estrellas
y se han encendido soles;
el rocío cae de los cielos
en el cáliz de las flores.

Las criaturas van vistiendo
sus galas y sus colores,
porque al nacer nuevo día
hacen nuevas las canciones.

¡Lucero, Cristo, del alba,
que paces entre esplendores,
apacienta nuestras vidas
ya sin sombras y sin noches!

¡Hermoso Cristo, el Cordero,
entre collados y montes! Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El Señor es admirable en el cielo. Aleluya.

Salmo 92 - GLORIA DEL DIOS CREADOR

El Señor reina vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.

Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.

Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,

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